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lunes, 18 de febrero de 2013

El gigante de piedra parte 7

Ciudad de Avista, en un edificio médico
Horas después

Despertarse fue como esperaba, sintió una borrachera, su brazo y cabeza dolía, notó un largo tubo que se conectaba a su piel, quiso quitárselo, pero alguien le detuvo.

-¡No debes hacerlo, sufriste mucho daño! Su vista se fue aclarando poco a poco.

Era Scandiacus. Lion-O no había hablado con ella nuevamente, parecía estar en mejor estado que él.

-Se ha recuperado, creía que la había operado recientemente.

-Sano rápidamente querido muchachito, aunque tú en cambio te ves terrible.

-¿Cuánto tiempo ha pasado?

-No demasiado, aunque relájate, no hay novedades que requieran de tu "especial" atención.

-¿Sigue molesta por lo de Horus? No hemos hablado desde entonces.

-¿Te parezco molesta? La venerable anciana tenía un semblante pacífico.

-¿No era su sueño que asumiera el mando?

-¿Quien dice que no los has hecho? No eres el Prefecto en términos de un título, aunque en la práctica tienes ese control, cuando te marches sé que habrás tomado el mejor juicio para todos, Horus no me parece un buen candidato y Mandora no está lista mientras esa loca idea sobre la venganza siga llevándose lo mejor de ella, pero nos la arreglaremos.

-Si me hago con el poder de los pueblos del Tercer Planeta, no sería distinto a disfrazar una conquista, debemos ser aliados, no súbditos.

-Eso pensé, cada vez me decía “es una mala idea” si eras elegido Prefecto no podrías cumplir con tu misión, Mumm-Ra no nos dejaría de atacar y Avista perdería su capacidad para gobernarse a sí misma.

-No deseaba contrariarla, aunque al final supe que no era mi camino y no puedo obviar mis obligaciones por los deseos de otras personas.

-Maduras muy rápido joven príncipe, eso es bueno, aunque me temo que las cosas no se podrán mejor.

Extrañamente ese cuarto se observaba notablemente ordenado, más de lo que nunca había visto en su vida y la temperatura era la idónea, ni fría, ni caliente, parecía ser una estancia sacada de otra realidad. Lion-O no parecía tener problemas para pensar las cosas y aunque nunca se abrió completamente a la Madre Superiora de la Orden de Avista, en ese lugar, en ese instante la situación parecía distinta.

-Últimamente no me siento bien, hoy incluso he dicho cosas que no quería. El chico se rascó la nariz y se acurrucó sobre el respaldo de la cama que se ajustó a su movimiento.

-Eres un león, ustedes son demasiado temperamentales. Lion-O bajo el rostro embargado de la pena.

-Los estoy alejando y no siento que eso sea malo, no confió en ellos, incluso este sentimiento extraño… a este paso difícilmente me seguirán.

-Si ellos no pueden con la tarea, será mejor pasar el trago amargo de una vez ¿no crees? Aunque deberías de confiar más en tus compañeros, incluso con lo cruel que has sido, si verdaderamente son unidos, te comprenderán y si no… bueno, te habrás librado de una carga que a la larga solo te hubiera dado problemas, .

-Mandora no siguió mis órdenes, me lo prometió, traté de confiar en ella, empezaba a sentir cercanía, pero no, no de nuevo, no quiero repetir el mismo error una y otra vez.

-A pesar de que eso no fuera así, arriesgó su vida para salvar la tuya cuando se dio cuenta que estabas en la línea de fuego. Lion-O se acostó como si hiciera un puchero debajo de las sábanas.

-¿Qué voy a hacer? Scandiacus pasó sus manos por la espalda del chico conmiserándose de él.

-Confiar en alguien siempre será un arma de doble filo, tu deseas alejarte de ese dolor, pero tiene un costo; resolver las cosas a tu manera.

-Pues qué remedio.

-Ya que está resuelto ¿qué has pensado de lo que platicamos antes?

-Todo me lleva a suponer que perderemos la guerra, si no restablecemos el status quo anterior, Mumm-Ra acabará con nosotros. No muchos saben esto, ni siquiera mis propios compañeros; pero “son demasiados”, el número crece con cada día, atacaran cuando comencé el deshielo y para esta región…

-Ya veo, es cuestión de unas cuantas semanas.

-Me temo que sí.

-¿Así que has estado pensando en una solución?

-¡Fúuu! Sería lo idóneo, pero no, más bien resolviendo los problemas de la ciudad, he tenido muy poco tiempo para pensar. El Consejo no ayuda, piensa que podremos derrotarles, ¡cielos!, qué panda de ineptos, no sé cómo manejaban esta ciudad.

-No lo veas cómo un total desperdicio querido, cuando vayas a gobernar sobre Thundera, no llegarás sin experiencia y sabrás el tipo de personas que encontrarás.

-Eso sí regreso a Thundera. Por cierto, he querido preguntarle antes ¿conoce a Viragor? Ha dicho que viajó por el Tercer Planeta y pensé que sabría algo.

-No directamente, sé que es un ave legendaria, espíritu de los bosques mágicos siempre verdes al noroeste de Thundera, una lástima lo que ha sucedido.

-He tenido un sueño recurrente, creo que he visto como les convertían, vi de nuevo ese gigante de la ciudad muerta, ella le llamó Gollem y hay más cosas relacionadas al Libro de los Augurios.

-Sé que en el Tercer Planeta hay mucha reliquias tan antiguas como mortíferas, conocí varias de ellas muy de cerca, algunas sin valor a primera vista, otras, bueno… digamos que te darán a futuro algunos dolores de cabeza si Mumm-Ra las encuentra, .

La búho sacó una flor que puso en un improvisado florero, agregando el agua de una cantimplora metálica.

-Por otro lado cachorrito, sobre la ciudad muerta, los registros de Avista no son tan antiguos, usa el Libro de los Augurios, es un registro de muchos eventos importantes de nuestro mundo, aunque para acceder a él hay un peligro enorme.

-De todas maneras no puedo usarlo, he tratado, parece que lo que sea que interfiera con la brújula de la piedra, afecta la capacidad del libro, no puedo comunicarme con Jaga tampoco.

-Una magia poderosa interfiere con otra menos instruida, dado que no hay una escala para medir la mágia, el compromiso con ella es importante, si tuvieses más experiencia, la magia que ha hechizado a Viragor tampoco te resultaría un problema.

-Es que sabe cómo regresarle a la normalidad.

-Oh, eso es fácil.

-¿En verdad?

-Claro, ¿no es obvio? La espada de los augurios es capaz de cortar el mal.

-¿Cortar el mal?

-Dicen que la espada de los Augurios puede "reconocer al mal y negarse a atacar el bien".

-Así de simple, apuntar, rebanar y ya está.

-Desde luego que no bobito, primero tienes que entender que es el mal. No cualquier persona puede definirse como mala o como buena, deben haber ciertos requisitos, de otra manera un niño que se porta mal, ergo; es malo y eso no es real.

-¡Magia! ¿A eso se refiere?

-Precisamente príncipe, la espada corta la magia o la energía, como quieras llamarle a lo que definimos como magia, se dice que las personas malas o buenas no existen, pero la magia maligna o benigna es un reflejo de las intenciones.

-Pero no es tan simple como cortar, sería igual a cortar un cuerpo sin tocar la armadura que lo protege.

-Me temo que no, aunque un día lo descubrirás por tu cuenta, antes debes hacer una cosa.

-¿Y qué es eso, si se puede saber?

-Dominar la espada y no me refiero a la espada de los augurios, debes aprender las técnicas supremas de la espada que en estos años de rebeldía has dejado de lado aprendiendo por tu cuenta, copiando a tu hermano.

-¿Puedes saber eso con verme a la cara? Lion-O no parecía sorprendido, Scandiacus le sonrió.

-Que sepas los porqués no cambiaría nada, lo importante aquí es que domines las artes incompletas antes de pensar en “exorcizar” los demonios de tus antiguos aliados, de nada serviría combatir a un ser maligno y ancestral de magia pura, si antes no dominas tus propios miedos y carencias.

-Con mi suerte sería mejor darle la espada a mi hermano, sería más rápido, él hace todo en el primer intento.

-Pequeño rey mío, tu hermano tiene dones naturales de guerrero, aunque ha hecho su propio esfuerzo, de todas maneras, no deberías esperar a que la gente se adecue a tus debilidades, los leones también tienen sus propios atributos y destrezas, tú especialmente tienes algunas que te hacen único.

-¡Hm! Espero que no digas que soy... “diferente” Scandiacus resopló con impaciencia, a Lion-O le pareció que estaba tratando de imaginar cualquier cosa que resultase convincente.

-Por ejemplo; el amor que demuestras a especies que tu raza desprecia, ver cosas en las personas que otros dejarían de lado, tu tolerancia y capacidad para guiar, sin olvidar que eres el único capaz de usar el llamado de la espada y eso por si solo es algo impresionante.

-Un llamado inútil que únicamente yo soy capaz de ver. Lion-O recordó la declaración de Wily Kit diciéndole que no era capaz de ver la señal y Mandora de que no le dijese la forma, aunque la forma era de lo más obvia, la cabeza de una pantera.

-Lion-O, un llamado no tiene sentido si no sabes a quien convocarás con él ¿No piensas igual? Es una cuestión de tu voluntad.

-¿Y a quién debería convocar?

-Esas cosas las decidirás por ti mismo a su debido tiempo, ya te dije que nadie puede enseñarte a dominar la espada de los augurios o darle un propósito, es por eso que necesitas entender las maneras de una espada común y corriente, las cosas se darán una vez seas lo suficientemente sabio para deducirlo y que comprendas más la tarea que desempeñas como rey.

-Eso espero, porque mis habilidades actuales apestan.

-Una habilidad natural debe entrenarse, si no se echara a perder, lo mismo pasa cuando no tienes ninguna, las cosas no te han salido bien cuando esperabas que con poseer la espada eso sucedería, la sabiduría no se gana sin experiencia y sin haber probado el sabor de la derrota. Dominar la espada no significa ser el más fuerte para usarla o el más rápido, sino la sabiduría al dar el golpe, la sabiduría de saber cuándo debes guardar la espada y usar tus palabras.

-¡Puf! Si tuviese a alguien como usted a mi lado las cosas serían más sencillas.

-Incluso si no tienes a nadie, si te encuentras solo en la más profunda oscuridad, rodeado de enemigos, recuerda los motivos que te han traído hasta aquí, la gente que ha peleado a tu lado y mira al frente sin miedo, un día recordarás las cosas que dices en este momento como muy cómicas, ya tienes lo que necesitas contigo pequeño, lo que te hace falta es no darte por vencido.

-En pocas palabras, aprender todo por mí mismo.

-Eso es decisión tuya querido, hay muchos caminos para hacer la misma cosa y las personas que te siguen y conoces pueden ayudarte, si planeas salvar a Avista necesitas entender el contexto de tu situación y ver quiénes pueden ser tus aliados, pero sobre todas las cosas, la razón por la que deseas salvarnos.

-Sigo pensando que sería más fácil si le diese la espada a mi hermano.

-Podría ser, aunque las personas que viven del éxito, a menudo son incapaces de manejar el fracaso, el objetivo de tu vida no es sobrepasar a tu hermano, él esta de tu lado ¿recuerdas? No sé si el futuro te deparará ser un buen o mal rey, a diferencia de Jaga, siempre tuve muy poca confianza en tu destino como elegido, eres tú quien decide las palabras finales y esa es una gran responsabilidad, no una garantía.

Scandiacus le pasó la espada de los augurios engarzada en el guante con sus pantalones y ropa, él estaba cubierto por una bata que dejaba ver su espalda desnuda, vendada en la parte más alta, en donde la armadura fue dañada por una esquirla.

-Lo que decidas Lion-O, puede que funcione, puede que no, es una apuesta, voy a hacer algo que no he hecho con muchas personas y es confiar en lo que tengas planeado.

-A decir verdad, tengo un mero esbozo de un plan, quisiera ser más sabio, me está matando mi incapacidad, hay tanto por hacer y tan poco tiempo, además no sé en quien confiar, sin resolver esa parte, nada de lo que haga funcionará. Scandiacus le tomó de la mano y afectuosamente lo atrajo hacia ella.

-La suerte juega un papel importante en los planes, igual los hechos sin importancia que pueden emplearse para sacar alguna ventaja, creo que pronto te darás cuenta que esos inconvenientes son insignificantes ante una voluntad firme.

-¿En verdad lo cree? A la vista de los hechos, nunca he sido especialmente bueno eligiendo compañeros. Lion-O le aclaró.

-La desgracia para unos en una bendición para otros y tu parece que has sido bendecido con una.

-¿Y qué opina, cree que hago lo correcto?

-Tienes razón, el status quo debe restablecerse o se te irá de las manos, puedes manejarlo mientras se te subestime, si ese monstruo te toma en serio, acabará contigo en el acto.

-No queda mucho tiempo, "ellos" serán enviados a sus casas, entonces empezará. Pienso irme con los demás a buscar las piedras.

-¿Y qué pasará con la ciudad? Lion-O negó.

-Ya veo. Si es el precio a pagar a cambio de las vidas de los ciudadanos de Avista, que no te tiemble la mano, aunque esto te traerá su eterna enemistad.

-Eso ya lo sé, he querido salvar la ciudad, creí que podría hacerlo, pero no funcionará, para cuando estemos listos, el cielo estará completamente despejado y no llegaremos lejos si nos ven, funcionaría si tuviéramos un margen para escondernos en confusión, si está despejado cualquier nave nos vería desde el aire y todo el trabajo invertido no servirá de nada.

-Si eso es lo que te preocupa, ven a verme luego, pero recuerda, no de la manera habitual.

-¿La manera habitual?

-Tienes que entender que hablar contigo es un juego muy arriesgado, estas siendo muy vigilado.

-Eso ya lo sé.

-¿Y Mandora, vas a apoyarte en ella? Scandiacus se sentó en la cama.

-Llegado el momento sabrá lo que necesite saber, aunque usted sabe… esconder a tanta gente será una tarea complicada y si alguien revela nuestras intenciones, acabarán en el mejor de los casos como los nuevos esclavos de Plun-Darr.

-Yo me encargaré a partir de ese momento de su seguridad y la tuya.

-¿La mia? No tengo otra alternativa más que confiar en ti, así que lo haré.

-La necesidad es una mala consejera, para tu fortuna nuestro encuentro estaba predeterminado por los ancestros. Por cierto ¿Te sirvió el collar, quiero decir, a ella?

-Sí, fue como dijo, Cheetara pudo ver en la oscuridad con él, aunque luego... Lion-O se miró en el cuello y se alarmó el collar no estaba en su sitio, Scandiacus le detuvo con paciencia.

-Ya cumplió su función. Por último, debo advertirte que hay una chica que está impaciente por verte, deberías recibirle, se paciente con ella, aunque cauto, no se ha dado cuenta que no podrá sacarte nada, así que actúa natural.

-¿Se refiere a Mandora? Scandiacus se enfiló a la puerta.

-Esa chica…

-¿Sí?

-Hay personas que pueden ser redimidas, depende de ti mostrarles el camino. Si deseas salvar a Pumyra, debes ser muy cuidadoso, el laberinto por el que vas, cada vez será confuso y no valdrá volar esta vez para llegar al final.

Lion-O giró su cabeza y detenidamente observó a la líder de la Orden de Avista.

