Esa pesadilla terminó amargamente en una total confusión, uno tras otro, los golpes que lanzaba eran repelidos por las guardianas que veían a un combatiente lejos de las asombrosas historias que de él se contaban, era real, fue su primera reacción, no se sentía vagando en un limbo de luces atenuadas y pese al dolor, sintió dicha.
Usar la espada para desviar una estocada no tan poderosa como la lograda por Mandora casi desprendían los ligamentos de su brazo derecho y la muñeca. Dos saltos hacia atrás y la desesperación se apoderó de su cuerpo, estaba perdiendo, no parecía ser capaz de evitar los lances más simples.
– ¿Esto es todo? Se supone que puedes con ejércitos enteros ¿Acaso era una mentira? Se burlaba Ikarus, que nuevamente contaba con una cabeza sobre sus hombros en ese ciclo de realidades alternativas, resultados diferentes a cada una de sus decisiones, estaba encerrado y no sabía como o quizás...
Otra patada en el estómago lo redujo, agarrándole del cuello y le estampó contra un árbol, para alzarle en el aire y tirarle al suelo, sus acolitas se mantuvieron expectantes.
Él se agarró del cuello, ella le arrastró del tobillo para darle el golpe de gracia, era que no se decidía y las otras guardianas no se movieron, esperando.
Su cuerpo no respondía o era que había perdido el deseo de luchar, sabía que Mumm-Ra necesitaba su cuerpo para un propósito maligno y sin saber cómo, su fuerza espiritual, su deseo por responder era contenido al punto de aterrarle, tenía que ir por encima de su desesperación, de su rabia y enojo, era el momento de ver el tablero de juego y hacer lo mismo que hicieron las personas que conoció en la corte, lo mismo que hacía su padre y aquellos que decían ser sus amigos para darle la espalda a la primera de cambio, debía fingir y manipular para sobrevivir, la única cosa que en todas esas visiones o posibles realidades, se había negado a hacer.
– ¿Qué sucede? ¿Por qué no das el golpe de gracia? Le inquirió sin atisbo de asombro.
– Tus órdenes son mis deseos. Dijo alzando la espada, pero él más que mirarle a los ojos observó a las demás guardianas.
– Ja, ja. Se rió en voz baja para luego ir subiendo el tono de su voz, la guardiana, obcecada, lo alzó para nuevamente apachurrarlo contra un árbol, sacándole el aire, él solo la empujó mientras hacía el gesto de estar riéndose, pegando sus manos a la superficie, dos de sus dedos se doblaron hacia atrás y sin la adrenalina recorriendo su cuerpo, lloraba en su interior.
– ¿Es que has perdido la razón de miedo?
– Je… nhg, para nada, es que me preguntaba hasta cuando te ibas a dar cuenta.
– ¿De qué? ¿Vas a suplicar por tu vida?
– No, sino de la razón por la cual te han enviado a este lugar, esa enorme guardiana que les lidera no está, así que debo suponer que prefirió sacrificarles a ustedes, yo nunca hubiera hecho una cosa así de ruin. Lion-O recordó a ese extraordinario piloto que le había llevado con los lagartos, el mismo que lanzó ese polvo blanco, no era común su constitución y dado que él había visto personalmente a las guardianas que acompañaban a Mandora, pudo entender que este era un grupo antagónico.
– Son locuras tuyas… eso sorprendió al ave que miró a sus compañeras con desconcierto.
– Sí, por eso esperan a que tú des el golpe inicial y los sucesivos, no son estúpidas. Sacando su espada larga las confrontó.
– ¡¿Es eso cierto?! ¡Me traicionan! Ninguna respondió, Lion-O que no podía dar un paso siguió con su actuación de la mejor manera que pudo.
– Mientras tu veías esto como el gran ascenso de tu vida, ellas pensaban en las consecuencias.
– ¿Cu-cuales consecuencias?
– Saben que si me matan, el siguiente enemigo a enfrentar será Mandora, tus líderes se lavarán las manos y solo te quedará huir a la Nación de las Aves, su peor castigo serán unos días de prisión, porque no hay suficientes manos para defender Avista.
– Si es así no veo la gran pérdida, de cualquier manera nos habremos deshecho de la principal amenaza a nuestra democracia.
– Error, porque aunque no te lo han dicho aún, la Nación de las Aves ha sido severamente agredida por las fuerzas de uno de los generales de Mumm-Ra y sus enemigos territoriales más cercanos, por ello, lo que queda del mundo de las aves no aceptará refugiados de Avista, menos a traidores que amenacen su neutralidad, todas nuestras súplicas de ayuda han sido desoídas.
– ¡Mentira, yo he visto las caravanas con mis ojos!
– Tonta, esa gente ha sido acomodada en pueblos de los wolos bajo la promesa de que irán a la Nación de las Aves o regresarán a Avista cuando las condiciones mejoren, pero la mayoría son familiares de los consejeros que actúan y regresan días después en secreto, no podemos decirles a las personas que no hay un lugar al cual huir, que estamos en el mismo cajón hasta el final.
– No, no, mientes, ustedes los felinos son unos hipócritas.
– Yo no intento convencerte de nada, puedo verlo en sus caras, lo peor es que no intuyes que la razón principal de mandarles a todas aquí, es mucho más tétrica. Él se recargó sobre un árbol hablando todo lo pacientemente que podía, de otra manera se desmayaría del dolor.
– ¿Qué quieres decir?
– Se les ha enviado como una ofrenda de paz, un sacrificio para mi diversión personal, una manera de mis enemigos en el Concejo, de lavarse las manos por las trampas y repetidos intentos de asesinato en mí contra, son sus chivos expiatorios. La calma del felino contrastaba con el daño de su mano torcida, que movía como si no le importase en absoluto, las otras guardianas sacaron sus armas cuando cambió de postura, que pensaron era el inicio de su verdadero ataque.
– Y si no lo has hecho, presumo que es porque nos quieres hacer una oferta o algo mejor.
– ¿Esperas acaso una emboscada? Hm, mira mujer, no me costaría nada marcharme de Avista, dejarles a su suerte, como lo veo, se están convirtiendo intencionalmente en una pesada carga para mí y como guardiana lo deberías entender.
Con su mano en buen estado reacomodó sus dedos sin ningún miramiento, asombrando a las guardianas.
– Tú eres una pesada carga para nosotros... Petrificada, el felino se acercó hasta ella y le aferró del brazo con firmeza para que escuchase lo que nadie parecía querer oír.
– Pon atención, son como un susurro entre los matorrales, pero su respiración es abultada, nos han seguido desde hace semanas, vigilan nuestros movimientos y han rodeado lentamente Avista.
– ¿De qué demonios hablas? No escucho nada. Pero un gruñido casi imperceptible llegó hasta el tímpano de su fino oído, gruñido que se alejó súbitamente.
–Pronto seremos atacados por un gran ejército de lobos. Es tiempo de que entiendas lo grave de nuestra situación, así que te sugiero medir tus siguientes acciones. Aunque no sabía que intenciones seguían esos animales, recordó una de esas visiones, los vigilantes ojos brillantes de un lobo, así que supuso que debía estar allí todavía, eso pareció frustrarle, posiblemente le harían una visita muy pronto.
– ¿No le has dicho nada al Concejo…? ¡Espera! ¿Es esta la razón…?
– ¿Quien podría saberlo? Y no puedo hacer tratos con aliados que me atacan por la espalda, y dado que Mandora está a mi lado, no veo necesidad de gastar mi tiempo en una alianza.
– Como si esa “vieja” guardiana fuera a cambiar su manera de ser de la noche a la mañana por un desconocido. La palabra “vieja” no parecía ser ofensiva, sino lo hacía calificándole como tal y eso le dio mucho que pensar, ¿fue Mandora la persona que le salvó de morir aquella noche de su juventud?
– ¿Y quién te ha dicho que este no fue su objetivo desde un principio? Márchate ya, me ocuparé de tu maestra personalmente, Mandora está por llegar y no quiero una pelea innecesaria.
– Te arrepentirás por esto.
– Guardiana, tal vez es momento de bajar la mirada y observar todo lo que está por debajo de tus pies, puede que Thundera haya hecho mucho daño a sus antiguos aliados, pero ustedes no se quedan atrás, separándose del resto de las aves por siglos en su castillo volador de la pureza, tenlo en cuenta al hacer alianzas la siguiente vez.
