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miércoles, 14 de agosto de 2013

Capitulo 1, Episodio 27: El último clérigo (1 de 5)



Capítulo 1: El último clérigo
La confianza es como un espejo, una vez rota, no se podrá reparar jamás.




“Aquellas cosas que lo cambia todo”
Hace varios años en el pasado de Thundera

-Esto no es gracioso Pamhela, no lo es.

-No me importa lo que pienses molestia con patas, ve a morirte a alguna otra aparte, quiero esta sola. La chica de una corta y lacia cabellera pelirroja le dio la espalda y se cubrió con una sábana blanca de encajes dorados.

-Creí que eras mi amiga.

-Eres un verdadero idiota, a nadie le importas un carajo. Ella habló en una voz monótonamente baja. –La única razón por la que ellos fingen ser tus amigos es por una orden.

-¡No es verdad! ¡Mientes! La chica se giró y con unos ojos vacíos e inexpresivos habló con suma mordacidad.

-Incluso tu padre no te soporta, lo veo en sus ojos, él te detesta tanto como el resto, tanto como yo.

Su respiración era agitada con un dolor que les escocía el pecho y bajaba a su estómago.

-Si tú no existieras, si tan sólo fuera Tygra, lo haría sin ninguna duda, pero ni siquiera me mira y yo tengo que fingir, ahora ya no importa, estoy arruinada gracias a tí, espero que sufras por esta humillación. Haciendo una rabieta, la chica se cubrió nuevamente con la sábana que apenas cubrían sus largas piernas.

-Eres muy cruel, yo te he tratado como un amigo cercano desde un principio.

-¿Amigos cercano dices? La chica se levantó con enojo del camastro empujando al adolecente cuya cabellera larga y rojiza le caía por los hombros, no era demasiado fuerte, ella en cambio era vital, sin problema alguno lo arrinconó contra la pared aplastándole de los hombros. –Nadie en este maldito lugar es tu amigo enano, yo… estoy obligada por mi padre ¿sabes lo que es eso?, lo que es no tener la libertad de elegir, me rio de tu amistad.

-¿Por qué me odias tanto? Nunca he hecho nada… Pamhela le dio una potente bofetada derrumbándole aparatosamente en el suelo.

-No te atrevas… siguiéndote todo el tiempo, tolerando tus “rarezas”, teniendo que fingir una sonrisa que no siento, ser la amiga ¡no solo eso!, sino la prometida de tu imaginación, no sabes la vergüenza que siento al estar con mis amigos, el rechazo social que me produce estar cerca de ti, ser tu niñera.

-Pero ellos nunca han sido malos con nosotros, son nuestros amigos.

-¿Nuestros amigos? Pequeño, pequeño tonto, no tus amigos… son como yo, obligados a tolerarte, a sonreírte, ellos no tienen opción, eran mis amigos y ahora… ahora son enviados por sus padres a servirte, a servir a nuestro pobre y débil futuro rey.

-No lo sabía, lo juro.

-Lárgate. Dijo en una voz apenas audible con esa mirada poseída por el odio. -¡Lárgate! Y agarrándole del brazo ella le sacó del cuarto de castigo y cerró la puerta de un portazo.

Quería decir un argumento a su favor, un argumento que cambiara las cosas, iba a darle una buena noticia, iba a decir que gracias a su intervención, gracias a un gesto noble de su parte, ella no tendría que irse de su lado, que él la perdonaba.

De rodillas en el suelo, siendo observado por un soldado, ese mismo soldado que le trataba cortésmente o se detenía a saludarlo, a bromear con él y Pamhela, esa vez no lo hizo, parte de una actuación, un deber, al que chico había despertado, y entonces ya no había más necesidad de hacerlo.

 Se quedó unos momentos en el suelo, hasta que ella pateó su puerta para que se marchara de una buena vez, entendiendo que seguía en ese lugar.

El resto de la noche fue una espera horrible por el siguiente día, su vida había dado un giro imprevisto, se partía la cabeza de pensar lo que sucedía realmente a sus espaldas, eso lo había cambiado todo.

Tal vez fue por el tono de su voz o la manera en que se comportó, que el consejero del rey no le dijo nada cuando este le solicitó su ayuda para evitar que su padre tomara acciones por la grave ofensa de Pamhela.

La delicada situación no había sido comunicada al padre de esta, pero la gente especulaba, el movimiento de tropas se incrementó a tal punto que perturbó a los señores feudales, miembros de la corte y de la familia real, que se vieron presionados por los rumores de un grave incidente que podría acarrear una sangrienta purga.

Asociar, unir puntos, era una profesión en la corte real, nadie abría la boca, aunque todos y cada uno de ellos preparaban sus salvaguardas.

Con los primeros rayos del Sol, no se detuvo a saludar a la guardia como siempre hacía, no pasó a visitar a sus supuestos amigos, el guardia negó con la cabeza a su otro compañero cuando este asumió su usual actuación cercana.

Pamhela no se había levantado, pero cuando lo hizo no había ningún molesto chiquillo esperando por ella con una rosa. Se observaba intranquila, esperaba poder desahogarse con sus amigos, esos amigos que se veían obligados a fingir, ninguno, ni siquiera el más rezagado en la escala social se atrevió a cruzarse con ella, y eso le brindó la experiencia más terrorífica de toda su vida.

Si Lion-O pasó un infierno esos días, la felina comenzó su calvario de paranoias cuando se dio cuenta de lo que se armaba a su alrededor; pronto su padre lo sabría, la noticia de que una de las aspirantes a convertirse en esposa de uno de los príncipes, había sido defenestrada de la corte por una ofensa contra el rey, precisamente aquella que por su amistad con uno de los príncipes había sido la candidata más probable a convertirse en su esposa y futura reina del imperio thunderiano.

Pamhela siempre detestó tener que ser la prometida de un pequeño y débil león, en cambio, si hubiese sido la prometida de su hermano, de mil amores se postraría a sus pies agradecida, esos días llegó a reconsiderar su decisión y la manera en que se enemistó con el único que le seguía como un perrito faldero de un lado a otro.

-¡Miren! allí va nuestra orgullosa “reina”, dijo abiertamente una de las hijas de una de las tantas damas de la corte al pasar a su lado. Su madre le corrigió, aunque fue sumamente indulgente con el desliz de su hija, como muchas otras damas de la corte que le dirigieron burlas más discretas.

-¿Es que ya dejan entrar a mestizas a la corte? Otra dama se aventuró a decir.

-La magia de los clérigos es tan grandiosa, mira como tornan a curiosa pueblerina en una “furiosa” leona real, si tan solo arreglaran el defecto de los ojos… una pena.

-Ji, ji. Se reían con mucha discreción, eran mordaces e hirientes con sus gestos refinados, como si ella no perteneciese a ese círculo lleno de halagos y promesas vacías.

Huyó de ese sitio y se refugió en su cuarto, manchando su precioso vestido blanco con la tierra del patio mojado, le habían expulsado sin apenas mover una ceja, Lion-O no dejaba de observarle, no dejaba de ver como la chica que por un lado le negaba toda posibilidad de amistad, a su ver era una persona engañada, ciega ante su propia situación, sin ver los intereses montados en torno a ella.

El castillo de naipes se derrumbaba para Pamhela, la orgullosa leona que una vez se dio el lujo de rechazar a un futuro rey, Jaga que veía como el príncipe le torturaba, no se opuso a que continuara, pues finalmente Lion-O compartió la pena de verle en aquella situación, sin obtener la menor satisfacción.

Con el paso de las semanas todo parecía como antes y Pamhela ya completamente desentendida de esa paranoia que sintió, volvió a su rutina habitual. La corte parecía haber superado el traspié y aunque el rey no pasó por alto la ofensa, por alguna razón no hizo nada al respecto.

Aunque el rey estuvo muy enojado en un principio, parecía que en efecto, mediante su súplica a Jaga, Lion-O había conseguido que no hubiera ninguna represalia. Nada más lejos de la realidad, como descubriría tiempo después.

Ajeno a estos problemas, el príncipe Tygra regresaba con los cadetes, y todo mundo parecía recibirle como el héroe de una gesta heroica, Pamhela se encontraba con sus “inseparables” amigas de la corte, le sonreía orgullosa, ajena a lo pasado, ajena a él, eso agrió su corazón que se llenó de celos y un odio puro que le quemaba las entrañas.

Para colmo, el general Lynx-O le dijo que al ser tan pequeño, ellos harían una excepción con él permitiendo integrarse a sus filas, el general no intentaba ser cruel, pero si ahorrarle una mala experiencia, por lo que se desistió, su padre no hizo el menor intento por corregir a su general.

Lo más duro era ver lo orgulloso que su padre biológico se sentía de su hijo adoptivo.

Es su ingenuidad esperó por la disculpa de Pamhela, esperó por un gesto amable que recompusiera su relación, se la pasaba en su cuarto y de allí Jaga le llevaba a la sala de estudio, distraído y apático, se aburría entrenando esgrima con un viejo felino que con poca fuerza respondía a sus lances, con un anticuado estilo muy distinto al intenso entrenamiento que el general Jaga daba a la élite de sus soldados, entre los que se encontraba su hermano.

Regresaba a su cuarto para meditar las palabras de la que creía su inseparable amiga, no podía concebir ese rechazo tan profundo que ella tenía por él, dos días pasaron y cada vez que Jaga venía por a él para las diversas actividades del día, decía que estaba indispuesto.

El médico de la corte lo visitó y al ver sus ojos deprimidos y sin vida, únicamente le recomendó reposo, pues la debilidad del chico comenzó a desarrollarla desde su décimo cumpleaños.

Nadie fue a verle en los días posteriores, tal vez, al advertirle tan enfermo, pensó que ella se preciaría a hacerle una visita, sólo una palabra y todo volvería a la normalidad. Pero nada, se cansó de estar en cama y se levantó, dándose cuenta que ya le esperaba uno de sus maestros.

Estaba completamente distraído, así que al final, viendo su angustia, el maestro fue paciente con él y le permitió que regresara a su cuarto.

Comenzó a considerar la posibilidad de que era el único culpable de lo que pasaba, eso le llevó a la idea de que debía ser el primero que ofreciera una disculpa, posiblemente ella esperaba precisamente eso y sin saberlo, él estaba haciendo una tormenta en un vaso de agua por estar encerrado en su cuarto. Con ese pensamiento se lleno de esperanza, era después de todo alguien enamorado que no conocía de límites, ni de lógica.

Escapando de la vigilancia de la guardia, se salió por una de las ventanas, dirigiéndose, ya en el suelo, a los largos patios donde la corte real se asentaba, al lado las construcciones dedicadas al reposo y entretenimiento de sus infantes.

Lo que encontró le partió el corazón, no existía esa chica que le esperaba arrepentida, esa chica con quien fantaseó, dispuesta a trabajar en una amistad rota.

Ese felino era uno de los hijos de los señores feudales, era alto y guapo, el típico chico que una princesa seguramente vería de reojo, un chico popular en toda la extensión de la palabra. Se estaban besando, su propia boca tembló al ver la escena, sin preocuparse de que les vieran, desprendidos de toda vergüenza, plácida y complaciente Pamhela y ese sujeto se besaban entre risitas cómplices, se divertían con el resto de sus amigos, una diversión a la que era completamente ajeno.

Si poderse mover, les miró y les miró, escuchó cada palabra que salía de sus bocas, la forma en que se dirigían a sus sirvientas, los juegos que hacían cambiando de parejas, girando una botella, soplando al oído de su rival, ofreciendo la mano, dando un cálido beso en la mejilla, no importaba el género, un juego después de todo.

Pamhela estaba extasiada, libre de un peso enorme que amenazaba con aplastar su cordura, los chicos se tienen que divertir y sin esa cadena a sus espaldas, podía vivir la vida que siempre había soñado.

