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lunes, 10 de marzo de 2014

Capitulo 2, Episodio 28: El gigante de piedra (3 de 5) "Malos augurios del pasado parte 3"

En la mañana

Dejaron el pueblo a la mañana siguiente, no podían tomar el camino de las caravanas, el tanque pasó el bosque hasta internarse en un camino arcilloso de terracería, lo que le representaría dos días perdidos, estaban desesperados por llegar a casa, para empeorarlo, no podían usar la velocidad máxima al ser un terreno accidentado.

Soul Sever estaba hibernando junto a sus necromecas. Ponzi estaba dormido luego de una noche imparable de ventas, Jorma en cambio trataba de hacer que el libro de los augurios funcionase, pero no había respuesta, la aguja no dejaba de girar.

Wily Kit arriba del tanque hablaba con Mandora sentadas en la escotilla, quien se limitaba a mostrar esa expresión sin matices tan típico de ella.

– ¿Así que las guardianas son como los clérigos de Avista? Mandora se encogió de hombros.

– En el pasado la Nación de las Aves no era muy diferente del reino de Thundera y las guardianas se encargaban de la paz de nuestros territorios y el cuidado de las reliquias dejadas atrás en los conflictos de aquellos que se disputaban las piedras, con los años se volvió un mero mito, una sociedad secreta más interesada en resolver los problemas políticos al servicio de los poderosos de la ciudad voladora que su tarea original y cuando se dieron cuenta, no eran más que una vieja orden incapaz de hacer nada para ayudar a nadie.

– ¿Las odias?

– Hay cosas que me gustaban de ser una guardiana, pero descubrí que los guardianes como los clérigos manipulaban a sus gobernantes para su propio beneficio y eso nos llevó a elegir a un traidor.

– ¿Te refieres a ese buitre?

– Alguien demasiado listo, pensó que sería el gobernante que uniría el destino de todas las aves bajo su comando, tarde se dio cuenta que era un mero peón del Concejo de Avista al que la Nación de las Aves rechazó y la humillación de su fracaso pudo con él, creo que su guardia más que protegerle, fungían como sus carceleros, aunque todo eso es especulación, no era la clase persona que abriera su corazón a otros.

La guardiana dijo la última parte con un nudo en la garganta, sacudió su cabeza y terminó un par de cápsulas, lanzando una de ellas para que explotara fuera sacando un líquido rosáceo muy espeso y viscoso que hizo blanco en un árbol.

– Eso es increíble.

– Te enseñare a hacerlas, solo promete que aprenderás a usarlas con sabiduría.

– Pero desde luego, palabra de exploradora. Cruzó sus dedos por la espalda sacando la lengua, Mandora hizo un gesto de poca paciencia, pero sonrió al final, solo que su amena charla terminó abruptamente cuando Lion-O apretó los frenos hasta el fondo.

– ¡¿Acaso pretendes matarnos?! Gritó la guardiana que soltó la cápsula a punto ella misma de caerse.

– Por los ancestros, dijo la pequeña imitando las exclamaciones del general Panthro.

– ¡¿Qué?! Mandora volteó para ver en el horizonte estelas de humo negro tras las colinas que rodeaban la ciudad.

– Llegamos demasiado tarde. Dijo Lion-O, la guardiana no se intimidó en cambio salió de un salto al toldo del tanque para meterse en la cabina.

– No tenemos tiempo que perder majestad, debemos llegar lo más pronto posible ¿Puedes hacerlo Soul? Mandora habló con mucha decisión borrando toda aversión, el cibernético ser lo pensó detenidamente, no había otra forma.

– Por su puesto.

– Entonces hagamos esos invasores se arrepientan. Mandora se preparó pese al dolor de su brazo herido, extendió sus grandes alas blancas que brotaron de su espalda mágicamente.

– Tomemos las motos, llegaremos antes, Wily Kit quédate a cubierto y cuidad de Jorma y Ponzi, es una orden.

– Bien, pero promete que no harás nada loco. El león afirmó con la cabeza.

– ¿Estás segura de que puedes hacerlo? Ante la pregunta ella sacó su espada que hizo girar sin miedo.

– Soy una guardiana, esto no es nada.

– Entonces vamos, Avista nos necesita.

– No podría decirlo mejor majestad.

####

Avista, ese mismo instante

La novena ola de atacantes arribó con grandes monstruos que llevaban a cientos de simios en sus lomos disparando sus flechas.

Cheetara no fue capaz de evadirse y se estrelló contra la pata del animal, sin su mancuerna derecha era incapaz de manifestar adecuadamente el poder del báculo. El salto de Panthro fue incapaz de acertar en su objetivo, pero con el hacha logró cortar los amarres de una de las bridas que dirigían al animal, debido a eso recibió decenas de fechas en uno de sus brazos.

Tygra agarró a Cheetara entre sus brazos y lanzó su látigo entre los pies del animal que se dobló para caer al suelo, los simios se dispersaron corriendo al bosque cuando los perros les lanzaban hondas.

– A este paso no lo conseguiremos, no siento la mano derecha. Dijo la clérigo.

– Mantener esta posición es todo menos ventajoso, deberíamos replegarnos, no podemos hacer nada sin armas.

– Pero de otra manera perderemos la ciudad, las aves están exhaustas y los perros tienen muchos heridos, por eso sostener esta entrada es la diferencia entre la sobrevivencia o la derrota. Panthro replicó.

– Pues espero que tengas con que soportar a otro par de Rinos, porque ya vienen. Las vibraciones se reflejaban en el agua estancada, Tygra preparó su rifle.

– Yo las piernas, tú la cabeza, Tygra en los ojos, como hemos hecho hasta ahora.

– Eso solo servirá con uno, el segundo va a pasar.

– Debemos esperar a que Dobo y Aburn puedan con él. ¡Vamos! La valerosa actitud de la clérigo era asombrosa y su tenacidad lejos de una terquedad superflua, reflejaba sus grandes convicciones.

– Te he dicho que te ves aún más hermosa cuando te pones filosa.

– Oh, por todos los ancestros... podríamos ponernos más serios. Panthro señaló a los grandes Rinos que se veían corriendo rozando la altura de muchos árboles.

– Yo soy toda seriedad, besó a la clérigo que deseaba ofrecerle palabras de aliento, aunque le faltaba el propio, el principe desapareció para solo apreciar sus pisadas que se marcaban en el lodo.

– ