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domingo, 21 de julio de 2013

La señal Felina Parte 2 "Un rey del pasado"

Un rey del pasado

En alguna parte del Tercer Planeta

El Feliner vibraba violentamente ajustando sus flaps y slats, manteniendo una posición estable a baja altura con mucho viento, siguieron la trayectoria de un extenso y caudaloso río en los grandes estuarios continentales del noroeste, en los límites de las regiones heladas donde enormes glaciares creaban inmensas brumas que se perdían en el firmamento, llamadas por los navegantes como el anillo de la muerte blanca, donde solo los más audaces e imprudentes se aventuraban si las flotas de berseker y piratas de los mares les intentaba cerrar el paso.

Los valles cálidos formados profundas depresiones creadas hacía millones de años por el impacto de meteoritos, eran abastecidos de caudales de agua caliente producto del derretimiento de los glaciares que rodeaban las bastas regiones volcánicas tierra adentro, eran oasis tapizados de bosques de coníferas  que pasaban a especies más exóticas y selváticas en el centro.

-¡Mantén la nave fija! Si se nos escapa deberás recogernos lo más rápido posible y llevarnos al segundo punto de encuentro, le ordenó Tygra a la pantera.

-Niño, espero que te des cuenta lo mucho que odio volar.

-Pues vas a tener que superarlo de una buena vez general. Panthro aceptó la orden de mala manera, estaba harto de esa actitud, él tenía su dignidad después de todo.

Bengali, iba a decirle algo a la guardiana Mandora, pero esta, con su eterna expresión de seriedad, negó con la cabeza, el felino entonces tuvo que regresar a la cabina para hacer las maniobras de aproximación murmurando con irritación.

Panthro con una sonrisa de victoria, puso una de sus manos sobre el hombro de la chica que no cambió de postura apretándose los guantes e intentado quitarse esa pesada mano de encima.
-¿Estás segura de que no quieres que vaya contigo? Hizo un ridículo intento por parecer tranquilo y dispuesto al apoyo. Mandora miró al techo y se apartó un paso.

-Ya he dicho lo que tenía que decir, no soy un premio que ustedes dos puedan sortear.

-No me refería… Mandora hizo que se girara y luego lo empujó a las escaleras para que cumpliera con las órdenes de Tygra.

Cheetara agarrada al hangar se preparó a consciencia, asida a largas bridas y tirantes.

-Mandora, tendrás que aguantar a Cheetara como ensayamos, una vez estés abajo, prepararte, en caso de que fallemos el primer intento, deberás subirnos y llevarnos al segundo punto como acordamos, no quiero más quejas ni errores. El rey le ordenó.

-Puedo manejarlo, y no, no me he quejado nunca, deberías dejar de culpar a los demás por tus fracasos.

-Lo dices como si no tuvieras ningún fallo, si no es por tu culpa en los tiempos, abríamos hecho esto hace dos noche. Le espetó sin emoción, ella pudo continuar sumando al mal ambiente de la sala, pero se abstuvo, de todas maneras era evidente que lo único que buscaba Tygra era la aprobación de Cheetara.

-Descuida, saldrá bien, ella es muy “eficiente” en todo lo que hace. Cheetara a regañadientes se puso entre en medio de los dos, pero cuando Tygra intentó besarle en respuesta, hizo una mueca de suma incomodidad apartándose.

-¿Se puede saber qué te pasa? Tygra insistió con el mismo resultado.

-¡Tenemos una misión majestad! ¿Qué más podría ser? Así únicamente consigues distráenos y entonces ocurren accidentes como pasó la última vez.

-Vamos bebé, es solo un beso.

-¡No soy un bebé, soy un clérigo, tú clérigo! Ella se dirigió a la cabina dándole la espalda.

-Vaya con la fierecilla…, desde que dejamos ese pueblo, su humor ha venido del mal en peor. Sin tomar en cuenta su descortesía anterior, Tygra se dirigió a Mandora esperando una ayuda.

-Y tú no ayudas mucho. Ella ironizó, acicalaba las puntas de sus alas concentrada en su tarea.

-¡¿Qué?! ¿Y qué se supone que le he hecho yo? Fue esa gata la que se me arrimó, soy completamente inocente.

-Imaginaba que ya te habías dado cuenta, pero no estás ni cerca.

-¿De qué rayos hablas?

-Para empezar esa actitud tuya de tratarla como tu reina la saca de quicio. Mandora se abrochó el pantalón dejando ver sus perfectos glúteos que Tygra no ignoró, aunque finalmente apartó la mirada lleno de vergüenza.

-N-No seas ridícula ¿…tú crees? ¿Podrías echarme una mano? Lo rápido que cambió de postura obligó a Mandora a que apretujara su boca con una mueca divertida, usualmente tenía un carácter gélido, pero se sorprendía así misma del como se había distendido y su amistad con los cachorros la había convertido en una persona a la que acudían los demás para pedir consejo, por los ancestros, la mismísima Cheetara lo hacía para muchas cosas, era todo lo contrario a su experiencia en Avista, donde era ignorada con vehemencia.

Esa relación con el grupo no ayudaba a la clérigo, que en fondo se sentía desplazada, a Mandora le daba risa la manera en que cada uno valoraba su opinión siendo tan reservada, mientras que a Bengali, que intentaba quedar bien con todo mundo, parecía un apestado al que se esmeraban en evitar, y Panthro, que se hizo muy amigo de él, después de su pelea por la atención de la guardiana, le había dado la espalda.

Cuando Cheetara bajó las escaleras, Mandora se frotó el casco silbando, metiéndose en sus propios asuntos, Panthro observó como la pareja comenzó a discutir por el mismo tema.

-¿Estás seguro de que no hay otra manera? No lo sé, mi corazón me dice que es incorrecto, dijo ella.

-Hemos pasado por esto antes y no llegamos a nada amor.

-Pero solo hemos usado la violencia, no hemos averiguado nada de estas torres, él sabía bien lo que eran, ¿por qué están difícil para nosotros verlo? Seguramente no aprobaría este método.

-¡Cheetara! Ya te lo he dicho, ahora yo soy el rey.

-Pues deberías portarte como tal, no puedes negar lo que él sabía así como así.

-Oh por todos los cielos… “bla, bla” remedó Mandora, la discusión siguió cada vez con mayor intensidad, lo que hizo que Snarf asomara la cabeza, maullando de enojo.

Mandora que quería sacar su espada y matarlos a ambos, puso su cabeza reclinada hacia atrás y estiró sus hombros sacando el aire caliente, quien dijera que los polos opuestos se atraen, también debió agregar lo mucho que chocaban entre sí.

La anterior discusión entre Tygra y Cheetara por cómo debían abordar los problemas había terminado muy mal, externando sus sentimientos de impotencia la segunda.

