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viernes, 27 de septiembre de 2013

Capitulo 1, Episodio 27: El último clérigo (2 de 5)

Disculpen la larga demora, espero ser más eficaz, recientemente adquirí casi toda la colección de los Thundercats para usarlos de referencia para este fanfic, así que espero ser más rápido en el tema.


"La ciudad muerta"

Límites desérticos de Shangri-la 140 km al oeste de Avista

La cordillera de Shangri-la era una región basta y dura de transitar, adornada por sinuosos caminos y frondosos árboles, en ella se alzaban peligrosos trayectos a los desiertos continentales del Tercer Planeta, con la decadencia de la región sumida en continuas guerra, quedaron olvidados en la memoria del tiempo.

Un lugar inhóspito lleno de pendientes traicioneras, que una vez fueran cinceladas por el paso de grandes caravanas que soportasen el endurecido terreno rocoso de basalto y sus traicioneras pendientes de hondos precipicios.

A sus pies yacían los restos de la ciudad muerta, la ciudad sin nombre, que una vez fue erigida en toda la cordillera, tragada por el paso de los años por el denso follaje de los bosques que descendían a los valles del sur y que escalaban los montes del norte hasta perderse en la eternas arenas de la desesperanza, donde las enormes rocas ígneas se erosionaban por el choque de poderosos vientos fríos y calientes que se encontraba en ese preciso punto.

Una vez se entraban en sus interminables grutas, poco o nada se podía hacer si se extraviaba de ellas.
La paz de esos parajes solitarios fue eclipsada por el movimiento de vehículos venidos del sur, que en un sepulcral silencio se desplazaban flotando a menos de un metro del suelo, con tan mala suerte a veces, que un mal movimiento se precipitaban por escoriadas horadaciones en la tierra tragándose en el acto decenas de lagartos que gritaban desgarradoramente.

En el denso follaje de una de las laderas, se asomaban unos binoculares adornados por un destello color azul de las pupilas del posiblemente último miembro de la tribu de los leones, Lion-O, Señor de los ThunderCats y defenestrado rey de la extinta Thundera.

Su hermano, el príncipe Tygra, señaló a uno de los vehículos apuntando con su rifle de plasma, parecían esclavos de algún tipo, el joven rey no estaba seguro e hizo una seña con la mano ¿presentía una trampa o simplemente mostraba nuevamente su inseguridad? Nadie lo sabía, Cheetara le puso una mano en el hombro, él le miro recelosamente y continuó mirando.

-Si no estás seguro, vámonos Lion-O. Le dijo con su usual tono amable, aunque no sin un dejo de duda.

Tygra se perturbó ligeramente por el gesto de apoyo al obcecado de su hermano, se quedó firme en su sitio conteniendo su enojo.

Sobre la plataforma de una de las naves, un lagarto de cuerpo corpulento y cuello corto, pateó a uno de los esclavos, únicamente se les veía las orejas peludas, fuera de eso, era difícil saber si eran thunderianos, el esclavo ocultó sus pies bajo un andrajosa y gruesa capa de tela sin emitir quejido alguno.

Las señales con espejos podían apreciarse en los riscos a ambos lados del camino, delatando la posición de los lagartos que protegían con francotiradores el convoy.

Una cosa le llamó poderosamente la atención a Lion-O, era la primera vez que veían lagartos encadenados en las plataformas de las naves, exhibidos con las marcas de los traidores, muchos de ellos atados sobre largas vigas metálicas soldadas a la proa.

-¡Lion-O! ¿A qué demonios estás esperando? Casi susurrando, el príncipe siguió con la mira telescópica apuntada a la frente del lagarto que con su rifle a contraluz, era incapaz de verles, pero la clérigo hizo que bajara el arma.

“Un completo desperdicio”, pensó Tygra; encontraron ese lugar por pura casualidad, un camino secreto que pasaba por debajo de sus narices, siendo usado para el transporte de tropas, insumos y provisiones importantes por los ejércitos invasores que asolaban la región Septentrional y las tierras Ecuatoriales en busca de ingentes cantidades de Thundrillium para refinar.

Tal era su sed de provisiones y combustible, que los pueblos neutrales fueron obligados a pagarles tributos, ya sea con parte de su cosecha, el oro de los impuestos y desde luego, levantando a cientos y cientos de esclavos que habían obligado al desplazamiento de los pueblos cercanos al desierto y sus arenas movedizas. Si muchos de estos pueblos se regocijaron de la caída de Thundera, el nuevo amo era inmisericorde, tanto como para añorar los años de relativa tranquilidad, en que la bota de Thundera estaba sobre sus cuellos, una bota que pesaba cada día menos, pues agonizaba como su influencia, producto de las continuas guerras con perros, lagartos y entre los mismos felinos, que le hizo perder casi la novena parte de su territorio en el gris gobierno del rey Claudus.

En ese período de tiempo, las noticias de ataques a los reinos neutrales se conocían en todo el continente, habían caído en manos de los generales del Señor Oscuro; como le llamaban a cadavérico ser, que se paseaba a sus anchas por el Tercer Planeta, imponiendo su dominio y asegurándose de mermar el apoyo de futuros aliados del fugado sucesor de la Casa de Claudus y la reina Leona.

El cambio de los vientos se sentía en el ambiente y eso había ayudado a Avista a lograr mejores tratos de los wolos y otros comerciantes ávidos por protección, por no decir que la creciente enemistad de los habitantes de los territorios baldíos a base de crueldad y malos tratos, rendían sus frutos; pues las naves de estos reptiles mostraban sendas marcas de ataques, algunos transportes llevaban los cadáveres de lagartos envueltos en mantas amarillentas sobre sus toldos.

La guerra no era más que una marcha militar, tanto así que los refugiados thunderianos se dispersaron de camino a Thundera, donde les esperaban las tropas de asalto de los lagartos, mismos que demoraban cada vez más tiempo en regresar sobre sus pasos para contener a los rebeldes que pululaban todo el oriente del continente.

En doce meses de conflicto ininterrumpido, los lagartos no habían establecido un reino en las tierras del sur y las tierras que obtuvieron para la cosecha, se llenaban de maleza, prefiriendo el saqueo y la rapiña.

Se rumoreaba que habían erigido una ciudad en las antiguas ruinas de Lizarnia la Grande, desplazando en un feroz ataque a la famosa ciudad portuaria de los simios y peleando con los piratas por el control de los mares, eso desató reyertas entre las tribus controladas por Slithe y su locos generales, quienes se negaban a perseguir a un rey derrotado que pese a su poder, no parecía ser capaz de nada más que huir, tribus en las cuales la verdadera situación de lo que ocurría en el sur del continente era escaso, como para no saber que habían sufrido una fuerte derrota, muchos de ellos portaban largos tubos que caían por sus narices, así que no todos eran ignorantes de su situación.

Esas guerras por el dominio de una porción del continente rica en minerales había consumido los recursos de un ejército no muy distinto a una horda desorganizada de rufianes con armas poderosas
Hacía una semana atrás que una de las aves les alertó de la presencia de los lagartos cuando recolectaba insectos para criarlos en los invernaderos de la ciudad de Avista, dicha ruta se dirigían a una zona de interminables cavernas subterráneas, guareciéndoles en sus oscuros pasadizos, lejos de cualquier potencial atacante y con razón, porque rastrearles fue espantosamente difícil como peligroso, así lo atestiguaban el elevado número de heridos entre las aves y los perros que en el mejor de los casos se fracturaban las patas.

Las naves de los reptiles cargaban tanto combustible que no podían volar demasiado alto, ni desplazarse demasiado rápido, eran un objetivo demasiado apetecible para dejarlo ir, sin embargo era la tercera vez que sucedía.

Lion-O dudaba y eso le había hecho perder gran parte de la popularidad que había ganado defendiendo Avista, la gente prefería pensar que había sido una solitaria nave de Avista que lanzó un gas nervioso desconocido, la responsable de la victoria, que un pequeño rey león indeciso, más cuando el origen de esa falta de arrojo se debía a un enredo amoroso.