La lluvia empezó a caer, aumentando su intensidad con el paso de los minutos, los truenos, los relámpagos danzaban en el cielo distrayendo su amena reunión, el instante que ella le vio hizo que tirara su taza de porcelana, que en mil pedazos se reventó antes de que la sirvienta pudiera hacer nada para evitarlo.

-¿Sucede algo? Le preguntó su acompañante, la sirvienta se aproximó a la ventana que fue agitada con violencia por el viento, prendió la luz elevando una vara que iluminó con un brillo amarillento el exterior.

-No, nada, regresando lentamente a su asiento se quedó mirando al exterior, lo que hizo que gradualmente todos se callaran, incluso los músicos. Nerviosa pareció palidecer. Su cara fue adquiriendo una expresión terriblemente enojada e indignada.

-¡Ese mocoso maldito! Dicho esto se levantó asustando a su corte y de un portazo salió al exterior a paso marcial, dirigiendo sus esfuerzos a los aposentos reales, a donde se metió para buscarle, pero al abrir la puerta de cuarto y ante el asombro de los guardias, no se encontraba.


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Palacete de la Corte real

La vida demostraba jugarle una mala pasada al joven león, no conocía a esa gente en absoluto, la corte que cada semana se reunía a la mesa del rey, era rígida e impaciente en su presencia, un lugar dado a las malas caras del rey, sus disgustos, sus discusiones con su hermano adoptivo, el príncipe Tygra.

Pero esa noche reían, el rey, su hermano y amigos, los señores feudales y sirvientes, todos reían, Lynxana y el Conde, el alcohólico padre de Pamhela que miraba sin decoro a una joven mucama, que hizo de la vergüenza de una chica un tema de comidilla del que todos, incluso el rey participaban.

La madre de Pamhela estaba cerca del rey Claudus, sentada a su derecha, demasiado cerca, quien afirmaba con la cabeza a lo que ella decía, no había rigidez alguna en su rostro, era lo contrario, ambos hacían cosas que él nunca esperaría de la mujer de alguien sentado a unos pocos asientos de ellos, la manera en que acercaba sus manos, que cerraba sus ojos y abrían sus bocas en una guerra de flirteos.

Tygra no prestaba atención ignorando lo evidente, era el rey después de todo, pero Lion-O temblaba en cólera, no era únicamente la inmisericorde lluvia que hizo que los guardias se retiraran a las protegidas almenas sobre los accesos a palacio, sentía una indignación auténtica, una vergüenza más allá de lo conocido.

Se limitó a observar, a su padre con la mirada, intentando entender aquello a lo que toda su vida había sido ciego, él rey fue el primero en levantarse, todos ya lo sabían, incluso el esposo de esa mujer, que daba ala ancha a su oficioso vicio manoseando a la impotente joven, Tygra siguió con sus amigos, retirándose a su cuartel al hacer la reverencia al rey que le felicitó por su desempeño en la academia militar, la madre de Pamhela desapareció.

Los gemidos de una mujer eran algo completamente desconocido para Lion-O, pero no había placer en ello o inquietud, ningún misterio en absoluto de su temprana adolescencia despertó, era el dolor de la mentira, de aquellas cosas que lo cambiaron todo, que rompieron su idea de lo real.

Era impotente ante lo que vio y escuchó, a las nuevas experiencias de un mundo al cual había estado ciego, viviendo una ficción de nobles caballeros, reyes de gestas interminables, con rectitud y rigor, eran personas después de todo, pero Lion-O no escuchaba sus propias razones.

Salida de la nada, Pamhela le jaló con fuerza para protestar creyendo que él intentaba acusarle con su padre, él no se movió, ella gritaba y pataleaba sin que atinara a entender de qué se quejaba, Lion-O movió el brazo y de un fuerte movimiento plantó su palma en el rostro de la felina, que se derrumbó al suelo mojado con total asombro.

Con el ajetreo, los guardias por fin despertaron haciéndose de la vista gorda, Pamhela estaba en el suelo de la duela donde el “pequeño rey” como muchos le decían, estaba parado frente a la puerta de las habitaciones del verdadero gobernante de Thundera. El clérigo Jaga y el general Lynx-O llegaron a su lado alarmados.

La madre de Pamhela con su bata blanca y casi transparente revelando su desnudez, apareció primero, se escuchó el ruido de su tráquea pasando la saliva, no supo por quien lo hacía, si por su hija que no parecía ajena al suceso o al chico con una espeluznante mirada fija en su cara.

El rey al que únicamente le dio tiempo a acomodarse los pantalonillos, mostrando su enorme abdomen, salió después. Un simple gesto bastó para que todos sin excepción se retirasen del lugar, pero Lion-O estaba firmemente erguido, pese a su ropa mojada, pese al enojo que presionaba su corazón convulsivamente.

-Escucha pequeño… Lion-O apartó la mano del rey de un golpe de su mano.


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Los días pasaron y Lion-O que fue llevado a un cuarto sin ventanas, pasó su tiempo recluido cuando se abalanzó contra el rey para atacarle, para lavar una ofensa demasiado grande.

“Lo que está hecho, está hecho.” Fue la respuesta de su padre luego de abofetearle, no había motivo para llorar, ni para estar triste, su cara no atinaba a formar una expresión.

Sobrevivió los días posteriores como un mero milagro, su salud se vino abajo y su mirada que era deprimida en un principio, pasó a una completamente hundida con ojeras oscuras muy marcadas en sus cuencas, cuyos ojos no se dirigían a ningún punto en particular.

Fue bastante extraño, porque cuando Pamhela le visitó -lo que no hizo en todo ese tiempo- no hubo alegría o sosiego a su corazón, ella dijo algo, no recordaba qué, para él no había excepciones, era como si ella no se diera cuenta del cambio que había provocado por sus crueles palabras y actitudes.

La única respuesta que encontró, fue la única posible; él intentó estrangularle con sus débiles manos, tirándola al piso.

“¡Voy a matarte mestiza de mierda! ¡Voy a matarte!” Repetía encima de la chica que le daba de puñetazos en la cara, cuando Jaga intervino para separarlos, él estaba convulsionándose en un charco de sangre.

La noticia de que el joven rey estaba agonizando dio un duro revés al propio rey, cuya posición con un heredero débil, no se sostenía salvo por una espada, pues la corte real no se componía de señores feudales lo suficientemente representativos y esto demostró lo vulnerable que era a una sublevación para imponer a otro rey o un nuevo heredero, aunque sin Grune a la vista, los rivales populares entre el populacho no abundaban.

Desde luego su vida personal tampoco pasaba por un buen momento, de molestarse con la sola presencia del chico, ahora era este quien se negaba a recibirle, si le obligaban, las cosas eran mucho peores y debido a que su débil corazón no parecía soportar ese estrés, el rey, humillado en su propio orgullo, esperaba fuera, sentado en una banca de madera hecha para los sirvientes, quienes debían esperar la salida de sus amos por la mañana.

Lion-O se quedaba con su hermano en su cuarto, la única persona que parecía tolerar, quien descansaba sus piernas sobre un respaldo a lado cama destinado para ese propósito, leyendo en su silla sin perturbarle demasiado, por lo general el chico era muy parlanchín y vivaracho, hasta el punto de fastidio, pero en todas esas horas despierto, no dijo una sola palabra.

Vomitaba continuamente la comida, ya en un punto en la que los médicos de la corte no veían futuro en su salvación, el viejo Jaga no se rindió y eso únicamente alargó su sufrimiento. Jaga desaconsejó la estancia de su hermano, el pequeño príncipe parecía ajeno al mundo y eso no ayudaba a la salud de ambos.

Al salir a despedir el regimiento del general de generales Lynx-O, de viva voz pudo apreciar el sepulcral silencio en todo el reino, Tygra que no parecía dispuesto a aceptar lo que pasaba, intentó justificarlo como una actuación más de su atolondrado hermano, sentía mucha preocupación por su padre, pero el rey le instó de manera vehemente a que se fuera con el general.

Claudus nunca le dijo la verdad, de que la verdadera razón de enviarle lejos, era para que el ejército regular le protegiera en caso de que su hermano muriese y se desatara una sublevación generalizada.

Para su alivio, el fatal desenlace que todos esperaban no ocurrió y el joven león salvó la vida por los esfuerzos de su clérigo, quien milagrosamente mantuvo su vida, aferrándose hasta el último aliento del muchacho, él pareció mejorar su humor, mostrando una tímida risa.

Muchas caras -la mayoría- se veían relajadas de que no pasara de un susto, de un bando u de otro, si una sangrienta sucesión se desataba, nadie estaría a salvo, y en el proceso de elegir un bando definitivo, habría perdedores y ganadores, no había ninguna garantía de ganar y el alivio recorrió sus pulmones.  

El intento de suicidio del pequeño príncipe sucedió no muchos días después, cuando la luz menguaba y la vigilancia se relajaba. No hubo ningún melodrama, Lion-O se arrojó de lo alto de una torre, estaba arrepentido un instante después de saltar, porque se dio cuenta que en verdad no deseaba morir, conforme descendía las lágrimas se apoderaron de él y supo que se había equivocado nuevamente.

Para el guardia que le vio arrojarse desde una de las torres, el horror en su rostro era indescriptible, fue quien llamó la atención al rey que ya le buscaba. Temiendo lo peor,  el rey corrió presa de una angustia de padre que raramente le mostraba a su hijo, llegando al patio norte seguido de Jaga y la guardia de palacio.

Cruzaron la verja, mientras Jaga con los ojos totalmente desubicados, era incapaz de correr a gran velocidad, arrepentido de haber perdido de vista al chico, definitivamente no quería ser el primero en verle.

Pero eso que parecía ser un fatídico día, adornado por la tragedia de los odios de un pasado que no desaparecía, allí encontraron al chico que intentaba levantarse, sin daño aparente.

-¡Hijo mío! Claudus abrazó al pequeño que tenía una mirada perdida pero tranquila.

-¡¿Príncipe?! ¿qué ha sucedido? ¡¿Te has lastimado?! Jaga casi gimoteó al borde de las lágrimas.

-Me salvó. Dijo con una voz que se fue cortando hasta las lágrimas. Su padre recorría con sus manos la cabeza del chico.

-¿Quién? ¿cómo?

-Fue… un ángel, un ángel me ha salvado la vida. Y sin dejar de sonreír, por fin pudo conciliar el sueño, envuelto en una nueva fantasía, lleno de dicha.

-¿Qué tienes en la mano Jaga? El viejo clérigo mostró al rey una pluma blanca, de un cuerpo largo y grueso, que no parecía pertenecer a nada de lo que ninguno de los dos hubiese visto antes y eso les llamó poderosamente la atención.

Jaga y Claudus  miraron a lo alto de la torre y se maravillaron de un suceso demasiado irreal para ser cierto y aunque Jaga no dejó de interesarse en ello, el tema quedó como un tabú, que el mismo Lion-O pareció olvidar rápidamente.

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Con el transcurso de los días su humor fue dando paso a su habitual estado natural; risueño y feliz, jugaba con ese extraño felino que días después apareció mágicamente rascando a su puerta, por mucho que intentaron separarlos, ambos se habían vuelto como uña y carne, era tan alegre que el chico pareció olvidarse de todo aquello que le había atormentado esas semanas, regresando a su anterior rutina que dejó satisfecho a su padre, quien mandó a desmontar las torres que rodeaban palacio, expandiendo aún más un patio lleno de rosas.

De Pamhela poco o nada volvió a saber, su madre rompió el acuerdo matrimonial con su esposo y tomaron caminos separados, no intentó averiguar cual, ella había dejado de existir para él, como cada aspecto relacionado a su memoria.

Si bien las cosas no empeoraron en el corto plazo, lo cierto era que la relación de Lion-O con su padre se había fracturado de una manera sutil, pero radical, el príncipe ya no peleaba por ser aceptado, los insultos e indirectas que le lanzaban en la corte o los habitantes del reino las ignoraban.

