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lunes, 28 de enero de 2013

El gigante de piedra parte 5


En un lugar cerca del bosque negro

¡Clank! Los dos combatientes cruzaron sus espadas, la chica llevaba un traje negro y una especie de casco que cubría la mitad de la cara, él llevaba un traje para nieve, sus piernas estaban desprotegidas aunque eso le permitía desplazarse sin problemas por la superficie.

-Tú necesitas de más actitud o seguirás siendo el famélico y pequeño príncipe que siempre has sido. Mandora dio un mandoble cruzado provocando que la espada de Lion-O se doblase, este sintió la tremenda vibración del acero que recorrió sus manos.

-No sé por qué sigues tan enojada, únicamente te sugerí que tomaras el puestos de consejera.

-Dame una buena razón por la que no puedo ir contigo, solo una buena razón, dices que es una lucha de todos, ¿entonces por qué no puedo participar? Él trató de concentrarse, sentir a su oponente, leer sus movimientos. El Duelista le parecía un juego de niños en comparación, ella driblaba con el poder místico tan parecido al de un clérigo, era un lapso corto, cargaba, presionaba y repetía el ciclo llevando el ataque o presionado su defensa.

Sus dedos parecía que se saldrían de sus manos, palpitaba como si cada cartílago, cada músculo fuera un corazón, sudaba a pesar del frio y la sangre que salía por su nariz era la señal de que estaba al límite, la luz del día se reflejaba sobre la blanca nieve, pelear era una cosa, intentar dar un golpe parado sobre un terreno que se hundía era otra.

-Si dejas esto porque te parece difícil ¿acaso no sería como huir? No me servirías bien si ese es el caso.

-¡Eso debería decidirlo yo! Lion-O le había pedido a Mandora que le enseñase parte de sus técnicas, tarde se dio cuenta que la guardiana estaba enojada, quería preguntarle sobre la espada de los augurios y lo que ella definió como “El llamado”, no se lo pondría sencillo.

-¿Y qué pasará con los saboteadores, dejarás Avista en sus manos? Si lo que dice Soul es cierto, ellos son los responsables del accidente de la ciudad, yo únicamente intento que veas las cosas con perspectiva, me preocupo por ti.

-Fui expulsada de la Orden como si de una basura se tratase, por la puerta trasera, yo he sido dejada de lado a pesar de lo que he hecho por esta ciudad, preocuparme de nuevo por esas personas, ¡argh! debes estar bromeando, acepté porque pensé que al final podría pelear a tu lado.

Mandora con sus alas, levantó una bruma de nieve en el suelo del bosque, dejando a Lion-O confundido por los cristales de nieve, ella había notado que se había vuelto muy sensible a la luz solar y se tallaba los ojos, solo le dio tiempo para bloquear el golpe, Snarf le vio volar varios metros hasta caer en un montículo de nieve dejando un rastro impreso en la superficie.

-Scandiacus me dijo que no importaba lo bueno que una persona fuese con la espada o que tan fuerte, si no conocía la razón, luchar por luchar no trae nada bueno.

-Yo no necesito tener una razón, mientras te siga a ti sé que las decisiones que tomes serán las correctas para todos.

-Ella dijo que eras su favorita para sucederla.

-Como si fuese una novedad, algo que ya se desde un principio, yo fui quien propuso a Vultaire y le cedió mi puesto, nunca me lo perdonó. Replicó molesta.

Lion-O supo que había una brecha y se acercó.

-Dijo que seguías siendo su favorita para ser Prefecto. Mandora abrió aún más la brecha aunque su postura era sólida.

¡Clack¡ Sonaron con fuerza ambas espadas y el dolor del impacto ambos lo sintieron aunque Mandora tenía guantes incluso entonces su ventaja era suprema.

-¿De qué demonios hablas? Lion-O conectó en la espada presionándola por el costado izquierdo donde se resentía más.

-¡Yiaaaah! Mandora de un salto y un giro aprovechó la velocidad para conectar al chico.

¡Plonk¡ Desviando el golpe, Lion-O se vio obligado a retroceder.

-Piensa que debes aprender a servir, no como los has venido haciendo hasta hasta ahora, egoístamente para impresionar a una persona, ella quiere que sepas el valor de gobernar para todos y es por eso que no debes abandonar.

Lion-O alcanzó la base de la espada que salió disparada de la mano de Mandora, colocando la hoja de su espada en el cuello de la guardiana que desvió con suma maestría, recuperándose y acto seguido, saltó en dirección hacia donde su espada se hallaba enterrada.

-¡Mientes, Scandiacus nunca te ha dicho eso! Perdiendo la compostura Mandora dejó su posición de defensa y atacó dejando que la energía cinética de su espada de poco más de tres kilos golpease la espada de entrenamiento de Lion-O cuyos dientes se resintieron del impacto, soltando la espada dolorosamente, Mandora había ganado, pero él con sus brazos la sostuvo con fuerza cayendo sin resistencia en la nieve, ella le miró fijamente mientras el vaho de la respiración de ambos se escapaba al cielo despejado de la mañana.

-Por lo menos tiene sentido, a veces lo que llamamos lealtad y dedicación esconde una actitud egoísta, escucha, Vultaire ya no está, dices que sufrías por su causa, te humillaste para que tuviese una buena imagen de ti, hoy tienes la oportunidad de servir a tu pueblo y la rechazas, ¿no es eso egoísmo?

-Te arrepentirás de esto cuando esa clérigo tuya te abandone por segunda ocasión.

-¿No sé qué tiene eso que ver?, además, no hago esto por ella, si no por mi pueblo.

-Dices cosas muy inspiradoras, aunque en el fondo no estás seguro.

Ella se levantó y le ofreció la mano jalándola hasta que se reincorporó.

-No, no lo estoy en absoluto, quise ayudar a una persona muy especial para mí, di lo mejor, sin embargo, ella fue consumida por el odio y no fui capaz de salvarla, eso puede comprometer toda mi misión, todo por lo que estoy luchando y por lo que he sufrido, deberías poder entenderme más que nadie.

-Hmm, eres un idiota sin remedio. Mandora se quitó el casco de esgrima y miró con sus ojos color esmeralda al cielo, se preocupó de que Lion-O en cambio pareciera confundido con la luz, comenzó a toser respirando entrecortadamente.

-¿Tal vez es tiempo de que te hagamos un corte de cabello no crees leoncito? Mandora sacó una navaja, mientras Lion-O abría los ojos como platos.

-¿Y eso por qué?

-Es una... sugerencia.

Mandora no necesitó de usar la antigua capacidad de sus ojos malditos para sentir una presencia que le vigilaba, llámenlo intuición femenina, el caso es que se volteó para encontrarse con esos ojos rojos.

Suspiró y aunque no estaba de humor, sonrió de la misma manera desagradable que hizo la primera vez que se conocieron.

Tal vez Cheetara se sentía como un perro guardián y ella de un incauto que se internaba en su territorio, pero descubrió que valía la pena, incluso si resultaba mordida, por el mero placer de ver la cara confundida de esa chica, que supo en el instante en que la volvió a ver, despues de todos esos años, que escondía algo y por muy hermosa que fuera, con sus ojos pudo ver eso que la clérigo ocultaba a otros, una cosa que a ella se le mostraba tan vívidamente... ira.

####

A las afueras de Avista
Horas antes de la partida de Lion-O a los dominios de Soul Sever

Los recién liberados refugiados descendieron de los contenedores de carga donde fueron puestos prisioneros, ante ellos apareció una ciudad de metal varada en pleno valle, era tan basta que mareaba observarla.

El señor Tejón desempolvó su traje dándose fuertes palmadas en el hombro, Rati, una  blanca y venerable rata con su vista cansada se puso su lentilla cerrando el ojo para ajustárselo a la cara, Flooper, un sapo de maneras elegantes, era el más ruidoso y molesto de todos ellos, quejándose del trato o la comida, una enorme pantera, a quien reconocieron por Panthro fue detallándoles lo que había ocurrido.

No había banderas de celebración por el hermano del rey, es más, dicho sujeto se había peleado con la pantera, quien le acusó de dejar su puesto, no parecía ser su leal escudero, pues el golpe que le dio lo lanzó al suelo, marchándose el tigre enojado, una hermosa joven thunderiana le siguió, era esa chica de nombre Cheetara, no tenía un par de afiladas navajas, ni su novio el príncipe dos gordos gladius, cargaba en cambio un rifle en la espalda y una pistola en la pierna.

 Había guardias armados, aerodeslizadores parecidos a los de los lagartos, pero con el escudo de Thundera y el de esa ciudad llamada Avista, una pluma blanca, pasaron horas antes de que el líder de sus supuestos salvadores les diera audiencia, quizás, la más dramática sorpresa, era apenas un adolescente de finos y corteses modales, no era el más alto de los felinos, aunque ciertamente no era un enano barrigón y su melena roja no era desordenada y descuidada, la espada la mostraba orgullosa en su cinto engarzada en una garra.

El trato fue amable y cordial desde un inicio, la pantera y un doberman quienes destacaban en tamaño del resto, le respetaban y las aves se dirigían a él con sumo cuidado y respeto, algo que más que alegrarle, visiblemente le incomodaba, por alguna razón se notaba triste, aún así se sentó a escuchar el relato del Señor Tejón.

Él tenía mucho que contar y así pasaron la tarde hablando de cómo habían sido capturados por los lagartos y llevados en contenedores del inservible Thundrillium.

####

-¿Estafadores? Lion-O estaba sentado con Panthro y Dobo, al lado de un grupo variopinto de animales, ratones, conejos, wollos y tejones, uno de ellos, un tejón de respirar entrecortado y cansado, habló por los prisioneros que rescataron junto al cargamento de Thundrillium, eran poco más de doscientos.

-Como lo oye majestad, esos sujetos desalmados, thunderianos para ser precisos, han estado estafando a los pueblos del camino al reino de los osos, se dice que fueron los culpables de la destrucción del puerto que comunica con la ciudad de los osos.

-Y trabajan para los lagartos.

-Eso me temo majestad.

-Así que… esos otros thunderianos que llegaron luego, fueron confundidos con los impostores. Panthro reflexionó el hecho relatado por Lion-O, describiendo la forma en que Pumyra mató a un par de ciudadanos de Thundera a los que Cheetara definió como  Monásticos, recogieron los cuerpos de dos de ellos, dado que eran difíciles de transportar, las piras funerarias se improvisaron en la cima de un peñasco donde las naves de los tigres aterrizaron con la desertora.

-Precisamente, los apresamos por error, no fue nuestra intención lastimarles, no supimos de sus intenciones, los sobrevivientes de los fuertes capturados por los lagartos nos alertaron y nosotros reaccionamos con cautela, por desgracia, muy poco tiempo después, el pueblo fue atacado y nos capturaron junto a nuestras familias.

-A ustedes únicamente los atacaron los lagartos ¿por qué no hicieron el mismo montaje? Lion-O puntualizó algo más que evidente.

-Ahora que lo menciona Señor Tejón, un ratón de aspecto bonachón interrumpió al tejón recordándole un hecho que al viejo animal de empolvadas vestiduras se le pasó por alto.

 –Mmm, puede que sea por los soldados del reino de Shogun, ellos pasan continuamente por los caminos principales que conectan las dos ciudades, aunque a diferencia de los fuertes, no hay fosos, quizás éramos más vulnerables al estar sobre un claro del bosque.

-Con más razón debieron tener posibilidades de escapar.

-En eso se equivoca majestad, en lo profundo del bosque negro suceden cosas extrañas, cosas demasiado terribles para ser contadas, monstruos de eras olvidadas residen en sus senderos oscuros, una protección, debo decir, muy buena y a la vez, nuestra maldición.

-La gente que vivimos en el bosque negro lo hacemos porque no tenemos un reino o señor feudal que nos proteja, es trágico, pero así pasa, aún así “clic-clic” somos gente honrada. Respondió el conejo que degustaba una taza de té, acomodándose su lentilla.

-No se olvide señor Tejón, recuerde a los perros, un molesto sapo de pomposas maneras y voz chillona que inflaba el buche de insectos, interrumpió sin gracia a su colega, llevaba el vestido más suntuoso y barroco que atraía desagradablemente la atención, algo que pareció disfrutar. Le daba de codazos al viejo tejón que lo apartó con su bastón.

-¡Silencio Flooper ya voy a llegar, no seas impaciente!

-¿Y hacían ellos en aquel ese lugar, quiero decir los thunderianos?

-Pues… déjeme ver Majestad, buscaban a alguien, un mapache para ser preciso, un tal Tookit, para el caso, ese malandrín les había robado, y el muy pilluelo no pareció limitarse a visitar los pueblos, no sabemos cómo le hacía, pero desaparecía nuestras cosas y no había manera de encontrárselas.

-¿Y se vieron las caras?

-Me temo majestad que fue cuando los atrapamos, la gente del pueblo los quería juzgar y luego pasó el ataque, unos encapuchados nos interrogaron, no eran lagartos, pero venían con ellos, les dijimos que vimos al mapache, que se había ido días antes, él también estaba huyendo, pero de un par de perros, dijeron ser celadores de la prisión de la Ciudad de los Perros, no les creímos.

-¿Guardias de la ciudad de los perros? Es extraño que dediquen tanto tiempo a una búsqueda en las tierras del norte a menos claro… que hubiese dinero de por medio. Dobo se rascó la barbilla.

