Translate

viernes, 27 de septiembre de 2013

Capitulo 1, Episodio 27: El último clérigo (2 de 5)

Disculpen la larga demora, espero ser más eficaz, recientemente adquirí casi toda la colección de los Thundercats para usarlos de referencia para este fanfic, así que espero ser más rápido en el tema.


"La ciudad muerta"

Límites desérticos de Shangri-la 140 km al oeste de Avista

La cordillera de Shangri-la era una región basta y dura de transitar, adornada por sinuosos caminos y frondosos árboles, en ella se alzaban peligrosos trayectos a los desiertos continentales del Tercer Planeta, con la decadencia de la región sumida en continuas guerra, quedaron olvidados en la memoria del tiempo.

Un lugar inhóspito lleno de pendientes traicioneras, que una vez fueran cinceladas por el paso de grandes caravanas que soportasen el endurecido terreno rocoso de basalto y sus traicioneras pendientes de hondos precipicios.

A sus pies yacían los restos de la ciudad muerta, la ciudad sin nombre, que una vez fue erigida en toda la cordillera, tragada por el paso de los años por el denso follaje de los bosques que descendían a los valles del sur y que escalaban los montes del norte hasta perderse en la eternas arenas de la desesperanza, donde las enormes rocas ígneas se erosionaban por el choque de poderosos vientos fríos y calientes que se encontraba en ese preciso punto.

Una vez se entraban en sus interminables grutas, poco o nada se podía hacer si se extraviaba de ellas.
La paz de esos parajes solitarios fue eclipsada por el movimiento de vehículos venidos del sur, que en un sepulcral silencio se desplazaban flotando a menos de un metro del suelo, con tan mala suerte a veces, que un mal movimiento se precipitaban por escoriadas horadaciones en la tierra tragándose en el acto decenas de lagartos que gritaban desgarradoramente.

En el denso follaje de una de las laderas, se asomaban unos binoculares adornados por un destello color azul de las pupilas del posiblemente último miembro de la tribu de los leones, Lion-O, Señor de los ThunderCats y defenestrado rey de la extinta Thundera.

Su hermano, el príncipe Tygra, señaló a uno de los vehículos apuntando con su rifle de plasma, parecían esclavos de algún tipo, el joven rey no estaba seguro e hizo una seña con la mano ¿presentía una trampa o simplemente mostraba nuevamente su inseguridad? Nadie lo sabía, Cheetara le puso una mano en el hombro, él le miro recelosamente y continuó mirando.

-Si no estás seguro, vámonos Lion-O. Le dijo con su usual tono amable, aunque no sin un dejo de duda.

Tygra se perturbó ligeramente por el gesto de apoyo al obcecado de su hermano, se quedó firme en su sitio conteniendo su enojo.

Sobre la plataforma de una de las naves, un lagarto de cuerpo corpulento y cuello corto, pateó a uno de los esclavos, únicamente se les veía las orejas peludas, fuera de eso, era difícil saber si eran thunderianos, el esclavo ocultó sus pies bajo un andrajosa y gruesa capa de tela sin emitir quejido alguno.

Las señales con espejos podían apreciarse en los riscos a ambos lados del camino, delatando la posición de los lagartos que protegían con francotiradores el convoy.

Una cosa le llamó poderosamente la atención a Lion-O, era la primera vez que veían lagartos encadenados en las plataformas de las naves, exhibidos con las marcas de los traidores, muchos de ellos atados sobre largas vigas metálicas soldadas a la proa.

-¡Lion-O! ¿A qué demonios estás esperando? Casi susurrando, el príncipe siguió con la mira telescópica apuntada a la frente del lagarto que con su rifle a contraluz, era incapaz de verles, pero la clérigo hizo que bajara el arma.

“Un completo desperdicio”, pensó Tygra; encontraron ese lugar por pura casualidad, un camino secreto que pasaba por debajo de sus narices, siendo usado para el transporte de tropas, insumos y provisiones importantes por los ejércitos invasores que asolaban la región Septentrional y las tierras Ecuatoriales en busca de ingentes cantidades de Thundrillium para refinar.

Tal era su sed de provisiones y combustible, que los pueblos neutrales fueron obligados a pagarles tributos, ya sea con parte de su cosecha, el oro de los impuestos y desde luego, levantando a cientos y cientos de esclavos que habían obligado al desplazamiento de los pueblos cercanos al desierto y sus arenas movedizas. Si muchos de estos pueblos se regocijaron de la caída de Thundera, el nuevo amo era inmisericorde, tanto como para añorar los años de relativa tranquilidad, en que la bota de Thundera estaba sobre sus cuellos, una bota que pesaba cada día menos, pues agonizaba como su influencia, producto de las continuas guerras con perros, lagartos y entre los mismos felinos, que le hizo perder casi la novena parte de su territorio en el gris gobierno del rey Claudus.

En ese período de tiempo, las noticias de ataques a los reinos neutrales se conocían en todo el continente, habían caído en manos de los generales del Señor Oscuro; como le llamaban a cadavérico ser, que se paseaba a sus anchas por el Tercer Planeta, imponiendo su dominio y asegurándose de mermar el apoyo de futuros aliados del fugado sucesor de la Casa de Claudus y la reina Leona.

El cambio de los vientos se sentía en el ambiente y eso había ayudado a Avista a lograr mejores tratos de los wolos y otros comerciantes ávidos por protección, por no decir que la creciente enemistad de los habitantes de los territorios baldíos a base de crueldad y malos tratos, rendían sus frutos; pues las naves de estos reptiles mostraban sendas marcas de ataques, algunos transportes llevaban los cadáveres de lagartos envueltos en mantas amarillentas sobre sus toldos.

La guerra no era más que una marcha militar, tanto así que los refugiados thunderianos se dispersaron de camino a Thundera, donde les esperaban las tropas de asalto de los lagartos, mismos que demoraban cada vez más tiempo en regresar sobre sus pasos para contener a los rebeldes que pululaban todo el oriente del continente.

En doce meses de conflicto ininterrumpido, los lagartos no habían establecido un reino en las tierras del sur y las tierras que obtuvieron para la cosecha, se llenaban de maleza, prefiriendo el saqueo y la rapiña.

Se rumoreaba que habían erigido una ciudad en las antiguas ruinas de Lizarnia la Grande, desplazando en un feroz ataque a la famosa ciudad portuaria de los simios y peleando con los piratas por el control de los mares, eso desató reyertas entre las tribus controladas por Slithe y su locos generales, quienes se negaban a perseguir a un rey derrotado que pese a su poder, no parecía ser capaz de nada más que huir, tribus en las cuales la verdadera situación de lo que ocurría en el sur del continente era escaso, como para no saber que habían sufrido una fuerte derrota, muchos de ellos portaban largos tubos que caían por sus narices, así que no todos eran ignorantes de su situación.

Esas guerras por el dominio de una porción del continente rica en minerales había consumido los recursos de un ejército no muy distinto a una horda desorganizada de rufianes con armas poderosas
Hacía una semana atrás que una de las aves les alertó de la presencia de los lagartos cuando recolectaba insectos para criarlos en los invernaderos de la ciudad de Avista, dicha ruta se dirigían a una zona de interminables cavernas subterráneas, guareciéndoles en sus oscuros pasadizos, lejos de cualquier potencial atacante y con razón, porque rastrearles fue espantosamente difícil como peligroso, así lo atestiguaban el elevado número de heridos entre las aves y los perros que en el mejor de los casos se fracturaban las patas.

Las naves de los reptiles cargaban tanto combustible que no podían volar demasiado alto, ni desplazarse demasiado rápido, eran un objetivo demasiado apetecible para dejarlo ir, sin embargo era la tercera vez que sucedía.

Lion-O dudaba y eso le había hecho perder gran parte de la popularidad que había ganado defendiendo Avista, la gente prefería pensar que había sido una solitaria nave de Avista que lanzó un gas nervioso desconocido, la responsable de la victoria, que un pequeño rey león indeciso, más cuando el origen de esa falta de arrojo se debía a un enredo amoroso.

-¡¿A qué demonios estas esperando?! Repitió su hermano crispando los nervios de las aves, quienes aferraban sus armas como una águila a su presa.

El joven rey se detuvo a pensar unos momentos y echó un vistazo a Panthro en busca de apoyo, el general pareció decepcionado, aunque finalmente decidió estar del lado de su señor e ignorando los cuchicheos que se escucharon, asintió con la cabeza.

"Retirada" Alzó el puño cerrado la pantera, seguidamente le dio una palmada a los cachorros, Dobo, el gladiador, con gruñidos parecidos a los de un oso advirtió a sus guerreros replegarse, siendo imitado por los voluntarios de Avista.

Subieron las pendientes en silencio para regresar a casa, conteniendo la respiración cuando Lion-O resbaló torpemente, pateando accidentalmente una piedra, la cual, rebotó amenazando con caer por la pendiente y descubrir su posición.

-¡Rayos! Lion-O se quejó por su mala fortuna.

¡Frurrummm!

-¡La tengo! Panthro estiró su brazo neumático varios metros y tomó la piedra entre sus dedos mecánicos, debajo de él un lagarto alzó la vista, pero no fue capaz de ver nada.

Se arrastraron hasta que todo estuvo despejado, escalando para bajar nuevamente por el accidentado terreno, Cheetara le ofreció la mano a Lion-O, quien a pesar de la dificultad que le representaban los escarpados, no aceptó su ayuda.

-Gracias, puedo hacerlo sólo, dijo en un tono monótono dedicándole una mirada fría.

-Pues no lo parece niño desagradecido. Tygra le dio un fuerte puñetazo en el hombro con hastío sin que Lion-O se defendiera. Los perros miraban con un poco de asombro por la manera en que el tigre se dirigía al joven león que calificaba de su rey.

-Por favor, no hagas esas cosas Tygra, no es bueno para la credibilidad de Lion-O. Le dijo la clérigo, quien a pesar de su expresión reprobatoria, mostraba un aire intranquilo, de nada sirvió el interés que mostraba al rey intentando apoyarle, pues lo que quería Lion-O era algo en lo que ninguno de de su grupo estaba de acuerdo, su distancia siguió incrementándose hasta el punto en pasaban días sin hablarse o verse, le trataba de manera cortante y eso le sacaba quicio a Tygra, quien trataba de protegerle o celarle innecesariamente si ella insistía demasiado.

Lion-O, poseído por una depresión y la tristeza creciente, se despertaba abruptamente en medio de la noche gritando y sollozando hasta darse cuenta que únicamente había tenido un sueño.

Según les contó noches después el joven rey, era un pesadilla recurrente en la que su padre, envuelto en lamentos, suplicaba por perdón para que le liberasen de una oscura prisión de la que se le podían ver sus gruesos brazos emerger intentando alcanzar la luz, Pumyra entonces llegaba con un cuchillo de hoja negra con la que trató de asesinarle, hasta que Lion-O se encontró frente a ella con su espada desenfundada lista para detenerla, enterrándosela en el vientre, que momentos después moría en una horrible agonía entre sus brazos, Cheetara y Anet estaban de acuerdo en que era una premonición.

Anet le dijo que Claudus representaba a Thundera y Pumyra el odio que acechaba su futuro, la espada de Lion-O representaba una decisión dolorosa pero necesaria, Tygra inmediatamente asumió sin dobles lecturas que Lion-O debía hacerse cargo de Pumyra, una cosa que a su hermano sólo de pensarlo le causaba mucho dolor y le llenaban de demasiadas dudas, porque aunque él no quería aceptarlo y pese a lo mucho que le dolió su traición, deseaba salvar genuinamente a Pumyra.

Recorrieron un largo trecho hasta el lugar donde los elefantes Anet y Aburn meditaban alzando sus largas trompas, mismas que podían sentir las vibraciones a decenas de kilómetros a su alrededor, mostrando una perfecta postura de meditación de loto.

Los cachorros como Panthro y Cheetara se acercaron atrayendo a los líderes del consejo de Avista y los gladiadores de la ciudad de los perros o ciudad de Khan, al que los felinos nunca se referían por su nombre, pues rememoraban al Gran Khan, el más poderoso líder de la jauría de los chacales, que mil años atrás había provocado una de las mayores derrotas de Thundera, arrebatándoles el desierto y largas porciones de pantanos, así que los perros no estaba impacientes por traer esas viejas rencillas del pasado.

Los canes eran muy leales una vez encontraban un líder que consideraban poderoso y justo, Dobo había visto una prueba del poder genuina de joven león y pese a las reticencias y creciente incertidumbre de sus subalternos, parecía ser el único que apoyaba al felino de forma sólida, aunque su manera de hacerlo distaba de lo que una persona pudiese calificar de amistosa, poniendo a sus perros para formar un muro de separación entre él y su grupo, sabiendo lo que sucedería a continuación.

Y es que Tygra, aprovechando el descuido de Cheetara detuvo a Lion-O, tenía un molesto orgullo y no importaba si era su hermano, ofender a su mujer estaba fuera de los límites, así que le dio donde más le dolía.

-¡¿Qué demonios te pasa?! ¿Por qué ordenaste la retirada? No entiendo porqué te portas como un niño, esa traidora no lo vale.

-No he dicho que lo haga por ella, así que déjame en paz. Le respondió con murmuraciones, evidentemente mentía.

-¿O si no qué?, ¿vas a empezar con otro de tus teatritos?, estás llamando la atención como hacías antes, cando manipulabas a nuestro padre, tu terquedad un día va a hacer que uno de nosotros muera en manos de esa bruja. Lion-O intentó avanzar, pero en el forcejeo era evidente que no ganaría nadie si se alzaba la voz.

-Dijiste que me seguirías a donde fuera ¿esto lo máximo a lo que has llegado?

-No saques esto de contexto, no es mi culpa que no puedas aceptar lo evidente sin usar la espada.

-¿Evidente? No hay nada evidente aquí, todos fuimos engañados.

-Habla por tí, sabía que esa chica era una manzana podrida, apostaría la espada a que nunca hubo nada real entre ella y nosotros.

-Seguramente lo sabes, en vista de que ya la apostaste una vez. De un movimiento rápido, finalmente se deshizo de su agarre y avanzó hasta Anet, siendo dejado pasar por el muro de perros en torno a él.

Tygra con ambos brazos daba un manotazo al aire cansado del berrinche del joven rey al ser observado fijamente por la clérigo.

-¿Has encontrado algo?

-No puedo asegurar que sean lagartos o naves, únicamente que hay un grupo numeroso de personas apostadas al otro lado del risco, siento las vibraciones de sus herramientas, aunque es curioso, es como el sonido producido al picar la piedra. Anet alzó la trompa ajustando su capacidad de detección.

-¡¿No se los dije?! Es una trampa. Lion-O dijo con optimismo.

-Esto no significa que haya naves esperando por una emboscada cabeza hueca, es una región de mineros y forajidos. Y pensar que hemos perdido días valiosos en una mera corazonada... Tygra bufó humo de su boca.

Horus rodeado de varias aves del consejo de Avista parecía desencantado y no ocultaban su falta de confianza en el rey.

-Yo no estoy de acuerdo con las maneras de Tygra, pero si te soy sincero, esta es una forma efectiva de cortar una de sus rutas principales de abastecimiento, abarca todo el Este y fuera de los pasos de la cordillera, si damos un buen golpe aquí, podremos respirar sin una soga al cuello permanente y los flancos de ataque se reducirían sensiblemente. Panthro se expresó seguro del plan de Tygra sin un tono petulante.

-Sigo pensando que no es una buena idea, debemos ser cuidadosos en este caso, ellos usan esta ruta para evitar las emboscadas, así que vigilarlos y trazar un plan de acción debe tener prioridad sobre…

-No digas estupideces, la única razón por la que no nos atacan es por tu causa, piensan que eres una clase de monstruo salido del infierno, cuando esos supersticiosos pierdan el miedo nos darán nuestro merecido y todo porque no eres capaz de atacar a esa ridícula traidora. Tygra le interrumpió sin mucho tacto en delante de todos.

Cheetara le jaló del brazo levemente y Panthro como los cachorros no parecían muy contentos.

-¡¿Qué?! ¿Es que ya se les olvidó lo que platicamos ayer? Ustedes estaban de acuerdo, no lo negarán ¿verdad? Cheetara, Panthro y los cachorros alzaron las manos negándolo todo.

-¿De qué estás hablando?, ¿cual plática? Si hubo una plática, Lion-O no estuvo invitado y eso le sorprendió, la verdad es que su gente pensaba darle su espacio, pero después de tanto tiempo de inactividad no se sentían a gusto, pensaban que sería sano continuar su viaje, pues las aves ya podían valerse por sí solas.

-¡Fua! Has hecho tu santa voluntad estas semanas y no nos hemos quejado, pero ya es demasiado luto, tenemos una misión y no podemos seguir así… en un duelo constante por ti, atacamos o nos vamos. Lion-O fue arrinconado por las palabras de su hermano, no se había dado cuenta de lo que se construía a sus espaldas, se quedó pensativo y luego de unos segundos les miró al rostro.

-¿Es lo que opinan todos? Nadie le respondió a pesar de ello en sus caras se veía la respuesta.
Khamai escuchaba muy atentamente y registraba los movimientos de sus enemigos con sus vivarachos ojos que daban la impresión de ser dos motas rojas diminutas, uno de los pequeños le miró por un momento, hasta que esos dos puntos rojos desaparecieron.

El chico dio un salto hacia atrás.

-¿Qué sucede? Le dijo Lion-O.

-No lo sé. La frase era enigmática para el mismo cachorro, Lion-O no creyó que estuviese tonteando, "no lo sé" podría ser cualquier cosa, lo que fuera estaba cerca, escuchó un leve aleteo de las largas hojas de aquellos árboles, tal si fuera un brisa movida por el viento.

-Si… no lo sabes no es tiempo de tontear, regresemos a casa. Le instó para que se subiera en su deslizador y continuara.

El camaleón bajaba en silencio por la barranca y siguió por varios kilómetros hasta dar con una gruta apenas visible, protegida por sombras intensas.

-¿Y bien, cuando será? Le dijo un corpulento lagarto con unas hombreras llenas de puntas de acero, un rastreador de nombre Sauro.

-Je, a lo sumo… tres días, no sabrán ni que les pegó, les dije que picarían.

-Asumir es un riesgo innecesario, ese imbécil de Slithe ha ordenado abrir aún más las líneas del frente al Oeste y sin suministros yo no me pondría muy contento, si no tenemos soldados suficientes será un problema.

Kask era el líder de ese grupo de destacados soldados élite de las tres tribus más numerosas de los lagartos, era muy cauto luego de que el general Slithe estuvo a punto de mandarlos al otro mundo devorados por el fuego de las llamas, Khamai sabía que ellos tenían un buen tiro.

-Es una emboscada perfecta viejo, deberías dejar de quejarte, si hacemos esto nos libraremos de estos viajes de una vez por todas. Únicamente un ataque aéreo en ese sitio tan cerrado y adiós gatitos.

-Mientras seas tú quien vaya en el señuelo.

-¿Por qué? No eras acaso la mano derecha del teniente.

-Cuida el pico Khamai o servirás de postre para Sauro, si fallamos ese miserable nos dejará por nuestra cuenta como lo hizo la última vez.

-Slithe tiene que pagarnos más, pero es un pobre diablo, aplastamos a los thunderianos únicamente para que pusiera a uno de ellos al frente y luego de que este desapareció, llegaron esos dos locos.

Sauro devoraba los restos irreconocibles de algún ser que se puso en el camino de su robusta quijada.

-Trata de impresionar a su jefe, mientras tanto nosotros estamos en la indigencia, antes estábamos mal, hoy ni la comida que recolectamos es nuestra, por eso viejo debemos atacar Avista, han acumulado mucho alimento y el invierno está a la vuelta de la esquina.

-Eres un optimista, no quieren lanzar un ataque, están planeando algo, ese monstruo que todo lo ve lo hace a nuestras espaldas.

-Un descuido lo tienen cualquiera, digamos que las cosas se nos fueron de las manos, un pequeño grupo puede hacer la tarea, si quieren Avista indemne que se la queden, limitémonos al botín.

Khamai estaba tentando a su jefe, no era el único y si no podían tomar la comida que transportaban a Lizarnia, los motines no dejarían de sucederse, mirando a sus dos subalternos finalmente cedió.

-No quiero ver mi nombre en esto, si eres capturado por cualquiera de los dos bandos, será mejor que reces porque nadie irá a por ti.

-Es justo.

####

Ruinas de construcciones desconocidas
20 kilómetros al este de Avista

Tygra tenía clara su idea táctica, sabía que ese sitio debía ser destruido y él deseaba dirigir el ataque personalmente sin preocupación del costo o los recursos empleados, nunca había tenido tropas bajo su mando, sería una oportunidad única de mostrarse en el campo de batalla.

Dibujaba sobre el terreno con los mapas que había dibujado un cartógrafo de las aves y con tiza roja y negra señalaba las tropas enemigas y aliadas.

-Supongamos que lo que dice Lion-O es cierto, el principal obstáculo serán las aeronaves de apoyo, así que debemos destruir el paso de caravanas antes de un posible contraataque, en estos sitios hay lagartos apostados con armas ligeras y visores térmicos por lo que vi con mi rifle, imagino que para evitar habilidades como la mía, posiblemente dos torretas pesadas en las pendientes de esta área, lo único que queda es atacar con bombas de humo y explosivos, minar el puente y la entrada de la caverna, distrayéndoles tanto como sea posible por el flanco derecho y luego retirarnos, si bien nos va, dejaremos un montón de muertos y sus líneas de abastecimiento completamente desorganizadas.

-Sólo no te olvides del thundrillium, si nos hacemos con algunos de esos contenedores podremos tener combustible suficiente para ese ridículo tanque felino. Era sorprendente que Panthro se refiriera así a su tanque, pero cuando no estaba cerca de los berbils mostraba su desagrado.

-Eso únicamente nos retrasaría, para sacar el thundrillium debemos recorrer una larga vereda expuesta y si esas naves están allí… podrían atacarnos indiscriminadamente, el tanque puede esperar.

-Tal vez el tanque puede esperar, Avista no, sin ese combustible la ciudad no podrá despegar. Recalcó la pantera.

-El tiempo que emplearíamos sería demasiado y de tomar los vehículos, estaríamos expuestos a un zona demasiado visible, si hacen una contraofensiva aérea será un desastre. Cheetara señaló el lugar protegido por una ladera montañosa en el mapa en algún punto de esos terrenos escarpados.

-Ya veo, cuando conviene hablar de las naves de respaldo, podemos hacerlo. Panthro se quejó.

-Si es lo único que tenemos y necesitamos el combustible, debemos encontrar un camino mejor, si usamos esos pasajes subterráneos… respondió Lion-O, su hermano le miró como un bicho raro y le interrumpió groseramente.

-¡Eso sólo nos quitaría más tiempo! Debemos hacerlo cuando todavía no ponen a tantos vigías, en este día no hemos podido acercarnos tanto como la primera vez.

-¿Y qué pasa con los prisioneros? Si Lion-O tiene razón podrían haber thunderianos entre ellos, Cheetara acarició la cabeza de Wily Kat, quien llevaba en sus brazos a Snarf, quien se recuperó rápidamente de su heridas a un ritmo mucho mayor que la del mismo Lion-O, quien todavía tenía cicatrices.

-Puede ser un engaño Kat para ponernos una emboscada o rehenes para protegerse de un ataque, ya lo han hecho antes. Dijo la clérigo que no olvidaba el tipo de tácticas usadas por los lagartos que casi acaban con los tres cuando por su cuenta el rey quiso atacar solo, donde ya le esperaban los nuevos generales de ese ejército de monstruos.

-Las potenciales bajas pueden ser muy elevadas, creo que deberíamos esperar. Lion-O insistía.

-¿Es que no lo entiendes? No has estado nunca en el ejército, no tienes idea de estrategia, aún así ya deberías saber el valor de una acción rápida y decidida.

-¿Y qué tiene que ver eso con salvar vidas?

-Porque si ese es el caso, no podemos hacer nada sin un ataque directo a gran escala, este es un sitio muy cerrado, pelear será muy difícil y si estamos aquí cuando sus aliados lleguen… seremos nosotros los que estaremos en peligro. Reflexionó Cheetara con una mueca del felino que veía en ella a un perro faldero de su hermano.

-Pensaremos en como rescatarles una vez los lagartos busquen otro camino. Exclamó Tygra, que en el fondo había conseguido el apoyo de las aves o al menos de la facción más importante.

-Claro, si es que los lagartos no deciden ejecutarlos primero.

-Tú únicamente temes que la amante de esa momia salga herida, deberías madurar de una maldita vez. Tygra asumió una postura de reprobación.

-No le he mencionado ¿o sí?, aunque si es capaz de usar a nuestros propios compatriotas como rehenes, con más razón no podemos aventurarnos sin estar seguros.

-Si únicamente te preocupara Thundera no habría ningún problema, pero tienes miedo de enfrentarle, miedo de realizar tu papel como es debido y eso no es digno de un rey, es una traidora.

-¡Cállate! Es Mumm-Ra quien le manipula, ella no es responsable de sus actos.

-Estas completamente fuera de tus cabales, tú mismo estabas de acuerdo en que ella era una amenaza, decías que le odiabas ¿qué te ha pasado?, por eso padre estaba avergonzado de ti, eres un completo idiota. Lion-O se lanzó furioso contra su hermano, este le repelió de una patada hasta que ambos se conectaron a puñetazos.

-Chicos, chicos por favor, Dobo, Panthro, Cheetara, incluso el pequeño Snarf les separaron, los cachorros como los elefantes se quedaron pasmados.