Ella no quería repetir los errores del pasado y se había obstinado en ser la que asumiera una posición medular en el grupo, aconsejando al rey a ser más político, en muchos aspectos le faltaba madurar y Mandora, quien tenía una amplia experiencia y determinación en lo que hacía, había tomado ese puesto por un acto de pura naturalidad, lo malo era que a ella le gustaban las salidas radicales y violentas.

A Tygra le sentaba terriblemente mal un puesto de liderazgo más político y por eso no la escuchaba, al principio no parecía importar, pero luego el tema fue demasiado relevante para que ella discutiera y se quejara con él todo el tiempo, le hacía ver que sus tácticas consistían puramente en acciones directas o amenazas, negociar le resultaba inverosímil y diversos tratos se habían venido abajo por ese sentimiento de superioridad tan típico de los thunderianos, tanto así que no hicieron ningún nuevo aliado en meses y eso a Tygra le disgustaba escucharlo.

Parecía que un clavo salía y otro entraba mientras Tygra se asentaba como a un líder con sus propias convicciones, Chetara estaba en una época de zozobra, donde al no influir positivamente en él, vio sus enormes deficiencias como clérigo y eso le deprimió, minando la relación de ambos, Mandora ya no sentía esa presión de la competencia de la clérigo, aunque igual estaba estresada y cansada de ser el centro de sus discusiones y tener que apoyar a uno u otro.

Alzó los hombros y respiró con fastidio, consultó el reloj y apretó el botón de apertura de la bahía y eso detuvo la discusión de los dos compañeros.

-Tanto estés preparado como sí no, este es el momento de seguir. Dijo él con un aire molesto.

-No tienes que decirlo, estoy contigo hasta el fin, me gustaría que lo recordaras.

El Feliner descendió cuando la luz roja les alertó de que su objetivo estaba cerca. Mandora y Cheetara cayeron en picada hasta que la guardiana extendió sus alas, la clérigo comenzó a mover sus pies a una velocidad extraordinaria, soltándose de sus correas hasta que el agua pareció ser un camino cualquiera por el cual se desplazaba sin dificultad, la grulla la escuchó y comenzó a huir, evadiéndose entre el sinuoso río.

Mandora se desplazó orientándose con Cheetara, cuando la grulla alzó el vuelo y se hizo visible para sus ojos, ella le atacó con su larga espada, obligándole a descender.

La nave dejó a Tygra cientos de metros adelante, se paró sobre una roca en medio del afluente y con un movimiento de manos hizo girar su látigo, haciendo que la roca y él desaparecieran, una mejora de su técnica de invisibilidad.

Cheetara no dejaba a la grulla detenerse o cambiar de curso, vista desde el cielo, la grulla era completamente invisible, pero desde tierra, aquellos que la crearon pensaron imposible que nadie pudiera seguirle el paso a esa velocidad.

El animal intentó meterse al bosque, pero Cheetara dio un silbido y varias cápsulas cayeron expulsando una sustancia rosada y viscosa sobre una de las orillas del rio, una de las patas de la grulla tocó la masa que se alargó decenas de metros hasta liberarse.

Intentó entonces pegarse a la otra orilla, Cheetara silbó nuevamente y otro conjunto de cápsulas rebotaron expulsando una gran columna de una masa igual de pegajosa.

Por desgracia eran demasiadas cápsulas y en un descuido de Cheetara que siguió demasiado cerca al animal, quedando atrapada, haciendo una señal, el feliner con Mandora en su interior descendieron sobre el agua para dar el empuje final. De un corte con su espada extrajo a la clérigo, elevándole por los aires.

-¡Te dije que no la siguieras! Mandora le gritó.

-Pero se va a meter al bosque de nuevo.

-Los animales aprenden con la experiencia y la repetición, una vez sepa que alguien le espera en la orilla del bosque, no se atreverá a meterse al escuchar el silbido, ya te lo he dicho, pero debes seguir silbando, así que deja de quejarte y ve… piensa que después de todo este tiempo es el primer plan con sentido de Tygra, deberías apoyarle más.

Eso le crispó los nervios aún más, tener que recibir los consejos que debía en cambio dar. Sin esperar a que alcanzara la velocidad adecuada, Cheetara se soltó, haciendo malabares para no hundirse.

Fue muy rápido, silbo y sin que ninguna cápsula saliera, la grulla evitó al inexistente obstáculo y cada que intentaba meterse o acercarse a la orilla, la grulla respondía al silbido quedándose en el centro del río.

¡Baaam!

La explosión de una roca, cuyos fragmentos generaron una larga cortina de polvo, dio contra los pies de la grulla, rebotando en el agua hasta que un látigo la jaló de las patas deteniendo su curso.

-¡Lo hicimos! Quiero decir… ¡Claro que lo hicimos! Gritó Tygra, Cheetara agarró el mismo látigo, siendo arrastrados ambos por ese animal hasta que Mandora, en un esfuerzo adicional y agarrando a Tygra de las piernas, fue a parar a la orilla dando de tumbos cuando sus alas se doblaron por la presión del viento. Se levantó apresuradamente y retomó el vuelo.

El animal daba de bandazos en la tierra intentando liberar la patas.

-¿Dónde rayos se ha metido Panthro? Se está retrasando, jalando al animal Cheetara y Tygra trataban de que no se les escapara.

-Faltan unos segundos para el eclipse, Mandora revisó su collar y lo apuntó al animal que no se quedaba quieto.

A diferencia de otros sistemas planetarios, un eclipse de luna era de lo más común en el Tercer Planeta, era un sistema con dos mundos orbitando uno al lado del otro, tres lunas entre ellos, la única luna de Tercer Planeta se alineaba con la luna más grande del segundo mundo cada veintidós días, cada veinte con la segunda luna y cada diez días en una región lejana al ecuador había una alineación triple. Los eclipses entre lunas y planetas no era nada comparado con la conjunción que se llevaba a cabo cada mes si se recorría del polo Sur al Norte; La alineación de todas las lunas y planetas los primeros cuatro meses del año, eso se debía a que los planetas se bamboleaban con sus respectivos ejes, que dicho sea de paso, no eran simétricos por la compleja fuerza de marea ejercida entre la gravedad de todos en su conjunto.

Por norma general los eclipses pasaban desapercibido para la gente fuera de sacerdotes y sabios, pues una luna alineada al Sol era ocultada por el brillo de otra y del Segundo Planeta.

Los eclipses eran una medición exacta del tiempo, dictando la vida ecuatorial continental, Cheetara sabía bien del calendario lunar, por lo que era imposible que se equivocase, esa noche en especial una alineación de lunas sucedería durante treinta segundos, hasta que las lunas se apartasen y recibieran la luz indirecta del Sol o fueran ocultas tras las sombras del Segundo Planeta.