-Si lo que dices es cierto, deben tratarse de dos grupos independiente, aunque con el mismo objetivo, pues es lo mismo que hizo Grune en Thundera, si los lagartos de Slithe querían tomar esos pueblos, no habría nada en el mundo que se los hubiera impedido por tierra o por aire. Panthro trazó en el suelo un mapa con los movimientos descritos por los refugiados.

-Usar la misma táctica que en Thundera significa que quienes la emplean no son muy diestros en estrategia, Panthro movió una vara que el sapo, el tejón y el ratón miraron atentos.

-Así que llegaron del oeste los que saquearon los fuertes y estos otros del norte se dedicaron a recoger los prisioneros buscando posiblemente a los Monásticos, Lion-O entendió al ver el mapa que una cosa no encajaba.

-Eso quiere decir Lion-O que nadie muy competente los comanda o quien dirige al primer grupo, no sigue las órdenes del general Slithe. Respondió Dobo, que a pesar de no tener tanta experiencia militar, había pasado muchos años en combates contra felinos y lagartos, tácticas muy comunes para saquear los pueblos pequeños sin que los señores feusales y reyezuelos reclamaran parte del botín.

-Seguramente ambos participaron en la toma de Thundera y son parte del ejército regular, pero los primeros avanzan con antelación para saquear momentos antes de que el ejército principal llegue. Panthro le hizo una seña a Lion-O para que completara la imagen.

-Ya veo, ellos usan a los impostores porque no pueden gastar los pertrechos que Slithe controla estrechamente, aún así, es demasiado trabajo para el botín obtenido.

-En eso te equivocas muchacho, no debemos ser ingenuos, seguramente todos los lagartos participan de la rapiña, solo que estos llegan antes para robar lo que debe ser de más valor como oro y joyas preciosas, aunque no lo creas debe existir en abundancia en estas tierras, luego arriba el resto del ejército y hacen parecer como si hubiesen llegado al mismo tiempo.

-Insinúas que el resto de ejército saquea la comida y provisiones que los otros dejaron intencionalmente.

-Desde luego, los primeros en llegar tienen que llevarse el oro de manera discreta, así que prefieren tomar de botín a los prisioneros, que al ser tan pequeños son difíciles de vender en los mercados de esclavos, con tanta confusión, nadie les pregunta nada, creyéndolos pobres y sin valor alguno.

-Panthro quiere decir que son los esclavos los que llevan consigo el oro, les utilizan para transportarlo discretamente. Puntualizó Dobo.

 Panthro le mostró a Lion-O una pepita de oro que encontró en uno de los vehículos. El tejón reaccionó con sorpresa, la expresión de un avaro, la enorme pantera no se impacientó con esa actitud descortés, supo al regalarle la pepita, de qué clase de persona se trataban.

-¿Así que todos se dedican a la extracción de oro? Preguntó Dobo. El tejón abrió los ojos delatándose, revelando el secreto de los “miserables” habitantes del bosque negro.

-Pero no hay minas en este sitio o ya habría un reino establecido en el centro del bosque. Lion-O que nunca se había interesado en el oro, poco entendía de los secretos de los márgenes de los ríos.

-Existen grandes betas de oro en el corazón del bosque Lion-O y estas son arrastradas por el agua, es por ello que todos sus pueblos y fuertes se ubica en las ramales de los ríos que pasan por aquí, nuestros amigos filtran el oro de la tierra, son cazadores profesionales de pepitas, ¿no es así amigo tejón? La pantera guiñó el ojo.

-¿Cazadores de pepitas? ¿Ya veo, por eso vistes tan extravagantemente Frodo?, Tener tanto dinero y tan mal gusto… Lion-O se mordió la lengua para no reírse por el estilo tan poco atinado del sapo.

-Es Flooper y no, jamás estas manitas mías se rebajaría a semejante activi… -¡Plaf!- El señor tejón le dio un golpe con su bastón.

-¡Eh cuidadito! Esta cabecita, así como la ven, es de un rancio abolengo.

-¡Cierra el pico Flooper! El Señor Tejón le espetó.

-Ahh, lo que quiere decir este imberbe, es que heredó la fortuna de sus padres, y sí señor Panthro, tal vez tenga un poco de razón, quizás seamos “pepiteros”, quizás no, lo importante aquí, es que nuestra actividad es “honrada” y deseamos que así siga, queremos volver a nuestros hogares y continuar con nuestra vida tranquilamente.

-Pues deben guardar bien el secreto, especialmente con ese sapito, si un señor feudal se entera, les aseguro que mágicamente toda esa honrada actividad los harán pasar por la horca. Panthro hizo una dramatización de su cabeza colgada por una cuerda que asustó a la concurrencia.

-Si ese es el caso, únicamente digan que sus tierras están bajo la protección de Thundera y les defenderemos en la medida de lo posible. Lion-O dijo preocupado por las palabras de Panthro ya que, aunque lejanas, seguramente esas tierras colindantes a tantos feudos y reinos, debían tener un señor feudal de dueño, quien desconocía su fortuna dada la mala fama de la región como gueto de pobres, prefiriendo no supervisar su territorio, algo que cambiaría con el oro de por medio.

-No lo olvidaremos su majestad.

-Pues bien, no veo razón alguna que les impida marcharse a su hogar, aunque me preocupan los lagartos, destruimos la ruta que usaban para salir al desierto, como sea, deben haber otros caminos ¿sabes a donde se llevaron a los demás prisioneros?

-¿Y por qué estaría interesado en ellos su majestad? El señor Tejón era receloso, pero no había malicia en los ojos del joven león.

-Si estuvieran cerca podríamos liberarles, me gustaría hablar especialmente con ese mapache llamado Tookit, aunque si se adentran al desierto estará más allá de nuestro alcance actual.

-Agradeceremos cualquier ayuda su majestad, por desgracia, mucho me temo que su destino ha sido precisamente el desierto.

-Es una pena sin duda, podemos llevarles al bosque negro, dejarles provisiones y alimentos, tal vez algunas armas, pero nada más, debido a que tenemos nuestros propios problemas de suministros.

-No te preocupes Lion-O, lo más probable es que los lagartos una vez se apropien del oro los dejarán libres, no gastarían sus alimentos o la energía de sus rifles en personas de las que no pueden sacar provecho, las abandonaran en las bifurcaciones de los caminos de las caravanas, sugiero que empecemos por allí.

Panthro conocía perfectamente esos lugares que recorrió con Grune por tantos años, cuando le capturaron y le enviaron al coliseo junto a Dobo, los esclavistas dejaron marchar a los animales más pequeños, les arrojaron al desierto porque nadie los compraría y la comida era cara, en esos parajes, incluso dar una estocada para rematar a un esclavo, era una gasto de energía irrecuperable.

-Perfecto, sé que el Thundrillum es escaso, pero me aseguraré de que al menos puedas usar un par de transportes.

-¿Lo dice en serio majestad? Gracias, quedaremos eternamente agradecidos. Rati se levantó emocionado.

-¡¿Y qué pasará con los impostores, merecen un castigo?! El señor tejón presionaba su suerte, Rati y los demás pobladores hicieron muecas alentándole a callarse, aunque a Lion-O no le incomodó en absoluto, dijo lo que pensaba.

-Bueno, me temo que buscarles no sería una tarea fácil, aunque me imagino que después de haber pasado por la región ya no regresarán sobre sus pasos, al menos así estarán tranquilos.

-Eso será una mancha para Thundera con los habitantes del continente su majestad ¿y qué si regresaran a su lado como si nada hubiese pasado?

-Mmm… desde luego podrían decirnos que aspecto tenían o lo que se cuenta de ellos, así sería más fácil saber lo que buscamos. El señor Tejón y sus acompañantes se frotaron sus cabezas, intentando no decir algo que seguramente le disgustaría mucho, pero había entre ellos personas que no tenían ese reparo.

-¡Yo, yo, yo, puedo contarle la historia! ¿Puedo Tejón?, Rati dijo que le había agradado, ¿puedo hacerlo? ¿Síii?

Los venerables animales que representaban a los refugiados reprobaron al sapo, se miraron entre sí, quizás era mejor si se mantenían al margen en ese asunto en particular.

-¡Oh qué diablos, sí hay alguien que puede hacerlo eres tú, chico atolondrado! Lion-O hizo una cara realmente curiosa, sin entender que podría decirle ese extravagante sapo que el viejo tejón no le pudiese contar.

-Esta historia le va a encantar majestad, es la historia que se cuenta en la región, una oda a los aventureros de la leyenda, diré la puritita verdad, la leyenda de los héroes de Thundera.

-Oh cielos, este chico un día nos sacará canas verdes, Rati susurró al tejón con pesar.

-¡¿Ah, he, qué?! El sapo calló al rey con los movimientos extravagantes de sus manos, Lion-O miró al señor Tejón, quien únicamente se limitó a cabecear con cansancio.

“Cheetara era una altísima felina, usaba sus afiladas dagas con soltura, una guerrera curtida en el arte del combate, clérigo magnífica, de aspecto atlético, saltaba de rama en rama a toda velocidad, derribando enemigos, planeando emboscadas, usando sus largas piernas girando tal trompo, alcanzando a los atacantes con una sinuosidad digna de una epopeya Thunderiana.”

“Tygra, su amante, hijo del rey Claudus, “el deseado de pueblo”, imponía con su fuerza y tamaño valiéndose de su dos pesadas gladius para amedrentar a sus rivales, les mostró los dientes desafiante, su pose de guerra perfecta derribó a las más grandes, empujando sus lanzas, cayeron los pobres con los pies en alto sobre sus espaldas con las barrigas en alto, inmediatamente arrastrándose lejos, cobardes, todos ellos.”

“-¡¿A dónde van miedosos de piel verde?! Decía -¡Salgan a pelear! Tygra pisó con fuerza la tierra y el viento meció su larga cabellera, poderoso como era, galante y hermoso ese gato lucia sus pectorales tal estatua de un ancestral dios.”

“Panthro, el enorme y fuerte felino, legendario general, fiel vasallo del guerrero, le acompañaba. Su cabellera abundante y oscura, hacía juego con su armadura reluciente, refulgía ante los ojos de los enemigos presas del pánico, rugió y cargó contra otro de los carros de batalla, que se volteó debido a la prodigiosa fuerza de sus musculosos brazos, dejando la caballería de arañas monstruosas, seguir a sus anchas, las cuales, viéndose sin un conductor que las guiase, regresaron a ocultarse en el bosque maléfico del que habían salido.”

Dobo miró a Panthro y pensó no sin ironía al ver la calva de su amigo “¿cabellera abundante?”, la pantera bufó con lo absurdo de la historia.

“Por último, estaba el hermano pequeño de Tygra, Lion-O, un gato enano y rechoncho que rebotaba en el suelo con caras extrañas mientras insultaba y maldecida a uno de los atacantes, al dar un mal golpe que le obligó a caer sobre sus grandes asentaderas, sacó la espada de su funda amenazante, sin mucha gracia, realmente era un rey estúpido, parecía ser el blanco favorito de los golpes.”

“-¡Thunder-Thunder-Thundercats-Ohhhh! Dijo con su chillona voz, la espada de los augurios se expandió y con un brillo rojizo tenue la blandió, amedrentando a los heridos, inconscientes enemigos que su hermano venció para que el pequeño jugase a ser a ser un león, vaya que era estúpido, ese pobre enano panzón…”

-¡¡Flooper!! La concurrencia gritó, Lion-O seguía en su sitio inamovible con una cara indescifrable, Panthro y Dobo se quedaron congelados viendo al joven rey que temblaba en su sitio.

-Vaya panda de aguafiestas, si ya he logrado conseguir la atención absoluta de la audiencia, decía… El sapo alzó las manos melodramáticamente.

“Los enemigos empezaron a retirarse presas del miedo ante la sola presencia de ese enorme, guapo y carismático líder de los felino, Tygra, uy que miedo, los cincuenta lagartos restantes huyeron despavoridos hasta desaparecer entre la densa vegetación para nunca volver.”

“Era un hecho consumado, el hijo del rey, el heredero al trono de la extinta Thundera, padecía de su falta de oficio como guerrero, la buena vida y su falta de aptitud le hicieron un hazmerreir, no faltaron los que se burlaban sin piedad del rechoncho gato de cabellera rojiza «¿Eso es un león?, vaya idiota» dijo uno “Ohhhh, jo, jo” dijo otro.”

El señor Tejón y Rati miraron fijamente la expresión descompuesta del rey que en silencio seguía al sapo que zarandeaba la panza.

“El grupo de felinos se adentró en la persecución de los enemigos, los sonidos de batalla se escuchaban en lo profundo del bosque, incluso el sonido de explosiones, cuando regresaron, Tygra, ese bello y fuerte ejemplar de felino, levantó con su mano la bandera del ejército de los lagartos. ¡Victoria!”

“Sus compañeros empujaron una enorme carreta dejada por el enemigo, llena de oro, alijos de barriles de cerveza, vino y piedras preciosas, el botín de guerra dejado por el perdedor y no, no me refiero a rechoncho y estúpido de Lion-O, la gente, avariciosa y cobarde, animada por la gesta, fue a traer el resto, les sería repartida, así de generosos eran esos felinos.”