-Sé que no ha sido fácil, pero debemos mantenernos fríos; Tygra, si vamos a hacer esto debemos explorar todas las posibilidades y no atacar sólo porque sí, Lion-O, yo me siento igual de mal por lo que ocurrió con Pumyra, todos lo hacemos por ti, sin embargo, debes aceptar que nos traicionó por Mumm-Ra, tratar de postergar por demasiado tiempo este ataque se puede volver en nuestra contra.

Cheetara puso su mano sobre el hombro de Lion-O, él se liberó de las manos de Panthro con enojo.

-¡Muy bien!, ¿quieren hacerlo? ¡Adelante! Si ya lo han decidido a mis espaldas no veo la necesidad de consultar nada, sólo déjenme tranquilo de una buena vez.

-Lion-O, no es de eso de lo que se… Lion-O se alejó de ellos enojado. Tygra alzó la mirada y bufó con enojo.

-Es un tonto que siempre hace las cosas así, nunca escucha, por eso le salen las cosas tan mal.

-Siendo su hermano podrías apoyarle más. Panthro cruzado de brazos era mirado fijamente por Dobo, que en todo ese tiempo había guardado silencio y luego a Bejira, su lugarteniente, un viejo perro de abultado pelaje que ocultaba sus redondos ojos negros, quien en su tiempo llegó a ser uno de los mejores gladiadores de la venerable arena de la ciudad de los perros y que recientemente había sido mandado a traer para ayudar a entrenar a las aves voluntarias.

-No soy yo quien se porta como un niño.

-Cortemos con esto y regresemos al campamento, sería peligroso permanecer aquí si cambia la dirección del viento, muchos lagartos son buenos olfateadores. Panthro que dudaba de haber hecho lo correcto no sabía si.

-Qué remedio, ya hablaremos luego... siento haberles hecho “perder el tiempo”, sobre todo a ustedes amigos elefantes, ¿no es verdad Cheetara? ¿Cheetara? Tygra esperaba que Lion-O lo escuchara, pero él y Cheetara habían desaparecido, los cachorros y Snarf se lo tomaron como otra de sus habituales peleas, así que después de un buen susto, estaban de vuelta con su carácter risueño y despreocupado.

####

Tygra se paseaba de un lado a otro con una cara llena de frustración buscando disimuladamente en cada rincón.

Panthro tomó su rifle y se preparó para marchar siendo seguido por los cachorros, las aves no esperaban a nadie para regresar a su casa y se adelantaron varios kilómetros pese a las recomendaciones de Panthro de que sería más cansado para ellos dado que no podían volar sin arriesgarse a ser delatados. Wily Kit se volteó a mirar a Aburn y Anet, quienes padecían el cansado viaje de regreso, de unos saltos se montó en la espalda del líder de los paquidermos.

-Puedo llevarles en la bolsa si quieren, ella guiñó un ojo mostrando la bolsa mágica sin fondo requisada al mapache Tookit, con la que el ladrón robaba a los pobladores de la ciudad de los perros.

-Te lo agradezco pequeña amiga, pese a ser una manera simple de mover objetos, el aire no parece venir incluido en el paquete. Se quejó Aburn.

-Tal vez necesite de unas cuantas plantitas, le daré una del tipo relajante a Lion-O, dijo la gatita que saltaba entre las rocas con mucha vitalidad hasta subirse a la cabeza de Aburn.

Delante de ellos, Cheetara no siguió el consejo de Tygra de dejar que Lion-O acomodase sus ideas, deseaba ayudarle a superarlo, porque de otra manera se cerraría aún más, Snarf no parecía demasiado preocupado, prefería mantener su distancia durmiendo en la bolsa de viaje de Wily Kat, Lion-O demostró ser una persona demasiado introvertida y terca, cuando se cerraba lo hacía con bastante empeño sin detenerse a pensar si lo que hacía era bueno o malo.

-¿Qué pasará con el Feliner? Cheetara se dirigió al joven rey que traba de dejarle atrás, pero era tan malo escalando, que le tomó en sus brazos cuando este amenazaba con resbalarse, aunque le ponía muy difícil la tarea.

-A menos que tengas una guardada en esa bolsa de los cachorros, tendremos que buscar entre la chatarra o esperar a que los Berbils construyan otra, la que perdimos parecía ser la única intacta y sin Thundrillium estamos como al principio, pero ya que no lo necesitan, no veo para que ocuparse de construir una nave para el entretenimiento de Tygra.

-¿No te estás tomando esto del plan muy personal? Es obvio que necesitamos una nave.

-Aún si la construyésemos, está el problema del alma de datos que mencionó Ro-Bear-Bill, no basta con construir un Feliner o ponerle energía, parece que después de todo, esas chatarras poseen un alma de alguna clase.

-Pues entonces deberíamos pedirle a ese ser llamado Soul Server que nos haga un alma de datos para el Feliner, esa es su especialidad ¿no recuerdas lo que hizo con Tygra?, además, esa hojalata nos debe un tanque. Panthro, quien cerrando los ojos subió la pronunciada pendiente, recordó a ese monstruoso ser cibernético obligado a vivir eternamente como una máquina, no sin un escalofrió.

-Si por deberíamos te refieres a ti… buena suerte con eso, seguía resentido por que le obligué a que dejara libre a los espíritus de su familia, cuando le pedí que me ayudara a sacar la nave, poco faltó para que nos lanzara a sus Necromecas.

-Aún así lo conseguiste, deberías creer más en tu propia fuerza de voluntad. Cheetara presumió su argumento a favor de Lion-O, algo que él no apreció en absoluto, la clérigo insistía en lo mismo cada vez, así que el felino empezaba a evitarla con la misma proporción.

Tygra apareció inmediatamente después, como alguien que había sido dejado solo en el altar, quien seguía en una actitud insoportable para Lion-O, fingiendo que ayudaba desinteresadamente a los rezagados para molestarle, que luego de unas horas, eran todas las aves que se quedaron rezagadas por el agotamiento, incluso detrás de los mismos elefantes. Lion-O desvió la cara con enojo y volvió con su pesimismo de siempre.

-Eres nuestro rey muchacho, que no se te olvide. Panthro soltó una bomba sin saberlo.

-Ja, solo cuando les conviene salen con eso, pero nada les cuesta hablar a mis espaldas.

-Lion-O, Panthro no lo dice con malas intenciones, el cree en ti, yo lo hago, creo en ti. Lion-o hizo una mueca aún más desagradable.

Tygra pensaba que la reacción de Cheetara parecía un tanto fingida, lo que no ayudaba a su hermano y le daba pie a humillarla, por eso se oponía a que lo hiciera.

-¡¿Qué?! ¿Saldrás de nuevo con tu discurso de que crees en mí? “Bah, ambos sabemos dónde terminaron tú y tu creencias férreas en mí”. Murmuró en voz apenas audible la última parte, Cheetara hizo una expresión amarga, así que Panthro, para cortar ese mal ambiente cambió de tema.

-L-Los Berbils… son buenos constructores, aunque últimamente no paran de equivocarse, ese tanque que construyeron es peor que si me montara en una roca.

-Si el Feliner no se hubiera quemado, especialmente la computadora de abordo, podrían haberla reparado, no deberías quejarte, por lo menos tienes un transporte. Lion-O, que demostraba su falta de interés en la tecnología, buscaba cualquier excusa para evadirse.

-Harían uno excelente con un poco de tiempo libre, si se los permitieras, dijo Panthro suspirando.

-No son nuestros sirvientes, ya es suficiente trabajo con la reparación de Avista, una nave completa les tomaría mucho tiempo con este nivel de energía y el desgaste de sus componentes debería preocuparte, por no decir que en poco tiempo estaremos volando en la ciudad hacia Thundera.

-Ja, eso si no lo arruinas primero. Se burlo Tygra.

-No hablo de una nave, algo más pequeño como mi tanque, este armatoste es horrendo y se avería constantemente, no vale el tiempo invertido en repararlo.

-En eso tiene la razón la panterita, los deslizadores ya no funcionan como al principio, los berbils dicen que no saben el motivo, aunque yo creo que han perdido sus habilidades por falta de energía. Wily Kat sobre un deslizador, recordó el enorme chichón que se hizo cuando su deslizador se apagó en pleno vuelo.

-Eso no me importa, una vez lleguemos a Thundera avanzaremos a la última piedra con o sin esos estúpidos trastos, toda esta basura tecnológica no vale los problemas que genera. Lo primero que haré cuando reconstruya Thundera y derrote a esa maldita momia, será prohibirla, estábamos mejor sin ella. Cheetara, Panthro y el cachorro pudieron apreciar una mirada llena de odio en los ojos del felino.

-Habla por ti, estas pistolas de plasma son geniales. Tygra intervino haciéndose visible.

-Confías en algo que te puede fallar en cualquier instante.

-Claro que no, yo siempre apuesto a lo seguro, Tygra besó a Cheetara en la mejilla y le recargó el brazo, Lion-O desvió la mirada e hizo un gesto burlón, pues Tygra hacía parecer que las palabras de Lion-O se dirigían a ella.

-Niños, ustedes sí que deben trabajar su relación de hermanos, la pantera se lamentó, los dos tenían el interior de su cráneo lleno aire caliente evitando mirarse el uno al otro.

-No soy un niño, sino tu rey.

-Pues deberías portarte como tal, dijo Tygra bufando de enojo.

-¡¿Podrían echarnos una mano por aquí?! Dijo el rezagado elefante Aburn.

-Tienes suerte que te haya salvado Aburn, o sabrías de que hablo niño.

Tygra y Panthro regresaron sobre sus pasos y empujaron a ambos elefantes para ayudarles a subir las rocas más altas, Lion-O intentó imitarles, por desgracia no lo pasaba mejor.

-¡Oaaao! Lion-O se volvió a tropezar al bajar la pendiente y rebotó golpeándose estúpidamente.

-¡¡Lion-O!! Gritó Wily Kit, Cheetara, quien apenas logró agarrarle de la armadura, amortiguando levemente el golpe, Wily Kit, al notar el eco en el valle, cerró la boca.

Ya estaban lejos de los lagartos, así que no había mucho de qué preocuparse, aunque decir en voz alta el nombre del rey de Thundera parecía un riesgo muy elevado.

-¡Rayos! Lo que faltaba. El golpe fue tan duro que el faldón de su armadura se partió a la mitad completamente, se había abierto el brazo con el golpe, dejando caer una ligera hilera de sangre.

-Cielos amigo león, deberías entrenarte más. Dobo que fue quien finalmente le ayudó a incorporarse.

-No serviría de nada Dobo, nunca he sido especialmente bueno en estos terrenos rocosos.

-Curioso... viniendo de un felino.

-Y que lo digas, pero así son las cosas.

-No te ocupes tanto chico, así es con todos los leones, no son buenos trepadores. Dijo Bejira con su rugosa voz.

-¿Lo dices en serio? Lion-O se maravilló.

-En mi juventud conocí a algunos de tu “clase”, yo estoy viejo y prefiero estas sandalias con garras de acero, deberías hacer unas.

-Hmm, pues no sería una mala idea, los berbils podría ayudarme.

-No te hagas ilusiones niño, te aseguro que padre era increíblemente bueno trepando, tal vez esos leones era igual defectuosos que tú, se rió Tygra, mientras el chico avergonzado por la manera en que las aves le miraban, tuvo que atravesar por la vergüenza de volver a escalar solo.

-Siempre tienes que tenerla la última palabra ¿verdad Tygra? El chico saltó de una piedra a otra para demostrar que podría hacerlo.

-Bueno, por lo menos sabe saltar. Tygra dijo irónicamente.

-Te doy un consejo chico, deberías estar al tanto de que no es sabio retar constantemente a un león de su “tipo”, Cheetara y Panthro vieron que Tygra empezaba con su usual tónica pedante.

-No veo porque preocuparme, le he derrotado en cada encuentro… en todo salvo la corona.

-No me refiero a eso, pero como aliado… Dobo puso su garra sobre el hombre del can y apretando un poco hizo que se quedara callado.

-¿Alguien de su tipo? Cheetara preguntó deteniéndole bruscamente.

-Es un pequeño león, si no fuera por la espada estaría frito. Tygra continuó con su manera despectiva de referirse a las habilidades combativas de su hermano. Bejira se exasperó, porque claramente lo sabía, sabía quién era ese chico.

-Escuchen gatitos, soy un viejo gladiador, más que ningún otro y lo he visto con mis propios ojos, tal vez no lo noté al principio, pero las marcas son inequívocas para estos ojos cansados.

-¿De qué demonios estás hablando viejo perro?

-¡Detén esto Bejira! No te he traído para que te pongas a chochear. Dobo masculló a su viejo guardia y mentor.

Tygra alzó la vista y se burló cuando de un gruñido Dobo le indicó que no quería que dijese nada más, Cheetara juntó sus cejas en una expresión que mostraba que no le habían gustado para nada las palabras de aquel sujeto, más porque había visto algo en Lion-O que nadie más parecía reconocer.

