En un lugar cerca del bosque negro
¡Clank! Los dos combatientes cruzaron sus espadas, la chica llevaba un traje negro y una especie de casco que cubría la mitad de la cara, él llevaba un traje para nieve, sus piernas estaban desprotegidas aunque eso le permitía desplazarse sin problemas por la superficie.
-Tú necesitas de más actitud o seguirás siendo el famélico y pequeño príncipe que siempre has sido. Mandora dio un mandoble cruzado provocando que la espada de Lion-O se doblase, este sintió la tremenda vibración del acero que recorrió sus manos.
-No sé por qué sigues tan enojada, únicamente te sugerí que tomaras el puestos de consejera.
-Dame una buena razón por la que no puedo ir contigo, solo una buena razón, dices que es una lucha de todos, ¿entonces por qué no puedo participar? Él trató de concentrarse, sentir a su oponente, leer sus movimientos. El Duelista le parecía un juego de niños en comparación, ella driblaba con el poder místico tan parecido al de un clérigo, era un lapso corto, cargaba, presionaba y repetía el ciclo llevando el ataque o presionado su defensa.
Sus dedos parecía que se saldrían de sus manos, palpitaba como si cada cartílago, cada músculo fuera un corazón, sudaba a pesar del frio y la sangre que salía por su nariz era la señal de que estaba al límite, la luz del día se reflejaba sobre la blanca nieve, pelear era una cosa, intentar dar un golpe parado sobre un terreno que se hundía era otra.
-Si dejas esto porque te parece difícil ¿acaso no sería como huir? No me servirías bien si ese es el caso.
-¡Eso debería decidirlo yo! Lion-O le había pedido a Mandora que le enseñase parte de sus técnicas, tarde se dio cuenta que la guardiana estaba enojada, quería preguntarle sobre la espada de los augurios y lo que ella definió como “El llamado”, no se lo pondría sencillo.
-¿Y qué pasará con los saboteadores, dejarás Avista en sus manos? Si lo que dice Soul es cierto, ellos son los responsables del accidente de la ciudad, yo únicamente intento que veas las cosas con perspectiva, me preocupo por ti.
-Fui expulsada de la Orden como si de una basura se tratase, por la puerta trasera, yo he sido dejada de lado a pesar de lo que he hecho por esta ciudad, preocuparme de nuevo por esas personas, ¡argh! debes estar bromeando, acepté porque pensé que al final podría pelear a tu lado.
Mandora con sus alas, levantó una bruma de nieve en el suelo del bosque, dejando a Lion-O confundido por los cristales de nieve, ella había notado que se había vuelto muy sensible a la luz solar y se tallaba los ojos, solo le dio tiempo para bloquear el golpe, Snarf le vio volar varios metros hasta caer en un montículo de nieve dejando un rastro impreso en la superficie.
-Scandiacus me dijo que no importaba lo bueno que una persona fuese con la espada o que tan fuerte, si no conocía la razón, luchar por luchar no trae nada bueno.
-Yo no necesito tener una razón, mientras te siga a ti sé que las decisiones que tomes serán las correctas para todos.
-Ella dijo que eras su favorita para sucederla.
-Como si fuese una novedad, algo que ya se desde un principio, yo fui quien propuso a Vultaire y le cedió mi puesto, nunca me lo perdonó. Replicó molesta.
Lion-O supo que había una brecha y se acercó.
-Dijo que seguías siendo su favorita para ser Prefecto. Mandora abrió aún más la brecha aunque su postura era sólida.
¡Clack¡ Sonaron con fuerza ambas espadas y el dolor del impacto ambos lo sintieron aunque Mandora tenía guantes incluso entonces su ventaja era suprema.
-¿De qué demonios hablas? Lion-O conectó en la espada presionándola por el costado izquierdo donde se resentía más.
-¡Yiaaaah! Mandora de un salto y un giro aprovechó la velocidad para conectar al chico.
¡Plonk¡ Desviando el golpe, Lion-O se vio obligado a retroceder.
-Piensa que debes aprender a servir, no como los has venido haciendo hasta hasta ahora, egoístamente para impresionar a una persona, ella quiere que sepas el valor de gobernar para todos y es por eso que no debes abandonar.