Así terminó ese bucle que parecía no tener fin. Sin fuerza, caminó para atravesar el trecho que le separaba del campamento, dejó atrás a las guardianas que quedaron en un total desconcierto.
Su mano no se curó mágicamente, estaba hinchada de un color negro desagradable desde la base de sus dedos meñique y anular, cruzando los brazos miró fijamente el fuego, sintiendo las vibraciones del pesado tanque acercarse.
– Él no quería que Viragor lo supiera. Fue lo único que dijo antes de sentarse temblando.
De necesitar de una fuerza comparable a la espada de los augurios, tendría que invocar a alguien para que se la brindase, la pregunta era ¿a quién?
####
Paso secundario a las tierras del Este, Feudo Shogun
Las cosas no fueron mejor cuando llegaron ellos, no hubo tiempo para enojos y explicaciones, su manera errática solo le trajo más problemas, Cheetara ya no le molestaba intentando llenar su mente con explicaciones, la idea de que ya no era una clérigo tomó forma cuando sus mancuernas se evaporaron dolorosamente intentando alcanzarle, pero él no lo sabía, así que su corazón seguía endurecido.
Recordó que había tomado un par de mancuernas de los restos de un clérigo muerto, que seguían en su bolsa misteriosamente, raro, porque no se había reunido con Viragor, aunque no era capaz de decirlo con seguridad, eran demasiado pesadas y al verle hablando con Tygra tan compenetradamente, se molestó aún más, prefirió guardarlas para tirarlas en un momento oportuno, él tampoco la atosigaría más por todas las cosas que Pumyra movió en su interior o las que ella había hecho en el pasado.
El tema se le olvidó cuando todos se concentraron en regresar a Avista, pues Viragor no respondió al silbato de Mandora y Cheetara estaba deprimida por esa razón.
Fedora, en cambio, intentaba llamar por radio, pero siendo una zona de colinas, la recepción era terrible y tenía que esperar pacientemente las respuestas, la nieve ya invadía enormes porciones de la cordillera, presionaría su viaje a una urgente necesidad de regresar a toda prisa o morirían de hambre y de frío.
Lion-O no respondió a las preguntas de Tygra sobre el destino de las guardianas prófugas, así que este se negó a regresar la espada y él se negaba a pedirla, se quedó en el campamento dando de comer a Snarf, que estaba hecho pelota en una de las tiendas que montaron entorno a gruesos árboles secos cerca de un riachuelo convertido en una sólida membrana de hielo, el viento gélido era inmisericorde y tendrían que pasar la noche en ese lugar, lo que no parecía apresurarle, tensando el ambiente.
No sabía qué hacer, ni a quien pedir consejo, estaba solo en esos momentos, ser rey ya no se trataba de mover una espada o quejarse de que la gente no le siguiera, debía pensar lo que nadie había hecho aún y no era sencillo con tantas aristas sueltas.
Entendió porqué a Mandora le gustaba Panthro, él era una persona paciente y estable que no le exigía nada, escuchaba, podía abrirse de esa manera a su ritmo y sin querer entenderlo, apreció el lento migrar del corazón de la guardiana con tímidas miradas, que contrastaban con ese aspecto duro que en cambio le mostraba, entre gestos amables y sonrisas falsas, su edad por otro lado era un misterio, si Mandora tenía una vida muy larga, era evidente que no le gustaría alguien inmaduro y así fueron muriendo sus celos y expectativas.
Esa pantera estaba allí de pie, atraída por su mero pensamiento, en el centro de un claro, una solución a la mitad de todo, tentadora e irresistible.
A los ojos de Mandora, que le vigilaba, él tenía un aspecto peligrosamente distraído, sin preocuparse de los posibles enemigos, le encontró medio kilómetro alejado del campamento, en un descuido había desaparecido mientras esperaban el regreso del tanque con el que atravesarían los valles superiores.
Era tarde y encontrar un camino más directo a Avista no parecía una tarea sencilla, ya que una de las aldeas que se dijeron neutrales por las que habían pasado previamente, les negaron el paso de regreso, una aldea sospechosamente con sus escudos feudales ocultos, posiblemente una de las aldeas que dieron soldados a los invasores de Avista.
– Esclavizaron a los leones, la pantera se rascaba las piernas.
– “¿Crees que hicimos esa revuelta para que se convirtieran en nuestros nuevos amos?” Él le jaló del brazo para apretarle con fuerza ambos brazos, ella evitaba verle a la cara justificándose, fuera de eso, no hizo ningún movimiento para quitárselo de encima, eso delataba que no todo lo que decía resistía su propio análisis.
– “Ustedes los leones eran la élite, usaban la tecnología para someternos, por centenares de años nosotros fuimos los esclavos que reparábamos sus máquinas, fuimos la sangre y el sudor que nutría la fastuosa vida que llevaban al lado de su amo, no íbamos a dejar esta afrenta en una cosa del pasado ¿o sí?”
– Eso en nada borra el hecho de que una vez tuvieron la oportunidad, traicionaron la alianza y usaron la tecnología en nuestra contra para lo mismo, para esclavizarnos, ¿por qué entonces luchamos? ¿Para esto? No hay ningún futuro posible para nadie a este paso. Dando dos pasos hacia atrás, contuvo sus lágrimas.
– “Cuando ganaron finalmente, ustedes no perdonaron, quedamos a su merced y nos mandaron lejos a morir en tierras insalubres, desprovistos de la ciencia o la tecnología para cambiar nuestra situación, aquellos que tanto confiaron en los leones acabaron expulsados, los herreros crearon la espada, pero cuando se dieron cuenta que ese hecho ponía en duda su liderazgo, corrieron el mismo destino que nosotros.”
– Dices cosas muy lógicas, pero ni viniendo de la boca de Hammer-Sung cuya hija pretendió entregarme a Mumm-Ra, puedo creer en su sinceridad, si los expulsaron fue por algo malo que hicieron.
– “Eso podría ser, al mismo tiempo los futuros clérigos que se hicieron convenientemente con ese vacío de poder, les convirtieron en sus títeres, hacían que pelearan entre ustedes hasta que no quedase más que un puño, quizás perdimos, pero fuimos libres.”
– Siguiendo a una traidora como esa, no veo que hayan disfrutado mucho de su libertad.
– “No te atrevas a hablar mal de Panthera, ella fue leal, lidió con sus deberes hacia su pueblo sacrificándolo todo, pero fue débil y eso le perdió, así que yo me hice cargo de corregir ese error.”
– Y te convertiste en una esclava de ese ser a cambio.
– “Valió la pena la espera por ver la cara de esa momia y ver la tuya mientras te digo como Pumyra se le entregaba, la manera en que la tomó, incomparable…” Los ojos deprimidos del felino cambiaron ligeramente el aspecto divertido de la pantera, que momentáneamente le dio la espalda.
– “De cualquier manera muchacho ¿para qué necesitas a alguien así? No es que sea una cosa que puedas cambiar, su rabia está envuelta por un fuerte deseo por ti, pero es un deseo artificial creado por ese ser para potenciar su determinación, no es lo que verdaderamente siente, si quieres hacer algo por ella, hay una manera…”
– ¿Una manera de salvarla? ¿Es eso posible? Ella le rodeó con sus brazos, alzó su cara con su larga mano.
– “No, salvarle está más allá de tu alcance mientras no deje atrás su rencor y tú no serás capaz de obtener su perdón, mátale y que acabe, es maleza, se arranca y ya está.”
– Eso no.
– “Hm, imprudente, igual pasará con esa tal Mandora, pronto comenzará a recordar la razón de su “visita” a este mundo y tú bien sabes cuál es.”
– ¡Leo apretó el botón! Fue la visión de un instante, el momento en que Leo ejecutó la sentencia de Mumm-Ra que liberaría el desastre del sistema solar de Plun-Darr.
Sin burlarse, ella le soltó al escuchar el nombre.
– “Sí… eso hizo.”
– ¿Entonces sabes que es esa sangre?
– “Trajo la sangre como una prueba, una sangre capaz de reconocer a su victimario o uno de sus descendientes, siendo tu tan parecido a él, hasta un nivel que asusta, la sangre de ambos se tocaron y esa sangre te ha seguido, se ha vuelto parte de ti, como la prueba irrefutable.”
– ¿Ella provino de Plun-Darr? Una habitante de ese lugar.
– “¿Eso realmente importa?”
– ¿Y qué te preocupa entonces? ¿Acaso no ganarás cuando me haga a un lado?