-¡¿A qué demonios estas esperando?! Repitió su hermano crispando los nervios de las aves, quienes aferraban sus armas como una águila a su presa.

El joven rey se detuvo a pensar unos momentos y echó un vistazo a Panthro en busca de apoyo, el general pareció decepcionado, aunque finalmente decidió estar del lado de su señor e ignorando los cuchicheos que se escucharon, asintió con la cabeza.

"Retirada" Alzó el puño cerrado la pantera, seguidamente le dio una palmada a los cachorros, Dobo, el gladiador, con gruñidos parecidos a los de un oso advirtió a sus guerreros replegarse, siendo imitado por los voluntarios de Avista.

Subieron las pendientes en silencio para regresar a casa, conteniendo la respiración cuando Lion-O resbaló torpemente, pateando accidentalmente una piedra, la cual, rebotó amenazando con caer por la pendiente y descubrir su posición.

-¡Rayos! Lion-O se quejó por su mala fortuna.

¡Frurrummm!

-¡La tengo! Panthro estiró su brazo neumático varios metros y tomó la piedra entre sus dedos mecánicos, debajo de él un lagarto alzó la vista, pero no fue capaz de ver nada.

Se arrastraron hasta que todo estuvo despejado, escalando para bajar nuevamente por el accidentado terreno, Cheetara le ofreció la mano a Lion-O, quien a pesar de la dificultad que le representaban los escarpados, no aceptó su ayuda.

-Gracias, puedo hacerlo sólo, dijo en un tono monótono dedicándole una mirada fría.

-Pues no lo parece niño desagradecido. Tygra le dio un fuerte puñetazo en el hombro con hastío sin que Lion-O se defendiera. Los perros miraban con un poco de asombro por la manera en que el tigre se dirigía al joven león que calificaba de su rey.

-Por favor, no hagas esas cosas Tygra, no es bueno para la credibilidad de Lion-O. Le dijo la clérigo, quien a pesar de su expresión reprobatoria, mostraba un aire intranquilo, de nada sirvió el interés que mostraba al rey intentando apoyarle, pues lo que quería Lion-O era algo en lo que ninguno de de su grupo estaba de acuerdo, su distancia siguió incrementándose hasta el punto en pasaban días sin hablarse o verse, le trataba de manera cortante y eso le sacaba quicio a Tygra, quien trataba de protegerle o celarle innecesariamente si ella insistía demasiado.

Lion-O, poseído por una depresión y la tristeza creciente, se despertaba abruptamente en medio de la noche gritando y sollozando hasta darse cuenta que únicamente había tenido un sueño.

Según les contó noches después el joven rey, era un pesadilla recurrente en la que su padre, envuelto en lamentos, suplicaba por perdón para que le liberasen de una oscura prisión de la que se le podían ver sus gruesos brazos emerger intentando alcanzar la luz, Pumyra entonces llegaba con un cuchillo de hoja negra con la que trató de asesinarle, hasta que Lion-O se encontró frente a ella con su espada desenfundada lista para detenerla, enterrándosela en el vientre, que momentos después moría en una horrible agonía entre sus brazos, Cheetara y Anet estaban de acuerdo en que era una premonición.

Anet le dijo que Claudus representaba a Thundera y Pumyra el odio que acechaba su futuro, la espada de Lion-O representaba una decisión dolorosa pero necesaria, Tygra inmediatamente asumió sin dobles lecturas que Lion-O debía hacerse cargo de Pumyra, una cosa que a su hermano sólo de pensarlo le causaba mucho dolor y le llenaban de demasiadas dudas, porque aunque él no quería aceptarlo y pese a lo mucho que le dolió su traición, deseaba salvar genuinamente a Pumyra.

Recorrieron un largo trecho hasta el lugar donde los elefantes Anet y Aburn meditaban alzando sus largas trompas, mismas que podían sentir las vibraciones a decenas de kilómetros a su alrededor, mostrando una perfecta postura de meditación de loto.

Los cachorros como Panthro y Cheetara se acercaron atrayendo a los líderes del consejo de Avista y los gladiadores de la ciudad de los perros o ciudad de Khan, al que los felinos nunca se referían por su nombre, pues rememoraban al Gran Khan, el más poderoso líder de la jauría de los chacales, que mil años atrás había provocado una de las mayores derrotas de Thundera, arrebatándoles el desierto y largas porciones de pantanos, así que los perros no estaba impacientes por traer esas viejas rencillas del pasado.

Los canes eran muy leales una vez encontraban un líder que consideraban poderoso y justo, Dobo había visto una prueba del poder genuina de joven león y pese a las reticencias y creciente incertidumbre de sus subalternos, parecía ser el único que apoyaba al felino de forma sólida, aunque su manera de hacerlo distaba de lo que una persona pudiese calificar de amistosa, poniendo a sus perros para formar un muro de separación entre él y su grupo, sabiendo lo que sucedería a continuación.

Y es que Tygra, aprovechando el descuido de Cheetara detuvo a Lion-O, tenía un molesto orgullo y no importaba si era su hermano, ofender a su mujer estaba fuera de los límites, así que le dio donde más le dolía.

-¡¿Qué demonios te pasa?! ¿Por qué ordenaste la retirada? No entiendo porqué te portas como un niño, esa traidora no lo vale.

-No he dicho que lo haga por ella, así que déjame en paz. Le respondió con murmuraciones, evidentemente mentía.

-¿O si no qué?, ¿vas a empezar con otro de tus teatritos?, estás llamando la atención como hacías antes, cando manipulabas a nuestro padre, tu terquedad un día va a hacer que uno de nosotros muera en manos de esa bruja. Lion-O intentó avanzar, pero en el forcejeo era evidente que no ganaría nadie si se alzaba la voz.

-Dijiste que me seguirías a donde fuera ¿esto lo máximo a lo que has llegado?

-No saques esto de contexto, no es mi culpa que no puedas aceptar lo evidente sin usar la espada.

-¿Evidente? No hay nada evidente aquí, todos fuimos engañados.

-Habla por tí, sabía que esa chica era una manzana podrida, apostaría la espada a que nunca hubo nada real entre ella y nosotros.

-Seguramente lo sabes, en vista de que ya la apostaste una vez. De un movimiento rápido, finalmente se deshizo de su agarre y avanzó hasta Anet, siendo dejado pasar por el muro de perros en torno a él.

Tygra con ambos brazos daba un manotazo al aire cansado del berrinche del joven rey al ser observado fijamente por la clérigo.

-¿Has encontrado algo?

-No puedo asegurar que sean lagartos o naves, únicamente que hay un grupo numeroso de personas apostadas al otro lado del risco, siento las vibraciones de sus herramientas, aunque es curioso, es como el sonido producido al picar la piedra. Anet alzó la trompa ajustando su capacidad de detección.

-¡¿No se los dije?! Es una trampa. Lion-O dijo con optimismo.

-Esto no significa que haya naves esperando por una emboscada cabeza hueca, es una región de mineros y forajidos. Y pensar que hemos perdido días valiosos en una mera corazonada... Tygra bufó humo de su boca.

Horus rodeado de varias aves del consejo de Avista parecía desencantado y no ocultaban su falta de confianza en el rey.

-Yo no estoy de acuerdo con las maneras de Tygra, pero si te soy sincero, esta es una forma efectiva de cortar una de sus rutas principales de abastecimiento, abarca todo el Este y fuera de los pasos de la cordillera, si damos un buen golpe aquí, podremos respirar sin una soga al cuello permanente y los flancos de ataque se reducirían sensiblemente. Panthro se expresó seguro del plan de Tygra sin un tono petulante.

-Sigo pensando que no es una buena idea, debemos ser cuidadosos en este caso, ellos usan esta ruta para evitar las emboscadas, así que vigilarlos y trazar un plan de acción debe tener prioridad sobre…

-No digas estupideces, la única razón por la que no nos atacan es por tu causa, piensan que eres una clase de monstruo salido del infierno, cuando esos supersticiosos pierdan el miedo nos darán nuestro merecido y todo porque no eres capaz de atacar a esa ridícula traidora. Tygra le interrumpió sin mucho tacto en delante de todos.