De la noche a la mañana se volvió alguien terriblemente introvertido, no tenía amigos, ni intentaba buscarlos, no se aparecía en ningún evento público, ni molestaba con su presencia las reuniones del rey con la corte, las nuevas candidatas apenas le conocían, si le esperaban con sus padres a la entrada del recinto, él desaparecía y regresaba cuando ya se hubiesen marchado.

Sus aficiones por la tecnología comenzaron no mucho tiempo después, llenando su cuarto de dibujos extraños. Si por orden del rey requisaban lo que tuviera en sus inventarios, todo desaparecía como por arte de magia tras una pared falsa que años antes había descubierto.

El rey Claudus vio que su hijo biológico era desatendido y ocioso, no volvió a mostrarle el afecto que él siempre rechazaba. Se tomó más enserio aquellas clases que Claudus odiaba que tomase, ajenas a las tradiciones de los reyes, él no iba a ser arquitecto o ministro de finanzas, cónsul o negociador, sino un rey y eso fue la fuente de sus conflictos en los años venideros y una fuente de dolores de cabeza para su padre y hermano.

Y es que aquellas cosas que lo cambiaban todo, aquellas cosas que reescribían la historia de la noche a la mañana, ya no se podían dejar atrás, y pese al dolor o las risas, las rencillas y las reconciliaciones, las distancias se mantienen, como una regla inexpugnable que separa los corazones trascendiendo el tiempo en maneras indeterminadas y misteriosas, recordándonos que no hay segundas oportunidades, y aunque volvamos sobre nuestros pasos, esa huellas permanecen marcadas indelebles, no importando cuando nos esforcemos en desdibujarlas, como una muda prueba de que estuvimos allí y no nos hemos ido del todo.


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Semanas después de la caída de Avista
1 DCT (Después de la caída de Thundera)

El tanque felino sacaba humo y en los esfuerzos por apagarlo, los avisitianos lanzaron una espuma blanca en inodora que apagó el fuego, de cualquier manera el daño estaba hecho, un enorme boquete apareció en la superficie del tanque.

Se escuchaba como si el interior fuese golpeado por pequeñas piedritas.

Panthro y Ro-Bear-Bill se rompían la cabeza gritándole al consejero Horus por la mala calidad de Thundrillium, Lion-O no sabía por qué hacían tanto escándalo por un tanque que nunca había dado muestras de haber funcionado, las aleaciones del motor no soportaban las enormes temperaturas que el thundrillium sucio generaba, y sin una caldera que soportase el proceso de conversión a vapor, él tanque se iba derritiendo poco a poco hasta quedar sólidamente unido el metal al combustible, que con el frió se endurecía casi instantáneamente formando una dura roca de aspecto cristalino.

Estaba bastante deprimido, así que siguió en su lugar con las cabezas de Wily Kit y Wily Kat entumeciendo sus rodillas. Cheetara en cambio retozaba al lado de Tygra sin preocuparse demasiado por el contratiempo, de cualquier manera podía correr a gran velocidad y en su estado actual no le sería difícil llegar primero.

Cheetara le miró cerrando los ojos en un gesto amable, él sólo bajo la vista y cerró sus ojos, quedándose dormido unos instantes después sin un gesto de cortesía hacia la clérigo. Para cuando Snarf le mordió la mano exigiendo comida, apenas terminaba la madrugada, en el cielo ya se veía el brillo de la segunda luna que anunciaba con su paso el despuntar de la mañana.
Cargó a los dos felinos en sus hombros y los dejó caer sobre su capa que se desabrochó para formar un improvisado cobertor que les protegía de la humedad del suelo.

El alimento de Snarf era muy variado, evitaba darle sobre todo frutas dulces, porque provocaban urticaria y si eso ocurría no dejaba de maullar y chillar durante horas.

-Vamos a tener que ir en esas naves de los lagartos. Cheetara habló con su usual tono calmado, sin inquietarse por el desaire del chico, que frotándose la nariz respondió con un cabeceo, bostezando y flexionado su cuerpo.

-Deberíamos dejar a los niños, dijo Panthro que en sus manos llevaba parte de la suspensión del tanque, Lion-O le señaló con el dedo uno de los costados que se había derretido con el calor, eso enfureció más a la pantera que lo tiró al piso.

-Yo… Aaahhh, estoy… dentro. Wily Kat alzó el pulgar.

-Yooo, ahummm, igual, le secundó su hermana. Lion-O sin responder y quitando a Snarf el cazo vació de comida, levantó a los pequeños, siguiendo al improvisado embarcadero montado sobre una trinchera.

-Esto no será un viaje de campo, si quieren ir deberían dejar de hacer el tonto, dijo Tygra, que usualmente no se metía con los pequeños.

-Tú sólo quieres probar ese rifle. Panthro, frustrado, hizo una mueca, no le gustaba volar y había hecho lo imposible por evitarlo.

-Si acabo con unos cuantos lagartos y te salvo el pellejo, no te quejaras tanto panterita.

-¡Madura!

Lion-O se puso la vieja armadura de su padre, de cuando este era un adolescente unos años más joven que él, era increíble que un día entrara en esa armadura tan pequeña para su enorme cuerpo. Pasó sus dedos por donde un boquete se había marcado con la esquirla de una explosión. Rascó la superficie, pero no se sentía, era un trabajo de restauración asombroso.

-¿Vas a dejar la espada? Vaya que te has vuelto confiado, dijo Tygra. Lion-O pasó sus manos por el cinto de sus pantaloncillos, era verdad, no llevaba la espada, debía haberla dejado en algún lugar que no recordaba, hasta que se dio cuenta que la había metido en su bolsa de viaje.

Su mandíbula temblaba de sólo pensar en tocarla o llevarla al cinto, y descubrió que su respiración se aceleraba, ¿por qué temblaba? Era la misma espada de siempre, era su cuerpo el que reaccionaba así. Se tomó de las manos intentando relajarse a sí mismo, temblaba de los pies a la cabeza, una reacción inesperada, sentía miedo de su propia espada.

-¿Pasa algo? Con la mirada de todos puestas en él, Lion-O se volvió para ver el rostro de Cheetara que se recarga sobre su espalda, colocando su mano sobre su hombro, Tygra puso una cara contrariada, pero fue Lion-O quien tuvo el comportamiento más anómalo, pues se quitó la mano de Cheetara con suma agresividad, y sacando la espada de su bolsa, se apartó de la clérigo dedicándole una mirada llena de desagrado.

-¡No! No pasa… nada. Dejando atrás a Cheetara con una expresión llena de desconcierto, el joven rey león caminó seguido por su mascota sin detenerse a reflexionar su comportamiento.

-Dale su espacio, Pumyra ha sido una mala experiencia que ha sacado muchas cosas malas a la superficie, dijo la pantera que sin una mala intención le recordó a Cheetara la situación de las cosas, y sin imaginar lo mucho que cambiarían o que tan lejos llegarían, tenían que seguir adelante, siempre adelante, aventurándose nuevamente en esos oscuros bosques que rodeaban una extraña ciudad, a orillas de un interminable desierto, un ciudad venida del cielo, una historia por demás estrafalaria, si no es porque ellos la convertirían en su hogar y refugio en los meses venideros, de una gesta que se debatiría en los libros de historia como un mero mito de ficción y en eso se habían convertido, en leyenda.


Fin parte 1 de 5


martes, 6 de agosto de 2013

Prologo: Capitulo 1, Episodio 27: ¿El final de la pesadilla? (3 de 3)

¿El final de la pesadilla?
Días después

El joven león no se despidió de los peces que tuvieron a bien volver con sus familias, los elefantes y los perros hicieron lo mismo, Dobo, Aburn y Anet prometieron regresar.

Había tenido unos días horribles envuelto en un delirio que le quitó la razón y el habla, dado que no había antídoto para lo que fuera que le había afectado, le mantenían a base de sueros, corrió mejor suerte que los lagartos, ninguno de ellos pasó de la segunda y tercera noche por la falta de sueño de su estado psicótico.

Cuando despertaba pasaba el día dormitando a la orilla del rio, en las tardes su estado general era de somnolencia, se echaba bajo la sombra de un abeto con una mirada perdida y carente de vida.

Snarf daba vueltas intentando acercarse, la primera vez le rugió hasta casi morderle la cola, haciendo que se metiera entre los arbustos asustado de muerte, Wily Kit y Wily Kat tardaron tiempo en encontrar al escurridizo gato, esperaron a que Lion-O se echara para mandarle de vuelta, ellos no corrieron con mejor suerte, Wily Kat tenía una venda amarrada a la cola.

El gato empezó a maullar dolorosamente hasta que se callaba para ir a comer, volviendo a la carga una vez lleno, hasta que llegó el momento en que Lion-O abrió la boca amenazando a Snarf con rugirle, pero el gato le lamió la cara, hasta que se echó lo más cerca posible de su amo, que en la oscuridad se volvía completamente dócil.

No quería comer, Panthro y Tygra le alimentaban a la fuerza, gimiendo con dolor, de día era imposible porque luchaba hasta que sangraba de la boca.

Algunas aves descuidadas se contaminaron con los restos de armas dejadas por los lagartos, el polvo blanco se inutilizaba al contacto con el aire después de cierto tiempo, pero si se alojaba en un compartimiento que por descuido se abría, generaba un terrible estado de ansiedad en quien lo inhalaba.

Ya al quinto día no era ni especialmente agresivo, ni especialmente apático, indicando que su estado de excitación desaparecía gradualmente. Cheetara le obligaba a tomar una sustancia amarga y eso hizo que se sintiera especialmente retraído y muy agresivo en su presencia.

Para cuando volvió en sus cabales era un día lluvioso y apagado, Snarf se acurrucó en su pecho, los cachorros jugaban en lo que parecía ser una tienda médica lo que le trajo males recuerdos de su pasado, era curioso que ellos no hablasen demasiado, ni se reían salvo por gestos de sus rostros, eran juegos silenciosos que practicaban con los polluelos de las aves.

Se miró en el espejo, se veía desaseado, lleno de cicatrices, nadie hablaría con él en ese estado, la enfermera que le vio levantarse con agrado comprobó que los síntomas ya estaban en su etapa de remisión.

Finalmente aceptó sus súplicas y le ayudó a cambiar su aspecto y eliminar gradualmente sus heridas, no encontró a ninguno de sus amigos, los cachorros salieron disparados en cuanto atrajeron su atención.

En el exterior, la gente seguía trayendo lo que parecían ser restos de aeronaves con carretas improvisadas que los berbils y otras aves revisaban buscando cosas de utilidad, habían cavado un largo foso entre Avista y el bosque con sacos de tierra a manera de trincheras y hacían por ellas continuas idas y venidas.

Los cuchicheos no pararon durante largo rato, entraron varias personas, pero al ver tanto alboroto, los pocos guardias y consejeros alentaban a la gente a irse y dejarle reposar.

La enfermera sería la que posteriormente le hablaría de los videos sobre su combate con los lagartos tomados desde el aire, en el que él solo destrozó a un ejército entero.

De esa nave que le llevó, no se volvió a saber nada, aunque el piloto le pareció un ave de formas femeninas de gran corpulencia.

Fue hasta entonces que pudo apreciar por esa grabación lo que había sucedido; los generales se retiraron rápidamente cuando el humo blanco que contenía algún agente químico que hizo enloquecer a sus subordinados, se apoderó del bosque, pensó que le habían manipulado para ir él solo y ser capturado por ellos, aunque al principio no pudo comprender la razón de lanzar ese polvo que esa mujer le advirtió que evitara respirar, hasta que le vino a la mente el rostro de Vultaire.

Addicus y Kaynar se montaron en un aerodeslizador imitando a Slithe, que no esperó a que sus hombres evacuaran, cuando perdieron el control de sus tropas se retiraron sin presentar batalla, no estaba Vultaire en ningún lugar.

Y pensó que se trataba de alguna clase de negociación, lo que hubiese seguido a continuación, de haber aceptado la oferta, sería la rendición de Avista y la entrega de los aliados.

