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domingo, 4 de agosto de 2013

Prologo: Capitulo 1, Episodio 27: Un día de furia (1 de 3)

Esta por fin en las versión final de lo que aparecerá en el PDF, me hubiera gustado sacar el PDF primero pero creo que ya ha pasado demasiado tiempo y se merecen leer la versión final que de momento son casi 220 páginas.
Usen el índice que será la fuente correcta de ordenar la lectura de este fanfic que incluye todo lo investigado sobre la serie de animación de los ThunderCats 2011, una idea aproximada de lo que pienso pudo ser, pero con conceptos propios que dan una coherencia narrativa mucho más adecuada.

Los conceptos necesarios para entender la magia elemental y espiritual están descritas en los conceptos puestos en el índice para explicarlo.

Se va a crear una guía de personajes, pero de momento estaremos con una lectura que tendrá huecos narrativos que debían ser explicados con imágenes, aquí pondremos los bosquejos.


Lo que pasó después




...Más vale un enemigo honesto, que un amigo de mentiras: Jaga


“Un día de furia”
Ese mismo día en que la ciudad flotante de Avista se precipitó

La segunda y tercera vez que pasaron volando las naves de Mumm-Ra, rozaron el suelo y dispararon sobre uno de los costados de la destruida ciudad flotante de Avista, clavada de costado en la tierra, los berbils se convirtieron en pelotas y se ocultaron entre la panza de la ciudad, uno de los edificios del complejo se partió por la mitad generando una estela de enorme de polvo y humo negro, luego uno de los reactores voló por los aires envuelta en una viruta de fuego.

Ellos no tenían nada con que defenderse a sí mismos, excepto por la legendaria espada de los augurios, no había un arma capaz de funcionar sin la piedra de la tecnología, objeto que alimentaba sus entrañas y le mantenía en el cielo, peor aún, las naves de Avista recibían electricidad inalámbrica mediante enormes bobinas y antenas de tesla construidas a lo largo de la ciudad, los berbils dieron cuenta del problema a Panthro, que enojado pateó los restos calcinados del frente de su propia nave; el Feliner.

Posiblemente la ciudad había recibido un golpe de muerte y agonizaba apagándose paulatinamente con sus últimas fuerzas, los grandes complejos prendidos durante casi un milenio se apagaban en un silencio sepulcral.

No había una manera realista de creer que se resolvería en el mediano plazo, el mecanismo que lo hacía posible existía, pero sin el poder que lo echaba a andar se perdía un tiempo precioso que bien podría emplearse en escapar.

Cheetara corrió y extendió su bastón mágico, intentó derribar una de las naves que inmediatamente se elevaba para regresar a su formación.

La segunda vez rozó con el bastón a una de sus lanzaderas de misiles, pero no logró el derribo que esperaba.
A Lion-O no pareció importarle en absoluto, sentado sobre unas cajas sin moverse de su sitio, observó las naves desapareciendo en un punto determinado del horizonte.

Tygra que no se paró a reflexionar sobre lo que sucedía, siguió a su compañera, usó su látigo y pistola con el mismo resultado al tercer y cuarto pase.

-¿No deberías ayudar en algo? Preguntó Panthro. Lion-O que estaba calmado pero a la vez profundamente inexpresivo, le dijo a Panthro lo que ambos parecían intuir.

-¿Es que no lo has notado? Pensé que te darías cuenta antes que yo.

-¿De qué estás hablando?

-Están jugando con nosotros, distrayéndonos como en Thundera. La invasión será por tierra. Se aseguran de mantenernos con la moral baja y en este lugar al descubierto no les será difícil acabar con nosotros. Dijo en un tono calmado recordándole la forma en que le describió la caída de su propio hogar.

-¿Pero por qué? Es innecesario cuando tienen a su disposición esas aeronaves y nosotros no.

-¿No te parece extraño que sean las mismas naves una y otra vez?

-¿Cómo puedes saber que son las mismas naves?

-Cheetara daño uno de sus portamisiles y es la cuarta vez que pasa la misma nave, ¿qué razón habría para usar una nave dañada si tienen a su disposición cientos?

-¿Piensas que perdieron demasiadas naves en el asalto de Avista? No lo sé, me parecían más de las que podía contar.

-Y eso es el meollo del asunto, reabastecer y reparar esas naves debe ser una tarea titánica, de otra forma las usarían más seguido, siendo así de pequeñas y tomando en cuenta la distancia que deben recorrer para repostar, yo veo que es un problema claro de logística.

-Lo estas dejando por entero en una corazonada, el Thundrinium es capaz de dar mucho poder con una carga pequeña.

-No tengo idea de cuánto combustible consuman esas naves para mantenerse volando y no comprendo la razón del porqué nos pasan de largo cuando podría permanecer más tiempo, salvo que quieran lastimar nuestra moral.

-Deben saber perfectamente nuestra situación, por eso no se preocupan demasiado.
Lion-O no respondió, Panthro quería decir algo con respecto a Pumyra, por la expresión en la cara del felino, no quería hablar del tema.

Anet y Aburn con sus elefantes cargaron un gran pedazo de una de las turbinas del Feliner, los berbils se abalanzaron como insectos recuperando una a una las cápsulas de combustible de Thundrillium de su interior.

Ro-Bear-Bill negó con la cabeza a uno de los hombres-pez que parecía saber algo de naves voladoras, el veredicto; el Feliner estaba acabado.

-Si nos atacan por tierra no tendremos mucho que hacer, es bastante extraño que Cheetara falle su objetivo, debe estar muy cansada, le hizo ver el gran felino.

Tygra y Cheetara regresaron de su frustrado intento por alejar a los enemigos, el hermano del rey se estaba impacientando con cada vuelta que daban.

-En el nombre de los ancestros ¿Qué rayos te ocurre? Con la espada podrías hacer algunos derribos. La clérigo le dio un codazo para que tuviera más tacto, pero Tygra veía la actitud pasiva de su hermano impropia de un rey.

-Ro-Bear-Bill, ¿cuánto tiempo crees que la ciudad estará en condiciones de volar? Lion-O llamó al robot que únicamente le miró en silencio indicando sus peores temores, la ciudad estaría estancada por mucho tiempo.
La única manera de parar esos ataques era una forma contundente y clara, pero no tenían los recursos o las fuerzas, si la noche llegaba y no detenían el ataque por tierra, Mumm-Ra tendría la completa ventaja sobre ellos al ser un monstruo que se fortalecía de la noche, con su espada de Plun-Darr y la piedra de la tecnología sería imbatible.

Al ver esa destrucción, dudaba en un fútil enfrentamiento para defender un pedazo de chatarra, pero había una cosa más, una cosa realmente desagradable en el interior de su pecho, que se fue asentando con el paso del tiempo.

Dejarse llevar por sus emociones había probado ser doblemente erróneo, tanto como para que sus mismos enemigos se le echaran en cara, bajó la guardia y fue llevado a un mundo feliz que se había venido abajo.

La noticia de que Vultaire había desertado únicamente aumentó las preocupaciones de los habitantes de Avista, si tenían puntos defensivos fuertes, él bien podría decirlos al enemigo, aunque no parecía siquiera importante dado el daño que podía observar.

No sabía cuanta gente había muerto o estaba herida, pero era evidente que los suficientes para convertirse en una peligrosa desventaja, la guardia de cuervos, por otro lado, había sido borrada de la faz de la tierra en el ataque aéreo y tras la subsecuente invasión, lo único que se interponía entre la ciudad y Mumm-Ra, eran su pequeño grupo variopinto de voluntarios venidos de muchos lugares del continente.

Eso le hizo pensar que sus dos alternativas tenían consecuencias a corto plazo, si huían perderían los aliados que habían ganado en esa ciudad, si peleaban, no había duda de que perderían más aliados de los que habían ganado nunca, exceptuando las aves, el resto de aliados eran apenas un grupúsculo, la alianza más débil de la historia.

¿Qué harían contra una división de esos monstruos mecanizados en la vanguardia? Tenía que pensar una solución, era que no había tiempo.

-¿Qué sucede? Cheetara lo agarró de los hombros. La reacción inesperada de Lion-O les tomó por sorpresa. Empujó a Cheetara hacia atrás quitándose su agarre, comenzó a respirar copiosamente, tal si fuera un contacto desagradable en extremo.

-¿Chico, qué ocurre? Preguntó preocupado Panthro.

-Yo… él miró a sus compañeros y respiró muy hondo y Panthro le palmeó en la espada.

-Si no te sientes bien podemos esperar, ha sido un golpe bajo.

-¿Esperar? ¿Y qué hacemos hasta entonces? Necesitamos un plan. Tygra no veía que fuera el momento para preocuparse por pequeñeces.

Respiró como si quisiera tragarse todo el aire del mundo de golpe.

-¿Te siente bien Lion-O? Cheetara preguntó, él solo miraba sombras y colores. Se agarró de las rodillas, mientras intentaba recuperar la compostura evitó vomitarse.

Ante la preocupación de sus compañeros que se acercaron, sintiendo una opresión de figuras atemorizantes, él los alejó con sus manos extendidas.

-Necesito… un poco de aire fresco, dando la vuelta, se alejó caminando en dirección al rio cercano a la zona boscosa.

-¿Lion-O, a donde vas? Tygra le preguntó, pero él no respondió.

La pareja quiso seguirle, pero Anet, que no dejó de ver a Lion-O les detuvo.

-Denle su espacio, necesita reacomodar sus ideas.

-¿Y qué hay con los enemigos? Ellos no esperarán por… Anet pegó con su bastón en el piso con impaciencia, un comportamiento inusual en él.

-¡No puedes derrotar a un enemigo si antes no estás preparado para la victoria, él necesita un momento a solas para reencontrarse a sí mismo!

-Pues espero que eso no nos lleve a un matadero, tal vez sea un rey, pero se comporta como un crío.

-Paciencia amigo Tygra, Lion-O no ha recorrido un camino tan largo con decisiones precipitadas, lo que sea que le esté atormentando él piensa que es consecuencia de sus actos, debe valorar lo verdaderamente importante, así que no hay nada que hacer, salvo esperar a que elija lo mejor para él y para nosotros.

Panthro puso su mano sobre la cabeza de Cheetara.

-Será mejor que encuentres a los cachorros, se han puesto a buscar esa bolsa extraña que perdieron en el aterrizaje. Cheetara que miró a Lion-O alejarse, dudó y no pudo dar un paso hacia adelante, retrocedió haciendo lo que Panthro finalmente le dijo.

Ella trató pensaba en apoyarle o aconsejarle pero se dio cuenta que no era el momento adecuado, si él no lo pedía, no podría dar el paso, aunque por otro lado, se sentía tranquila de que Pumyra ya no estuviera, siempre supo que había algo anormal con ella.

-Bueno, al menos aprenderá a no dejarse llevar tanto por una cara bonita. Tygra dijo en un tono un poco pedante.

-¿Y eso que significa? Cheetara hizo un puchero.

-Oh… no, no me refiero a ti, digo, claro, tú tienes una cara bonita, pe-pero me refería…

-Eso es mi príncipe, cava más hondo. Panthro le dijo en un tono hilarante.

Tygra tomó de la mano a Cheetara.