Cheetara le jaló del brazo levemente y Panthro como los cachorros no parecían muy contentos.

-¡¿Qué?! ¿Es que ya se les olvidó lo que platicamos ayer? Ustedes estaban de acuerdo, no lo negarán ¿verdad? Cheetara, Panthro y los cachorros alzaron las manos negándolo todo.

-¿De qué estás hablando?, ¿cual plática? Si hubo una plática, Lion-O no estuvo invitado y eso le sorprendió, la verdad es que su gente pensaba darle su espacio, pero después de tanto tiempo de inactividad no se sentían a gusto, pensaban que sería sano continuar su viaje, pues las aves ya podían valerse por sí solas.

-¡Fua! Has hecho tu santa voluntad estas semanas y no nos hemos quejado, pero ya es demasiado luto, tenemos una misión y no podemos seguir así… en un duelo constante por ti, atacamos o nos vamos. Lion-O fue arrinconado por las palabras de su hermano, no se había dado cuenta de lo que se construía a sus espaldas, se quedó pensativo y luego de unos segundos les miró al rostro.

-¿Es lo que opinan todos? Nadie le respondió a pesar de ello en sus caras se veía la respuesta.
Khamai escuchaba muy atentamente y registraba los movimientos de sus enemigos con sus vivarachos ojos que daban la impresión de ser dos motas rojas diminutas, uno de los pequeños le miró por un momento, hasta que esos dos puntos rojos desaparecieron.

El chico dio un salto hacia atrás.

-¿Qué sucede? Le dijo Lion-O.

-No lo sé. La frase era enigmática para el mismo cachorro, Lion-O no creyó que estuviese tonteando, "no lo sé" podría ser cualquier cosa, lo que fuera estaba cerca, escuchó un leve aleteo de las largas hojas de aquellos árboles, tal si fuera un brisa movida por el viento.

-Si… no lo sabes no es tiempo de tontear, regresemos a casa. Le instó para que se subiera en su deslizador y continuara.

El camaleón bajaba en silencio por la barranca y siguió por varios kilómetros hasta dar con una gruta apenas visible, protegida por sombras intensas.

-¿Y bien, cuando será? Le dijo un corpulento lagarto con unas hombreras llenas de puntas de acero, un rastreador de nombre Sauro.

-Je, a lo sumo… tres días, no sabrán ni que les pegó, les dije que picarían.

-Asumir es un riesgo innecesario, ese imbécil de Slithe ha ordenado abrir aún más las líneas del frente al Oeste y sin suministros yo no me pondría muy contento, si no tenemos soldados suficientes será un problema.

Kask era el líder de ese grupo de destacados soldados élite de las tres tribus más numerosas de los lagartos, era muy cauto luego de que el general Slithe estuvo a punto de mandarlos al otro mundo devorados por el fuego de las llamas, Khamai sabía que ellos tenían un buen tiro.

-Es una emboscada perfecta viejo, deberías dejar de quejarte, si hacemos esto nos libraremos de estos viajes de una vez por todas. Únicamente un ataque aéreo en ese sitio tan cerrado y adiós gatitos.

-Mientras seas tú quien vaya en el señuelo.

-¿Por qué? No eras acaso la mano derecha del teniente.

-Cuida el pico Khamai o servirás de postre para Sauro, si fallamos ese miserable nos dejará por nuestra cuenta como lo hizo la última vez.

-Slithe tiene que pagarnos más, pero es un pobre diablo, aplastamos a los thunderianos únicamente para que pusiera a uno de ellos al frente y luego de que este desapareció, llegaron esos dos locos.

Sauro devoraba los restos irreconocibles de algún ser que se puso en el camino de su robusta quijada.

-Trata de impresionar a su jefe, mientras tanto nosotros estamos en la indigencia, antes estábamos mal, hoy ni la comida que recolectamos es nuestra, por eso viejo debemos atacar Avista, han acumulado mucho alimento y el invierno está a la vuelta de la esquina.

-Eres un optimista, no quieren lanzar un ataque, están planeando algo, ese monstruo que todo lo ve lo hace a nuestras espaldas.

-Un descuido lo tienen cualquiera, digamos que las cosas se nos fueron de las manos, un pequeño grupo puede hacer la tarea, si quieren Avista indemne que se la queden, limitémonos al botín.

Khamai estaba tentando a su jefe, no era el único y si no podían tomar la comida que transportaban a Lizarnia, los motines no dejarían de sucederse, mirando a sus dos subalternos finalmente cedió.

-No quiero ver mi nombre en esto, si eres capturado por cualquiera de los dos bandos, será mejor que reces porque nadie irá a por ti.

-Es justo.

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Ruinas de construcciones desconocidas
20 kilómetros al este de Avista

Tygra tenía clara su idea táctica, sabía que ese sitio debía ser destruido y él deseaba dirigir el ataque personalmente sin preocupación del costo o los recursos empleados, nunca había tenido tropas bajo su mando, sería una oportunidad única de mostrarse en el campo de batalla.

Dibujaba sobre el terreno con los mapas que había dibujado un cartógrafo de las aves y con tiza roja y negra señalaba las tropas enemigas y aliadas.

-Supongamos que lo que dice Lion-O es cierto, el principal obstáculo serán las aeronaves de apoyo, así que debemos destruir el paso de caravanas antes de un posible contraataque, en estos sitios hay lagartos apostados con armas ligeras y visores térmicos por lo que vi con mi rifle, imagino que para evitar habilidades como la mía, posiblemente dos torretas pesadas en las pendientes de esta área, lo único que queda es atacar con bombas de humo y explosivos, minar el puente y la entrada de la caverna, distrayéndoles tanto como sea posible por el flanco derecho y luego retirarnos, si bien nos va, dejaremos un montón de muertos y sus líneas de abastecimiento completamente desorganizadas.

-Sólo no te olvides del thundrillium, si nos hacemos con algunos de esos contenedores podremos tener combustible suficiente para ese ridículo tanque felino. Era sorprendente que Panthro se refiriera así a su tanque, pero cuando no estaba cerca de los berbils mostraba su desagrado.

-Eso únicamente nos retrasaría, para sacar el thundrillium debemos recorrer una larga vereda expuesta y si esas naves están allí… podrían atacarnos indiscriminadamente, el tanque puede esperar.

-Tal vez el tanque puede esperar, Avista no, sin ese combustible la ciudad no podrá despegar. Recalcó la pantera.

-El tiempo que emplearíamos sería demasiado y de tomar los vehículos, estaríamos expuestos a un zona demasiado visible, si hacen una contraofensiva aérea será un desastre. Cheetara señaló el lugar protegido por una ladera montañosa en el mapa en algún punto de esos terrenos escarpados.

-Ya veo, cuando conviene hablar de las naves de respaldo, podemos hacerlo. Panthro se quejó.

-Si es lo único que tenemos y necesitamos el combustible, debemos encontrar un camino mejor, si usamos esos pasajes subterráneos… respondió Lion-O, su hermano le miró como un bicho raro y le interrumpió groseramente.

-¡Eso sólo nos quitaría más tiempo! Debemos hacerlo cuando todavía no ponen a tantos vigías, en este día no hemos podido acercarnos tanto como la primera vez.

-¿Y qué pasa con los prisioneros? Si Lion-O tiene razón podrían haber thunderianos entre ellos, Cheetara acarició la cabeza de Wily Kat, quien llevaba en sus brazos a Snarf, quien se recuperó rápidamente de su heridas a un ritmo mucho mayor que la del mismo Lion-O, quien todavía tenía cicatrices.

-Puede ser un engaño Kat para ponernos una emboscada o rehenes para protegerse de un ataque, ya lo han hecho antes. Dijo la clérigo que no olvidaba el tipo de tácticas usadas por los lagartos que casi acaban con los tres cuando por su cuenta el rey quiso atacar solo, donde ya le esperaban los nuevos generales de ese ejército de monstruos.