Vultaire no tomó en serio la oferta o es que no convino a sus planes, el mensaje de respuesta a su desplante era un video manipulado que mandaba una advertencia al Tercer Planeta de que ellos tenían a un monstruo, una bestia poderosa que les defendía.

Eso debió tener un efecto importante, porque muchas posiciones al sur de Avista quedaron libres de la influencia de los lagartos, tampoco habían naves de reconocimientos o nuevos desplazamientos de tropas, hasta muchas semanas después y generalmente sin llamar la atención.

Tal vez Vultaire había huido de la responsabilidad de hacerse cargo de Avista y de hacerlo, habría tenido que dedicar todo su tiempo a una reconstrucción que no sería sencilla, Lion-O tenía un mal presentimiento y no sobre Vultaire, sino lo que significaría para él Avista; un peso más que debía arrastrar.

Era raro, estaba seguro de que había conocido a alguien muy importante, era que no recordaba a esa persona, ese químico había afectado su memoria, pero estaba seguro de que había sido la artífice de la idea de enviarle solo a por los lagartos, aunque la pregunta más interesante era la manera en que le había convencido, a todas luces fue una insensatez suya.

Su armadura tenía un feo boquete en el frente del peto, no sería fácil de reparar y se lamentó, la enfermera -que le acompañó a la carpa donde estaba su ropa-, le dijo que no se preocupase, un ave pequeña y rolliza, con una sustancia que parecía una masilla, fue reparándola con herramientas de punta muy fina, reprodujo la textura de la superficie de la armadura, pintándola toda de un color azulado homogéneo.

Fueron a los baños erigidos a las faldas de la ciudad, cubierto por una bata blanca y una capa que tapaba su cabeza, evitando la lluvia que era drenada de manera inteligente por pequeños canales, las aves, que no eran devotos de la lluvia, lo saludaban dentro de sus carpas que por alguna razón estaban alrededor de la tienda médica describiendo un círculo.

El cuarto de baño público estaba en construcción, con el aumento de la lluvia todo se descomponía y eso les obligaba a trabajar en improvisadas reparaciones. La enfermera sacó un frasco de una medicina que él únicamente pudo calificar de maravillosa, las marcas de sus manos y cara desaparecían con cada aplicación, picaba endemoniadamente, pero no se quejó, ella dijo que era un médicamente muy escaso, mezclado con su saliva se tornó una sustancia marrón que podía entender la naturaleza su piel y repararla.

Se alegró sonriendo con una sonrisa franca por primera vez en días, quedando satisfecho con el resultado, dos aves amigas de la enfermera, que al principio estaban intimidadas, le ayudaron a su cambio cosmético y le prepararon ropa adecuada, no deseaba usar una capa asida a los hombros como un príncipe de los cuentos con hombreras doradas, prefería una capa discreta para la lluvia, lo que molestó a las chicas que querían dar rienda suelta a su imaginación.

Dado que no requería llevar armadura, eligió una ropa gris oscura bastante modesta de bordes azulados, esas chicas sabían cuidar su propia apariencia, por lo que su cabellera ya no era un amasijo de pelos, sino recobraba su apariencia firme sin acicalarse, valiéndose de una espuma que olía tan exquisita como artificial.

No se ocupó en su desnudez cuando tomó el baño, pues eran aves y no tenía el mismo recato que frente a su propia raza, aunque esas chicas pensaban diferente, entre risitas lo enjabonaron y recortaron sus uñas, experimentando con toda clase de peinados, satisfaciendo la pobreza imaginativa de su ropa.

-Debo aceptar que incluso para un ave… es usted todo un galán.

-Hmm. ¿Tú crees?

-Mhmm, afirmó con la cabeza. El espejo le hizo ver al idiota ingenuo de siempre con un cabello un poco más largo, aunque al menos olía bien.

-¡Oaaah!

-¡Splash!- Wily Kit y Wily Kat cayeron del techo por un conducto de ventilación completamente sucios, Snarf estaba entre sus manos, lanzando agua caliente sobre todos.

-¡No te negarás… e-e-estás sonriendo! Gritó Wily Kat, Lion-O hizo un puchero, pero Wily Kit y Wily Kat lo sacaron de pose y sumergieron su cabeza deshaciendo su peinado.

-¿Podríamos darles un baño gratis? Dijo Lion-O a la enfermera que sonrió amablemente.

-¡Noooo!

-¿De qué hablan bolas de pelo?, por lo que se ve ya están llenos de mugre, sin olvidar que está lloviendo.

La enfermera luchaba con los tres felinos para sumergirles en el agua y lavarles con jabón, luchaban por salirse pero Lion-O no se los permitió hasta que fueron enjabonados, no les molestaba el agua caliente, pero el baño no era su momento favorito del día.

La luz se iba a ratos, así que las chicas sintieron temor, pegándose a Lion-O, que se probaba su ropa en un espejo roto rescatado de los restos de la ciudad.

-No te preocupes por ellas, en lo particular estoy acostumbrada a estar con la luz apagada, no puedo decir lo mismo de la mayoría, sin luces es como regresar a un pasado primitivo del que hemos estado separado por siglos.

Una cosa importante era hacer notar que la mayoría de las aves se comunicaban con silbidos y chasquidos, así que Lion-O no podía saber -salvo al ver sus expresiones-, lo que sentían.

-¿Primitivo he? Aún así no tienen problemas buscando un primitivo que las defienda. Remarcó Wily Kit en un tono celoso, una de las aves la sumergió en el agua jabonosa en respuesta y regresó a pegarse a Lion-O cuando la luz parpadeó, la enfermera a pesar de todo se veía intimidada por lo que sucedía, aunque ella no corrió a su lado.

-¡No Lion-O, todavía quedan felinas en este mundo! Wily Kat dramatizó pegando ambas manos, Snarf se le escapó nadando por esa bañera, cuando con la lengua tocó el agua caliente chilló saltando del agua, para un gatito la sensación era terrible. La enfermera evitó que tocara a Lion-O y lo secó con una toalla.

-Usted señorito también necesita un poco de cuidado.

-¿Miau? Las aves se miraron y entre risitas tuvieron un buen plan.

Tiempo después, cuando salieron del área médica, se despidieron de esas amables aves, los cachorros, incluso Snarf, llevaban bucles con moños.

-Creyeron que eras una chica… ¡Pff! Wily Kit se carcajeó de su hermano, quien se deshizo de esos bucles con enojo.

-Cuida tu boca, al menos yo no beso sapos.

-Ah, no te queda mal. Lion-O hizo una broma.

-Bueno, bueno, bueno, príncipe, año nuevo, vida nueva, ¿eh? Dijo Wily Kit subiendo en la espalda del rey. –Aquí hay una chica muy guapa. La gatita le dio un beso en la mejilla.

-Amiga, tienes una imaginación disparatada, espera unos años y hablamos. Wily Kit bufo.

-¿Entonces ya te sientes bien? Ambos cachorros se metieron en su capa y se aferraron a cada lado. 
Lion-O caminó con esas botas sobre el fango, eran incómodas en extremo, pero para la lluvia no había nada mejor.

-En realidad me siento un poco mareado, necesito entender más de lo que pasó en ese sitio. Una de las aves le guió hasta su carpa sobre la que la gente puso muchos regalos de diversos tipos. Se sentaron y encendieron la luz.

-No necesitas ir muy lejos Lion-O, trajeron varios lagartos que quedaron inconscientes, se comportaban como tú y pronto entendieron que habías sido envenenado, la mejor manera de saber que te sucedía era estudiando su comportamiento. Wily Kit le señaló unas jaulas cercanas.

-Se portaban demasiado violentos… Panthro dijo que los separaron luego de que un par se mataron a mordidas ¡Groar! Aquí ¡Roar! Allá, eso nos dio mucho miedo, aunque las aves sentían pánico. Wily Kat apretó jalando de la cola a Snarf que clavó sus  uñas a la espalda de Lion-O cuando un trueno pegó en el casco de la ciudad.

-¿Pánico? Wily Kat le señaló el campamento que rodeaba la carpa médica donde fue atendido.

-Te tenían mucho miedo de ti al principio, pero entre los lagartos y tú…

-No pude haberme portado tan mal.

-Rugiste enfurecido a los lagartos y se callaron llenos de pavor, al día siguiente, casi todos ellos murieron, uno de los doctores dijo que sus corazones se habían detenido por la enorme tensión arterial, pero las aves lo tomaron como una señal. Wily Kat el mostró su cola vendada producida por una mordida que la enfermera le cambió.

-Te trataron para evitar que tu corazón se detuviera y dejaron que tú propio cuerpo combatiera el veneno. La cachorrita se abrazó al felino que esta vez no estaba ansioso por alejarse.

-Y luego todas las aves acamparon a tu alrededor.

-Por favor, ¿y esto se supone que es lo más avanzado y racional del Tercer Planeta?

-Bueno, lo que le hiciste a ese ejército de lagartos fue muy… impresionante. Wily Kat se contuvo para no decir horrible.

-Por su puesto… lo que “yo” le hice… A todo esto ¿Dónde está mi espada? Los cachorros se miraron y hundieron su cabeza en su capa. -¿Qué?

-Le dijimos que no era una buena idea, pero no nos escuchó.

-¿Tygra tiene mi espada? Ambos cachorros rieron estúpidamente. -¿A dónde ha ido?

-Ellos han estado reciclando lo que quedó de las naves de los lagartos, la mayoría de la gente de Avista está en eso, también los berbils, sacamos thundrillium de sus naves para los generadores, Ro-Bear-Bill dijo que la mayoría de las pilas estaban agotadas, así que siguen buscando.

-¿Y nuestros aliados? Lion-O apuntó el hecho de que no había ningún perro o elefante a la vista fuera de los berbils.

-Estaban preocupados por sus propios pueblos, prometieron que regresarían, pero los hombres-pez estaban enfermos por el ambiente de la región, así que decidieron pasar una temporada larga en su Oasis, los llevamos en los deslizadores, aunque fallaban constantemente.

-¿Podríamos hacer un viaje corto?, he visto un lugar interesante cuando volaba por el bosque.

-¿Quieres decir en este momento? Lion-O asintió.

-Seguro leoncito, pero tendrías que viajar en la bolsa. Respondió Wily Kat.

-Hmm, bueno, no estoy para elegir.

-¿A dónde iremos?

-A un lugar donde podríamos encontrar provisiones y algo de Thundrillium, claro, si es que nos aceptan, aunque antes que nada necesitamos dinero, plata y oro sería lo mejor, espero que estas aves utilicen metales nobles.

-Si es por el dinero no habrá problema.

-¿Ah?

-Sólo repite las palabras que te digamos y lo verás.

-“RANKINBASS”

Lion-O aterrizó sobre un montículo de monedas de oro, cajas con monedas de diferentes denominaciones y pueblos, algunas con los escudos de reinos desaparecidos  hacía centenares de años.

-Bienvenido al escondite del rey de los ladrones, dijo Wily Kit.

-¡Por los bigotes de mis ancestros!

Fin de parte 3 de 3


lunes, 5 de agosto de 2013

Prologo: Capitulo 1, Episodio 27: La mujer de un tonto (2 de 3)

 “La mujer de un tonto”
En un plano astral desconocido

No era como nada que hubiese probado antes, el poder en sus manos recorrían su cuerpo revitalizándole con la energía de la piedra, el poder que le perteneció en el pasado regresaba por fin a sus manos corruptas y frágiles, la maquinaria más avanzada de su nave se reactivó sedienta de energía, sería cuestión de tiempo para que volviera a funcionar, necesitaba de un sacrificio y tenía a la candidata perfecta para su engaño.

Descendió con el cuerpo metafísico de Pumyra desvanecida entre sus brazos, hacia el interior de un lugar de una infinita oscuridad, donde lo único que se apreciaba era un punto de luz verdosa y apagada.

Ahora que había descubierto a su topo ante los ojos del defenestrado rey de Thundera, podría utilizar a Pumyra para otros placeres más mundanos, pero nada de eso estaba en su cabeza, tenía necesidades más apremiantes.