Lion-O alcanzó la base de la espada que salió disparada de la mano de Mandora, colocando la hoja de su espada en el cuello de la guardiana que desvió con suma maestría, recuperándose y acto seguido, saltó en dirección hacia donde su espada se hallaba enterrada.
-¡Mientes, Scandiacus nunca te ha dicho eso! Perdiendo la compostura Mandora dejó su posición de defensa y atacó dejando que la energía cinética de su espada de poco más de tres kilos golpease la espada de entrenamiento de Lion-O cuyos dientes se resintieron del impacto, soltando la espada dolorosamente, Mandora había ganado, pero él con sus brazos la sostuvo con fuerza cayendo sin resistencia en la nieve, ella le miró fijamente mientras el vaho de la respiración de ambos se escapaba al cielo despejado de la mañana.
-Por lo menos tiene sentido, a veces lo que llamamos lealtad y dedicación esconde una actitud egoísta, escucha, Vultaire ya no está, dices que sufrías por su causa, te humillaste para que tuviese una buena imagen de ti, hoy tienes la oportunidad de servir a tu pueblo y la rechazas, ¿no es eso egoísmo?
-Te arrepentirás de esto cuando esa clérigo tuya te abandone por segunda ocasión.
-¿No sé qué tiene eso que ver?, además, no hago esto por ella, si no por mi pueblo.
-Dices cosas muy inspiradoras, aunque en el fondo no estás seguro.
Ella se levantó y le ofreció la mano jalándola hasta que se reincorporó.
-No, no lo estoy en absoluto, quise ayudar a una persona muy especial para mí, di lo mejor, sin embargo, ella fue consumida por el odio y no fui capaz de salvarla, eso puede comprometer toda mi misión, todo por lo que estoy luchando y por lo que he sufrido, deberías poder entenderme más que nadie.
-Hmm, eres un idiota sin remedio. Mandora se quitó el casco de esgrima y miró con sus ojos color esmeralda al cielo, se preocupó de que Lion-O en cambio pareciera confundido con la luz, comenzó a toser respirando entrecortadamente.
-¿Tal vez es tiempo de que te hagamos un corte de cabello no crees leoncito? Mandora sacó una navaja, mientras Lion-O abría los ojos como platos.
-¿Y eso por qué?
-Es una... sugerencia.
Mandora no necesitó de usar la antigua capacidad de sus ojos malditos para sentir una presencia que le vigilaba, llámenlo intuición femenina, el caso es que se volteó para encontrarse con esos ojos rojos.
Suspiró y aunque no estaba de humor, sonrió de la misma manera desagradable que hizo la primera vez que se conocieron.
Tal vez Cheetara se sentía como un perro guardián y ella de un incauto que se internaba en su territorio, pero descubrió que valía la pena, incluso si resultaba mordida, por el mero placer de ver la cara confundida de esa chica, que supo en el instante en que la volvió a ver, despues de todos esos años, que escondía algo y por muy hermosa que fuera, con sus ojos pudo ver eso que la clérigo ocultaba a otros, una cosa que a ella se le mostraba tan vívidamente... ira.
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A las afueras de Avista
Horas antes de la partida de Lion-O a los dominios de Soul Sever
Los recién liberados refugiados descendieron de los contenedores de carga donde fueron puestos prisioneros, ante ellos apareció una ciudad de metal varada en pleno valle, era tan basta que mareaba observarla.
El señor Tejón desempolvó su traje dándose fuertes palmadas en el hombro, Rati, una blanca y venerable rata con su vista cansada se puso su lentilla cerrando el ojo para ajustárselo a la cara, Flooper, un sapo de maneras elegantes, era el más ruidoso y molesto de todos ellos, quejándose del trato o la comida, una enorme pantera, a quien reconocieron por Panthro fue detallándoles lo que había ocurrido.
No había banderas de celebración por el hermano del rey, es más, dicho sujeto se había peleado con la pantera, quien le acusó de dejar su puesto, no parecía ser su leal escudero, pues el golpe que le dio lo lanzó al suelo, marchándose el tigre enojado, una hermosa joven thunderiana le siguió, era esa chica de nombre Cheetara, no tenía un par de afiladas navajas, ni su novio el príncipe dos gordos gladius, cargaba en cambio un rifle en la espalda y una pistola en la pierna.