– “No seas tan fanfarrón, no todo se trata acerca de ti ¿has pensado en el resto de las personas que te rodean? Sin conocer los motivos de Mandora, sé que ella, como yo, es una vengadora, no, peor aún, es la encarnación de la justicia, una justicia terrible y sedienta de sentencia.”
– ¿Cómo puede ser justicia la venganza? He visto lo que hace una persona llena de odio, terminan muy mal, se consumen a sí mismos y a los que les rodean, pero Mandora no es esa clase de persona, desea ayudar.
– “Y es verdad, de otra manera no hubiera traído un medio para reconocerte, solamente habría volado este planeta. Oh, espera, eso ya ha pasado.”
– ¿De qué estás hablando?
– “La ciudad muerta de Lemuria.”
– ¿Qué tiene eso que ver?
– “No era la última ciudad como cuentan las crónicas de los wolos y los bolkins, cuando sucedió, esa cosa les buscaba, viajando en el tiempo y el espacio, construyeron una ciudad para encerrarle y se sacrificaron así mismos porque sabían que de otra forma el mundo sería destruido, no, su razonamiento traspasó al mundo, se preocuparon por el mismo universo.”
– ¿Y qué hicieron ellos para merecer ese destino? Si somos los descendientes de ese monstruo, los únicos culpables ¿qué tenían ellos que ver?
– “Ja, ja, esa es una gran cuestión, sino fuese por el hecho de que su ciudad era una estrella romboidal.”
– ¡¿Qué?!
– “Los constructores originales de las naves de Mumm-Ra, los creadores de los berbils.” Eso fue un impacto terrible para él.
– Así que buscan a los culpables.
– “Sí, por todo el universo, una vez que acabe contigo, esa sangre no desaparecerá, consumirá cada ser vivo en la tierra y en el cielo, como una enfermedad que lo pudre todo, implacable justicia.”
– ¿Eso significa que vas a ayudarme?
– “No es por ti, ya lo dije.”
– ¿Le has dicho a tu amo? La pantera negó.
– ¿Y qué debo hacer?
– “Sigue mi consejo Señor de los Thundercats, si tienes el poder de ver más allá de lo evidente puedes darte cuenta de lo más obvio de este problema.”
– ¿Cual?
– “Tú yo actual no es el indicado para esta tarea, eres demasiado joven y voluntarioso, como él ha dicho, a la vez endeble e influenciable, las visiones que has tenido son el futuro que te depara a ti y a los tuyos si sigues por ese camino.”
– ¿Piensas que mi hermano sería más adecuado como rey?
– “Creo que lo sería a futuro, cuando madure, aunque no, no pienso que pueda hacer demasiado en este momento, sólo es alguien común y corriente, deseoso de demostrar a otros que es mejor que su hermano y ser reconocido por ello, es patético, un rey no tiene por qué ser amado o admirado, es su poder lo que importa, si no hubiese sido cegado por su ira hacia ti, su educación sería la adecuada, como está actualmente, apenas serviría para el mando militar, menos un reino.”
– Así que quieres que me entregue para que ese sujeto resuelva las cosas, qué conveniente.
– “Únicamente tu cuerpo, piénsalo, si estuviste dispuesto a dar tu alma por tu gente una vez, tu cuerpo es un precio muy pequeño a pagar en comparación, trayendo de vuelta a uno de los más grandes estrategas de todos los tiempos, uno capaz de desatar todo tu potencial.”
– Primero tendría que saber por qué Mumm-Ra le encerró y no creo que sea tan fácil como decir que era una víctima de su maldad.
– “Confiaste en ese clérigo mentiroso que te manipuló por años, alejó de ti a toda persona que amenazara su visión, estaba allí para recordarte tus errores y nunca tus logros, minando tus sueños para mostrarte un horror que él mismo echó a andar, ya tiene el control de Libro sagrado de los Augurios, lo que veas allí lo harás desde su perspectiva. No es un aliado... mi maestro te ofrece resolver el problema, el costo es pequeño en comparación.”
– ¿Por qué yo? Si Tygra es tan perfecto, pídeselo a él.
– “Tonto, ya en el pasado se sabía que Leo era bastante peculiar, la manera en que podía soportar inmensas cantidades de esa energía anómala que las piedras de fuego generaban, fue lo que disparó el interés de la resistencia en él, por eso convencieron a Panthera, quien le conoció en un accidente que mató cientos de miembros de su tribu.”
– Eso no tiene nada que ver conmigo, no soy él.
– “De una manera u otra tendrás que decidirlo, jugando al héroe en desgracia no lograrás nada, un gobernante toma decisiones difíciles, tú te comportas como alguien que no sabe su papel, deberías aprender a Mandora, dejando de lado a las personas que amaba para realizar sus objetivos, incluso si eso significara que la odiasen de por vida.”
– ¿Quién es ese tal sujeto que le sirves con tanto ahincó? ¿Quién rayos eres tú?
– “No eres tú para empezar, lleno de inseguridades y miedos, sobre quien soy yo… posiblemente tu propia consciencia que has vestido de una forma cómoda, una manera de negar lo evidente… es irrelevante en el fondo, tu verdadero dilema es eso que tienes por delante y no importa lo que hagas, él reclamará lo que por derecho cree que es suyo.
– ¿A quién te refieres?
– “En estos momentos ellos atacan al rey Xixor, obtendrán el arma de la estrella negra y harán que Avista desaparezca, no dejarán nada de esa ratonera, ese sueño que tuviste de niño no es más que una ilusión, las aves nunca lo aceptarán, menos tus súbditos que no se acostumbrarán a ser meros arrimados y las cosas no cambiarán al final.”
– Si al menos me dijeras la razón del porqué haces esto.
Sin nada más que decir, se desvaneció con un movimiento de su brazo, dejándole sumido en un mar de dudas, mientras la nieve caía convirtiéndolo todo en un color gris monótono, conforme los últimos vestigios de la luz del Sol menguaban.
– ¿Estás bien pelirrojo? En el campamento están inquietos. Lion-O miraba a los ojos de ese lobo escondido entre las sombras de los árboles, descansando con su lengua de fuera, que ella ya no era capaz de percibir, pronto Mandora ya no estaría enfocada en cosas así de triviales y su mente lentamente iría al pasado, lo sabía perfectamente.
– No te preocupes, pensaba un poco… ¿no deberías ponerte algo más grueso con este tiempo? ¿Qué ocurrió con la capa que me birlaste? Él tocó sus pómulos en extremo fríos.
– Si te metes al rio puede que la rescates por mí.
– ¿Sabes lo difícil que es conseguir ropa en esta época? Estas capas no sirven demasiado bien, por fortuna tengo pelaje, tú en cambio eres lampiña.
– Descuida mamá, en ocasiones como esta me alegra de tener a Fedora a mi lado, es como llevar una almohada que te sigue a todas partes. Lion-O se rió en voz alta inesperadamente que se sorprendió a sí mismo, no era muy común escucharse reír, siendo cada vez más flemático y apagado.
Decidió que cualquier cosa que fuera a suceder entre ellos, debía ser parte de su propia manera de ver las cosas, había cometido el error de invocar a los antiguos espíritus a los que Mumm-Ra y los tigres rezaban, a eso le conduciría la desesperación e impaciencia.
Al regresar al campamento, Mandora saludó a Wily Kit, quien sonreía estúpidamente, Wily Kat en cambio, tenía el cuerpo lleno de una espuma rosada, murmuraba por ayuda, pero su hermana le lanzó una cuerda para arrastrarle lejos.
Fedora había abandonado su tarea de monitorear los mensajes de radio y se preocupó, Wily Kit le dijo que estaba por allí ayudando, sin dar más detalles. Las guardianas rebeldes no aparecían por ningún lado y como el rey no se interesó en el tema, lo dejó por la paz. Fedora se quedó sola con los niños atrapada en el plan de la pequeña.
– Eres una alcahueta niña.
– Cierra el pico y has un esfuerzo.
– Oh, está bien, pero ella no es esa clase de persona, creo que le gustan más maduritos.
– Hmmhm.
– ¿Por qué no cooperas un poco cabeza de chorlito?
– Hm. Se quejó Wily Kat cubierto de pegamento rosado.
La tarde pasó lentamente, pero la oscuridad se alzaba por todo el firmamento, Lion-O en especial estaba nervioso, caminando de un lado a otro.
– A este paso cavarás un hoyo con los pies pelirrojo. Sentándose a la luz de la fogata mientras el resto de su grupo cuchicheaba.
– Ya han pasado muchas horas.
– No podemos hacer mucho hasta mañana, los vientos son muy fuertes, así que dudo que alguien quiera atacarlos con este clima.
– No estoy pidiendo que vayas, sé que es peligroso, pero un poco de apoyo serviría. Ella le pasó de su vaso, a la vez que Fedora se sorprendía.
– A mí nunca me dio de su vaso… Wily Kit le cerró el pico, mientras Wily Kat contenía su risa, aunque la pena de recibir otra cápsula en pleno rostro le mantuvo una expresión digna.
– ¿Sigues enojado con esa clérigo? Atajó al rey que se sentía culpable.
– No es así es solo que...
– Está bien, no es como si me importase, de todas maneras, ella tiene a alguien que le consuele, no deberías ser tan atento.
– Mandora…
– ¿Sí? La guardiana miraba a Fedora que estaba a punto de decir cosas innecesariamente incómodas, pero Wily Kat y Wily Kit forcejearon con ella.
– ¿Qué harías sí… supieras que todo está perdido?
– ¿Cómo dices? Su expresión se endureció y Lion-O tuvo que corregirse.
– No es para que te preocupes, quiero decir, ¿qué harías si supieras que un barco se fuera a hundir irremediablemente y no fueses capaz de hacer nada para evitarlo?
– No comprendo que quieres… te refieres a esa clérigo.
Lion-O no respondió, eso pareció animar a la chica que con un gesto despreocupado giraba su mano indicándole que siguiera adelante.
– Eso es sencillo pelirrojo.
– ¿Lo es?
– Es evidente, si conoces un barco que se va a hundir irremediablemente, únicamente no te subas en él.
– ¿Y qué pasa con el resto del pasaje?
– Si eres quien gobierna la nave, puedes ordenarles a todos no abordarla, por tu autoridad te escucharán, pero si eres un simple pasajero… eso no es tu problema.
– ¿Eso piensas? Me parece un poco cruel y cobarde.
– A mi no me lo parece, pues dudo mucho que logres hacer nada por nadie si no se te escucha con una posición de autoridad, pensarán que eres un loco, no puedes salvar a todo el mundo.
– Hm.
– ¿Por qué esa cara? No puedes cargar con los problemas de la gente tu solo, por eso, si te tienes que desprender de un gran peso de encima, como esa chica, únicamente hazlo y no mires atrás, se te puede acusar de mal amigo, pero no de desleal, cada quien elige su camino y es responsable de su propio destino.
El felino se levantó.
– Gracias, guardiana Mandora. Tal vez esa sea la respuesta.
– ¿A dónde vas?
– No me siento muy bien, si me disculpas, quisiera descansar un poco, avísame cuando lleguen.
Mandora no lo sabía, pero había alentado a Lion-O a que abandonase la ciudad de Avista a su suerte y esa era la idea más lógica, hacer que todos regresasen a sus lugares de origen, continuar su viaje con la esperanza de que Mumm-Ra le siguiese sólo a él, era tanta la presión, no deseaba pelear con Cheetara o ser lastimado constantemente por defender ese sitio, había llegado a tener un gran miedo por esa espada y ese guante que era capaz de chupar su alma.
Deseaba abandonar, posiblemente esa impresión tuvieron esas guardianas, él no deseaba gobernar Avista, sólo quería irse a casa, era una persona cansada, llena de frustraciones, que estaba en su límite.
– He allí mi amada “amiga” Mandora, romántica como una roca.
– ¿A quién llamas roca? Plumero con patas?
– Nada, olvídalo, hablar contigo es como hablarle a una pared, si eso era todo chiquillos, la primera guardia la harán ustedes.
Fedora le desvió la cara, mientras Wily Kit y Wily Kat habían perdido un poco de respeto por ella.
– ¡Insensible! Ambos le gritaron.
– ¿Pero qué mosca les ha picado? Se preguntó la guardiana, que a veces exageraba con su manera directa de ser.
####
Tiempo después
El sonido del tanque se podía escuchar a kilómetros de distancia, la noche ya estaba por entrar en su fase más profunda, no caía nieve, así que ese sonido calmó al joven rey, que podría continuar con su disgusto por la pelea con su hermano, quien se negaba a regresarle la espada.
Mandora tenía frío, así que prefirió tomar la capa del chico, quien no se incomodó, los cachorros y la misma Fedora deseaban hacer lo mismo, pero le dieron otra oportunidad y eso parecía ser un gran salto.
– Oh. Te lo he dicho… es como… hablar… con una piedra... cabeza… de coliflor… – Ji, ji. Los chicos y el ave se reían a lo lejos murmurando. Mandora crujió sus puños.
– ¿Pasa algo?
– No, es que tengo frio y se me entumen las manos.
– Creí que esto era lo suficientemente caliente.
– Sí, desde luego, lo es. Aunque él se refería a la cubierta blanca de un material plástico que aislaba el frío, ella parecía pasarla mal, pero no únicamente por eso.
– ¿Quieres continuar o deseas “descansar” un poco Mandora?
– Por su puesto, descansar… me refiero, continuemos.
Lion-O se limitó a mirar la pantalla, mientras los datos en idioma de las aves era leído con fluidez por la guardiana, esa pantalla era una fabulosa base de datos, la luz verde indicaba que había señal, aunque Fedora no era capaz de comunicarse con Avista, lo que le pareció extraño, pero no reparó demasiado en ello, Mandora en cambio, que ahora vivía sin su casco, no podía distinguir entre la luz de encendido con la luz de transmisión.
– Esto es lo que queda de la escritura demótica usada por los esclavos y los sirvientes del oscuro Rah, es la única que conocemos, la herética, que era el lenguaje ritualista de los antiguos espíritus, de poco o nada sabemos.
– Así que es un lenguaje que únicamente Mumm-Ra conoce.
– Generalmente era destinado a ceremonias, pero también a los controles principales de la nave y los libros de registro histórico.
– Los lagartos que vimos en la pirámide, decían cosas en esa extraña lengua, recuerdo que Jaga me prohibió entrar a la biblioteca del clero en palacio y vi esta clase de escritura.
– Los clérigos prohibieron el lenguaje antiguo del señor oscuro, ellos tampoco conocían bien el herético, así que quemaron los libros, lo que dejaron no eran más que fragmentos de las crónicas demóticas, casi todas están traducidas al lenguaje de las aves, pero contienen ciertas diferencias.
– No me digas; las aves fueron las que derrotaron a Mumm-Ra.
– Eso mismo, si escribes los libros suele pasar.
– Tomar prisionero a un lagarto de ese tipo no creo que sea sencillo.
– Pensé que los leones leerían con naturalidad ambos modos de escritura, que estaría injertado en sus mentes, la otra opción son los tigres.
– Si ese saco de huesos no creía en los leones es probable, los tigres nunca aceptaron aliarse con Thundera.
– Por mucho que lo digan, esos herreros no lo saben todo.
– No creo que nadie sepa demasiado de nuestro pasado, pero esa historia me la contó Javan, el padre verdadero de Tygra. Mandora recostó su cabeza sobre una de sus manos, frotando sus pies desnudos debajo de la colcha bajo la que ella y Lion-O estaban retozando.
– Los tigres pelearon por el control del gobierno formado por los supervivientes, un conflicto a gran escala sucedió y las tribus se separaron, se dieron cuenta que la tecnología tenía un efecto negativo, al menos la tecnología de ese ser y la negaron.
– Fue una cosa parecida, creo que las panteras iniciaron una guerra, traicionaron y luego esclavizaron a los leones, fue su plan desde un principio, crearon la resistencia y engañaron al segundo de abordo, que era por supuesto, un león. A ese pobre diablo una pantera lo engatusó para que traicionase a Mumm-Ra, una vez ganaron, intentaron deshacerse de él, de alguna manera sobrevivió y les derrotó con un ejército de esclavos para desterrarles del continente.
– ¿Cómo sabes eso? Él bajó la mirada y se recogió de brazos.
– La primera Thundera fue erigida originalmente por las panteras, sus restos yacen bajo Magi Oar, es lógico si lo piensas, porque está más cerca del desierto que el valle de los reyes, construyeron una efigie con una cabeza de la tribu y le dieron esa forma al ojo… a la piedra de guerra, así que cuando los leones comenzaron su venganza, la arrancaron y se la llevaron como trofeo.
– ¿La efigie de palacio? Ya veo, nunca entendí el porqué esa cabeza era el símbolo de tu nación siendo tu reino tan racista, es casi tan raro como soldarla a ese cuerpo cuadrúpedo.
– No puedo negar eso en absoluto, como sea, la cabeza tiene del lado opuesto daños sobre su acabado, como disparos de armas de plasma, nunca me dijeron como había ocurrido, así que supongo que fuera de los clérigos, no muchos conocían el origen de esa cabeza.
– Hmm… la historia de las aves abarca cerca de mil años, pero antes de eso no demasiado, el reino que establecieron una vez en las costas del Norte desapareció, la nación de las aves emigró al Este del continente y muy al norte, donde hay espesos y altos bosques, pero ellos, como el resto de las tribus, renunciaron a su tecnología cuando Avista despegó, eso igual es un misterio.
– Avista pudo ser construida con un propósito que no entendemos Mandora, su caída no se debió únicamente a nuestra visita.
– He investigado Lion-O y me he movido mucho tiempo por el continente, pero ni yo sé todas las respuestas, únicamente te puedo decir, que cuando naciste, hubo un gran alboroto, esos grupos que estaban en decadencia resurgieron. Tu nacimiento…
– Así que se unieron por mí.
– No lo sé bien, pasó una cosa con tu madre, lo que fuese que fuera, era hecho por los clérigos sin el consentimiento de los demás, esa profunda compatibilidad que posees con la espada, no la obtuviste por azar.
– ¿Crees que esperaban a que Mumm-Ra regresase debido a mi nacimiento?
– Si es una apuesta, podría apostarlo sin rechistar.
Él no dijo más durante un buen rato, lo que siguió incomodando a la Guardiana, quien tragaba saliva.
– Lion-O… hay una cosa que debes conocer.
– Dime.
– Ese sujeto que lideraba a los clérigos te sometió a muchas clases de experimentos.
– ¿Jaga? ¿Qué clase de experimentos?
– No sé su naturaleza, pero casi destruye Thundera en el proceso, te llenó de una energía muy poderosa que luego selló en ti, una facción de las guardianas contrarias a la mía decidió por su cuenta lanzar un ataque con la intención de matarte.
– Pero no lo logró. Mandora pareció meditar sus palabras y no decía todo lo que pensaba.
– Las guardianas tuvieron lazos con los clérigos, sospechaban de lo que pasaba con el embarazo de la reina, les culparon de mentirles, primero fue una parte minoritaria, al final, la mayoría creyó que el clero intervino de manera directa en tu nacimiento.
– Así que yo… Hizo una mueca con esa expresión depresiva suya.
– No he insinuado que seas responsable… tu madre era una persona de una complexión débil, yo… no quise ser ruda, lo siento.
Ella esperó con su vista hacia el frente con agitación, pues él no se movió en absoluto, no era muy buena en comunicarse en nada que no estuviese relacionado a su trabajo e incluso un muchacho como ese podía intimidarle, así que pensó en pretextar cualquier cosa e irse, giró su cabeza cerrando los ojos en una mueca amable, pero él se puso encima, lo que le dejó petrificada, besándole en la boca.
– ¿Por qué hiciste… eso?
– Es solo que no quiero tener un mal recuerdo de ti y pensé que estarías preocupada por lo que ocurrió aquella vez.
– ¡Ah! Por aquel beso… perdona, debiste querer guardarlo para alguien especial, no debía hacerlo, intentaba acercarme y no sabía cómo, soy muy mala en estas cosas, quería que supieras la verdad y en cambio lo enredé más. Al escuchar eso, él se recostó dándole la espalda, el ruido del pesado vehículo se hacía más claro.
– Parece que ya están por llegar, deberíamos ir.
– No fue mi primer beso, si eso te preocupa, aunque no importa, esa tampoco fue una experiencia agradable. Lo dijo desanimado.
Ambos se quedaron en silencio un largo rato.
– Por cierto Mandora…
– ¿Qué pasa?
– Está bien si te gusta el General, es una buena persona, no voy a molestarme por eso.
– ¡¿Ahh?! ¿De qué estás hablando?
– ¡Espera! No he pensado en nada así que yo recuerde. Ella protestó, sin esperarle, salió al exterior de la tienda donde el tanque se estacionó al lado del camino, eso descubrió las mancuernas que estaba buscando la clérigo.
– ¿Pero qué…? Miró al felino que a pesar de decir que no estaba molesto, lo estaba, por su actitud al caminar, pues suponía que ella mentía.
Se puso sus botas y corrió hasta él para detenerle, aferrándole de los brazos.
– ¡Hemos llegado al fin! Creí que moriría en ese lugar, dijo en voz alta Tygra, que a pesar de lo grave de su entonación, se veía contento, tenía el guante en su brazo y parecía haberlo usado, pues su aspecto era sucio, pero eso en nada sorprendió a los cachorros y la guardiana que estaban atentos a una escena, manteniendo la distancia.
– ¿Qué emoción? ¿Estás loca pequeña? Es absurdo, se lamentó Fedora. Pero Wily Kit tenía una sonrisa indescriptible.
– ¡Qué romántico!
– Te lo estas tomando muy a pecho hermana.
– Esta vez no me darán calabazas.
– ¿De qué están hablando? ¿Dónde está Lion-O? Preguntó Cheetara... hm.
– ¡Shh! Los profesionales estamos trabajando, le respondió.
– ¿Qué ocurre? Panthro parecía estar cautivado por el chismorreo, dejando a Tygra solo.
####
Sin duda era alta, más de lo que aparentaba cuando caminaba a su lado, la altura parecía ser un obstáculo demasiado importante para las mujeres, mirar hacia arriba para ver a una mujer que le gustaba era horrendo, siendo ella la que le cubría con sus brazos, pero eso no era lo que en verdad le molestaba, sino su falta de franqueza.
– Debo parecerte un chiste, alguien a quien puedes decirle una mentira una y otra vez.
– A mi esa clase de cosas no me importan.
– Tampoco eres una felina.
– ¿Y eso importa?
– No, pero hará las cosas aún más difíciles.
– No es como si fuésemos a hacer nada malo… te aseguro que te protegería con mi vida antes de dejar que nadie te hiciese algún daño.
– Ya he escuchado eso antes, frases muy cómodas cuando no puedes responder una simple pregunta.
– ¿Qué quieres de mi? He decidido ayudarte, dar mi vida por tu causa ¿no es suficiente?
– No sé, dímelo tú ¿Realmente piensas que soy apto para dirigirles? ¿Me seguirías aún si abandonase esa maldita espada, si solo fuera yo quien tomase las decisiones, sin usar ese poder?
– ¿Pero qué intentas…? ¡El barco!
– Sin esa maldita espada, soy como ese pasajero ¿no es cierto? No tengo poder real, ni valía ¡¿No es así?! Le gritó.
Ella no le respondió, aún así, su expresión lo dijo todo. Le consideraba como una mera base para que esa espada hiciera su trabajo.
– ¡Hmp! Alguien carraspeo muy cerca para interrumpirles.
Los pulgares de Wily Kit se fueron alzando y su hermano se rascaba la barbilla, sin atinar a decir que eso era una escena de amor, Wily Kit veía conflicto y pasión, señalando con ambas manos, su hermano y Fedora no estaban seguros, el gesto de Cheetara era de desaprobación, Lion-O agitó su cuerpo y ambos se separaron.
– No pierde el tiempo ¿verdad majestad? Le dijo la clérigo, aunque él no prestó atención en el tono.
– ¿Qué ocurre?
– Bueno, si ya terminaste de tontear con tu novia tenemos cosas importantes que tratar.
– N-No es mi novia, ella solamente…. y lo que hago también es importante.
– Claro, mantener la especie es tan importante ahora, será genial ver leones voladores, serán grandes atracciones de circo, bien pensado galán, dijo con ironía.
– ¡Cállate! No estoy de humor para esas tonterías.
– Pues qué bien, porque tenemos un problema.
####
Todos escucharon lo que había pasado y Mandora que no dejaba su agitación, se mantuvo enfocada en las palabras del felino, que les narró lo que había pasado ese día, mientras buscaba un camino abierto por el cual regresar a los valles superiores.
– ¿Les atacaron con flechas? Pero… no parecían agresivos.
– No solo eso, usaron explosivos y destruyeron medio puente para atraparnos, tuvimos mucha suerte en salir con vida, nos colgamos de los cables del tanque para salir del foso.