Ese espíritu estaría abajo, atrapado por un conflicto ancestral aún mayor que la insignificante decepción de Pumyra en la familia real, era momento de traerle de vuelta y usarle para su beneficio.

Amaba la intensidad del odio de Pumyra, tan intenso por una cosa tan insignificante, no era suficiente, necesitaba más y sin un cuerpo propio, tenía que alimentarse de una manera radical.

Ella era la voluntaria ideal para la tarea, tenía la apariencia de una niña, pero era completamente una mujer, esperó por meses para destruir a su enemigo, para apuñalarle por la espalda, un acto digno de una compañera de su ralea.

-Mi señor, ella abrió sus ojos y él la besó sin resistencia, sentía la enorme presión de ese lugar, descansando su cabeza en su musculoso brazo, su lengua morada se introdujo por entero en su garganta, al punto de casi ahogarla, convulsionándose hasta que le inyectó con ella una sustancia fría, misma que recorrió su tráquea, inundó sus pulmones y salió por su nariz, cuando él sacó su bífida lengua, la felina pareció despertar de su letargo y la fuerza regresó a su cuerpo.

-Es tiempo de que te unas a mí amada y retorcida compañera, pagaremos juntos el precio del poder y me darás voluntariamente esa fuerza vital que tanto necesito.

Asintiendo con la cabeza, Pumyra contempló los edificios que fueron apareciendo frente a ellos, edificios que atravesaban sin el mayor inconveniente.

La estructura a donde se dirigían era enorme, unos gigantescos aposentos reales de alguna civilización perdida en el tiempo, daban el aspecto de un mausoleo, no había paredes o puertas, era un mundo brumoso al que solo accedían los que tenían su incorpórea llave.

Sería su prisión si fallaba o una prueba de su compromiso si tenían éxito.

Allí estaba erigida la estatua viviente de su enemigo milenario, una alma incompleta, pero eso le bastaba para satisfacer el aire de revancha, en ese día tomaría a su compañera en su delante y la ofrendaría a los antiguos ancestro como pago a sus favores, pero ella tenía que desearlo o no funcionaría.

Pumyra miró lo que era un enorme y delicado lecho matrimonial de cortinas rojas y acabados metálicos, donde se fue materializando el cuerpo de una mujer alta que parecía dormir en un sueño eterno.

Era el tesoro que conservaba en el rincón más oscuro de su podrido corazón, un pedazo de luz, el trofeo arrebatado a su enemigo, que le daba un confort malsano.

Tenía a esa felina clamando por venganza y los rencores de su pasado que le daría la llave a una malignidad aun mayor, poseer lo que su enemigo deseaba era lo mejor, un sentimiento único. Pumyra a la que recostó en el centro de esa cama, absorbiendo a esa mujer dormida, una pantera alta y de aspecto atlético, pero con la cara de una reina.

-¿Puedes verlo Leo? Sé que puedes. La estatua mostraba un par de ojos azulados, su rostro era serio, obligado a ver hacia abajo el lecho matrimonial de un acabado thunderiano.

-Voy consumir su espíritu y la espada de los Augurios me será leal a mí, el ojo de Thundera suplicará por venir a mi lado y tu amada será sacrificada en el proceso, oh, tienes que verlo, definitivamente, no apartes la mirada.

El estado intermedio de su cuerpo musculoso, regeneraba por fin esas heridas. Adornado por una victoria, su paciencia había tenido recompensa, se imaginaba la diferencia de vitalidad cuando tuviese las piedras y el poder ilimitado de un nuevo cuerpo fusionado a la armadura de ese antiguo espíritu, lo poderoso que sería.

Su padre palidecería ante él, sería su venganza final. Su cuerpo se fue haciendo más pequeño para acoplarse a su compañera.

Ella ronroneo dominada por los sentimientos de aquel espíritu durmiente, pujaban por salir, aceptaría la idea de entregarse para siempre a otro amo.

Pumyra recordó sus propias experiencias, lo difícil que fue entrar al ejército thunderiano, siempre oculta con una identidad falsa, la vida miserable que sufrió al lado de su padre, descontento de que fuera una felina, culpándole de que no naciera varón, el que siempre deseo, por el que había muerto su madre, ella deseaba ser su orgullo ¿y todo para qué?, para servir a un rey que le abandonó, que le dejó morir miserablemente, que le repudió cuando más le necesitaba, lo tenía que pagar, creyó tener una conexión especial, creyó que por primera vez, alguien la reconocía por lo que era, pero era una vil mentira, le deshecho cuando tuvo la oportunidad.

La furia se fue apoderando de su mente, ese monstruo enterró uno de sus largos dedos en la frente de la felina, haciendo que ese pensamiento fuera reprimido, él  no deseaba el odio original de Pumyra, sino lo que escondía detrás, un fuerte deseo, una obsesión centrada en servir y ser reconocida por ello.

-Lo ves comandante, su ira es manejable, igual pasará con tu amada, será mía por su propia voluntad, como una vez lo fue y no podrás hacer nada para detenerlo.

Los cuatro antiguos espíritus del mal serían testigos, le miraban en sus elevados atriles con suma lujuria, un acto de entrega tal merecía ser visto a detalle, con paciencia.

Un día les miraría de la misma manera, una vez que se convirtiera en el quinto espíritu sería el poder real que modificaría el rostro de la existencia misma.

Conocía bien de las lides del amor y lo mucho que podían dañar a un alma atormentada, debía mostrar a sus amos que él podía ser cruel hasta con lo más puro y digno de aprecio, llenándolo de vileza.

Ella le cubrió con sus brazos el cuello y le beso.

Quería disfrutar de su momento de victoria con su amante, arrancándole ese andrajoso vestido, reclamando su castidad más esencial; el escudo de su alma.

Con su pequeña lengua recorrió sus dedos, besando cada uno de ellos, ese león ingenuo pensó que la poseería, buscando una sustituta a su amor adolescente no correspondido, era después de todo un marimacho que ocultaba a una hermosa mujer, claro que debía ser poseída por alguien y si un rey la despreciaba, él sabría recompensar su lealtad y odio más puro.

-¿Por qué lloras amada mía? Preguntó Mumm-Ra con su oxidada voz.

-¿A qué se refiere mi amo y señor? Era cierto, al palpar sus mejillas estas se sentían húmedas.

-No importa, meros rastros, recuerdos que pasaran a la historia.

-Sí… mi amo, en adelante, yo le perteneceré en cuerpo y alma.

-Tu apreciación de lo obvio es asombrosa, únicamente me inquieta lo que sientes al ser poseída por aquel que destruyo tu reino.

Ella no respondió en un gesto que reprimía sus emociones, su cara mostraba una falsa sonrisa, él empezó su espectáculo horrendo. La sangre salió flotando de entre en medio de las piernas de Pumyra envuelta en un dolor que ya había experimentado en lo físico, pero en los espiritual jamás y se sintió vulnerable con cada carga que abría un agujero en su alma.

-Eso pensé, igual es el castigo que crees merecer, un remanente de tu pasada consciencia que se consumirá lentamente y entonces renacerás como mi eterna compañera.

Pumyra entregó su cuerpo, pero su alma y mente se oponían debido a que ese odio era un reflejo irrefrenable de la intensidad conque alguna vez sirvió a su patria y hasta dónde estuvo dispuesta a llegar por esa creencia, ese día especialmente estaba luchando por salir. Luego del castigo dando a alguien inocente, lo que le representó un gran placer, con el pasar de las horas se convirtió en una fuente de angustia, la ambigüedad de sus emociones era lo que alimentaba sus deseos de venganza, la pena y la decepción que le hacía llorar involuntariamente, resistirse.

Nghh! Con dolor contrajo los músculos de su cadera y cerró las piernas, empujando con sus pies, intentaba zafarse, pero inmisericorde, el señor oscuro cargó otra vez más contra su abdomen una y otra vez, fundiendo su lengua con la suya, recorriendo su cara y cuello, deseaba gritar “¡Lio…!” Contuvo sus emociones evitando con todas sus fuerzas dejar salir un pensamiento con el nombre de aquel chico, evitando recordar esos momentos que pasaron juntos, momentos en las que llegó a pensar que tal vez estaba equivocada respecto a la realeza y que al menos él era diferente.

Se obligó a sí misma a agarrarse al cuello de su amo con ambos brazos y abrir aún más sus piernas, alzando su cadera para facilitar la penetración de sus sentidos más puros y que pasara más rápido el dolor, pero eso no sucedió.

Para aumentar su desesperación, ese oscuro ser mordió su cuello, inyectando su propia sangre, sedando su resistencia, eliminando cada resquicio de lucha remanente en su interior, pero en nada cambió dentro de su mente y en su delirio le llamó.

“¿Dónde estás? ¿Por qué me has dejado atrás?, ¿por qué? Yo confiaba en ti, tú eras mi rey, el único al que deseaba servir.” Era como si ignorase que le había traicionado, que le había dado la espalda, abandonado a su suerte.

-Él no vendrá más en tu auxilio, yo le maté. ¡Ven! Aquí encontrarás el sosiego que buscas.

Y su alma navegó ese umbral que dividía sus espíritus, la promesa de sangre entre los dos, su cuerpo respondió movido por el deseo de encontrar paz.

Mordió el cuello de aquel ente, probando una asquerosa sustancia negra que ardía aterradoramente en sus encías.

En ese sitio no existía el paso del tiempo y el dolor se repetía una y otra vez, como si mil años pasaran en un instante hasta perder la razón y desaparecer el sentido de su propia individualidad, el dolor gradualmente se volvió una mezcla de emociones y recuerdos y los últimos trazos de bondad se convirtieron en polvo, el lugar más recóndito y calmado del corazón de su amante y amo, un lugar que debajo de su tranquilidad mortecina, guardaba celosamente un turbio pasado, calentando el ambiente, como si regresara a la vida.

Con una una expresión satisfecha, la maldad de ese ser ancestral la imbuía llevándole por extremos del placer que no creyó posibles, disfrutaba de esa sensación de poder, su personalidad se derretía, un nuevo molde dictaba su nueva faceta de un ser inmortal, un ser que el mundo temería, su entrega era completa.

Pumyra, ya libre de toda influencia y culpa del mundo exterior, pensó que lo había conseguido, pero no fue así, sin proponérselo, imaginó una cara que se hizo más nítida y con cada embate apretaba más las piernas y garras, hasta que la sangre de su amo salía abundantemente de su cuello y espalda, él comenzó a sentir un dolor que no esperaba y no fue de su agrado, en ese momento era él quien luchaba por zafarse, misteriosamente eso le dio un placer aún más intenso a Pumyra, un placer ajeno, escuchó el sonido de su propia risa.

Eso pareció atemorizar a Mumm-Ra.

“Lion-O” Pensó de una manera que le hizo sentir un calor que rechazó inmediatamente, el calor de su cuerpo sosteniéndole en sus brazos, recordó ese momento breve, contrajo su cara con disgusto, pues ese pensamiento le daba un regocijo diferente a los fríos brazos de su amo, recorriendo con sus dedos los contornos de su varonil cara "llámame Lion-O" le dijo.

Comenzó a sentir enojo, enojo de que alguien ocupase su lugar tan rápido como ocurrió con la clérigo y le arrebatase su lugar, no, esa vez sería diferente, no había motivo para alarmarse, o eso pensó, era un capricho inesperado enfocado en alguien por quien no pensaba que sintiese nada.

Sus recuerdos emergieron tal si fuesen leídos por un extraño.

En ese momento, cuando emergió del caldero, su odio no se convirtió en una inmediata lealtad, Mumm-Ra le obligó a mirar lo que su rey hacía y de cómo en vez de preocuparse de los esclavos de Thundera, su mente se dedicó a un conflicto amoroso, por eso le odio, por eso decidió una venganza tan cruel, no era suficiente con su muerte. Fue llevada a los juegos donde él seguramente le vería.