-Las potenciales bajas pueden ser muy elevadas, creo que deberíamos esperar. Lion-O insistía.

-¿Es que no lo entiendes? No has estado nunca en el ejército, no tienes idea de estrategia, aún así ya deberías saber el valor de una acción rápida y decidida.

-¿Y qué tiene que ver eso con salvar vidas?

-Porque si ese es el caso, no podemos hacer nada sin un ataque directo a gran escala, este es un sitio muy cerrado, pelear será muy difícil y si estamos aquí cuando sus aliados lleguen… seremos nosotros los que estaremos en peligro. Reflexionó Cheetara con una mueca del felino que veía en ella a un perro faldero de su hermano.

-Pensaremos en como rescatarles una vez los lagartos busquen otro camino. Exclamó Tygra, que en el fondo había conseguido el apoyo de las aves o al menos de la facción más importante.

-Claro, si es que los lagartos no deciden ejecutarlos primero.

-Tú únicamente temes que la amante de esa momia salga herida, deberías madurar de una maldita vez. Tygra asumió una postura de reprobación.

-No le he mencionado ¿o sí?, aunque si es capaz de usar a nuestros propios compatriotas como rehenes, con más razón no podemos aventurarnos sin estar seguros.

-Si únicamente te preocupara Thundera no habría ningún problema, pero tienes miedo de enfrentarle, miedo de realizar tu papel como es debido y eso no es digno de un rey, es una traidora.

-¡Cállate! Es Mumm-Ra quien le manipula, ella no es responsable de sus actos.

-Estas completamente fuera de tus cabales, tú mismo estabas de acuerdo en que ella era una amenaza, decías que le odiabas ¿qué te ha pasado?, por eso padre estaba avergonzado de ti, eres un completo idiota. Lion-O se lanzó furioso contra su hermano, este le repelió de una patada hasta que ambos se conectaron a puñetazos.

-Chicos, chicos por favor, Dobo, Panthro, Cheetara, incluso el pequeño Snarf les separaron, los cachorros como los elefantes se quedaron pasmados.

-Sé que no ha sido fácil, pero debemos mantenernos fríos; Tygra, si vamos a hacer esto debemos explorar todas las posibilidades y no atacar sólo porque sí, Lion-O, yo me siento igual de mal por lo que ocurrió con Pumyra, todos lo hacemos por ti, sin embargo, debes aceptar que nos traicionó por Mumm-Ra, tratar de postergar por demasiado tiempo este ataque se puede volver en nuestra contra.

Cheetara puso su mano sobre el hombro de Lion-O, él se liberó de las manos de Panthro con enojo.

-¡Muy bien!, ¿quieren hacerlo? ¡Adelante! Si ya lo han decidido a mis espaldas no veo la necesidad de consultar nada, sólo déjenme tranquilo de una buena vez.

-Lion-O, no es de eso de lo que se… Lion-O se alejó de ellos enojado. Tygra alzó la mirada y bufó con enojo.

-Es un tonto que siempre hace las cosas así, nunca escucha, por eso le salen las cosas tan mal.

-Siendo su hermano podrías apoyarle más. Panthro cruzado de brazos era mirado fijamente por Dobo, que en todo ese tiempo había guardado silencio y luego a Bejira, su lugarteniente, un viejo perro de abultado pelaje que ocultaba sus redondos ojos negros, quien en su tiempo llegó a ser uno de los mejores gladiadores de la venerable arena de la ciudad de los perros y que recientemente había sido mandado a traer para ayudar a entrenar a las aves voluntarias.

-No soy yo quien se porta como un niño.

-Cortemos con esto y regresemos al campamento, sería peligroso permanecer aquí si cambia la dirección del viento, muchos lagartos son buenos olfateadores. Panthro que dudaba de haber hecho lo correcto no sabía si.

-Qué remedio, ya hablaremos luego... siento haberles hecho “perder el tiempo”, sobre todo a ustedes amigos elefantes, ¿no es verdad Cheetara? ¿Cheetara? Tygra esperaba que Lion-O lo escuchara, pero él y Cheetara habían desaparecido, los cachorros y Snarf se lo tomaron como otra de sus habituales peleas, así que después de un buen susto, estaban de vuelta con su carácter risueño y despreocupado.

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Tygra se paseaba de un lado a otro con una cara llena de frustración buscando disimuladamente en cada rincón.

Panthro tomó su rifle y se preparó para marchar siendo seguido por los cachorros, las aves no esperaban a nadie para regresar a su casa y se adelantaron varios kilómetros pese a las recomendaciones de Panthro de que sería más cansado para ellos dado que no podían volar sin arriesgarse a ser delatados. Wily Kit se volteó a mirar a Aburn y Anet, quienes padecían el cansado viaje de regreso, de unos saltos se montó en la espalda del líder de los paquidermos.

-Puedo llevarles en la bolsa si quieren, ella guiñó un ojo mostrando la bolsa mágica sin fondo requisada al mapache Tookit, con la que el ladrón robaba a los pobladores de la ciudad de los perros.

-Te lo agradezco pequeña amiga, pese a ser una manera simple de mover objetos, el aire no parece venir incluido en el paquete. Se quejó Aburn.

-Tal vez necesite de unas cuantas plantitas, le daré una del tipo relajante a Lion-O, dijo la gatita que saltaba entre las rocas con mucha vitalidad hasta subirse a la cabeza de Aburn.

Delante de ellos, Cheetara no siguió el consejo de Tygra de dejar que Lion-O acomodase sus ideas, deseaba ayudarle a superarlo, porque de otra manera se cerraría aún más, Snarf no parecía demasiado preocupado, prefería mantener su distancia durmiendo en la bolsa de viaje de Wily Kat, Lion-O demostró ser una persona demasiado introvertida y terca, cuando se cerraba lo hacía con bastante empeño sin detenerse a pensar si lo que hacía era bueno o malo.

-¿Qué pasará con el Feliner? Cheetara se dirigió al joven rey que traba de dejarle atrás, pero era tan malo escalando, que le tomó en sus brazos cuando este amenazaba con resbalarse, aunque le ponía muy difícil la tarea.

-A menos que tengas una guardada en esa bolsa de los cachorros, tendremos que buscar entre la chatarra o esperar a que los Berbils construyan otra, la que perdimos parecía ser la única intacta y sin Thundrillium estamos como al principio, pero ya que no lo necesitan, no veo para que ocuparse de construir una nave para el entretenimiento de Tygra.

-¿No te estás tomando esto del plan muy personal? Es obvio que necesitamos una nave.

-Aún si la construyésemos, está el problema del alma de datos que mencionó Ro-Bear-Bill, no basta con construir un Feliner o ponerle energía, parece que después de todo, esas chatarras poseen un alma de alguna clase.

-Pues entonces deberíamos pedirle a ese ser llamado Soul Server que nos haga un alma de datos para el Feliner, esa es su especialidad ¿no recuerdas lo que hizo con Tygra?, además, esa hojalata nos debe un tanque. Panthro, quien cerrando los ojos subió la pronunciada pendiente, recordó a ese monstruoso ser cibernético obligado a vivir eternamente como una máquina, no sin un escalofrió.

-Si por deberíamos te refieres a ti… buena suerte con eso, seguía resentido por que le obligué a que dejara libre a los espíritus de su familia, cuando le pedí que me ayudara a sacar la nave, poco faltó para que nos lanzara a sus Necromecas.

-Aún así lo conseguiste, deberías creer más en tu propia fuerza de voluntad. Cheetara presumió su argumento a favor de Lion-O, algo que él no apreció en absoluto, la clérigo insistía en lo mismo cada vez, así que el felino empezaba a evitarla con la misma proporción.