-Lo que quiero decir bebé, es que Lion-O debe aprender a no confiar en los extraños.

-¿Bebé? Hasta el cuello. Apuntó Cheetara.

-¡Oh vamos!

-Deberías hablar con él, eres su hermano después de todo. Tygra hizo una mueca a Panthro, tal si fuera lo último que alguien como él haría, era un sujeto de pocas palabras cuando se trataba de sentimientos.

-No me extraña que se hayan tratado tan mal estos años. Dijo la clérigo que tenía un mal presentimiento respecto a todo eso.

Tygra no siguió a Cheetara, sino que habló con Panthro sobre lo que deberían hacer para defenderse, lo que le hizo pensar al viejo general que el chico deseaba su puesto.

-No lo sé chico, tú tienes mucho valor, aunque ya viste lo que pasó en la pirámide, en una batalla real no se trata de acciones heroicas individuales, sino trabajo en equipo, sin un plan, improvisando, es como lanzarse a sus manos para que nos acribillen, esta vez Lion-O quiere darse un tiempo para meditar, deberías hacer lo mismo.

-¡Sé perfectamente de tácticas militares y podría darte más de una lección! Pero lo que tengo en mente es muy simple.

-Si no mal recuerdo, el único que estuvo al mando de un ejército aquí he sido yo.

-Deberías dejarle, si tal es la voluntad de este muchacho, tal vez debería probarse así mismo.

-Lo hace por impresionar a Cheetara.

-No digas tonterías. Lo que propongo haría que nada de esto sea necesario, únicamente debemos señalar a los lagartos que no nos quedaremos.

-¿Una evacuación? ¿Con tanta gente?

-Menos, únicamente debemos hacerle ver a los lagartos que nos vamos.

-Te refieres a nosotros seis.

-¿No es obvio? A quien busca Mumm-Ra es a nosotros, si nos vamos…

-Ya veo… podría funcionar. Dijo Panthro.

-¿Entonces qué esperamos? Si los berbils nos ayudan será más rápido que si esperamos a que ese niño se recupere.

-Bien, es mejor que nada. Panthro no encontraba la manera de decir que ni muerto se subiría a una de esas naves, menos pilotarla, había tenido suficiente con estar doce días colgado boca abajo de una telaraña gigantesca con Grune, una experiencia que dejó secuelas en él, era un gato de tierra, sí señor, no había duda de ello.


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Rio secundario que divide el bosque de Avista

Lion-O sumergió su cabeza entera en el agua fría una y otra vez hasta que se sintió ajeno a ese calor atroz que le embargaba, se quitó la armadura con fuerza y la arrojó con enojo al piso, sumergiendo su cuerpo desnudo en el río para resurgir y sentarse tras la sombra de un gran abeto mientras se secaba.

Estaba deprimido, más de lo que nunca creyó, un tipo de dolor mental demasiado intenso con el que no sabía lidiar, al final del día no sirvió alzar la espada en un pírrico intento por subirse la moral, era como si no le importase en absoluto el destino de esas personas.

Tardó un tiempo en calmarse y recapacitar, a pesar de la sombra plácida de esos abetos, el calor era inmisericorde y miraba como el agua se evaporaba de su pelaje, ya en silencio volvió a pensar en ella.

Reflexionó que todo lo que le había dicho, cada acción, cada gesto, era parte de una elaborada farsa, fue nuevamente engañado por las apariencias, repetir esa experiencia fue demasiado doloroso y la sensación de abandono, él daño a su autoestima y su orgullo propio que estaba hecho añicos.

Una chica entregada en cuerpo y alma por su propia voluntad a Mumm-Ra, su verdadero amo y Señor, quien a la vez fue responsable de su propia muerte y la caída de su pueblo pero a la persona que culpó fue al despistado hijo del rey. Le había llamado “su amada” si algo tan puro podía darse entre ese monstruo y esa traidora.

Se había ofrecido voluntaria, había esperado la oportunidad perfecta para causarle el máximo dolor posible, entregarle la roca a su amado, respondiendo con una traición a sus propios esfuerzos por demostrarle que era capaz de ser un buen rey y que le importaba.

Era la respuesta a la pregunta que una vez le hiciera a Cheetara, ¿Cómo pude malentender las señales? Claro, la comparación era odiosa, su corazón no entendía de razones y dudó nuevamente de la lealtad de clérigo por un mero acto de enojo, finalmente él era una orden, un encargo que había recibido de su moribundo maestro. Su  relación se basaba en ello y cuando terminó, sintió que era injusto y se portó estúpidamente, como si eso fuese a devolverle una amor que solo existió en su mente y no podía portarse de la misma manera nuevamente, no había nadie con quien quejarse o a quien culpar, salvo a él mismo.

Había sido duro ver a Cheetara apoyar a su hermano sin ninguna duda, llena de una seguridad y confianza verdadera, mientras competía con el traidor de Vultaire.

Esa confianza que una vez le dedicó a él, en su caso fue una mera actuación, parte del papel que debía desempeñar. No importaba, pues “él tenía a Pumyra” se dijo, fue un tonto y sentía un odio creciente que le asfixiaba.

“Lion-O… tal vez, tú seas mi rey, pero Mumm-Ra es mi amo.”

Él quería volver el estómago de sólo pensarlo, se preguntó si todas las mujeres eran iguales o tal vez era que él no las entendía.

Lion-O deseaba gritar, desahogarse, las lágrimas no salían y de hacerlo, su derrota se convertiría en vergüenza, apretaba los labios para no dejar escapar ni un gesto si eso le llevaba a sollozar como una mujer, prefería mejor morir.

“Un completo desastre”, con la cabeza hundida entre las rodillas se sintió mareado, hasta que alguien le puso una manta cubriendo la desnudez de su bajo torso.

-¡Quisiera que me dejaran solo! ¿Es mucho pedir? Un ave de un colorido pero hermoso vestido azul, cerró sus ojos en un gesto complaciente, se notaba mareada y olía a alcohol.

-Hic, parece que no se siente muy dispuesto para charlar mi gatuno amigo, aunque yo no tenía idea de que a los gatos les gustara el baño, ella se sentó pesadamente en suelo y sumergió las piernas en el agua, recostándose en el pasto con una de sus manos sobre su frente. –Hic, creo que me ha pasado esta vez.

-¿Quién rayos…?

-Orla, la consejera inservible, quiero decir, invisible… hic, a tu servicio, hic.

La chica sumergió una cubeta que llevaba con ella en el río que sacó con una cuerda y vomitó en ella.

-¡Uagh!, usted necesita un médico.

-Gr-gracias, muy amable doctor. Mirándole como si quisiera enfocar la vista, llevándose sus largos y finos dedos a su corto pico.

-¿Eh? No… yo no soy un doctor.

-¿Ah no? Pues que lástima, parecías prometedor. -Hic-

-No sé si este sea el mejor momento para ponerse borracha. Ella le abrazó y señaló una lista de cosas.

-Mi pequeño amigo felino, este es el mejor momento -Hic-, final del mundo, desesperación total, un montón de pájaros cobardes rezando, yo diría que es el mejor momento para tomarme un vasito de ron, -Hic- lo decía mientras sacaba un frasco de metal del que bebió una sustancia olorosa.

-¿Estás llorando? Pobrecito.

-Que va, es el sudor. Ella puso uno de sus largos dedos sobre sus mejillas.

-¿Es que acaso los felinos tienen axilas en los ojos? Lion-O giró la cara, como si ella quisiera jugar al tonto.

-Po-podría ser. El ave hizo una cara incrédula, luego de unos instantes se acomodó sin darle importancia, él pudo notar que en el fondo, sus ojos se mostraban tristes y apagados, así que no todo lo que decía era una tontería.

-Yo también tengo muchas cosas por qué llorar, así que no te sientas tan especial.

-¿Y qué puedes saber tú de mis problemas o las presiones de mi trabajo? Ella cambio el tono de su voz a una más modulada y seria.

-¿Sabes? un día yo fui una gran promesa del mundo de las aves, tenía unos padres maravillosos, sabios y respetados, iba a seguir sus pasos…

-¿Y qué pasó, te casaste con el hermano de tu Rey? Lion-O se secó la cara apresuradamente mientras se ponía sus ropas molesto, observando de reojo la expresión de esa ave que pareció enfadarse súbitamente, lo que hizo que se diera de lleno contra el suelo al intentar levantarse.

-¡Un asqueroso mandril, eso es lo que pasó! -Hic-, me enteré de que la Nación de las aves le había arrestado hacía poco, le iban a ejecutar, pero este día le vi entre los soldados que invadieron Avista.

-¿Te refieres a Addicus?

-No sé su nombre, si lo conoces ya sabes la mitad de la historia. –Hic- Lion-O no quería inmiscuirse en los problemas de los demás, no quería cargar con más culpas fuera de las suyas propias, ella continuó a pesar de su incomodidad.

-Cuando te quedas sola  y no hay nadie para apoyarte haces cosa locas -Hic-, esperando que el mundo te mire, pero entre más te mira el mundo más te ignora.

-Bueno, parece que mis problemas no son tan “especiales” después de todo. Dijo en un tono cansado.

-¿Sabes que soy consejera… hic?, ella se volvió a presentar, le dio la mano qué él aceptó tontamente, sacándolo completamente de pose. –Orla, Consejera de Avista, la consejera invisible. –Hic-

-¿Invisible?

-In-vi-si-bi-lí-si-ma, nadie me quería excepto para… ya sabes, satisfacer sus... bsh, bsh, bsh, Orla le susurró al oído con una sonrisa.

-¿Una dama de compañía, eres una…?

-¡Shh…! -Hic- No tan fuerte, “fui” una dama de compañía, sí, sí, sé que te sorprende, pero mírame bien, era la mejor que nunca verás, un día, si tu quisieras podríamos… ya sabes, -hic-. En tu caso será gratis, me encantan peluditos, ella rascó su brazo bromeando, pero él la apartó.

-Yo no haría esa clase de cosas. Esa ave le miró incrédulamente.

-Chico solitario con las hormonas disparadas -Hic-, un rey frustrado, seguramente acabarás con un harem bastante exótico, te lo aseguro. Ella le dio de palmadas en la espalda, Lion-O no estaba interesado en discutir esa absurda idea, así que cambio de tema cuando entendió que ella no pararía de hablar.

-¿Y por qué invisible? Si eres un consejero, ¿no es un poco extraño? Habló mirando en otra dirección, como si no le importase la respuesta.

-Muchos secretos, una chica popular, muchos clientes poderosos con deseo de confesarse, si haces cuentas lo entenderás, je, je.

-Así que “sabías demasiado”. Ella se alegró que fuera rápido de entendimiento, aunque a él le parecía un buen cuento, olvidando su forma atropellada de hablar, le rodeó con sus brazos y le jalaba al hablar.

-…o eso supusieron, así que me dieron un puesto, llegue a una posición de poder no de la forma más honrada, pero así es el poder, derecho de sangre, pacto políticos y secretos, la información es un arma muy poderosa en las manos indicadas, en mi caso una fuente de dolores de cabeza.
-Entonces te hiciste invisible.