Al llegar el momento exacto, una de las patas fue señalada por un halo de luz blanco generado por el collar lunar que Lion-O le diera a Mandora para encontrar las torres.

Pese a ser muy peligroso, no importaba, pues la fuerza de su juventud desbordaban sus corazones adornados con el éxito de su segunda victoria, no podían estar más alegres y nadie había recibido de mejor humor el triunfo que Tygra, su estrategia resultó ser adecuada y esta vez no hubo un acto violento, astucia y perseverancia espiando al animal hasta el día indicado.

Para cuando los cachorros y Panthro llegaron -los primeros en sus deslizadores y Panthro en el Feliner-, Mandora tomó el control de la nave y soltó el tanque felino que se posó en la tierra, necesitaban de algo puntiagudo para matar a ese animal, a los cachorros les dio lástima porque era un animal precioso y al igual que Cheetara, no les parecía correcto arrancarle la vida, sentían que era un error del que se arrepentirían tarde que temprano.

El Feliner se apartó para aterrizar en un claro varios kilómetros atrás, previniendo que hubiese un bajón en la energía de las baterías de la nave como consecuencia de la destrucción de la torre.

Panthro pensaba que ellos eran un poco hipócritas en su apreciación del asunto, porque no pusieron peros al matar al cangrejo gigantesco, que con muchos trabajos y heridas sometieron.

Mandora por el contrario pensaba que no era realmente un ser vivo, sino una cosa mágica producto de un hechizo poderoso, eso no pareció eliminar sus dudas y fueron a pedirle la intervención a la clérigo, que sin intimidarse les dijo Tygra tenía que decidirlo.

Eso le molestó porque no tenía pensado dejar ir a ese monstruo que le había costado tanto en atrapar, sus graznidos eran similares a un suplica y las miradas de los cachorros y la clérigo se enfocaron en él, para su desgracia, no había marcha atrás.

A su señal, la pantera agarró al animal de las piernas y cuello con sus largos brazos neumáticos, esperaban que apareciera una enorme torre, no se preocuparon por la localización exacta, debía estar en un radio de distancia de cientos de metros, con eso bastaría.

El tanque felino tenía el frente del cañón de energía listo para cuando apareciera. Mandora llegó volando y quitó a Cheetara del asiento que se equivocó con la palanca de dirección y avanzó en lugar de retroceder.

-No es que no seas de ayuda pero… manejando apestas, así que no estorbes. Ella hizo un gesto de exasperación, pero todos estaban tan excitados con acabar con ese animal, que reconoció que no debía molestarse.

-¿Están listos? Preguntó la guardiana.

-¡¿Tienes que preguntar?! Masculló Panthro en respuesta.

La daga debería darle exactamente en el dedo, eso lo haría vulnerable, luego arrancarle la cabeza, que haría que el cuerpo se derritiera, la grulla tenía una armadura en su cuerpo, solo pocos puntos podían sentirse como piel, una vez destruido el cuerpo, la torre que resguardaba deberías hacerse visible y otra marca del libro de los augurios debería iluminarse.

Tygra alzó la daga y la dejó caer con fuerza, pero al llegar a donde estaba la base de la pata del animal, este se fue abajo para sorpresa de todos, lo mismo que Panthro.

-Blazt, blazt, blazt. Tres toques consecutivos de lo que se escuchó como un látigo, dieron en los brazos y espalda de Panthro. Cohetes guiados impactaron en el frente del tanque felino, destruyendo el cañón de plasma, Mandora se cubrió y echó reversa, seguida por los atacantes desapareciendo entre los matorrales del bosque, varios monstruos mecanizados de los lagartos aparecieron cortando el paso.

Tygra fue alcanzado por un rayo paralizante, igual que Cheetara y los cachorros que recibieron de lleno el impacto de la onda de choque de una de las explosiones, Panthro no se podía mover, uno de sus brazos había sido destruido y el otro inutilizado, mientras decenas de lagartos se le abalanzaban.

Los tomaron completamente por desprevenidos.


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-¡¿Dónde está?! Tygra estaba semi-inconsciente y miró a Pumyra pateando a Cheetara.

-¡¿De qué demonios estás hablando?! Ella respondió intentando levantarse.

-¿A quién tratas que engañar asquerosa guepardo? Ese maldito hijo de perra entró a la pirámide ¡¿Dónde está?!

-¡No sé, no sé de quien hablas! Gritó en respuesta.

Panthro pensó en Mandora, ¿a dónde se había ido?, luego especuló que con la espada y el libro, dudo de la guardiana, pero se negó a creerlo, al intentar hablar un baba espesa salió de su boca hasta que escupió el líquido que se formó en sus pulmones y garganta, era alguna clase de veneno, el veneno de un sapo que se hizo visible y que dio el mismo tratamiento a los niños y la clérigo.

-Parece que no puedes articular palabra, una voz gruesa y segura se escuchó a su derecha, que con palmadas en la espalda hizo que expulsara el líquido que le ahogaba.

No lograba entender lo que pasaba, ese sujeto llevaba consigo su brazo neumático en la mano izquierda.

-Deberías cuidar más donde dejas tus cosas “viejo amigo”. Seguramente es una sorpresa, descuida, no creo que dure mucho.

-¡Gru-Gru-ne! ¿Qué de-mo-nios ha-ce-ces aquí? Dijo al fin carraspeando.

-Te lo he dicho antes, sobreviviré a cualquier prueba con tal de tomar lo que es mío, ahora dime viejo amigo ¿Dónde está el chico? Te daré una muerte rápida si respondes, dijo mostrando su enorme mazo retráctil que lanzaba rayos eléctricos azules.

-¿Te refieres a Bengali?

-¿Benga-quién? ¡Oh! Ese tigre albino. No veo porqué me importaría ese triste tigre defectuoso con aires de grandeza, no, hablo de ese “otro” chico. Recalcando las palabras “otro chico” con especial mordacidad.

-No sé a qué te refieres, pero lo que sea que tengas planeado, no te diré nada.

-Sería más sencillo si me lo dices, Kaynar tiene un gran apetito por los cachorros de gato. El chacal tenía agarrado de la cola a Wily Kat que luchaba por soltarse.

Cheetara que sangraba del rostro seguía siendo salvajemente pateada por la traidora y amante de Mumm-Ra, estaba completamente a su merced.

-Tomaré esté pequeño aperitivo, nadie va a extrañarlo de todas maneras.

-¿Ya… no buscas la espada? Preguntó Cheetara. Grune que se acercó y la agarró de la melena, apartó a Pumyra de un empujón.
-Cuando me respondas lo primero nos preocuparemos por el resto. Dime y quizás te conceda el privilegio de ser parte de mi harén personal, niégate y te obligaré a que lo veas.