-Incluso si no es un callejón sin salida, a eso se parecerá, pero Lion-O, no importa cuan deformada una línea sea, si tu meta es clara y tus convicciones limpias, esta siempre se mantendrá recta.

-¿Y qué ocurre con “El llamado”? Scandiacus se detuvo a pensar.

-Esos elefantes.

-¿Qué hay con ellos?

-Visítales, pueden orientarte, después de todo, fueron ellos quienes descubrieron el poder oculto de la espada.

-¿En verdad?

-Sí, aunque claro, puede que se les haya olvidado, son todos unos desmemoriados, aunque también es culpa de la piedra espiritual, hay conocimientos que viene con un costo y ellos lo han pagado.

-Una cosa más Majestad.

-¿Sí?

-Esos ojos no estarán contigo mucho tiempo, su peso no es el tuyo, así que no te preocupes tanto, si los empleas bien, te ayudarán … en cierto modo, necesitas paciencia, sal a tomar un poco de aire, refresca tu mente, relaja tus sentidos y decide.

-Seguro, si el frió no me mata primero. Lion-O divertido pensó que ni muerto saldría a exponerse al gélido aire del exterior, Scandiacus no movió un ápice su rostro.

- Descansa un poco, dejaré esta flor para que te haga compañía, su olor es curioso y relajante. Este lugar es un buen sitio para meditar, pero se cauto, es igual muy traicionero. No quisiera decir esto...

-No se corte, puede decir lo que quiera. Scandiacus pareció dudar unos instantes.

-Necesitas... estar listo para encontrarte con el reflejo oscuro de tu propia alma.

“¡Genial! Todas las mujeres juegan al laberinto místico.” Pensó Lion-O ante esa enigmática frase.

-Al final todo radicará en que hay un solo ojo para dos espadas, esa será la decisión.

-Le prometo que no dejaré que Mumm-Ra posea el ojo de Thundera.

-No me refería a eso, lo siento... es demasiado pronto, olvida lo que he dicho. Lion-O se quedó desubicado por esa frase, pero no se preocupó total, sería cosa de preguntarle.

Scandiacus cerró la puerta, Lion-O hundió su cara en la almohada, luego de la primera hora estaba impaciente, con el paso de las horas y la caída del anochecer era claro que nadie vendría, lo medito largamente y los pasos que se vería obligado a dar ya no podrían retrasarse y él estaba sumido en una depresión de la que no veía salida.

No estaba seguro, al ver a Viragor, el noble guardián del bosque convertido en una bestia oscura de Mumm-Ra, se dispararon sus temores y entonces lo decidió, se dio cuenta de lo estúpido de su comportamiento, corría para salvar egoístamente a alguien que estaba más allá de su alcance, tenía que aceptarlo, no podría salvarlos a todos, debía elegir.
La decisión de un líder es cuando un beneficio justificaba un sacrificio y estaba en esa raya, decidiendo la vida de otros, tal si fuese un dios.

Creyó que construyendo un ejército sería suficiente, fue un tonto, estaba arrastrando a mundo a una guerra, ya no era una persecución, se había convertido en un conflicto armado y no importa como lo pusiera, perderían al final.

Se quedó dormido hasta que una sensación le trajo de nuevo a la realidad, se sorprendió porque la noche se convirtió en día, por lo que supuso había dormido todo un día en ese lugar, nadie le había visitado.

Melancólico, miró a algún punto del exterior sin importarle lo que un monótono paisaje blanco le ofrecía, alguien le miraba.

Era ella.

####


Esa misma Tarde

Cheetara a pesar de su enojo, era una persona de presencia estable y firme, su voz paciente y cálida, pocas veces salía de su habitual tono neutro, de una larga cabellera amarilla moteada, estaba parada con una expresión severa y solemne.

La segunda vez que Lion-O le veía esa expresión, la primera vez no quiso recordarla, está en cambio, era una consecuencia natural de sus actos.

A Lion-O le sorprendió, Mandora sonaba como su primera opción. Llevaba un bulto en las manos sobre la que estaba su báculo, él sabía que significaba, no era ningún ingenuo.

-Si era para eso, podías haberlo tirado a la basura, ¿Qué diablos haría yo con eso? Que seas una cobarde que deja las cosas a medias, no es mi problema.

Cheetara no se lo esperaba, irreflexiva a veces, no se dio cuenta que Lion-O abordó el tema desde otra perspectiva, del arrepentimiento, ella le jaló del hombro para que le mirase.

-¡Túuu…! ella mostraba su cara más agresiva.

-Sí, hice un berrinche, ¿qué esperabas de alguien como yo? Soy un idiota sin remedio, siempre lo he sido y no parece que las cosas vayan a cambiar en el corto plazo.

-¡¿Quéee?! Cheetara se quedó quieta en su lugar, enfriando su cabeza, hasta que respirando hondo se sentó en la silla de al lado a esperar.

-Así que si quieres abandonar, no te culpo.

-¡Lion-O! El chico se volteó a mirarle cambiando su actitud a una arrepentida.

-Pero no tienes que dejar de ser…

-¿Dejar de ser?

-Tú eres un clérigo por derecho propio, ¿no es verdad?, quiero decir, que sea un mal rey… yo… no significa…, el chico giró la cara dándole la espalda, no sabía que más agregar en su defensa.

-No me necesitas, no confías en mí.

-Ya encontrarás un rey digno al cual servir, incluso Tygra, aunque sea un pedante. Cheetara puso una cara obcecada.

-Por eso… Lion-O se incorporó de la cama y la miró de una manera abatida, agachó la cabeza.

-Por eso, no debes de renunciar a ser un clérigo, aun cuando renuncies a servir a este rey indigno.

-Tal vez no deseo servir a otro rey, si no me hicieras tan difícil la tarea, las cosas serían distintas.

-¡No digas mentiras o vas a hacer que me enfade! Lion-O alzó la voz e hizo el ademán de tirarle una almohada, Cheetara no cambió su postura, él chasqueó con sus labios y se recostó en la cama nuevamente en un ciclo de pucheros sin fin.

-No estoy diciendo una en este preciso instante. Si me dijeras la verdad no me sentiría como si fuese una basura ante tus ojos, no merezco este trato. “¿Merecer?” Lion-O pareció extrañado, si que le abandonara y luego arrojara su obsequió a la calle no merecía un gesto, esa mujer entonces era imposible de culpar de nada.

“¡Estúpido animal, vamos!”

-¿Qué has dicho? Lion-O vio a la felina extrañado, le parecía haber escuchado una voz, no era de la felina.

-He dicho que si me dijeras la verdad no me sentiría así.

-No sé qué pensar, me cuesta confiar. Cheetara se acercó inesperadamente cambiando de actitud y trató de besarle en la mejilla.

-¡No hagas eso!

-¿Por qué no? ¿Acaso no te gusto?

-¡¿Qué?! Después de todo eso que pasó, es lo que menos... escucha, esta no es la manera.

-¿De todo eso que pasó? Parecía que la clérigo ya había olvidado lo que había pasado entre los dos en el pasado.

-¿Y Mandora? ¿Ella sí puede besarte? ¿Y qué me dices tú?

-No fue un beso… le advertí que Pumyra nos estaba vigilando y la muy idiota mandó a bombardear la zona.

-¿Pumyra…? ¡ah!, ¿la traidora? ¿Cómo supiste que esa mujer estaba allí?

-No lo entiendo a decir verdad, solo lo supe, fue muy extraño.

“¡Responde imbécil!”

-¡¿Qué has dicho?! Nuevamente confundido supo que algo extraño pasaba.

-He dicho que casi mueres, me pregunto si esa explosión no afectó también tus oídos  Cheetara parecía más complaciente, tanto así que le abrazó, Lion-O no se resistió, se portó demasiado afectuosa y se acostó en la cama empujándole un poco.

-Creí que ya no hacías estas cosas… Le habló con su cara demasiado cerca que pudo oler el dulce olor de su aliento, no el habitual, era un olor sintético, Cheetara era muy tradicionalista, por lo que no aceptó usar para el baño ningún producto químico, parecía que en el fondo ni eso respetó.

-Así nadie podrá escucharnos.

-¿Y por qué habría de preocuparnos eso?

-Sé que ocultas algo, solamente quiero saber lo que estas planeando. Pero Lion-O no se sentía muy dispuesto a revelarle nada.

-Eso es complicado y no estoy listo, suceda lo que suceda me gustaría que continúes a nuestro lado y sigas con la misión, me siento apenado por lo que he dicho, ha sido tan injusto.

-Sabes que nunca te abandonaría, si me dijeras podría ayudarte.

-¿Nunca? Quiero decir… no es lo que he dicho, me gustaría llegado el caso, cuidases bien de todos.

-Suenas como si esperases no seguir con nosotros, estamos aquí, podremos hacerle frente a lo que sea, dime qué sucede.

-No demasiado, si quieres saber que planeo es llevar a los Berbils y los elefantes a sus casas.

-¿Ya no seguirán con las reparaciones? Eso significa que la ciudad…

-Bueno, todavía no, la otra parte la hará Soul.

-¿Qué pasará con las defensas?

-Nos haremos cargo nosotros mismos de organizar a los defensores, luego iremos con Jorma, él nos ayudará con nuestra siguiente meta en el Libro de los Augurios.

“Eso es, espera…”

-¿Jorma… quien es…? Me refiero… ¿a dónde puedo localizarle? Lion-O dudó por un instante y pareció pensar que la actitud de Cheetara era extraña porque se apartó, él no se sentía cómodo, quizás incluso le causó rechazo.

-¿Qué sucede?

-Creo… que esto no es correcto Cheetara, Tygra se preocupará si pasas demasiado conmigo, Lion-O se volteó.

-¿Tygra? Pero... Ella intentó tomarlo del brazo pero él lo apartó.

-No me siento muy dispuesto, ya hablaremos luego.

-Está bien Lion-O… descansa.

“¡Maldita sea, estaba muy cerca!”

Pudo escucharla de nuevo y sintió una respiración agitada.

Cuando Cheetara abrió la puerta, salió con un aspecto frustrado, esa otra chica estaba allí.

”Esa ciclope inútil, pero claro”

-¡¿Eh?! Lion-O regreso a ver y allí estaba la guardiana.

-Ha sido muy intenso, por lo que veo, no te acostumbres gatita. Cheetara le hizo una mueca y sacó la legua, quería entrar nuevamente para vigilarla, pero Mandora le enseño su más grande deber, ese tigre de cara descompuesta que la esperaba sentado con Wily Kit, Wily Kat y Snarf.

-El deber te llama, cerrándose la puerta con fuerza.

####

Mandora, a diferencia de Cheetara, no escuchó absolutamente nada del rey, solo le besó en la boca. La cercanía entra ambos era evidente, pues no hubo ningún rechazo.

-¡¿Por qué has hecho eso?! Su reacción más que agradecida fue de sorpresa.

-Una disculpa no basta... es lo que quiero decir.

-¿Un beso? No parece ser tu estilo, incluso cuando trataste de seducirme parecía que ibas a matarme.

-Tu primer beso bien vale la pena un cambio de paradigma. Además mis palabras siempre han sido pobres en comparación

Lion-O hizo un gesto de alegría y comenzó a reírse.

-¿No te lo estás tomando demasiado en serio? Me debes una larga disculpa desgraciado.

-Eso por otro lado suena más a ti. Mandora lo agarró de cuello posándose encima, él únicamente alzo las manos para pedirle calma.

-¡Corta el royo idiota, sé bien que estabas actuado!

-¿Eh? ¿Actuando, debes estar bromeando? Realmente estaba enojado, te di una orden y no la seguiste, me lo habías prometido.

Mandora le miró sin paciencia.

-¿Seguiremos enojados por ello?

-No… quiero decir, es que no lo entiendo, pensé que... Mandora le besó en la frente y él se retrajo en sus brazos, era muy cómodo en comparación a la clérigo, sentía seguridad, pensando las cosas se sentó en uno de los lados de la cama y suspiró.

-Deja eso por un rato ¿quieres?, por cierto, me he encargado de los micrófonos y cámaras, incluso he cuidado tu espada, así que puedes hablar sin preocuparte de nada.

-¿Eso de que serviría?, por lo que sé, la única que nos vigilabas desde hace tiempo eras tú, no soy ningún ingenuo, es cierto que no puedo culparte por algo que no entiendo, pero si quieres que confíe en ti no lo haces de la mejor manera.

-Aún así lo deseas, si no fuese de esa manera me sacarías a patadas como a la otra.

-¿Das por hecho muchas cosas pesada? El puchero del joven rey le indicó que así era.

“Eso es, continua”

-No sé si eres culpable o inocente, pero sé que no pondrías en peligro a una niña por una tontería como ser reconocida por mí, había muchas personas que pudieron hacer el viaje y quien te puso la señal, lo pudo poner a cualquier otro, eso por eso que nadie quiso salir en su búsqueda, todos sabían que el primero que lo intentase sería presa de los Scavengers.

-Eres un gran detective, te mereces otro beso.

-¡¿Qué?! ¡No! ¿Espera? Los labios de esa chica eran dulces y candentes, aún así, no se sentía atraído de una manera romántica hacia Mandora, su fuerza era atroz, le separó los brazos sin ningún esfuerzo hasta tenerlo aprisionado en la cama.

-Ya que te has rendido a la evidencia, ahora me dirás el plan que tan astutamente llevas planeando, sé que no confías en esa chica, mi caso es diferente, ¿no es así cariño? Él se separó con enojo al ver que únicamente jugaba pegando sus labios de una forma brusca y sin tacto.

-No lo pongas como si tuvieses derecho a sentirte orgullosa, es que eres la menos mala de las dos, ayer le dije a Scandiacus… Mandora puso una cara extrañada.

-¿Scandiacus? ¿De qué estás hablando? Nuestra Madre Scandiacus sigue recuperándose de la operación de cara. Lion-O miró la flor y esta no estaba, además la expresión Nuestra Madre, era bastante atípica de Mandora.

“¡Ayyy! Maldito felino” 

Alguien se quejó y una larga onda, tal si fuese una onda de agua, recorrió a Mandora y la superficie de las paredes deformándolo todo con un ulular, Mandora se quedó con una expresión congelada.

-¿Pasa algo Mandora…?

“*¡Despierta!*” Una voz le apresuró.

“¡No!, es muy pronto pequeño insulso.”

El odio de Pumyra, la ciudad en llamas, su padre muriendo, el conflicto con Cheetara, veía esas escenas cruzar por su mente a una velocidad impresionante, hechos de su pasado, el peor momento de su vida parado a espaldas de su padre, escuchando una terrible declaración, pareciera que le estaban chupando la mente con un popote y toda su vida pasó frente a él, en especial los momentos desagradables.

La última imagen, la de una chica rubia sosteniéndole entre sus brazos, Jaga al fondo conversando con ese otro clérigo que fue acusado de traición y luego de eso, tuvo un recuerdo relacionado a la flor que Scandiacus dejó en su habitación...

“*¡Despierta atolondrado!*”

“Ya casi lo tenía… sal de aquí.”

Incluso sin ver al chico, fue su olor lo que le hizo pensar que estaba enfermo y mucho.

“*¡Vamos!*”

La flor, ese suave olor, pero el sabor era… indescriptible.

“*¡Con un bigote, despierta holgazán!*”

Sintió un gran tirón de calor en su pecho que le atravesó el brazo izquierdo quemándole la piel, despertando súbitamente de su sueño.