-Como si no existiera, era incómodo ser mirada e ignorada a la vez, ¿sabes cómo es cuando no tienes un lugar en la vida, cuando tu futuro está marcado por lo peor de tu pasado?, y no hay nada que hacer salvo aceptarlo.

-Ciertamente, me lo imagino, dijo en un tono como si fuese algo que conociera de memoria. -¿Y qué pretendes diciéndome esto?

-Oh, pero es ahí donde la historia se tuerce amiguito, en este día eso ha dejado de importar, este es el día en que todos se preparan para morir, se confiesan y piden perdón. Ya no soy invisible, pero tampoco le importo a nadie. Orla se recostó en el pasto con su largo vestido azul recargada de lado melodramáticamente, con uno de sus brazos sobre su cabeza. –En fin, me quedaré aquí para morir, porque no hay nadie en el mundo que pueda defenderme cuando llegue la hora. Ella le echo un ojo mirándole de reojo.

Eso hizo que Lion-O comenzara a reírse y ella le imitó.

-Te he hecho reír, aunque mi historia es trágica, eres desconsiderado.

-¿Y qué esperas de mí?, a diferencia de ti, ellos desean que saque soluciones que no tengo, únicamente soy un estúpido que se deja manipular por cualquiera. Orla dejó de actuar como una ebria y habló en un tono más serio.

-La vida es difícil, no tener a nadie que te guíe o comparta tu sufrimiento, estar completamente solo en el momento más decisivo de tu vida en verdad que te hace replantearte las cosas, pero tú tienes la oportunidad de hacer algo, por poco que sea. A pesar de que nadie esperaba nada de mí, no dejaba de intentarlo e hice cosas de las que estoy orgullosa, mis pequeñas victorias personales. Tú puedes hacer mucho más.

Ella le agarró con sus emplumadas manos y recargó su cabeza sobre la suya.

-Ser un líder, es más que ser ovacionado o apoyado, es recorrer un largo camino solitario con todos en contra, lo sé porque Vultaire, esa ave traidora lo vivió en carne propia y una de las razones por la que se escapó cuando tuvo la oportunidad, servir a otros es tan fácil y tan difícil a la vez, es rendir tus convicciones y deseos por el bien de los demás, hasta que eso te lleva a la muerte y lo sopesas, sopesas tu lealtad, un líder tiene que enfrentarse a esa posibilidad y continuar o huir, Vultaire se veía prisionero, un prisionero que no quería servir a su pueblo.

-¿Así que esto no es un consejo desinteresado?

-Nada en este mundo lo es Lion-O, aún así es mi mejor consejo. Volvió a beber un poco de su botella.

-¿No tendrás un plan en esa larga manga tuya?

-Lo militar no es mi fuerte amigo, esa espada tuya es un arma poderosa, no hay nada en este sitio que se le compare, como lo veo es una ventaja.

-No tengo idea de que hacer, Mumm-Ra es más poderoso, tiene un mejor ejército y una persona contra la que estoy seguro sería incapaz de alzar mi espada.

-Toma un poco de esto, hará que te sientas mejor. Ella sacó un envase de su bolsa y le intentó dar a Lion-O pero este se negó.

-No voy a empezar a beber ahora.

-¿Piensa que te daría alcohol en un momento como este? El alcohol es para los desahuciados como yo, tú necesitas algo que aleje de tu mente esa “resaca” amorosa.

Aunque Lion-O dudó de ella, el ave le animó para que se lo tomara.

-Eso es, pásalo de un trago o te ahogarás con el ardor.

-Puf, ugh, e-esto es pi-cante, arde. Lion-O sumergió nuevamente la cabeza en el agua, era endemoniadamente picante.

-Ja, ja, no puedo creer que te no hayas tomado, si levanta a un muerto, qué no hará con alguien sobrio.

"Clic" Ella chasqueó con los dedos adquiriendo una expresión seria, el ambiente pareció detenerse y Lion-O centró toda su atención en el ave.

Orla miró discretamente en búsqueda de cualquier testigo involuntario y le habló en voz baja.

-Ahora escucha querido, te daré un gran consejo como recompensa a tus esfuerzos por “ayudarnos”; las tropas de Mumm-Ra que desean asaltar Avista, están aterrizando cerca del límite del desierto y esas montañas, es el punto más bajo entre la cordillera y el desierto, los caminos entran directamente en el valle, hay una nave funcionando a base de thundrillum con un piloto que sobrevivió al ataque, te podría llevar.

-¿Cómo es que tú sabrías eso?

-Eso no te interesa pequeño gato, pero sí en verdad quieres detenerles, debes presionarles desde un principio o los tendremos en un par de horas sobre nosotros, es una misión para una sola persona.

-¿Ir yo solo contra un ejército? Quieres que me suicide heroicamente. Ella le cubrió la boca.

-Tonto, únicamente tienes que retrasarles mientras se preparan las defensas.

-Aún así es una locura, no me veo capaz de eso.

-Lo ves de esa manera debido a que has perdido la fe, no importa como lo pongas, te ven como su salvador, sé que es hipócrita, pero cuando estás a límite de la vida, te aferras a lo primero que tengas a la mano, por más fútil o nimia de la posibilidad, la pregunta es ¿tienes la voluntad ahora que has perdido la motivación?

Él no respondió, ella cambió a una actitud más analítica.

-Después de todo, ¿quién necesita esperanza si se tiene el poder para cambiar el curso de un río? Apuntando a la Espada de los Augurios.

-¿Crees que no necesito de esperanza? Para tu información sigo siendo una persona, la espada no te hace invulnerable o perfecto, tampoco hace que dejes de sentir.

-La esperanza es para la gente débil como yo, aquel que no puede hacer nada para cambiar su destino necesita de esperanza, no tú, tú tienes poder.

-No es lo que me han enseñado todo este tiempo.

-Curioso viniendo de un león, esas son las palabras de Claudus y cada uno de los reyes de Thundera ¿Quién necesita esperanza cuando se tiene el poder de una espada? Una tradición oral muy conocida en este continente.

-Y mira donde está mi padre ahora, muerto.

-¿Y dónde está toda esa esperanza, ese orgullo y fe de la gente de Thundera en su rey? Cambiaron los vientos y en un parpadeo se entregaron a un poder superior, el mismo poder que les destruyó, buscan venganza contra el impotente rey que no fue capaz de defenderles, el rey que carecía de poder y tú estás aquí preguntándote ¿por qué?

-A pesar de lo que digas no soy Mumm-Ra, mi espada no es tan poderosa como la suya.

-¿Olvidas lo que hiciste en esta batalla? Destruiste una enorme cantidad de naves con tu espada para impresionar a una chica y la manera en que casi derrotas al señor oscuro, rebozando de confianza fuiste capaz de pelear al tú por tú con ese villano protegiéndola, ya que se ha ido te sientas a llorar, olvidando el miedo de tus aliados, olvidando que depositaron sus esperanzas en ti.

-Es que todo es tan confuso, no sé si soy el correcto para este puesto, tal vez es un gran error y no encajo en la imagen completa.

-Entiendo tu inseguridad, es bueno que te lo cuestiones o no podrías mejorar, pero tu padre no cayó por su falta de poder, sino porque sus sentimientos y esperanzas se antepusieron a su sentido común a pesar de que sus palabras pregonaban lo contrario, así es como Mumm-Ra encontró una debilidad para eliminarle valiéndose de un aliado cuyas esperanzas en su rey fueron rebasadas por su deseo de revancha, entregándole a su enemigo para obtener el poder del que carecía, puedes ver ese patrón por ti mismo, tus pasiones saltan a la vista y eso descubre ante tus enemigos tus debilidades.

Orla, la mujer que sabía demasiado no le parecía nunca más un título inmerecido en absoluto, de alguna manera sabía de Pumyra y de Thundera, pero preguntar de nada le serviría, ella estaba allí para algo más que una charla inocente.

-¿No se supone que nosotros somos los buenos?, sin esperanzas, sin esas emociones puras como el amor y la bondad, no seríamos diferentes de Mumm-Ra.

-¿Quién es bueno y malo realmente? ¿Desde qué punto de vista? ¿El político? Como líder, las esperanzas que depositas en otros te hacen susceptible a fallar, de tomar los riesgos que otros no estarías dispuestos a tomar.

-Ya suenas igual a Pumyra.

-Soy débil, muy débil Lion-O, aún así puedo causarte mucho dolor cuando menos te lo imagines si me subestimas, pero en este momento no importa, mis esperanzas y sueños están en tus manos, tú no necesitas mostrar esperanzas salvo hacia ti mismo, porque ya eres nuestra esperanza, el eslabón final de la cadena que sostiene al débil y al poderoso por igual, no debes dudar arrastrando emociones que únicamente juegan en tu contra, así como no debes mostrar lo que sientes ante los demás tan rápidamente.

-No pienso que todos ellos crean o depositen sus esperanzas en mí, aquellos me dijeron algo parecido me abandonaron.

-Es por eso que no debes depender de ellos en primer lugar, déjanos el trabajo de creer, de perder las esperanzas y ser egoístas, pues tu futuro es claro como el agua, tienes un enemigo que derrotar y el poder para hacerlo, lo único que le importará a la historia no será si fuiste traicionado o abandonado, sino que decidiste dejar tus penas y sufrimiento atrás por el bien común, eso significa ser un héroe y un líder ejemplar, también significa que estarás siempre solo, pelearas a pesar de aquella gente que te hace dudar de lo que eres, debes medirte a ti mismo en el campo de batalla y ver de lo que eres capaz de hacer por ti mismo.

Esas palabras parecieron un efecto hipnotizante en su cuerpo y mente, como si esa conversación influyese en su apreciación de lo moral, como si algunas cosas de pronto dejaran de ser tan importantes y las trabas mentales que tenía desaparecieran en un suspiro.

-Por lo que parece sabes demasiado de mí, y yo apenas se nada de ti.

-Lo único que deseo es que comprendas que ya tienes tras de ti ese poder respaldándote, tus enemigos y la gente que te ha manipulado, se han valido de tus esperanzas para mermar tu control en la espada, es tiempo que les demuestres lo equivocados que están, que con ese poder puedes doblegar este mundo o… salvarlo.

-Eres peligrosa, una mujer muy peligrosa. Ella hizo un gesto agradeciendo el cumplido.

-Y no lo olvides, la gente con información siempre lo será, nada peor que dar pasos en completa oscuridad en un cuarto con extraños, así que una vela nunca estará de más, partir con esa ventaja es la diferencia en vivir un día o morir al otro, me di cuenta de ello cuando la gente empezó a temerme, creían que sabía demasiado y me dieron el puesto de consejera esperando mi silencio, pero yo apenas si sabía nada y por eso seguí siendo débil, debí valorar más lo poco que sabía y atesorarlo, si tú quieres ser un buen rey algún día, harás lo mismo.

“¿Quién rayos era esta chica? Se preguntó con más seriedad y sin esa opresión en su pecho, creyendo que esa bebida de alguna manera había surtido su efecto, ella notó el cambio en su personalidad, pues durante un breve instante pareció gratamente satisfecha.

-Es casi hora Lion-O, seguramente darán otra vuelta pronto.

Orla, mirando su reloj claramente descompuesto, se paró caminando con sus pies desnudos sobre el verde pasto estirándose, sus alas eran curiosamente pequeñas para el cuerpo alto y esbelto que poseía, metidas entre sus ropas como parte del arreglo de su vestido.