-Y pensar que tenemos prisa, suspiró el tigre, Anet y Aburn esperaban colgados de una cuerda asida a poleas, jalando una campanilla hasta que se dignaran a ayudarles a subir.

####

El camino era agotador y Lion-O, quien remontó una larga pendiente se notaba agotado, Cheetara intentaba ayudarle manteniendo sus brazos abiertos o jalándole de la armadura, lo que hacía que Tygra se burlara con más fuerza de él.

-Puedo hacerlo solo.

-No es lo que veo...

-¡Suéltame he dicho! Lion-O jaló su brazo mostrándole una mirada llena de ira.

-Seguro Lion-O... dijo Cheetara bajando el brazo.

-¿Pero qué demonios te pasa? Tygra intervino defendiéndola, Cheetara no le permitió ir más adelante con su defensa.

-Yo… lo siento…, sigamos o no saldremos de este maldito lugar.

-Está bien, no te preocupes por eso. Respondió la clérigo en un tono calmado sin que él se detuviera a esperar su respuesta.

-Nuestro pequeño rey tiene un carácter bastante irascible últimamente ¿no?, dijo Dobo con un poco de desagrado. Panthro se rascó la cabeza.

-El chico tiene que reponerse, aceptar lo que pasó y hacer pagar a esa mentirosa por sus crímenes.

-Hmm, no creí que construyera lazos tan fuertes con esa miserable en tan poco tiempo, debo aceptar que yo también me siento mal por haber confiado en ella.

-Sólo necesita su espacio, ya se los dije, regresará a la normalidad con la primera felina que vea. Tygra con simpleza suprema minimizó la situación por su propia inseguridad.

-La traición es un sentimiento que deja profundas cicatrices, sé de lo que hablo, únicamente espero que pueda lidiar con ello y no sea consumido por el odio, dijo Dobo.

Cheetara hizo una mueca que mantuvo, no dijo una sola palabra escalando de un par de saltos sin usar su bastón.

-Pensé que le gustaría ayudarme con ese tanque que los berbils construyeron, pero lo detesta. Cuesta trabajo hacer que recoja una pequeña pieza de metal. Se la pasa deprimido buena parte del día y la otra persiguiendo a esas aves. Panthro se rascaba el cuero cabelludo para que con sus largos brazos neumáticos, se impulsara hacia adelante siguiendo a Tygra que tiraba las cuerdas a los elefantes.

-No creo que lo diga en serio. Prohibir la tecnología es una estupidez. Tygra recordó el enorme apego y afición de su hermano por lo mecánico.

-Para nada chico, es una de las razones por las que no quiere ir con Soul Sever, no tolera su presencia.

-Te digo que desde que tengo memoria ese niño siempre se ha vuelto loco con la tecnología, así que con el tiempo regresará a sus extravagancias de siempre. Tygra insistió.

-Un gran amor puede convertir en un gran odio de la noche a la mañana, deberían entenderlo en vista de lo que pasó con Pumyra, la tecnología ha sido responsable de la caída de su ciudad, así que no es de extrañar. Eso que dijo Dobo hizo que Cheetara observará con atención al rey que caminaba sin ver el aerodeslizador de Wily Kat, que venía haciéndose el tonto para llamarle la atención.

-Yo no he dicho que no le apoye, es mi hermano después de todo, pero se comporta como un niño y es un rey, por eso las aves me prefieren para dirigirles.

-Competir con Lion-O en este momento es como patear a alguien en el suelo.

-No estoy compitiendo con él General, es él quien todo lo toma como una competencia y asume que merece cosas sólo por ser rey sin haber luchado por nada en su vida, así es como se ha dañado a él mismo.

-En algo tiene razón el príncipe Tygra, tu rey ha perdido la confianza de las aves por sus inseguridades y eso no es bueno. Dobo no se mentía así mismo y sus palabras no se alejaban de la realidad.

-Se supone que estamos aquí para apoyarle.

-Si no mal recuerdo, fuiste tú quien dijo que Lion-O se había vuelto muy inseguro y que deberíamos ayudarle a dar el paso Cheetara, no estoy de acuerdo en la manera en que se ha expresado Tygra, pero tiene un punto; de una u otra manera Lion-O debe resolverlo, y si no quiere nuestra ayuda deber hacerlo a su manera, pero debe hacerlo.

-Hacer que se vuelva un asesino...

-Ya lo habíamos discutimos, Pumyra es una traidora, yo podría hacerlo, pero ¿y qué pasará cuando se presente otra Pumyra? Él debe tomar este asunto en sus manos ¿estamos de acuerdo? Tygra sentenció con seriedad.

Panthro fue condescendiente con la chica, aunque era claro que su postura era la misma.

-No lo sé, me sabe mal hacer esto a sus espalda.

-Es por su bien y si verdaderamente te preocupa, debes aceptarlo, que Pumyra no se convierta en su propio Grune. Panthro lo vio como un acto inevitable, así que no se puso a pensar en las consecuencias de sus acciones.

-Únicamente espero que cuando lo haga no pague con sus brazos, como tú con Grune. Dijo Cheetara que se sentía incómoda con esas amenazantes manos metálicas sobre su cuello.

-Yo tampoco pequeña, yo tampoco.

####

Campamento improvisado, horas después

Habían pasado varios días reconociendo la zona y se prepararon para marcharse cuando sus suministros se agotaron, por no decir que las caravanas de los wolos se alejaban más al este para vender sus productos en Avista y sin ellos no tenían nada que les ayudase a soportar una larga estadía.

Los elefantes se fueron primero completamente fatigados sobre las plataformas capturadas a los lagartos, seguido de los perros que parecían disfrutar bastante del viaje, mostrando sus lenguas al aire como el mismo Dobo, quien tuvo que cerrar la boca ante la mirada atónita de sus subordinados, las aves fueron partiendo intermitentemente, muchos se internaban en los bosques en dirección a los pueblos comprando provisiones a sus habitantes, la mayoría mostraban una enorme pobreza y desnutrición, pero estaba felices de poder hacer trueque con las aves que adquirían ingentes cantidades de insectos.

Panthro a su pesar, pasó una media hora adicional intentando arreglar la suspensión del motor de su vehículo con un grupo de pelotas metálicas que se desplazaban por la superficie de aquel armatoste compuesto de piezas recicladas.

-Si este maldito tanque no funciona… les juro que voy a cargarlo de explosivos y tiraré ese acceso por mi cuenta con él.

-Esperas demasiado de este trasto, no puede subir pendientes muy elevadas, imagínate una pendiente de cien metros de alto, je. Tygra dijo sumamente divertido. La Panthera pareció desfallecer al imaginar la altura, Ro-Bear-Bill le miraba intrigado con sus brillantes ojos cristalinos.

-¡Gulp! Pensándolo bien, voy a darle una segunda oportunidad, funcionará ¿verdad amiguito? Los cachorros se burlaron con el tigre sonoramente.

-¿Alguien sabe donde está Lion-O? Preguntó Cheetara que cargaba toda clase de hierbas curativas y olorosas que había comprado a los Bolkins del bosque cercano, donde muchos habitantes de las tierras baldías tenían sus pueblos, la mayoría eran nómadas y cada cierto tiempo dejaban sus pueblos para internarse al interior del continente.

-Mm, estaba aquí hace un rato, creo que debe estar en la segunda nave, seguía esa paloma despistada. Respondió Wily Kit que alimentaba a Snarf con pequeños peces asados muy salados que su hermano aborrecía, pero el animal se tragaba sin pensárselo dos veces.

-¿Sigue con eso? Pensé que hablarías con ese sujeto, Panthro dio una ojeada al príncipe Tygra que no iba a dejarlo en una respuesta corta.

-Ese tal Horus no quiere saber del tema, se lo he dicho a ese cabeza hueca, rogarle a esos cerebros de pájaros es rebajarse a su nivel.

-¿Qué es lo que quiere con ellos?

-No tengo idea, una persona… supongo.

-¿Una persona?, ¿un ave?

-No lo sé, ese pajarraco me dijo que el nombre que buscaba Lion-O era el mote de una tribu de aves, una clasificación que según ellos está en desuso.

-Mhh ¿puedo saber cuál es el nombre?

-¡¿Qué?! ¿Por qué querrías saber eso? Tygra puso sus penetrantes ojos sobre la clérigo que parecía pensar demasiado sus palabras.

-¿Acaso tengo que pedirte permiso cada vez?

-No es eso, pero…

-¿Pero qué? Cheetara alzó la voz. Panthro intercambiaba miradas con los cachorros, porque la manera en que Tygra se manejó, era como si le intentase decir que eso no era asunto suyo y dado que era una clérigo, nada más lejos de la realidad.

-¡Hmp! Era… una palabra en el idioma de las aves, la traducción es difícil, son sonidos guturales, ya sabes, chirridos, no serías capaz de reproducirlos si lo intensases. Atajó Panthro.

-¿No conocimos a muchas aves fuera de Vultaire y el consejo? Replicó la clérigo.

-Estuvo en el hospital, pudo conocer a cualquiera, es por eso que no veo caso a buscar una persona que pudo ser parte de sus delirios.

-La enfermera del hospital se llama Zira y conocemos a sus amigas, de hecho vinieron con nosotros en la nave médica, Wily Kit interrumpió a Tygra metiendo a Snarf en el tanque, durmiendo plácidamente acurrucado en su canasta.

-¡Orla! Busca a alguien llamado Orla. Wily Kat dijo en voz alta saltando al hombro de Panthro, que con sus brazos neumáticos lo alzó envuelto en una risa incontrolable.

-¿Y cómo sabes eso bola de pelo? Respondió Tygra.

-¿Ah? Ese concejal que… vino a verte. Wily Kat le respondió en un tono suspicaz con una sonrisa pícara.

-¿Me has estado espiando mocoso? Tygra sin mucho tacto quiso alcanzarlo pero Panthro se interpuso en su camino. El chico se escondió tras la pantera.

-No, no, no. Dijo con sin realmente sentirlo, palmoteando con sus manos en un gesto gatuno. –No he escuchado nada de lo que te han ofrecido las aves, pero nada, nadita.

-¿De qué está hablando? ¿Ofrecerte qué?

-¡Hmm! Parece que Lion-O no es el único que nos guarda secretos Cheetara. Respondió Panthro, por lo que Tygra luego de unos momentos exhalo para subir las manos rendido.

-¡Ahh! No tiene la menor importancia, quieren saber si me puedo hacerme cargo de los voluntarios y la seguridad de Avista, empiezan a desconfiar de la capacidad de Lion-O, ya te lo dije antes.

-¡¿Qué?! Y tú dijiste que no por supuesto. Indicó en un tono muy preocupado Cheetara.

-“…” Tygra se quedó en un gesto como si lo que hubiera hecho no fuese un problema.

-Chico, realmente no le tienes ninguna fe a tu hermano. Panthro se sorprendió porque la decisión de ayudar a Avista recaía por completo en el joven rey.

-Ni a tu rey… nunca discutimos dar un golpe de estado. Cheetara hizo una mueca agria estupefacta.

-Escuchen, están sacando esto fuera de contexto, Lion-O ha estado demasiado opaco estas semanas y eso nos trae incertidumbre cuando el enemigo se mueve frente a nuestras narices, es mi hermano, pero no soy ciego y sé que no podemos seguir esperando.

-Propones pasar completamente de él y tomar tú las decisiones.

-Él no tiene necesidad de ser un general.

-Pero tiene que decidir si hace o no la guerra, esto no es una cosa que tú puedas decidir por propia iniciativa.

-Cheetara, tú bien sabes cómo es él cuando las cosas no le salen bien, siempre se aleja de todos y hace cosas estúpidas, recuerda lo que hizo porque no estaba de acuerdo con lo nuestro cuando había dicho que sí lo estaba, casi nos lleva a la muerte por rescatar a unos lagartos, por no decir que casi muere él mismo.

-Pero habías dicho que le seguirías a donde fuera.

-No estoy diciendo que sea desleal, únicamente digo que él duda demasiado en el momento menos indicado, está dejando escapar una oportunidad única, cuando intentó suicidarse años atrás, padre pasó por un infierno debido a su terquedad…

-¡¿Lion-O intentó suicidarse?! Panthro, Cheetara y los cachorros pusieron una cara de incredulidad mirando fijamente al felino que vio como sus argumentos se venía abajo.

-¡Arghhh denme un descanso! Fue hace mucho tiempo, él lo ha superado… ¡Cheetara! La clérigo se alejó de ellos.

Panthro puso una de sus manos sobre el pecho de Tygra e hizo lo mismo con los cachorros impidiéndoles el paso.

-Amigo, si no quieres perder a tu novia, será mejor que dejes así las cosas, ya tendrás el momento de arreglarlo, si es que no lo arruinas, tú y tu hermano tienen un pésimo registro cuando dejan que sus vejigas hablen por ustedes.