“¡Héroes de Thundera… y el panzón de Lion-O!, así es como se llamaban, celebraron la victoria, sus aventuras ya eran legendarias por todo el Tercer Planeta, la muchedumbre en las almenas del fuerte del Bisonte deshuesado estaba eufórica, los recibieron con un desfile de rosas al abrirse la enorme puerta de madera de aquel lugar perdido de los Ancestros, donde solamente los más valientes se aventuraban a recorrer sus senderos solitarios y sinuosos, prueba irrefutable de su valía.”

“Cheetara fue cargada en un brazo por Tygra, quien recibió un vaso de Cerveza con la otra, que alzaba con alegría y gallardía, disfrutando del momento. Lion-O, como siempre, estaba de mal humor, los niños se pitorreaban en su delante, mientras Panthro, leal y servicial, se agasajaba con la rica cecina picante de la región, enclavada en lo profundo de los valles de la Cordillera de Shangri-La, se forjaba una leyenda.”

-¡La única, la verdadera y original historia de la gesta de un valiente tigre y el panzón de su hermano, un león... ayyyyyy!

Una luz rojiza se apreció en todo el horizonte cercano al Bosque Negro, los habitantes de Avista lo vieron por un instante acompañado del chillido de lo que parecía ser un macaco herido de muerte, Lion-O salió caminando con la espada en mano, sacando chispas y humo por nariz y orejas, en el suelo, un círculo remarcado por un aureola renegrida, como el dejado por una explosión, se veía delimitado perfectamente.

-Míralo por el lado amable amigo sapo, sigues vivo, en tu caso particular ya es mucha ganancia. El ratón habló preocupado por el insensato sapo, mientras el Señor Tejón cabeceaba con reprobación.

-Todo el mundo… es cr-critico. Flooper, cuyo traje estaba completamente chamuscado, se quejó en el suelo sacando humo de la boca, dándose cuenta que el único idiota en ese sitio, era él mismo.

Fin de parte 5


lunes, 21 de enero de 2013

El gigante de piedra parte 4

Restos de la ciudad de Avista, inmediaciones del bosque negro
Tres días después

Mandora descansaba con sus pies extendidos, contemplaba el reflejo de sus intensos ojos verdes en el cromo metálico de un minúsculo pedazo del casco de Avista, el olor de la madera y las hojas quemándose al fuego de una fogata no era algo común entre las aves de Avista, quienes preferían usar lámparas eléctricas, una comodidad de la que debían prescindir. Para Mandora era parte de su rutina, había estado tantas veces en tierra que fue lo más natural del mundo, aunque pocas veces encendía una fogata, durmiendo en las ramas a la intemperie.

Wily Kit y Wily Kat jugaban entre las ramas tirándose cápsulas de aire comprimido, hasta que Panthro los bajó con sus brazos extensibles por el escándalo que armaron, atrayendo la atención de los improvisados guardias, ambos chicos se escabulleron tan pronto tocaron el piso.

-¡Ustedes dos, par de sabandijas están heridos necesitan… hey, no estoy jugando suelta esa… AHHH!

El cachorro había colocado una trampa cubierta por hoja, la enorme pantera salió disparada hacia arriba tirada por la rama de un árbol, aunque con sus brazos se liberó, levantándose completamente furioso. El par de bribones desaparecieron riéndose entre los arbustos.

-¡Cuando les ponga las manos encima… uy! La pantera descubrió pequeñas pisadas de grasa oscura sobre la superficie del tanque, limpiándolo frenéticamente mientras le decía palabras de amor.

-Ya bebé, esos pequeños diablillos no volverán a ponerte las manos encima. Cuando Mandora comenzó a reírse el silbó disimuladamente mientras se metía al interior, volteó a ver a ese hermoso ángel de ojos verdes que le dedicó un guiño con el ojo.

-Vaya con estos gatitos, son bastante tímidos.

Pese a sus gestos de seguridad, por dentro sentía mucha pena por su situación, aunque se había liberado de la carga de sus pesados deberes, miró al cielo estrellado y pensó en Vultaire, por primera vez desde ese incidente, parecía como si hubiese alcanzado una paz interior, “a lo mejor era lo mismo que sintió ese traidor al abandonar sus responsabilidades y darle la espalda a su gente” se dijo respirando tranquila, “¿Pero qué hay de mi? Recibir órdenes evitaba que las preocupaciones de una vida solitaria me alcanzaran, ahora que él se fue mi fe se quebró” Meditó, reflexionando que todos esos presentimientos y advertencias de la Madre Scandiacus se habían cumplido.

Ya no importaba, estaba agradecida que la maldición de sus ojos desapareciera, a pesar de que no había nadie con quien celebrarlo, no supo que fue lo que lo desencadenó, tal vez cuando salvó a la pequeña gatita o quizás… cuando se arrodilló junto a Lion-O para pedir a esa gente inconsciente que dejase de matarse entre sí.

“¿Por qué lo hizo, por qué se arrodilló?” Mandora repasaba una y otra vez los sucesos, ciertamente él estaba furioso, la espada emanaba una energía blanca e intensa, le vio decidido, a pesar de ello, llegado el momento, simplemente retrocedió.

“¿Miedo? No, eso no.” Quizás, al notar el temor en los rostros de los habitantes de Avista, supo que no era el camino adecuado, estaba obligado a buscar un camino diferente o su lucha contra ese monstruo de la pirámide no tendría sentido, la frustración de un adolescente impreparado para ser rey o para lidiar con sus propias emociones podía observarse en sus rostro.

Apretó sus manos contra el suelo tragándose su orgullo, Mandora no supo bien si maldecía o si genuinamente su gesto correspondía a su sentir, aunque para un rey tal acto fue una humillación.

Tygra y Cheetara hablaban en voz baja cargando cajas al tanque, la chica pareció tener mejores días, ese no era uno de ellos, se veía muy preocupada, su compañero intentaba animarla, no era un gran conversador por lo visto, se limitaba a tratar besarla o lanzarle piropos de cuando en cuando, o sustituir su falta de labia con su galantería natural que era abundante en comparación a su hermano pequeño.

A Mandora no le preocupó en absoluto, incluso su odio personal a alguien que había abandonado tan fácilmente su deber a su señor le pareció insignificante, ella misma abandonó su puesto cuando ya no había nadie a quien servir, cuando el trato de desprecio de sus propias maestras y subordinadas era tan patente, a fin de cuentas no era una ave y su papel siempre fue secundario, tal si fuese una sombra.

Regresó de sus pensamientos para comprobar nuevamente que su ala estaba inutilizada con un vendaje tardaría días en deshincharse, sus provisiones eran escasas, su espada fue destruida y ya no tenía un lugar al cual llamar hogar, eso era lo que tenía por delante, un futuro incierto en una remota región de las tierras baldías colindantes a un desierto maligno y asfixiante.

Fedora le había dicho que sus desplantes y desobediencia tenían un límite, su duelo por Vultaire fue largo, decía que había sido muy tolerante, era más que suficiente, si ya no creía en la Orden, si ya no creía en los principios de Avista, debería marcharse y encontrar los suyos propios sola. Eso fue una espina que se clavó en su corazón, una espina de la que se trataba de alejar o se arriesgaba a que esa maldición de odio regresase.

Si su recompensa por desobedecer y salvar a la gatita era su exilio “¡bienvenida sea!”, pensó con tesón, se estiró con sus pies blancos desnudos tocando la tierra con la punta de sus dedos, la noche era cálida, esa monstruosa pirámide arrastró el aire caliente del desierto hacia las tierras interiores del valle, dormir afuera no le supondría un sacrificio, ese traje negro que siempre portaba era un horno, tiró las hombreras y largos guantes para dejar que el viento tibio acariciase su espalda desnuda.
Suspiró del tal manera que su belleza resplandecía incluso tanto para sacar una mirada filosa de la clérigo que le observaba a momentos, como cuidándose de un asesino peligroso.

“Si deseas puedo pedirle que se vaya”, ella escuchó susurrar al hermano del rey, la felina negó con la cabeza, ganas no le faltaban, aunque su falsa humildad y pedante compasión salió a relucir.

Mandora sabía que Cheetara seguía molesta, cuando el rey se arrodilló ante los avistianos, por alguna razón ella se lanzó a toda prisa a su encuentro, pareció un acto amenazador contra Lion-O y la guardiana hizo lo que era natural en ella, mantuvo su posición protegiendo al felino que le había salvado la vida días antes.

Posiblemente fue una confusión, pero ante Lion-O, quien por un instante apreció a la felina acercarse, quedaría la marca de ser ella la que atacaba, mientras Mandora sería la que luego de protegerle, soltase su arma y se arrodillase compartiendo la humillación, imitando al rey.

Eso había agriado enormemente la relación entre el rey y la clérigo, que no la volteó a ver o siquiera se dirigió a ella por su propia iniciativa, aunque su trato fue cordial, no dejaba verse una respuesta rígida, la clérigo lo sabía y eso le preocupaba tanto como para amargarle una placentera noche que seguramente quería disfrutar con su amado.

Lion-O de todas maneras era un adolescente frustrado, con sentimientos a flor de piel con los que debía lidiar en completo silencio, debía tragarse su orgullo y ser conciliador, fingir era el arte de un político, para un adolescente con una fuerte atracción hacia la novia de su hermano, entender una y otra vez la relación de las cosas, lo orillaba a esconderse, posiblemente ella igual lo malentendía y en realidad era el temor a encontrar esos ojos rojos que le desnudaban, endureciendo sus expresiones.

-Po-por favor majestad, no… es necesario que haga eso. Mandora recordó divertida el tartamudeo en las palabras de Fedora, quien luchaba por detener a la ingente masa de aves aporreándose unos a otros, que con una expresión realmente descompuesta le dedicó una mirada afilada.

A su enojada maestra no le agradó encontrarla “viva y coleando”, peor aún, al lado del rey, menos cuando quería asumir una posición cercana, fue cuando se dio cuenta de que Fedora no jugaba limpio, el rey únicamente la esquivó para levantarse y dirigirse a un público totalmente sometido a su encanto y determinación.

-¡Si ya dejaron de avergonzarse a ustedes mismos, regresen al trabajo, tenemos una ciudad que reconstruir! Fue lo único que dejó escapar de sus labios. Puso a la gente a reconstruir el campamento que con la onda de choque en la caída de Avista se desperdigo por toda la zona.

Esas arañas robóticas les aterraron, pero cuando quedó claro que venían con él, la gente pareció sorprendida del tipo de extraños aliados con los que se hacía ese thunderiano.

Para el final del día, la zozobra de la pasada semana se esfumó mágicamente, posiblemente la personas hambrientas y cansadas de pelear lo vieron como una salida ideal para dar un paso atrás y de eso se trataba su argumento, a veces la salida a muchos problemas es dar un paso hacia atrás, aunque para ello hay que tragarse un orgullo enorme.

Lion-O estaba molesto con el consejo por haber hecho despegar la ciudad sin tomar las precauciones adecuadas, sin revisar siquiera lo peligroso de su estructura dañada. Tenían una ciudad partida por la cola, el enorme edificio central de la ciudad se recargó sobre uno de los costados hasta que acabó colapsado por la presión, abriendo una enorme incisión en la parte superior del casco.

Pero eso no detuvo al león, que dedicó los días siguientes a ordenar el campamento, repartir las provisiones y traer más, el wollo Ponzi se quedó apenas un momento cuando partió en su carreta con una escolta de aves, se internaron en el bosque negro, a su regreso un día después, una comitiva de la cofradía de los wollos conversó con el rey.

Salvo por los líderes de las diferentes facciones, nadie tuvo permitido asistir a las negociaciones del consejo, las personas charlaban conforme los líderes les informaban de los progresos, Dobo fue quien habló con Panthro de la situación, a quien Lion-O mismo le habló de lo sucedido en su viaje de siete días.

-Han hecho un pacto, Lion-O ha readmitido a muchos de los ex-aliados de Vultaire, eso parece ha relajado los ánimos, sobre la comida, los wollos aceptaron proveernos de suministros. Dijo la pantera con resignación, el tigre y la guepardo se miraron haciendo una mueca de desaprobación.

-¿Y cuando partimos? Tygra continuó cargando cajas dentro del tanque.

-Lion-O nos ha ordenado esperar. Panthro señaló a una guardia de aves que rodeaba discretamente las cercanías al tanque, no parecía que fuera una sugerencia, eso fue lo más dramático.

-¡¿Acaso somos prisioneros?! Tygra alzó la voz pero los guardias no se inmutaron.

-Dobo ha dicho que es por nuestra seguridad, Ponzi ha traído provisiones, aunque muy pocas, la mayoría para los aliados, nos venderán thundrillium, aunque tendremos que escoltarle.

-¡Es absurdo! Perdemos el tiempo en este sitio. ¿Acaso ya se le olvidó la razón de este viaje? Cheetara le tomó del brazo indicándole que no debería decir esas cosas cerca de tantas aves y menos cerca de esa mujer que aburrida retozaba en una colcha vieja pero limpia, cerca de su fogata.

-¡Hey chico, sea lo que sea, es una orden y tú como príncipe de Thundera debes obedecerla antes que nadie! Panthro buscó a los cachorros con la mirada pero no estaban “¿Por todos los Ancestros donde bigotes se metieron esta vez? Estoy rodeado de críos.” Pensó arremangándose sus inexistentes mangas con las manos.