-Sabes que lo iba a hacer desde un principio, esto no era necesario. Dijo Lion-O con seguridad, tal si fuese una idea atorada en la punta de su lengua.

-Tal vez todo esto… es producto de tu propia reflexión, esta dama de compañía retirada, únicamente te ha dado un pequeño empujoncito, pero descuida, a veces el consejo de un completo desconocido es más confiable que la gente que te rodea y conoces de toda la vida, estoy un poco mareada, nada que un buen ron y un baño de burbujas no cure… -Hic-, por lo menos ya tienes otro aspecto… majestad.

-¿No ibas a quedarte a morir? Ella agachó la cara y luego le miró alegre.

-¿Quién sabe? Puede que hayas eliminado mis ideas suicidas.

-Por supuesto. Respondió no sin ironía.

-Ya te he dicho que soy una consejera invisible, seguramente paso desapercibida, Je, je. Ella se reclinó, le lamió la mejilla con su lengua. El aliento de Orla era de verdadero e intenso alcohol, comenzó a actuar como borracha de nuevo.

-Una cosa más pichón… Dudando por unos instantes ella retrocedió y le acercó su pico. -No importa lo que hagas, no confíes en ella jamás. Susurró con mucha seriedad.

-¿No confiar en quien…?

Orla iba a decir algo, pero luego empujó del hombro a Lion-O y vomitó cerca de sus piernas.

-Por los ancestros, necesito de un buen descanso. –Hic- Dijo mientras se reincorporaba caminando tambaleándose por el camino. ¡Maldito reloj! Mira que arruinar mi perfecta actuación. ¡Puaj!
Lion-O de cierta manera sintió mucha ternura al verla tan indefensa y entendió claramente como los sentimientos podían llevarle fácilmente a perder su perspectiva de las cosas y se prometió no ser tan inocente en adelante.

Le sorprendió el efecto que sus palabras tuvieron en el, mirando al cielo comprendió que las dudas habían desaparecido, tal y como ella dijo, se preparó para dar el primer paso a una batalla en solitario donde podría encontrarse cara a cara con aquello que más temía y en su mente se dibujó una palabra; Pumyra.

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"Únanse o perezcan"

Lion-O regresó caminado no relajado y seguro, sino frio e inexpresivo, sus aliados que estaban impacientes por poner en práctica el plan de Tygra se sorprendieron y ninguno habló, él se preguntó si era de esta manera que conseguía la lealtad de sus súbditos, aparentando una absoluta seguridad, no mostrando sus emociones.

Él tenía formada una idea sobre lo que debían esperar, sabía que no sería fácil resistir en ese lugar abierto en el fondo de un valle, donde el alcance del enemigo se podía duplicar por efecto de la altura, el escape podría ser infructuoso y él nunca había dirigido tropas a la batalla, sus opciones eran limitadas, aunque había dos caminos, las opciones se reducían a una; la elegida por Lion-O y esto despertaría inquietudes cuando sus ideas chocaran con las de su hermano.

No pudo dejar de notar las carcasas de cinco naves puestas en la cercanía, donde algunas aves y berbils trabajaban para adaptar los motores a las pilas de thundrillium, Panthro parecía revisar cada pieza y Dobo dirigía a los elefantes en la operación, por lo que no necesitó de mucho para saber que había sucedido, lo cual jugaba a su favor, aunque le molestó la falta de confianza y paciencia.

Con unos binoculares revisó la dirección dada por Orla, en efecto, el ataque debería venir de algún punto del bosque que daba con el desierto y de allí a tiro franco hacia ellos. Notó las parvadas de animales alados que salían del bosque, una indicación de que huían de algo, no había más tiempo que perder.

-¡Ro-Bear-Bill!, necesito que llames a tus berbils, quiero que una parte se centre en reparar los cañones del frente de la ciudad, no tenemos una fuente de combustible salvo las pilas de Thundrillium del Feliner, será una defensa temporal… “mientras evacuamos Avista” Esas últimas palabras fueron imaginadas por Panthro y Dobo, lo que les impactó negativamente cuando previamente habían aceptado el plan de Tygra.

-¿Reparar los cañones?, pero Lion-O, quizás antes que eso deberías escuchar el plan de Tygra. Lion-O ignoró la sugerencia de Panthro hasta confirmar que Ro-Bear-Bill, lo había entendido.

La evacuación era lo menos recomendable, al omitirse la otra alternativa, lo difícil sería encontrar un lugar para los avistianos.

-Panthro, quiero que localices al piloto sobreviviente del primer enfrentamiento con los lagartos y trae su nave. Pregunta al Consejo, ellos deben saber donde se encuentra.

-¿Ah? Como si le hablase a una piedra se giró hacia Dobo.

-Dobo, por favor, encárgate de que el resto de las pilas las reciban los berbils.

El perro no respondió, él decía siempre lo que pensaba, pero también sentía culpa por una lección de lealtad que salió mal y que ahora parecía ser una fuente de perturbaciones para Lion-O.

-¿Y qué hacemos con estas naves? Preguntó Panthro, Lion-O negó con la cabeza, como si eso no le interesase en absoluto. –Ya tenemos una nave funcionando, será suficiente. El gran felino se preguntó si era una nave lo suficientemente grande para los seis o si Lion-O pensaba darle otro uso.

-¿Encontraste una nave? ¡Yo puedo pilotarla!, dijo "Tygra" que regresó de los hangares con "Cheetara", buscaban una nave, aunque sólo quedaba chatarra.

-No, debido a que los guardias y sus comandantes murieron, debemos asumir la protección de estas personas, necesito que ustedes organicen a los niños y las mujeres, llévalos a la parte segura de la ciudad; ese surco dejado en la tierra por Avista puede ser una vía de escape idónea.

-¡¿Qué?! ¿Piensas evacuar la ciudad? ¿Has perdido la razón? Tygra gritó frustrado.

Lion-O no aclaró las dudas de su hermano, quien lo estaba malinterpretando, de hecho, cada uno de sus aliados lo hizo.

-Dobo, una vez termines tu encargo, quiero que personalmente organices a los voluntarios, deben ser al menos dos mil, si no se ofrecen a ello… elígelos a la fuerza, deben estar listos en menos de una hora para avanzar a la frontera del bosque, Panthro, dado que eres el único con experiencia en formaciones militares, te lo dejo a ti.

-Hmm… S-sí majestad. Respondió con una expresión intranquila.

-¿Vas a enviarlos a pelear con los lagartos sin apenas armas? Lion-O, no podemos lanzar un ataque y si pudiéramos, estas aves no son diestras en el combate, únicamente serán carne de cañón sin ninguna utilidad y mira a los evacuados, no tenemos un lugar a donde enviarlos, cuando los lagartos sepan que estamos en el bosque van a acribillarnos con sus aeronaves, por no mencionar a los heridos.

El tono de Tygra era impaciente, quería ser la voz de la razón en ese momento de zozobra para su hermano, pero no lograba moderar su tono o diferenciar la línea entre un rey y un hermano.

-Debemos marcharnos nosotros seis, los habitantes de Avista únicamente deberían ocultarse si los lagartos lanzan un ataque aéreo. Mumm-Ra no necesita esta chatarra. Lion-O no respondió.

-"Tygra" está en lo correcto "Lion-O", Si queremos poner sus vidas a salvo; ¿no sería mejor alejarnos de ellos? Mumm-Ra seguramente hará lo mismo que en las minas de Plun-Darr, nos seguirá a nosotros. Cheetara lo dijo en el tono más moderado que encontró.

-He escuchado “su opinión”, pero ya he dado las órdenes.

-¿Y ahora que demonios te pasa a tí? El tono empleado por el chico en la frase “su opinión”, hizo pensar que "Tygra" hablaba intrínsecamente por "Cheetara", en un relación de siervo y amo.

Tenía razón, al menos en que compartían la misma apreciación del problema, Cheetara no le parecía la mejor decisión, era mucho mejor separarse de Avista como dijo Tygra. En cambio, resistir con gente que no tenía experiencia en combate, era un desperdicio de vidas innecesario, sin considerar que los habitantes de Avista no podrían escapar a gran velocidad debido a que tampoco eran atletas y en su mayoría no volaban con sus alas atrofiadas, además, debían detenerse en el hecho de que las naves de los lagartos que sobrevolaban Avista estaban monitoreando sus movimientos y si les atacaban mientras evacuaban, el golpe sería terrible, aunque Lion-O no la regresó a ver, esperando la respuesta de Dobo.

-Creo que lo que Lion-O quiere decir, es que los lagartos no tienen las suficientes naves para…

-¡¡No he pedido que explique nada General!! Panthro se quedó con una expresión petrificada y dejó de hablar.

-Bien Lion-O, somos aliados, no pienso abandonar. El gran doberman no necesitó de reflexionarlo mucho, le bastó con la seguridad del felino. Si eran sabios, el ataque principal de los lagartos llegaría cuando la caída del Sol se posara sobre ellos, para bajar el valle deberían emplear al menos cuatro horas y si no lo lograban antes de que la oscuridad los cubriera, serían un buen tiro al blanco para las armas de sus perseguidores, así que lo mejor era darse prisa.

Panthro puso la mano sobre el hombro de Cheetara y Tygra, que no ocultaban un gesto de desaprobación marcado en la cara, aunque no sabían cómo afrontarlo, la pantera habló en voz baja.

-Sé que no es lo óptimo Cheetara, dado que no tenemos tiempo y es lo que Lion-O quiere…

-Esas personas podrían morir, al menos deberíamos de consultarlo con ellos. Panthro se negó.

-Intentar convencerlos de buena manera sería una invitación a perder la moral Cheetara, no necesitan decidir, sino a alguien que les diga qué hacer.

-Pero es incorrecto Panthro, deberíamos marcharnos o las pérdidas mermarán la confianza de nuestros los aliados.

-Una confianza que igual se evaporará si nos vamos, peor aún, parecerá que huimos, debemos demostrar que no abandonamos a nuestros aliados bajo ninguna circunstancia. Las palabras de Lion-O cortaron su plática, quien se apartó para atraer la atención de sus otros aliados.

Anet y Aburn esperaban a ver la imagen completa y para eso hacía falta tener paciencia, o sería como poner el pie antes de dar la mano a su amigo el rey.

-Si este es el plan, considera que no todas las aves sobrevivirán a un viaje a Thundera, el plan de Lion-O les dará una muerte digna y reducirá el número de bocas que alimentar. Dijo Dobo en voz baja con mucho sentido común, una vez aceptó las órdenes.

Panthro movió las manos de un lado a otro para callar a su amigo.

-¡¿Quéee?! ¡¿Estás hablando en serio?! ¿Es ese su objetivo real?, una boca menos que alimentar? ¿Y tú apoyas esa idea?

-Sé que parece cruel Cheetara, pero si nos vamos no dejaremos a los berbils   y si las aves no pueden reparar su ciudad por su cuenta, su destino es una vida expuesta a la intemperie, enfermedades y toda clase de enemigos, sin olvidar la fauna salvaje, entonces el resultado será el mismo.