– Si no tenían escudos como dices, me parece demasiado raro, habían dicho que eran neutrales. Mandora dijo sorprendida.
– Ese es el problema, cuando subían el puente de una de sus entradas, vi uno de los escudos de guerra de los rinocerontes estampadas en grandes cajas de madera y no tuvieron otra opción, todos los pueblos de esta región seguramente participaron, llevaban torres de arqueros para las espaldas de esas bestias y cabezas de empuje para armas de asedio.
– ¿Estarán preparándose para otro ataque? Fedora compartió miradas con Mandora.
– Si esconden sus escudos puede que tengan miedo de una reprimenda. Mandora pensó que dadas sus pérdidas, lo más seguro era que no avanzarían imprudentemente en invierno.
– Esos malditos, no quieren comerciar con nosotros alegando ser neutrales, mientras nos atacan impunemente.
– No podemos pasar por la ruta del valle. Cheetara, mostró un mapa con las rutas tachadas, la más larga era la única que quedaba.
– Cinco días si tenemos suerte, hay bandoleros en todo el Este, así que no podremos acampar.
– ¿Qué hay de Avista, has podido contactarlos? Fedora negó con la cabeza.
– La trasmisión es muy mala, no lo entiendo, debería poder comunicarme a esta distancia, pero la señal está llena de ruido e interferencias, estaba pensando en la posibilidad de una montaña con un elevado nivel de hierro, de otra manera...
– ¿Qué? Preguntó Cheetara.
– Podríamos estar siendo interferidos, aunque las balizas de posición funcionan perfectamente.
– ¿Balizas de posición?
– Son dispositivos de rastreo para saber dónde están nuestras naves, para casos de accidentes, es difícil, pero si sabemos en qué ruta se fueron, podremos localizarles si logramos acercarnos a menos de diez kilómetros, si hubiese una interferencia sobre nosotros no podríamos recibir esa señal.
– ¿Así es como nos encontraron? Cheetara no confiaba en las intenciones de esa guardiana, pero ella no lo veía mal y eso lo demostraba con una actitud segura.
– No es vigilancia, si eso te preguntas, el alcance de las balizas es muy limitado y se ponen en todos los vehículos obligatoriamente, sabíamos que estaban aquí, así les encontramos siguiendo la ruta, si se hubieran internado en el bosque habría sido imposible.
– No tenemos comida para tantos días, ni creo que con el nivel actual de piedras de fuego podamos llegar demasiado lejos, la carga de corriente no dura tanto como antes, sin olvidar que al subir por el risco, el tanque sufrió muchos daños de lado derecho de las cadenas. Panthro estaba triste por esa razón, lo peor era que su rey no participaba y eso sacaba de sus casillas a su hermano.
Se quedó pensativo, sin moverse, daba la impresión en estar en su actitud desinteresada, Cheetara le miró de una manera terrible, contenía sus emociones como podía, deseaba abofetearle, no se portaba como un rey y eso le avergonzaba, incluso su “adorada” Mandora miraba al rey de reojo preocupada.
– ¿Qué, no vas a decir nada? Tygra con el guante en su brazo, lo agitó melodramáticamente.
– ¿Y qué quieres que diga, no eres ya el rey?
– Si fueras humilde para reconocer tus errores no estaríamos en esta situación, no tendría que tomar tu papel.
– Cómo si eso fuera a molestarte, es lo que has querido siempre.
– ¿Pero qué demonios te pasa imbécil?
– ¡Tygra! Cheetara gritó, cuando el tigre se le abalanzó para ponerlo a espaldas del mismo árbol en que esa ave de nombre Ikarus lo había hecho para que se fueran de Avista.
– ¿Qué es lo que realmente deseas hacer Lion-O? Mandora, con su expresión, parecía evidenciar una mezcla de resignación y culpa que se hizo sospechosa a ojos de Cheetara, quien soportaba el dolor de su cuerpo y el frio intenso con una capa que le envolvía hasta la base de los tobillos, deseaba descansar, pero se obligaba a mantenerse despierta a base de pura voluntad.
– ¿Por qué no nos vamos al Este y continuamos nuestra búsqueda? Todos nosotros, allí hay pueblos donde podríamos repostar y recuperarnos.
– ¿Y qué pasa con Avista?
– Eso no es nuestro problema, ellos quieren esto o aquello, pero no son fieles a nuestra causa.
– ¿Qué pasará con el resto, con Dobo y Aburn?
– Ellos pueden hacerlo bien sin nosotros, las aves les necesitan.
– ¿Y nuestros compatriotas?
– Esos no son thunderianos, son esa basura separatista de la periferia, por qué no irnos y continuar nuestra tarea, viajemos a Thundera y veamos a nuestra gente.
– ¿Y nosotras?
– Ustedes pueden volar a Avista, pero no me negaré a que vengan conmigo, si quieren.
– ¿Has perdido la razón?
– Tú dijiste que esto era razonable, que…
“¡Thumb!” El puñetazo que Mandora le dio en el estómago para caer en el suelo.
– Niños creo que debemos esperar afuera, esto no es una conversación que deban escuchar. Fedora arrastró a los cachorros.
– Lion-O… Wily Kit fue arrastrada por Panthro al interior del tanque.
– Esto es indigno de un rey ¿Qué te ha pasado? Cheetara le preguntó.
– Yo no soy juguete de sus intereses, estoy harto y cansado ¿qué hay de malo en abandonar? Ustedes querían irse y ahora es malo porque Tygra se siente satisfecho usando la espada del rey.
– Me avergüenzas… no voy a seguirte nunca más, es suficiente para mí. Dijo ella en voz baja y sintió alivio como resignación.
– ¿Seguirme dices? Pff, tu nunca me seguiste a mí, así que deja de mentirte a ti misma, ninguno de ustedes ha sido leal a mí en absoluto, es a esa maldita espada, así que no te vistas con un halo de frustración “clérigo”. Ironizó.
– Si quieres quedarte solo, entonces hazlo, pero yo voy a regresar, esa gente nos necesita, no tienes que hacer nada si no quieres, hoy la espada me ha mostrado su poder, no quería decírtelo, pero comprendo por qué ha pasado esto, Cheetara tiene razón, eres una vergüenza, si no te gusta dar órdenes, entonces acepta las mías, no tienes que cargar mas con esta responsabilidad si no quieres ¿qué serias tú sin esta espada? Solo el mismo lunático de siempre.
– No le escuches, no tiene idea de lo que habla. Mandora, que paso de un momento absurdo de violencia a reflexionar su propia situación, no le gustaba a donde iba ese tigre, o lo que el mismo sentía.
– Esto no es un asunto tuyo, no te entrometas. Ignorándole ella se recargó en una de sus rodillas para volver sobre sus pasos.
– ¿Por qué peleas Lion-O? Creí que te interesaban estas personas, mi consejo puede estar mal, porque no entendí la razón de tu pregunta, pero definitivamente, tú eres el capitán de un barco muy grande y los capitanes se hunden con su tripulación. Fedora, quien regresó completamente arañada de la cara como el mismo Panthro, luego de encerrar a los chicos en el interior del tanque, se cubrió del rostro, había presenciado el consejo más estúpido que nadie había dicho en su entera vida.
Él temblaba de pies y manos, gruñendo, tal era su enojo y confusión, que una invisible aura de negatividad se formó a su alrededor, Mandora se alejó un poco y entonces, fue cuando él pudo verle titilar en su cinto.
Podía incluso escucharle latir asíncronamente con su corazón, se quitó el cinturón con un gran cristal rojo hecho de piedras de fuego agotadas por su color opaco, menos intenso que las sacadas de una mina.
Había sido horadado en el centro, parecía una pequeña imperfección, pero de esta, una luz era emitida con un sonido de clic cortos y largos que emitía cuando las personas frente a él hablaban y preguntaban cosas a las que no puso atención.
– ¡¿Qué?! Al hacerse esa inaudible pregunta, aquel dispositivo emitió una luz y el correspondiente clic, se alimentaba de la poca energía de su cinturón, trasmitía sus palabras y lo más probable, su posición, así fue como las guardianas rebeldes le encontraron cuando estaba en una zona oscura y lejana a su campamento.
Abrió los ojos para comprender el enorme error que había cometido. Mandora hizo una pregunta, pero no respondió para apreciar el mismo efecto.