Tygra bajó la cabeza y se sentó alborotándose el peinado con sus garras, Panthro que no tomó partido le puso su metálica mano en la cabeza.

-De momento vamos a terminar de reparar el tanque, estar de ocioso no aleja los problemas por arte de magia.

Tygra entonces notó que la ausencia de Pumyra le había traído un problema inesperado; un avivado interés de Cheetara en resolver los problemas emocionales de Lion-O, y por supuesto, él no deseaba que fuese ella la que consolase esa pérdida, debía alejarla definitivamente de su hermano, sentía pena por él, pero era su pareja y su futura esposa, esa actitud suya era incorrecta, después de todo le había elegido a él.

Lo mejor sería si Lion-O encontrase a una sustituta lo más rápido posible y para ello tenía que regresar con los refugiados, o eso pensó en su borrachera de celos.

No se detuvo a pensar lo que hacía que ella reaccionase de esa manera, en el fondo su relación no avanzaba y eso le preocupaba, no estaba acostumbrado a esa clase de competencia, no podía jugar a la víctima como lo hacía Lion-O.

Su solución era la misma de siempre; necesitaba demostrarle nuevamente su valor o iba a perderle definitivamente y de eso se encargaría esa operación, que le volvería a demostrar que no se había equivocado al elegirle.

####
Lado sur del campamento

Lion-O saltó por los aires rechazado por un largo y esbelto caballo, un hermoso animal que raramente se podía ver en esos parajes, eran pardos de crestas negras y ojos dorados, relinchaba sin cesar moviendo la cabeza de un lado a otro, nunca fueron demasiado abundantes y no era fácil para un felino educarlos, pues tenían un pavor endémico a su raza, por lo cual no eran usados por el ejército, que prefería usar monturas felinas, una especie de animales bípedos de pelaje azulado y cabeza pequeña, que sólo después de la crianza controlada tuvieron el suficiente rendimiento para esas tareas.

Los caballos eran balanceados cuadrúpedos y si uno lo quería, podía permanecer sobre ellos todo el día, mientras que las monturas se inclinaban hacia el frente o se dejaban caer sobre sus posaderas si el jinete vencía su resistencia a estar sobre sus dos patas.

Era hermoso pensó Lion-O mientras caía en el suelo pesadamente.

Un wolo se colgó de las bridas del animal y lo montó con extrema facilidad que finalmente desato las risas de los presentes para volver a ofrecerle las bridas.

-Parece que tienes mala suerte muchacho, no te aceptará, tiene miedo, siempre es así. Dijo jalando sus espesas barbas grises y acomodando su largo sombrero de ala.

-No le pasará nada, es más de lo que puedo decir de mí.

-Puedo dejártelo hasta que regrese, pero nada más…

-Está bien, está bien, le necesito por un corto… ¡ayyy! Lion-O volvió a caerse de una zancada del animal, que le alzó varios metros en el aire para caer en su armadura dolorosamente, lo que acabó por romperle otro pedazo muy grande del faldón de su armadura que tuvo que quitarse y probar montar sin armadura para el mismo resultado.

-Ja, vas a necesitar más que equilibrio si quieres domarlo, siente que eres un depredador. El caballo relinchó colocándose tras el wolo que lo palmeo en el cuello.

-No parecía tan difícil.

-Es que yo lo conozco desde que era un potrillo, si quieres puedo traerte una montura felina, tendrás que esperar a que regrese una semana.

-Oh no, no creo que tenga tiempo para esperar. Además, estos caminos no son para esas bestias, su patas podrían romperse, un caballo es bueno en estos terrenos.

-No tienen garras, una mal paso y el golpe será aún más terrible ¿qué es lo que buscas?

-Un pasaje hacia las pendientes del centro de la ciudad muerta.

-Hm, no te lo recomendaría, la mayoría son pozos verticales inundados, los únicos que conozco con entrada recta dan la vuelta sobre el paso de las caravanas.

-Suena bien, voy a empezar por allí precisamente.

-Buena suerte, es un laberinto.

-No te preocupes, tengo mi manera de hallarlo. Me habría gustado ir con Ponzi, una de sus pócimas me habría ido muy bien.

-¿Ese wolo embustero? ¿Por qué querría un rey relacionarse con alguien así? Lion-O ya había escuchado de la notoriedad que Ponzi se ganó entre su clan por sus pócimas falsas, como fuera, él creía en el bonachón y amable wolo, que después de todo le había demostrado ser una buena persona.

Había notado la misma bondad en Pumyra, no podía dejarlo de lado sin al menos intentarlo o su dignidad de rey, no, su propio orgullo como persona no valdría nada. Tenía que creer que era posible y hacer así algo contra esa tristeza que se negaba a marcharse.

El wolo se montó en su carreta tirada por tres orugas de mediano tamaño, llevaba a toda su familia, lo pequeños le saludaban con mucha emoción, a lo que él respondió con una tímida sonrisa, una gesto del que ya no se sentía capaz.

Era sorprendente lo que los wolos podían llevar en esa minúscula carreta con enormes farolas de aceite, envases metálicos, coladeras, cucharas de aluminio y centenares de objetos que las aves ofrecían como trueque.

-¿Acaso vas a alguna parte? Cheetara apareció, Lion-O desvió la mirada ocultando su gesto.

-Algo por el estilo, dijo sonriendo, subiéndose al animal sin pensarlo, este nuevamente fue lanzado al cielo, cayendo pesadamente en la tierra, agarrándose de la espalda dolorosamente. -Va a tomar un poco de tiempo… ¡¿qué?! El felino preguntó al leer esa expresión un poco desubicada de la clérigo.

-No parece importarte demasiado.

-Uno o dos golpes no me harán mal, ¡ouch! El chico se acomodaba sus maltrechos huesos con una sonrisa estúpida.

-Me refiero al Consejo.

-¡Ah! Eso.

-¿No te sorprende?

-Bueno, ustedes ya decidieron y si las aves quiere que Tygra los dirija ¿por qué habría de preocuparme?

-Pero tú eres el rey.

-Las aves no tienen ningún compromiso conmigo, pueden decir lo que crean conveniente, ellas votan y eligen a sus representantes de su pueblo de manera justa y no podemos salvo respetarlo, podríamos aprender basta de su cultura ¿sabes?

-No puedes dejar que Tygra decida lo que quiera, si comete un error será a ti a quien culpen.

-¿Y de qué tanto te quejas? A él siempre le salen las cosas bien, por no olvidarnos de no es como si tu siguieras fielmente mis órdenes para venirme a hablar de la fidelidad de mi hermano, ¿qué más da si le siguen?

Cheetara miró al suelo en una mueca en su boca. Lion-O suspiró y se maldijo.

-No quería ser grosero.

-Es tiempo de que se apresure su majestad o se quedará atrás de nuevo. Dándole la espalda ella se marcho sin mostrar lo que sentía, para Lion-O el acto de darle la espalda era lo suficientemente ofensivo. Ya cuando se retiró desvió la cara con disgusto.

-Idiota, como si ella fuera más que un montón promesas y palabras vacías. Bien amigo mío, te voy a dar dos alternativas dado que no aceptas mi amistad, la primera; Hoy comeré una sabrosa carne de caballo, y no tienes idea de cuánto deseo comer carne con tantos días de insectos y gusanos o dos; puedes dejarme montar. Decide pronto, que ya hace hambrecita.

Sobando su panza y mostrando su puntiagudos colmillos como esperando que hiciera lo primero, Lion-O miró al caballo con sus ojos azules y una sonrisa un tanto diabólica, lo que intimidó al pobre equino.

-Eso es, todos parecen preferir a un tirano en sus vidas que a un tonto de buen corazón, excepto claro, cuando ya lo tienen encima. ¡Vamos! Y dándole con la fusta sin contenerse, hizo que el animal avanzara sin que esta vez lanzara un sólo quejido.

####

Al regresar con el grupo, Lion-O se dio cuenta que todo mundo estaba muy silencioso, aunque Tygra era el único con una expresión feliz. Wily Kit y Wily Kat intentaron llegar hasta el caballo pero este dio un golpe con la pezuña de su pata derecha, advirtiéndoles de no acercarse, de un salto se posaron en los hombros de Panthro, gruñéndole como posesos, aunque el animal bufó despectivamente.

-A menos que quieran que los lagartos pongan un pueblo, sugiero que nos vayamos ¿O debemos esperar hasta que se sienta en sus cabales alteza? Cheetara aferrando su bastón, fue la primera que con una cara larga se puso en la entrada del tanque, Lion-O por un momento tuvo el temor de que esa fiera de mujer le dejara caer un bastonazo en la cabeza, pero él tenía otra idea.

En silencio avanzaron mientras ella daba de golpes en el piso hasta que el joven rey agitó la brida de su caballo, mismo que se resistió porque pensaba que allí le darían una encerrona.

-No voy a ir con ustedes.

-¡¿Ahh?! La declaración les tomó a todos por sorpresa.

-¿Que, qué...? Cheetara con el rostro desencajado se acercó a joven rey.

-Creo que es momento que tomemos caminos separados. Fue la sentencia que hizo que Cheetara se tragara su enojo e hiciera a los otros verle a la cara.

-¡Qué no vas a venir! ¿Qué rayos significa eso? ¿Y por ciento, para qué demonios quieres a esa bestia, no me digas…? Tygra habló por todos, pero fue Cheetara la que avanzó hacia él.

-¿Quieres decir que te has cansado de nosotros?, ¿es eso? Ya no soportas que no actuemos como tu infantil carácter nos marca, si deseas que sacrifique a tu hermano, a todos los que te han seguido hasta este sitio por un capricho, bien, pero vas a vivir con las consec… Lion-O alzó la mano con los dedos índice y anular formando una “V”, aunque luego parecía un “II”.

-¡¿Qué?!

-Dos días

-¿Dos días qué?

-Regresaré dentro de dos días, buscaré con la espada otro camino, uno por debajo de la montaña.
Cheetara se quedó helada en su sitio con los ojos desencajados y la boca abierta en una postura graciosa, el resto del grupo miró hacia un lado, salvo Tygra que veía a donde iba.

-Ya... te he dicho que es absurdo, vas a arriesgar la vida por una…

-¡Dos días!

-¡Lion-O espera! Pero el chico no esperó y dando la vuelta, arrancó a todo galope en dirección del camino de las caravanas de los wolos.

-¡Ay cielos, ese chico nos va a matar de un susto un día! Dijo Wily Kit echándose a reír, viendo la reacción de Cheetara abriendo sus ojos.

-No podría decirlo mejor hermanita. Respondió Wily Kat chocando sus puños mientras la clérigo le apretaba del cuello.

Fin parte 2 de 5


domingo, 1 de septiembre de 2013

La señal Felina Parte 4: Las dos princesas de Amazonia (1 de 3)

Debido a la extensión de esta parte, la he dividido en tres partes, la siguiente se publica mañana.
Las dos princesas de amazonia

Costas Orientales del continente Thuriano
1 DCT Mes cuarto.

¡Kaboom!

El enorme navío de monos escoró sobre estribor con pesado sonido que aplastaba el aire de los oídos de los pasajeros que cruzaba un largo estuario. Los gritos de la tripulación alertó a los desprevenidos pasajeros que en las galeras acondicionadas como camarotes, pasaban el rato descansando.

-¡Piratas! ¡A los botes!

En una viruta de fuego y destrucción, el ataque comenzó con un navío que se incrustó en el babor del barco, comenzando el asalto.

La pelea fue terrible y sin tregua, los pasajeros se tiraban al agua sin poder llegar a los botes.

-¡Zurla por aquí! De un poderoso golpe con un guante con alguna clase de mecanismo, uno de los piratas salió disparado por la borda, una pantera de una aparicencia juvenil, saltó para rescatar a la que era su hermana, que se quedó congelada hasta que Gali, un hermoso y varonil felino, a punta de bastonazos se abrió el paso seguido por un felina más pequeña de nombre Nayda.

-Princesa Willa, el paso a la proa está bloqueada por el fuego, los piratas no quieren que los pasajeros escapen.

-¿Qué hacemos entonces? Ella respondió asustada pero con sus manos firmante asidas al brazo de su hermana, que por primera vez veía un combate tan de cerca.

Nayda saltó para girar en el aire y lanzar una honda que amarró las manos de un lancero que se precipitó al vacío.

-¡Es posible que tengan un bote amarrado en la popa! Ella dijo recordando que los barcos usualmente llevaban un pequeño bote de reserva con comida y agua, si acaso el velero se iba a pique.

¡Thump!

-¡Cuidado! Un chico salido de la nada, saltó al lado de Willa empujándola para casi tirarla por la borda, pero fue de lo más afortunado, porque la lanza se enterró perpendicularmente en una de las puertas.

-¡¿Pero qué demonios haces mocoso?! Willa dijo molesta agarrando al chico que le pareció bastante inusual dejando entrever unos mechones rojizos bajo su caperuza.