Eso aterrorizó aún más a Cheetara, ella avanzó y agarró a Lion-O del brazo para intentar aconsejarle, él se separó casi de inmediato sin siquiera mirle, dirigiéndose a los paquidermos.

Con el paso de una hora, todo estuvo hecho y ordenado, la reunión comenzaría y Cheetara que impaciente habló con Tygra entre susurros, no lograba convencerlo de intervenir.

Reunidos los aliados hicieron un círculo mirando al centro donde el Rey Lion-O les explicaba su plan sobre un mapa y las cosas que podían esperar del enemigo con piedras negras, señalando el recorrido de los atacantes, algo en lo que Panthro le auxilió.

-Aburn y los elefantes serán los que contengan a los lagartos que alcancen la zona a la entrada del bosque. Dobo será la línea principal con los voluntarios y sus perros, si todo sale mal, retrocedan hasta la segunda línea. Si los cañones están operativos para ese momento, podremos abrir un corredor en medio del camino y empujarlos hacia atrás mientras ustedes retroceden.

-¿Eh y qué hay de nosotros? Algo de acción no estaría de más, dijo un pez gordo pero bastante vital.

-En el margen del río estableceremos la segunda línea defensiva, debemos suponer que lo cruzarán directamente y no esperaran por llegar al lado más angosto, sino por el más hondo con sus monstruos mecánicos. Con esas granadas dejadas por los lagartos en sus naves, deberíamos ser capaces de detener su marcha un poco y es allí donde ustedes, que pueden respirar bajo el agua, tendrán su momento. Dobo entonces volverá para un contraataque, necesitamos retrasarlos por lo menos una hora iniciadas las hostilidades.

El pez miró la granada que se activaba jalando con el dedo sobre una superficie que se iluminaba.

-¡Suave!

Lo más dramático para Cheetara era que el rostro de Lion-O no reflejaba emociones, hablaba monótonamente sin matiz alguno y la gente que le conoció con un estilo a veces gallardo, presuntuoso o tímido y que lo cuestionaban o le apoyaban en consecuencia, tenían en frente de ellos a una persona que decía sin dudas lo que quería.

Wily Kit y Wily Kat que habían encontrado su bolsa usando a Snarf, que de la cintura para abajo estaba lleno de hollín, suplicaron maullando por no quedarse aparte, sino pelear como un equipo.

-Ya que tienen esas tablas voladoras y esa bolsa, ustedes jugarán una parte importante, si las cosas fallan y no podemos detener su avance, deberán hacer lo contrario que con Mumm-Ra, meterán a la gente que puedan en la bolsa mágica y regresando a la ciudad, hagan lo mismo con los hombres-pez, cuando entren al descampado no vuelen en línea recta o serán presa de sus armas, por lo demás, no se olviden de cuidar bien de Snarf.

-¡A sus órdenes capitán! Los cachorros se lo tomaron muy en serio, Snarf que se sacudió los bigotes, rascó las piernas de Lion-O sin que este le dirigiera ningún gesto, fuera de ponerlo en los brazos de Wily Kit, intentando soltarse.

-Por cierto Kit, ¿cuál es el límite máximo que soporta esa bolsa?, pienso que si metiéramos a todas las personas… Cheetara que estaba interesada en esa curiosa reliquia mágica la vio como una alternativa, pero Wily Kit y Wily Kat negaron con la cabeza.

-Fuimos a por Viragor, dijo que no podía abandonar el bosque, cuando vio la bolsa nos advirtió de no sobrecargarla con seres vivos o la magia del sello se rompería y la gente quedaría atrapada, él la reforzó con sus poderes para hacerla más estable –según lo explicó- alguien de su tamaño dañaría la bolsa irremediablemente.

-Eso es… una pena. Wily Kit se quedó embelesada por esa falta de emoción en las palabras de su rey, intentando mantenerse fresca.

-Nos lo dijo cuando la bolsa ya estaba en su tope máximo, estos guapos elefantes son bastante pesadito, ji, ji. Aburn alzó la mirada ofendido, era raro, no se le olvidó esta vez, así que ronroneo para obtener su perdón.

-Bueno… al menos dijo que soy guapo. Aburn presumió a Aburn, se pasó por los dedos de su pequeño pero tupido mechón de pelos en la parte superior de la cabeza, acicalándose.

Lion-O habló a todos en voz alta, si alguien estaba en contra no cambiaría su decisión, y Cheetara, que intentó entrar en su campo de visión, era sistemáticamente ignorada.

-Bien, ya todos conocen su posición, no quiero recordarles lo importante de que soportemos el mayor tiempo posible, si no podemos contenerlos, debemos dar la ciudad por perdida y nuestra prioridad es unirnos a la gente que será evacuada sin importar las pérdidas.
-En ese momento que retrocedamos nos convertiremos en carne de cañón, como dijo Cheetara. Lion-O hizo una pausa aceptando la descripción de Dobo.  -¿Y usted majestad? ¿Dónde estará? Pues no está en este plan hasta ahora?

-Les daré el tiempo que pueda, será mejor si les presiono desde el lugar donde están aterrizando.

-¡¿Qué?! ¿Acaso has perdido la razón? Era curioso que todos ellos dijeran lo mismo a la vez.

-Sé que es peligroso y no lo hago por lo que pasó con la piedra, mi objetivo no es morir, es hacer el mayor daño posible al enemigo y luego retirarme, si todo sale bien, muchos de sus monstruos mecanizados serán dañados.

-¿Y qué pasa si no sucede?

-Siempre has deseado ser rey ¿no?

-No digas tonterías. Lion-O no pareció más interesado en discutir con Tygra y continuó sin perder su coraje, confrontando a los allí reunidos.

-Tenemos poco tiempo, sé que los felinos no se lo han ganado, pero les pido que confíen, que confíen en mí y en un futuro donde no seremos enemigos, sino hermanos. Ese día en que pongamos aparte nuestras diferencias, ese día que podemos ser libres todos juntos como hermanos, ¡Únanse o perezcan!
Repitió las mismas palabras que una vez dijera Leo, a pesar de que no encajaba con su situación actual, pero era todo lo que tenía a su disposición.

-Muy bien Lion-O, suenas como un verdadero líder, no estoy de acuerdo con el plan, pero dado que estás resuelto, tienes mi palabra de que pelearé hasta mi último aliento. Dobo dijo con seguridad.

-Te lo agradezco y te aseguro que tu gesto no será olvidado amigo mío, nunca he recibido esa confianza de ningún felino, me doy cuenta que ustedes no son el problema.

Lo que dijo desmereciendo el valor del pueblo felino no gustó a sus propios compañeros, sonó como una indirecta, pues aunque Panthro, Tygra y Cheetara no tuvieran esa misma impresión optimista, eran leales al rey de Thundera. Cheetara tenía cosas que decir, pero lo primero que le vino a la mente fue la peor pregunta de todas.

-¿Y qué hay de mi? Cheetara habló con su habitual tono pausado levantando la mano con la palma hacia arriba.

-¿Eh? ¿No irás con Tygra?

-¿Qué? No, iré con…

-Iremos contigo. Dijo Tygra sin miramientos, interrumpiendo a Cheetara.

-¡No! Debes guiar a los refugiados a los bosques interiores.

-Iré a donde Cheetara vaya.

-Si ese es el caso no veo la razón de esta discusión, estoy seguro de que no se separará de lo más importante para ella. ¡Así que ve con los refugiados o quédate al margen! Dijo en un tono autoritario, casi inmediatamente puso su mente en su problema más próximo.

Tygra no se inquietó, era la usual cabeza de aire caliente de su hermano respondiendo cuando las cosas les salían mal, ya tendría el tiempo para salvarle la vida, le diría a Ro-Bear-Bill que siguiera con la reparación de esas naves y pasarían a recogerle de camino, sería más ventajoso, pues les verían partir y comunicarían eso a sus líderes.

Para Cheetara fue diferente, para una mujer esa actitud tenía muchos significados. Él asumió desde un principio lo que ella había decidido, era en esos momentos donde se percibía el distanciamiento que se formó entre los dos desde que su relación con Tygra comenzó, un obstáculo difícil de zanjar, porque él no la buscaba en absoluto, ni le pedía consejos, pensaba que lo había superado, sin embargo había cosas que ya no eran iguales y las expectativas de Lion-O en ella sufrían por esa causa, no habían tenido un solo momento para hablar y reconciliarse apropiadamente, de hecho nunca hubo una reconciliación, Lion-O aceptó su relación con Tygra y siguieron el mismo camino, pero los dos guardaron su distancia.

Para Lion-O además de la incomodidad de acercarse a ella, se había vuelto una costumbre, asumía que había renunciado a su papel de clérigo sin entender cuán importante para Cheetara era la promesa a su maestro, recordó que él había sido únicamente un encargo, por lo que cuidó de él hasta que se rompió esa promesa por el propio descuido de Lion-O y dado que de Thundera no quedaban más que ruinas, nada fuera de su hermano le ataba a él.

Desde entonces estuvo por su cuenta, Lion-O evitaba ordenarle directamente nada que no fuera en grupo o que no fuera por su propia iniciativa, pero ese día dejó de importarle, dejó de asumir lo que no sabía y dio por hecho cada cosa que ella le había mostrado.

En el momento en que tiró su bastón, la veía más como un compañera de viaje y no como una confiable soldado de élite dispuesta a todo por su rey, dado que nunca intentó cambiar esa imagen posterior, la cruda realidad era que su sola presencia le recordaba a Pumyra y su error al juzgar a las personas, confiar en ella parecería la tarea de un demente en busca de más sufrimiento, por lo demás, ya tenía alguien por quien dar su vida y no era él.

Lo que más le preocupaba, era que si la llevaba consigo, podría desembocar en su rendición si veía la vida de Tygra en peligro como una vez pasara semanas atrás.

Sin nada que bloqueara su mente, sin expectativas de amor que adulterasen su visión, Lion-O no podía dejar pasar el hecho de que Mumm-Ra había sido reducido por los aliados de Thundera, debía temer que una alianza acabaría con su ventaja absoluta, tenía que dar un ejemplo contundente.

Seguramente esperaba precisamente eso; que Lion-O y los demás huyeran creyendo que así dejaría Avista en paz, era algo evidente, debían esperar lo contrario.

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"Con todo en contra"
Tiempo después

El primer contingente de evacuados se paseó entre el enorme surco dejado por la ciudad, guiados por Tygra y Cheetara. Lion-O esperaba a que pasaran las naves de los lagartos y vieran a las aves dejando su hogar.

La multitud gritó de terror al ver como en vuelo rasante, una de las naves bajaba en picada, era la apuesta de Lion-O, si era diferente, únicamente tendrían que separarse de Avista como Tygra había sugerido, como fuese, estaba seguro de que no sería así.

Los lagartos notarían esas naves caza inoperativas, seguramente informarían a sus líderes de que los gatos se iban, les darían el tiempo necesario para que escapase y luego así entrar en acción rodeando la ciudad.

Lion-O y sus intenciones se explicaron para todos aquellos que debían estar al tanto; elefantes, perros, hombres-pez y aves por igual.