Había guardias armados, aerodeslizadores parecidos a los de los lagartos, pero con el escudo de Thundera y el de esa ciudad llamada Avista, una pluma blanca, pasaron horas antes de que el líder de sus supuestos salvadores les diera audiencia, quizás, la más dramática sorpresa, era apenas un adolescente de finos y corteses modales, no era el más alto de los felinos, aunque ciertamente no era un enano barrigón y su melena roja no era desordenada y descuidada, la espada la mostraba orgullosa en su cinto engarzada en una garra.
El trato fue amable y cordial desde un inicio, la pantera y un doberman quienes destacaban en tamaño del resto, le respetaban y las aves se dirigían a él con sumo cuidado y respeto, algo que más que alegrarle, visiblemente le incomodaba, por alguna razón se notaba triste, aún así se sentó a escuchar el relato del Señor Tejón.
Él tenía mucho que contar y así pasaron la tarde hablando de cómo habían sido capturados por los lagartos y llevados en contenedores del inservible Thundrillium.
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-¿Estafadores? Lion-O estaba sentado con Panthro y Dobo, al lado de un grupo variopinto de animales, ratones, conejos, wollos y tejones, uno de ellos, un tejón de respirar entrecortado y cansado, habló por los prisioneros que rescataron junto al cargamento de Thundrillium, eran poco más de doscientos.
-Como lo oye majestad, esos sujetos desalmados, thunderianos para ser precisos, han estado estafando a los pueblos del camino al reino de los osos, se dice que fueron los culpables de la destrucción del puerto que comunica con la ciudad de los osos.
-Y trabajan para los lagartos.
-Eso me temo majestad.
-Así que… esos otros thunderianos que llegaron luego, fueron confundidos con los impostores. Panthro reflexionó el hecho relatado por Lion-O, describiendo la forma en que Pumyra mató a un par de ciudadanos de Thundera a los que Cheetara definió como Monásticos, recogieron los cuerpos de dos de ellos, dado que eran difíciles de transportar, las piras funerarias se improvisaron en la cima de un peñasco donde las naves de los tigres aterrizaron con la desertora.
-Precisamente, los apresamos por error, no fue nuestra intención lastimarles, no supimos de sus intenciones, los sobrevivientes de los fuertes capturados por los lagartos nos alertaron y nosotros reaccionamos con cautela, por desgracia, muy poco tiempo después, el pueblo fue atacado y nos capturaron junto a nuestras familias.
-A ustedes únicamente los atacaron los lagartos ¿por qué no hicieron el mismo montaje? Lion-O puntualizó algo más que evidente.
-Ahora que lo menciona Señor Tejón, un ratón de aspecto bonachón interrumpió al tejón recordándole un hecho que al viejo animal de empolvadas vestiduras se le pasó por alto.
–Mmm, puede que sea por los soldados del reino de Shogun, ellos pasan continuamente por los caminos principales que conectan las dos ciudades, aunque a diferencia de los fuertes, no hay fosos, quizás éramos más vulnerables al estar sobre un claro del bosque.
-Con más razón debieron tener posibilidades de escapar.
-En eso se equivoca majestad, en lo profundo del bosque negro suceden cosas extrañas, cosas demasiado terribles para ser contadas, monstruos de eras olvidadas residen en sus senderos oscuros, una protección, debo decir, muy buena y a la vez, nuestra maldición.
-La gente que vivimos en el bosque negro lo hacemos porque no tenemos un reino o señor feudal que nos proteja, es trágico, pero así pasa, aún así “clic-clic” somos gente honrada. Respondió el conejo que degustaba una taza de té, acomodándose su lentilla.
-No se olvide señor Tejón, recuerde a los perros, un molesto sapo de pomposas maneras y voz chillona que inflaba el buche de insectos, interrumpió sin gracia a su colega, llevaba el vestido más suntuoso y barroco que atraía desagradablemente la atención, algo que pareció disfrutar. Le daba de codazos al viejo tejón que lo apartó con su bastón.