El hermano del rey quiso ir, estar presente en las discusiones, la pantera le dijo que no estaba invitado al consejo, únicamente los líderes podían asistir, Anet, representante “espiritual” de los elefantes, Ro-bear-bill, cabeza de la familia de los Berbils, Dobo, señor de los perros gladiadores y finalmente ese monstruoso Soul Sever con sus necromecas, formaron un consejo de aliados, Horus, fue nombrado Prefecto de Avista, Lion-O como rey de Thundera representaba a los felinos, llegando al entendimiento de que la alianza era necesaria.

Por lo que expresó la pantera y la desagradable reacción del tigre, entre los aliados de sus enemigos, había un reparto variopinto de lobos, lagartos y simios.

-¿Y por qué nos lo está informando hasta ahora? ¿Es que acaso no tenemos derecho a saberlo? Tygra dijo en voz baja y pausada.

-Él tampoco sabe que pensar. Al parecer Lion-O rescató a un lagarto que le reveló antes de morir, que una pequeña parte de las tropas de Slithe se escindieron, según este lagarto, Mumm-Ra está creando un nuevo ejército de monstruos llamados “los mutantes” y usa a sus propios aliados para experimentar, escaparon tratando de aprovisionarse de thundrillium para sus armas y naves huyendo hacia el Sur para regresar a sus aldeas por sus familias, únicamente consiguieron ser destruidos en esa terrible tormenta.

-¡Eso era una pequeña parte de su ejército! Cheetara abrió la boca con asombro, por sus impresiones, el ejército que fue destruido en el territorio de Soul Sever era tan grande como el que atacó Avista.

-Mumm-Ra no ha estado ocioso estos años, ha creado cientos de aparatos de combate, si lo que dijo ese lagarto es cierto, Slithe ha logrado unificar a todas las tribus de lagartos, son guerreros valientes, pero no tienen entrenamiento, creo que es una de las causas de que se retrase tanto su ataque y de que lo invierta en experimentar, los esclavos que se llevaban los lagartos, eran al parecer para ese propósito, pero Mumm-Ra los rechazó.

-¿Y qué pasa con nuestra gente? Hace casi dos meses que los dejamos atrás podrían correr la misma suerte, por no hablar de no tener nadie que los proteja.

-Lion-O habló con Ponzi y la Cofradía de los Wollos del tema.

-¿Y?

-Dijo que ya tiene algo planeado.

-Qué es lo mismo a “no-nos-va-a-decir-nada” Tygra se impacientó ante ese desaire.

-Es el trabajo de un Rey, deberías acostumbrarte y quejarte menos.

-Lo hago, pero esto es diferente.

-¿Cómo diferente?

-Nos ha ignorado completamente ¿ponernos una guardia?, no sé tú, pero nosotros no merecemos ese trato.

-Tal vez… porque no es para nosotros la guardia.

-¿Qué quieres decir?

-Para ser militar eres despistado, Lion-O nos pone una guardia para proteger a los avisitianos de nosotros, no al revés.

-¡¿Quéee?! Tygra no lo comprendía, se sintió doblemente humillado.

-No tienes por qué exaltarte tanto, la idea es bastante simple, me parece Lion-O no desea conflictos y quiere demostrar a la población que nadie estará por encima de la ley, por tanto los primeros de la lista somos nosotros.

-Ese niño y sus ideas, si nos tienes tanto miedo, sería mejor marcharnos.

-Deberías comprender más a tu hermano, en vez de tratar tan activamente de oponerte a él, considera que no únicamente lo hace por ayudarles, no quiere que se conviertan en sus futuros enemigos, piénsalo, los elefantes son pocos, al igual que los Berbils, de la ciudad de los perros únicamente los gladiadores nos han ayudado, en Avista hay casi cuarenta mil almas, has tus cálculos.

-Eso más que una ventaja es lo contrario, mira cuantos heridos, la gran mayoría no pueden volar, hay mujeres y niños, no hay soldados profesionales, apenas hay unos doscientos guardias, requerimos una infinidad de suministros y las cosas pueden salirse de control si esa chatarra no despega.

-No estás pensando a futuro, ellos pueden ayudarnos a reconstruir Thundera y también a producir armamento capaz de rivalizar con el de Mumm-Ra.

-Nadie puede garantizar eso después de la humillación que Lion-O...

-¡Tygra! Cheetara dijo en voz alta corrigiendo a su pareja.

-¡¿Qué?! Es la verdad, quien va a querer negociar con un rey que se arrodilla tan fácilmente ante otro pueblo, ha sido indigno. Panthro, cansado, respiró profundamente.

-Nada podemos hacer al respecto, fue su decisión, la mejor que tuvo a la mano.

-Cuando en Thundera lo sepan no lo tomaran muy bien.

-Puede ser, aún así, mientras nos mantengamos alejados de Thundera, Mumm-Ra no intentará atacarlos, ese monstruo quiere sus piedras, pero igual comienza a pensar más a futuro formando su propia alianza, si nosotros no hacemos lo mismo seremos derrotados.

-Quisiera que él nos lo explicara, no me sentiría tan frustrado de su falta de liderazgo.

-Salvó a Wily Kit, trajo un tanque felino casi nuevo, consiguió la ayuda de Soul Sever, detuvo el conflicto de las aves y formó una alianza, a mi me parece que hasta ahora lo ha hecho mejor por su cuenta.

-Yo solo espero que no se vuelva una costumbre Panthro. Dijo Cheetara apesadumbrada.

-¿Qué cosa? Tygra la miró con preocupación.

-Hacer sus cosas por su cuenta sin consultar a su familia.

-Hmm, eso… si todavía nos considera una. Respondió fríamente cruzado de brazos.

####

Zona de las carpas
Días después

Para cuando Lion-O terminó de hablar estaba agotado, visiblemente molesto, dejó de negociar ya entrada la noche, la fila era inmensa, debían esperar un día más, puesto que nadie fue a hablar con Horus, a pesar de ser el Prefecto elegido por el consejo.

Sabía que la gente protestaría por sus nuevos trabajos, así que decidió ser enfático explicando la razón sin ser autoritario, la totalidad de los avisitianos serían sacados de la reconstrucción de Avista y reasignados a tareas de recolección y defensa nuevamente, al principio le pareció que la nave había caído por un descuido, pero Soul Sever le indicó que las cosas eran bien distintas.

“Sabotaje” La palabra le recorrió la espalda como un escalofrío.

Si este era el caso, la precaución se volvió una imperiosa necesidad, si antes fue muy flexible en su relación con Avista y sus habitantes, hoy no podía darse el lujo de fallar por confiar en el buen juicio de esas personas o sus líderes, debía hacerse con el control, el consejo estaba desesperado, así que no se opusieron, si algo demostraron esos días de locura, era que sin él no tenían el control, para Lion-O esto también significaba que los que fraguaron el sabotaje tenía la misma impresión, sin él no habría una Avista presente o futura.

Por otro lado, intuyó que pronto Mumm-Ra atacaría a los pueblos del interior del continente para forzarle a seguir buscando la última piedra, estaba harto de ser guiado por los deseos de ese brujo y cabía la posibilidad que ya tuviera espías entre las aves.

El vuelo de la pirámide demostraba que no tenía ya ningún límite, necesitaban de un ejército competente y eso tomaría mucho tiempo, regresar a Thundera no era una opción, llevaría meses en el tanque rodeando veredas, caminos escarpados, montañas y valles, los lagartos destruyeron los caminos al Oeste y al Este los pasos de las montañas, los refugiados pasaron a tiempo, aún así, tardarían demasiado en arribar a Thundera a pie.

La mejor alternativa para Lion-O era dar a la cofradía de los Wollos suficientes fondos para que se pagase por la alimentación de los thunderianos que alcanzaran los caminos interiores que conducían al valle de los reyes, donde se erigía Thundera, la cofradía de los Wollos usaban pequeños pájaros para llevar mensajes entre las comarcas, así que escribió varias cartas junto con las órdenes de aprovisionamiento, esperaba que los que quedasen del ejército, la corte y el clero se hicieran cargo del cuidado del resto de los refugiados, era todo lo que podía hacer por sus súbditos.

De los mensajes enviados a los reinos periféricos, perteneciente a los señores feudales no obtuvo respuesta alguna, peor fue comprobar que entre las cartas de respuesta, ningún cargo de importancia, dos o tres personas de la corte real de las que no tenía clara memoria, algunos capitanes, la mayoría soldados de baja graduación.

A esas pocas gentes les informó el motivo de su retraso, dio órdenes, otorgó cargos, las acciones que debían emprender y lo que debían esperar si acaso no volvía pronto.

Les advirtió que evitasen el valle de los reyes y en cambio se instalasen en los bosques de la vieja Estigia, que en la guerra con los lagartos fue arrasada, su padre le contó como resistieron por varios meses en las grutas secas cercanas a inmensos pozos de agua formados en lo que una vez fueron ductos volcánicos.

Supuso que si regresaban al valle de los reyes, los lagartos podrían estar esperando o dado la poca protección y falta de alimentos, el número de enfermos se podría disparar.

El invierno del valle de los reyes no se acompañaba de nieve, pero el viento era gélido por encontrarse cerca de las cordilleras, mientras los bosques del Este eran templados y con fruta durante la mayoría del año.

Pero había un costo extra, pues los wollos desconfiaban de Thundera, Ponzi le sugirió proteger las caravanas de los comerciantes al Oeste, atestadas en épocas recientes por salteadores de caminos para congraciarse con la cofradía.

Eso le costaría la mayoría de sus guardias que se verían en la necesidad de partir por largos períodos de tiempo, cuidar una región extensa con los pocos pertrechos recolectados a los lagartos, tendría que reclutar forzadamente a personas que en su vida había levantado la voz para convertirlos en soldados competentes, esos eran los que más protestaron, porque no se les preguntó, se les eligió en base a su condición física.

Al principio pensó en Panthro para entrenarlos, pero estas personas deberían ser entrenadas por otros avistianos o se quejarían sin descanso aludiendo que los felinos era extranjeros y ya tenía a las personas adecuadas para ese encargo.

Soul Sever reactivaría la artillería de Avista que constaba de ocho baterías anti-aéreas sobrevivientes a la invasión de los lagartos, aunque fuera de esas defensas, no había nada más salvo un par de trasportes y el tanque felino sin ningún arma importante, la espada era su única defensa y no tenía el suficiente tiempo como para entrenar más su manejo, si se concentraba la garra felina se convertía en una armadura incompleta que cubría su brazo y parte del peto de su armadura, Leo en su primer uso fue capaz de crear la armadura entera y eso le frustraba, estaba demasiado atrás respecto a su ancestro.

No podía olvidarse de que Dobo y Anet tenían que cuidar de su propia gente y pronto partirían a sus respectivas casas para estar con sus familias, más cuando el duro invierno pegara con fuerza, la villa de los elefantes y los perros se quedarían sin agua en la época de estiaje, cuando los ríos del Este que repartían sus aguas a la gran zona de la cordilleras cercanas al desierto se congelasen y al Oeste la sequía forzara a las caravanas de mercaderes a marcharse al Sur.

Las tribus de lagartos se estarían preparando, ya que vivían en una región muy al norte de la que poco o nada se sabía, fuera de relatos vagos, aunque el invierno era muy crudo.

El consuelo de Lion-O, era que sí había soldados thunderianos resistiendo en el sur, entonces los reinos periféricos no habrían desaparecido del todo, de ser así, había una oportunidad de tener aliados más adecuados para el combate.

Lion-O conoció a la princesa Lynxana, una princesa que nunca fue cercana a Thundera y que se reveló contra su hermano Ocelon de las tierras de la Triana, al condenar la sucesión que la relegó por ser mujer de un puesto que decía merecer.

El rey Claudus fue piadoso con la princesa y la perdonó luego de la batalla de los Lémures en la que perdió a casi todo su ejército y fue capturada por su hermano.

Claudus decía a sus hijos que Lynxana era el resultado de dejar que una mujer se hiciera cargo, pues solo pensaba en sus propios intereses antes que en los de su propio pueblo, como sea, el pueblo amaba a Lynxana porque a pesar de sus faltas, era conocida por su enorme disciplina y valor, la ambición no era un delito entre la realeza, se sabía que de todas las candidatas podía ser una inmejorable reina, pero su rebeldía ante la elección de su hermano, dejaba duda de su fidelidad a su futuro esposo, necesitaba de alguien fuerte y decidido.

El rey acordó casarla con Tygra para mantener las relaciones con su familia intacta, aunque ambos nunca congeniaron y ella era un año mayor, Lynxana quería desposar a Lion-O, a quien conocía poco en los breves encuentros de la familia real con el rey, su fama de ser un soñador empedernido y tener la cabeza en las nubes, le ganó el apodo del Príncipe de las nubes.

La respuesta era un rotundo no, ella era ciertamente amable y política cuando el caso lo ameritaba, pero a la vez demasiado dominante, un rey débil como Lion-O, le hubiera dado la puerta abierta a ambiciones que podrían acabar con la familia real.

Cuando Lion-O, junto con su padre visitó los reinos periféricos, fueron atacados por asesinos y ella fue inmediatamente la sospechosa más obvia.

Recordaba al Conde de Octania, un sujeto agradable que finalmente se desposó con ella, ofreciéndole protección, era de los pocos miembros de la corte del Rey que le agradaban a Lion-O, porque era dado a ser sincero y con fama de bienhechor.