-¡Eso no puede ser! Panthro y Dobo recapacitaron. Una nave de los lagartos había actuado por su cuenta, probablemente ignorando las órdenes de sus superiores, esa acción errónea podría obligar a los felinos a quedarse a pelear contra los deseos de Mumm-Ra, quien deseaba que continuaran con la búsqueda de la última piedra.

Las bombas de ese lagarto destruyeron la horadación por la que trataban de evacuar a las aves y la parte baja del valle que se desprendió para precipitarse en los grandes acantilados con los que se cortaba al sur, haciéndoles imposible avanzar sin ponerse en peligro, tendrían que dar un largo rodeo.
Ese ataque había revelado los planes de los lagartos a los ojos de Tygra y Cheetara, sus enemigos no deseaban que se fueran las aves, las querían a todas en la misma jaula.

Dado que Lion-O no se sorprendió, Tygra, que le miró a lo lejos, cerró los ojos apretando los dientes, el mocoso de su hermano le había usado, le había exhibido ante las aves para mostrarse él como la voz de la sabiduría sobre la desesperación y premura.

Cheetara entendió que la intención de Mumm-Ra era dar una lección a cualquier potencial aliado de lo que les pasaba a aquellos que osaban interferir en sus planes aliándose con el defenestrado rey de Thundera, tal vez el recorrido de las mismas naves una y otra vez era intencional, no una falta de repuestos o combustible, hacerles creer que no tenían el poder aéreo para atacarles.

Lion-O en cambio, podía agradecer que debido al miedo que los lagartos tendrían por Slithe y Mumm-Ra, ninguno de sus subordinados les informaría de ese grave error táctico.

-¡Hagan que los refugiados regresen! Lion-O, quien estaba en la única nave funcional de las puestas para aparentar que ellos se marchaban, se preparaba para su viaje.

-¿Qué piensas hacer? Ese camino no lo podrán recorrer las mujeres y los niños. Dijo Panthro.

-Olvida eso, elige un grupo de voluntarios sanos y fuertes, diles que avancen lo más rápido posible, deben dejar que les vean, que piensen que no pasa nada y que seguimos con el mismo objetivo.

-¿Los usarás como señuelo? ¿Cuál en el nombre de los ancestros es tu verdadero plan? Panthro abrió su amplia mandíbula, Dobo no lo comprendió.

-Será una batalla a muerte por la ciudad. La monótona voz de Dobo resonó en su cabeza, que contrastaba con la cara de Lion-O que no pareció sufrir de ningún problema al escucharlo.

Había una remota probabilidad de que los generales estuviesen ausentes, pero si participaban, las cosas se podrían mucho peores.

Así despegó sin esperar nada de nadie, en un intento de una revancha solitaria, Cheetara corría a toda velocidad para alcanzarle sin éxito, para sorpresa y disgusto de Tygra. Ella se notaba cansada, incluso para un clérigo, ir de un lado a otro tenía sus límites, pero Lion-O no tenía opción ignorando lo peligroso que en algunas circunstancias el uso prolongado de la espada de los augurios podría acarrear.

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En otro punto de la ciudad

Orla, que pasó completamente de largo a la muchedumbre, se metió entre los edificios de Avista sin ser vista, en ese instante mucha gente debía estar odiándola en secreto, subió un ascensor que misteriosamente funcionó a pesar de supuestamente no haber energía.

-Espero que no se te haya ido la boca de más, dijo una voz de lo que parecía ser un ave de una voz profunda y seria con un tocado que le cubría el rostro.

-Un poco terapia nunca está de más, de cualquier manera era lo que ustedes querían.

-Una lengua larga a nadie ayuda.

-¡Bah! Soy invisible ¿recuerdas?

-¿Invisible? Lo dices como si te desagradara.

-Y una mierda… Orla, sacada de pose quiso dar un golpe, pero esa ave la manejó como si de un muñeco de paja se tratase.

-Eres sin duda una mujer interesante, por eso me encantas, el ave le rascó por debajo del pico. Orla con una actitud furiosa le apartó la mano.

-Dijimos que ya no haríamos nada de eso.

-Sobrestimas tu posición querida, dices que eres como una hoja libre al viento, pero adivina; yo soy ese viento.

-Por favor.

-Me asombra que seas demasiado sensible para ser lo que dices ser, descuida, has servido a mi causa y por ello serás recompensada. Tu venganza será consumada, un plus nada despreciable, ellos… se están confesando, como predije.

Dejando a la chica en paz con desdén, miró hacia afuera, a donde Dobo ordenaba a los cientos de voluntarios que sin tacto eligió en base a su apariencia física, armados con lo primero que encontraron a la mano, reciclando los restos de las armas que los lagartos dejaron en la ciudad.

Orla, aceptando su irremediable destino, se acercó para ver lo que sucedía con sus propios ojos, esa ave le puso la mano en la cintura, lo que visiblemente le molestó, ignorando el gesto, le señaló al joven rey de Thundera varios pisos más abajo.

-¿No sería más fácil matarlo y quedarse con su espada? Así únicamente harás que se enfade.

-Nuestro trabajo es poner la presa, que el cazador haga lo que quiera con ella.

-¿Lo entregaremos así por las buenas y ya? ¿Confiaremos en la buena voluntad de Vultaire? ¿Qué se supone ganaremos con todo esto?

-Suponer cosas que no son, únicamente muestra lo poco que sabes de nosotros y si alguien lo averigua Orla, tu brillante futuro podría verse truncado severamente.

-Dije que sé algo, no todo, me dejaste entrar porque querías, no porque te sintieras en peligro.

-Esto es un ofrecimiento Orla, no un trato, no está en nuestros intereses la espada de ese gato o sus piedras, únicamente mostramos nuestro compromiso.

-¿Pero qué pasa si Lion-O gana?

-Sigues sin comprender, tanto si pierde, como si gana ante esos tontos lagartos, en ambos casos nuestros intereses no se ven afectados, si pierde, Vultaire regresará a Avista y se hará cargo del gobierno, puede que busque un “nuevo juguete” para su Corte y dada tu fama, tendrás una posición privilegiada en su “reino” y si gana nuestro gatuno amigo, bueno, será porque ese buitre no está interesado, en dado caso, tendremos una mascota nueva que amaestrar y el acceso que necesitamos a los ordenadores de Avista.

-Siempre has sido muy optimista con tus planes, sólo espero que recuerdes que un animal salvaje puede ser amaestrado, pero no completamente.

-Has dado una valiosa lección a ese ingenuo, con el tiempo desconfiará de su propia sombra, será como un elefante de circo, una diminuta cuerda lo mantendrá atado a su poste y del otro lado estaremos nosotros, listos para decidir su destino.

Orla pensó que estar al lado de esa ave era lo más asqueroso de toda su vida, pero era de miras amplias y si quería sobrevivir debía jugar, todos tenían una debilidad, ese chico no sabía en qué creer, sus aliados estaban allí por un mero compromiso sin saber lo que la guerra exigía y esa ave quería un poder que por sí misma no poseía.

-De donde vengo a esto se le llama futuro, dijo fríamente.

-Otros le llamarían suicidio. Pero me parece que eso nunca ha detenido a los búhos ¿o sí?

-Nunca.

Orla de reojo dirigió su mirada hacia arriba y en uno de los edificios observó por unos instantes a una figura alada en cuya cabeza brillaba un casco metálico, misma que desapareció en un susurró, sin ver hacia atrás, hizo honor a su nombre e imitándole, desapareció sin dejar rastro en un mar de pasillos, dejando a ese búho en una solitaria reflexión.


####
A doce kilómetros al Noroeste de Avista

Durante el ascenso el viento caliente del desierto dominaba el clima, pero en lo profundo del bosque las masas de aire frio se mezclaban.

La nave volaba con dificultad, Lion-O usó el ojo de Thundera para localizar a sus enemigos, hasta encontrarse con los cazas a baja altura, el piloto estaba muy asustado, así que maniobraba como frenético.

Cuando salió al exterior, el aire era demasiado intenso y Lion-O parecía resbalar, por fortuna ninguna de esas nave se percataron de su presencia, cuyos pilotos rebosaban de confianza por su victoria sobre Avista, sobrevolaron el lugar del desembarco, ignorados completamente por las tropas de tierra que únicamente vieron otra nave de sus aliados sobrevolarles.

El piloto de su nave le señaló con el dedo, abajo se encontraría cara a cara con el enemigo. Sería cuestión de una hora alcanzar el bosque, donde debería hacerles el mayor daño posible, era extraño que se sintiera tan poco excitado.

Saltó una vez se elevó el aparato.

Pensó en atacar desde el aire, crear una línea que separara el grueso de los soldados de la avanzadilla, aterrizaría y luego retrocedería, pero había un problema, caía demasiado rápido y le costaba manejar la espada o ver al frente, cuando jaló la cuerda de su paracaídas llamó la atención de las tropas de tierra que con sus disparos dieron cuenta de su forma de amortiguar el viaje.

Peor aún, había calculado mal el volumen de atacantes y descendió a toda velocidad en el centro de la línea de infantería, rodeado por el enemigo entre el claro y el bosque, la garra felina lanzó sus puntas contra la rama de un árbol con la que se balanceó hasta meterse al bosque. La espada disparó un chorro de energía, con tan mala suerte que los árboles absorbieron su fuerza.

El rayo de su espada hizo poco daño debido a lo irregular del terreno, así que tenía que protegerse entre los mismos lagartos de los disparos indiscriminados de esos monstruos mecanizados llamados Warbots, con los que se abrían paso dejando una estela de árboles chamuscados.

Contuvo los disparos como pudo con su guante-escudo y se lanzó contra los soldados en busca de replegarse, pero eran tantos que estaba desorientado.

Al no haber una ruta de escape, era atacar o morir, lo hizo lo mejor que pudo, su corazón latía horriblemente y se maldijo, Orla era una imbécil, se cuidaría de seguir los consejos de ninguna mujer si sobrevivía.

Le rodearon fácilmente apuntando con sus rifles.

-¡Ríndete estúpido león!, estás completamente rodeado, el general Slithe dará muy buena cuenta de ti. Sin tener idea de cuál sería su siguiente paso, de su gran inocencia al pensar que podría modificar solitariamente el curso de una batalla estaba en sus manos. Pero la suerte a veces es una misteriosa aliada.

Los atacantes que con sus rifles empujaron sus bayonetas al frente, fueron los primeros en recibir un castigo duro de sus mismos aliados con total sorpresa, que desde sus máquinas abrieron fuego contra el grupo, lo que quebró la línea de ataque instantáneamente, hundiéndola en una nube de humo y confusión.

Girándose hacia sus aliados pidiéndoles explicaciones, haciendo señas para que se detuviesen, la única respuesta que recibieron fue una escena de completo horror y miedo, pues cilindros con una especie de gas blanco caían al suelo, provocando que aquellos que la olieron se sumieran en una locura terrible, atacándose entre sí.

Lion-O alzó la cara para ver la aeronave que le trajo, la cual volaba en círculos sin participar, su comportamiento era incompresible por no llamarlo anómalo, era el origen de esas latas de gas que fue cubriendo el bosque, Lion-O pensó que había sido alcanzado, pues describió extrañas sucesiones de círculos, aunque no era posible dada su altura, se precipitó sobre los lagartos en pases largos, dispersando más ese gas, que visto de cerca eran como copos de nieve que se deshacían en las manos.