Tygra apareció inmediatamente después, como alguien que había sido dejado solo en el altar, quien seguía en una actitud insoportable para Lion-O, fingiendo que ayudaba desinteresadamente a los rezagados para molestarle, que luego de unas horas, eran todas las aves que se quedaron rezagadas por el agotamiento, incluso detrás de los mismos elefantes. Lion-O desvió la cara con enojo y volvió con su pesimismo de siempre.

-Eres nuestro rey muchacho, que no se te olvide. Panthro soltó una bomba sin saberlo.

-Ja, solo cuando les conviene salen con eso, pero nada les cuesta hablar a mis espaldas.

-Lion-O, Panthro no lo dice con malas intenciones, el cree en ti, yo lo hago, creo en ti. Lion-o hizo una mueca aún más desagradable.

Tygra pensaba que la reacción de Cheetara parecía un tanto fingida, lo que no ayudaba a su hermano y le daba pie a humillarla, por eso se oponía a que lo hiciera.

-¡¿Qué?! ¿Saldrás de nuevo con tu discurso de que crees en mí? “Bah, ambos sabemos dónde terminaron tú y tu creencias férreas en mí”. Murmuró en voz apenas audible la última parte, Cheetara hizo una expresión amarga, así que Panthro, para cortar ese mal ambiente cambió de tema.

-L-Los Berbils… son buenos constructores, aunque últimamente no paran de equivocarse, ese tanque que construyeron es peor que si me montara en una roca.

-Si el Feliner no se hubiera quemado, especialmente la computadora de abordo, podrían haberla reparado, no deberías quejarte, por lo menos tienes un transporte. Lion-O, que demostraba su falta de interés en la tecnología, buscaba cualquier excusa para evadirse.

-Harían uno excelente con un poco de tiempo libre, si se los permitieras, dijo Panthro suspirando.

-No son nuestros sirvientes, ya es suficiente trabajo con la reparación de Avista, una nave completa les tomaría mucho tiempo con este nivel de energía y el desgaste de sus componentes debería preocuparte, por no decir que en poco tiempo estaremos volando en la ciudad hacia Thundera.

-Ja, eso si no lo arruinas primero. Se burlo Tygra.

-No hablo de una nave, algo más pequeño como mi tanque, este armatoste es horrendo y se avería constantemente, no vale el tiempo invertido en repararlo.

-En eso tiene la razón la panterita, los deslizadores ya no funcionan como al principio, los berbils dicen que no saben el motivo, aunque yo creo que han perdido sus habilidades por falta de energía. Wily Kat sobre un deslizador, recordó el enorme chichón que se hizo cuando su deslizador se apagó en pleno vuelo.

-Eso no me importa, una vez lleguemos a Thundera avanzaremos a la última piedra con o sin esos estúpidos trastos, toda esta basura tecnológica no vale los problemas que genera. Lo primero que haré cuando reconstruya Thundera y derrote a esa maldita momia, será prohibirla, estábamos mejor sin ella. Cheetara, Panthro y el cachorro pudieron apreciar una mirada llena de odio en los ojos del felino.

-Habla por ti, estas pistolas de plasma son geniales. Tygra intervino haciéndose visible.

-Confías en algo que te puede fallar en cualquier instante.

-Claro que no, yo siempre apuesto a lo seguro, Tygra besó a Cheetara en la mejilla y le recargó el brazo, Lion-O desvió la mirada e hizo un gesto burlón, pues Tygra hacía parecer que las palabras de Lion-O se dirigían a ella.

-Niños, ustedes sí que deben trabajar su relación de hermanos, la pantera se lamentó, los dos tenían el interior de su cráneo lleno aire caliente evitando mirarse el uno al otro.

-No soy un niño, sino tu rey.

-Pues deberías portarte como tal, dijo Tygra bufando de enojo.

-¡¿Podrían echarnos una mano por aquí?! Dijo el rezagado elefante Aburn.

-Tienes suerte que te haya salvado Aburn, o sabrías de que hablo niño.

Tygra y Panthro regresaron sobre sus pasos y empujaron a ambos elefantes para ayudarles a subir las rocas más altas, Lion-O intentó imitarles, por desgracia no lo pasaba mejor.

-¡Oaaao! Lion-O se volvió a tropezar al bajar la pendiente y rebotó golpeándose estúpidamente.

-¡¡Lion-O!! Gritó Wily Kit, Cheetara, quien apenas logró agarrarle de la armadura, amortiguando levemente el golpe, Wily Kit, al notar el eco en el valle, cerró la boca.

Ya estaban lejos de los lagartos, así que no había mucho de qué preocuparse, aunque decir en voz alta el nombre del rey de Thundera parecía un riesgo muy elevado.

-¡Rayos! Lo que faltaba. El golpe fue tan duro que el faldón de su armadura se partió a la mitad completamente, se había abierto el brazo con el golpe, dejando caer una ligera hilera de sangre.

-Cielos amigo león, deberías entrenarte más. Dobo que fue quien finalmente le ayudó a incorporarse.

-No serviría de nada Dobo, nunca he sido especialmente bueno en estos terrenos rocosos.

-Curioso... viniendo de un felino.

-Y que lo digas, pero así son las cosas.

-No te ocupes tanto chico, así es con todos los leones, no son buenos trepadores. Dijo Bejira con su rugosa voz.

-¿Lo dices en serio? Lion-O se maravilló.

-En mi juventud conocí a algunos de tu “clase”, yo estoy viejo y prefiero estas sandalias con garras de acero, deberías hacer unas.

-Hmm, pues no sería una mala idea, los berbils podría ayudarme.

-No te hagas ilusiones niño, te aseguro que padre era increíblemente bueno trepando, tal vez esos leones era igual defectuosos que tú, se rió Tygra, mientras el chico avergonzado por la manera en que las aves le miraban, tuvo que atravesar por la vergüenza de volver a escalar solo.

-Siempre tienes que tenerla la última palabra ¿verdad Tygra? El chico saltó de una piedra a otra para demostrar que podría hacerlo.

-Bueno, por lo menos sabe saltar. Tygra dijo irónicamente.

-Te doy un consejo chico, deberías estar al tanto de que no es sabio retar constantemente a un león de su “tipo”, Cheetara y Panthro vieron que Tygra empezaba con su usual tónica pedante.

-No veo porque preocuparme, le he derrotado en cada encuentro… en todo salvo la corona.

-No me refiero a eso, pero como aliado… Dobo puso su garra sobre el hombre del can y apretando un poco hizo que se quedara callado.

-¿Alguien de su tipo? Cheetara preguntó deteniéndole bruscamente.

-Es un pequeño león, si no fuera por la espada estaría frito. Tygra continuó con su manera despectiva de referirse a las habilidades combativas de su hermano. Bejira se exasperó, porque claramente lo sabía, sabía quién era ese chico.

-Escuchen gatitos, soy un viejo gladiador, más que ningún otro y lo he visto con mis propios ojos, tal vez no lo noté al principio, pero las marcas son inequívocas para estos ojos cansados.

-¿De qué demonios estás hablando viejo perro?

-¡Detén esto Bejira! No te he traído para que te pongas a chochear. Dobo masculló a su viejo guardia y mentor.

Tygra alzó la vista y se burló cuando de un gruñido Dobo le indicó que no quería que dijese nada más, Cheetara juntó sus cejas en una expresión que mostraba que no le habían gustado para nada las palabras de aquel sujeto, más porque había visto algo en Lion-O que nadie más parecía reconocer.

-Y pensar que tenemos prisa, suspiró el tigre, Anet y Aburn esperaban colgados de una cuerda asida a poleas, jalando una campanilla hasta que se dignaran a ayudarles a subir.

####

El camino era agotador y Lion-O, quien remontó una larga pendiente se notaba agotado, Cheetara intentaba ayudarle manteniendo sus brazos abiertos o jalándole de la armadura, lo que hacía que Tygra se burlara con más fuerza de él.

-Puedo hacerlo solo.

-No es lo que veo...

-¡Suéltame he dicho! Lion-O jaló su brazo mostrándole una mirada llena de ira.