Gali pegó con su bastón en el suelo formando una pared de madera que creció deteniendo lanzas y flechas, cuyas cabezas se podía ver atravesadas en ella. Nayda agarró Zurla y Willa que no pudo quedarse absorta en semejante descubrimiento, jaló al chico que tendría unos quince años al interior de la embarcación.

-Diría que le debes las gracias. Nayda frotó su mano sobre la cabeza de este, pero Willa que únicamente veía los ojos azules de aquel muchacho, quien le miraba intensamente, que sacudiendo la cabeza, este la empujo con ambas manos.

-No las he pedido. Con su voz juvenil, aún sin madurar, comenzó a caminar para ir a la misma dirección que el resto de felinos.

Un gran monstruo con cara de pescado reventó el tándem para jalar a la princesa Zurla, cuya pierna amenazó con ser tragada por las mandíbulas del apestoso ser, de un rápido movimiento, con una larga daga que arrojó al frente sin importarle nada, atravesó su frente, pero eso no hizo sino enfurecerle.

-¡Gali, sálvame! El chico usó su bastón nuevamente, pero no logró traspasarle, Nayda le pateó y Willa le dio un golpe con su puño neumático. El joven felino que avanzó decidido a marcharse, por los gritos se compadeció de la chica.

-Me voy a arrepentir de esto, tomando un salero de la mesa frente a él abrió el frasco y lo dejó caer sobre la cabeza del pirata, quien envuelto en un ardor terrible se soltó para caer al fondo de la embarcación dejando un gran hoyo donde salió su cabeza.

El chico oculto por una capa suspiró con un dejo de decepción y acercó su mano que tomó Zurla.

-Mi nombre es Lio…

¡Brooom! Una poderosa explosión seguida de gritos de desesperación, recorrió el largo pasillo por donde una marea de fuego recorría  tumbando las puertas y ventanales.

-No ha tiempo para presentación, es ahora o nunca. Gali dijo jalando a su vez a la princesa.

Cerrando la pesada puerta que daba a la popa, contemplaron el lamentable estado de un barco que se hundía, mientras los piratas se hacían con su mercancía de oro, esclavos y comida, estos últimos dos, a veces indistinguibles el uno del otro.

-Debemos alcanzar la corriente marina desde este lugar, no podemos alcanzar el puerto.

-Está loco niño, esos piratas tienen veleros flotantes. Dijo Willa que no veía manera de escaparse una vez abordaran el bote de emergencia.

-Mira a la izquierda, el estuario ya genera una leve corriente al exterior, en un bote pequeño podríamos lograrlo.

-Él tiene razón princesa, aunque no lleguemos al puerto, si tenemos mucha suerte, es posible que topemos con la corriente marina, una de las razones por las que pasa por este sitio, es precisamente el estuario.

-¿Pero y si no tienes razón?

-Eso es mejor a los piratas, te lo aseguro. Dijo Nayda que asintió con la cabeza.

-Lo que sea, si tenemos que hacerlo hay que darse prisa, este barco no aguantará mucho. Zurla lo dijo al sentir en las yemas de los dedos de su pie, el tremor del fuego devorando la madera del barco.

Bajaron los cinco por la cuerda hasta alcanzar rápidamente el barco, las antorchas de los piratas ya se miraban en la popa del barco, cuando en ese momento se soltaron para casi inmediatamente ser llevados por la embravecida corriente.

-¿Esta cosa tiene alguna vela? Preguntó Zurla.

-Es un bote de remos.

-¿Y es así como vamos a escapar? El chico apuntó con su dedo al timón.

-Solo hay que mover el timón para alinearse con el flujo del agua, pero se requiere de mucha fuerza.

Gali inmediatamente lo hizo no sin un gran esfuerzo ayudado por Willa y Nayda, Zurla en cambio se quedó sentada en uno de los bancos guarecido bajo una lona que cubría el techo.

-Podrías ayudar sabes ¿Sabes?

-Impertinente igualado, soy una princesa. Ella le debió la cara, él no era demasiado alto, así que poco pudo hacer. La velocidad del bote se incrementó hasta ser difícil mantenerse de pie.

-¡No pueden ir más despacio, voy manchar mi vestido!

-¿Está de broma? El muchacho sacudió su cabeza como olvidando una mala experiencia y se sentó en el otro extremo.

Las antorchas en la popa del barco señalaron a los fugados y un grupo de piratas se metieron en sus veleros voladores para darles alcance, aunque ganar velocidad no era tan sencillo como subirse y acelerar.

-¡Aquí vienen!

Los piratas, que parecían una mezcla entre un pescado y un ser de metal, lanzaron una cortina de flechas de fuego que atravesaron el firmamento.

-¡Estamos en la corriente marina! ¡Hazlo ahora! Dijo Nayda que ya notaba el incremento de aceleración.

La corriente era tan brava y de tan prolongada sinuosidad, que de un corto giro del timón de popa, dado por el atlético felino, que las flechas tuvieron como blanco la espuma marina, con una sonrisa en la cara, les hizo un signo obsceno.

-¡Has perdido la mente! No tenías que hacer eso, se lo tomarán personal, créeme, sé de lo que hablo. El muchacho pareció recordó una experiencia con esos seres marinos, conocidos por su terquedad.

Así fue, los tres veleros que le siguieron internándose en el océano, dos de ellos se hundieron cuando tocaron una gran ola que el tercero apenas pudo esquivar. Alzando sus sables, los piratas de este último navío se prepararon para el abordaje.

-¡Maldición! Dijo Gali con angustia, se quedó frio como sus compañeras cuando miraron la preparación de los enormes arpones laterales que usaban para capturar barcos de transporte, atravesando gruesos cascos como si de mantequilla se tratase y que únicamente les depararía la muerte.

Sin pensarlo demasiado, el muchacho comenzó a buscar entre las cosas del bote, sin que los demás atinaran a saber que hacía, hasta que sacó un cuchillo de tasajeo de carne, que preparó con una varilla de afilado que localizó inmediatamente al lado.

-¡Arrójame! Le dijo con seguridad al alto felino que sostenía el timón.

-¡¿Qué?! Willa y Nayda se miraron confundidas.

-¡No pierdas el tiempo! Eres lo suficientemente fuerte para hacerlo. Si puedo cortar esos cables, al menos ustedes se salvarán.

-¿Has perdido el juicio muchacho? Willa le agarró de los hombros.

-¿Qué otra opción nos queda?

Era el acto más valiente que nunca habían visto en varón alguno, fue lanzado desde el techo del bote de un poderoso impulso, maniobrando para caer sobre la vela de aquel navío en donde enterró su cuchillo para sorpresa de los piratas, rasgando completamente su superficie que se separó en dos grandes pedazos. El velero dio un largo bamboleo al perder firmeza la vela, disminuyendo súbitamente la velocidad.

Debido a su pequeño tamaño, el muchacho se evadió de los piratas hasta que logró disparar los arpones dentro del mar, para acto seguido, cortar las cuerdas amarradas a las colas de los mismos, perdiéndose para siempre en las profundidades marina.

Con la mayor impotencia del mundo, los tres felinos vieron como ese chico era rodeado, para ser sometido con una red de pescar desapareciendo en la oscuridad conforme se alejaban.

-¿Ya se divirtieron jugando a los piratas?, porque tengo hambre. Zurla, sentada todo el rato, dijo sin siquiera inmutarse, y pese a lo cruel que sonaba, era la típica infravaloración de las amazonas por los varones que les servían, lo que no cambiaría por un simple acto de valor.


####
Ocho días después

El viaje resultó todo lo contrario a lo que la caprichosa princesa Zurla esperaba, sin impórtale su precaria situación, enfrentó a su hermana Willa, que como una olla de té, empezó a sacar un humo chillón por las orejas.

Willa era básicamente una mujer de aspecto un tanto marimacho pese a su belleza, siendo tan introvertida y apagada, el único momento de interacción abierta de ambas, era cuando se culpaban mutuamente de haberse aventurado sin un plan concreto mar adentro con apenas unas cuantas cosas para el viaje.

Gali, un felino alto y de aspecto varonil, dejó el timón del barco cuando la pelea se volvió una sucesión de insultos sin sentido, intentaba sin éxito convencerles de tomarse más en serio su situación, miró a Nayda, su otra compañera en la travesía en busca de apoyo, imposible, vomitaba en la orilla del barco la última comida del día quejándose de la mala suerte por ser la guardaespaldas de la princesa Willa.

Para colmo de males, ninguno de ellos había estado en el océano, y cada uno reaccionaba a su manera, en el caso de las princesas; lo único que se les vino a la mente era actuar como dos niñas malcriada, peleándose porque el vestido no era lo suficientemente blanco o si sus infusiones no estaba en el punto de hervor adecuado, despreciando por completo el racionamiento de alimentos que se hacía apremiante.

-¡¿Así que esto sería como un viaje de excursión?! Debí suponer que a esto nos llevaría la atolondrada de mi hermana. Zurla era una hermosa pantera de aspecto cuidado y un porte adornado por un vestido de un blanco intenso, se movía agitando su larga cabellera negra, intentando no mojarse de más con el chapoteo del agua que se metía por los lados del bote.

-La idea no fue sólo mía, estabas tan deseosa de irte, que no llevaste ni una miserable bolsa de viaje. Un trueno atravesó el cielo oscurecido, lo que hizo ver patética la respuesta de Willa, quien se resbaló para llegar al otro extremo de la embarcación, desatando las burlas de su hermana.

Debido precisamente a su falta de carácter, Willa y Zurla no tenían una clara posición de favorita de la reina madre, que veía su rivalidad por el trono como una fuente de continuos desencuentros, obligándoles a irse al exterior para probarse a sí mismas en una misión de extrema importancia que Willa aceptó demasiado rápido con una falsa valentía.

-Por cosas como esta, nunca serás reina.

-¡Cierra el maldito pico de una buena vez, cabeza de albatros!

-¿A quién llamas cabeza de albatros? ¡Soy tu futura reina!

-¿Reina? Una princesa que no sabe orientarse por las estrellas no merece dirigir a nuestra nación, menos cuando no sabe encontrar el camino de vuelta hacia su propia casa.

Con ambas manos le arrojó el agua estancada de color verdoso del bote donde a veces Nayda vomitaba, manchando el impecable vestido de su hermana, quien de un berrido furibundo se lanzó sobre su hermana, dando de tumbos contra la humedecida duela del navío, jalándose cada una la cabellera de la otra.

-¡Chicas, chicas, podríamos dejarlo por la paz! Creo que se me saldrá un pulpo de la barriga si siguen así. Nayda únicamente tuvo tiempo de alcanzar la orilla del barco para vaciar su estómago.

-Podríamos ser más positivos, vamos en la dirección correcta, a la velocidad actual   llegaremos a la costa en un par de horas a lo sumo.

Las dos chicas le miraron con un puchero desagradable en el rostro y siguieron hablando ignorándole, por lo que prefirió ayudar a la joven a levantarse para seguir con su demandante trabajo guiando el timón, que consistía en un madero aferrado a unas bisagras que le astillaba las manos y ponían a prueba su musculatura con cada golpe de agua con el que se encontraba.

-Mujeres horribles, se lamentó en voz baja Nayda, las felinas de la realeza trataban a sus varones como basura y eso no cambiaba pese a que Gali era el favorito de ambas.

-Descuida, soy lo suficientemente maduro para aceptarlo, le dijo guiñándole un ojo en un tono seductor. La chica le mostró una leve sonrisa descompuesta por el dolor de estómago, ambas princesas guardaron silencio un instante, ante ese demoledor momento romántico y se dirigieron para tironear al pobre chico en su intento fingidamente caritativo de ayudarle con el timón.

Nayda recargada en la orilla del bote con muchas ganas de volver a vomitar, dijo su maldición respirando con pesadez.

-Por lo menos las cosas no podrían estar peor.


####

Tiempo después

Cuando la anémona gigante destrozó el bote, Nayda hacía un esfuerzo para agarrarse del primer madero que encontró, miró ese velero pirata sustentado en el aire hasta que fue tragado por la incesante lluvia, parecido al navío que habían dejado atrás una semana antes, únicamente tenía el cuerpo del bote sin el asta, fue tirado por la corriente secundaria producida por un gran peñasco que dividía el afluente de agua en una costa llena de rocas volcánicas, donde finalmente se estrelló, partiéndose a la mitad.

A Willa le pareció ver como un sujeto encapuchado, casi igual de alto que Nayda, cortaba con un sable de plasma en cada mano, el estómago del animal, atravesándole de punta a punta, pensó que sería ese extraordinario chico que dejaron a su suerte con los piratas, pero su musculatura era diametralmente diferente, pues sus brazos era gruesos y de marcados bíceps.

Poco pudieron hacer para saber lo que había pasado o ayudar en la medida de lo posible, dormían cuando todo sucedió y el afluente de la corriente había declinado para hacerse un viaje atropellado en exceso, como si navegaran en el afluente de un rio rápido, un tentáculo rosado les alzó por el aire y de un fuerte crujido el bote se deshizo en pedazos.