Se imaginó que él ya no volvería a fijarse en nadie más, y ella le torturaría por eso, un castigo ejemplar como recompensa al abandono que sufrió, por el que culpaba a todos los leones.

No habría una mujer más fuerte en su vida después de esto, Mumm-Ra le había arrebatado la confianza, con paciencia había descubierto el conflicto entre los hermanos, el rechazo de aquella en quien más confiaba, la primera persona que en toda su vida le hizo pensar que creía en él, una mentira, le vio caer lleno de ira, fue protegido inverosímilmente por la piedra espiritual que probó su temple y le dio una segunda oportunidad, una oportunidad que ella no tuvo.

Su maestro mantuvo cautivos a sus compañeros y en su genialidad le permitió rescatarlos, a jugar a ser el buen rey reprimiendo sus emociones, la recompensa era salvar a sus súbditos, un pensamiento muy noble pero que no le rendiría los frutos esperados.

Estaba listo para abrirse a otras experiencias amorosas y dejar atrás sus rencores pasados, el costo de su ingenuidad sería delicioso, aprendería de la manera más dura que no podía confiar en nadie, a esperar el dolor en cualquier esquina donde un extraño le hiciera un gesto de cortesía como a ella le había pasado, no sería capaz de reconocer el amor aunque lo tuviese a un palmo de su nariz.

Sería el golpe definitivo, la espina clavada eternamente en la pata del león, una aún más dolorosa que la primera, la lección de una animal aprendiendo a no acercarse al fuego.

Compartirían entonces el mismo dolor, la espina clavada sus corazones, un dolor que nunca se iría.

Sin entenderlo totalmente, su maestro fue perdiendo su forma, hasta tener ante ella al objeto más profundo de sus odios, ese maldito rey, pensó entonces que en ese sitio lo que veía estaba dictado en gran medida por sus deseos, la cuestión era saber si en realidad eran los suyos propios o los de ese espíritu al que Mumm-Ra deseaba dominar.

No podía dejar que esa imagen se materializara y la poseyera, quería que él supiera lo que había hecho, que él supiera a quien pertenecía en su materia primaria y lo que había hecho para vengarse de su traición, ya no luchaba al ser poseída por Mumm-Ra, sino por evitar que quien lo hiciera fuera precisamente ese a quien dedicaba todos sus odios, pero su cuerpo no le obedecía.

Una nueva forma apareció relajándose, la sorpresa quizá, pero dejó de luchar, por una extraña razón no podía odiarle y sin necesidad de un embrujo, sintió mucho placer al ser poseída por este.

“No es él” Fue lo primero que vino a la mente de Pumyra, eso provocó que la comunión formada entre el alma de esa mujer, la de su amo y la suya propia, sufriera un fenómeno imprevisto, su rostro era ligeramente diferente, más adulto y al mirar hacia arriba, vio la estatua de ese león con esa cara tallada tan parecida a la del joven Lion-O, era tan hermoso y su gesto le hizo sentirse desagradablemente cautivada para besarle tiernamente.

Cuando su cuerpo se volvió tangible, ese placer ajeno creció, trayendo consigo una paz inusitada, el rostro de ese león fue rejuveneciendo, alcanzando su propia alma, hasta que Lion-O estaba sobre ella, en ese punto supo que sus propios deseos se materializaban, había perdido la batalla ante aquel espíritu que quiso poseer y no tenía la fuerza para comunicarlo a su amo, siendo desnudada de sus odios, se dio cuenta que los sentimientos por ese chico eran reales y no únicamente una actuación como se decía a sí misma.

Dedujo que esa mujer tenía una relación con ese espíritu muy parecida a la suya con Lion-O, evidentemente un antiguo señor de los Thundercats, quizás era su reina, amante o confidente, que murió bajo una terrible angustia, sumida entre la ambigüedad del amor y el odio, Mumm-Ra deseaba el poder del ojo de Thundera, para eso primero necesitaba de la comunión con la espada de los augurios.

Debía apoderarse de un alma compatible, una vez que Pumyra fuera poseída por ese espíritu, seguramente llamaría a su amado y este poseería a Mumm-Ra, que permanentemente lo sellaría en su interior, mientras la otra alma era consumida como ofrenda a la piedra que lo exigía por sus servicios.

¿Pero para qué necesitaba asumir la apariencia de Lion-O.

-Confié en ti, puse mis esperanzas en tus mentiras. Dijo el felino que ahora la apretujaba contra su pecho con enojo, el sonido hecho por su boca, era como si dos personas hablasen al mismo tiempo, la del adulto ancestro y la del joven león, las almas de Pumyra y ese otro espíritu que le poseyó resonaron al unísono en respuesta.

-Quería que lo comprendieras Leo. No tu ve opción. Ella respondió.

-¡Me usaste!  La tortura de emociones se triplicó en el corazón de Pumyra.

-Tanta ira mi amor… yo quería estar contigo, pero tu elegiste el lado equivocado, elegiste la espada.

-Mentira, había sido una mentira desde el principio, una careta de tus bajas intenciones.

Ese sucio y retorcido placer para lastimar a Lion-O desapareció, embargada por una pena profunda, de su propia vergüenza ante sus actos ruines, había fallado en someter esas almas, padeció por ese error, pues compartió el amor que ese espíritu atormentado sentía por el felino.

-Traté de llevarte a mi lado, deseaba hacerlo, no lo entendiste. Se dio cuenta de que el error radicaba en que ese espíritu no sentía verdadero odio por ese al que llamó Leo, sino un loco y enfermizo amor, más profundo de lo que ella pudo sentir jamás.

-No hay nada que entender¡Basta de mentiras! Querías servirle a “él”, querías entregarme.

-Leo, en verdad  deseaba que lo comprendieras, eres un necio, así habríamos estado los dos juntos para siempre, si tan solo te hubieras deshecho de esa espada como te dije, nada de esto habría pasado en primer lugar.

-Nunca voy a perdonarte.

-Lo siento, en verdad lo siento mucho Lion-O… ¿Lion-O?

Al mezclarse los recuerdos de ambas en su más puro nivel, era como si ese espíritu se diese cuenta de un detalle muy importante y dejase su intento por lastimar a Mumm-Ra y eso les preocupó a los dos cómplices del engaño, no parecía conversar con otra persona, más bien, era como si conversase consigo misma.

Pumyra intuyó que esos dos leones eran demasiado similares para ser una coincidencia, que no le sorprendería si Lion-O en realidad fuese una reencarnación de Leo.

-¡¿Una... reencarnación de Leo?! Pumyra habló con un tono de voz único que no era el suyo.

“¡No es el espíritu de Leo, es un engaño!” Pensó Mumm-Ra; era la culpa lo que había poseído su cuerpo, la culpa de ese espíritu que se atormentaba a sí mismo con los remordimientos del pasado o algo mucho peor, en ese lugar las cosas se materializaban por el solo pensamiento, por lo cual, ella no estaba realmente dormida, pensaba en Leo todo el tiempo, a tal punto que esos sentimientos se materializaron, imitando perfectamente el espíritu de su viejo comandante de campo hasta el último detalle, Mumm-Ra había sido engañado completamente.

-L-i-o-n-O. Deletreó suavemente en un estado de paz y relajación Pumyra.

NOOO! Le gritó Mumm-Ra, recuperando ambos su apariencia inicial, agitando su cuerpo con sus largas garras. Sus manos se hicieron decrépitas y sus músculos se contrajeron, su piel se deshacía.

Ese espacio comenzó un proceso irreversible, enormes grietas de luz aparecieron en todo el entorno circundante y el espíritu de esa mujer se despegó del cuerpo de Pumyra a gran velocidad con un potente rugido.

La habitación repentinamente desapareció ante los ojos de Pumyra, reapareciendo encerrada en una especie de suspensión rojiza, mientras una cosa negra con sus colmillos clavados a su cuello, chupaba de su sangre.

Ella en un gritó apagado se horrorizó, abriendo su mandíbula, esa cosa deforme pareció notar lo que intentaba, pues quiso asfixiarle, con todas sus fuerzas se liberó.

“Él me está llamando, está despertando de nuevo, debo ir... con mi amo” Se escuchó una siniestra voz femenina en su mente, mientras una cadena de conjuros era dicha.

-¡Nooooo! ¡Regresa! ¡Antiguos espíritus, no dejen, no permitan…! escuchó la débil voz metalizada de Mumm-Ra surgida de un lugar indeterminado, tal si fuera generada por un altavoz.

De una patada, la tapa de aquel contenedor voló por los aires, saliendo Pumyra al exterior seguida por una sombra larga y oscura que se desintegró con la luz de la sala, las alarmas sonaban por toda la pirámide, ella miró que traía puestas sus ropas y en medio de sus piernas el dolor era inexistente.

Mumm-Ra para su desgracia quedó atrapado en su gigantesca armadura, “se precipitó”, pensó ella, “un hechicero que sin un poder espiritual propio emplea una reliquia poderosa y no paga el precio, recibe un castigo” le dijo una vez el general Lynx-O recordando a uno de sus enemigos de juventud.
 
Al fallar en el intercambio del poder de la piedra por un alma y al ser un muerto viviente sostenido por esos seres salidos de las profundidades del universo, no pagó el precio con su vida, en cambio se que quedó encerrado en la armadura sin poder abrirla, consumiendo toda su energía mágica y manteniéndole en un estado perpetuo de pérdida de poder espiritual, cuando Pumyra intentó quitar la piedra del guante, alguien le dijo en voz alta una advertencia.

-Si yo fuera tú no haría eso.

-Seguramente si yo fuera un pajarraco hediondo tampoco haría muchas cosas…

¡Buzzzzm!

 -¡Ayyy! Pumyra fue lanzada lejos por un rayo.

-Eso parece que te gusta ¿verdad? Vultaire, el prefecto de Avista, se mofó sin preocuparse de la presencia de Mumm-Ra.

La noticia de una masiva derrota era entregada por las aterrorizadas voces de los operarios de los puestos de comunicación, los lagartos desertaban por centenares abandonando sus naves y equipos, el video de un león asesinando a centenares de lagartos recorría todos los rincones del Tercer Planeta, un mensaje de advertencia que se podía escuchar por todos los canales y pantallas de la pirámide del señor oscuro, pero estando en la sala del caldero, eso se veía en sus aguas plateadas.

A Vultaire a penas le interesó y fue a conectar un enorme cable negro a la base de la plancha donde se encontraba la armadura de Mumm-Ra.

Y el espíritu que asumió la forma de una felina, escapó por el caldero, buscando el rostro de aquel que Pumyra llamó Lion-O, mientras ella  en el suelo contemplaba la estatua de un felino de cabellera larga y facciones felinas que se despedazaba parte por parte ante el horror de Mumm-Ra, que vio un revés cuando ya tenía la victoria asegurada.

Aunque corrió a asistir a su maestro, muy en el fondo de su corazón sintió dicha, había sido contaminada por esa mujer y eso le atemorizó. Vultaire empero, esta vez la detuvo de un golpe con rudeza, ella le gruñó.

Ignorándola, ajustó el conector de aquel cable y arrastrando a la felina del pie, llegó a la palanca de encendido.

Mumm-Ra recibió la energía de lleno y su armadura se movió. Un cuervo salió de esta y se paró en uno de los brazos de los antiguos espíritus.

-¿En qué quedamos señoría? ¡Ah, sí! Me estaba ofreciendo acceso ilimitado a sus recursos ¿no es verdad?

El cuervo se le quedó viendo sin decir una palabra.

“Perfecto, ahora tengo su atención.” Pensó con malicia, de todas maneras su estancia en ese lugar sería breve.

####

Horas después de que la batalla terminara
“Tantras”

-No es bueno, nada bueno. El cuerpo macerado de Lion-O yacía en una improvisada camilla apartada del resto de las aves, el sello tantrico de Anet se deshizo en el acto, marcándose en la piel y pelaje de Lion-O que gritó envuelto en sufrimiento, el doctor, una garza de cuello abultado mecía su cabeza de un lado a otro reprobando esas prácticas barbáricas.