-N-no puedo responder a algo que no sé, no hay otro chico entre nosotros. Grune que la miró a los ojos comenzó a apretarle el cuello.

-Me haces perder el tiempo clérigo, tal vez tenga que convertirte en una lámpara como al otro viejo, y no pienses que me contendré porque eres mujer.

-¡No lo sé! Gimió de dolor.

-¿Qué opinas? Grune miró a Pumyra que apretó los puños.

-No huele a él, reconocería su hedor en cualquier lugar.

-Ya hemos recorrido todo el trayecto y pasado por esas villas, ¿estás segura de que era él? Grune miró a Pumyra sosteniendo del rostro a la guepardo.

-Mumm-Ra no te hubiera liberado si no fuese el caso, ¿o es que quieres regresar a esa prisión astral?

-Si deseas ganarte a un enemigo, esta es la manera gatita, si miras con detenimiento, tampoco está el ciego de Lynx-O.

-Podríamos acabar con ellos y guardar algunos para presionarle a que se entregue. Kaynar apretujó a Wily Kat, sin que le tomaran en cuenta, Pumyra le veía como un mero sirviente y eso le alteraba los nervios.

-Eres malvada sin duda Pumyra. Tienes un gran futuro en mi Nueva Thundera. Lástima que no seas una leona.

-¿Qué te hace pensar que serás tú el elegido?

-Debido a que lo quiero. Si Mumm-Ra necesita del chico... debería ir a por él.

-Menos charla y más comida.

-¡Aiiiiieee! Chilló Wily Kat cuya pierna era mordida por el chacal, la sangre brotó inmediatamente manchando su pantaloncillo.

Pumyra le dio un poderoso golpe pero el enloquecido asesino mordió con más fuerza.
-No te he dado la orden, ¡suéltalo! Kaynar le dio un puñetazo en respuesta, cuando ella se intentó levantar, Grune la detuvo.

-¡Déjalo! Si ese “defenestrado” está cerca, deberías poner más atención. Además, esa cría es una asquerosa cola-orejas sin valor. Escuchar la palabra “defenestrado” despertó una idea, no una esperanza en la clérigo que había desechado hacía meses.

-¡¿Te refieres a Lion-O?! ¡¿Te refieres a que… está vivo?! Cheetara, abriendo sus ojos intensamente, se trató de levantar y con sus manos aferrarse a Grune, pero vio que no lograba controlar sus extremidades superiores y sus piernas se doblaron, Grune miró de reojo su reacción.

-Pues parece que dices la verdad, no sabes nada y eso es malo… para ustedes.

-¡Ugh! Grune sin miramientos se dirigió a su antiguo amigo y le hundió un cuchillo, Pumyra apretó los dientes frustrada, siguió en su intento para que Kaynar soltara a su presa.

-¡¿Qué demonios haces?!

-¡Quitándole el otro brazo, ¿qué más?!

-¿No te he ordenado que lo hagas?

-Seguir tus órdenes es lo último que deberías esperar de mí… ¿o es que no tienes claros tus objetivos?

Kaynar fue más allá, agarró al chico del cuello y comenzó a asfixiarlo, Wily Kit solo podía escuchar en silencio mientras las garras del chacal se le aferraban a su hermano, Pumyra dio de bruces nuevamente contra el suelo empujada por el chacal, sin poder contener más su ira, extendió su ballesta portátil.

¡Thumb! Un golpe seco hizo que cayera el chacal desmayado, el niño desapareció de su boca mientras explotaban varias cápsulas seguidas del atronador sonido de las turbinas de una nave que se superpuso a los deslizadores de los lagartos y disparó a quemarropa contra ellos.

Snarf apareció y se lanzó sobre el lagarto que estaba a punto de hacer la misma acción con Wily Kit. La guardiana agarró a los cachorros y los lanzó sin tacto para que cayeran en el centro del claro, Grune, cuyo enorme mazo se desplegó, fue apartado con una poderosa fuerza, mientras Pumyra y el resto de los lagartos recibían decenas de plumas endurecidas que se les clavaron en sus cuerpos.

Tygra y Cheetara cayeron justo uno al lado del otro, Panthro en cambio fue arrastrado por Mandora por su peso, seguida de Snarf que gruñía con fuerza a los desconcertados lagartos, el Feliner descendió con la bahía del tanque felino abierta, tragándolos a todos.

El pie de Pumyra estaba destrozado bajo el Feliner que se protegió en una gruesa capa de humo y polvo, al tiempo que los lagartos a la distancia disparaban a la nave que soportaba un fuerte castigo.
Grune que vio la nave despegar, con paciencia desplegó su mazo y apuntó, disparando de tal manera que dio en el blanco. La nave fue dando de giros mientras descendía nuevamente hasta que su piloto logró estabilizarla y con los cohetes externos salir disparado lejos del alcance de sus enemigos en tierra.

-Si no te fijas puedes perder la cabeza, por lo menos sabemos que no está con ellos. Agarró a Pumyra que bramaba de dolor para inmediatamente desmayarse.

Grune que en todo ese tiempo parecía poco preocupado, vio a la grulla amarrada con el látigo de Tygra, quiso matarla, pero una mano esquelética le detuvo.

-¡No!, debe hacerse correctamente o recibiremos un castigo. Mumm-Ra liberó a la grulla que se alejó a gran velocidad, quejándose con el látigo del rey Tygra.

-Algo me dice que volverá por él. Dijo Grune.

-No lo dudes ni por un momento General.

####
En los cielos del continente Thuriano

Mandora encontró un dispositivo rastreador que despedazó en el suelo y lo lanzó por uno de los boquetes de la nave que se iban cerrando lentamente con una especie de pegamento que se endurecía al viento, un mecanismo especial para presurizar la nave dañada.

Buscó entre los medicamentos que daban sus últimas luces por su desperdicio en batallas inútiles, sacó dos inyecciones y conectó una bolsa de suero a las venas del cachorro. Tygra y Wily Kat tenían una reacción alérgica y tiraban babaza por la boca como lo hiciera Panthro que ya se recuperaba, Cheetara sin perder la concentración, los ladeó para que expulsaran el fluido restante en sus pulmones, pero tuvieron que ponerle un catéter en la tráquea al final.

-¿Cómo están? Dijo Bengalí que llevaba los mandos.

-Esta vez casi no la contamos. Panthro dijo en el suelo sin uno de sus brazos y el otro casi arrancado. Snarf lamia con su pequeña lengua lo que quedaba de su brazo neumático, pero eso no le curaría, no ahora que los berbils habían sido destruidos y no tenía otro medio de hacerse con un nuevo par.

Al menos la espada y el Libro de los Augurios fueron rescatados por Mandora del tanque felino.

-¡Estás sangrando! Cheetara vio que Mandora tenía una mancha de sangre en la espalda.