Claudus la repudió, cuando sucedió la invasión de los lagartos a las tierras del este de Triana, del Conde y Lynxana se perdió el rastro, un golpe devastador porque el Conde era de los último leones de linaje puro y Lynxana una de las pocas linces reales que aún quedaban en Thundera.

El hermano de Lynxana moriría en una de las batallas contra los lagartos y su Senescal sería quien se haría cargo de un pequeño reino que perdió en pocos años su importancia económica. Desde entonces, Thundera se fue haciendo más pequeña, muchos reinos abandonaron la alianza y se vieron en una relación de tensa calma de la que nadie parecía querer moverse.

-¿Su majestad, podemos pasar? Una voz femenina le retrajo de sus pensamientos.

-¡Adelante, las estaba esperando! Dijo en un tono solemne.

Fedora entró a la carpa con una espada envuelta en una tela, Alessa apareció a su lado, una enorme avistiana con un cuerpo de gladiador, ellas eran hábiles, sin duda hubieran podido acabar con Lion-O a pesar de las decenas de guardias custodiándole.

-Como pidió majestad, esta es una espada de la sagrada Orden, nuestra Madre Scandiacus ha aceptado su petición, ¿Puedo saber para qué la desea?, Lion-O sonrió con amabilidad, aunque no respondió.

Alessa alertó a Fedora de la presencia de unos inesperados espías.

-Parece que tenemos un par de polizones, dijo Lion-O percatándose del problema, puso su mano sobre el guante de la espada de Alessa, quien con una mirada afilada estaba decidida a usarla.

-No creo que este par de espías vayan a requerir de ese trato, si acaso de un buen baño caliente, porque a decir verdad apestan. ¿No es así Kit y Kat? Un par de cola se alzaron con los pelos de punta tratando de alejarse, algo que no sirvió, pues ya la enorme ave les atrapó con sus garras.

-Te dije que era una mala idea hermana.

-¡Oh cállate sabandija chismosa!

####

Esa noche

El aire caliente se fue enfriando conforme los vientos del Este llegaron a las faldas de la cordillera que rodeaba el valle, Mandora comenzó a tiritar y se conformó con cubrirse con su raída colcha de lana, era tarde para buscar madera seca, la suya se había humedecido por el helado roció de agua, estornudaba con fuerza, a decir verdad, ella siempre pasaba las noches en las regiones cercanas al Ecuador, las regiones al norte, casi desiertas, nunca estuvieron en su ruta y el frió que sentía era la razón.

Panthro que estaba sentado esperando a los niños, trató de darle un cobertor para cubrirse, pero Tygra se lo impidió, él quería que ella se marchara, aunque no tenía ningún lugar en el campamento, ya que la Orden le expulsó de su tienda y si no era bajo el amparo del bosque, solo el campo abierto le quedaba, una recompensa injusta para la salvadora de Wily Kit, aunque nada de eso era sabido por Tygra.

Wily Kit era la que le compartía de sus alimentos, Lion-O le ordenó no decir nada de lo que ocurrió en ese tiempo, cuando estuvo a punto de morir en una ingente masa de agua seguida por un enorme monstruo formado de cucarachas metálicas, como ella lo describía.

Tygra le ordenó que dejara de acercarse a ella, pero no obedeció completamente, Cheetara la descubría de cuando en cuando, aunque nunca se opuso a una buena obra pese a que fuera para alguien a quien detestaba.

Se pegó al tronco que se improvisó noches antes como un asiento por los thunderianos y que abandonaron cuando establecieron su campamento alrededor de ese monstruoso vehículo metros adelante.

Una capa blanca y caliente se posó sobre ella, lo que la despertó lentamente mientras confundida escuchó una discusión entre dos personas, ambas por ella conocida.

-¿Está seguro de esto su majestad, no creo que sea adecuado luego de lo que hizo?

-Ella salvó la vida de una pequeña, claro que está bien.

-Pero ella desobedeció una orden directa.

-¿Quieres decir que la vida de una niña es menos importante que una orden?

-“…” La voz femenina se quedó en silencio.

-Bien, ya que estamos de acuerdo en ese punto no hay necesidad de discutir, puedes retirarte, seguramente tienes muchas obligaciones pendientes, me haré cargo desde este punto.

-Sí… majestad. Fedora dio media vuelta y se marchó haciendo una señal a Alessa, indicándole que la siguiera, parecía disgustada por la manera en que se retiró a toda prisa.

-Ya puedes bajarnos coleguita, te aseguro que no escaparemos esta vez. Era Wily Kit sostenida por una atlética ave junto a su hermano, su pelaje esponjado mostraba que ambos pilluelos habían sido bañados, Alessa hizo una larga reverencia respondida por Lion-O con una sonrisa y se retiró.

-Parece que se han divertido, dijo ella abriendo sus ojos, Lion-O le dio un envase caliente y un poco de comida, llevaba una espada envuelta en una tela blanca.

-Hoy estas muy elegante mi príncipe. Mandora se sentó en el tronco mientras Lion-O le ajustaba la manta a su alrededor.

-Puedo hacerlo sola, pero ya que eres tú…

-Por lo visto has pasado una semana muy mala.

-Hmm, he tenido días mejores. Recargó su cabeza en el hombro del rey que con su demora abrió el envase con una dulce fragancia que le dio aprobar.

-Es malteada de coco, me dijiste que no te agradaba la leche, así que le pedí a Ponzi un poco, en Thundera se lo daban a los niños pequeños, siempre me ha gustado sobre el vino. La mano blanca como una porcelana de Mandora tomó el vaso y se lo llevó a la boca.

Él no podía dejar de ver sus ojos color esmeralda, tan parecidos a los suyos.

-¡Vamos, escúpelo! Mandora vio el rostro inquieto del rey, mientras pasaba a los dos pequeños cachorros sentados en el otro tronco el envase que tomaron atraídos por el delicioso olor desprendido por la malteada.

-¿Cómo ha sido? Deseaba saber al igual que Wily Kit la razón, quien recordaba que sus ojos una vez fueron blanquecinos y sin vida.

-No lo sé, supongo que la maldición se fue por algo bueno que hice.

-¿Y cómo sabes que no regresará?

-No lo sé "idiota", por eso me estoy portando bien... quiero decir, mi príncipe, amo la luz de día, ver todo a colores y no en un monótono gris.

-¿Y eso qué significa?

-La maldición solo te deja ver colores grises.

-Vaya, eso… es horrible.

-Realmente deprimente ¿no?, pero tenía sus ventajas.

-¿En verdad, no puedo imaginarme cuáles? Mandora se desentumió y rodeó con sus brazos sus piernas, metiendo estas por debajo de la capa.

-Podía ver en la oscuridad, volar con los ojos cerrados, incluso si me concentraba… ella miró fijamente a Lion-O como tratando de leer sus pensamientos.

-¿Qué?

-Olvídalo, ha perdido su efecto. Lion-O hizo la cabeza hacia atrás incrédulo.

-Bueno, como sea, he meditado respecto a lo que me dijiste y he tomado una decisión.

-Me aceptarás como parte de tu equipo.

-Mejor que eso.

-¿Ahh? ¿Cómo es eso?

-Quiero decir, he logrado que te devuelvan tu puesto en la Orden.

-¡¿Quéee?! ¡Pero por qué rayos has hecho eso! Mandora se levantó mostrando su disgusto.

-Creí que te agradaría saberlo.

-¿Y qué hay de bueno regresar a ser la única celadora de una prisión solitaria, de ser enviada a misiones suicidas sin apenas apoyo o alimentos? Ese grupo de idiotas me desprecian.

-Pero huir no resolverá nada Mandora.

-¿Qué hay de malo con huir? No es como si alguien me esperase en este sitio.

-Tú no eres como Vultaire, deja de fingir que puedes serlo, necesitas de esto.

-¿Y qué rayos sabes tú de mi?

-¡Mandora!

Lion-O la miró fijamente con seriedad.

-¡¡Qué!!

-No he dicho que cuidarás una prisión o nada parecido.

-¡Ahh! ¿Entonces?

-He decidido que la Orden se convierta en un cuerpo de guardias para proteger Avista, lo he consultado con Scandiacus y ha estado de acuerdo... a decir verdad ella lo sugirió la primera vez que nos reunimos, ya que no tienen una piedra que custodiar esto sería lo mejor.

-¿En serio, quieres decir… a todas?

Lion-O asintió con la cabeza.

-Hmm, eso… no estaría nada mal. Mandora murmuró. Se arrodillo cambiando de humor tal si fuese un niño, tocando con sus manos las piernas de un Lion-O, quien trataba de controlar su timidez y mantener su compostura ante las formas tan directas e intimidantes del ángel, mirándolo fijamente a la cara con mucho interés.

-Bien… ah, de ahora en adelante tu tarea será formar al futuro ejército de Avista.

-Pero Lion-O, la Orden me odia, Fedora no dejará de pedirme cosas absurdas.

-Es por eso que no estarás bajo el mando de Fedora, quiero que tengas el mismo grado que Alessa y Fedora, además, me gustaría que fueras parte del Consejo, dada tu experiencia en estos temas, me ha impresionado tu larga carrera atrapando criminales, no entiendo cómo no fuiste nombrada antes si eres realmente competente.

-“…” Mandora se quedó en un largo silencio recargada sobre las piernas de Lion-O, hasta que éste, quitándose la espada envuelta en una manta, la tomó entre sus manos.

Se levantó y sonrió, hasta que ella, mirando detenidamente el manto con el que Lion-O la envolvió, supo que no era ningún juego.

-Hmp. No quiero que pienses que esto es una carta abierta de confianza y que sepas que no haces esto por el futuro de Thundera o el de Avista, ni siquiera por mí, sino por todos los habitantes del Tercer Planeta así que...

Wily Kit y Wily-Kat miraron la escena sin entender bien lo que sucedía, Lion-O alzó la espada envuelta en una tela que se mecía con su ropaje blanco y una diadema de oro puro que atravesaba su frente y se ocultaba en su cabellera roja, al parecer era la corona del rey Claudus, que Lion-O llevaba en su bolsa desde que salieron de Thundera, el manto de rey con el símbolo de una pantera estampado, adornaba la superficie de la tela brillante.

“…con una enorme gratitud…”

Panthro reconoció la indumentaria conforme se acercaba, no era la túnica del rey, Lion-O nunca habría podido usarla al ser tan pequeño, en cambio, notó el escudo plateado, era el gemelo del bordado con hilo de oro del rey, el manto de la reina.

“…en el nombre del pueblo de Avista y Thundera…”

Tygra contrajo sus cejas, Lion-O estaba vestido con un traje negro, sin su armadura, cubierto por una capa ceremonial que le rodeaba casi completamente, que se abrió cuando alzó la espada, esa avistiana estaba arrodillada sobre una de sus piernas.

“…Deposito mis esperanzas en ti “Mandora de Avista”…”

Cheetara, quien caminó tomada de la mano de Tygra, parecía llevada por un espectral y mortecino deseo, tal si fuese una polilla atraída por la luz de una lámpara intensamente caliente, observó la desagradable escena.

“…Yo te nombro, en mi calidad de Rey y aliado de Avista, Guardiana de la alianza y fiel sirviente de Thundera. Justicia, honor, lealtad y valor son los preceptos por los cuales luchas, haz que valga la pena” Lion-O terminó su discurso y espero la respuesta.

El rostro de Lion-O era tranquilo, esta vez no lo echaría a perder por sus sentimientos personales, esos sentimientos que resultaron un estorbo, nunca fue recompensado de alguna forma por ellos y era momento de hacerlos a un lado, o esa sucesión constante de decepciones no terminaría nunca.

Debía cambiar, dejar de ser tan patético y predecible. Se prometió castigar a Pumyra por sus crímenes, derrotar a Mumm-Ra desbaratando su reino de terror y convertirse en un rey dedicado en cuerpo y alma a su pueblo, este era el costo a pagar, el inicio de su verdadera aventura, incluso si no estaba seguro de cada acción que tomase, juzgar el resultado la historia lo decidiría, él estaba allí, era su momento.

-Humildemente acepto la tarea mi señor Lion-O. Mandora replicó, por un momento pensó en negarse, pero él estaba allí, listo para confiar nuevamente, no le fallaría.

Mandora recibió la espada de manos de Lion-O, quien le ofreció su mano como hacían los reyes del pasado, esos reyes a los que su padre Claudus desdeñaba por ser tan flexibles y amables con los lagartos, esos que permitieron a los perros y wollos vivir en Thundera.

Lion-O no seguiría por el mismo rumbo que su padre, ese rumbo de represión y odio que los llevó a su actual situación, que permitió a un traidor crecer al amparo de una lealtad que no merecía, su ceguera al negarse a la posibilidad de la existencia de la peligrosa tecnología.

Una persona honrada por el rey, tomaba su mano derecha entre el índice y el pulgar, pegando su frente en señal de sumisión, Mandora debía conocer ese añejo protocolo.

Por un instante, solo por un instante, esos ojos malditos de Mandora parecieron regresar, pudo ver a través de la clérigo, descifrar su expresión, “¿Quién es esta mujer realmente?” Se preguntó mientras mantenía su mirada distraída.

-¿Mandora? Lion-O preguntó, quien no cambio su actitud tolerante, ella alzó la cabeza mirándole y reflexionó un instante, mientras la gente se arremolinaba en las cercanías, detenidas por los guardias, era un espectáculo irrepetible, allí estaba Scandiacus, quien parada se apoyaba con un bastón, haciéndole una reverencia afectuosa en señal de aprobación.