-Seguro Lion-O... dijo Cheetara bajando el brazo.

-¿Pero qué demonios te pasa? Tygra intervino defendiéndola, Cheetara no le permitió ir más adelante con su defensa.

-Yo… lo siento…, sigamos o no saldremos de este maldito lugar.

-Está bien, no te preocupes por eso. Respondió la clérigo en un tono calmado sin que él se detuviera a esperar su respuesta.

-Nuestro pequeño rey tiene un carácter bastante irascible últimamente ¿no?, dijo Dobo con un poco de desagrado. Panthro se rascó la cabeza.

-El chico tiene que reponerse, aceptar lo que pasó y hacer pagar a esa mentirosa por sus crímenes.

-Hmm, no creí que construyera lazos tan fuertes con esa miserable en tan poco tiempo, debo aceptar que yo también me siento mal por haber confiado en ella.

-Sólo necesita su espacio, ya se los dije, regresará a la normalidad con la primera felina que vea. Tygra con simpleza suprema minimizó la situación por su propia inseguridad.

-La traición es un sentimiento que deja profundas cicatrices, sé de lo que hablo, únicamente espero que pueda lidiar con ello y no sea consumido por el odio, dijo Dobo.

Cheetara hizo una mueca que mantuvo, no dijo una sola palabra escalando de un par de saltos sin usar su bastón.

-Pensé que le gustaría ayudarme con ese tanque que los berbils construyeron, pero lo detesta. Cuesta trabajo hacer que recoja una pequeña pieza de metal. Se la pasa deprimido buena parte del día y la otra persiguiendo a esas aves. Panthro se rascaba el cuero cabelludo para que con sus largos brazos neumáticos, se impulsara hacia adelante siguiendo a Tygra que tiraba las cuerdas a los elefantes.

-No creo que lo diga en serio. Prohibir la tecnología es una estupidez. Tygra recordó el enorme apego y afición de su hermano por lo mecánico.

-Para nada chico, es una de las razones por las que no quiere ir con Soul Sever, no tolera su presencia.

-Te digo que desde que tengo memoria ese niño siempre se ha vuelto loco con la tecnología, así que con el tiempo regresará a sus extravagancias de siempre. Tygra insistió.

-Un gran amor puede convertir en un gran odio de la noche a la mañana, deberían entenderlo en vista de lo que pasó con Pumyra, la tecnología ha sido responsable de la caída de su ciudad, así que no es de extrañar. Eso que dijo Dobo hizo que Cheetara observará con atención al rey que caminaba sin ver el aerodeslizador de Wily Kat, que venía haciéndose el tonto para llamarle la atención.

-Yo no he dicho que no le apoye, es mi hermano después de todo, pero se comporta como un niño y es un rey, por eso las aves me prefieren para dirigirles.

-Competir con Lion-O en este momento es como patear a alguien en el suelo.

-No estoy compitiendo con él General, es él quien todo lo toma como una competencia y asume que merece cosas sólo por ser rey sin haber luchado por nada en su vida, así es como se ha dañado a él mismo.

-En algo tiene razón el príncipe Tygra, tu rey ha perdido la confianza de las aves por sus inseguridades y eso no es bueno. Dobo no se mentía así mismo y sus palabras no se alejaban de la realidad.

-Se supone que estamos aquí para apoyarle.

-Si no mal recuerdo, fuiste tú quien dijo que Lion-O se había vuelto muy inseguro y que deberíamos ayudarle a dar el paso Cheetara, no estoy de acuerdo en la manera en que se ha expresado Tygra, pero tiene un punto; de una u otra manera Lion-O debe resolverlo, y si no quiere nuestra ayuda deber hacerlo a su manera, pero debe hacerlo.

-Hacer que se vuelva un asesino...

-Ya lo habíamos discutimos, Pumyra es una traidora, yo podría hacerlo, pero ¿y qué pasará cuando se presente otra Pumyra? Él debe tomar este asunto en sus manos ¿estamos de acuerdo? Tygra sentenció con seriedad.

Panthro fue condescendiente con la chica, aunque era claro que su postura era la misma.

-No lo sé, me sabe mal hacer esto a sus espalda.

-Es por su bien y si verdaderamente te preocupa, debes aceptarlo, que Pumyra no se convierta en su propio Grune. Panthro lo vio como un acto inevitable, así que no se puso a pensar en las consecuencias de sus acciones.

-Únicamente espero que cuando lo haga no pague con sus brazos, como tú con Grune. Dijo Cheetara que se sentía incómoda con esas amenazantes manos metálicas sobre su cuello.

-Yo tampoco pequeña, yo tampoco.

####

Campamento improvisado, horas después

Habían pasado varios días reconociendo la zona y se prepararon para marcharse cuando sus suministros se agotaron, por no decir que las caravanas de los wolos se alejaban más al este para vender sus productos en Avista y sin ellos no tenían nada que les ayudase a soportar una larga estadía.

Los elefantes se fueron primero completamente fatigados sobre las plataformas capturadas a los lagartos, seguido de los perros que parecían disfrutar bastante del viaje, mostrando sus lenguas al aire como el mismo Dobo, quien tuvo que cerrar la boca ante la mirada atónita de sus subordinados, las aves fueron partiendo intermitentemente, muchos se internaban en los bosques en dirección a los pueblos comprando provisiones a sus habitantes, la mayoría mostraban una enorme pobreza y desnutrición, pero estaba felices de poder hacer trueque con las aves que adquirían ingentes cantidades de insectos.

Panthro a su pesar, pasó una media hora adicional intentando arreglar la suspensión del motor de su vehículo con un grupo de pelotas metálicas que se desplazaban por la superficie de aquel armatoste compuesto de piezas recicladas.

-Si este maldito tanque no funciona… les juro que voy a cargarlo de explosivos y tiraré ese acceso por mi cuenta con él.

-Esperas demasiado de este trasto, no puede subir pendientes muy elevadas, imagínate una pendiente de cien metros de alto, je. Tygra dijo sumamente divertido. La Panthera pareció desfallecer al imaginar la altura, Ro-Bear-Bill le miraba intrigado con sus brillantes ojos cristalinos.

-¡Gulp! Pensándolo bien, voy a darle una segunda oportunidad, funcionará ¿verdad amiguito? Los cachorros se burlaron con el tigre sonoramente.

-¿Alguien sabe donde está Lion-O? Preguntó Cheetara que cargaba toda clase de hierbas curativas y olorosas que había comprado a los Bolkins del bosque cercano, donde muchos habitantes de las tierras baldías tenían sus pueblos, la mayoría eran nómadas y cada cierto tiempo dejaban sus pueblos para internarse al interior del continente.

-Mm, estaba aquí hace un rato, creo que debe estar en la segunda nave, seguía esa paloma despistada. Respondió Wily Kit que alimentaba a Snarf con pequeños peces asados muy salados que su hermano aborrecía, pero el animal se tragaba sin pensárselo dos veces.

-¿Sigue con eso? Pensé que hablarías con ese sujeto, Panthro dio una ojeada al príncipe Tygra que no iba a dejarlo en una respuesta corta.

-Ese tal Horus no quiere saber del tema, se lo he dicho a ese cabeza hueca, rogarle a esos cerebros de pájaros es rebajarse a su nivel.

-¿Qué es lo que quiere con ellos?

-No tengo idea, una persona… supongo.

-¿Una persona?, ¿un ave?

-No lo sé, ese pajarraco me dijo que el nombre que buscaba Lion-O era el mote de una tribu de aves, una clasificación que según ellos está en desuso.

-Mhh ¿puedo saber cuál es el nombre?

-¡¿Qué?! ¿Por qué querrías saber eso? Tygra puso sus penetrantes ojos sobre la clérigo que parecía pensar demasiado sus palabras.

-¿Acaso tengo que pedirte permiso cada vez?

-No es eso, pero…

-¿Pero qué? Cheetara alzó la voz. Panthro intercambiaba miradas con los cachorros, porque la manera en que Tygra se manejó, era como si le intentase decir que eso no era asunto suyo y dado que era una clérigo, nada más lejos de la realidad.