-Puedo resistirlo, esta armadura es especial, si es atravesada se cierra y se cauteriza sola.

-Pero no te cubre todo el cuerpo.

-No tuve que cocer mis heridas esta vez, Mandora le mostró una especie de parche que se adhería a la piel, cubriendo las heridas de sus manos y abdomen donde igual recibió heridas profundas.

-¿Por qué no pones una a Wily Kat?

-Necesitamos detener la hemorragia primero. Este es un kit médico, “él” puso un par, uno para adultos y otro para niños.

-Deberíamos esperar a llegar a un pueblo o la villa de los elefantes. Panthro que se colocó solo un parche luego de que Cheetara lo rasurase, le ardió horriblemente, pero dado que Mandora parecía soportarlo, él lo toleró igual.

-Ese traidor dijo que habían visitado las villas y eso no nos deja muchas opciones.

-Tal vez ese pueblo de Wolos que pasamos hace dos días, ellos tienen buenas medicinas, necesita de un lugar limpio.

-No, esta nave filtra el polvo y las bacterias, es lo más limpio que encontraremos, en Avista podríamos operarle sin problemas, pero ya que no existe, aquí tendremos que dormirle como podamos. El método que Mandora eligió era con una de las máscaras de despresurizado, bajando un poco la presión hizo que perdiera la consciencia.

-¿Se pondrá bien?, Preguntó débilmente Wily Kit.

-Lo he hecho antes, así que confía en mí chiquilla, duerme un poco.

La pierna del chico que estaba envuelta en hielo, se miraba hinchada. No podía hacer nada hasta que le cerrara la hemorragia del cuello. Sería horriblemente doloroso, tardó una hora en estabilizarlo, pero el aparato de operaciones funcionaba automáticamente una vez localizó el área del desangrado.

La infección de su pierna era otro tema delicado, cada inyección que le puso dejaba visibles ámpulas en su panza de color negro, veinte inyecciones dosificadas, pese al dolor, cuando cobró la consciencia, no se desesperó.

-Por lo menos no desgarró los músculos, estarás hinchado como un globo, pero la contarás, y podrás decirles a tus amigos que casi te devora un chacal, que seguro debe tener un enorme dolor de cabeza en estos momentos, a la larga le dolerá más con ese cráneo partido.

Pasó una hora dormido hasta que lentamente volvió a sus cinco sentidos cuando Mandora empezó a tratarle la pierna.

-¿Sigues con nosotros campeón? Wily Kat alzó la mano mostrando el pulgar y Panthro respiró tranquilo. Cheetara llorando en silencio felicitó a la guardiana, que aunque era más fuerte de carácter, se frotó la nariz.

Mandora conocía de medicina general por su formación militar, pero no podía más que guiarse con el asistente de la nave para preparar un antídoto contra lo que sea que les hubieran disparado para dejarlos fuera de combate.

Tuvieron que bañar a Tygra y Wily Kit en agua fría con la potente fiebre que les desató los antibióticos y luego cubrirles con muchas frazadas cuando la temperatura de sus cuerpos descendió bruscamente poniéndose pálidos.

-Va a ser todo una lata reparar mis brazos ¿no? A menos que “ese chico” también haya pensado en eso. Mandora buscó algo en la computadora y uno de los armarios presurizados se abrió. Enojada por la poca sensibilidad de Panthro, le arrojó un par de brazos nuevos.

-Pues parece que sí, ¡póntelos tu solo! Bengali como Panthro solo podían suspirar, todos ellos se sentían igual, quizás Lion-O pensó en todo, pero no les dijo nada y estaban completamente sometidos a los conocimientos de Mandora que hacía de una madre, consejera y novia desalmada, demasiada presión cuando Tygra no tenía los dotes de liderazgo en esos momentos donde las cosas se volteaban.

Su moral era baja con el paso de los meses sin un objetivo claro y eso no podía ocultarse, tenían además un posible problema entre las manos, pues aunque Bengali estaba con el grupo, lo cierto es que nunca había logrado compenetrarse demasiado con ellos, fuera de Tygra, a quien mostraba un gran respeto y Mandora, por quien sentía mucha admiración por sus carácter fuerte, aunque no la tomaba en cuenta como Panthro lo hacía.

-Si está vivo las cosas pueden ser diferentes, dijo Cheetara mientras apretaba los cintos de la cama de Tygra que escuchaba sin moverse, su lengua estaba hinchada y su nariz llena de fluido que ella limpiaba con esmero, Wily Kit no necesitó de un catéter y se miraba con mejor cara.

-¿Quien? Dijo Mandora.

-Lion-O.

-¿De qué rayos hablas ahora?

-No les interesaba la espada, le buscaban a él. Dijeron que había asaltado la pirámide, al parecer rescató al general de generales de Thundera; Lynx-O.

Panthro no dijo nada, se quedó pensando mientras se ajustaba el segundo brazo, que al romper el sello se llenó de aire hizo un sonido curioso sacando un vapor blancuzco, se estiró su brazo y vio que funcionaba movido por su pensamiento.

-Es posible, ese chico ya lo ha hecho antes, dijo Panthro recordando cuando Lion-O cayó al río y regresó para salvarles.

-¿Hemos hecho algo malo? Dijo Wily Kit.

-¿Por qué lo dices? le respondió Mandora.

-No nos ha buscado.

-Me gustaría que al menos nos hubiera dicho sus planes, suspiró Cheetara.

-Si lo que dices es cierto, que no lo estoy diciendo, debe tener sus razones, todo esto de Avista fue demasiado extraño desde un principio. Panthro reflexionó, Mandora miró de reojo y Cheetara que con detenimiento siguió los gestos de la guardiana, se sentó en el suelo y abrazó sus piernas una vez Tygra estuvo bien sujeto.

-Hemos perdido nuevamente, pero si él está con vida todo esto será diferente. Estoy segura.

Tygra cuya expresión se amargó no podía voltear la cara, se sentía desagradablemente impotente, había perdido el látigo de su padre Javan, estaría dando de golpes de poder moverse, sentía que se le iba nuevamente a arrebatar la oportunidad de ser rey.

Sin Lion-O, en vez de enfocarse en pelear por ser un rey, prefirió que Mandora diera los pasos y se equivocara, él sabía que podía delegar responsabilidad en esa extraña, pero luego recapacitó y entendió que lo que seguía era la idea de que Lion-O lo había pensado antes y se odio por ello, era más fácil quejarse que buscar el siguiente objetivo y más que eso, fijarse un objetivo propio.

Mandora sorprendentemente se dirigió a su escritorio donde pasaba largas horas planeando estrategias y recabando información o dando sentido a lo dejado por el joven rey.