Mandora quería comprenderlo y acercando sus labios, cerró los ojos ligeramente y besó apasionadamente la mano del rey, cuya sorpresa fue mayúscula, Mandora vio de reojo la reacción de la clérigo, no era solamente un desprecio creciente que por ella sentía, eran celos.

“No eran los celos únicamente, era el rostro de una mujer despechada, de una mujer desengañada” Esa mueca que Cheetara no pudo ocultar en un rictus de odio, soltándose de la mano de su amado, el hermano del rey, retrocediendo, alejándose hasta perderse en la oscuridad.

Era el rostro, la expresión furiosa de una mujer completa y totalmente… enamorada.

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Fin parte 4 / 7

domingo, 6 de enero de 2013

El gigante de piedra parte 3

Lugar desconocido
Tiempo después

-¡Ehhh! ¡Funciona! Lo ves Soul, te dije que él lo haría.

Ponzi sonrió mostrando sus largos y gruesos dientes aceitándose sus bigotes, con su largo sobrero cubriendo una cara llena de grasa y aceite, Lion-O desarmó entusiasmado la carreta del vendedor de pociones metiéndola dentro del tanque, el ser cibernético cuyo enojo iba en aumento, tuvo que aceptar que cada afirmación que lanzara, sería rebatida por ese tonto león y su amigo.

-Hmm, no sé bien cómo lo logré… quiero decir, desde luego, la química de esta sustancia, pff, está de chupete.

Ponzi no sabía como lo había logrado, con los menjunjes que quedaron en la carreta, logró preparar una sustancia parecida al aceite, no tuvo que ingeniárselas como inyectarla en el tanque, todas las herramientas estaban en una caja perfectamente empaquetado con cientos de cosas curiosas como tornillos, desarmadores y herramientas parecidas a las sacadas de un cuento.

-¡Bah!, fue pura suerte.

-La… grasa para máquinas no es muy difícil “colega”, se hace con el combustible quemado de una lámpara, si debo ser franco, bueno… un poco de suerte hubo, nunca debe desestimarse la importancia de tener una buena estrella.

-Lo ves, él sabe su trabajo y tiene más suerte que nosotros. Soul Sever les dio la espalda murmurando, los mismos necromecas se pusieron un poco de grasa en sus junturas que rechinaban con cada giro, hasta que la sustancia lubricó perfectamente sus mecanismos.

-Sobre el caso particular de esta estas extrañas monturas autopropulsadas, imagino que esta herramienta es para inflarlas, me recuerdan a esos raros globos de tripa que usan para las fiestas en la villa de los osos.

-No es que sean muy útiles, aunque la experiencia de montarlas es única, imagino que te gustaría probarlas. Lion-O desarmó ambas motocicletas colocando las llantas que nunca fueron puestas en su sitio, estaban -por fortuna- dentro de otra de las cajas del tanque.

-Me temo que ya tengo suficiente con estas carretas peligrosas de madera, la velocidad no es lo mío joven amigo.

-Pienso que quien transportó este tanque no sabía que lo llevaba, todo está empaquetado, por dentro, como recién fabricado.

-¡Bah! Eso no es una ventaja, las llantas están desarmadas, la munición costará mucho trabajo volverla a reactivar y las computadoras de abordo no están calibradas, por otro lado, si no se hubiese dañado la antena de comunicaciones, te hubiera delatado ante su amo, usar un arma de tus enemigos tiene sus peligros. Soul Server murmuró secándose las piernas del agua de lluvia.

Lion-O recordó a Pumyra, había aprendido por el camino más difícil lo que un arma del enemigo podía hacer.

Los necromecas salieron como retados por las palabras de su creador, quizás al observar a Lion-O y Ponzi, dedujeron por sí mismos que parte de su tarea era llevarle la contraria, apartando a Lion-O y reparando el tanque por su cuenta.

-Insolentes, me agradaban más cuando no pensaban. Lion-O se rió  le pareció ver a su padre regañándole por cada cosa absurda que se le venía a la mente, fue un padre muy duro y le dio más penas que alegrías, pero nunca dudo de su amor, de pronto se sintió nostálgico y quiso volver a casa.

El mejor lugar que encontraron para descansar se situaba en un pequeño espacio dentro del camino, donde una gran piedra se cruzaba cubriéndoles de la lluvia, se formaron grandes cataratas en dirección a lo que quedó del hogar de Soul Sever, perdiéndose en el rió que llenó lo que era un pacífico camino de terracería al fondo del cañón.

El frió era atroz, pero con la fogata que hicieron de la madera de la destrozada carreta, pasaban la noche cubiertos con mantas traídas por Ponzi entre sus maletas, mientras los robots siguieron su trabajo, la comida en realidad era mala, pero platicando con el viejo mercader, Lion-O sentía mucha paz, aún así, su amigo igual se veía triste, al notar que le miraba, el vendedor de pociones cambio su expresión.

-¿Y bien mi buen amigo?, no me has dicho que pasó entre tú y tu amiga.

Lion-O le contó a Ponzi lo que ocurrió con lujo de detalles, mientras Soul Sever le escuchaba con inusitado interés, respondiendo con sorpresa a esas revelaciones, dándose cuenta que su amigo thunderiano tuvo una experiencia terriblemente traumática.

-Ya veo, es una verdadera pena, me parecía una buena chica, debes sentirte muy afligido.

-Intento superarlo, me digo "ella en el fondo es buena", pero cada días es más difícil creerlo, no puedo dejar de pensar en ella, en lo que sufrió y sobre todo, en lo que se ha transformado.

-Hmm, te comprendo muy bien, aunque no dejes que eso te desanime, a veces las cosas malas les pasan a la gente buena, un día lo dejarás atrás, confía en mí, solo no dejes que eso te agrié el carácter.

-Ahora que lo pienso Ponzi, ¿qué pasó con Lucy?

-Bueno, no es algo así de grave, aunque también fue doloroso.

-¿Y por qué se separaron?

-A mi querida Lucy le llegó la hora de “seguir sus instintos” sabes a lo que me refiero, je, je, “la edad de las mariposas”, a pesar de que no se separaba de mí, pude notarlo en sus ojos, vio con tristeza la migración de sus compañeras sobre la costa Oeste.

-¿Y qué pasó?

-La dejé ir por supuesto, tenía que seguir su camino, yo regresé para vender de nuevo mis pociones, pero con esos molestos lagartos merodeando los pueblos del oeste, no hay mucho negocio en ese lugar. Lion-O le pasó un vaso metálico que se calentaba sobre la fogata, mientras tomaba el propio. Sus provisiones eran pocas, con gusto las compartió con tan buena compañía.

-Puedes venir con nosotros si lo deseas.

-Gracias joven amigo, aceptaré tu oferta ya que me he quedado sin animales para la carreta, debo ir a los fuertes de los Wollos al Norte, seguro allí habrá algo para mí.

-No te dejaré sin nada, nos has salvado en dos ocasiones y mereces nuestra gratitud.

-He escuchado que Thundera era una hermosa ciudad, aunque queda lejos de donde quiero ir.

-No, iremos a la ciudad de Avista.

-¿Avista? Nunca antes había escuchado de ella.

-Y no muchos la conocen, tampoco está en muy buenas condiciones, el alimento escasea y casi muero buscando esta chatarra. Lion-O golpeó la base metálica del tanque felino. –De cualquier manera es lo que hay.

-¡Jum! Bueno, no estoy para elegir, de un tiempo para acá los caminos se han vuelto peligrosos.

-Creía que los wollos siempre eran respetados en los conflictos.

-Antes los lagartos no atacaban a los Wollos, pues temían que les dejasen de vender comida, sin embargo, esas ya no son tropas de los lagartos, simplemente son maleantes y mercenarios que asalta a plena luz de día, queman pueblos y cosechas, luego están esos lobos malditos, es por eso que estaba inquieto, al no pertenecer a ninguna cofradía estoy indefenso.

-Tú no estás indefenso en cuando esté yo para defenderte mi amigo.

-Y yo solo puedo estar humildemente agradecido joven rey.

-Si ya acabaron de piropearse, sería buen momento que pusieran atención abajo en el camino, Soul Sever tiró tierra a la fogata y sus necromecas se pusieron alertas.

-¿Qué es? Lion-O le preguntó al ser cibernético.

-Una larga columna de lagartos, tienen varios vehículos de tierra artillados.

-Oh no.

-¿Los conoces Ponzi?

-Me temo que esos son los mercenarios que han quemado las aldeas, un ejército de ellos, parece que merodean los valles al sur también. No son únicamente lagartos, hay lobos y mandriles de las tierras del continente rojo, desembarcaron hace algunas semanas y se han estado juntando.

-No podemos iniciar un combate en este sitio, si nos disparan acabaremos cayendo al rió o enterrado en los escombros de este camino, así que ocúltense y guarden silencio.

El consejo de Soul Server era prudente, para que todos la obedecieran, incluso Lion-O. Pero unas cuantas palabras lo cambiarían todo…

-Mueran los lagartos opresores, viva el reino de Triana, viva la princesa Lynxana.

-¡¿Lynxana?! Lion-O se quedó con una cara boquiabierta mirando por sus binoculares.

Enormes piedras empezaron a caer sobre los atacantes, aplastando varios vehículos, las flechas iluminadas que les siguieron encendieron el camino lleno de algún líquido inflamable, porque prendió lanzando una enorme columna de un humo negro y denso, el cual, ardía incluso bajo la abundante agua de lluvia.

Se lanzaron al ataque sobre los mercenarios que confundidos por el humo fueron presa dela carga con espadas, lanzas y hachas.

-Parece que alguien es tan estúpido para atacar tanques con piedras y fuego. Soul Sever apuntó.

-Oh vaya, si no les molesta debo ir al aseo, Ponzi se metió al tanque lleno de miedo.

-¿Piensas que no serán capaces de defenderse?

-Desde luego que no, puedo ver cuántos son y la sorpresa inicial se va a convertir en nada.

Era cierto, con la confusión inicial los lagartos y sus aliados que no quedaron envueltos en el incendio retrocedieron, pero los disparos comenzaron a correr hacia arriba y al frente haciendo mella en las armaduras de cuero, metal y cerámica, al tiempo que los vehículos artillados abrieron el camino apagando las flamas, los combatientes con el símbolo de las dos flores de Akhadia, reino de Triana, se vieron en la necesidad de replegarse en desbandada ante la presión de las máquinas que los apartaron sin piedad.

-¡Tenemos que ayudarlos!

-Ya te lo dije, estamos sobre un terreno muy frágil, si disparan caeremos. Soul Sever lo agarró del brazo.

-Únicamente deberemos huir en el tanque, si disparo en medio de esas rocas obstruiré a los atacantes, tu prepara el tanque, yo usaré la espada. Los necromecas a regañadientes de Soul Sever recolocaron las motocicletas en completo silencio.

-Ustedes los orgánicos no tienen concepto de miedo, por eso son destruido tan fácilmente.

Soul Sever se subió al tanque, Lion-O sonrió, esperó hasta que el tanque rugiera, se subió con Snarf a una de las escotillas y alzó su espada, el estruendoso sonido del tanque que parecía despertar de un largo letargo de mal humor, llamó la atención de ambos bandos, encendiéndose las potentes luces del frente.

Los lagartos y atacantes retrocedieron asustados de desconcierto. Una luz apareció, intensamente roja como las llamas de un demonio.

-¡Ohhhhhh! La fuerza de rayo que avanzó por en medio de los dos ejércitos destruyó lo que encontró a su paso y como aliento de dragón, el chorro se fue desplazando reventando un enorme trozo de montaña.

-¡No es momento de arriesgar sus vidas en un ataque suicida insensatos! ¡Sálvense hoy, para que puedan pelear mañana, el Señor de Thundera sigue vivo! Lion-O gritó, los controles que demoraron en encender, solo le dieron a Soul Sever el tiempo casi exacto para arrancar a toda velocidad mientras el camino se colapsaba presa de los disparos enemigos.

El poder de la espada de Lion-O tomó por sorpresa a los rebeldes trianenses y lagartos por igual, causando una avalancha de piedras.

Los atacantes se dieron cuenta que el disparo iba dirigido contra los lagartos, más bien para darles protección mientras escapaban.

-Quien es ese, uno de los alférez señaló.

-No lo sé, pero sigamos su consejo, aprovechemos para escapar. Respondió el comandante de escuadra.

-¡Retirada al punto C! El alférez gritó la orden.

-¡Maldición! Creí que con esta fuerza bastaría.

-Por lo menos ya sabemos que no es así, aunque no es un total desperdicio.

-¿Ahh?

-No somos los únicos que combatimos a los lagartos. El comandante sonrió mientras alcanzaba su montura al otro lado de la montaña llena de veredas, si querían seguirles, tendrían que hacerlo a pie.

-¿Crees que lo que dijo es cierto?

-Esperemos que así sea, he visto el poder de la espada del rey Claudus, si sigue con vida las cosas pueden cambiar.

-No me parecía la voz del viejo rey.

-A mi tampoco, como sea, la princesa Lyxiana seguramente querrá escucharlo, quiero decir, deberá escucharlo, si estuviera el Conde en sus cabales te aseguro que no nos enviaría a estas misiones suicidas, pero si hay un nuevo rey las cosas podrían mejorar para empezar.