Cheetara intentó agarrarle de la cabeza, pero al sentir que se aproximaba, rugió e intentó morderla, fue Panthro que le sostuvo con sus brazos neumáticos sin sufrir daño.

-¡¿Qué sucede, cual es el problema?!

-Ciertamente amiga Cheetara, la espada tiene una influencia al repeler los sellos elementales, aún así, tal cantidad de acumulación es inusual para un cuerpo vivo, no sé si seré capaz siquiera de curarlo, para empeorar las cosas no encuentro sus puntos tantricos.

Snarf fue sacado del recinto por Tygra, enojado por sus aterradores maullidos ante la presencia de Lion-O, que insistentemente se subía en su pecho para gruñirle.

Cheetara no era especialmente instruida en sellos complejos, seguía en un punto en el que usaba mancuernas de restricción, eso significaba que no podía influir en el tantra de los demás, aunque Anet parecía ser un usuario avanzado.

-¿Y eso en términos sencillos que significa? Dijo Tygra sobándose la mano con las marcas de la mordida de Snarf y Lion-O.

-No hay un punto donde los tantras elementales puedan balancearse, hay mucha energía en su cuerpo.
-¿Qué demonios son los tantras? Tygra habló ignorando las pasadas enseñanzas de Cheetara.

-Para empezar hacerte invisible es un tantra de los sentidos.

-¡¿Ah?! ¡¿Lo dices en serio?!

-¿Has olvidado ese libro con el que aprendiste el uso de la mancuerna de restricción? Nosotros los clérigos no usamos magia normal, sino una derivación llamada magia elemental.

-Creí que ese libro era para despertar una habilidad propia de mi clan.

-Eso… puede ser correcto sólo desde cierto punto de vista  joven príncipe, por un motivo desconocido, las  razas que venimos a este mundo esclavizadas por Mumm-Ra, tenemos una propensión natural a ciertos tantras secundarios una vez nos entrenamos debidamente.

-Como la velocidad y la invisibilidad. Completó Cheetara.

-¿Y por qué secundarios?

-Porque cada ser vivo posee cuatro tantras básicos, nosotros creemos que los sentidos, la fuerza, la espiritualidad y el pensamiento son los tantras elementales, de estos cuatro surgen los tantras secundarios por una cuestión de voluntad cuando dominamos algún aspecto de la magia elemental.

-¿Cómo una mezcla?

-Más bien como un matiz, potenciamos con la voluntad uno o varios tantras y obtenemos velocidad, invisibilidad, resistencia etcétera.

-¿Y eso no es una mezcla?

-A lo que se refieren Tygra es que los tantras no son una fuerza en sí, son una manifestación de la fuerza vital con la que nacemos, solo que los tantras elementales se manifiestan sin necesidad de ninguna habilidad, son naturales, aunque para hacer uso de ellos tienes que aprender a regularlos.

-Entonces los tantras secundarios a pesar de ser un “matiz” necesitan de la experiencia en el manejo de los cuatros elementales, pero como los tigres nacemos con esa habilidad… en pocas palabras no necesitamos dominar los tantras elementales ¿no es así? Anet y Aburn asintieron con la cabeza.

-Ciertamente, pero como dije antes, es una habilidad propia de los que llegamos con Mumm-Ra, e incluso si pudieras dominar una tantra secundario de forma natural, eso no significa que puedas usar los tantras elementales.

-¿Y Lion-O no tiene ninguno elemental?

-Es imposible que no tenga uno, pero creo que su poder vital está distorsionado, lo que ha ocurrido hoy le ha afectado severamente. Lo que más me preocupa es su anormal fuerza espiritual, está acumulando mucho poder en su interior, como si fuese un hechicero realizando una invocación mágica, sólo que no hay ninguna, nunca he visto nada parecido, a este paso su espíritu desaparecerá.

-¿Por qué su espíritu?

-Porque la magia y la hechicería son un tantra espiritual, los usuarios principiantes como esta encantadora guepardo, piensan que la magia elemental y la espiritual es de hecho un fenómeno distinto, pero es lo contrario, los tantras elementales es la base de la magia misma, dijo un ave cuyo rostro estaba vendado y se mantenía de pie con un perchero que hacía de un improvisado porta sueros.

-¡Su señoría! El Doctor hizo una profunda reverencia al reconocerla, la enfermera fue obligada pues no tenía idea de quién era esa mujer.

-¿Quién es usted? Dijo Tygra.

-Mi nombre no es muy relevante para usted príncipe, he venido aquí para ayudar a nuestros nuevos aliados.

-No veo que pueda hacer usted en su condición por nosotros que no puedan Anet y Aburn o ese médico inútil, Tygra dijo sin guardarse nada, pero Anet le puso una mano en el hombro para que se detuviera.

-Oh, no deberías subestimarme por mi apariencia, de todas formas nuestros aliados paquidermos son maestros de los tantras elementales, pero no tiene la mente adecuada para explicarlo.

-Oiga señora, no quiero ser descortés, pero Anet y Aburn son dos personas muy sabias y llamarlos desmemoriados o lentos, incluso estúpidos no es de buenos aliados. Panthro le reprendió.

Cheetara se pegó con la mano abierta en la frente, Anet suspiró y Aburn, que mostraba una inusual manera de desenvolverse, se rascó la trompa en señal de reproche.

-Desde luego, estoy seguro de que estos dos gallardos elefantes les ha quedado claro a quien acudirán cuando necesiten una emotiva defensa, dijo el ave carraspeando.

-Pero desde luego. Panthro le guiñó a Anet que pacienzudamente sonrió.

-Como iba diciendo, la diferencia entre la magia elemental y la magia espiritual es que la primera depende de Gaia; nuestra madre tierra, uno extrae poder de la Gaia para obtener una habilidad física o psíquica, el precio de la Gaia es el consumo de la fuerza vital que puede reponerse comiendo y descansando, aunque si uno se excede, uno puede perder la vida para devolver lo que ha tomado.

-¿Uno paga con su vida? Tygra se sorprendió, no imaginaba que usar su invisibilidad tenía ese precio.

-Me temo que no has entendido, al referirme a la fuerza vital, me refiero a todas sus manifestaciones, depende del usuario cual, los elefantes son usuarios poderosos de los tantras elementales en general, pero incluso ellos han descubierto el efecto nocivo de su uso sin restricciones, ellos han tenido que sacrificar su pensamiento y potenciar su espiritualidad.

-Y así evitan una voluntad férrea.

-La voluntad querida clérigo, es lo que se necesita para hacer magia, los tantras por el contrario se refieren al equilibrio.

-¿Y eso que tiene que ver con que Lion-O acumule tanto poder?

El ave caminó hasta poner sus manos sobre la frente de joven rey que sudaba envuelto en una fiebre atroz, una fiebre que no era producto de su biología.

-Bueno, es un tema diferente, era claro para los sabios de la magia elemental, que lo tantras daban un poder limitado, así que se centraron en una de sus categorías; el espíritu, desarrollaron las invocaciones de pentagrama y el concepto de acumulación, se dieron cuenta que un poder casi ilimitado podía usarse, uno que no pedía la vida, en cambio pedía algo mucho más sutil, menos visible y en apariencia menos valioso.

-El alma. Cheetara puso su mano sobre la mejilla de Lion-O que había perdido la consciencia.

-El alma es un concepto religioso, al referirme a espiritualidad me refiero a una de las partes más esenciales de la fuerza vital, lo espiritual se conecta con las emociones, todos tenemos cierto nivel de emociones, positivas y negativas, usar magia espiritual consume la voluntad desde luego, pero antes que nada, la emociones positivas como el amor y la bondad.

-¿Eso le sucede a Lion-O, se ha quedado sin emociones positivas? Eso es... permítame ser descortés; ¡Ridículo! Dijo Tygra describiendo las comillas con los dedos de ambas manos.

-No eres tan lento como pensé.

-¡Oiga, no estoy de humor para sus tonterías! Cheetara y Panthro alejaron al príncipe de esa ave.

-Como vez príncipe, las emociones positivas son escazas, a veces incluso si no se tiene ninguna emoción positiva, la moral y la razón que nutren la voluntad en su conjunto, impiden que la magia espiritual destruya a su usuario, pero no dura mucho.

-La voluntad es consumida igual que las emociones positivas. Anet dijo fríamente.

-Precisamente.

-¿La espada de los augurios tiene algo que ver en esto? Cheetara que llevaba la espada y el guante en una bolsa se preocupó aún más por Lion-O.

-Este día tu rey ha cruzado una línea muy peligrosa, la espada es un objeto mágico y tu sabes los peligros de la magia, te brinda mucho poder pero a un costo muy alto, si solo hubieran emociones positivas y las negativas fuera débiles, el mago se haría estúpidamente bueno, como los elefantes cuando poseían la piedra espiritual, pero en este mundo el odio, la pena y el dolor son las emociones más abundantes, el mago se vuelve más oscuro y maligno, incluso un elefante que se ha entrenado como especie para lo contrario.

-¿Qué pasará con Lion-O? Dijo Cheetara.

-Él es alguien especial, requiere de una luz que le guíe por esa oscuridad, pasando sus dedos por la frente del felino, describió una línea y con la punta de sus dedos índice hizo cuatro marcas circulares que se iluminaron sobre su frente, Anet y Aburn se miraron deteniendo a Cheetara, Tygra y Panthro cuando Lion-O hizo una mueca que estalló en un alarido de dolor, la enfermera y el doctor le agarraron los brazos.

-¿Sabes recomponer el tantra elemental? Debes ser alguien realmente fenomenal. Dijo Aburn.

-No tanto querido, no es necesario encontrar los tantras, ellos vendrán por sí mismos a donde la paz reina sobre la confusión, es después de todo su estado natural. Llamando con un gesto a la enfermera, le indicó que le administrase el tranquilizante.

-Pero si no está totalmente relajado puede ponerse mucho peor, respondió a la orden. El doctor negó con la cabeza a la enfermera que se preguntó quién era esa mujer para que le tuviese tanto temor ese huraño doctor.

La cuatro marcas dejadas en su frente comenzaron a desaparecer, abriendo la boca, su respiración se normalizó casi inmediatamente, dudando, la enfermera con las súplicas de Cheetara y Tygra en contra, aplicó el tranquilizante.

Pasado unos minutos se fue tranquilizando y su temperatura descendió como sus elevados signos vitales.

-¿Funcionó? ¿Pero cómo…? La enfermera se maravilló. Esa misteriosa ave salió de la carpa médica donde la esperaban un grupo de aves envueltas en capas de lluvia que la arroparon, cuando Cheetara intentó alcanzarla fue detenida severamente por una encapuchada.

-La terapia se ha acabado, da gracias que ella se haya dignado a venir.

Reconoció esa voz, recordaba fugazmente un atípico evento de su pasado, pero con poca claridad.

-¿Quién eres tú?

-Eso no te importa thunderiana, solamente no nos sigas.

-¿Sucede algo? Preguntó Tygra, ella se quedó pensativa.

-Cuanto más rápido salgamos de este lugar será mejor. Tygra no pudo estar más de acuerdo, mirando a esa mujer alada y su séquito hasta desaparecer entre una marea de gente que levantaba un campamento para pasar la fría noche a orillas del desierto del continente Thuriano.

####


En la profunda noche estrellada sobre Avista
“Manipulación”

El joven rey tuvo un sueño, una representación elaborada de un recuerdo de su yo pasado, una cosa le pareció curiosa, pues se veía en tercera persona  sentado en un pupitre con su viejo y fallecido maestro Passer, un gorrión de la tribu de las aves.

Daba la sensación de estar viendo el recuerdo de alguien más, el ceñido y pequeño gorrión, abocado por entero a la política, instruyó a Lion-O a petición de Jaga cuando los problemas con sus amigos de la corte real se volvieron amargos encuentros, que obligaron al consejero del rey a darle clases privadas, lo que se fue transformando en largos años de soledad y aislamiento.