-¿Qué sucede? Preguntó Panthro. Ella se movía de un lado a otro, por dentro se sentía frustrada, buscó y rebuscó entre los papeles de su cuarto, pero nada sobre Lynx-O, no sabía la razón, pero Lion-O se había descubierto por propia voluntad, rechinaron sus dientes y destrozó su escritorio de un golpe, no entendía que estaba pensando Lion-O, era un enigma, en un punto del viaje él se había despegado de ella y la había dejado atrás, como su fuese una habichuela que al echarle agua se hiciera gigantesca hasta llegar al cielo, mientras ella apenas si asomaba un pequeño retoño de hoja que rascaba el suelo.

Panthro se levantó ya repuesto y la agarró entre sus brazos.

-Tranquilízate, si hay algún problema estamos aquí, solo recuerda en qué situación nos encontramos. Señalando a los convalecientes, quizás él necesitaba tiempo para reacomodar sus ideas, pero ¿porque descubrirse así?, sin siquiera decirles o buscarles.

-Necesitamos descansar, ella se apoyó la cabeza en el pecho del gran felino.

-Perdimos el tanque y muchas municiones, por lo menos no se han descargado las baterías, podemos intentarlo nuevamente.

-Pues van a ser unas largas vacaciones, no tendremos otra alineación de lunas en el corto plazo. Cheetara dejó caer la mala noticia con una voz carente de emoción.

Apartando a Panthro, Mandora fue a la cabina de mando.

-¿A dónde vas?

-No tengo idea de cómo podremos seguir si vamos como vamos, así que establezcamos un rumbo para evitar sus radares y dirijámonos al otro lado de la costa.

-¿A dónde?

-Al único lugar al que no hemos ido en todo este tiempo; Thundera, le diré a Bengalí que ingrese las coordenadas de las bitácoras de vuelo.

La sorpresiva decisión dejó Cheetara y Panthro con la boca abierta, Tygra no podía decir nada, Wily Kit tenía hinchada la garganta y Wily Kit se durmió mientras hablan más por el cansancio que por sus heridas, no podía creer que Lion-O estuviera vivo, habían pasado tanto tiempo convenciéndole de lo contrario, que se había acostumbrado a rechazar la idea.

Tygra se sentía extraño, regresar a casa después de tanto tiempo. Estaba bastante preocupado de tener una mala recepción.

-No sé que pueda ocurrir, pero ella tiene razón, es tiempo de regresar a casa. Cheetara habló en voz baja y besó la frente del rey que pareció entenderlo. No quedaba más que decir, así que preparándose para un largo vuelo, Mandora, Panthro y Cheetara prepararon un cuarto para los tres convalecientes y los conectaron a aparatos que medían sus signos vitales, Snarf se quedó debajo de la litera de Wily Kat, dado que en nada afectaba después de haber sido tratados, le permitieron quedarse custodiando al pequeño.

La nave viró lentamente a una altura baja sobre las laderas que cortaban con el mar y terminado las cosas más acuciantes Mandora decidió ir a dormir para recuperar fuerzas, estaba agotada y herida, quería gritar de dolor, pero lo único que tuvo fue una inyección de morfina.

Se recostó en su litera y encendió la pantalla verificando la ruta de vuelo, Panthro odiaba volar, pero podía pilotar perfectamente y Bengali que no era tan bueno como Tygra, se había convertido en el piloto de la nave.

Así que ella, que evitaba encargarse de esas partes, tenía un momento de descanso por fin.
-Toc, toc- Alguien tocó la puerta y ella abrió sus ojos enojada, poniéndose la almohada en la cabeza gritó, respiró hondo y prendió la luz.

-Adelante pequeñas bolas de pelo. Si era Panthro o Bengali les gritaría si salían con una de sus habituales bobadas, pero para su sorpresa era Cheetara.

-Vaya, mira que sorpresa, qué giros da la vida.

-Corta el rollo. Ella cerró la puerta.

-Ahora que quieres…

Se sentó en la orilla de la litera por largo rato sin decir nada jugando con sus manos, pero era más que evidente, solo que no tenía una respuesta a su pregunta, era su intuición, si todo fracasaba lo único que quedaba era regresar a casa, si Lion-O era tan bueno haciendo planes sin consultar, debió prever el fracaso y es algo que estaba patente en todos sus escritos, trazando alternativas.

La traición de Pumyra había hecho que desarrollara una obsesión por evitar el fracaso y si había hecho un plan maestro tan grande para fingir su propia muerte, podría creer cualquier cosa que le dijeran por inverosímil que sonara.

Mandora solo entendía de órdenes, no lidiaba con el fracaso, eso se lo dejaba a sus líderes. Así que supuso que esa fuerte clérigo tenía un trabajo diferente, un trabajo que requería pensar y asumir los errores, un trabajo en el que había fallado, después de todo era una persona.

¿Qué podría decirle ella? “Ven amiga mía, hablemos”. Para empezar tenían una relación que apestaba, dado que Cheetara se quejaba poco y ella evitaba la confrontación, ambas mantuvieron una tensa relación, por no decir que ella le presionaba para que llegara a su límite, mientras Cheetara intentaba razonar las cosas.

Quitarse la ropa fue complicado, no esperaba más que tomar una breve siesta, Cheetara no se movió un ápice, Mandora no la intimidó ¿qué estaba pensando la clérigo? Se maravilló en adivinarlo, sabía que se había reprimido durante años, tenía un carácter incompatible con su trabajo y eso la llevó a tomar malas decisiones en los momentos que requirieron de otra aproximación.

Mentirse a sí misma o darse cuenta de lo que para todos era evidente, la había hecho añicos y ese día en particular, Cheetara no podía más.

Todos esos gatos eran endemoniadamente calientes y por decir eso, Mandora no refería a la parte que “más le agradaría”, sino a su denso pelaje, ¡por los ancestros!, con todo y que ella llevaba únicamente sus pantaloncillos y una ligera camiseta, Cheetara se le pegó y lloró como si le hubieran devuelto la vida, no reía o se alegraba, era un bola de pelos llorona y ardiente como una braza que hacía que Mandora sudase.

“Ah, ¿cielos podríamos solo tener sexo?, sería jodidamente más rápido.” Pensó para sí, aunque no dijo nada, ahora era ella quien se contenía para no sacar a flote su mordaz personalidad.

Así como le fue terriblemente difícil acercarse a dar una palabra de aliento, besar la frente de Cheetara fue como descomponer el principio mismo de su alma, así expuesta a la sal se oxidó en un par de segundos.

Sus labios se hicieron polvo como su orgullo, bueno, por lo menos no había nadie que lo atestiguara.

-¡PLAFF! La puerta se abrió de golpe.

-¡Mandora ven pronto, ha pasado algo asombroso!

Tal fue la sorpresa y la posición en que ambas chicas quedaron, que hicieron corto circuito en la mente de Bengali. Cuyos ojos estaban abiertos como platos.