-¡Hmp! Era… una palabra en el idioma de las aves, la traducción es difícil, son sonidos guturales, ya sabes, chirridos, no serías capaz de reproducirlos si lo intensases. Atajó Panthro.

-¿No conocimos a muchas aves fuera de Vultaire y el consejo? Replicó la clérigo.

-Estuvo en el hospital, pudo conocer a cualquiera, es por eso que no veo caso a buscar una persona que pudo ser parte de sus delirios.

-La enfermera del hospital se llama Zira y conocemos a sus amigas, de hecho vinieron con nosotros en la nave médica, Wily Kit interrumpió a Tygra metiendo a Snarf en el tanque, durmiendo plácidamente acurrucado en su canasta.

-¡Orla! Busca a alguien llamado Orla. Wily Kat dijo en voz alta saltando al hombro de Panthro, que con sus brazos neumáticos lo alzó envuelto en una risa incontrolable.

-¿Y cómo sabes eso bola de pelo? Respondió Tygra.

-¿Ah? Ese concejal que… vino a verte. Wily Kat le respondió en un tono suspicaz con una sonrisa pícara.

-¿Me has estado espiando mocoso? Tygra sin mucho tacto quiso alcanzarlo pero Panthro se interpuso en su camino. El chico se escondió tras la pantera.

-No, no, no. Dijo con sin realmente sentirlo, palmoteando con sus manos en un gesto gatuno. –No he escuchado nada de lo que te han ofrecido las aves, pero nada, nadita.

-¿De qué está hablando? ¿Ofrecerte qué?

-¡Hmm! Parece que Lion-O no es el único que nos guarda secretos Cheetara. Respondió Panthro, por lo que Tygra luego de unos momentos exhalo para subir las manos rendido.

-¡Ahh! No tiene la menor importancia, quieren saber si me puedo hacerme cargo de los voluntarios y la seguridad de Avista, empiezan a desconfiar de la capacidad de Lion-O, ya te lo dije antes.

-¡¿Qué?! Y tú dijiste que no por supuesto. Indicó en un tono muy preocupado Cheetara.

-“…” Tygra se quedó en un gesto como si lo que hubiera hecho no fuese un problema.

-Chico, realmente no le tienes ninguna fe a tu hermano. Panthro se sorprendió porque la decisión de ayudar a Avista recaía por completo en el joven rey.

-Ni a tu rey… nunca discutimos dar un golpe de estado. Cheetara hizo una mueca agria estupefacta.

-Escuchen, están sacando esto fuera de contexto, Lion-O ha estado demasiado opaco estas semanas y eso nos trae incertidumbre cuando el enemigo se mueve frente a nuestras narices, es mi hermano, pero no soy ciego y sé que no podemos seguir esperando.

-Propones pasar completamente de él y tomar tú las decisiones.

-Él no tiene necesidad de ser un general.

-Pero tiene que decidir si hace o no la guerra, esto no es una cosa que tú puedas decidir por propia iniciativa.

-Cheetara, tú bien sabes cómo es él cuando las cosas no le salen bien, siempre se aleja de todos y hace cosas estúpidas, recuerda lo que hizo porque no estaba de acuerdo con lo nuestro cuando había dicho que sí lo estaba, casi nos lleva a la muerte por rescatar a unos lagartos, por no decir que casi muere él mismo.

-Pero habías dicho que le seguirías a donde fuera.

-No estoy diciendo que sea desleal, únicamente digo que él duda demasiado en el momento menos indicado, está dejando escapar una oportunidad única, cuando intentó suicidarse años atrás, padre pasó por un infierno debido a su terquedad…

-¡¿Lion-O intentó suicidarse?! Panthro, Cheetara y los cachorros pusieron una cara de incredulidad mirando fijamente al felino que vio como sus argumentos se venía abajo.

-¡Arghhh denme un descanso! Fue hace mucho tiempo, él lo ha superado… ¡Cheetara! La clérigo se alejó de ellos.

Panthro puso una de sus manos sobre el pecho de Tygra e hizo lo mismo con los cachorros impidiéndoles el paso.

-Amigo, si no quieres perder a tu novia, será mejor que dejes así las cosas, ya tendrás el momento de arreglarlo, si es que no lo arruinas, tú y tu hermano tienen un pésimo registro cuando dejan que sus vejigas hablen por ustedes.

Tygra bajó la cabeza y se sentó alborotándose el peinado con sus garras, Panthro que no tomó partido le puso su metálica mano en la cabeza.

-De momento vamos a terminar de reparar el tanque, estar de ocioso no aleja los problemas por arte de magia.

Tygra entonces notó que la ausencia de Pumyra le había traído un problema inesperado; un avivado interés de Cheetara en resolver los problemas emocionales de Lion-O, y por supuesto, él no deseaba que fuese ella la que consolase esa pérdida, debía alejarla definitivamente de su hermano, sentía pena por él, pero era su pareja y su futura esposa, esa actitud suya era incorrecta, después de todo le había elegido a él.

Lo mejor sería si Lion-O encontrase a una sustituta lo más rápido posible y para ello tenía que regresar con los refugiados, o eso pensó en su borrachera de celos.

No se detuvo a pensar lo que hacía que ella reaccionase de esa manera, en el fondo su relación no avanzaba y eso le preocupaba, no estaba acostumbrado a esa clase de competencia, no podía jugar a la víctima como lo hacía Lion-O.

Su solución era la misma de siempre; necesitaba demostrarle nuevamente su valor o iba a perderle definitivamente y de eso se encargaría esa operación, que le volvería a demostrar que no se había equivocado al elegirle.

####
Lado sur del campamento

Lion-O saltó por los aires rechazado por un largo y esbelto caballo, un hermoso animal que raramente se podía ver en esos parajes, eran pardos de crestas negras y ojos dorados, relinchaba sin cesar moviendo la cabeza de un lado a otro, nunca fueron demasiado abundantes y no era fácil para un felino educarlos, pues tenían un pavor endémico a su raza, por lo cual no eran usados por el ejército, que prefería usar monturas felinas, una especie de animales bípedos de pelaje azulado y cabeza pequeña, que sólo después de la crianza controlada tuvieron el suficiente rendimiento para esas tareas.

Los caballos eran balanceados cuadrúpedos y si uno lo quería, podía permanecer sobre ellos todo el día, mientras que las monturas se inclinaban hacia el frente o se dejaban caer sobre sus posaderas si el jinete vencía su resistencia a estar sobre sus dos patas.

Era hermoso pensó Lion-O mientras caía en el suelo pesadamente.

Un wolo se colgó de las bridas del animal y lo montó con extrema facilidad que finalmente desato las risas de los presentes para volver a ofrecerle las bridas.

-Parece que tienes mala suerte muchacho, no te aceptará, tiene miedo, siempre es así. Dijo jalando sus espesas barbas grises y acomodando su largo sombrero de ala.

-No le pasará nada, es más de lo que puedo decir de mí.

-Puedo dejártelo hasta que regrese, pero nada más…

-Está bien, está bien, le necesito por un corto… ¡ayyy! Lion-O volvió a caerse de una zancada del animal, que le alzó varios metros en el aire para caer en su armadura dolorosamente, lo que acabó por romperle otro pedazo muy grande del faldón de su armadura que tuvo que quitarse y probar montar sin armadura para el mismo resultado.

-Ja, vas a necesitar más que equilibrio si quieres domarlo, siente que eres un depredador. El caballo relinchó colocándose tras el wolo que lo palmeo en el cuello.

-No parecía tan difícil.

-Es que yo lo conozco desde que era un potrillo, si quieres puedo traerte una montura felina, tendrás que esperar a que regrese una semana.

-Oh no, no creo que tenga tiempo para esperar. Además, estos caminos no son para esas bestias, su patas podrían romperse, un caballo es bueno en estos terrenos.