El tonel de cerveza vacía cayó en el mar, del que Zurla y Willa se agarraron. Gali vio a la pobre Nayda, que carecía de todo sentido acuático, hundirse en las aguas rápidas, sin dudarlo, logró aferrarla y con un último asomo de fuerza en extremo doloroso, se agarró del tonel sin que ninguna de las dos princesas le ayudara.

Los cuatro náufragos siguieron por siete días sobre el tonel, que esperaban tuviera algo de comida, pues de traer cerveza no flotaría a la mitad de la circunferencia de la tapa, sino completamente hundido. Cansados, hambrientos y muertos de frio, decidieron hacer un hoyo con magia elemental para sacar lo que era alguna clase de embutido, tenían que resistir con eso hasta ver las playas por donde finalmente ingresarían al continente Thuriano.

Zurla pateaban a la “chica del malagüero”, como constantemente llamaban a Nayda, quien gritaba agarrada de una cuerda suplicando por su vida melodramáticamente, según explicaba la princesa, sería una ofrenda para apaciguar a los espíritus del fondo marino por su insolencia, Gali no la dejó ir, jalándole de su vestimenta, lo que hizo que sus senos salieran libres al viento, el felino acabó con una soberana bofetada evitando las patadas de una Nayda llena de estupor y vergüenza, con ambos brazos cubriendo sus pechos, no volvió a subirse al tonel.

-¡Deberíamos regresar, esto es imposible, la reina madre lo comprenderá! ¡Brrr! Zurla gritó escalando por uno de los lados, cuando en otro intento por librarse de Nayda, cayó en el agua fría, escalando a toda prisa.

-A ver… primero se necesita de un barco, ¿no es así cabeza de albatros? Willa le respondió de manera cortante.

-¡Es una maldita idea mujer-bestia! Fue la respuesta usando un insulto prohibido por su propia madre, pues era denigrante la comparación para una princesa de su clase.

-¿A quién llamas mujer-bestia? ¡La bestia eres tú, que nunca has sido buena para pensar!

-¡Qué demonios! Podrían callarse par de idiotas, algunos tratamos de sobrevivir. Dijo Nayda que a indicación de Gali comenzó a patalear para salir de la corriente que fluía sin tocar la costa.

Las dos chicas comenzaron a pelearse nuevo y luego con Nayda, que les respondió de igual manera, Gali se limitó a empujar, pataleando con un fuerte dolor de cabeza.

-Escuchen, si los cuatro trabajamos juntos podríamos llegar a esa playa en menos de una hora, a este paso quedaremos atrapados de nuevo en una tormenta y por los antiguos espíritus, quizás no la contemos.

Pero las cosas fueron como siempre habían sido, luego de una derrota abrumadora sobre Nayda, Zurla y Willa estaban arriba del tonel discutiendo solas, mientras Nayda y Gali pataleaban dócilmente en silencio.

-¿Por qué no haces un bote de madera con tu bastón? Nayda que ya no podía mantener el ritmo, desfallecía de sueño, se quejó.

-Imposible, al reformar la madera tengo que sacar la materia de alguna parte, esto podría romper el tonel, si fuera agua dulce podría hacer una bote “por así decirlo”, en agua salada es como sembrar árboles en el desierto, la madera absorbe la sal y se rompe.

-Sólo espero que en br-brr-brr… la reina thunderiana no sea como estas dos pesadas. Nayda se quejó sumergiéndose para luego emerger sin dejar de patalear, ya alejada del pudor de su ropa hecha girones, pues con amabas manos aferró la cuerda asida al eje del tonel.

-¿Estás segura de que es una reina? Me parece que esos viajeros dijeron que se trataba de un rey. Dijo con inocencia el felino.

-¿Un rey? ¡Sandeces! ¿Qué va a hacer un macho gobernando? ¡Eso es cosa de chicas! Zurla gritando a boca distendida separando cada frase, casi al punto de resbalar por las carcajadas de un chiste que a nadie hizo gracia, Gali suspiró jalando a Nayda sobre el nivel del mar para que no se ahogase.

-No veo la necesidad de que seas tan ruda con él, siempre tratas a todos con la punta del pie. Willa que le miró de reojo, prefirió ayudarle y comenzó a patalear vigorosamente con una sonrisa idiota.

Zurla, que hizo un puchero lleno de ira, cuando entendió las poco altruistas intenciones de su hermana, había sido dejada al último, pataleando con aún más fuerza que las dos chicas, lo que les sacó de curso, bajando la velocidad únicamente en el momento en el que el chico se puso a su lado para compensar la falta de fuerza de Nayda y la menor intensidad de Willa.

Estaban agotados sin apenas moverse sobre la playa, respirando atropelladamente.

-Por los asnos de infierno, esto… es indigno de una futura reina. Se quejó Zurla, que se arremangaba su larga cabellera negra arreglada con una discreta coleta, descubriendo el asco que sentía por estar cubierta de arena y sal marina, tan pronto como pudo se alejó de la costa, buscando el primer charco de agua dulce donde se pudiera lavar.

-Me aseguraré de que se encuentre bien, pondré marcas para que me sigan. Nayda que se puso boca abajo, se amarró como pudo su ropa, Willa bastante más cansada, no tenía la suficiente motivación que hiciera que se levantase.

-Espero que ese muchacho lo logre.

-¿Ahora das porras a Gali? Willa se extraño.

-No idiota, ese chico que nos ayudó. Willa encontró el motivo y le dio un coscorrón a la felina igualada que se sobó el cuero cabelludo insistentemente.

-No me parecía la misma persona bola de pelos.

-Estaba muy lejos, pero estoy segura de que era él… princesa.

Willa no estaba tan interesada en el tema, decidió cortarse la cabellera a la altura del hombro con una navaja, evitando el picor que ya torturaba a Zurla, levantándose para seguir a los fugados.

-Vamos, o se irán sin nosotros.

-Si ese bobo sigue a Zurla, si te soy sincera, no creo que lleguen demasiado lejos.

-No digas ridiculeces, la tormenta se dirige al Norte y con el viento del Este va a ser una noche muy fría, así que más nos vale apresurarnos, el único que ha visto un temporal de ese tipo es Gali.

La realidad era que no habían ido demasiado lejos, Gali hacia caras frente a las insinuaciones de la princesa que se veía a sí misma como una experta de la seducción, Nayda y Willa apretaron sus labios llenas de celos y comenzaron a preparar a regañadientes el campamento no muy lejos de ese lugar, lo que Gali apoyó.

Zurla se quedó sentada peinándose y remozando su vestido.

Cuando buscaban madera, Nayda por accidente tocó la mano del felino y eso a ninguna de las princesas les pasó por alto, pero no era el momento de pelearse por cada detalle, aunque ambas sabían que la relación entre esos dos no dejaba de crecer y con sus continuas peleas no podían centrarse en tener un momento adecuado.

Willa era más sutil, Zurla más abierta, Nayda en cambio, conocía a Gali desde que ella era niña y había crecido en un ambiente donde entendía el sufrimiento de los varones de Amazonia, no le veía como un nuevo activo para su futuro harén, su relación en consecuencia era más sólida, a pesar de ello, las fricciones se daban;

-Podemos usar esas lianas secas, si cruzamos esas ramas tejeremos fácilmente una canasta como hacen los escla... Nayda se quedó en silencio y luego de un breve e incómodo instante, siguió como si nada, Willa hizo una mueca burlona mirando a Zurla que vio el error con la misma satisfacción.

Gali era un esclavo después de todo, uno valiente y leal que había sido bendecido con un buen físico, y si eso se correspondía a sus habilidades de combate en la arena, podría ser -si así lo deseara- amante de cualquiera de las mujeres del reino, algo que no parecía apremiarle bastante.

-No te preocupes por eso. Sé cómo hacerlo, dijo en un tono frio que incomodó a Nayda.

El tiempo transcurrió sin que Zurla ayudara, acostada mientras todo se preparaba, ayudó a acicalar el pelaje de Willa, hasta dejarle con una ridícula apariencia almidonada, Nayda tampoco se salvó, no quería un pretexto para que acabara tocando a Gali, pues el acicalado mutuo era una tradición endémica en la Amazonia.

-Realmente se lo está tomando muy a la ligera. Gali dijo en voz baja a Nayda, ambos no estaban preocupados en absoluto por estar desaliñados, acostumbrados a una vida menos glamorosa.

-No puede evitarse, las princesas de su tipo son muy mimadas, si salen a la esquina se mueren de hambre esperando porque lleguen los sirvientes. Ella movió su cuerpo como si presentara un banquete, lo que hizo que empezaran a reírse estúpidamente en su delante.

-Yo que ustedes par de holgazanes me apresuraría, una princesita como yo no debería pasar hambre. Zurla se exasperó haciendo un gesto presionando sus labios, pero eso desató su risa aun más fuerte.

-Desde luego majestad, perdone si no hay especias o finas ropas, ni mesas de caoba con terminados de oro. Esto es… una maldita selva, disculpe las molestias. Dijo Nayda desairándole.

-¡Pequeño demonio…! Zurla le agarró de los pómulos y empezó a abrirle la boca con ambas manos, que hizo que la chica sacara lágrimas de dolor, Gali las separó un poco fuera de su habitual pose tranquila.

-No veo que ganas peleándote con nosotros princesa, si no terminamos la tienda nos quedara dormir bajo los árboles.

Tsk! Y eso que demonios importa, tú puedes hacer un refugio con tu magia en un santiamén ¡Entonces hazlo! Y pateando el suelo se sentó mordiéndose los labios.

-Pero la madera de ese tipo tiene mucha agua, demasiada y podría atraer a los relámpagos, por eso buscamos árboles muertos y maderas secas.

-¿Relámpagos? ¡Estupideces! Dicho eso, un relámpago de un blanco intenso atravesó el cielo sin hacer ruido alguno, metiéndose las tres chicas dentro de la choza por la impresión.

-¿A qué esperan idiotas? ¡Busquen más ramas secas! Les apresuró Zurla, quien pareció recordar súbitamente su aversión a los destellos del cielo.

Gali cortó los frutos de los árboles cercanos, recogió piedra y madera seca, para cuando estuvo la fogata, el poderoso vendaval azotaba la pequeña choza inmisericordemente, para su satisfacción, soportaba el golpeteo del viento, asida al suelo por decenas de lianas que formaban una especie de red con estacas en sus extremos y de allí a aros de madera creados con magia elemental.

-Imagino que con estas hojas frescas podremos dormir, sólo cuiden sus oídos de los insectos.

-¿Dormir sobre hojas?

-Son tan calientes como una buena cama de plumas, lo sé por experiencia, además, no traemos las provisiones adecuadas para un buen campamento, tenemos un poco de oro, seguro que en estas tierras bárbaras habrá comercio de algún tipo, hasta entonces es lo que tenemos.

-Eso no me importa, cuando con lleguemos con la reina de Thundera pediremos lo que  se nos antoje. Zurla presumió muy segura de sí misma.

-Impondremos nuestra condición real, Willa le secundó.

Nayda se había preparado a consciencia con una bolsa de viaje que no tocó hasta el momento que ella considerase adecuado, pero no le sirvió de nada, Zurla y Willa comieron de sus provisiones en su delante sin dejarle apenas nada.

-¿Me pregunto qué aspecto tendrán los thunderianos? Siempre han hablado mal de ellos... Gali se maravilló, acomodando la madera de tal forma que no tocara las hojas donde se recostaban, comprobando que el aire circulaba adecuadamente para sacar el humo que producía la combustión.

Nayda se preparó para acostarse sobando sus adoloridos pies, para sorpresa de las princesas, Gali se acercó a ella y le acarició levemente la cabellera, cerrando los ojos terriblemente somnolienta, aunque con una cara gatuna llena de felicidad.

-Sólo recuerden que más nos vale no fracasar, porque la reina no parecía muy contenta, dijo Nayda acurrucada cerca de Willa y Gali.

A Zurla no le importaba tanto la opinión de la reina, si fracasaba simplemente culparía a su hermana, al fin y al cabo había sido su idea el pedir ayuda a Thundera, era cruel, cierto, pero era una princesa, no una santa y debía pensar en ella antes que en nadie, inclusive sobre su propia sangre.

La noche fue más gélida de lo que ninguno de ellos esperaba, obligándose a pegarse los unos contra los otros, el ulular del viento se cebaba sobre los árboles acompañados de destellos ahogados, dando la impresión de que esa noche los ancestros danzaban en el cielo cenizo.

Willa se pegó aún más a Gali, que con su típica actitud protectora reafirmaba su figura como defensor de princesas de palacio.