-Espero que tengas razón amigo.

-La tengo. El comandante le guiñó el ojo.

-Viéndolo de esa manera, por la manera en que lo dijo parecía ser una orden, si aceptamos el hecho de que era un rey entonces…

-Creo que ya lo estas entendiendo. El comandante sonrió con la idea de que esas misiones suicidas terminarían.

-¿Entonces… qué haremos ahora?

-Esperar ¿qué más? Dijo lleno de seguridad.

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En algún lugar de las tierras altas del norte

Mandora luchó toda la noche para mantener caliente a la pequeña gatita que había sobrevivido a los brutales vientos de la tormenta, la encontró flotando en un pedazo de escombro, parecía que sería el fin de su calvario, pero el Tercer Planeta era un mundo lleno de sorpresas.

Cientos de miles, quizás millones de scavengers se movían sobre la superficie del agua, furiosos de la desaparición de su hogar, tal si fueran un gusano tragando incansablemente la hoja de un árbol, este ser formado de criaturas completamente sintéticas, usadas para eliminar los desperdicios metálicos enloquecieron intentaba recuperar los tozos de metal que el agua se llevaba.

Le quitaron su espada, la pulverizaron, esa espada que tan orgullosamente portaba como signo de su Orden, ese monstruo quebró su ala derecha en el forcejeo, al arrancarle el cinturón, viéndose en la necesidad de quedarse en la intemperie sobre el primer retablo que encontró, abrazó a la pequeña con fuerza, calentándola con su ala sana.

-Voy a llevarte a casa mi amor, mantente con nosotros.

-Lion-O, Lion-O…

-Lo sé pequeña, te aseguro que lo encontraremos una vez que amaine la tormenta.

Wily Kit ardía en fiebre, tenía una cortada en el brazo que se infectó rápidamente, Mandora le inyectó un poderoso antiséptico dosificado, pero siendo una pequeña gatita, la reacción de su cuerpo fue agresiva.

Pasaron horas antes de que la tormenta amainara, y esa cosa seguí allí, arrastrada por la corriente, degustando el metal, su cinturón desapareció con su radiocomunicador, no habría ayuda o rescate, saltó de escombro en escombro hasta que sus piernas se contrajeron de dolor, pero eso no iba a impedirle lograr su objetivo.

Quizás una guardiana normal de la orden no estaba acostumbrada a caminar o correr, al contrario del resto de la población, era requisito poder volar, ella sabía lo difícil de ser aceptado con cadete, para pertenecer a la Orden los requisitos eran supremamente altos.

Cuando llegó al Tercer Planeta, fue adoptada por la Prefecta Scandiacus, quien pronto debería elegir a un sucesor, ella fue la afortunada, se preparó mental y físicamente, fue cuando le conoció a él, su mejor amigo y mentor, la única persona que se acercó a ella, una “sin pico”, el ángel al como despectivamente llamaban a los que tenían alas, pero no eran aves.

Él siempre estuvo allí para ella, Mandora no se enamoró de una especie, sino de un alma y pensamiento cristalino, o eso pensó.

Le habló de sus ideales, de los grandes cambios que haría… mentía, en el fondo siempre lo supo, lo soportó como pudo aferrada a una enfermiza fé en él.

Vultaire “el amigo y confidente”, la había usado, la ciudad era la misma, la cara de Scandiacus no, su decepción era patente, de ser su alumna estrella pasó a cuidar la solitaria prisión de los enemigos de las aves, a guardar los secretos indignos de ese sitio.

Mandora sentía rabia y frustración, pero se lo tragó teniendo fe en esa persona especial, hasta que ese fatídico día se presentó y el mentiroso huyó, les traicionó, ese día que su Orden fue aplastada y su fe destruida.

La expresión de Scandiacus le recordó a esa amable señora que un día la trató como a una hija, pero algo más, era la esperanza que tenía sobre el futuro, la esperanza que Mandora rompió cuando cedió su puesto de Prefecto a Vultaire, gritaba en la lluvia de la tormenta, no se daba cuenta que las lágrimas salían de sus cuencas inconsolables.

La madre Scandiacus querían probar a Lion-O, Fedora también, ella sintió celos, recordó a ese pretencioso mocoso al que con su bumerán cortó su larga cabellera.

Regresó a la realidad cuando el agua embravecida se agitó más con el estruendoso ser que quiso alcanzarle intentando comer su dorada cabellera, creyéndola de un metal precioso.

Wily Kit pesaba, sabía que debía dejar a la niña y centrarse en sí misma, lo pensó mientras corría, pero no se atrevía, se maldijo al verse tan miserable e inmisericorde, descubriendo su propia naturaleza mezquina.

La gran catarata que se formó delante estaba cada vez más cercana, el camino se cerraba, tal vez si soltase a la niña tuviese una oportunidad lanzándose al vacio con todas sus fuerzas, podría planear a una de esas laderas con sus alas abiertas, al ser incapaz de aletear.

Recordó a su madre, esa malvada mujer que les traicionó, a su gente, a su familia, ella no sería así, miró a Wily Kit, una vida tan frágil que estaba en sus manos y apretó los dientes.

Odió a Lion-O por ser tan débil, lo odio desde que lo conoció, mandada a los trabajos más ruines y sucios para el resto de las aves, dejada de lado, Fedora la llamó inestable, Alessa impaciente, se preguntaba si realmente Fedora fue alguna vez su amiga, la puso en ridículo frente a Lion-O, le dijo que si le seducía caería y tal vez podría hacer que la apoyara en la moción de ser prefecto, pero era una prueba, tragándose su enojo, riendo cuando en su interior deseaba ahorcar a su mentora.

Era ruin descubrir que hacía lo mismo que Vultaire, pero fue su entera decisión. Fedora quería saber que tan lejos podría llegar en busca de una ambición dormida disfrazada por la esperanza en un amigo ingrato, había tocado fondo.

Recordó las veces que casi se vio forzada a intervenir para salvar al imprudente Rey, aunque ese idiota se las arreglaba para salir adelante, vigilarle era tan rutinario, a veces les dejaba días o semanas hasta hacer su siguiente ronda, le vio caer en el agua y se sintió aliviada de que todo acabara, se arrepintió y le trató de buscar, pero desapareció.

Su sorpresa fue mayúscula al volverle a encontrar, sobreviviendo, reponiéndose como si no pasara nada, salvando a sus amigos, ella pudo hacer algo, en cambio les vigilaba sin apenas inmutarse.

Se llamaba Pumyra, “qué rápido olvidas gatito” se dijo burlonamente, los mejores amigos de una extraña que aparece en el lugar más conveniente, en el momento más indicado, podía pasar largas horas mirando desde el cielo esa cara extraña, llena de odio y resentimiento.

Mandora tiró las capsulas explosivas que le quedaban, pero ese monstruo no restrocedió en su empeño, cada vez más grande y rápido, la orilla se volvió su obsesión, completamente aterrada se encaminaba con sus últimos alientos.

La aburría ver a Pumyra y Lion-O todo el tiempo juntos, la felina pareció reconocer su esfuerzo y él pareció brillar, aunque era extraño, la poderosa gladiadora de pronto se protegía tras el león, “¿Quién demonios era esa chica?” fue entonces cuando ocurrió, una plática totalmente aleatoria mientras Lion-O estaba en otros menesteres buscando comida con los cachorros.

Ella comenzó a halagar a Tygra, de lo grande que hubiera sido como un rey, el hermano no tardó mucho en complacerse con ese reconocimiento “en cualquier cosa excepto en la corona” repetía sin descanso, fue demasiado rápido, demasiado simple la forma en que acabaron besándose, ni siquiera lo reflexionó, sólo lo hizo.

Ambos regresaron a sus respectivos asuntos como si nada hubiese pasado “¿Quién era esa chica?” se revolcaba en el aire buscando una respuesta.

Fue llamada de vuelta a Avista, no supo que pasó después, para cuando ese fatídico día empezó, salió de la prisión, quería hablar con Madre Scandiacus, pero un golpe la dejó sin sentido.

Le dijeron que fue Vultaire quien lo había planeado todo, en un inicio no lo creyó, incluso viendo los videos, había cosas extrañas en esas historias, ciertas partes no encajaban, aunque su reacción final fue devastadora para sus creencias, las creencias por las que había luchado y sufrido, por las que aceptó tantas humillaciones y desaires.

Las pichones, esas huérfanas que perdieron a sus padres en la invasión de los lagartos, abiertamente la evitaban, se dio cuenta que muchos la culpaban de lo que pasó con la Orden, nadie decía nada, en el fondo así parecía, lo extraño es que Madre Scandiacus le creyó, no supo cuanto lloró, pero lo hizo en sus brazos, los brazos de esa madre sustituta decepcionada que nuevamente la atraía a su regazo, una vez que su fe en Vultaire hubo desaparecido.

“¿Por qué continuaba haciendo eso?” Se preguntaba al ver al Señor de los ThunderCats levantar una espada que despreciaba. “¿Quién era realmente ese chico?” Pensó que Madre Scandiacus la quería nuevamente de Prefecto y trató de encaminarse para esa tarea, para su sorpresa no tenía esas intenciones, pues no se decepcionó de que fuera tan abiertamente rechazada por el consejo, ella no intervino en recomendarla nuevamente, sintió mucho enojo y frustración.

Tal vez su momento había pasado, el papel que Madre Scandiacus le quería ofrecer era opuesto, servirle al nuevo Prefecto. Sentía celos de Lion-O, pero también humillada que la tarea encomendada era la misma que tantas decepciones le había dado.

Por otro lado, la idea de que la alumna estrella del viejo Jaga entregara tan fácilmente al rey que juró proteger por el amor de su novio, le hizo sentir un enojo solamente comparado con su propia falta a su madre adoptiva.

Si Lion-O fuese su Vultaire, ella nunca le hubiera decepcionado, pasara lo que pasara se habría sentido orgullosa de ella, habría antepuesto lo más valioso para ella con tal de verle feliz, le hubiese seguido al mismo infierno, sentía que había arribado al lugar equivocado, si hubiese aterrizado en Thundera, hubiera servido a la persona correcta.

En cambio, lo que obtuvo por servir tan fehacientemente a alguien que no lo merecía, era a un cobarde que odiaba su puesto, vio la primera oportunidad para servir a un amo más poderoso, uno que le daría el poder sin límites que deseaba y se alejó tan rápido que la vergüenza no pudo alcanzarle, un día regresaría seguramente para reclamar todo el control para sí de Avista y ella estaría esperando.

Se sintió tan bien decirle a Cheetara que sería su reemplazo, ver su cara de frustración, al quedar tan confundida, que fue liberador, la broma una segunda vez, con el patente desagrado de la felina fue tan delicioso como la primera.

Miró hacia atrás y supo que sus deseos por acabar con el traidor Vultaire nunca se llevarían a cabo, moriría en ese lugar desolado, deseo que fuera rápido e indoloro, tomando a la pequeña entre sus brazos saltó los últimos obstáculos y se lanzó al vació abriendo sus alas.

Cerró los ojos, su ala lastimada se dobló con la fuerza de aire, no sin antes despegarse unos metros de la cascada, pero no lo suficiente, había un trecho entre ella y esa ladera demasiado grande, no había nada que hacer, fue entonces cuando él apareció.

-¡Te tengo! La mano musculosa y peluda de un chico, unos años más joven que ella la alcanzaron, dejando que el gusano se desbarrancara, le miraba con sus ojos blancos completamente abiertos de la sorpresa.

Se había sujetado con la cuerda de su guante y se balanceó de regreso hasta posarse en una porción de la ladera donde unas luces potentes la enfocaron, eran del vehículo que llevaban siempre, aunque este era completamente blanco, creyó que lo habían perdido en algún momento de camino a Avista.

-¿Cómo? Mandora gritó en su sorpresa, mojada por la lluvia que inmisericorde la bañaba.

-No lo sé, de pronto la espada brillo y al ver por el ojo supe que estabas cerca y que tenías problemas, aunque no eres la única.

-¿Eso qué quiere decir? Lion-O le sonrió y con la mirada le indicó en dirección al fondo del barranco, esa enorme masa de scavengers se lanzó sobre un ejército de lagartos que seguían los pasos de cerca del tanque felino, luego de su intempestiva intervención, Mandora lo entendió, abrió su ala para mostrar a Wily Kit.

-¿Wily Kit?

-Esta pequeña ha hecho algo muy temerario y estúpido, pero que requirió de mucho valor, la he mantenido caliente y seca, pero necesita dormir y un lugar seco donde descansar.

-Dalo por hecho. Con ese amable semblante del felino, Mandora se contagió de la emoción sonriéndole involuntariamente hasta lentamente dejar que su cuerpo se apoderara de ella, cayendo desvanecida, completamente agotada, Lion-O la cargó entre sus brazos y supo entonces que estaba a salvo.

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Para cuando Mandora despertó era el sexto día de ese infernal viaje, Lion-O hablaba con la gatita en sus brazos, mientras merendaban un pan y diversos antojitos que solamente se adquirían frescos en los pueblos, no sabía cuánto tiempo había pasado, pero su ala estaba vendada.

Ella no estaba sobre el frio compartimiento de un tanque, sino sobre una acolchada piel de alguna clase de animal.

-Nos hemos detenido en un pueblo Wollo y comprado muchas cosas con el poco dinero que llevaba, por fortuna eran monedas de oro del tesoro de Wily Kit.