Hizo señales con una pistola de bengalas, pero ese piloto no parecía en absoluto interesado en rescatarle, luego de dispersar el gas, se mantuvo a una altura tal que le era imposible alcanzarlo con la garra, lo que aumentó su confusión, mostrando una inusitada destreza para volar que antes no parecía ser capaz de ejecutar.

Los asustados lagartos súbitamente se volvieron locos y le atacaron de una forma absurda y temeraria, como si no les importase su propia seguridad, cubriéndose con un trozo de tela de su ropa que amarró a su cabeza se dispuso a recibirlos.

Con el pasos de los minutos era evidente que Lion-O estaba siendo diezmado por esos rabiosos lagartos, sus manos le punzaban envueltas en un dolor creciente de tanto ondear su espada, si deseaba irse era imposible, no lograría escapar a ese paso.

Un misil explotó cerca de su posición, saliendo despedido varios metros violentamente junto a decenas de lagartos que eran muertos en el acto sin la protección de un escudo de energía.

A pesar de que las fuerzas más abundantes de los lagartos huyeron en todas direcciones, existía una fuerza rezagada que continuamente les suplía de refuerzos, su apariencia y comportamiento le produjo un miedo irracional de acabar en el mismo estado.

Se arrimaron torpemente como una marea de cuerpos y en la oscuridad del bosque se estorbaban unos a otros.

Se distrajo un momento evadiendo a un lagarto, al tiempo que recibía un puñetazo en plena cara que amortiguó con el poder de su guante, creando nuevamente un escudo de energía por un acto reflejo.

Intentó levantarse, estaba mareado, ese monstruoso robot a su espalda seguía su marcha, los disparos de plasma con su enorme cañón dieron frutos, casi al borde de perder la conciencia, quedó en la tierra húmeda con un sufrimiento terrible.

Fue cuando un hecho sorprendente pasó y es que ante los ojos de Lion-O, el Warbot que se acercaba a su posición, explotó en mil pedazos. Trató de aprovechar la oportunidad y salir a combatir, pero de una patada alguien lo lanzó al suelo.

-¡Mantén la cabeza abajo pelirrojo estúpido!

Cercanas a ella pasaban manchas blancas y negras corriendo a toda velocidad, cercenando brazos y piernas, separando las cabezas de sus troncos con largas espadas plateadas.

-¡He dicho que te mantengas abajo, no respires! Le ordenó lo que parecía ser un ser alado de alguna clase, que con la sola fuerza de su mano lo mantuvo en el suelo.

-¿Qu-quién eres tú?

Ella no respondió, pero Lion-O había visto a alguien parecido en su pasado, un pasado que le costaba recordar.

-¡Tú…! ¿Acaso e-eres un ángel? Por un momento ese ser se detuvo al escuchar la pregunta, pues giró su cabeza levemente, su cuerpo era impresionante, como la manera en que abatía a los atacantes.
Una segunda voz femenina surgió del bosque sin que pudiera saber su localización exacta.

-Majestad, una vez acabemos con la infantería de a pie, debe atacar las naves de transporte a la orilla del bosque, están desprotegidas, los Warbots se están rezagando, igual atácales en el claro desde atrás, no dejes que entren al bosque o estaremos perdidos, pero sobre todas las cosas, hagas lo que hagas, no respires ese gas, ese infeliz del avión estaba intentando mostrar tu posición a los generales, al parecer ha cambiado de táctica.

-¿Cómo sabes eso? No obtuvo respuesta, pero si era así, significaba que Orla le había engañado, le había mandado a él solo intencionalmente.

La mujer alada de una larga cabellera dorada, sacó su espada a una velocidad relampagueante interponiéndose entre él y los lagartos, que confundidos dudaron el tiempo suficiente para que todos ellos perdieran la cabeza, una imagen que tuvo un impacto profundo en Lion-O, pues sintió una aberrante excitación.

-¿No tienes trabajo que hacer o te quedarás posando para las “cámaras”? Lion-O no entendió lo que ella insinuó, mirando el gesto que hizo con su mano. -¡Toma esto!, evitará que te afecte. Le dio una mascarilla para su nariz y boca, aunque ella misma no traía una, imaginó que ese casco que rodeaba su cabeza salvo por el mentón, podía funcionar como un filtro protector.

Recuperando un poco el aliento, corrió al frente donde pudo- ya sin la presencia de soldados- destruir un numeroso grupo de unidades mecanizadas, ese avión seguía dando vueltas soltando más frascos de gas blanco, Lion-O apuntó hacia donde estaba, el piloto trató de evadir el chorro de luz roja, aunque el ala derecha recibió un golpe de calor que le hizo replegarse.

Esas encapuchadas seguían con su terrible masacre, no llevaban ningún elemento para identificarles, en las sombras eran difíciles de distinguir y los lagartos gritaban, no había visto tal cantidad de sangre en su vida, respiraba agitadamente con un calor que no era molesto, en cambio parecía sonreír involuntariamente.

Un disparo por la espalda de un lagarto lo derribó, perdiendo su mascarilla al caer en el lodo, sin pensarlo, esta vez no se contuvo, un “delicioso” corte de su espada le quitó la cabeza de cuajo al atacante y se carcajeó con más fuerza, este enemigo siguió caminando hasta venirse abajo sin nada que guiase su cuerpo, él se internaba más y más en el bosque hasta salir al otro lado que daba al desierto, debía sentirse preocupado de no tener ninguna reacción y de empezar a imitar a esos misteriosos aliados, pensó que la espada se negaría, pero parecía encantada con la sangre, pues el ojo de Thundera brilló con una fuerza inusitada que aumentó más su excitación.

No escuchaba ya sus palabras, continuó empujando hasta dejar atrás a una línea de enemigos indeterminada, los aplastó con su espada, se sentía invencible y el dolor desapareció, no le preocupaba más la mascarilla, ni el gas, se sentía capaz de lograr cualquier meta por imposible que pareciera, conforme los cuerpos de sus enemigos huían envueltos en terror y no en la locura, sus ojos se iluminaron con un rojo mortecino, era lo único que veían los lagartos hasta que ya no tenían manos, perdían las piernas, los brazos caían con sus pesadas armas, sus cabezas aplastadas al caer el león después de hacer un magistral salto ignorando el daño que él se producía así mismo.

Perdiendo la noción del tiempo, la espada se le resbalaba de entre sus manos cubiertas de sangre, si lloraba, si gritaba, si reía o se regocijaba, no lo sabía, estaba entumecido del rostro, como si no fuese suyo, escuchando un ruido hueco en el interior de su mente.

Disparó con la espada en múltiples ocasiones, devorando todo a su paso, las explosiones eran intensas y coloridas, más de lo que nunca pudo imaginar entre rojos, verdes y azules intensos, no podía contar los cuerpos, dejó de tener sentido, llegó a otro claro y abatió a los enemigos que tenía delante, quienes disparaban indiscriminadamente en todas direcciones aún antes de que él se hubiese aproximado.

Su único objetivo era avanzar hacia adelante, olvidando la razón por la que estaba en ese lugar o si presentaban combate, huían despavoridos o le suplicaban perdón a una estela vacía, a él no le preocupaba daba un nuevo paso despertando un mal escondido dentro de su ser por años que se mostraba al mundo.

Llegó por fin a donde decenas de aeronaves estaban atracadas ajenos a las pérdidas que sufrían en el frente, pensando que eran los gritos de las aves que decidían interponerse a su paso, aunque a decir verdad, pocas aves se expresaban fuera de sus cortos chirridos.

Contemplando los transportes que portaban  los Warbots, muchas de las naves que atacaron previamente Avista, estaban enganchadas a una colosal nave madre, pero su diseño era distinto a todo lo que había visto hasta entonces, o quizás… no era eso, reconocía la manufactura… llena de secciones curvas y delicadas junturas - "¡Imposible!", pensó para sus adentros, aunque eso podría explicar perfectamente el porqué Mumm-Ra se había hecho con un número tan elevado de naves y vehículos destinados a los lagartos en un corto lapso de tiempo, con su nave en ruinas y sin apenas fuerzas.

No podía dispararle de frente, era demasiado para su espada, tan grande en dimensiones que únicamente podía deslizarse a una altura de pocos metros del suelo, así que su objetivo fue el impulsor y el estabilizador de la panza y popa.

La nave era blindada, pero una vez el rayo atravesó los impulsores, esta se aplastó contra el suelo, destruyendo decenas de transportadores y estalló para su sorpresa con tal fuerza, que él salió nuevamente volando decenas de metros antes de que esa chica con un casco sobre su cabeza lo agarrara entre sus brazos, no tenía pico y sus labios eran de un rojo intenso, lo que más le sorprendió era su piel blanca con apenas vellos, no sabía donde le había visto, sólo que en su pasado había visto o conocido la imagen de un ángel.

- Te dije que no te quitaras la máscara. Sacando algo de entre sus cosas intentó clavarle con alguna clase de aguja, pero él la detuvo, con enorme fuerza lo tiró al piso, Lion-O se quitó lo que ella le clavó e inmediatamente le disparó con la espada, sin embargo ese ángel se ocultó entre los árboles.

La nave que le trajo apareció nuevamente, dio de vueltas en el aire para volver a lanzar latas de ese gas blanco, para su sorpresa, ese ángel estaba cazándolo, pues se alejó a toda velocidad tan pronto la vio salir del bosque proyectándose hacia el cielo.

Él se limitó a continuar con su monótona tarea, las naves de transporte que despegaban desorganizadamente ante al explosión, fueron su segundo objetivo, seguramente llenas de mecánicos y unidades civiles de abastecimiento, eso no le importó en absoluto, las naves se inflaban por el poderoso rayo y reventaban envueltas en fuego derramando su combustible.

Aún cuando no lo notaba, su cuerpo estaba cada vez más pesado y al borde del colapso, su visión era una amalgama de colores que luego se difuminaban a un gris apagado, sus otros sentidos parecían sufrir el mismo fenómeno, en los lagartos el efecto era mucho más dramático, algunos de ellos disparaban a sus compañeros o bailaban quitándose sus armaduras y ropajes, envueltos en un bochorno de calor, lanzándose a la arena abrazadora hasta que otros les mataban.

Se tocó debajo de la armadura y la sangre salió abundantemente de su pecho, una esquirla de la explosión de esa enorme nave le atravesó y se notaba enterrada en su carne, era un tubo de metal muy caliente por el vapor que quemó sus carnes, pero no lo sentía.

Los pilotos que intentaron llegar a sus naves veían como estas explotaban envueltas en rayos rojos generadas por un enfurecido león que igual achicharraba a decenas de soldados, que cazas de combate, Warbots y toda clase de vehículos, los lagartos que recién iban a aterrizar en el campo de batalla corrieron la misma suerte al quedar atrapados en el fuego hasta que se retiraron dejando a sus compañeros detrás.

Si había una línea de ataque, esta estaba completamente rota y la lección a Avista se volvería una amarga derrota para los lagarto.

Tan absorto estaba en su tarea, que no sintió cuando un lagarto le pegó por detrás, el instinto le hizo girar y enterrarle la espada en plena cara, soltándose a gruñir como un animal poseso, libre de toda culpa y código moral.