Los cachorros salieron por una pequeña abertura de refrigeración, pero los chorros de viento gélido les hizo arrepentirse, no podían regresar por el mismo lugar, dejando la bolsa del rey de los ladrones, donde habían puesto a Snarf para que no molestase a Mandora y Lion-O, pero las cosas se habían echado a perder.
Lion-O caminó hacia el tanque con una mirada seria en su rostro.
– ¡Wily Kit! ¿Dónde está Snarf?
– En el tanque ¿estás bien?
– ¡Cuida de él!
– ¿A dónde vas leoncito? Le preguntaron los cachorros, él no respondió, subiéndose al frente del tanque y abriendo la escotilla, tecleó los botones que liberaron el ciclón de la garra.
Ni Mandora o Fedora podían volar en ese clima y siguieron al rey sin saber que decir o hacer, Cheetara se cayó en la nieve cuando intentó seguir su ritmo, así que Tygra la intentaba ayudar, pero con sus ojos rojos abiertos intensamente, le empujó.
Panthro estaba cruzado de brazos ante esa escena, Cheetara le agarraba de los brazos, pero soltándose, desatascó el vehículo para meterse en él. Mandora fue empujada por Fedora, que no tenía la menor idea de cómo acercarse a un chico y sus errores eran tan grandes que estaba temblando espasmódicamente, Tygra en cambio mantuvo su mueca.
El ciclón arrancó con el león a toda velocidad, ante la impotencia de su gente a la que daba la espalda, para que no se forjase un eslabón al que estuviese atado irremediablemente.
– ¿Qué hacemos? Dijo Panthro. Cheetara miró a esa guardiana con odio, no porque le estuviese alejando de ellos, sino por ese aire superior que quería mostrar y sus completos celos, los celos de que alguien estuviese arrebatándole un puesto por el que había luchado toda su vida.
– Agarren sus cosas, iremos tras él.
– Pero… Tygra replicó.
– Pero nada, tú no eres el rey y yo soy una idiota por dejar que esto siguiera, es mi culpa que se sienta así, por no poder aconsejarle, por no cumplir con mi deber.
– ¡Cheetara! Ella no escuchó, molesta, abrió a disgusto la rampa del tanque y metió la primera caja que pudo, aunque se dobló de dolor, Tygra le agarró entre sus brazos.
– ¿Al menos sabes cómo seguirle en este clima?
– Podemos hacerlo, ese ciclón también cuenta con un transmisor. Fedora dijo mostrando una especie de receptor.
– Muy bien, si eso es lo que quieres iremos.
– No lo digas como si lo hicieses por mí, es a él a quien debes seguir. Pero él no cedía y ella se levantó molesta para sentarse en uno de los asientos, los cachorros se sentaron a su lado.
Mandora, como el resto, recogió el campamento sin saber que decir.
– A veces las palabras correctas no salen de nosotras amiga mía. Fedora era más sabia y prudente en las cosas importantes, pero ella era definitivamente estúpida, le besó para no tener un mal recuerdo, pero tenía que arruinarlo con un mal consejo a una pregunta tan importante.
– Básicamente le he dicho que sólo es una herramienta.
– Si le aprecias de verdad y es recíproco, encontrarás el camino a su corazón, así que no te des por vencida tan rápido. Fedora le abrazó afectuosamente y esa vez Mandora no se quejó, reconocía lo pequeña que era ante esa ave que calificaba de laxa y poco eficiente, pero lo cierto, era que Fedora podía calificarse como lo mejor del mundo de las guardianas.
Mandora recogió esa bolsa de tela que usualmente Lion-O se ataba atrás de su cadera, imitando a la clérigo, luego pensó si debía entregárselo, seguramente había estado buscando esas mancuernas sin Viragor durante horas, se sintió humillada de seguir sus órdenes.
– ¿Qué es esto?
– Una cosa que te hará sentir muy mal. Eso me dará una satisfacción. Descubriendo en su interior un par de pesadas mancuernas elementales.
####
Villa-Feudo de la entrada a los valles superiores.
100 kilómetros al Oeste de Avista.
No llevaba ningún arma fuera de esa espada de entrenamiento rota, pero eso no le importaba, debía llegar, atravesó la densa nieve, amenazando con caerse por uno de los precipicios cercanos al bosque oscuro, sabía su objetivo. Los dientes le crujían por el estrés y el nerviosismo que se veía incapaz de ocultar, había pasado dos horas a máxima potencia escalando pendientes, bajando riscos, saltando colinas, si no fuera por el frio extremo que tragaban los motores de su vehículo, el radiador hubiera volado con gran parte de esa máquina por el cielo.
El fuego se extendía a lo largo del valle, donde los aparatosos feudos que estaban apartados de la guerra, alentaban a los nuevos contendientes a llenar un vacío de poder que los lagartos no querían.
Nadie vigilaba el paso principal y entró sin problemas derribando la entrada, la sangre de sus habitantes indicaba que habían muerto muy recientemente, la gran puerta del fuerte que protegía al señor de la villa, se desprendió, como buena parte de la pared sostenida por largas hileras de troncos y piedras invadidas por ese virulento fuego.
Los cuerpos de gente inocente yacían esparcidas en las calles de esa rica villa enclavada en los límites bajos del bosque oscuro o devoradas por el fuego que traía cargado un fuerte olor a carne chamuscada, una escena dantesca de cuerpos apilados de guardias y sus jefes, mismos que trataban de salir del interior de sus incendiados carruajes de madera. Al ver a la suboficial Ikarus arrojando el cuerpo de un pobre diablo al foso del fuerte donde entre gritos murió, le rugió, alzando su espada para estamparla contra el muro, deteniéndose justo en su cuello.
– ¿Por qué has hecho esto? Era completamente innecesario.
– Me parece que no es así, ahora estas obligado a ser nuestro capitán, te guste o no.
– ¿Pero eso…? No es lo que quise decir.
– Tenías razón, sin ti estamos perdidos y si no tienes una motivación para quedarte, esta es una.
Él retrocedió negando con una mirada perdida, inmisericorde, el ave apenas cambió de expresión, emprendió el vuelo reuniéndose en el aire con las otras asesinas. Era su culpa, ese momento de debilidad y duda provocó esa tragedia.
Todo se movía como si flotase y levemente se asentó sobre el ardiente piso de roca, el fuego se fue apoderando de todo, los pocos sobrevivientes que no fueron alcanzados por esa masacre, huyeron despavoridos al verle manchado de la sangre de las personas que consideraron las víctimas de su ira.
Así que cuando apareció ese lobo que le había estado siguiendo desde Avista, el mismo que vio cuando estaba en esas grutas, saltando sin ninguna precaución en un ataque directo, su enorme cabeza se partió en dos de una estocada, misma que acabó por bañarle en su sangre negra que ardía como el hierro fundido, gritando de dolor, un potente rugido que recorrió el valle.
Los lobos que le seguían, se detuvieron enseñando sus dientes, chillando y gruñendo amenazadoramente.
Había sido un reflejo, Lion-O sabía que ese lobo no era malo en esencia, así que no justificaba su acción violenta, pese a ello, un aspecto peculiar dentro de este, despertó una respuesta contundente que le hizo una herida que partió su hocico y se abrió paso directo a la base de su cuello inverosímilmente, ese sujeto tenía razón, su poder era ese.
Había iniciado una guerra por su propia mano.
####
Al tomar esa daga, sintió que su cuerpo se partía en dos, tal si un hilo invisible se enterrase en cada extremidad y le controlase como a una marioneta, sus dedos se negaban a soltarla, su mano hinchada supuraba sangre donde se había luxados sus dedos y el dolor emergió nuevamente.
Estaba enterrada en la base del cuello de ese animal, la nieve se detuvo y se transformó en agua para evaporarse y convertirse lentamente en hielo. Gritó, rugió intentando zafarse, golpeando su punta contra el suelo, pero solo veía su malévola figura reflejada, esos ojos rojos fulgurantes, mientras todo el cielo giraba en un remolino, que fue alzando el fuego para formar un tornado de llamas que migró de un lado a otro de esa villa.
Pumyra apareció junto a esos tigres saliendo del bosque y su impresión fue mayúscula.
Supuso que esa daga no había llegado mágicamente al cuerpo de ese pobre ser, alguien la había clavado allí y esa persona le miraba primero con sorpresa, luego expresando su odio.
No quería pensar en lo que esa demente quería con ese lobo, pero esa pobre bestia peleó, estaba escapando, buscando alejarse de la influencia de quien le clavase a traición en su espalda aquella daga maldita, su espíritu indomable era una cosa que su atacante no había considerado.