-¿Dónde estamos? Mandora observó a través del monitor y las nubes parecían interminables.

-Vamos de regreso a Avista, por cierto, hay alguien que tiene algo que decirte. Lion-O miró con reprobación a Wily Kit, quien avergonzada miró al ángel.

-Gracias coleguita, por salvarme, ya sabes.

-Debemos mejorar esos modales Kit. Lion-O le jaló la oreja con paciencia, ella continúo tímidamente mirando a la chica que cerró sus ojos divertida, la pequeña gatita al ver la respuesta, sonrió con su cara degustando la comida sin preocupación, en un punto quiso tocar su flauta, pero Lion-O se la quitó para que descansara Mandora, pero esta quería escuchar.

-La próxima vez, promete hacerle caso a los mayores. Mandora dijo, restirándose adolorida y se recostó nuevamente en el asiento, Lion-O le alcanzó un plato que ella saboreó hambrienta, hasta que se levantó de súbito, al ver a ese cadavérico ser, quien la regresó a ver.

Ponzi le sonrió amablemente quitándose el sombrero y Snarf solo bufó volviéndose a dormir.

-¿Quiénes son ustedes? Lion-O le presentó al wollo Ponzi, un vendedor de pociones de la region desértica y ese ser cibernético llamado Soul Sever (Rompe almas), pero que Lion-O recortó a Soul para no asustarla.

Soul Sever conducía atravesando un largo bosque de pinos y abedules rojos para internarse en dirección a Avista, Ponzi con Snarf en su piernas, estaba sentado en el asiento del copiloto.

-Le envidio, a esa edad se consigue un reemplazo con demasiada facilidad, así son los jóvenes. Lion-O negó con la cabeza, pero Ponzi no le creyó riendo amablemente.

El cibernético ser miró de reojo, pero no les puso demasiada atención, sus necromecas estaban todos hibernando conservando su fuerza, en Avista habría un generador para recargar sus baterías, mientras tanto debían mantenerse vivos, si así se podía calificar su situación.

Se había quedado sin hogar y al recorrer nuevamente esos lugares, pensó en su familia y el viejo pueblo de olvidada memoria, donde pasó sus días más felices hasta que la peste lo arrasó, tendría que arriesgarse a lo desconocido nuevamente y no sabía si confiar en ese león y sus amigos.

La inundación era tan extensa que pasaron varias horas antes de que encontrara un terreno seco, la tormenta paulatinamente se alejaba, ya era de día cuando los primeros rayos del Sol asomaban entre las nubes.

-Parece que lo ha conseguido. Soul Sever dijo con su metálica y aguda voz.

-¿Qué cosa? Mandora habló despertando a Wily Kit y Lion-O.

-Ese ser llamado Mumm-Ra. Lion-O se reincorporó y la pequeña que bostezó sin soltarse del felino, frotándose la cara.

-¿Ya hemos regresado?

El tanque se detuvo y el grupo salió para observar el campo, Soul Server sacó a Flicker de una caja donde estuvo guardado, este despegó inmediatamente revoloteando sobre la cabeza de su dueño, mientras Ponzi y Snarf se estiraban, siendo espantados por el caminar de los necromecas que salieron como ánima que lleva el diablo, extendiendo unos paneles para capturar la luz del Sol y convertirlo en energía.

-Se está moviendo más al noroeste. Mandora lo comprendió perfectamente, lo que sorprendió al felino.

Lion-O quien tomaba de la mano a Wily Kit, descubrió que la tormenta no se hacía más chica, sino que se alejaba conservando su forma y tamaño.

-Su nave sigue dañada, pero el que vuele ya es un gran inconveniente.

-Debemos reparar Avista lo más pronto posible. Sentenció Lion-O.

-Yo renunció, respondió Mandora.

-¿Qué renuncias? Lion-O abrió la boca sorprendido.

-Sí, he encontrado un trabajo mejor.

-¿Trabajo? Mandora le sonrió mirándole misteriosamente.

####

Lion-O desenvainó, sus acompañantes vieron la famosa espada de los Augurios en acción, aunque Soul Sever no comprendía la razón de hacerlo.

Thunder, thunder, thunder, thundercats, Ohhhhhh!

-¿Qué estás haciendo? Preguntó Soul Sever.

 -Estoy enviando la señal a mis compañeros, seguramente lo verán y sabrán que estamos bien, ya que está el cielo despejado.

-¿Niña, tienes idea de lo que está hablando? Soul Sever se refirió a la niña que le agarraba de la mano.

-No tengo idea coleguita, ni idea.

Ponzi también le miraba contrariado, seguramente a esa distancia la espada no podría verla nadie, aunque de ser pequeña se hizo muy larga, como fuese, no más que una espada normal.

Mandora se echo a reír.

-¿Qué es tan gracioso? Lion-O no sabía por qué le miraban tan extrañamente, Mandora se tiró al suelo muerta de risa, pero al recargarse sobre el ala lastimada grito, sobándose estúpidamente.

Él veía la fulgurante señal felina en el cielo, ¿entonces, por qué parecía que ellos le estaban viendo hacer el tonto?

-¡Ouch! No seas idiota, eso no funcionará, ja, ja.

-¿Idiota? No soy ningún idiota.

-¿Claro que lo eres, es que en todo este tiempo no te has dado cuenta?

Lion-O bajó la espada.

-¿Cuenta de qué?

-El llamado no puede ser visto por cualquiera.

-¿Qué quieres decir, acaso no ver esa roja y…? ¡Mhm hm hmm! Mandora con rapidez le tapó con la mano la boca.

-No digas la forma que se muestra ante ti, el llamado es sagrado, ya te lo he dicho, no cualquiera puede verlo, solo los elegidos, si dices su forma, ya no servirá a los que sepan que aspecto tiene.

-¿Qué bigotes estas relamiendo? Lion-O usó una de sus expresiones arcaicas que tanto le gustaban, de esos días en que al borde de la muerte se la pasaba en cama leyendo viejos libros de aventuras.

-Eres poseedor de una espada de la cual no conoces nada, si lo hicieras sabrías que "el llamado" no lo puede ver cualquiera, de otra manera sería como llamar a tus enemigos a sentarse a la mesa.

-Pero creí que… ¿Wily Kat? Con sus esperanzas puestas en la pequeña, ella alzó los hombros.

-Nunca la he visto leoncito. ¿Entonces todas esas veces la señal solamente la pude observar yo? Deben estarme tomando el pelo.

Soul Sever le mostró las grabaciones de su memoria y en el cielo la espada no lanzó nada en ningún momento, fuera del aura que resplandeció en la hoja hasta alcanzar su tamaño máximo.

-Te lo dije.

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Con el Sol de día, los necromecas repararon asombrosamente rápido el tanque y activando las municiones y armas, repararon el exterior aboyado y removiendo la oruga de la cadena que se soltó a pocos kilómetros de su objetivo.

Lion-O se veía confuso y se quedó meditando en silencio durante mucho tiempo lo que acababa de descubrir.

Soul Sever por su parte, se interesó en ese espacio de tiempo en la carreta de madera del wollo, usó el pedazo de guadaña que conservó y cortó con ella la madera, precisamente del tamaño adecuado y la fue armando con suma presión, improvisó unos tubos que con agua genero un vapor muy caliente, valiéndose de las turbinas del tanque, mediante este método doblo los trozos de madera para crear esquinas curvas y construir las ruedas, todo lo tenía en la mente y sabía exactamente lo que quería construir.

Mandora no dejó de ver a ninguno de esos seres sin maravillarse, Flicker retozaba en sus manos dejando que la luz del Sol le recargase, era completamente fuera de ese mundo, aún en Avista no había nada igual.

Luego estaba ese ser formado por millones de scavengers creados en Avista, originalmente utilizados para deshacerse de la basura, se había vuelto una amenaza latente que el consejo nunca quiso solucionar, ella se preocupó de que esos seres pudieran seguir ese mismo camino.

Ponzi y Wily Kit acabaron su parte del trabajo limpiando los escapes del motor, justo para ayudar en los últimos retoques que le daban a su carreta los necromecas, despues de terminar con el tanque, preparó una especie de barniz con sabia de roble y almizcle, creando brea, con una brocha lo untó entre las comisuras de la madera para dejar el interior estanco, en la que perfectamente entró su maquinas para hacer pociones.

-Solo faltan un par de animales de carga para moverla. Dijo Ponzi satisfecho.

-Eso no será necesario, si esa ciudad voladora es tal y como el rey orgánico la describe, podremos ponerle un motor con suspensión.

-¿Ciudad voladora? Oh querido amigo, este chico no para de darme sorpresas. Dijo anonadado el wollo.

-¡¿Cuánto tiempo seguiremos aquí?! Lion-O quien caminaba de un lado a otro inquieto ya no podía esperar.

-Paciencia, esos motores han estado bajo mucho estrés, la grasa ayudó, pero ahora necesita que se asiente el químico que preparé, a diferencia de este wollo, ya he podido averiguar los componentes de la fórmula exactos. Soul Sever lo dijo sin levantar la voz, martillando los manubrios de la carreta, injertando las piezas metálicas que rescató de los restos de la anterior.

-Avista no queda muy lejos de aquí Lion-O, ves esa cordillera.

-¿Estamos cerca del bosque negro?

-A unos veinte kilómetros.

-Podría ir en una de las motos.

-Difícilmente, ninguna tiene carga, además, ese thundrillium es de mala calidad, esas naves han caído a causa de ello, si gastamos de más, no podremos llegar a nuestro objetivo.

-En todo el tiempo que desperdiciamos ya hubiéramos llegado, hemos estado una semana fuera.

-Soul tiene razón Lion-O, la paciencia es la virtud de un líder, un poco de paciencia no te hará mal siendo el nuestro.

-¿Ahora qué bigotes te pasa? Era el primer consejo que Mandora le daba y le molestó demasiado que fuera uno bueno para variar y su actitud pasiva no le despertaba confianza.

-Me he dado cuenta que la vida como Prefecto, nunca tuvo futuro en mi caso, a ti se te da natural.

-¿Y eso qué tiene que ver?

 -Qué he desperdiciado mi vida dedicándola a una persona equivocada y hoy he decidido corregir ese error. Mandora le sonrió dulcemente y eso le alarmó.

-¿Debo preocuparme?

-Al contrario, te aseguro que puedo serte de mucha utilidad, después de todo... te he estado vigilando desde que eras esa cría que repartía comida a los cachorros de perro en Thundera.

-¡¿Qué?!

Mandora se metió en el tanque y se sentó cruzando los brazos.

-Puedo esperar el tiempo que sea necesario, incluso si no confías en mí, al final, si logro mi objetivo y te vuelves un buen líder, habré ganado, así que hazme caso y ten paciencia.

-¡Uhhh, una admiradora! Wily Kit dio de codazos a Ponzi que igual le miró inquisitivamente con una sonrisa campestre.

-¡No es cierto! Negó Lion-O con la cabeza vehementemente.

El tanque arrancó sus motores, con un sonido parecido a un susurro, no era ruidoso como el anterior tanque, incluso al maniobrar, Lion-O notó la diferencia. Estaba impaciente por salir al encuentro de su gente, estarían muertos de preocupación por Wily Kit.

-Para arrancarlo consume el treinta por ciento de la energía, seguramente podremos hacer unos diez u once kilómetros hacia arriba, dijo Soul Sever con el pedal a media potencia, decía que así se consumiría menos.

-Solo apresúrate lo más rápido que puedas. Le urgió Lion-O.

Para cuando llegaron, los monitores del tanque los había dejado desagradablemente sorprendidos, al lado de la estructura de Avista con una gran porción partida por la mitad, una multitudinaria pelea podía apreciarse, algunos disparaban desde las naves de transporte electro-gravitacionales usadas para llevar materiales dentro de Avista, lo que hacía que la gente corriera despavorida para retornar con piedras y palos que arrojaban.

Lion-O miró a Mandora, quien se encogió de brazos.

-¿Ahora qué? Soul Sever regresó a verle.

-¡Derríbalos! Su cara llena de decepción se tornó fría y luego furiosa.

-Espera Lion-O... Mandora le tomó del brazo.

-¿Vas a detenerme?

-No, pero si vas a derribarlos, por lo menos piensa qué si hay muertos, las cosas se complicarán para ti y tus propósitos, no seas como Vultaire, no te dejes llevar por tus deseos y emociones, piensa.

Soul Sever lo miró detenidamente analizando sus reacciones y el comportamiento de sus patrones eléctricos y al ver el cambio, supo que se echaría para atrás.

-¿Puedes hacer algo al respecto Soul? El ser cibernético meditó unos segundos. Tal vez no era un mal líder aquel capaz de mirar tan rápidamente el error en sus actos, en vez de como él, dejarse consumir por el odio, era el valor de tener alguien en quien apoyarse, Flickers recargado en su mano le dio esa misma impresión.

-Por su puesto. Acto seguido conectó uno de sus conectores a la entrada de la computadora de abordo haciéndose cargo del sistema de misiles.

Decenas de ojivas salieron disparadas contra las aeronaves que cayeron al suelo envueltas en fuego, asegurándose de destruir el motor sin dañar a los pasajeros, atrayendo la atención de los desbocados combatientes, mientras el tanque se aproximaba a ellos a toda potencia sembrando el terror en sus corazones.

El rey Lion-O había regresado.