Nayda gruñó levemente al sentirlo como un acto poco honorable y falto de decisión respecto a su propio corazón, apartándose a un rincón refunfuñando, pero no esperó demasiado por una disculpa, pues cuando Willa ya se dormía, Gali le siguió y con un movimiento serpenteante, llegó hasta ella recargando su mano izquierda levemente hasta hundirse sin oposición bajo los brazos de ésta, alcanzando sus pechos y subiendo a su hombro del que se aferró con las puntas de sus garras.
Levemente ejerció presión atrayendo su cuello. Sus labios se posaron en su piel de un pelaje claro y refina, recorriendo desde la base del cuello hasta el músculo que unía este con la cabeza, Nayda, cerrando sus labios a cal y canto, intentaba no dejar escapar el más leve sonido, pero estaba muy excitada, su respiración era entrecortada y pese al ruido torrencial que le rodeaba, un débil gemido recorrió la choza.

Sin inmutarse siquiera, Zurla estaba de rodillas al borde del entretejido de palma y lianas, los cuales hacían de soporte de la entra, observando más a detalle las inusuales luces de color anaranjado, valiéndose de un catalejo.

-Es raro, muy raro… Gali  giró su cabeza, siendo observado con completo recelo por Willa, que se vio en la necesidad de dirigir su vista a Zurla.

-¿El qué? Preguntó Willa en un tono por demás fastidiado.

-Es una tormenta bastante especial, pareciera que no es una cosa natural.

-Un huracán es un huracán hmm… ¿pero una tormenta? ¡Bah! Tiene mil formas. Willa se acostó en el suelo a desgana.

-¡Uyyyy! Nayda saltó de su asiento cuando las caricias de Gali se hicieron menos placenteras para ella, protegiendo su trasero con sumo esmero, sacando los dientes al felino en un gruñido de advertencia, para qué de un salto se recostase junto a Willa.

 -La tormenta no sigue el patrón del viento, se dirige al suroeste.

-¿Y cómo una desorientada como tú sabría eso? Gali fuera de pose abrió los ojos y se quedó en silencio, Zurla le descargó un rápido manotazo que Willa y Nayda apoyaron con esmero.

-¡Imbécil! La choza se inclina en la dirección del viento y dado que un “pedazo” de creyente de tu calibre pone la puerta hacia el norte, por eso lo sé.

-¡Wow! Nayda saltó de su lugar enterrando sus uñas en la espalda de Willa que al apreciar lo intenso del fenómeno lumínico, cerró los ojos.

-Nunca había visto nada tan hermoso, esos colores parecen danzar sobre un disco gigantesco.

-¡Espera Zurla! ¿A dónde vas? ¡Zurla! Willa aterrada intentó seguirle, pero Nayda no se le separó. Gali se levantó y salió tras ella.

Pudo ver a lo que se refería, el terrible silencio que dio paso a la completa ausencia de lluvia, casi se le detuvo el corazón, aún así, con su bastó en mano recorrió el trayecto que Zurla seguía vehementemente.

Los truenos no caían al suelo, en cambio múltiples rayos se desplazaban al centro de lo que parecía el ojo de la tormenta, que con un aire caliente empujó la lluvia varios kilómetros lejos.

-¡Fantástico! Zurla repetía monótonamente la misma frase, había visto algo en el cielo, descrito por los relámpagos, un pequeño objeto parecido a una estrella fugaz se desprendió del enorme disco, con su catalejo apreció su forma dorada, no era una pierda, parecía un huevo con ventanas acristaladas.

-Podría ser hechicería o… una magia elemental poderosa.

-¡¿Princesa, a donde va?! ¡Cuidado princesa, es un río!

-¿Es que no te das cuenta? Mira al cielo… A Gali eso le parecía una locura, Zurla había perdido el juicio y esa extraña opresión en el pecho le embargó nuevamente, una desesperación por no dejarla ir, de protegerle por siempre, rodeándole con sus musculosos brazos intentó contenerla, pero con una fuerza salida de la nada, ella continuó apreciando ese objeto, siguiendo su trayectoria que se perdía en el horizonte.

-¡Ha desaparecido!

-¿Qué ha desaparecido?

-Ese objeto que parecía un huevo… se desvaneció, creí que cruzaría el mar en dirección a nuestro continente, pero no, desapareció… ¡echa un vistazo al cielo!

Pero él no vio nada, el primer trueno que precedió a la desaparición de ese gran disco, llevó a que la caída torrencial de lluvia se restableciera, apretando el bastón contra el suelo, Gali generó una cortina de madera que evitó fueran succionados a un río embravecido.

-¡Princesa, es momento de regresar!

Los poderosos sonidos de una típica lluvia estacional, se dejaron sentir casi de inmediato, los ojos de Zurla bajaron a la tierra para ver el rio frente a ella, Gali la arrastraba, sus ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad y cada rayo le trajo una imagen de una “cosa” pelirroja empalmada sobre una montura felina, ese ser le miró con atención con sus ojos azules que despuntaban con el haz del relámpago, de haber querido cruzar habría muerto irremediablemente, así que retrocedió.

-¡¿Qué rayos es eso?! Gali vio al horizonte, pero eso no fue lo que le llamó la atención, sino esa sombra que se alzó tras un montículo de tierra, Zurla dirigió sus ojos a ese punto.

La explosión de fuego y estruendos surgió de una de sus extremidades, haciendo que el jinete de la montura felina lanzase una flecha que pareció pegar en el centro del origen de esa magia increíble.

Un monstruo metalizado iluminado por las centellas se quejó con una voz mecánica y cuando volvió a repetir su hechicería, la extremidad de un pulso de luz se abrió como si se tratase de una flor, dejando escapar una viruta de humo y gases ardientes.

-¡El Hunter nunca pierde thunderiano! ¿Me oyes? ¡Nunca pierde! Pero él ya se alejaba en su montura a toda velocidad hasta perderse entre los árboles.

-¿Ahora me hará caso princesa? Zurla no le respondió, Gali la cargó en sus brazos para alejarse a toda prisa muerto de miedo, pero feliz de que acabase.

####

A la mañana siguiente

-Me gustaría que ese viejo rabo verde estuviera aquí, fuera de sus manoseos es un buen mago, podría decirnos si es una cosa mala. Nayda tuvo un mal recuerdo y se arrepintió de cada palabra, a pesar de ello, siendo más supersticiosa que el resto, prefería pagar el precio para no sufrir un mal de ojo inesperado.

El rastro de destrucción seguía por todo el bosque hasta perderse en una zona rocosa más adelante, aunque no encontraron ni a la bestia metálica, ni sujeto pelirrojo.

-¡Tonterías! Ese charlatán de circo es una fuente inagotable de problemas, el maldito mapache que trajo me robó todos mis alijos y cuando mandé a la guardia a apresarlo, también a él le acabó robando, malditos hombres-bestia, lo que se meten a la bolsa se les cae por la rotura de la tela, le puedo perdonar sus mentiras, pero encima es idiota. La manera en que Zurla lo dijo arrancó las risas de sus tres acompañantes, subiéndoles la moral.

Zurla por lo general era la más melodramática de las dos y nunca se tomaba en serio nada, era insolente, mal hablada y altanera, pero sus dotes de líder nunca estuvieron a discusión cuando salían a flote, era que sus defectos se superponían a sus virtudes.

Sin esperar más preguntas, ella se metió a la choza y dejó claro que iba a dormir el resto del día, cosa que imitaron los demás, pues a decir verdad estaban igual de cansados, salvo Gali que montó guardia.

Con el paso de las horas el fuerte oleaje fue amainando, como el viento y las nubes que eran decoradas de un color violáceo, con un nuevo día, el cielo estaban completamente despejados, las risas de Nayda y Gali se escucharon, Willa se despertó y quiso salir al exterior, Zurla no le dejó.

-Paciencia hermana, ya llegará nuestra ocasión, debemos actuar en el momento preciso o se unirán más.

-Tú y tus planes ridículos.

-En la guerra y en el amor todo se vale, pero no vas a una guerra sin estrategia, lo dicho por Zurla a oídos de Willa era una cosa curiosa en vista de su actual situación. –Una vez la hagamos a un lado, seguiremos con nuestra competencia.

-Que gane la mejor. Willa dijo con tal seguridad que intimidó a su hermana, aunque nada estaba decidido. Las princesas podrían obligarle si lo deseaban, sin embargo, si querían su corazón, necesitaban de otro método y eso era el meollo del asunto.

####

Recuperarse les tomó otros dos días, para cuando dejaron atrás la choza, se internaron en las veredas que llevaban al interior del continente, donde esperaban por una recompensa proporcional a los daños sufridos en un aparatoso viaje que pondría a prueba lo mejor de ellas, era que no estaban preparadas para encontrarse con una realidad diametralmente opuesta a lo que esperaban en un principio.

No tuvieron que caminar muchos días para darse una idea de lo que les esperaba, fue la primera vez que Zurla o Willa veían algo parecido, si su instinto les dictó esconderse entre los árboles, eso demostró ser la única defensa posible ante lo raro esa tierra llena de misterios.

Era un bote volador, pero volaba a gran altura, no a ras del agua como hacían las embarcaciones de los piratas. Una estela negra salía de uno de sus costados, el ruido agonizante que producían sus motores, profetizaban su inminente caída, al hacerlo dejó un surco en los matorrales morados que se fueron quemando lentamente.

Una de las puertas metálicas de la embarcación voladora, salio disparada por varios metros, de la que emergieron varias figuras, todas ellas parecían ser felinas.

-¡General Lynx-O, tenemos compañía! Un felino delgado señaló con el brazo muy a lo lejos, tanto que no era posible para nadie ver nada.

-¡Debemos resistir, el principe no está en condiciones de viajar! Una chica de una cabellera blanca, agarraba firmemente a una persona cubierta en una manta negra, que otro de los felinos, uno bastante musculoso, cargó en sus brazos.

-¡No! ¡Sigamos! Una vez lleguemos a los árboles de Magi Oar estaremos a salvo. ¡General Lynx-O, se lo ordeno!

-Y ya te he dicho que porque seas su hijo no significa que siga tus órdenes.

-¡General, ya vienen!

-¡Maldita sea! Está bien, todos al bosque, que los Ancestros nos protejan, este sitio está maldito, puedo sentirlo.

Las naves eran entre quince o veinte, cargadas de perros, lagartos y simios de alguna clase, todos armados hasta los dientes.

-¡Lagartos…! Son reales. Dijo Nayda con una cara de absoluta sorpresa.

-¡Shh¡ ¿Es que quieres que nos descubran? Zurla le jaló de las orejas para meterla entre los matorrales.

-¡Has encontrado algo Sauro! Un camaleón le dijo a un lagarto más talludo que olía el suelo, obviamente un rastreador.

-Se han metido en el bosque, Khamai, será mejor que muevas el culo, no quiero ser atacado por sorpresa. Le ordenó al camaleón que se preparó.

-Muy justo, pero recuérdale a ese ciego de Kaks que nos cuide esta vez, no quiero que ese loco de Slithe nos intente achicharrar como hizo la última vez, mis patas no puedo hacerlas invisibles por las quemaduras.

-Te prometo que si lo intenta, será la última vez que lo haga, ya no le guardo ningún respeto.

Para cuando el grupo de enemigos se internó en el bosque, Gali se acercó con Nayda, revisando el interior de las naves buscando comida, regresando con dos mochilas que olían deliciosamente.

-Bien, ya tenemos provisiones.

-¡Grandioso! Respondió Zurla, Gali sonrió de una manera tonta, pero Zurla y Willa le jalaron.

-¡No tú idiota! Nos han visto.

Era un par de naves rojas llenas de tigres, liderados por una puma en un traje metalizado oscuro, que parecía adornado con escudos que Zurla creyó eran de la realeza. Sobrevolaron por encima de ellos apuntando sus rifles y con sus potentes motores aplastaron los matorrales para descubrirles, por lo que la princesa no vio necesidad en ocultarse o correr, incorporándose.

-¡Soy una princesa de Amazonia, me llamo Zurla! Seguro que han oído de mi, estoy un poco perdida y me gustaría presentar…

Sin reparar en nada de lo que decía, la puma les ordenó a los tigres avanzar en la dirección a donde los lagartos se habían ido, entendiendo que esos pordioseros en la tierra, nada tenían que ver con los fugados.

Las naves avanzaron hasta perderse en el bosque.

-¡Esa malnacida se ha atrevido a ignorarme!

-¿Estás de broma? Willa jalándola del brazo, supo que habían tenido una inmensa suerte.

-¡Regresen cobardes, ignorar a una princesa de Amazonia es una grave ofensa, voy a ma-hu-hmm-mm. La princesa peleaba con sus tres compañeros dando patadas fuera de sus cabales, mordiendo la mano de Gali que como Willa, se turnaban para evitar que gritara, y es que la princesa Zurla era tan orgullosa, hasta un punto que se desconectaba con la realidad y Thundera le probaría lo equivocada que estaba respecto al mundo.


Fin de Parte 4 (1 de 3)



Ant Cap. 4 parte 3 | Siguiente Cap. 4 parte 4 (2 de 3) (Por anunciar)