Tomó la espada entre sus manos, que se le resbaló para volverla a enterrar en aquel lagarto una y otra vez, hasta que únicamente quedaba una machaca de piel, sangre, vísceras y músculos.

Otro lagarto tropezó descuidadamente con él, estaba intentando escapar, se asustó de muerte al ver que era el monarca de los felinos y le disparó dos veces más antes de cortar su arma por la mitad y derribarlo en el suelo, tenía un respirador con el que evitó los efectos psicóticos de ese gas.

-¡Déjame ir, no fue mi culpa, él me dijo que lo hiciera, fue él!

Le reconoció, era uno de los lagartos que salvó en Thundera de ser linchados, uno de los lagartos que luego le daría una llave para escapar de la prisión. –Él dijo que quería que te la diera personalmente, él dijo que…

Lion-O que no entendía de razones y de moral, pero que regresó a sus cinco sentido por el impacto emocional que le produjo, comenzó a apretarle el pescuezo.

- ¡¿Darme qué... quien?!

-¡Mumm-Ra, fue Lord Mumm-Ra!, me ordenó que te llevara la llave, se transformó en un lagarto, ese que me acompañó ¿ya se te ha olvidado? el "azulado" era Mumm-Ra. Eso fue como un disparo directo a su cerebro y esa excitación en sus venas se detuvo en seco hasta la raíz misma de su corazón.

- ¡¿Quéee?! Lion-O habló entrecortadamente, como si quisiera llorar, un posible síntoma de esa sustancia que sobrealimentaba sus emociones, cualesquiera que estas fueran.

- Me lo ordenó, nos dejamos atrapar para que tu le vieras, dijo que deseaba conocerte, predijo que nos liberarías. Quedándose inmóvil una sensación de ingravidez recorrió su cuerpo, el lagarto se arrastró.

- ¡Jugó conmigo desde un principio…! El lagarto alcanzó otra arma moviéndose despacio para no sacar de su estado al felino, que de rodillas se tomaba de la cabeza.

- Dijo que le guiarías al libro de los augurios.

- ¡Lo sabía, lo sabía, todo este tiempo… jugó con nosotros! Susurró mientras las lejanas explosiones que se sucedían amainaban en intensidad.

- ¡Ahora dame la espada y el guante! Le ordenó, Lion-O no regresó a ver al lagarto que incorporado notaba perfectamente que había perdido el control de la espada de los augurios. –¡Rápido estúpido gato, dame la espada! Le pegó con la punta del arma en la cabeza que hizo correr una tira de sangre por su rostro, pero este agarró el cañón del arma con unos ojos llenos de furia.

El lagarto cayó al suelo lleno de pavor mientras el felino avanzaba apretando la empuñadura de su espada.

El disparo atravesó el pecho de Lion-O, este se vino abajo, lentamente se levantó y otro disparo le pegó en el hombro, lo que no fue capaz de detener su marcha, ningún otro disparo surgió, el arma se descargó.

-¡Por favor, no me mates… no! Suplicó el lagarto, Lion-O, que mostraba una mueca sumamente indignada, avanzó con la espada que se fue extendiendo hasta adquirir el mismo brillo de los ojos del felino.

Le pisó la cola y se preparó para partirlo por la mitad, pero una mano evitó que subiera el brazo, una mano suave y cálida que le erizó la piel.

“¡No!” Una voz firme y segura de sí misma le ordenó que se detuviera, se dio cuenta que no era producto de la física del sonido, sino que parecía un pensamiento de su propia mente.

El Sol tocaba el crepúsculo, dando con fuerza a espaldas de la portadora de esa misteriosa voz, una felina alta y esbelta que reconoció inmediatamente.

Sin noción del transcurrir del tiempo y del espacio, no apartó su mirada de ese rostro, incrementando su ritmo cardíaco, emergieron esas emociones negativas que había guardado, muchas cosas fueron regresando lentamente a su mente; la impresión de que su vida estaba acabada, de lo mucho que odiaba ser un rey, el detestar encontrarse a merced de lo que no comprendía, de que Pumyra se hubiese entregado en cuerpo y alma a su decrépito enemigo, la terrible sensación de siempre ser abandonado por aquellas personas que amaba, todo fue saliendo, hasta sentirse vació, no había rabia, ni pena, vacuidad, era lo único.

“Está bien, ya se ha acabado.” Sin moverse de su posición, tuvo un fuerte impulso de apartar la mirada, pero esos ojos color miel que le iluminaban como soles radiantes, no le permitían centrarse en otra cosa, despertaron recuerdos que supo no eran los suyos, mucho más antiguos, como si estuviesen aletargados en alguna parte de su inconsciente, adquiridos por su herencia.

Tal fue su rechazo, que llegó a cuestionarse de si esas mujeres aladas eran reales o una invención de su propia imaginación para hacerle más llevadera su situación, y de saber, que por mucho que lo negase, en cierto momento comenzó a disfrutar de empuñar su espada, de hundirla en la carne de sus enemigos y de ver como se desangraban, parecía tan natural en él y fue lo que más le atemorizó, comprender que en el fondo de su ser se hallaba una cosa tan oscura y maligna que era incapaz de aceptarlo.

Sin venir a cuento, una frase dicha por Jaga le vino a la mente y se repitió como un eco que se negaba a extinguirse.

”…debido a que él hizo el último sacrificio.” Lentamente sus ojos se fueron desviando a su guante asido a la mano izquierda, fijándose en la piedra espiritual que brillaba en un patrón de ondas de luz que el lagarto a sus pies no pareció notar.

- “Esos cachorros de las pruebas dijeron que no eran reales, dijeron que eran la representación de algo conocido ¿y qué si la piedra espiritual es más que un escudo o más bien, actuaba como uno a un nivel mucho más profundo y espiritual?” Imaginó que actuaba como un contrapeso a sus emociones destructivas o peor aún, una manipulación con un objetivo desconocido.

Regresó a mirar a esa felina, pero esta se había desvanecido, como el ángel y sus acompañantes, de los que no quedaba ni rastro y luego estaba esa manera aberrante en el que el ojo de Thundera se abrió sin formar la señal felina, un agujero negro ocupó su lugar, era como si el guante cerrara el poder de la espada que se había salido de control hasta el punto de sentirse maligna.

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En esos mismos momentos.

En el bosque y los límites de Avista; Cheetara, Tygra, Panthro, con todos sus aliados, avanzaron después de que superaran a las pocas tropas que alcanzaron los límites del bosque negro con el rio, no representaron siquiera una amenaza, pues estaban completamente delirantes matándose entre sí para prestarles atención.

Fueron atraídos por los sonidos de las brutales explosiones de ese combate en lo profundo del bosque, combate del que no participaron, cuya duración ya pasaba de las tres horas, no parecía que tendría fin, así que decidieron avanzar encontrándose un espectáculo de guerra desolador, cientos de lagartos muertos completamente despedazados con una violencia inusitada, con profundos cortes de espada que asumieron era de Lion-O y otros que parecían tener múltiples disparos de plasma en su cuerpo, producto del fuego amigo.

Dobo y Panthro quedaron estupefactos por esa escena de guerra, nunca antes habían visto nada parecido, menos Cheetara y Tygra, que miraban con horror la cabeza aplastada de un lagarto en un ángulo imposible sobre la rama de un árbol, sus sesos se derramaban lentamente sobre la corteza, seguía con vida, agonizando lenta y dolorosamente, no estaban preparados para esa clase de decisiones, Panthro fue quien le cegó la vida como un acto de piedad.

Cheetara con su vista fue la primera que notó a Lion-O en lo que parecía ser el extremo noroeste del bosque, pudo usar su velocidad, pero lo cierto; es que estaba agotada y lastimada de un día entero de ir de un lado a otro sin descanso, se dirigieron en la dirección que indicó.

Lion-O arrastraba la espada de los augurios que brillaba con fuerza, trastabillo, aunque no se cayó al suelo, se notaba seriamente lastimado, el sonido de un disparo que brillo sobre su peto hasta atravesarle el pecho se escuchó, él cayó de rodillas.

-¡Lion-O! Gritó Cheetara, que al intentar correr, tropezó torpemente con las ramas de un árbol, la espada no la llamaba, podía percibir una fuerza negativa que rodeaba al joven rey.

El lagarto a sus pies buscaba agarrar un arma, cuando Lion-O dejó la espada suspendida en el aire como si algo le evitase rematar a ese infeliz, el escurridizo lagarto, sin atreverse a sacarle de su estado, corrió cuando los felinos salieron del bosque.

Mirando su guante no pareció interesado en seguirle, este alcanzó una de las naves que estaba despegando, Panthro y Tygra escalaron para acceder al lugar donde se encontraba.

El artillero de una de las naves abrió fuego y los chorros candentes de las boquillas de sus armas les pasaron de lado, Tygra se hizo invisible y Panthro se tiró al suelo.

Panthro y Tygra se lanzaron encima de Lion-O momentos antes de que una ráfaga lo acribillase, a pesar de la situación, Lion-O luchó con ellos con todas sus fuerzas sin reconocerles, parecía librarse de su agarre, hasta que siendo ayudados por Dobo, le mantuvieron a raya bajo un desnivel entre las rocas, hasta que Cheetara, alargando prodigiosamente su báculo, reventó por la mitad el frente de esa nave que se precipitó al vacío para estallar en mil pedazos.

Lo que más les sorprendió a todos, era que los ojos de Lion-O no eran azulados, sino rojos, sus desquiciados alaridos les partían el alma, aun así no le soltaron.

Sus fuerzas menguaron, hasta que dejó su cuerpo a voluntad de sus captores, recargándose a un costado de donde escuchó los agitados latidos de un corazón, cuyo dueño le abrazo con firmeza evitando a toda costa lastimarle y él supo que era uno de los suyos, lentamente un misterioso calor le embargó, sumiéndose en un sueño profundo completamente agotado.

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Fin parte 1 de 3

4 comentarios:

  1. Excelente de verdad, aunque bastante largo para lo que acostumbro a leer en ocasiones, ya me duele la cintura de tanto estár sentada, pa colmo llevo desde las 8 y pico ya son las 11:18 pm ¡jajajaja!!...bien interesante el personaje de Orla que como aquí en Venezuela decimos "es toda una joyita".
    De tan solo imaginarme a mi papirruqui Lion-O sediento de sangre como nunca se había visto me dió cosa ¡Dios lo cuide y proteja!!...

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  2. Orlita me la imaginaba de otra manera, como más dama no se, eso de andar borracha vomitandose por todos lados ¡wacala!, me imagino que Lion-O en el fondo andaría asqueado de tan solo verla.

    "A ti te doy gratis, me gustan peluditos" XDXDXD ¡jajajajaj!!.... ¡mirame a la tipa pues no pierde tiempo!, de paso le hará bastante no se si le harán un bien a Lion-O o peor un buen daño con su enseñanza y ejemplo de llegar a ser un manipulador.

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    1. Ella únicamente fingía, porque eso es, la mujer invisible que nadie quiere ver, que mira a todos sabiendo más de lo necesario, por eso ella es una hija de la chingada.

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Algunas cuestiones de lógica de la serie original pueden sugerirse en este espacio indicando la página.

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