-Manipulación, el arte de la paciencia frente a la fuerza bruta, que es un acto de poder directo. La manipulación está asociada históricamente a las prácticas de las cortesanas, especialmente aquellas que quieren ascender el círculo real. No consiste en derrotar a un enemigo, sino que tome las decisiones equivocadas que lo lleven en una imagen más global, a la derrota, como rey muchas veces se enfrentará a la manipulación de sus enemigos otras deberá usarlo como un recurso de largo plazo en su estrategia de gobierno.

-¿Manipulación? ¿Suena como algo que yo o mi padre haríamos? Eso es más propio de una mala mujer, dijo a desgana el príncipe, que era visto como alguien débil e incapaz.

-Si bien un líder que manipula no es bien visto por la historia, la realidad es que la práctica política lo obliga para compensar las… “deficiencias” en otros campos; el físico por ejemplo.

-Insinúa que soy débil. El gorrión se rascó el pico.

-Mi príncipe, la razón por la que Jaga me pidiera que te diera estas clases, es para que comprendieras un poco sobre las relaciones del poder, desde el que motiva a una cortesana y candidata a ser tu esposa, las traiciones de los ambiciosos y las estrategias políticas encaminadas a conservar el poder.

-Mi hermano el “perfecto” está en el ejército, yo no puedo entrar porque mi padre piensa que soy un débil y un caprichoso sin remedio. ¿Encima tengo que aprender a gobernar como lo haría una mujer?

-¿Y si fuera así mi príncipe, cambiaría en algo su estado actual?

-Maestro Passer, usted me insulta como si fuera cualquier cosa. Lion-O se levantó furioso, pero Passer no era conocido por ser recatado ante el poder. Jaló una espada y se la tiró al suelo.

-Si piensa en verdad señorito que puede derrotar a su hermano en una pelea justa ¡rételo y vénzalo!, entonces regrese y hablaremos.

-¡Lo haré, te demostraré a ti y al mundo que puedo vencerle a él con una mano atada a la espada, verán que tengo el poder suficiente para que mi padre me miren sólo a mí! Limpiándose las lágrimas apretó la superficie del pupitre.

-Si es así, no importa realmente lo que piense alguien como yo o las lecciones de la historia, ande, vaya y derrote a los lagartos usted solo. El gorrión lo retó nuevamente, Lion-O únicamente soltaba bravuconadas, en el fondo daba la apariencia de tener miedo, buscaba afecto y aprobación, nadie parecía dispuesto a darle nada gratis.

-Así… que me quedo a ver como mi hermano y sus generales ganan la guerra mientras yo me quedo en casa, “sin duda” me ganaré el respeto del pueblo a ese paso.

-La función de un rey no es inspirar a su gente, ni pelear las guerras por sí mismo, debe liderar a su gente anteponiendo tu propio bienestar al de ellos, entendiendo los sacrificios que debe hacer para mantener la frágil paz que ha sostenido de pie al imperio, un paso en falso y algo peor que una chica como Pamhela puede surgir y no será más una humillación pública, puede costarte la vida. Su sola mención fue ofensiva, una de las razones por las que ese maestro en especial, le resultaba desagradaba.

-No tengo amigos, mi padre apenas me habla y mi hermano se burla de mí, no puedo salir a la calle porque la gente murmura ¿Qué clase de rey puede ser alguien como yo?

-Ser un rey mi príncipe, es una aventura solitaria, los amigos verdaderos no existen, el amor no se encuentra más que como un arreglo de bienes, un de deber, si no está listo o no piensa que es el indicado, debería renunciar al trono, abdicar.

-No puedo hacer eso.

-¿Por qué no?, la vida sería más fácil para ti. Lion-O se sentó en su banco y agacho la cabeza.

-No puedo, en verdad, no después de lo que dijo mi padre.

-¿Y qué puede ser eso? El chico agarrándose de las manos guardó silencio.

-No le voy a mentir príncipe, como veo las cosas usted tendrá muchas dificultades para gobernar, parte de una posición débil e idealizas el papel de un rey, pero allí donde hay una debilidad existe una ventaja, el poder no se trata de debilidades físicas, sino de aliados, ver a tu enemigo antes de que haga un movimiento, destruirle, ver le humillado o advertirle, entonces compensa tus debilidades con astucia, no con pesar o quejas.

-No es la clase de persona que quiero ser.

-¡Sandeces! No puedes seguir como hasta ahora, es la estrategia lo que marcará tu reinado, no la fuerza, manipular es un arte, parte de una estrategia mayor.

-Aún así viejo amigo, Lion-O tiene un buen argumento, la manipulación es el arma del débil, antes de manipular tal vez sea necesario entender a tu adversario, el mejor líder no es el que ve un enemigo en cada rival, sino el que sabe convertirlo en un aliado. El consejero del rey, el clérigo Jaga, entró por la puerta sin hacer apenas ruido.

-Podríamos decirle eso a los lagartos Jaga, seguro funcionará. Dijo Passer que con enojo tomo sus cosas y se encaminó fuera del cuarto de estudio al entender que Lion-O sería escoltado fuera del recinto.

-Todos tienen que luchar alguna vez amigo Passer, pero nadie puede ganar una guerra solo. La puerta se cerró sin que el gorrión le respondiera.

-¿Crees que tiene la razón Jaga?

-Mmm, aprender es lo importante Lion-O, no lo que tu maestro opine, a pesar de que Passer es un buen docente, la larga sombra del odio sigue sus pasos, si le escuchas no importa que aprendas, siempre es tu decisión si lo conviertes en una verdad impostergable.

-Me ve como a un enemigo y me enseña cosas dolorosas. Jaga puso la mano en el hombro del chico.

-Por esa razón le he elegido, que observes como un conocimiento razonable y perfectamente lógico se presta para la manipulación de una mente poco juiciosa.

-¿Qué es lo que desea realmente el maestro Passer?

-Lo que ya intuyes, desea la destrucción de la familia real, más que eso, de Thundera y si puede influir para que tomes malas decisiones y cedas el trono a alguien que por diálogo tiene como símbolo una espada, piensa que podría contribuir a una guerra que haga sucumbir el reino, al que culpa de matar a su familia. Lo mismo ocurre con lo que se rumorea de ti Lion-O.

-¿Quieres que supere lo que dijo Pamhela y lo vea como una mera enseñanza? Jaga le regresó a ver, estaba orgulloso de que el príncipe Lion-O fuese tan maravillosamente despierto, mostrando una actitud inusitada.

-Ver y escuchar, experimentar y aprender, las cosas que aprendes son una base, como rey tú deberás decidir si perdonar o seguir el camino que esta pequeña ave recorre.

-Serviría si me dieras una ayudadita.

-Ja, ja. Lion-O no puedo vivir esa vida por ti, estos años son duros y puede que no cambie en el mediano plazo mientras tu decisión de ser un rey no sea absoluta y deseada, hasta entonces equivocarte y aprender será una cosa que experimentarás con mucha frecuencia, pues hay muchos caminos para llegar al mismo destino, eres tú quien debe elegir cuál es el correcto.

-¿Pero qué si el camino correcto es el malo?

-No importa mientras sea tu decisión, como hoy, manipulaste a tu maestro y le presionaste hasta que tomase la decisión de mostrarse, él te hablaba de manipulación y tan desesperadamente intentó convencerte de que ese era tu camino, que él mismo fue incapaz de ver el engaño, no deberías olvidar esta lección.

-¿Podría pasarme lo mismo?

-En tanto te distraigas y no uses tu buen juicio, es lo más probable. Jaga y su antiguo él, salieron del cuarto escoltados por los clérigos dejando atrás un cuarto plagado de malas experiencias.

Al alejarse de ese vívido de su pasado, regresó a él esa pregunta que le inquietó luego de la traición de Pumyra, pero que se cuestionaba desde que recorrieron las minas de Plun-Darr.

¿Por tuvo esa visión de Panthera cuando cargaba la espada de Plun-Darr? ¿De quién era ese recuerdo?

Más aún, si la espada de Plun-Darr recordaba ese suceso por algún efecto inesperado ¿era posible que Mumm-Ra estuviese al tanto de la rebelión?

Un hecho sembró muchas dudas en su corazón y era que Mumm-Ra había callado a Panthera de la misma manera que hizo con Pumyra, no era posible que ellos dos estuvieran en contubernio, Panthera realmente creía que Mumm-Ra era su enemigo.

Sin entender si era su imaginación o un hecho revelador de la historia de los Señores de Thundera, de alguna manera la espada de Plun-Darr lo sabía y si no era Mumm-Ra, la otra persona con Leo en ese momento de la historia, era de hecho; Panthera.

Dedujo que de alguna manera, las memorias del libro de los augurios era obtenida de sus usuarios directos, Leo era usuario del libro, Mumm-Ra había presenciado la revuelta, aún así, no tenía los recuerdos de la fabricación de la espada de los augurios o de la organización de la rebelión, sino la espada de Plun-Darr.

¿Y si ella traicionó a Leo en algún punto y si esos recuerdos eran de hecho de Panthera? El problema era como habían llegado a la espada de su enemigo y eso lo llevó a la pregunta más inquietante de todas.

¿Era Panthera una usuaria de la espada de Plun-Darr? y si lo era, ¿desde cuándo?

Eso explicaría por qué guardaba esos registros, explicaría los hoyos en los que Leo estaba solo, como cuando le pidió a las ratas los fragmentos de la espada, igualmente era posible que Mumm-Ra estuviese al tanto de la rebelión y por tanto vigilase a Leo, por desgracia, eso implicaba una cosa mucho más grave; y era que de alguna forma, Mumm-Ra y Panthera estuviesen trabajando juntos desde el principio, que manipulasen a Leo con un propósito desconocido.

También era extraño que esa espada maligna le dejase tener esa visión, acceder a sus recuerdos, se sentía… como una advertencia, era que sus emociones en ese momento estaban cegadas enfocadas en proteger a Pumyra.

El corazón de Lion-O latió con fuerza ante esa última duda. Debía averiguar la verdad del pasado de Panthera y Leo, de la razón de que la nave de Mumm-Ra se acercara al Tercer Planeta, después de todo, tenía el libro adecuado para la tarea.

Lion-O se despertó de súbito con un aire agitado, alguien le agarró de las manos, era una avistiana vestida como una enfermera, sentada en una silla en completa oscuridad, él no dejaba de temblar amarrado a una camilla.

No había sangre, ni cuerpos, los árboles habían desaparecido, en cambio parecía ser la habitación de alguna clase.

-Tranquilo, estoy aquí. Has tenido una noche agitada, te dimos suero y un tranquilizante, pero aún así no te has estabilizado.

-¡Nghg! Lion-O balbuceó, las palabras no se formaron solo sonidos guturales.

Se intentó levantar pero el abdomen y el pecho le dolían fenomenalmente fuerte, sintió los vendajes que atravesaban su pecho, con una fuerza inusitada, reventó los amarres cortándose una de las manos, dislocándose la otra, apartando a la enfermera que dio un grito al pensar que le atacaba, lo que debió escucharse en todo el lugar.

Lion-O salió al exterior, donde se encontró con las caras de todos ellos esperando casi dormidos que se despertaron con el alboroto.

No pudo dar más muchos pasos fuera, a su espalda sintió varios aguijonazos que se cebaron en su piel, derrumbándose en el suelo arenoso, había sido drogado, estaba casi desnudo envuelto por una prenda blanca, no podía ver bien, las luces se encendieron lentamente por el ajetreo.

Alguien interrumpió el frenético ataque de dardos tranquilizantes, se interpuso entre los médicos y él, posiblemente Cheetara, aunque eso no le importó, sino la construcción que se alzaba frente a él y su corazón encontró el descanso que tanto estaba buscando.

-Sigue aquí, sigue aquí dijo débilmente llorando en silencio hasta perder la consciencia nuevamente.

Avista se había salvado.

Fin parte 2 de 3