-¡¿Pero qué es todo este escándalo?!

Una enfermera abrió la puerta alarmada, esa chica yacía en el suelo agarrándose de las manos, Snarf estaba boca arriba mordiéndole, pelando con ella.

-¡¿Señorita Fedora?! ¿Usted no debería estar…? La enfermera guardó silencio ante la filosa mirada del ave.

-¿Qué es lo que pasa, por qué las luces son tan intensas? Lion-O abrió los ojos y la luz era tanta que cubrió sus ojos con su brazo libre instintivamente, al enfocar la luz disminuyó la molestia y las cosas se veían demasiado bien definidas, de hecho, extraordinariamente definidas.

-Las luces están en su mínimo, las persianas están echadas, deben ser que sus pupilas están dilatadas, aunque yo esperaría justo lo contrario.

-¿Lo contrario…? ¡Snarf! ¡Suelta a Fedora en este mismo instante! ¿Por qué estas sacando humo de la boca?

Snarf, quien mordía el vestido de la guardiana con inusitada fuerza, se alejó para descansar con el pelo de su cara completamente chamuscado.

-¡Ja, ja! Creo que toqué un cable eléctrico por descuido y su mascota se enojó porque le llevaba en brazos. Snarf le gruño.

-¡¿Qué hace este gato aquí?!, Lion-O miró con enojo a la enfermera.

-Oh, quise decir… ese gato… vamos pequeño, vamos…

¡Thump!

La enfermera dejó caer una bandeja al tratar de agarrar a Snarf que huyó por el pasillo.

-¡Condenado gato! Lion-O la miró conspicuamente.

-¡¿Dónde están todos?!

-Si se refiere a su hermano, acaba de irse. La enfermera replicó.

-¡¿Cómo?!

-Bueno, uno de sus cachorros está enfermo e imagino… La enfermera ayudó a levantarse a la guardiana.

-¿Nadie más vino?

-Me temo que no. Lion-O bajo la cabeza.

-Ya veo ¿Y Mandora? La enfermera no sabía a quién se refería.

-No la he visto en todo el día. Fedora respondió en cambio, la enfermera que ayudó a levantar a la guardiana, interrumpió emocionada.

-De-después del ataque le trajimos aquí su señoría, ha sigo genial, quiero decir, una imprudencia, aun así… valeroso, la gente lo aclama como un héroe, muchos creyeron que era un cobarde por cómo se inclinó ante los alborotadores, pero con esto...

Fedora con una mueca de reprobación cabeceó negando.

-¡Gulp! Sus heridas majestad no son de gravedad, aunque le dejarán algunas marcas, aún así no se preocupe, haremos todo lo posible para disminuirlas, estamos muy honrados de servirle.

-Gracias… creo.

Lion-O sintió un ligero chispazo en el brazo izquierdo al moverlo, quitándoselo para dejar entrar el aire fresco.

-¿Me trajeron con el guante puesto?

-Era imposible de sacar, ni siquiera sus hermano pudo hacer nada, así que lo dejamos puesto. Fedora le veía con detenimiento, aunque cambio de actitud cuando el felino le miró directamente.

-¡¿Una flor?! Esto no debería estar aquí, qué curioso, juraría que en invierno no vería algo como esto. Lion-O se sorprendió por lo dicho por ella, pensó que lo había soñado, pero era real.

-¿Sabes quién la puso allí? Ella lo negó, Fedora igual.

-Cuando llegamos aquí ya estaba, dijo Fedora.

-Bueno su excelencia, al menos parece segura. La enfermera pasó su escáner en busca de cosas extrañas.

-¿Podrías dármela?

-¡Por supuesto! Sus manos temblaban, pareció por un momento soltar el vaso, Lion-O la atrapó entre sus dedos.

"Ji, ji…" Se rió como idiota y casi se vuelve a tropezar con la silla.

-Si fuese una felina se resolverían tus problemas de popularidad en Thundera majestad. Fedora miró coquetamente a la apenada avistiana que no tenía inconveniente en que el joven rey no tuviese un pico, igual le gustaba.

-Dímelo a mí. Por cierto ¿has visto a Scandiacus?.

-¿Madre Scandiacus? No, nuestra Madre Superiora se encuentra en sus habitaciones convaleciente por su reciente operación, la enfermera lo puede confirmar.

“¿Nuestra Madre?” Lion-O pensó para sí.

Sin detenerse mucho a reflexionarlo, Lion-O observó la flor que estaba en ese sitio, ¿si Scandiacus no había sido?, ¿entonces quien?

-Como sea majestad, si me permite señorita Fedora, nos preocupan sus ojos, han perdido consistencia, puede que el fuego les haya afectado. Ella le acercó un espejo.

Sus pupilas se veían blanquecinas, tal si se cerrasen por una catarata, incluso el color azul de sus ojos perdió intensidad volviéndose claro, a pesar de ello, su visión se sentía bien, aunque no dejaba de molestarle la luz por leve que esta fuera.

-¿La guardia ya recibió sus visores térmicos? La enfermera miró a Fedora que respondió con duda.

-N-no me corresponde saberlo majestad… Usted, asignó a Mandora la tarea.

-¡Te lo estoy pidiendo a ti! Te agradecería si me trajeses un par. Fedora pareció dudar por un instante realizar la orden del rey, finalmente aceptó.

-Me pondré en ello inmediatamente.

-¡Gracias por tu comprensión! Además, no quiero que mi hermano se entere.

-Como desee…Majestad. “De todas maneras ni le conozco” murmuró en voz baja.

Cuando la puerta se hubo cerrado, Lion-O volvió con la enfermera, que no pareció muy entusiasta al despedirse de la guardiana llena de nerviosismo.

-Has dicho que uno de los cachorros está enfermo, pero está bien ¿verdad?, es solo un resfriado.

-No lo sé su majestad, aunque si puedo adivinar, parecía bastante grave.

-¡¿Y por qué no has iniciado por esa parte?!

-Es-es-es que creí que usted necesitaba de reposo.

-¡Por los ancestros y yo perdiendo el tiempo aquí! Necesito mi ropa. La enfermera no le dejó levantarse, anteponiendo su cuerpo.

-Si usted es un doctor mundialmente reconocido, le dejaré ir, si no, le sugiero que vuelva a su cama, porque de aquí no dará ni un paso hasta que esté sano.

-Debo ir, es una cuestión de vida o muerte. Alzó la garra felina engarzada en su brazo izquierdo, la enfermera se asustó, aún así demostró su temple, ni eso la obligó a moverse un centímetro de su posición.

####

Tiempo despues

Lion-O no tenía paciencia, cuando se despertó no era de noche, apenas habían pasado tres horas desde que Viragor se posara con una avanzadilla de tigres liderada por Pumyra en las inmediaciones del bosque negro, ese tiempo falso que vivió en su mente, fue parte de un truco, esa flor era prueba de ello, el guante no se había separado de su lado, así que supuso que había ido nuevamente a ese Plano Astral donde las pruebas se llevaron a cabo, se preguntaba si Scandiacus fue la verdadera, ella dijo que se tenían que ver, pero de esa otra manera.

Comprobó con desagrado que no tenía el collar que Scandiacus le dio y él regalo a Cheetara, únicamente Scandiacus conocía del collar, así que solo ella pudo haberla tomado, pero como dijo Fedora, estaba convaleciente con las operaciones de sus ojos y rostro.

Regresó de nuevo a la flor, sabía que la había visto en algún sitio, esos recuerdos borrosos volvieron a él, su sabor era horrendo, amargo como la hiel y desagradable como el ajo, aunque gracias a esa sustancia salvó la vida, fue hasta que recordó el olor de la comida que le sirvieron en la mañana, comida que esos pequeños bribones robaron, que entendió que no podía demorarse.

Snarf salió de su escondite y le siguió por el pasillo, se puso sus pantalones y miró su armadura con un enorme hoyo en la espalda, dado que no tenía un repuesto, se la colocó lo más rápido que pudo y salió con la flor protegida entre sus brazos, como si de un tesoro de suma importancia se tratase.

Esa flor probaba que algo muy raro había sucedido, era imposible cultivarla en esa época, menos en esa región, la habían traído con un propósito específico, había una fragancia muy específica impregnando el vaso donde se colocó por su misterioso benefactor, era el olor de alguien conocido, no recordaba quien aunque con el paso de los minutos le recordó brevemente.

Una cosa era segura, la flor estaba antes de que él llegase al hospital, como fuese, no podía pensar en ese misterio, lo primero era el niño.

Cheetara tenía una mirada afligida, Wily Kit estaba sobre sus piernas apretando sus puños. Tygra caminaba de un lado a otro, les habían dejado entrar pensando que todos formaban parte de la misma familia, quizás para muchas aves se veían exactamente igual, aunque en la vieja Thundera dos felinos de casta y una coli-orejas llamaría la atención por lo extraño de la mezcla.

Lion-O se apresuró discutiendo con la enfermera que el jalaba del brazo, otras se le unieron, aunque no por algo era un felino de la raza de los leones, llamó la atención de los guardias, pero estos acabaron por retirarse cuando Horus, quien estaba próximo a la sala de espera, prefirió seguir el criterio del joven rey, más por su beneficio personal que por confianza, pues ya venía con más problemas.

-¡Si no empiezas a tomar decisiones importantes por tu cuenta, nunca te tomarán en serio!

Lion-O le espetó enojado, la paloma que cabeceó apesadumbrado, le mostró las quejas y peticiones ridículas del consejo, esperaban que en su ausencia Horus se los aprobase, el invierno sería crudo y si no se lo tomaban con seriedad, nadie más lo haría, para él era más simple rechazar una petición pues partía de una posición de autoridad plena, mientras Horus debía demostrarse más conciliador.

-¡Cu-curru!

-Está bien, está bien, no tienes que gritar, una vez termine aquí te acompaño.

-¿Cu?

-Oh, no te soporto.

-¿Lion-O? Wily Kit alzó la mirada casi al borde de las lágrimas, Cheetara le miró sin atinar a decir nada, pensó que se quedaría a reposar, tenía heridas en la cara y manos, parte del brazo estaba vendado, la armadura recibió el mayor daño, reparar la cerámica del faldón fue muy difícil, la espalda del peto… si su padre viviera, seguramente le hubiese dado una paliza.

-¿Qué haces aquí estúpido, deberías estar en cama? Tygra le dijo con desagrado.

-¿Dónde está? Nadie le respondió, como supo que ellos estaban enojados no perdió el tiempo.

-¡¿Wily Kit?! La gatita señaló con su brazo.

-¿Qué pretendes hacer? ¿Moverás la espada y lo curarás? Deberías ir a descansar, Cheetara habló de forma muy seca, pero extrañamente preocupada, evitaba mirarle, incluso parecía en cierto aspecto muy afligida y avergonzada.

Sin mediar más palabras se metió al área de cuidados intensivos, los guardias se apartaron al ver de quien se trataba, Wily Kit, Tygra y Cheetara le siguieron, solo para descubrir que a ellos los doctores no les dejaron pasar… la ventaja de ser una autoridad incuestionable, le gritaron, especialmente su hermano, no se detuvo a esperar a nadie.

Le escocía la herida, ponerse la armadura de nuevo no había sido la más brillante de sus ideas, ese hospital funcionaba porque sus máquinas eran para tratamientos especiales, como quemaduras, heridas profundas y enfermedades que en ninguna otra parte tendrían solución, aunque seguramente no conocían las enfermedades de los felinos o los “venenos” que aquejaban a estos.

El olor de la flor llegó a sus fosos nasales y recorrió el trayecto a los nervios olfativos, impregnándose en la lengua. “¿Por qué esta flor?” Se preguntó entonces.

Esa delicia culinaria era la respuesta, había reconocido el olor, no sería algo malo si no fuese porque se consideraba tóxica para los felinos en cierta concentración, pues es bien sabido que no procesaban bien la leche o el dulce de azúcar  esa señora de la cocina real le salvó la vida de esa manera cuando se intoxicó. Ella usó la flor, recordaría el olor y el sabor para siempre, se requería de una flor fresca, aplastar el corazón, dosificarlo con un poco de agua, si no era una flor fresca no serviría, el hígado acabaría destruido, entre los vómitos y el sangrado, un niño no llegaba a ver lo peor de su delito.

El costo si se tomaba directamente, era experimentar uno de los sabores más desagradables del mundo, la tortura duraba semanas, se empleaba antiguamente con los prisioneros que habían cometido una herejía grave o traición.

Cheetara en su preocupación no lo notó, tampoco Tygra, fue muy extraño a pesar de los granos en la boca y orejas, signos de la intoxicación, Lion-O hizo la infusión imponiéndose a la queja de los doctores.

-¡¡ASCO!! Dijo el pequeño Wily Kat en voz alta, para su fortuna, aunque el color del orín del pequeño ya comenzaba a ser marrón, sus riñones e hígado no habían fallado gracias a las medicinas de Avista, pero sin la flor solo sería cuestión de tiempo.

La reacción en su cuerpo fue de apenas unos minutos, el tiempo en que tardó en absorber el líquido por el estómago, la temperatura de su organismo descendió y mágicamente lo peor había pasado.

Dos horas pasaron entre pruebas e idas al baño, la medicación que fue adecuada a su propia sangre, los doctores tomaron muestras de la flor, querían entender lo que había pasado, Lion-O únicamente agradeció que no se hubiese equivocado.

El pequeño fue llevado en una silla de ruedas alzando los pulgares seguido por el resto.

Cheetara le tomó de brazo, pero no fue con enojo, en cambio temblaba, Lion-O que no atinaba a enojarse o arrepentirse, dijo en un tono conciliador.

-¿Pasa algo? Ella dudaba y dolorosamente le soltó.

-No, sigamos.

####

Un cuarto del hospital de Avista
Tiempo después

-¡¿Dulce de leche?! Wily Kit abrió la boca sorprendida, su hermano que estaba gravemente enfermo, mágicamente se puso sano, descansado en un cuarto de hospital, recuperaba sus fuerzas tomando jugos y alimentos especiales para recuperarse de la pérdida de nutrientes y líquidos.

-Posiblemente la comió por descuido, esa flor de nenúfares neutraliza los efectos.

-¿Por eso me salieron esos granos…? ¡Ugh! Me sangraban las encías, apestaban horrible, incluso vomité.

-Pobre hermanito mío. Wily Kit le dio un beso en la frente, el chico la apartó molesto.

-La siguiente vez, huele antes de meterte algo a la boca, no todo lo que llega a Avista es seguro para nosotros.

-Bueno, es que de dónde venimos no hay nada parecido a un dulce de leche. Lion-O movió las orejas y Snarf, que luchaba por ocultarse de las enfermeras maullaba enojado.

Lion-O pudo decir que posiblemente la comida que le sirvieron y de la que el chico comió llevaba ese componente peligroso, pudo decirles a todos que era la prueba de que un traidor trabajaba para el bando de Mumm-Ra, pero todavía no tenía la imagen completa.

Deseaban dejarle fuera de combate, Pumyra llevaba esa daga en el cinto, pudo reconocer la empuñadura con la que transformaban a sus víctimas en monstruos llenos de maldad. Pero si quería envenenarle no necesitaría de la daga, “Amor mío, sigues tú.” Fue lo que dijo Pumyra, las implicaciones de esa frase se le iban de las manos, tomando un camino que nunca se esperó.

-¿Vas a cambiar de armadura?, esa se ve para la basura. Wily Kat notó el hoyo en la espalda metiendo sus pequeñas manos, Lion-O lo bajó de su espalda y jugó con él abrazándole afectuosamente, parecía más un padre preocupado, que ninguna otra cosa.

-Me temo que así será amigito, esta me la regaló mi padre, es muy especial para mí, veré que se puede hacer antes de decidirlo, los doctores dicen que podemos llevarte con nosotros en un par de horas, así que te cuidaremos esta vez.

-¿Vendrás con nosotros? Casi no te vemos Lion-O. Wily Kit dijo, Lion-O no respondió con emoción, se limitó a suspirar, él la llamó para abrazarle también Cheetara y Tygra estaban sentados sin decir nada, esperando.

-Me temo que no será posible, con mi imprudencia he dejado mucho trabajo de lado, además, Panthro no ha vuelto aún de su viaje y debo esperar a su regreso.

-¿Ya no nos quieres?

-No digas eso, es al contrario Kit, esto lo hago porque los quiero a todos, esto es para asegurar nuestro futuro y del Tercer Planeta, ustedes dos son mis más grandes tesoros. Lion-O abrazó a ambos niños y les besó como si fuese el último día, aunque su padre nunca se portó así con él, sabía instintivamente que era la manera en que él lo haría, lo dijo a pesar de lo que verdaderamente sentía al verles de cerca y abrazarles.

-¿Podríamos ir nosotros a dormir contigo?

-Me temo que eso no sería nada sabio en vista de lo sucedido. Cheetara y Tygra se miraron por la insinuación de Lion-O que a los pequeños les pasó completamente de largo.

-Cheetara les cuidará, prometo que si termino antes de que caiga la noche, les visitaré, incluso voy a contarles un cuento.

-¿De verdad? Lion-O asintió dejando a ambos chicos ansiosos porque alguien les volviese a contar uno.

-Una cosa Kit, Kat…

-¿Qué pasa coleguita majestad?

-¿Me están ocultando algo? Los dos chicos se miraron.

-¿A qué te refieres? No hemos hecho ninguna travesura importante, al menos no que recuerde. Wily Kit inquirió.

-¡No es a lo que me refiero! Lion-O habló con severidad apretando los brazos de ambos.

-¡Lion-O, me lastimas!, dijo Wily Kit, él suavizó su postura.

-¡Wily Kat está convaleciente! Cheetara le alertó.

-Quiero decir... ¿Hay algo importante que no me hayan dicho? Lion-O con sus ojos azul blanquecino les observó a ambos, se miraron entre ellos y luego al chico que esperaba una respuesta clara, no la obtuvo.

-No Lion-O… no te estamos ocultando nada. Dijo Wily Kit apenada. Él hizo una mueca apretando los dientes, respiró y luego exhaló tragándose su orgullo.

-Está bien… les creo. Se levantó, pero la expresión severa no se borró del todo.

-¿Y qué hay de ti? No nos dirás que le pasa a tus ojos.

-Los errores se pagan caro a veces, hoy he cometido uno y esta es mi recompensa.

Pensando que se estaba quedando ciego se sintieron muy abatidos.

-No se preocupen por mi, de momento será mejor que descansen, quiero que el tiempo que estemos en aquí aprendan todo lo que puedan, tómenlo con seriedad, en nuestro mundo jugar no siempre es una buena idea ¿Lo entienden? Ambos gatitos afirmaron con la cabeza.

Para cuando Lion-O salió cerró la puerta del cuarto, se sentó en el pasillo próximo a la sala de espera, le dolía la cabeza y su estómago se sentía convulso. Dos felinos le siguieron de cerca.

-¿Qué vas a hacer ahora Lion-O, incluso han tratado de envenenar a Wily Kat y por lo que veo, tú eras su objetivo? Tygra salió del cuarto exclusivamente para cruzar unas palabras nada agradables, modero su tono al ver su estado, le preocupó más al ver el color de sus ojos con detenimiento.

-No te inquietes, de todas maneras logré salvarle la vida.

-¿Y si no hubiese pasado?

-Si le ha salvado, discutir ese escenario no tiene sentido. Dijo Cheetara con moderación.

-Deberíamos, porque, se ha lanzado a salvar a esa maldita mujer sin medir las consecuencias.

-A veces él también es una persona. No lo olvides, todo cometemos errores.

-Y eso puede costarnos todo, ¿no es así hermano?

-Ser líder no es tan sencillo como crees Tygra, tú más que nadie debería saberlo, este día tuvo un balance positivo. Cheetara aconsejó a su novio intentando conciliar las posiciones de los dos hermanos, Lion-O la regresó a verlo, pensaba que estaría más enojada por lo que le dijo en las afueras de Avista, no comprendía en absoluto a esa mujer.

-¿Positivo?, casi le matan, llamas a eso balance positivo.

-Bueno, nadie murió, probamos las defensas y la moral de la ciudad subió, dentro de todo lo malo que ocurrió esto es lo mejor del balance. Ella replicó con fervor.

-¿Y nosotros? No sé tú Cheetara, pero últimamente nos trata como si no nos conocieras. Tygra sabía presionarle. Lion-O, esperaba que Cheetara volviese a ser la clérigo que amaba y conocía, la clérigo que le abandonó a su suerte, que en su peor momento lo dejó solo y se llevó con ella toda su sabiduría de bolsillo a otra parte, era menos molesta que intentando patéticamente regresar a su papel anterior.

-Estamos cansados, es todo, no le culpes por eso.

-Dime Lion-O, ¿todavía seguimos buscando las piedras o esperamos a que Mumm-Ra venga a por nosotros sentados? Lion-O cruzado de piernas y brazos estaba sentado lateralmente intentando no recostarse sobre su espalda que escocía.

-Las piedras pueden esperar, además Mumm-Ra no se está moviendo en absoluto, él en cambio… Lion-O podía decirle que ese hechicero estaba creando un ejército movido por el miedo a una alianza entre especies, había algo más, Mumm-Ra ni su nuevo cuerpo se estaba moviendo en absoluto, sabía que se relacionaba con el uso de la piedra, pero no tenía idea de la razón, con ese poder, un ataque incluso aleatorio les haría mucho daño, el monstruo ni siquiera les presionaba para buscar la piedra.

Sus tropas eran las únicas que se movían cerca de los límites del desierto y sus generales se habían esfumado.

De cualquier manera, ese no era el lugar adecuado para discutir, esa Scandiacus falsa se lo había advertido, “las paredes oyen”.

-¿Por qué te quedas callado de repente…?

-No necesitan saber esto. Cheetara y Tygra se sorprendieron por la respuesta tan seca y fría.

-¡¿Por qué no, acaso no merecemos saberlo?! La pareja, como movida por la misma sensación replicó.

-No es necesario que lo sepan, cuando sea conveniente para mis intereses les diré todo. Fue la única respuesta de chico que se levantó para reunirse con Fedora que venía con un par de lentes en sus manos, mientras Horus esperaba.

-Debes estar bromeando… ¿tus intereses?

-Panthro llegará en un par de horas Tygra, asegúrate de recibirlo.

-¿Qué rayos te pasa? Lion-O no le respondió.

-Limítate a obedecer.

-¡Lion-O! Tygra pareció ofendido.

-Cheetara, has favor de cuidar de los niños … si no estás de acuerdo o no puedes realizarla, comunícalo a la orden, ellos se encargaran de su seguridad.

-Voy a cuidarles. Respondió como si poner en duda su intención fuera una osadía del pequeño león.

-Bien.

Tygra lo agarró del hombro.

-¡Tú! ¿Crees que puedes decirme que hacer y luego de burlarte de mí, de no decirnos la verdad?

-¡Suéltame! No me burlo, únicamente quiero que cumplas una orden.

-¿Y si no quiero que harás?

-Escucha hermano, tú tienes un clérigo fiel a ti, que sacrificaría a su rey por protegerte, las personas de Thundera confían en ti y te seguirían, pero ser un líder no es un concurso de popularidad.

-Espera Lion-O, estas malentendiendo lo que pasó. Cheetara replicó, pero él negó con vehemencia.

-Tú eres una caja de malentendidos Cheetara, eso ya lo dejaste claro, pero eso no importa ahora, esto no se trata de tocar una campana e impresionar a todos, solo porque tu propio hermano comete el delito de querer destacar, es sobre responsabilidad, no todo gira en torno a ustedes o Thundera, si no pueden cargar con ese peso, no serán gobernados nunca por un buen rey y si no pueden obedecer una simple orden, nunca podrán ser buenos súbditos.

Lion-O le apuntó con el dedo, presionándolo contra su pecho, la conversación para Cheetara era una muestra de la condición que guardaban con el rey, ella no dijo nada solo apretó los dientes.

-¡Yo no soy tu súbdito! Le espetó Tygra, que se hacía de compañero de viaje al mismo nivel. Lion-O miraba al suelo en una sucesión de pensamientos rápidos, que se convirtieron en las quejas que deseaba externar.

-No me tratan como rey, abusan de su posición, si no les gusta abandonan, no sé a qué atenerme con ustedes, hacen cosas buenas que opacan las malas, luego vuelven sobre sus pasos y únicamente me confunden, si es así como son las cosas, si no son mis súbditos, entonces no tengo nada más que agregar.

-¡Espera, merecemos una explicación!

-Si tengo que consultar cada cosa que hago con cada uno de ustedes, tal vez sea porque soy un mal líder, pero también significa que ustedes no tienen un compromiso con mi causa.

-Lion-O te hemos seguido hasta aquí ¿no? Cheetara lo detuvo con la mano, el hecho que le tocase de esa manera fue ofensivo a sus ojos, en Thundera ante Claudus, eso le hubiese valido una vida en calabozo, pero allí estaba él, aguantándose, regresó y habló desagradablemente.

-Es como si esto fuera mi responsabilidad exclusiva. Eres un gran guerrero, a decir verdad, el mejor de los que he conocido, valiente, listo y virtuoso, pero sin lealtad a la causa que sigues, es como si eso no valiera nada. ¿Ves a esas aves?

-No sé que demonios tenga que ver.

-Lo tiene, y mucho, pues cada una de ellas respeta mi cargo, incluso si no les agrado, siguen mis órdenes porque confían en mi criterio, saben que lo hago por su bien, no cuestionan cada cosa que digo sin motivo, ni piden una razón porque las cosas van mal, hacen su trabajo.

Lion-O se sentó y se tomó de la cabeza, no sabía las palabras, era una sensación, un sentimiento que le aquejaba y que salió por sí solo, había crecido a pesar de sus mejores deseos.

-Últimamente siento... Apretó los dientes y guardó silencio.

-¡No te cortes, dilo!

-Tygra, mi padre odiaba a los embajadores, no se preocupaba por negociar nada porque Thundera se imponía con la espada al resto del mundo, pero ese mundo se acabó. Ya no somos un jugador importante y parece que ustedes no se dan cuenta de ello.

-¿Eso qué significa? No estamos aquí para construir un imperio, sino para derrotar a ese monstruo.

-Y para eso necesitamos aliados, tengo que pensar a futuro, trato de pensar porqué hago esto y aquello, cada movimiento es un paso adelante y dos hacia atrás, por cada éxito hay muchos fracasos, no es tan sencillo como hacer una estrategia de combate, implica muchas cosas, cosas que están más allá de nuestro alcance visual y luego está esa sensación.

-¿Cuál sensación? Lion-O, no importa el problema o lo que pienses, estamos aquí para ti, podemos ayudarte. Cheetara habló pero para Lion-O sus palabras eran parte de una retórica vacía, visiblemente afligido, respiró profundamente, alzó la cara viendo la luz que menguaba a través del ventanal de la solitaria sala de espera y se cubrió los ojos.

-Siento odio.

-¿Odio, eso qué significa? Cheetara tomó del brazo a Tygra, llevando la iniciativa de la conversación.

-Ni yo mismo lo sé, pero cuando estoy con ustedes… creo que les odio, les odio a ustedes, no, no solo a ustedes, a todos, incluso a los niños, no sé qué hacer, e intentado corregirme, pero crece y crece, siento que me devora por dentro y esto no me ayuda.

-¡Lion-O! Cheetara dio dos pasos adelante, Lion-O retrocedió, Tygra en cambio retuvo a su pareja.

-¿Odiarnos? Él no respondió.

-¿Por qué? Es porque no te elegí, porque Pumyra te traicionó o esa mujer de la Orden. Cheetara replicó quitándose con fuerza el brazo de su amante y agarró con fuerza a Lion-O haciendo que le mirase de frente, él estaba realmente afligido, pero su reacción de desagrado era genuina.

-No lo sé, tal vez, tal vez no, no lo puedo explicar, solo lo siento, es una sensación que tengo desde que regresé de ver a Soul, no lo entiendo, creí que era parte de mis ideas sobre mantener el grupo estable, el estrés... sin embargo.

-¿Te refieres a hechicería? Cheetara puntualizó como esperando que eso fuese. Lion-O pasaba sus manos por su cabellera y luego se separó.

-Si supiera la respuesta no estaría tan confuso.

-¿Si no te gustamos, entonces porqué no renuncias? Lion-O levantó pacientemente la cabeza

-Serías rey si conocieras la respuesta. Dijo pegando su frente al vidrio frió del ventanal.

-¿Entonces debemos aceptar que no odias y punto, todos felices?

-Cumple la orden que te he dado… aunque, pensándolo bien, te daré la opción de elegir si es lo que deseas, solo no me quites el tiempo por cosas que no estás dispuesto a hacer, ya encontraré a otra persona que haga ese trabajo y si no, puedo hacerlo por mi cuenta.

Lion-O se dio la vuelta y se enfiló a la comitiva de Horus con Fedora al lado sin esperar a dar más explicaciones, su expresión vacía lo decía todo.

Cheetara, muy pensativa le dijo a Tygra con suavidad.

-Al menos ya sabemos por qué no nos dice nada.

-¿Nos odia? Pero qué tontería.

-No lo es tanto, más bien lo contrario, es un síntoma.

-¿Sintoma? ¿Te refieres a… una enfermedad?

-“Siente” la desconfianza, es lo que ha insinuado, es distinto a un verdadero sentimiento de odio.

-¿No pareces muy afectada?

-Lo estoy, por ahora deberíamos hacer lo que nos ha pedido, si tuviera los libros de Jaga sabría por donde comenzar, esa mujer tiene que ser la responsable, desea alejarnos de él.

-Divide y vencerás. Tygra pareció comprender que podría haber una guerra en frente de sus narices y como dijo Lion-O, no eran capaces de verla.

Cheetara regresó a su sitio sentándose sobre un asiento del cuarto de Wily Kat, colocando sus manos entre sus sienes y luego reclinando su espalda sobre el respaldo.

-¿Estás bien guepardito? Wily Kit, somnolienta le dedicó una sonrisa al lado de su hermano.

-Necesito vacaciones.

-Este lugar no es muy distinto de tener unas, al menos a diferencia de Thundera, no tenemos que mendigar nada.

-¿Wily Kit?

-Dime guepardito.

-Me vas a contar lo que le has ocultado a Lion-O, ¿quieres? Wily Kit vio a su hermano que asintió con la cabeza, al tiempo que Snarf salía de su escondite trepando la cama, alzando su cabeza para evadir los radares de las enfermeras.

-Es una larga historia, pero por favor, no le digas a Lion-O ¿lo prometes?

-Mucho me temo que el tiempo no será un problema. Cheetara miro la ventana, mientras las nubes reclamaron nuevamente el cielo, ese día Panthro no regresaría.

####

Periferia del camino de los viajeros Wollos.
Días después.


La tormenta se fue extendiendo hacia el este del valle y el cielo despejado dio un descanso a las inmediaciones de los pueblos que cortaban a las faldas de las cordilleras desérticas con las verdes y cálidas regiones del sur, el tanque felino se escuchaba a mucha distancia, por lo que los viajeros decidieron ir a pie.

Wily Kit y Wily Kat saltaban ágilmente entre los árboles cercanos a la nieve, no parecía que el pequeño Wily Kat hubiese estado a punto de morir intoxicado un par de días atrás, porque saltaba con una agilidad impresionante.

El resto de la expedición siguió en hileras separadas por varios metros.

Mandora señaló a Fedora el lugar preciso donde indicaba su mapa. Los guardias de avista eran un grupo de veinte voluntarios, Lion-O, Tygra y Cheetara acompañaban a cada hilera, las cuatro aspirantes que antes eran unas pichones de la Orden de Avista, se comunicaban con señas usando las manos, sacaron sus espadones y se los colocaron en las espalda, cada una cargó un pesado rifle de plasma.

-¿Por qué no les permiten hablar, no es un poco duro? Preguntó Cheetara al ave azulada.

-Siempre lo es querida, las cuatro son huérfanas, pero que eso no te engañe, las "pichones" son hijas de familias acomodadas que lo han perdido todo, tienen una educación liberal contraria al compromiso de un estandarte de Avista, es por eso que deben guardar un voto, por lo general de dolor, el silencio no duele en apariencia, todas eligen el silencio, aunque al final no muchas lo soportan.

- Los otros reclutas platican sin mucha disciplina.

-Ja, es porque el resto no llegará a ser miembro de la Orden, están por los beneficios de pertenecer, la comida, los cuidados médicos y sitios preferenciales en el campamentos para sus familias, su Majestad dijo que incluso si no eran buenos candidatos, con enseñarles lo básico de la defensa personal haríamos mucho por Avista.

-Así que las otras lo hacen porque no tienen opción.

-Al principio así es, pero esas cuatro chicas se han vuelto duras, por lo demás su vida es normal, la Orden se ha convertido en su familia.

-¿Tú fuiste como ellas?

-Fue diferente, yo llegué con un entrenamiento ejemplar de mi maestro Hachi, mi padre era agregado militar y mi madre científica, por desgracia ambos murieron en un accidente y decidí seguir con la Orden a pesar de que pude tener otros puestos en el gobierno. Fedora parecía ser a ojos de Cheetara una persona ecuánime y afable, tenía esa clase de personalidad abierta que era atractiva a las personas.

-En el clero cualquiera podía ingresar a las pruebas, pero nadie que no estuviese seguro de su decisión. Aún así, nunca hubieran perdido el nombre.

-Una vez que lleguen a ser novicias con plenos derechos, recibirán un nombre en base a sus habilidades y podrán dar opiniones basadas en el aspecto de la sabiduría que hayan aprendido, eso te aseguro es un orgullo en sí.

-¿Por qué te llamas Fedora?

-Mmm, mi maestro era un curioso espadachín del camino de los Hachi, usaba un sombrero de ala llamado fedora.

-¿Eso que tiene que ver con tu técnica?

-No es tan complicado, verás, el sombrero fue un trofeo ganado a un gran espadachín de técnica de piedra al que derrotó mi maestro con una técnica de aire ascendente usando su katana.

-¿Una técnica de corte de rehilete?

-¡¿Ah?!, ¿Cómo lo sabes? No creía que un clérigo supiera esa clase de ataques, pensaba que estaban en contra del uso de las espadas cuando Jaga devolvió la espada de los augurios.

-No realmente, aunque conocemos las leyendas de los espadachines de Shogun y los guerreros escarabajo.

-Ciertamente es una buena fuente, aunque un poco fantasiosa, como sea, la única forma de derrotar a una espada de técnica de piedra es con una de rehilete y es mi especialidad, pero Rihala no es un nombre de mi agrado, Fedora en cambio es encantador y me permitieron conservarlo.

-¿Y ella por qué se llama Mandora?

Mandora que estaba a la cabeza no le dio importancia a su conversación, aunque le molestó la indiscreción de su antigua maestra.

-Su espada tiene la técnica de los atlas de ataque de penetración, por lo que debió llamarse Atlantea. En cambio se ganó el legendario título de la “mandona”, nuestra Madre Scandiacus entonces creyó que su habilidad más importante no era la espada sino su apego a los mandatos y órdenes.

-¿Y no se lo ha tomado a mal?

-No lo creo, es el tipo de personalidad que ella tiene. Yo deseaba que se llamase Goldie, pero Nuestra Madre nos dijo que era superfluo, un sombrero que recordaba una técnica era aceptable, un nombre dado por el cabello dorado de alguien, no.

Mandora regresó a ver hacia atrás dedicando una breve mirada a ambas chicas con su cara impasible. Podía haberse enojado con su maestra, pero estaba enfrascada en una guerra de miradas con Lion-O.

Este último intentaba aproximarse a ella, pero la guardiana se lo hizo muy difícil.

-Ese niño es un ingenuo, mira que fijarse en una “viejuca carroñera” cuando él está todo sangrado. Dijo Fedora con la intención de divertirse.

-Pronto cumplirá la mayoría de edad, tal vez sea hora de darnos una oportunidad. La guardiana le respondió secamente sin sentir nada de lo que decía.

-¿Ustedes dos están peleados realmente?

-No pienso perdonarle así de fácil, dudó de mí el muy...

-¿Y qué harás si consigue tu perdón?

-Nada pasará entre nosotros, todavía es un niño. Carraspeó sin dejar a las dos chicas convencidas.

-¡Pero qué niño! Solo mira esos brazos y piernas, ese trasero firme… ¡ja!, esa cabellera y fino rostro, ¡Pff! Fedora con una cara absolutamente hilarante presionó más a la guardiana.

-¿Podríamos dejar de hablar de esto? Cheetara interrumpió molesta.

Cheetara desde luego quería saber la razón de la guardiana para acercarse a Lion-O.

-¿Puedo hacerte una pregunta personal? Fedora la miró apaciblemente y respondió en voz baja.

-Dispara cuando quieras.

-¿Cual es el motivo? Luego de unos instantes de meditarlo respondió con precisión.

-Venganza.

-¿Contra quien?

-Ni yo lo sé, se remonta a antes del día en que llegó a Avista, algo de lo que yo no sé absolutamente nada, tuvo problemas para adaptarse debido a un trauma muy fuerte.

-¿Y no es peligrosa? Fedora se rió alzando los hombros.

-Eso únicamente lo dirá el tiempo, quisiera que su majestad se percatara de ese peligro, pero es un terco.

-¿Quieres decir que él lo sabe?

-Eso me temo, a pesar de ello...

-¡Es lindo! Dijo finalmente Mandora, rechazando otra de las miradas arrepentidas del chico que bajó la cabeza, sus dos acompañantes suspiraron al ver que a la guardiana no le molestaba en absoluto la preocupación del príncipe en obtener su afecto, es más parecía al contrario, halagarle.

Fedora dio a entender que al chico eso no le importaba en absoluto, tal si fuese un hechizado atraído a las puertas de la casa de una bruja malvada, saltándose temerariamente el peligro, para su desgracia, descubrir la razón por la cual el rey se había distanciado tanto de ella, le había llenado de inseguridad su corazón y ver a Mandora junto a Lion-O, era algo que no iba a tolerar.

Pumyra ya había hecho mucho al respecto para dañar al rey, para ahora dejar que alguien aún más peligrosa y con intereses por fuera de la orden, superasen nuevamente su sentido común.

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Fin de parte 7

domingo, 10 de febrero de 2013

El gigante de piedra parte 6

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Un sueño

Una horrible pesadilla pensó en un primer, era tan vívida, parecía como si flotase, siendo llevado por el aire enrarecido de aquel sitio oscuro. Viendo a través de unos ojos ajenos, observó atentamente una figura que pudo reconocer perfectamente.

Pumyra torturaba a un mapache a quien castigaba con suma crueldad y repetía el interrogatorio monótonamente.

-Lo repetiré nuevamente estúpida sabandija, ¿Dónde está el disco? ¿Qué has hecho con él?

-No lo sé, ya te lo dije, creo… que lo vendí en la ciudad de los perros, sí, eso es, lo vendí en la ciudad de los perros a unos desalmados suricatos.

-¡Mientes! Un “pajarito” nos ha dicho que no robas para hacerte rico, lo haces porque te gusta poseer las cosas de otros, siempre conservas los que robas, si me lo dices seré piadosa contigo, podría hasta… dejarte libre. Ella volvió a pasar las puntas de sus garras llenas de sal por las heridas del mapache que gritaba estridentemente, tanto que los guardias lagartos se retiraron asustados por la brutalidad infame de esa thunderiana.

-Oh bueno, quien puede creer en las palabras de un pajarraco. ¡Ay! Ustedes bárbaros no tienen en menor sentido del humor.

Un tigre encapuchado apareció para detener el acto de la felina, le hizo una breve acotación que cambió su espasmódica furia, no pudo escuchar lo que decía, lo ojos del mapache saltaron de sus órbitas al ver una larga daga cuya hoja era negra y sin brillo, misma que parecía absorber la luz de su entorno.

Pumyra sonrió al descubrir como la daga reaccionaba al mapache. Específicamente la intensidad de su oscuridad se cebó en uno de sus bolsillos.

-¡Podemos discutirlo, desde luego! ¡Está en el bolso! El mapache por fin confesó lastimeramente, la felina arrancó el bolso y de entre sus cosas sacó una pequeña caja con un curiosa moneda.

-Pequeño y traicionero mapache… ¡¿Cuál es la palabra?! Gritó con la punta de la daga raspando su ropa.

-Discutamos un poco… ¡ahhh!

-Si la punta de esta daga te atraviesa desearás haber muerto primero.

-¿Me dejarás libre? Me das tu palabra.

-Seguro, soy alguien de honor.

-Bueno, no podrías liberarme primero… ¡ayyy!

-La palabra. Pumyra volvió a presionar la daga.

-¡RankinBass!

Súbitamente la moneda se fue agrandando cada vez más hasta que Pumyra no fue capaz de alzarla con sus manos, caía jalada por la gravedad hasta adquirir varias veces su tamaño inicial estrellándose contra el piso metálico.

-Prometiste que me dejarías ir.

-Y lo voy a hacer, aunque… nunca dije cuando, ni como.

-Habrase visto tamaño mentirosa, me vengaré, lo juro.

-Ese es el espíritu. Como agradecimiento, voy a probar un interesante tesoro de mi amo, ya que tengo el disco, sería bueno probarlo antes de usarlo, Pumyra levantó una daga de acero con dos serpientes grabadas en la hoja.

-¿Qu-qué vas a hacer?

-Verás mapache estúpido, este disco no es un tesoro, es un tributo para una diosa, una que solo acepta la sangre a cambio.

-¿Qué vas a hacer? Pumyra con la punta de la espada cortó la piel del mapache que se retorció de dolor, la sangre inundó la daga que la absorbió como si fuese una esponja. Un par de tigres recogieron la pesada moneda y ella puso la punta en el centro.

El metal dorado comenzó a tornarse rojo, la hoja negra de la espada se decoloró hasta adquirir un tono plateado. Pumyra pudo atestiguar la avaricia del mapache, incluso en ese instante era llamado por su deseo.

-Te gusta ¿verdad? No te preocupes, pronto será “tuya”. Dijo atemorizando al pobre diablo.

Las luces del recinto se iluminaron mostrándose una enorme estatua blanca recostada en una plancha, los tigres cargaron la moneda y la insertaron en la boca de la estatua sin entrar totalmente, sus ojos se abrieron, dejando ver unos rubís que emitieron una luz rojiza.

-Te presento al golem de piedra, fue usado alguna vez por la famosa reina Tártara para dominar a sus enemigos de Tercer Planeta, una excelente mejora a la versión original de mi Señor Mumm-Ra, lo tenía pensado para una persona muy especial para mí, pero ya que estas aquí, no veo porque desaprovechar esta valiosa oportunidad.

-¡No! Te lo suplico.

-Observa mapache, mira cómo cambia de color esta preciosa daga, conservó la energía del último sacrificio incompleto, esa reina estaba loca, al final todo lo que deseaba era ser correspondida por su amado y fue derrotada de la peor manera, yo no cometeré ese error.

Se puso en la cima de la estatua, a la altura del pecho y dejó ir la daga que se enterró en la piedra viva tal si se tratase de mantequilla, la moneda fue tragada por el gigante.

-Con la moneda se transforma la sangre, pero es preciso un sacrificio inicial, alguien vil, que use niños para que robe por él, no por necesidad o por dinero, sino por el placer de poseer lo de otros.

Uno de los tigres le acercó una caja, en ella había más dagas, todas plateadas.

-Ahora estas dagas será nuestro acceso un futuro nuevo, uno sin el yugo de los leones.

La hoja de la daga adquirió el mismo tono oscuro que la primera.

Tookit, el ladrón, reflejaba en su rostro el espanto y la angustia que se apoderó de sus sentidos hasta que alguien le retrajo de su estado.

“Sé que no es tu culpa, la obsesión se apoderó de ti” El mapache miró al frente y observó a una mujer cubierta por una toga blanca, era alta y esbelta, su voz era segura y grave.

¿Quién eres tú?” El mapache habló con su mente sin emitir una sola palabra.

Tu obsesión será el detonador, tu pecado se volverá contra todos los infieles, como hizo conmigo

¡Ayúdame!

No

¿Por qué entonces me dices esto?

Él puede salvarte, estará en sus manos decidirlo, pero tienes que darme algo a cambio

¿Y eso qué sería?

Tráe la espada ante mi, él te seguirá

-¿La espada de quien? El mapache gritó, Pumyra regresó a ver al punto donde este tenía clavado sus ojos.

-Parece que has perdido el interés pequeño. Pumyra agarró al mapache del hocico con enfado.

-¿Qué vas a hacer? Cuando miró de reojo la dama blanca, esta había desaparecido.

-Es simple, te prometí que te dejaría libre.

-¿En verdad?

-Desde luego.

-¡Ughhh! En un movimiento veloz, Pumyra enterró la daga con toda su fuerza en el cuerpo del pobre mapache, quien chillaba espantosamente abriendo el hocico, la felina se lo impidió y con su brutal fuerza apretó su mandíbula, hasta que dejó de moverse.

El mapache no sangraba, cuando sacó la daga casi inmediatamente, el desgraciado animal despertó de un alarido, temblaba frenéticamente y de su herida expulsó una sustancia negra que no se derramó, cicatrizando su piel.

Esa oscuridad invadió sus ojos hasta que su cuerpo dejó de moverse, respiraba nuevamente y eso inquietó mucho al observador.

-Eso es pequeño, ahora eres libre. Sigues tú, amor mío... Dijo Pumyra sosteniendo la daga con una expresión impasible.

“Ella tiene razón” La espectral voz resonó a su costado.

Lion-O fue tomado por sorpresa despertando con agitación. Snarf saltó sacado de su pacífico sueño por el chico que lo lanzó de su cama con una patada involuntaria.


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Ciudad de Avista
Tiempo después

-Se lo ha preguntado su majestad, una curiosa avistiana de plumaje azul interpeló al chico de cabellera pelirroja cuyos largos mechones se le escurrían entre sus dedos.

Lion-O interrumpió la comida de Snarf que se colgó se su ropa hasta que le dejó el plato en el suelo.

-Eso no me dice nada Fedora, no es nada conclusivo, Wily Kit mencionó que a un ave discutirlo y que por eso fue en mi búsqueda.

-No parece tomar esto muy en serio majestad, usted sabe que… Fedora miró a una pareja de aves caminar hacia ellos y jaló del brazo a Lion-O.

-…sabe que nosotros nunca mencionamos de su partida de Avista, se suponía que iría con escolta, no muchos sabían a donde se dirigía, Mandora claro, no era una de ellas, aunque hay muchas formas de rastrearle en Avista.

-Ella salvó a Wily Kit, ¿quieres que crea que en verdad fue la culpable de todo?

-La manera en que encontró a la pequeña fue por demás sospechosa, nunca le dijimos a donde fue y aún así le encontró. Fedora susurraba casi hasta ser inaudible.

-Incluso si fue sospechoso, arriesgó su vida por salvarla, no tiene sentido lo que dices.

-Usted la propuso, ¿no es verdad? La hizo una consejera, el movimiento valía la pena a pesar del riesgo.

-Estas llevando esto demasiado lejos.

-La ciudad se estrelló no porque no estuviese lista, alguien dejó de hacer su trabajo y la sección que se desprendió estaba bajo supervisión de la Orden.

-Pero también de la parte del Consejo que se opone a mí.

-Debería escucharme su Majestad, todavía está a tiempo de retractarse.

Lion-O no quería escuchar, le dolía el pecho de pensarlo.

-Si ella es una traidora, ¿entonces por qué no se fue con Vultaire?

-No lo sé, una espía quizás, aunque nadie ha dicho que ella lo sea, aún así, las pruebas en su contra son muchas, incluso si son circunstanciales, quien atacó a la Orden y mató a nuestras hermanas y hermanos era alguien relacionado a Vultaire, de eso no me queda duda, por eso debe tener precaución.

-Pero Scandiacus dijo, hm, mhm, hmm… Fedora le tapó la boca con sus finas manos cubiertas de plumas azul claro.

-Lo que nuestra Madre diga su Majestad no es una imagen completa de la situación, Mandora habló mal de usted ante el consejo, intentó seducirle para que la nominara Prefecto ¿no es verdad?

-Bueno…

-Es sospechosa, no debería “confiar en lo que ve”. Pudo poner un rastreador en su deslizador, sugerirle a la niña la idea. Se rumoreaba que alguien de la Orden era amante de Vultaire, algunos consejeros lo sabían, es frustrante, ya que nadie quiere hablar.

-Scandiacus me lo había contado.

-Sí, desde luego, gran parte de esa historia fue recabada por mí, así que debe entender que es un peligro, con todo y que yo la estime, dejarse llevar por sus sentimientos Majestad, únicamente le llevará al desastre, no se olvide de esa felina traidora.

-Créeme, no lo hago, gracias por la advertencia, aún así… ya decidiré yo que hacer respecto a este tema en el momento adecuado.

-Eso espero su Majestad que elija la opción correcta, por el bien de todos y el suyo propio.
Lion-O vio a Fedora salir discretamente de la carpa del comedor designada a los miembros del Consejo, Snarf mordisqueó la chuleta de carne que dejó a un lado para seguir a su amigo.

-Así que, no “confiar en lo que se ve”, Lion-O murmuró, observó con sumo cuidado ese rastreador puesto en el deslizador de Wily Kat, que alguien aparentemente colocó en los transportes de ambos cachorros con antelación.

Seguramente, si Wily Kat hubiese escuchado la conversación primero, le habría dicho a Wily Kit, ambos hubieran ido a buscarle y uno de ellos podría haber muerto, Wily Kit amaba a su hermano, de los dos era la más cauta, así que cuando escuchó que Lion-O se había ido con Soul Sever, no le dijo a su hermano que iría a buscarle, eso le salvó la vida.

No era el único objeto que despertó su interés, en su otra mano sostenían uno aún más curioso, Soul Sever lo definió como una especie de señuelo, mismo que encontró pegado a la ropa de Mandora, cuando le cambió los vendajes de la espalda.

Esa señal había convertido a esos insectos robóticos carroñeros de metales y circuitos, llamados Scavengers, en un monstruo que intentó matar a la guardiana, Mandora mencionó que los diseñaron en Avista para mantener los deshechos de la ciudad bajo control, por lo cual, sabían perfectamente la manera de controlarles.

No sabía que pensar, la evidencia podría incriminarle, pero no completamente, alguien más estaba jugando con sus sentimientos y la lista se reducía a pocos nombres.

Lo que más le llamó la atención, fue el motivo por el cual Mandora se quedó sin una carpa propia; habían quemado intencionalmente la suya, leyó con lujo de detalles lo que había ocurrido en el campamento en su ausencia, el motivo que encolerizó a la gente fue ese incendio, se culpó a Mandora, su turno para dormir era en la tarde, si no hubiese ido por Wily Kit, habría muerto asfixiada por el humo o por la muchedumbre.

Era incluso extraño que no hubiera grabaciones de esa área en particular, si la vigilancia ponía mucha atención a las tiendas de las élites de Avista.

El Consejo se embarró de paso con la culpa, al ser el jefe directo de la Orden, cedieron ante las presiones de aquellos que en el pasado gobernaron, eso les llevó a autorizar el despegue de la ciudad que estaba mal terminada, el resultado fue que esta se partió por la mitad y se vino abajo por segunda vez.

Más preocupante aún, fuera que inevitablemente al regresar Lion-O, este tuviera que admitir a los anteriores consejeros, una estrategia bien jugada por ellos, si Mandora no hubiera regresado con él, después de salvar a la gatita, seguramente las cosas se hubieran convertido en una guerra civil.

Un accidente, una coincidencia, un rumor, palabras que le confundían y le hacían tomar malas decisiones, que sacaban partido de su inmadurez, Feroda venía a pedir que expulsara a la única persona a la que parecía interesarle como persona, más rumores que le provocaban inseguridad sobre su lealtad, él no tenía en quien descansar sus hombros, los elefantes eran crípticos y ya les había involucrado bastante, Cheetara era un asunto del pasado atada a su hermano, este no tenía la paciencia necesaria para los temas del gobierno y Panthro era tan sabio como su posición de militar se lo permitía, sumado a sus largos años de ausencia, él necesitaba a Mandora, aun si no lo aceptaba.

Se detuvo en uno de los contenedores de agua y remojó un pañuelo quitándose la corona, que ya le provocaba una molesta comezón.

Luego de unos momentos a la intemperie, se sintió mareado, sus ojos parecía salírsele de las cuencas, no sabía que le pasaba últimamente, los médicos de Avista le dijeron que se encontraba bien, se lo atribuyó al frió invernal y al cansancio.

-Miau, Snarf rascó su pierna con su patita, Lion-O le sonrió.

-Estoy bien amigo, se me pasará en un momento.

Necesitaba un nuevo corte de cabello, que ya le llegaba hasta la base del cuello, las aves no usaban peines, ni se afeitaban o cambiaban de peinado, sus plumas las acicalaban con una especie de cepillos finos con los que despuntaban la suciedad y luego estaba el baño.

Este se había convertido en su momento favorito del día, quizás el único que le daba alegrías, la experiencia era singular, su cabellera y pelaje olían realmente bien, esos aceites espumosos de las aves, limpiaban y dejaban su melena como si hubiese empleado semanas en acicalarse, la fragancia era lo que más le agradaba, sabía que era artificial, pues nunca había olido cosa parecida, aun así, su nariz se lo agradecía.

-¡Achis! Estornudo cerrando los ojos.

Snarf rascó nuevamente con sus garras las piernas del joven rey, quien apreció a lo lejos el tanque felino arrancando, Panthro con unos googles en su cabeza, apachurraba el acelerador que dejó caer una tempestad de nieve sobre el asiento del piloto, las pequeñas aves se maravillaron con el espectáculo.

La clase completa escapó de sus improvisados salones para seguir a los dos pequeños fugitivos, que debían estar estudiando en esos momentos, los dos bribones asomaron sus cabezas risueñas por las escotillas laterales de aquel monstruo mecanizado.

La pantera enseñó orgullosa una gran sonrisa, al haber arreglado correctamente la fuga de combustible, pero no todo fue dicha, uno de los Berbils asomó la metálica cabeza por la cabina, su boca se iluminó, al parecer, una de las orugas de la cadena del tanque se había soltado de su fuelle.

Del enojo se bajó, dio una patada a la parte trasera del tanque, pero luego pareció arrepentido porque acarició la superficie metálica diciendo palabras cariñosas, despertando las risas de los más pequeños.

Cheetara se rió divertida con la escena, aunque eso no incomodó a la pantera, Tygra cabeceó sin reírse demasiado, aunque para Lion-O la idea ya era más que aceptada, verlos agarrados de la mano, besarse con tanta facilidad en público, mientras él no estaba le dejaba un mal sabor de boca, ellos trataban de no alterar su estabilidad emocional.

Como fuese, centrarse en algo que no tenía ningún remedio únicamente le daría dolores de cabeza, desde un principio ella había seguido una orden y le culpó por ello, aprendió de la manera más difícil los límites, los alcances de la fidelidad de aquellos que una vez consideró incuestionables seguidores de su causa.

Fue durante la carrera aérea entre Vultaire y Tygra que ella sin ninguna duda mostraba la confianza verdadera, esa que desde un principio existía para Tygra y era fingida en su caso particular, se limitó a bajar la mirada, se preguntaba si un día alguien confiaría con esa seguridad.

Se dio cuenta de lo horrible que debió ser para Cheetara dar aliento a un desconocido por una orden y dejar de lado a la persona que en verdad era especial para ella, la persona a la que deseaba dar aliento desde el fondo de su corazón.

Quiso creer, que si daba todo por una persona, esa persona le respondería en consecuencia y se convertiría en alguien especial también, las cosas probaron ser doblemente erróneas, simplemente era incapaz de entender a las personas.

Con Pumyra lo comprendió al fin, incluso si dolía no había nada que hacer, Mumm-Ra tenía razón, sus repulsivas palabras vagaban en su mente, “tus sentimientos te hacen débil” debió tomar la espada de Plun-Darr, gracias a eso, ahora veía las cosas desde otra perspectiva.

Necesitaba entender a Mandora, su intuición, a pesar de sus claroscuros, le decía que podía confiar en ella, no sabía el motivo y eso le inquietaba, su “yo” del pasado hubiese consultado a Cheetara, el nuevo Lion-O tenía que hacerlo solo.

Tenía que sopesar las consecuencias de sus acciones y acercarse a Cheetara era un gran NO marcado con fuego, de otra manera, Tygra volvería a perder la razón presa de sus celos, llegaría el día donde ya no le ofrecería la mano, le dejaría caer por aquel pozo de su infancia si se le presentaba la oportunidad.

Tal vez Cheetara era una clérigo, pero no era su clérigo, tenía sus lealtades dadas y debía respetarlo, se preocupaba por él, pero ella fue la primera que dijo que se pegaría a Tygra, eso había establecido las reglas, regresar a un momento anterior, era imposible.

Snarf nuevamente le maulló y rascó las piernas para encontrarse con sus amigos, Lion-O, que podía entender a su viejo compañero de viaje, dio su aprobación, no le siguió.

-¡Hey Snarf! ¿qué estás haciendo tan solito, está Lion-O contigo?, Cheetara dijo notando al felino llegar juguetonamente, se agachó para tomarlo entre sus manos.

El gato cabeceó afirmativamente, aunque al mirar, ella no pudo ser capaz de encontrarlo.

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Pista improvisada hangares de Avista
Tiempo después.

Las grúas alzaron las naves como si se tratasen de cajas de cartón, en el frio ambiente de aquel lugar, el traje de Panthro a penas si le protegía efectivamente, estirando su traje para que cubriese sus anchas piernas y abdomen.

Cheetara tiritaba, aunque divertida con la actitud asustadiza de esa enorme pantera, quien al despegarse del suelo apenas unos centímetros, miraba nerviosamente a los lados.

Iba a ser escoltado por otras dos naves y varios transportes de suministros, Tygra y Cheetara se quedarían, Lion-O le había dado órdenes escuetas y precisas, estas no les incluía, los transportes llevarían fuera a sus aliados que se habían quedado en apoyo casi simbólico, salvo por los elefantes, qué por su peso no eran fáciles de transportar.

En Avista ya habían llegado al punto en el podían hacerse cargo de su propia seguridad y eso propició un ambiente distendido cargado de generosidad.

Alessa, quien era una de las guerreras más competentes de Avista, escoltaría Panthro, le dio un casco para que cubriera sus ojos si acaso sentía vértigo.

Su miedo a la altura vendría de los largos días colgado de una telaraña, esperando su turno para ser devorado por una gigantesca araña oscura y de colmillos afilados y venenoso, no le gustaba el domo que cubría el frente de su nave, permitiéndole ver al exterior, se puso el casco respirando profusamente.

-¿Estas seguros de que puedes hacerlo, yo podría ir en tu lugar?

-La orden es directa chico, si no fuera así, no nos dejarían despegar. Panthro entendía la razón por la cual Lion-O no dejó que su hermano fuese primero.

-¿Has hablado con Lion-O? Nosotros recibimos recados, me preocupa que le estén saliendo plumas. Tygra hizo un puchero imitando a un pájaro, Cheetara le dio un codazo. Panthro alzó el cristal del casco.

-Estoy como ustedes, me recibió unos minutos, me dio una carta con instrucciones y heme aquí.

-Hm, si no es por las buenas, tal vez te podríamos acompañarte por las… Panthro señaló a las tarimas, Tygra observó a diversos guardias con sus ojos atentos a sus movimientos.

-¿Qué significa todo eso? Cheetara notó que ellos estaban ex profeso para vigilarles exclusivamente.

-La orden de Lion-O, ya se los dije. Alessa golpeó el cristal indicando que debían partir.

-Muy bien niños, es hora de irme, asegúrense de vigilar a los cachorros por mí, se siguen escapando de sus clases.

-¿Sabes por qué no quiere hablarnos, se niega a recibirnos?

-Supongo que está demasiado ocupado, gobernar es una tarea demandante Cheetara, deberías saberlo siendo un clérigo.

-Pero esta no es nuestra... gente, Panthro con disgusto dedicó una mueca de desaprobación para príncipe, al notar que Alessa le miró por el retrovisor cerró la escotilla.

Los técnicos y un grupo de necromecas, les obligaron a abandonar el hangar que se inundó con las ráfagas del viento gélido, vieron abrirse unas pesadas puertas tras una ventana de cristal presurizada, Panthro alzó el pulgar, despegando seguidamente para reunirse con los refugiados de Thundera.

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-¡Maldita sea!, en vez de regresar a casa estamos atorados en este tempano de hielo, Tygra impaciente observó a las naves retirarse pateando el marco del crista.

-Debemos tener paciencia, Lion-O no ha olvidado su misión.

-Llevamos más de dos meses varados en este sitio, a este paso estaremos aquí todo el invierno.

-No creo que la última piedra vaya a irse a algún lado. Al felino le pasó una idea por la mente y se dirigió a chica.

-Hmm… Espero que Mumm-Ra piense igual, por cierto…

-¿Qué?

-No me molestaría pasar juntos esta temporada, ya sabes… mi tienda es un espacio tan helado y solitario. Cheetara hizo una expresión cansada levantando los ojos al tiempo que su amante salía de su típico comportamiento rígido haciendo una súplica.

-Por lo visto Lion-O no es el único al que le están saliendo plumas.

-¿Eso es un pecado?

-Vuelas muy alto polluelo, no te vayas a caer del nido. Tygra sonrió.

-Ya es momento de que nosotros hablemos lindura. La felina retrocedió dos pasos alzando las manos, él alzó la suya mordazmente, luego de unos momentos el tigre avanzó para besarla, pero alguien interrumpió su marcha con un sonido familiar.

-¡¿Wily Kit?!

-Oh no, esta vez no me darás esa excusa… ¿he? Tygra sintió una poderosa vibración, parecida al de pasos enormes.

Wily Kit sobre el hombro de Aburn, saltó dando de palmadas a Wily Kat para despertarlo, quien yacía sólidamente acurrucado en la caperuza del elefante que al igual que los demás elefantes llevaba un grueso traje de invierno diseñado para su talla.

-Saludos mis amigos, la paz sea con ustedes.

-¡¿Aburn?!, ¿a donde van?

-Vamos con Lion-O guepardito. Respondió la gatita con su flauta en la mano.

-¿Dónde han estado todo este tiempo pequeñas sabandijas? Los hemos estado buscando como locos. Wily Kit le sacó la lengua a Tygra.

-Con Aburn bobo, hace tanto ¡brr! frio que las maestras suspendieron las clases. ¿Verdad amigos? Wily Kit pareció buscar apoyo en los otros elefantes.

-Seguro coleguita, un pichón asomó la cabeza, oculto dentro de la caperuza de otro de los elefantes.

-Decidimos traer a la clase con nosotros.

-¿Espera un momento, has dicho Lion-O? Cheetara preguntó.

-Sipi, dijo que estaría bien, además, mira por el barandal “Cheeta” y verás a lo que me refiero. Aburn quería decir algo, lo meditó una y otra vez, pero se le olvidó tan rápido, que no le dio importancia nuevamente.

Tygra y Cheetara se asomaron para descubrir que cientos de personas ingresaban dentro de los enormes hangares.

-Lion-O dijo que los niños, las mujeres y enfermos debían instalarse en esta zona para pasar la noche. Aburn habló afablemente.

-¿Dónde está él?

-Hmm, resolverías tus dudas si nos acompañas, respondió Aburn, señalando a una avistiana de plumaje azul que Tygra y Cheetara reconocieron, aunque nunca cruzaron palabra, una de las guardianes de la Orden, Fedora.

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Los necromecas y los Berbils fueron retirando los escombros, el sitio era terriblemente gélido, pertenecía al segundo complejo de hangares el cual estaba completamente destruido y sin luz. Había una mole de metal envuelta en una manta negra, recargada a la izquierda de una de las puertas.

-¿Qué es este lugar? Mejor dicho ¿qué es esa cosa? Tygra preguntó en voz alta.

-Una nave ¿no es obvio?, una muy grande por cierto. Mandora que apareció a su espalda caminó con una holopantalla en sus manos.

-Tenemos un retraso de dos horas Mandora-chan, la guardia comenzará en media hora, vas a tener que hacerte cargo por tu cuenta de la seguridad de su majestad, espero que no lo arruines.

-No se preocupe, nosotros estamos aquí también para cuidad de Lion-O, Cheetara se dirigió a la ave que la ignoró completamente.

Mandora por su parte no respondió, Fedora se retiró luego de asegurarse de cruzar unas palabras con un felino de una larga melena roja, quien charlaba acaloradamente con el Prefecto Horus y otros consejeros.

-¿Qué está haciendo? Cheetara que se puso a la diestra de Mandora, preguntó sin mucha emoción a la guardiana, aunque dada su propia inseguridad hacia Lion-O, prefirió esa aproximación, para su fortuna Mandora estaba muy receptiva y no le dedicó ninguna expresión desagradable.

-Lion-O está pidiendo permiso para usar esa nave.

-¿Esta cosa puede volar? ¡Fiu! Está totalmente destruida, preferiría uno de esos transportes modificados. Tygra pisó lo que parecía ser una rueda del tren de aterrizaje descansando en el piso.

-Buena suerte con eso, los transportes, son muy importantes, no te los cederán, además "El Concordia" está casi intacto, solamente una de las alas tiene daños severos, lo demás puede repararse en relativamente poco tiempo.

-¿Eso quiere decir que pronto nos iremos de este sitio? La pregunta de Cheetara tan abiertamente relajada hizo que ella le devolviera una expresión mordaz.

-Así parece gatita.

-¡Genial, podemos visitar a Anet, oh, oh, quiero mostrarle mi última tonada! Wily Kit dijo emocionada, aunque su hermano, quien ahora dormía junto a uno de los pichones, no se movió de su sitio.

Lion-O no parecía contento, su expresión era sumamente deprimida y cansada, cuando Cheetara quiso acercarse, Mandora se lo impidió con su brazo.

-No interrumpas, él está discutiendo con el consejo, si intervienes ahora, puedes complicar las cosas.

-¿No se suponía que él dirigía Avista? Tygra dijo en tono irónico.

-Horus es el Prefecto, Lion-O es un aliado, eligió eso, deberías aprender, es por eso que fuera de Thundera la gente le respeta a él y no a ti, él trata de negociarlo como un político, quizás esto sea una chatarra sin uso o valor para el consejo, aún así, no lo soltaran sin rascar todo lo que se pueda, no siempre puedes usar una espada para negociar.

-Pues vaya casi-líder. Tygra dijo con mucho disgusto, Cheetara no supo si apoyar o decir algo en contra, por el contrario Mandora tenía formada su propia opinión.

-Cuida tu lengua thunderiano “arrimado”, a diferencia de esa idiota que tienes por novia yo no voy a hacerte la corte.

-Oye cuida tu lenguaje. Cheetara bufó.

El sentido de la palabra arrimado era muy amplio, a Tygra le pareció sumamente ofensivo.

-Para hablar de arrimados solo hay que verte la cara en un espejo. Mandora estuvo a punto de sacar la espada por el desaire, Tygra igual con su arma de plasma, unas manos enormes hicieron que ambos reconsiderasen su situación, Cheetara estaba congelada.

-Pequeños, no es el momento de hacer locuras. Aburn les tomo de las manos demostrando su paciencia, aunque luego de unos momentos parecía no recordar lo que estaba haciendo, por lo que la escena se volvió incómoda.

Los miembros del consejo que tiritaban, se retiraron más por el frio que por su deseo por discutir. Horus bajó la cabeza en señal de disculpa, Lion-O cabeceó reprobando a la paloma.

Quizás el consejo se había equivocado al elegir a Horus de Prefecto, él se había equivocado al proponerlo, si bien era cierto se había hecho una costumbre de las aves hacerle reverencia -incluso entre las de un alto rango- por su estatus de rey, en el caso del Prefecto era grave, pues parecía que se sometía al juicio de Lion-O y eso debilitaba su posición de líder.

Mandora corrió a ponerle una capa para el frio, a diferencia del resto, este llevaba su armadura sin protección alguna, Tygra y Cheetara se acercaron.

-¿Cómo te ha ido? Preguntó la guardiana.

-¡Ugh! Me piden demasiado.

-¿No entiendo cual es el problema, los Berbils pueden repararla? Además, es una nave prácticamente destruida.

Mandora suspiró al notar que el hermano de Lion-O no entendía las palabras de su Rey, le presionaban para quedarse.

Lion-O miró a Mandora de una extraña manera, una manera que incomodó a Cheetara.

Él mismo no sabía que pensar, era demasiado extraño lo que pasaba, incluso con los pequeños cachorros el fenómeno era el mismo, sentía que no podía confiar en ellos, que le ocultaban algo, la sensación con Cheetara y Tygra era la misma, únicamente los elefantes no le daban esa impresión y para su sorpresa, esa sensación de confianza que sentía hacia Mandora no le parecía natural.

Fedora, por el contrario, se sentía desagradable, ella pareció de alguna manera percibir que alguien la analizaba, pues inmediatamente su impresión cambió a una ilegible, los Berbils y Soul Server no eran seres orgánicos, por lo que su sensación era neutral, supo que de alguna manera estaba leyendo las emociones reprimidas de las personas, una habilidad que nunca poseyó o eso pensaba.

¿Qué podrían ocultarme los cachorros para que me sienta así?” Horus le dio la misma sensación que con Mandora, pero variaba de cuando en cuando, algo esperable en un político.

Analizando bien la situación, más parecía que fuese algo relacionado a la intuición, pensaba que era su corazón dañado por la decepción y eso le hacía dudar amplificando sus sentidos de alerta, nunca había pensado en ello con mucho detenimiento, si hubiese usado su intuición, tal vez no habría sido engañado por el encanto de Cheetara y la soledad de Pumyra, ni habría dejado pasar por alto la visión de la espada que le advirtió de la invasión del hechicero.

Grune tampoco le dio buena espina, incluso de niño siempre mirándole de manera extraña, entre el odio y el desagrado, más que eso, cuando regresó de su búsqueda, esa intuición le dijo que no era digno de confianza, no hizo caso hasta que fue demasiado tarde.

Recorrió con su mano su cabellera y respiró sacando vaho de la boca, abrió los ojos para darse cuenta que Cheetara le miraba con atención, sentía esa desagradable sensación con ella, casi igual que con Tygra, como si fuese el preludio de una catástrofe entre los tres, no adivinaba cual podría ser y es por eso que tratar de evitar los conflictos, su prioridad sobre cualquier otra acción, era mantenerse en buenos términos con su hermano y no iba a comenzar una guerra por una mujer que le había abandonado y mentido.

-Te encuentras bien, Cheetara le preguntó preocupada. Fue entonces que se dio cuenta que todos le estaban mirando.

-Ah, pues… Lion-O agitó la cabeza con fuerza, tratando de enfocarse la ignoró.

-Ma-Mandora, quiero esta nave instalada en los talleres lo más pronto posible, hazte cargo.

-¿Te dieron permiso?

-Algo por el estilo.

-Intentaré ver que se puede hacer…

-¿He? Lion-O miró nuevamente y todos le observaban aún con más preocupación.

-¿Y esa cara de idiota? La guardiana dijo directamente, él se sonrojó.

-¡¿Cara de idiota?!

Lion-O hizo una expresión, quizás demasiado intensa al dirigirse a Mandora lo que visiblemente la incomodó, Tygra y Cheetara se quedaron impresionados con ese rostro tan radiante que sustituyó su expresión sombría.

Se dio cuenta que lo hacía involuntariamente, ella caminó rascándose la barbilla alejándose un poco, señalando a los necromecas que debían comenzar a desensamblar la nave.

-¡¿Qué?! Wily Kit saltó y le miró detenidamente, Lion-O se pegó con ambas palmas en la cara, trató de cambiar de actitud pero eso le puso nervioso.

-¿No me digas que…?

-¿Decirte qué?

-¡Que un rayo me parta Lion-O!, estoy seguro de que es bonita, pero… no es una felina y tiene un carácter de los mil diablos, quizás estas yendo demasiado lejos con esto, Pumy... quiero decir, esa otra chica, pensé que habías aprendido.

-¡¿He?! Lion-O genuinamente no parecía darse cuenta, era como un foco que se encendía vibrante cuando la guardiana se acercaba.

-¿No es un poco mayor para ti? Cheetara habló con una actitud incisiva y completamente en contra.

-¡Te he oído gata amarilla! Gritó la chica alzando las manos mientras dirigía a un necromeca que dejó caer parte de un ala.

-Pensé que yo sería la siguiente de la lista. Wily Kit le lanzó un beso.

-¿De qué rayos hablas niña precoz? Wily Kit saltó al ver que Lion-O no tomó nada bien la broma.

-Es claro bobito, esa chica te gusta.

-¿Ah? Pe-pe-pe-pero, es decir… ¡Nooo! Bueno… quiero decir… es complicado.

-¿Así qué… te gusto? ¿no? Mandora se recargó con un brazo en el hombro de felino que piso una cara descompuesta, ella le miró afiladamente.

-No he dicho eso.

-¿Me odias?

-Claro que no, es que…

-¿Decías? Mandora preguntó acercando su rostro al suyo, aunque Lion-O que se quedó en silencio, cambió completamente su expresión. Instintivamente giró la cara y miró por el cristal exterior a espaldas de la guardiana, pudo sentirle incluso a esa distancia, se quedó unos momentos hasta que Mandora le retrajo.

-¿Pasa algo? Lion-O dudo como si se hubiese ido a otro lugar, para todos la escena fue extraña.

-¿Lion-O? Cheetara preguntó, pues por un instante, Lion-O pareció observar alarmado y fue entonces cuando sucedió, lo que hizo a continuación dejó a todos alucinando, incluso Mandora con su pedantería seductiva alzó una ceja sorprendida.

Fue realmente increíble, Wily Kit hizo un sonoro -gulp- al tragar saliva, Cheetara y Tygra observaron igual como Aburn y un adormilado Wily Kat, que analizando las cosas decidió regresar a su sitio, entendiendo que era mejor hincar el diente en la cómoda caperuza del elefante, que probar el duro frio invernal incluso siendo medio día.

-¡Eso es un beso! Wily Kit dijo emocionada, todos la miraron en señal de reprobación, riendo como idiota se ocultó en la caperuza de Aburn, en realidad fue un beso en la mejilla, Lion-O puso su mano rodeando su cabeza atrayéndola y lentamente acercó sus labios hasta posarlos apasionadamente la altura del oído, incluso por la reacción de Mandora, quien se puso airadamente nerviosa, ese apasionado beso luego de unos momentos cambió su expresión con unas palabras que él le dijo al oído, apartándola de la vista del ventanal.

Mandora dio varios pasos hacia atrás y después de reflexionarlo un poco, se retiró sin decir nada, adquiriendo una expresión similar a la de Lion-O cuando acabó.

Él se rascó la cabellera.

-¿Pero qué rayos? Cheetara y Tygra hablaron al mismo tiempo.

-Vaya… felicidades hermanito, aunque por su reacción… bueno, tú ya sabes qué hacer con tu vida, algunos lo verán como una oportunidad de unir dos... reinos. Umm, aunque también pueden quemarte por hereje.

Cheetara que no estaba nada contenta, no fingió estar alegre, al contrario, apartó a Tygra en una actitud maternal y se acercó a Lion-O.

-¿Qué significa todo esto?

Lion-O se mordió una uña y chasqueó preocupado su boca, suspiró y cambió el tema ignorando todo la anterior.

-Por cierto Wily Kit, no recuerdo haberte dicho que vinieras aquí.

-¡Ah!, Pero Lion-O tu dijiste que…

-¿Decir? No hemos cruzado una palabra en todo el día.

-Pero tú…

-Pero nada, las travesuras que haces tienen sus límites, una muy clara es “no decir mentiras”.

Wily Kit hizo una mirada sorprendida a Aburn que recordó por un instante que alguien le dijo que siguiera a Fedora, que ella les llevaría con Lion-O, alguien extrañamente familiar que no podía recordar, quiso decir algo al respecto, se le olvidó tan pronto como una sílaba se escapó de su boca.

-Nunca has estado en regiones frías, no sabemos a qué enfermedades podríamos estar expuestos, si me hubieras hecho caso, te habrías dado cuenta que Kat está enfermo.

Wily Kit saltó a la cabeza del elefante donde Wily Kat estaba dormido, tenía mucha temperatura.

-¡¿Cómo sabes eso?! Cheetara preguntó sorprendida, aunque Lion-O no se detuvo a discutir, porque en el fondo le parecía que la explicación sonaría absurda “es que puedo ver con mis ojos la temperatura de Kat y sé que no es la correcta” eso era inverosímil, aunque parecía ser la causa, lo mismo pasaba con la impresión de las personas que le rodeaban.

-Aburn, ya que estas aquí, debo decirte que no podemos llevarte a tu casa por lo pronto, las tormentas son muy intensas, lo haremos en cuanto esta nave funcione, quería hablar de los detalles, de momento me gustaría que lleves a los niños con los médicos, van a tener que ser vacunados.

-Guardaré mis dudas para cuando sea conveniente amigo Lion-O, aunque… la mayoría de ellas se me han olvidado.

-Je, típico de ti mi amigo, de todas maneras te lo agradezco, tengo muchas cosas que hacer, intentaré ser más eficiente con mi tiempo.

-¡¿Vamos a ser vacunados?! Interrumpió la gatita, muchas cabezas de pichones y la misma Wily Kit levantaron estremecidas.

-Eso ganas por no obedecer a los mayores, asegúrate de que todos sean vacunados Kit, ¿me has entendido?

-Es-está bien. Wily Kit habló con su boca pegada a la caperuza del elefante que la cargaba, era lo peor, pues se le había dado la responsabilidad a ella, lo que la obligaba a cumplirla.

Los elefantes avanzaron guiados por la niña y los pichones de aves que les indicaban el camino a seguir cuando parecían olvidarlo, la puerta secundaria hacia el hangar se cerró.

-Y bien, nos vas a decir lo que le has dicho a Mandora.

-Es personal.

-¿Entonces te gusta? Cheetara preguntó visiblemente molesta, lejos de su habitual tono neutral.

-Olvidemos eso, tengo una misión para ti que puede ser complicada. Cheetara cometió el error de ver a Tygra, pareció a ojos de Lion-O como si dudase o le pidiese permiso a su hermano.

-¿Misión, cuál misión? Tygra preguntó contrariado tomando con firmeza el hombro de Cheetara. Lion-O cabeceó regresando sobre sus pasos, estaba haciendo lo contrario a lo que debería.

-N-no importa, asignaré a otra persona a esa tarea... si me disculpan.

-¡¿Qué?! ¡No, espera, lo has malinterpretado! Cheetara corrió con su velocidad levantando una briza de aire.

-¡No he malinterpretado nada, quítate del camino Cheetara, tengo prisa!

-¿Qué es lo que ha malinterpretado Cheetara? Tygra le acompañó en el disgusto.

-¿Vas a pedírselo a ella? Cheetara visiblemente enojada pareció aumentar la distancia entre el rey y ella de una forma dramática e innecesaria.

En casi un mes no cruzaron una sola palabra, ya no era solo la incomodidad por tener una relación con su hermano que debía obligarse a aceptar, la incomodidad de que esperase le pidiera consejo.

Ya no diría “Mi servicio a la corona es mi mayor orgullo” o presumiría abiertamente de la enorme confianza depositada en él.

Esa clase de acercamiento se había desvanecido entre ambos, creyó que sentía lo mismo, había actuado de esa forma largo tiempo hasta lo pasado con Pumyra, incluso era mucho peor, su exhibiciones de confianza hacia su hermano crecieron, eran las reales, luego se detuvieron, como si estuviese ayudándole de alguna manera con su duelo.

Esperaba que lo entendiese, los dos no podrían construir una relación de ningún tipo, ni de confianza, ni de amor o amistad, no podía confiar en alguien que le abandonó en plena batalla, no podían tener ninguna clase de amor con alguien que fingió su afecto y cualquier amistad estaría empañada por la falta de peso en sus palabras.

Ella sentía su desconfianza, él guardó el collar que despreció, no se lo devolvería, se equivocó al dárselo, dio un paso en falso y cuando las cosas parecían bastante claras y finiquitadas, todo se ponía en marcha de nuevo.

-No… es de tu incumbencia Cheetara. Ella presionó y no le dejó pasar, Lion-O cambió su expresión neutra a una contrariada.

-¡Lo haré yo! Dijo en un tono que a Lion-O le pareció demasiado autoritario.

Lo más doloroso para ella era no ser vista como una opción confiable en absoluto, Lion-O no parecía hostil hacia ella, más bien distante y en función de las necesidades de su hermano, le asignó la misma tienda que a Tygra, ella en cambio dormía con los cachorros, dejó hacerle lo que quisiera cuando antes constantemente le pedía cosas, se ofreció a ayudar al entrenamiento de la guardia, él lo aceptó sin chistar, un poco de alivio, aunque tras esa falta de oposición a lo que hiciera temió que no se revestía de una renovada confianza, sino en la prueba de que al menos para él, no era relevante en absoluto.

-He dicho que no es… El sonido estridente resonó en todo el complejo, Lion-O miró hacia arriba y Soul Sever no se encontraba, se imaginó lo peor.

-¿Pero qué rayos haces Mandora? Murmuro, Cheetara le tomó de ambos brazos sin oposición, aunque la cara de Tygra era severa, reparó en la completa ida de olla de su hermano que miraba de un lado hacia otro.

-¿Qué sucede? ¿Qué es esa alarma? Los sonidos de cañones disparando, la confusión y el temor se apoderó de la gente.

Lion-O apretó los dientes y ronroneo agresivamente apartando a Cheetara.

-¡Vayan al complejo médico, protejan a los civiles!

Los sonidos apagados de los cañones llenaron esa área a la que miró por el ventanal momentos antes, la manera en que enormes virutas rojas rodeadas de un humo negro muy intenso chocaban en el suelo.

Lion-O corrió a la entrada del hangar poniéndose su garra y su espada, Cheetara y Tygra le siguieron sacando sus armas, tragándose sus dudas, lo primero era defender a la población, pensaban que se dirigían al mismo sitio, esa no era la idea del chico, cambió súbitamente de rumbo.

Dribló con una velocidad tan grande que por un momento pareció tan rápido como la misma Cheetara, lanzó su gancho y se impulsó hacia arriba, columpiándose antes siquiera de que la clérigo o su hermano reaccionasen.

-¡¡Lion-O!! Gritaron ambos, Lion-O se lanzó contra el ventana ya agrietado, pero muy grueso del hangar y lo reventó en mil pedazos atravesándolo, cayendo al vacio.

Mientras caía, Lion-O a pesar de que sabía de que la distancia era inmensa e inalcanzable, lanzó el gancho, que a una velocidad tremenda llegó a su objetivo, la velocidad de arrastre necesaria para que no se matase era terrible y si la obtenía, está todavía sería capaz de matarle, un aura dorada le protegió mientras el gancho lo arrastraba, la fuerza de un clérigo, la fuerza de una guardiana, no se cuestionó la razón, observó el viento alrededor de él y pensó en su siguiente movimiento.

Soltó el gancho y rodó por la nieve dando tumbos decenas de metros hasta aminorar y detener su viaje en un montículo de nieve, fue doloroso, sus dientes, sus oídos se sentían de cristal.

Las ojivas de mortero inundaron una gran parte del bosque cercano, eran casi dos kilómetros de distancia, la precisión de esos ataques le sorprendió, le aterrarón más al saber su destino, se incorporó como pudo y se dirigió al sitio a donde ella seguramente estaba, era una hondonada.

¿Quieres morir mi amor? Aún es demasiado pronto.” Una voz que parecía recordar como un canto hueco, le hizo perder el balance al tropezar con una roca, la ojiva le rozó la espalda por unos centímetros, sintió su calor.

“¿Recuerdas este sitio?, fue el lugar donde me dejaste morir” No se dirigía a él, un Déjà vu de un campo de batalla perdido en el tiempo, podía oír los gritos, su espalda ardía, sostenía algo, no, a alguien en sus manos.

¿Cuántas veces tengo que morir para que te sientas satisfecho?” La sangre recorrió sus manos, empapó su pecho y brazos, recorrió sus piernas, temblaba de dolor.

Aun así... incluso al final, siempre te quise.” Esa chica, ¿quién era? Los disparos y luego una explosión parecieron ser evitadas con que se arrodillase, no sabía qué era real o qué era un sueño, parecía una pesadilla.

No me odies por lo que tuve que hacer.” ¿Quién era esa chica? Una pantera alta y fuerte, la conocía y le dolía, pero no era su recuerdo, su corazón lloraba por ella, él mismo estaba rígido y en silencio.

Mira las estrellas, se ha vuelto todo tan oscuro.” La voz ceso y las cosas regresaron a la normalidad para descubrir con espanto una mirada tan vacía como la más profunda noche, esa persona en sus brazos se desvaneció y el peso en sus manos desapareció dejándole libre.

-¡Lion-O!, alguien gritó a lo lejos. Él aferró su espada y respondió con mucha prontitud.

Las garras aparecieron brillantes, era una criatura alada gigantesca. La espada se estremeció y brilló, la criatura presa de un dolor inmenso, revoloteó para encontrarse con el escudo de energía, que sin intervención del joven rey se desplegó, no fue como aquella vez en que la espada se negaba a combatir, lo que tenía adelante era maldad pura, rugía y golpeaba el piso con sus aleteos.

Pudo ver su expresión de enojo, Pumyra irradiaba ese mismo odio, montada con sus compañeros en la gigantesca ave, el ancestral dios protector de los bosques mágicos ecuatoriales, Viragor.

Iba a aplastarle con su peso, pero esa misma voz que le llamó la atención, de un grito que rivalizó con el alarido de esa bestia a la que una vez llamó su amigo, lo apartó entre sus brazos tomando vuelo, con su espada plateada le hizo una incisión profunda que le obligó a retroceder y alejarse, la fuerza aérea de Avista se desplegó y se vio en la necesidad de huir.

Mandora se impulsó con todo su poder hasta que sus piernas se doblaron y ambos se desplazaron por la nieve.

Lion-O no podía dejar de verle al rostro. Pumyra dijo unas palabras a la bestia que llevaba en la espalda a un grupo de tigres, algunos de ellos heridos.

-No ha terminado. Susurró.

Se retiraba con la rabia de haber fallado, cualquiera que haya sido su misión, Lion-O, impotente y sin entender lo que pasaba, miró al enorme Viragor remontar al cielo, perseguido por las naves que mantuvieron su distancia y regresaron satisfechos a la protección de la ciudad, cuyas defensas demostraron ser efectivas.

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Sus ojos era completamente negros y vacíos como en su sueño pasó con aquel infortunado mapache, le habían convertido en un ser lleno de ira y maldad. Al menos no estaba Tygra para ver a un clan de tigres acecharles y luego huir.

Lion-O se quedó en silencio por unos momentos, recapacitando, se dio cuenta que su espalda ardía, podía sentir la humedad a través de ella, un hoyo dejaba ver su espalda desnuda, si no se hubiese agachado, seguramente estaría muerto.

Pensó en Panthera, la compañera de Leo, envuelta en sangre y herida de muerte, Mandora le decía cosas, le zarandeaba con ambas manos para hacerle reaccionar, él solo escuchaba un chillido, aunque cuando recordó el porqué se encontraba allí se cebó con la guardiana.

-¿Por qué no obedeciste mi orden, por qué atacaste? Te dije que esperases mi orden.

-¡¿De qué estás hablando?!

-Te pedí que esperases mi orden.

-¿Estas demente, pero si tú.... no puede ser? Ella pareció abstraerse de aquel sitio, estaba negativamente impresionada como si descubriese un hecho desagradable.

-Me equivoqué, eres igual que Cheetara y Pumyra, dijo dolorosamente.

-Querías salvarle ¿no es así? Pero si te dije que era un caso perdido, dijiste que lo habías comprendido, has estado a punto de morir estúpido idiota. Mandora no le hizo concesiones.

-Confié en ti.

-¿Deseas salvar a una asesina, salvar a una loca asesina? Ella no te traerá nada bueno.

-¡Confié en ti!

-Esto se ve mal... puedo explicarlo.

-No necesito de tus mentiras

-Te he salvado la vida… Lion-O sacó un rastreador pegado al faldón de su armadura y se lo arrojó a los pies.

-Lo sabías, sabías a donde iría Wily Kit, tu le dijiste a donde ir, insinuaste que me vigilabas estrechamente, ¿cómo no lo vi venir?, incluso el incendio en tu tienda debiste provocarlo tu.

Mandora se levantó y dio varios pasos hacia atrás.

-No lo entiendes, yo… Lion-O se levantó con dificultad, sangrando por uno de sus oídos, se sentía pesado y sin equilibrio, estaba resuelto a llegar al final.

-Tú no eres diferente, eres una hipócrita, al menos Pumyra no puede evitarlo, pero tú, a pesar de lo que he intentado, a pesar de que he tratado nuevamente de confiar en otra persona... pero es todo, nunca más. Su voz se cortó y llorando avanzó haciéndole a un lado.

-Estas sacando esto fuera de contexto. Mientras las naves aterrizaban, Lion-O en su furia marcada en el rostro, parecía decepcionado de no haber logrado su objetivo.

-No te necesitó, me he equivocado contigo, soy un idiota. Ríete, ríete de este estúpido imbécil…

-Plaff- Mandora le detuvo con brusquedad y descargó una potente bofetada que hizo que cayera en la nieve.

-Te he salvado la vida, ¿no es suficiente prueba de mi valía?

-¡Aléjate de mí! Su voz entrecortada hizo que el corazón de Mandora se petrificara.

Visiblemente alterado se levantó y se dispuso a regresar a Avista a pie.

Lion-O cruzo su mirada con la de su clérigo, estaba en su camino, había llegado a toda prisa, con una expresión preocupada.

-¿Qué no lo entiendes Cheetara? ¿Eres tan estúpida en verlo? No confió en ti, no importa lo que hagas, nunca voy a volver confiar en ti, ve con Tygra, sírvele a él. ¿No es lo que querías desde un principio? ¡Hazlo entonces! Le gritó sumamente molesto.

Cheetara retrocedió apretando los dientes con una mueca dolorosa, él no entendía razones.

-No seas descortés con ella, se ha preocupado por ti. Tygra quien llegó después, lo aferró con violencia del brazo, sin importarle su estado.

-Te estoy haciendo un favor, lo sigues ganado todo, así que no te chulés ante mí idiota.

-No digas estupideces. Lion-O estaba fuera de foco, parecía un caballo desbocado buscaba una cosa, la sangre se le acumulaba en la cabeza.

-¡¿Quieres la espada, eso te haría feliz?! Pero eso no te hará un verdadero rey, eres un pedante con aires de grandeza, tal vez eso engañe al resto del mundo, pero yo sé lo que…

Tygra enojado le lanzó un puñetazo en el estómago a su hermano que se desvaneció en sus brazos.

-¿Lion-O, Lion-O? Lo siento… en verdad lo siento. Tygra traba de reanimarle, los médicos llegaron, mientras los guardias inundaban el lugar, él no reaccionaba.

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Fin de parte 6