-¡Silencio Flooper ya voy a llegar, no seas impaciente!
-¿Y hacían ellos en aquel ese lugar, quiero decir los thunderianos?
-Pues… déjeme ver Majestad, buscaban a alguien, un mapache para ser preciso, un tal Tookit, para el caso, ese malandrín les había robado, y el muy pilluelo no pareció limitarse a visitar los pueblos, no sabemos cómo le hacía, pero desaparecía nuestras cosas y no había manera de encontrárselas.
-¿Y se vieron las caras?
-Me temo majestad que fue cuando los atrapamos, la gente del pueblo los quería juzgar y luego pasó el ataque, unos encapuchados nos interrogaron, no eran lagartos, pero venían con ellos, les dijimos que vimos al mapache, que se había ido días antes, él también estaba huyendo, pero de un par de perros, dijeron ser celadores de la prisión de la Ciudad de los Perros, no les creímos.
-¿Guardias de la ciudad de los perros? Es extraño que dediquen tanto tiempo a una búsqueda en las tierras del norte a menos claro… que hubiese dinero de por medio. Dobo se rascó la barbilla.
-Si lo que dices es cierto, deben tratarse de dos grupos independiente, aunque con el mismo objetivo, pues es lo mismo que hizo Grune en Thundera, si los lagartos de Slithe querían tomar esos pueblos, no habría nada en el mundo que se los hubiera impedido por tierra o por aire. Panthro trazó en el suelo un mapa con los movimientos descritos por los refugiados.
-Usar la misma táctica que en Thundera significa que quienes la emplean no son muy diestros en estrategia, Panthro movió una vara que el sapo, el tejón y el ratón miraron atentos.
-Así que llegaron del oeste los que saquearon los fuertes y estos otros del norte se dedicaron a recoger los prisioneros buscando posiblemente a los Monásticos, Lion-O entendió al ver el mapa que una cosa no encajaba.
-Eso quiere decir Lion-O que nadie muy competente los comanda o quien dirige al primer grupo, no sigue las órdenes del general Slithe. Respondió Dobo, que a pesar de no tener tanta experiencia militar, había pasado muchos años en combates contra felinos y lagartos, tácticas muy comunes para saquear los pueblos pequeños sin que los señores feusales y reyezuelos reclamaran parte del botín.
-Seguramente ambos participaron en la toma de Thundera y son parte del ejército regular, pero los primeros avanzan con antelación para saquear momentos antes de que el ejército principal llegue. Panthro le hizo una seña a Lion-O para que completara la imagen.
-Ya veo, ellos usan a los impostores porque no pueden gastar los pertrechos que Slithe controla estrechamente, aún así, es demasiado trabajo para el botín obtenido.
-En eso te equivocas muchacho, no debemos ser ingenuos, seguramente todos los lagartos participan de la rapiña, solo que estos llegan antes para robar lo que debe ser de más valor como oro y joyas preciosas, aunque no lo creas debe existir en abundancia en estas tierras, luego arriba el resto del ejército y hacen parecer como si hubiesen llegado al mismo tiempo.
-Insinúas que el resto de ejército saquea la comida y provisiones que los otros dejaron intencionalmente.
-Desde luego, los primeros en llegar tienen que llevarse el oro de manera discreta, así que prefieren tomar de botín a los prisioneros, que al ser tan pequeños son difíciles de vender en los mercados de esclavos, con tanta confusión, nadie les pregunta nada, creyéndolos pobres y sin valor alguno.
-Panthro quiere decir que son los esclavos los que llevan consigo el oro, les utilizan para transportarlo discretamente. Puntualizó Dobo.
Panthro le mostró a Lion-O una pepita de oro que encontró en uno de los vehículos. El tejón reaccionó con sorpresa, la expresión de un avaro, la enorme pantera no se impacientó con esa actitud descortés, supo al regalarle la pepita, de qué clase de persona se trataban.
-¿Así que todos se dedican a la extracción de oro? Preguntó Dobo. El tejón abrió los ojos delatándose, revelando el secreto de los “miserables” habitantes del bosque negro.
-Pero no hay minas en este sitio o ya habría un reino establecido en el centro del bosque. Lion-O que nunca se había interesado en el oro, poco entendía de los secretos de los márgenes de los ríos.
-Existen grandes betas de oro en el corazón del bosque Lion-O y estas son arrastradas por el agua, es por ello que todos sus pueblos y fuertes se ubica en las ramales de los ríos que pasan por aquí, nuestros amigos filtran el oro de la tierra, son cazadores profesionales de pepitas, ¿no es así amigo tejón? La pantera guiñó el ojo.
-¿Cazadores de pepitas? ¿Ya veo, por eso vistes tan extravagantemente Frodo?, Tener tanto dinero y tan mal gusto… Lion-O se mordió la lengua para no reírse por el estilo tan poco atinado del sapo.
-Es Flooper y no, jamás estas manitas mías se rebajaría a semejante activi… -¡Plaf!- El señor tejón le dio un golpe con su bastón.
-¡Eh cuidadito! Esta cabecita, así como la ven, es de un rancio abolengo.
-¡Cierra el pico Flooper! El Señor Tejón le espetó.
-Ahh, lo que quiere decir este imberbe, es que heredó la fortuna de sus padres, y sí señor Panthro, tal vez tenga un poco de razón, quizás seamos “pepiteros”, quizás no, lo importante aquí, es que nuestra actividad es “honrada” y deseamos que así siga, queremos volver a nuestros hogares y continuar con nuestra vida tranquilamente.
-Pues deben guardar bien el secreto, especialmente con ese sapito, si un señor feudal se entera, les aseguro que mágicamente toda esa honrada actividad los harán pasar por la horca. Panthro hizo una dramatización de su cabeza colgada por una cuerda que asustó a la concurrencia.
-Si ese es el caso, únicamente digan que sus tierras están bajo la protección de Thundera y les defenderemos en la medida de lo posible. Lion-O dijo preocupado por las palabras de Panthro ya que, aunque lejanas, seguramente esas tierras colindantes a tantos feudos y reinos, debían tener un señor feudal de dueño, quien desconocía su fortuna dada la mala fama de la región como gueto de pobres, prefiriendo no supervisar su territorio, algo que cambiaría con el oro de por medio.
-No lo olvidaremos su majestad.
-Pues bien, no veo razón alguna que les impida marcharse a su hogar, aunque me preocupan los lagartos, destruimos la ruta que usaban para salir al desierto, como sea, deben haber otros caminos ¿sabes a donde se llevaron a los demás prisioneros?
-¿Y por qué estaría interesado en ellos su majestad? El señor Tejón era receloso, pero no había malicia en los ojos del joven león.
-Si estuvieran cerca podríamos liberarles, me gustaría hablar especialmente con ese mapache llamado Tookit, aunque si se adentran al desierto estará más allá de nuestro alcance actual.
-Agradeceremos cualquier ayuda su majestad, por desgracia, mucho me temo que su destino ha sido precisamente el desierto.
-Es una pena sin duda, podemos llevarles al bosque negro, dejarles provisiones y alimentos, tal vez algunas armas, pero nada más, debido a que tenemos nuestros propios problemas de suministros.
-No te preocupes Lion-O, lo más probable es que los lagartos una vez se apropien del oro los dejarán libres, no gastarían sus alimentos o la energía de sus rifles en personas de las que no pueden sacar provecho, las abandonaran en las bifurcaciones de los caminos de las caravanas, sugiero que empecemos por allí.
Panthro conocía perfectamente esos lugares que recorrió con Grune por tantos años, cuando le capturaron y le enviaron al coliseo junto a Dobo, los esclavistas dejaron marchar a los animales más pequeños, les arrojaron al desierto porque nadie los compraría y la comida era cara, en esos parajes, incluso dar una estocada para rematar a un esclavo, era una gasto de energía irrecuperable.
-Perfecto, sé que el Thundrillum es escaso, pero me aseguraré de que al menos puedas usar un par de transportes.
-¿Lo dice en serio majestad? Gracias, quedaremos eternamente agradecidos. Rati se levantó emocionado.