-¡No-no-no-no… es lo que crees! Dijo Mandora con sus manos levantadas como si se aferrara a la orilla de un precipicio, pero la camiseta de ella se deslizó mostrando ligeramente uno de sus senos.

-Snif, snif… al menos fue con una mujer. Y el estúpido chico salió corriendo gimiendo como niña.

-Ah, solo podrían darme el tiro de gracia de una vez. Desde luego que no se detuvo a pensar en quien pilotaba la nave.

Caminó desaliñada con Cheetara siendo vistas por Bengali y Panthro que suspiraron, ella gruño con la boca cerrada. A punto de decidirse a sacar su espada y llena de vergüenza, se separó de la “clérigo idiota” que no pareció darse cuenta de nada.

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-Es una clase de sistema guía, no lo había notado antes, se encendió solo cuando puse las coordenadas de Thundera, las coordenadas son erróneas según revisé en el mapa, así que pensé que era una clase de código, pero funcionó, es que ahora no puedo tomar el control de los mando.

-¿Te refieres a que los lagartos…?

-No, es de las anotaciones que tenías en este libro rojo de pilotos.

El libro al que hacía referencia, era una clase de libro de anotaciones donde Lion-O había anotado las maniobras que usó para evadirse de la explosión de Avista. Había un apartado de coordenadas, no era el único libro, había varios iguales que usaban los pilotos para sus informes de vuelos escritos, así que era fácil confundirse.

-Son 16 letras, era bastante obvio que no eran coordenadas.

-Lo sé, pero cuando metí las cinco primeras en la pantalla un nuevo recuadro apareció. Además aquí decía “A casa”.

-¿A casa? Pero como sabías que era a Thundera, Yo no soy de Thundera tonto, soy de Avista. Además, bien sabes que yo siempre pondo los gentilicios.

-Bueno supuse que…

-¿Supusiste? Bengali no sabía que decir, ¿había hecho una estupidez?

-Bueno yo…

-¡Muuuuack! Mandora le besó en la boca largo y profundamente en delante de todos.

-¿Juegas a dos ligas o qué demonios? Dijo Bengalí.

¡Plafff! Se escuchó con sonoridad una bofetada. Sin perder el buen ánimo “ella” lo había resuelto, relajada se sentó en la silla de mando con una sonrisa.

-¡Pe-pero si fue mi idea! Tal si adivinase los pensamientos de la guardiana que relajada se sentó en el sillón de mando.

Como había dicho “ella lo había resuelto", pensó sin preocuparse de nada más.

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Horas más tarde

La nave no se dirigió a Thundera, sino que regresó a las cercanías de Avista, Madora preparaba su espada y Bengali se rascaba el cuello, pero la nave finalmente se desvió.

-Esto no es Avista, es la ciudad muerta. Panthro fue el primero en  notar las cuevas.

-¿Aquí es “A casa”? Cheetara miraba la pantalla que era capaz de ver en la oscuridad.

-Sería peligroso seguir, podríamos acabar estrellados, pero Mandora no dejó a Bengali tocar los controles.

-Vamos lindura, sorpréndeme nuevamente. Dijo Mandora en voz alta.

-Gr-gracias, dijo Bengali, Panthro le hizo de señas y cuando lo captó, el tigre albino refunfuñó.

-No es tan maravilloso, seguro que se ha equivocado, a menos que viva en una cloaca.

La nave hizo maniobras de descenso, no aterrizó, en cambio encendió sus reactores pasivos y voló por los conductos de las cavernas a velocidad moderada.

-Ya llevamos casi una hora, a esta velocidad son casi dos cientos kilómetros.

-¿Hay algo cerca de esa distancia? Cheetara preguntó.

-Por lo menos no es Avista, dijo como su se disculpará por pensar que era otra de las tretas de Mandora para mantenerlos en movimiento, diciendo que era el deseo de Lion-O, él lo había notado hace tiempo y como General lo tenía bien aprendido; Lion-O era rey, pero una vez que su hermano asumiera el cargo, las decisiones las tomaría este último, así era como un líder legaba a otro su propio puesto, aunque Lion-O no podía dejarles así de desamparados.

Pasadas dos horas, Tygra comió asistido por Cheetara, Wily Kit que estaba completamente recuperada retozaba en el asiento de Mandora, está en cambio se movía compulsivamente de una lado a otro.

-Deberíamos ir a dormir, Cheetara dijo en voz alta.

-Vaya, eso es “algo” de lo que no me quiero enterar, dijo Panthro a quien Mandora vio con unos ojos asesinos.

-No se preocupen yo vigilaré a ohhh… Cheetara se llevó a Wily Kit a su habitación con las quejas de la gatita, pero finalmente todos, salvo Mandora y Panthro se fueron a dormir, seguramente ya despuntaba el alba con las horas que pasaron, ambos cerraron los ojos y se quedaron dormidos, en total casi siete horas por esos túneles interminables.

No escucharon cuando las turbinas se apagaron, solo sintieron la vibración de la suspensión que dio un tirón hacia abajo, jalando por la gravedad sus cabezas hacia atrás y ni así despertaron, siguieron cansados que no vieron las luces que recorrían el interior por manos externas.

Tygra pegó con su brazo en el muro para que se despertaran, pero era demasiado tarde, la nave se apagó cuando un enorme imán se pegó al techo y les levantó.

Mandora fue la primera en salir, el laser le pegó en la mano, Cheetara le protegió para regresar al interior.

-¿Qué pasa? Le preguntó Cheetara.

-Pensé que eran lagartos, pero demonios, tiene buena puntería esos desgraciados.

-¡Salgan con las manos en alto o entraremos a la fuerza! Se escuchó una voz gruesa de textura felina.

-¿Qué hacemos? Preguntó Wily Kit.

-Si no podemos usar la nave hay que pelear. Respondió Mandora.

-Hemos viajado mil kilómetros según los instrumentos, incluso si escapamos vamos a tenerla muy difícil para salir fuera sin la nave.

Luego de deliberarlo un tiempo, un disparo pegó en el costado de la nave, pero era demasiado débil para atravesar su blindaje, hubo más disparos de advertencia hasta que se escuchó una explosión y los sonidos de gritos.

Las vibraciones eran potentes y casi sin esperarlo, la luz exterior se fue haciendo más intensa hasta que por la entrada de la nave se escucharon golpecitos, como si fuera alguien muy formal.

Sin entender nada de lo que pasaba, no abrieron la rampa hasta que Wily Kit escuchó el sonido de una trompeta, una que reconoció muy bien, tocó con su flauta.

-¡¿Qué rayos haces?! Mandora replicó, la tonada era dulce, como una canción de cuna, pero fue seguida por los golpes de tierra.

Wily Kit abrió la rampa sin esperar a nadie.