Conforme se acercaba, un chillido se produjo, como si ellos dos resonaran, Pumyra cayó al suelo, para ser recogida por su acompañante de un pelaje blanco, dispararon, pero los rayos se desviaban.
– “Sólo haces las cosas más fáciles para nosotras. Es lo que esa ave piensa en estos momentos, Mumm-Ra ha querido hacer una prueba controlando al patriarca de los lobos, ha sido un insensato, sin la sangre negra forjada en la hoja de su acero, el flujo vital corre en ambas direcciones, ha de estar revolcándose de dolor en estos momentos, es inevitable, ustedes dos aprenden por el camino difícil.” Agregó la pantera que se desvaneció cuando pareció satisfecha de atestiguar uno de los peores momentos de una persona agotada por la realidad.
El tanque despedazó de un disparo un par de árboles por la mitad, para caer en la tierra con fuerza a toda velocidad, sus disparos se cebaron en los vehículos enemigos, estos no se movieron de su sitio, probando su disciplina y en un rápido movimiento, dieron al centro del tanque inutilizando el arma de plasma.
Tygra disparaba sobre los pilotos que retrocedieron para colocarse en un ángulo incómodo, mientras el resto de los enemigos se refugiaban tras estos.
– ¡Dispara los misiles!
– No puedo, el fijador de tiro está atascado.
– Maldita chatarra.
– Concéntrate en evitar su avance recojamos a esos dos y vamos sobre el puente.
– ¡General, abra la rampa! Cheetara ordenó, Fedora y los cachorros cayeron al piso del vehículo.
Cheetara, portando nuevas mancuernas en sus tobillos y antebrazos, trató de ganar la salida, pero Mandora la rebasó y con el poder de sus aleteos, se dirigió hacia donde el rey estaba parado.
Recorrió por encima de uno de los fosos, pero ella tenía que tomar impulso y extender su báculo, para hacer pasar el tanque, el puente mostraba los daños en uno de sus costados, así que de no levantar el pedazo de roca que se desprendió, seguramente el tanque no lograría pasar sin voltearse, así que únicamente mordió su lengua evitando maldecir.
– Te cubriré. Dijo el príncipe Tygra que se protegió con el escudo-guante de los dardos, usando la piedra espiritual, de la que emanó un haz rojo de energía.
– ¡No! Atraviesen por aquí, yo les seguiré.
– Es muy peligroso.
– Lo es más si nos quedamos, General, hágalo. Panthro asintió, cerrando la rampa y las escotillas para evitar la salida de los cachorros.
Mandora sacó su larga espada plateada y desvió varios dardos, para que de un aleteo, lanzara sus plumas endurecidas de sus alas, los tigres protegieron a su líder que estaba desvanecida, hasta que agitando su rostro, recobrara control sobre su conciencia. Cheetara pudo apreciarle perfectamente y esa mirada de odio intensa que únicamente tenía ojos para el rey que gruñía furiosamente, haciendo retumbar la tierra.
– ¡Lion-O, detente! Él no le respondió a su llamada, el puente se comenzó a colapsar, tuvo que saltar.
Estaba dispuesta a derribarlo, necesitaba alcanzarle, decirle que lo sentía, sus manos tocaron el extremo de la orilla de lo que sobrevivía del puente, Tygra corrió a ayudarle, pero ella estaba enfocada en Mandora, que luchaba para acercarse a él, poseído por un invisible muro de energía que la frenaba, supo inmediatamente lo que era, Pumyra emitió un chillido, un alarido terrible que helaba el alma.
– ¿Qué pasa?
– Está acumulando, Lion-O, está… oh, no… ¡Espera! ¡Detente Mandora! ¡NO LO TOQUES!
Se sintió como una chispa de electricidad estática, ella le dijo algo al felino, pero el sonido no llegó a sus oídos. Ambos fueron lanzados en direcciones opuestas el uno del otro violentamente.
Por un momento Mandora recordó algo importante, parada allí en una posición marcial ante ese chico de cabellera plateada y un cuerpo casi en su totalidad cromado, ella aceptaba esa misión y cuando se detuvo, pudo recordar su nombre verdadero.
####
Uno de esos enemigos, protegido por su capa, cargó a la desvanecida líder, la traidora Pumyra, el segundo, que estaba en el suelo por una de esas plumas, fue levantado de la misma manera, Tygra abrió la boca al descubrir de quien se trataba.
– ¿Un tigre?
– ¡Rápido, están avanzando! Panthro advirtió las naves que llegaban.
– Mierda. Dijo el príncipe. Wily Kit y Wily Kat salieron, dejando a Fedora con el golpe en la cabeza a su suerte.
– No se acerquen, si lo tocan será peligroso. Advirtió Cheetara.
– General, cárguelos usted.
– No, es imposible, debemos intentar transportarles de otra manera, necesitamos eliminar su acumulación.
– No comprendo ¿cómo lo haremos?
– Con un ritual, pero es complicado… si tan solo pudiéramos transportarlos sin tocarles.
– Eso es fácil. Wily Kit corrió al rey.
– ¡Rankinbass! Y Lion-O fue succionado hacia adentro, Mandora llegó segundos después.
– Snarf, que estaba dormido en ese espacio, donde una vez estaba lleno de tesoros, sufrió la descarga cuando el rey cayó sobre él, prendiendo en fuego por entero aullando de dolor, parecía muerto, no supo cuanto pasó, pero despertó de las lamidas del pequeño en su cara, quien retozaba a su lado, Fedora estaba con una venda en la cabeza y Mandora justo en la colcha de al lado, los cachorros dormían profundamente.
– ¿Qué le pasó a su cabello? Abrió intensamente los ojos al descubrir con horror su tono plateado, alguien en las sombras le respondió.
– Sucedió cuando te tocó, respondió Cheetara. Al intentar alzar su brazo, este le dio un intenso dolor.
– ¡Arghh! Cheetara le tomó entre sus brazos.
– Te inmovilicé el brazo, tienes luxados los dedos de la mano y sin medicina puede ser un poco difícil. Le latía dolorosamente el corazón.
– ¿Qué ha pasado? Ella dio a entender que seguían en el tanque.
– Logramos escapar, sus naves no pueden ir por las veredas, nos persiguieron un tiempo, luego repentinamente retrocedieron, si no fuera por esta bolsa no hubiéramos sido capaces de descansar de ese brutal frio.
– ¿Cómo está ella?
– No te preocupes, fuera del cambio de tinte de pelo, yo diría que está de maravilla, dijo Fedora que le saludó.
– Lo siento, debí intervenir antes, pero Mandora llegó demasiado aprisa, dijo en un tono que recriminaba su falta de determinación.
– ¿Qué? Cheetara tenía una cara solemne.
– ¿Cómo las encontraste?
– Buscando, creí que no te servirían, pero como siempre, veo que me he equivocado.
– Pero estas mancuernas no deberían existir.
– ¿Por qué no?
– Mi maestro decía que los clérigos originales las hacían de árboles sagrados con un enorme poder espiritual, prácticamente eliminaron el efecto residual de la magia elemental en mi cuerpo, dijo que eran imposibles de fabricar y su vida era muy corta, estas en cambio, son casi nuevas.
– Si alimentas un bosque con un montón de infelices, entiendo la razón.
Decirle a esa clérigo que esas mancuernas estaban hechas de árboles que alguna vez se alimentaron de sangre de personas para crecer, era una mala idea, así que se arrepintió de decirlo, era frustrante que esa chica fuese tan ignorante de la propia historia de su gente, no le sorprendía su falta de disciplina para equiparar sus palabras con sus acciones.
– ¿Eso qué quiere decir?
– Nada, no me hagas caso, como quiera que fuera, es bueno que te hayan ayudado, se comenzó a recostar, pero ella lo impidió, susurrándole al oído.
– Sobre tu idea…
– ¿Sí?
– Te seguiré, quiero decir, te seguiremos si es lo que deseas, sí quieres irte a buscar la última piedra, iremos juntos, lo hemos discutido y… Pero con tristeza, el rey negó una y otra vez.
– No Cheetara, yo ya no me puedo ir, ya no.
Recostándose sumido en una severa depresión, mientras veía cumplida una profecía frente a sus ojos, clara, como esa cabellera plateada, que la una vez rubia guardiana, llegó a poseer, temía de aquello en lo que se convirtiese cuando se despertara, pero así eran las cosas.
Fin de parte 5 de 5