-¡¿Y qué pasará con los impostores, merecen un castigo?! El señor tejón presionaba su suerte, Rati y los demás pobladores hicieron muecas alentándole a callarse, aunque a Lion-O no le incomodó en absoluto, dijo lo que pensaba.
-Bueno, me temo que buscarles no sería una tarea fácil, aunque me imagino que después de haber pasado por la región ya no regresarán sobre sus pasos, al menos así estarán tranquilos.
-Eso será una mancha para Thundera con los habitantes del continente su majestad ¿y qué si regresaran a su lado como si nada hubiese pasado?
-Mmm… desde luego podrían decirnos que aspecto tenían o lo que se cuenta de ellos, así sería más fácil saber lo que buscamos. El señor Tejón y sus acompañantes se frotaron sus cabezas, intentando no decir algo que seguramente le disgustaría mucho, pero había entre ellos personas que no tenían ese reparo.
-¡Yo, yo, yo, puedo contarle la historia! ¿Puedo Tejón?, Rati dijo que le había agradado, ¿puedo hacerlo? ¿Síii?
Los venerables animales que representaban a los refugiados reprobaron al sapo, se miraron entre sí, quizás era mejor si se mantenían al margen en ese asunto en particular.
-¡Oh qué diablos, sí hay alguien que puede hacerlo eres tú, chico atolondrado! Lion-O hizo una cara realmente curiosa, sin entender que podría decirle ese extravagante sapo que el viejo tejón no le pudiese contar.
-Esta historia le va a encantar majestad, es la historia que se cuenta en la región, una oda a los aventureros de la leyenda, diré la puritita verdad, la leyenda de los héroes de Thundera.
-Oh cielos, este chico un día nos sacará canas verdes, Rati susurró al tejón con pesar.
-¡¿Ah, he, qué?! El sapo calló al rey con los movimientos extravagantes de sus manos, Lion-O miró al señor Tejón, quien únicamente se limitó a cabecear con cansancio.
“Cheetara era una altísima felina, usaba sus afiladas dagas con soltura, una guerrera curtida en el arte del combate, clérigo magnífica, de aspecto atlético, saltaba de rama en rama a toda velocidad, derribando enemigos, planeando emboscadas, usando sus largas piernas girando tal trompo, alcanzando a los atacantes con una sinuosidad digna de una epopeya Thunderiana.”
“Tygra, su amante, hijo del rey Claudus, “el deseado de pueblo”, imponía con su fuerza y tamaño valiéndose de su dos pesadas gladius para amedrentar a sus rivales, les mostró los dientes desafiante, su pose de guerra perfecta derribó a las más grandes, empujando sus lanzas, cayeron los pobres con los pies en alto sobre sus espaldas con las barrigas en alto, inmediatamente arrastrándose lejos, cobardes, todos ellos.”
“-¡¿A dónde van miedosos de piel verde?! Decía -¡Salgan a pelear! Tygra pisó con fuerza la tierra y el viento meció su larga cabellera, poderoso como era, galante y hermoso ese gato lucia sus pectorales tal estatua de un ancestral dios.”
“Panthro, el enorme y fuerte felino, legendario general, fiel vasallo del guerrero, le acompañaba. Su cabellera abundante y oscura, hacía juego con su armadura reluciente, refulgía ante los ojos de los enemigos presas del pánico, rugió y cargó contra otro de los carros de batalla, que se volteó debido a la prodigiosa fuerza de sus musculosos brazos, dejando la caballería de arañas monstruosas, seguir a sus anchas, las cuales, viéndose sin un conductor que las guiase, regresaron a ocultarse en el bosque maléfico del que habían salido.”
Dobo miró a Panthro y pensó no sin ironía al ver la calva de su amigo “¿cabellera abundante?”, la pantera bufó con lo absurdo de la historia.
“Por último, estaba el hermano pequeño de Tygra, Lion-O, un gato enano y rechoncho que rebotaba en el suelo con caras extrañas mientras insultaba y maldecida a uno de los atacantes, al dar un mal golpe que le obligó a caer sobre sus grandes asentaderas, sacó la espada de su funda amenazante, sin mucha gracia, realmente era un rey estúpido, parecía ser el blanco favorito de los golpes.”
“-¡Thunder-Thunder-Thundercats-Ohhhh! Dijo con su chillona voz, la espada de los augurios se expandió y con un brillo rojizo tenue la blandió, amedrentando a los heridos, inconscientes enemigos que su hermano venció para que el pequeño jugase a ser a ser un león, vaya que era estúpido, ese pobre enano panzón…”
-¡¡Flooper!! La concurrencia gritó, Lion-O seguía en su sitio inamovible con una cara indescifrable, Panthro y Dobo se quedaron congelados viendo al joven rey que temblaba en su sitio.
-Vaya panda de aguafiestas, si ya he logrado conseguir la atención absoluta de la audiencia, decía… El sapo alzó las manos melodramáticamente.
“Los enemigos empezaron a retirarse presas del miedo ante la sola presencia de ese enorme, guapo y carismático líder de los felino, Tygra, uy que miedo, los cincuenta lagartos restantes huyeron despavoridos hasta desaparecer entre la densa vegetación para nunca volver.”
“Era un hecho consumado, el hijo del rey, el heredero al trono de la extinta Thundera, padecía de su falta de oficio como guerrero, la buena vida y su falta de aptitud le hicieron un hazmerreir, no faltaron los que se burlaban sin piedad del rechoncho gato de cabellera rojiza «¿Eso es un león?, vaya idiota» dijo uno “Ohhhh, jo, jo” dijo otro.”
El señor Tejón y Rati miraron fijamente la expresión descompuesta del rey que en silencio seguía al sapo que zarandeaba la panza.
“El grupo de felinos se adentró en la persecución de los enemigos, los sonidos de batalla se escuchaban en lo profundo del bosque, incluso el sonido de explosiones, cuando regresaron, Tygra, ese bello y fuerte ejemplar de felino, levantó con su mano la bandera del ejército de los lagartos. ¡Victoria!”
“Sus compañeros empujaron una enorme carreta dejada por el enemigo, llena de oro, alijos de barriles de cerveza, vino y piedras preciosas, el botín de guerra dejado por el perdedor y no, no me refiero a rechoncho y estúpido de Lion-O, la gente, avariciosa y cobarde, animada por la gesta, fue a traer el resto, les sería repartida, así de generosos eran esos felinos.”
“¡Héroes de Thundera… y el panzón de Lion-O!, así es como se llamaban, celebraron la victoria, sus aventuras ya eran legendarias por todo el Tercer Planeta, la muchedumbre en las almenas del fuerte del Bisonte deshuesado estaba eufórica, los recibieron con un desfile de rosas al abrirse la enorme puerta de madera de aquel lugar perdido de los Ancestros, donde solamente los más valientes se aventuraban a recorrer sus senderos solitarios y sinuosos, prueba irrefutable de su valía.”
“Cheetara fue cargada en un brazo por Tygra, quien recibió un vaso de Cerveza con la otra, que alzaba con alegría y gallardía, disfrutando del momento. Lion-O, como siempre, estaba de mal humor, los niños se pitorreaban en su delante, mientras Panthro, leal y servicial, se agasajaba con la rica cecina picante de la región, enclavada en lo profundo de los valles de la Cordillera de Shangri-La, se forjaba una leyenda.”
-¡La única, la verdadera y original historia de la gesta de un valiente tigre y el panzón de su hermano, un león... ayyyyyy!
Una luz rojiza se apreció en todo el horizonte cercano al Bosque Negro, los habitantes de Avista lo vieron por un instante acompañado del chillido de lo que parecía ser un macaco herido de muerte, Lion-O salió caminando con la espada en mano, sacando chispas y humo por nariz y orejas, en el suelo, un círculo remarcado por un aureola renegrida, como el dejado por una explosión, se veía delimitado perfectamente.
-Míralo por el lado amable amigo sapo, sigues vivo, en tu caso particular ya es mucha ganancia. El ratón habló preocupado por el insensato sapo, mientras el Señor Tejón cabeceaba con reprobación.
-Todo el mundo… es cr-critico. Flooper, cuyo traje estaba completamente chamuscado, se quejó en el suelo sacando humo de la boca, dándose cuenta que el único idiota en ese sitio, era él mismo.
Fin de parte 5