-Vaya, vaya queridos amigos, son más huraños que en el pasado, se ve que les falta la compañía del pequeño Lion-O.

-¡Aburn! Gritó la niña que inmediatamente fue a abrazarle, el enorme elefante sonrió, como si esperase esa precisa respuesta.

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Mandora cuya mano ardía, vio los restos de una batalla entre un grupo de elefantes y perros, contra thunderianos que apenados daban disculpas a Tygra por el incidente, quien caminaba de un lado a otro haciendo raras posturas enojado, aunque seguía sin poder hablar.

-¿Qué ha pasado? Preguntó Wily Kit que con la punta de una vara tocaba la frente de un soldado que pareció darse cuenta de que le habían dejado fuera de combate.

-Juegan a ocupar los asientos, creo que eso dijo “él”, son pocos, así que nadie quiere dejar el suyo... hmm. Fue lo único que dijo Aburn, meditando las palabras que no entendía, ahora tenía una larga melena negra con un bastón de sabio que Cheetara reconoció inmediatamente, un bastón elaborado de maderas sagradas especialmente hechas para la magia elemental.

El corazón de Cheetara parecía estallar de emoción, tanto que no pudo decir palabra alguna.

-¿Y podemos saber quién es “él”? Finalmente dijo Mandora que pateaba al sujeto que le había disparado, con los ojos de furia de la clérigo.

-¿Es que hay alguien más? Lion-O, por supuesto. Cheetara sacó el aire que tenía contenido sintiendo un poderoso mareo, Mandora relajó los hombros, Wily Kit no lo creía. Tygra, quien iba al lado de Cheetara, no modificó su expresión, Bengalí en cambio hizo un gesto visiblemente molesto.

Salvo por Wily Kat que se quedó con Panthro, el resto avanzó con los elefantes.

-¿Por qué nos atacaron?

-Ya te lo dije.

-¿Juego de sillas? Aja.

-Pareces sorprendida mi alada amiga.

-¿Así que han vivido en esta pocilga todo este tiempo? Bengalí se expresó despreciando el lugar que era un túnel interminable, imaginando las viviendas que debían consistir en pozos de tierra humedecida. Los elefantes cargaron con los thunderianos desmayados, mientras muchos perros limpiaban los rastros y el resto comenzó a usar una grúa mecánica para alzar el Feliner, que se perdió por un agujero enorme, el cual se cerró para ser remozado con tierra.

-Desde luego, ¿a dónde más podríamos ir?

-Lo dices como si fuera lo más obvio del mundo.

-Muchas cosas han cambiado en las tierras interiores amigos, la mayoría de los que vienen aquí escapan de los esclavistas, se llevan a miles de personas a los desiertos, las nuevas tropas de Mumm-Ra son numerosas y no son las únicas, tuvimos que huir cuando ellos descubrieron nuestro escondite, por fortuna sabíamos a donde ir, nos llevamos a los perros que huyeron de la invasión de su ciudad con nosotros.

-¿Qué hacen? Mandora señaló a los perros que en cuadrillas usaban polvo de Thundrillium que se dispersaba con el viento.

-Dispersamos Thundrillium quemado por si los siguen, hemos hecho esto en todos los túneles, los lagartos han buscados por meses y no encuentran nada, estas cavernas son interminables y lo mejor es que Mumm-Ra no puede ver en ellas por la composición natural de la zona.

Una gran pared falsa se fue desplazando cerrándose completamente, nuevamente fue remozada con tierra y los perros que hicieron el trabajo sucio se perdieron por otros caminos cuando el trabajo estuvo terminado.

-Hemos estado muy cerca en muchos puntos calientes de ser descubiertos, pero tenemos maneras de verles venir, especialmente a ese monstruo mecánico que taladra los muros.

-Demasiado trabajo para encontrar una cloaca.

-Te estás ganando “una” blaquito, dijo la Wily Kit.

-Vamos Kit, por esta pocilga es imposible que nadie de un miserable monedita.

-Hmm, no sé si una monedita… pero seguro que algunas, sean bienvenidos a “Firefly City”.

Los ojos de todos ellos, incluso Tygra que venía incrementando un sentimiento creciente de inseguridad e impotencia, miró ante él a miles de personas caminando por el centro de un enorme túnel en el que construcciones de todos tipos y colores se erigían, no habían tantos thunderianos en comparación a otras especies, con muchas de las cuales jamás habían tenido contacto; osos pardos de la tribu de las nubes, lobos grises de los llanos del oeste, wolos ermitaños del norte, hombres bestia, las personas venados y alguno que otro solitario Tuska de montaña con sus gruesos ropajes, montado en un azulado gato-nieve.

-¡A eso precisamente me refería lindura!

-¡Ahh! ¿te refieres a mi? Aburn se sorprendió, Bengalí movió la cabeza, pero ella muy amigablemente respondió con calidez.

-Pero claro, no veo a ninguna otra lindura en este sitio. Eso hizo que las chapas grises del elefante se tornaran rojas.

-Creo que me estoy enamorado. Con sus manos sobre su frente hizo un gesto melodramático.

-¡Oh vamos ya! Se quejó Bengalí.

-Parece que se ha mantenido muy ocupado, Cheetara besó en los labios a su pareja alegre de que se reencontraran nuevamente, pero la expresión de Tygra era críptica, Cheetara sabía que eso intimidaría a cualquiera, aunque estaba serena sin ese peso en su corazón, dejaría las explicaciones para después.

-“…”

-Descuida, para mi tu eres mi único y exclusivo rey. Lo dijo en un tono que Tygra en vez de sentirse tranquilo, se sentía como si le diesen unas palabras de consuelo por un trabajo mediocre, había construido una cabaña cuando su hermano había construido una ciudad entera. Sabía que era un sentimiento miserable, que hablaba muy mal de él y lo deseó, deseó que Lion-O se quedara muerto de una vez por todas y sufrió por eso, pese a la algarabía de la gente que le recibió como lo que era; el rey los ThunderCats, o al menos hasta que su hermano reclamase la espada que tenía asida al cinto, la espada que él merecía por derecho propio.

Amargado con esa oscura personalidad fue llevado al centro de la populosa ciudad que había hecho de la oscuridad un modo de vida.

Fin de parte 2 de 4



4 comentarios:

  1. Esta bueno el capitulo increible que Lion-O pensara en todo y lo viera todo esta de locos ehh nada conparado con el viejo él esperando el siguiente capitulo ñ_ñ.

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    1. Bueno, esa es la impresión que ellos tienen del él en ese momento., pero eso puede cambiar.

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  2. Holas me gusto mucho todos los capitulos y me intriga la continuacion q viene,
    me preguntaba si me pueden ccpiar los PDF's se los agradeceria un monton...

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Algunas cuestiones de lógica de la serie original pueden sugerirse en este espacio indicando la página.

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