-No tienen garras, una mal paso y el golpe será aún más terrible ¿qué es lo que buscas?

-Un pasaje hacia las pendientes del centro de la ciudad muerta.

-Hm, no te lo recomendaría, la mayoría son pozos verticales inundados, los únicos que conozco con entrada recta dan la vuelta sobre el paso de las caravanas.

-Suena bien, voy a empezar por allí precisamente.

-Buena suerte, es un laberinto.

-No te preocupes, tengo mi manera de hallarlo. Me habría gustado ir con Ponzi, una de sus pócimas me habría ido muy bien.

-¿Ese wolo embustero? ¿Por qué querría un rey relacionarse con alguien así? Lion-O ya había escuchado de la notoriedad que Ponzi se ganó entre su clan por sus pócimas falsas, como fuera, él creía en el bonachón y amable wolo, que después de todo le había demostrado ser una buena persona.

Había notado la misma bondad en Pumyra, no podía dejarlo de lado sin al menos intentarlo o su dignidad de rey, no, su propio orgullo como persona no valdría nada. Tenía que creer que era posible y hacer así algo contra esa tristeza que se negaba a marcharse.

El wolo se montó en su carreta tirada por tres orugas de mediano tamaño, llevaba a toda su familia, lo pequeños le saludaban con mucha emoción, a lo que él respondió con una tímida sonrisa, una gesto del que ya no se sentía capaz.

Era sorprendente lo que los wolos podían llevar en esa minúscula carreta con enormes farolas de aceite, envases metálicos, coladeras, cucharas de aluminio y centenares de objetos que las aves ofrecían como trueque.

-¿Acaso vas a alguna parte? Cheetara apareció, Lion-O desvió la mirada ocultando su gesto.

-Algo por el estilo, dijo sonriendo, subiéndose al animal sin pensarlo, este nuevamente fue lanzado al cielo, cayendo pesadamente en la tierra, agarrándose de la espalda dolorosamente. -Va a tomar un poco de tiempo… ¡¿qué?! El felino preguntó al leer esa expresión un poco desubicada de la clérigo.

-No parece importarte demasiado.

-Uno o dos golpes no me harán mal, ¡ouch! El chico se acomodaba sus maltrechos huesos con una sonrisa estúpida.

-Me refiero al Consejo.

-¡Ah! Eso.

-¿No te sorprende?

-Bueno, ustedes ya decidieron y si las aves quiere que Tygra los dirija ¿por qué habría de preocuparme?

-Pero tú eres el rey.

-Las aves no tienen ningún compromiso conmigo, pueden decir lo que crean conveniente, ellas votan y eligen a sus representantes de su pueblo de manera justa y no podemos salvo respetarlo, podríamos aprender basta de su cultura ¿sabes?

-No puedes dejar que Tygra decida lo que quiera, si comete un error será a ti a quien culpen.

-¿Y de qué tanto te quejas? A él siempre le salen las cosas bien, por no olvidarnos de no es como si tu siguieras fielmente mis órdenes para venirme a hablar de la fidelidad de mi hermano, ¿qué más da si le siguen?

Cheetara miró al suelo en una mueca en su boca. Lion-O suspiró y se maldijo.

-No quería ser grosero.

-Es tiempo de que se apresure su majestad o se quedará atrás de nuevo. Dándole la espalda ella se marcho sin mostrar lo que sentía, para Lion-O el acto de darle la espalda era lo suficientemente ofensivo. Ya cuando se retiró desvió la cara con disgusto.

-Idiota, como si ella fuera más que un montón promesas y palabras vacías. Bien amigo mío, te voy a dar dos alternativas dado que no aceptas mi amistad, la primera; Hoy comeré una sabrosa carne de caballo, y no tienes idea de cuánto deseo comer carne con tantos días de insectos y gusanos o dos; puedes dejarme montar. Decide pronto, que ya hace hambrecita.

Sobando su panza y mostrando su puntiagudos colmillos como esperando que hiciera lo primero, Lion-O miró al caballo con sus ojos azules y una sonrisa un tanto diabólica, lo que intimidó al pobre equino.

-Eso es, todos parecen preferir a un tirano en sus vidas que a un tonto de buen corazón, excepto claro, cuando ya lo tienen encima. ¡Vamos! Y dándole con la fusta sin contenerse, hizo que el animal avanzara sin que esta vez lanzara un sólo quejido.

####

Al regresar con el grupo, Lion-O se dio cuenta que todo mundo estaba muy silencioso, aunque Tygra era el único con una expresión feliz. Wily Kit y Wily Kat intentaron llegar hasta el caballo pero este dio un golpe con la pezuña de su pata derecha, advirtiéndoles de no acercarse, de un salto se posaron en los hombros de Panthro, gruñéndole como posesos, aunque el animal bufó despectivamente.

-A menos que quieran que los lagartos pongan un pueblo, sugiero que nos vayamos ¿O debemos esperar hasta que se sienta en sus cabales alteza? Cheetara aferrando su bastón, fue la primera que con una cara larga se puso en la entrada del tanque, Lion-O por un momento tuvo el temor de que esa fiera de mujer le dejara caer un bastonazo en la cabeza, pero él tenía otra idea.

En silencio avanzaron mientras ella daba de golpes en el piso hasta que el joven rey agitó la brida de su caballo, mismo que se resistió porque pensaba que allí le darían una encerrona.

-No voy a ir con ustedes.

-¡¿Ahh?! La declaración les tomó a todos por sorpresa.

-¿Que, qué...? Cheetara con el rostro desencajado se acercó a joven rey.

-Creo que es momento que tomemos caminos separados. Fue la sentencia que hizo que Cheetara se tragara su enojo e hiciera a los otros verle a la cara.

-¡Qué no vas a venir! ¿Qué rayos significa eso? ¿Y por ciento, para qué demonios quieres a esa bestia, no me digas…? Tygra habló por todos, pero fue Cheetara la que avanzó hacia él.

-¿Quieres decir que te has cansado de nosotros?, ¿es eso? Ya no soportas que no actuemos como tu infantil carácter nos marca, si deseas que sacrifique a tu hermano, a todos los que te han seguido hasta este sitio por un capricho, bien, pero vas a vivir con las consec… Lion-O alzó la mano con los dedos índice y anular formando una “V”, aunque luego parecía un “II”.

-¡¿Qué?!

-Dos días

-¿Dos días qué?

-Regresaré dentro de dos días, buscaré con la espada otro camino, uno por debajo de la montaña.
Cheetara se quedó helada en su sitio con los ojos desencajados y la boca abierta en una postura graciosa, el resto del grupo miró hacia un lado, salvo Tygra que veía a donde iba.

-Ya... te he dicho que es absurdo, vas a arriesgar la vida por una…

-¡Dos días!

-¡Lion-O espera! Pero el chico no esperó y dando la vuelta, arrancó a todo galope en dirección del camino de las caravanas de los wolos.

-¡Ay cielos, ese chico nos va a matar de un susto un día! Dijo Wily Kit echándose a reír, viendo la reacción de Cheetara abriendo sus ojos.

-No podría decirlo mejor hermanita. Respondió Wily Kat chocando sus puños mientras la clérigo le apretaba del cuello.

Fin parte 2 de 5


4 comentarios:

  1. ajajjaaj excelente cap...realmente muy esperado....hay muchos cambios, y siento que la historia ahora va mas oscura genial...conti conti

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    1. Pues una disculpa por la demora, me compré el Thundertank para hacer el dibujo de arriba y otros que utilizaré como modelo, todavía tengo que comprar algunos personajes ya tengo a la mayoría, espero así tardar menos.

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  2. Esta muy bueno lo esperava aunque deberias reconsiderar de hacerle un harem a Lion-O el pobre leon esta cada vez peor en serio en este capitulo nadie lo respetaba, solo algunos perros. harem,harem,harem, no muy grande con unas 4 chicas mas que suficiente asi no se centira solo xD.

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Algunas cuestiones de lógica de la serie original pueden sugerirse en este espacio indicando la página.

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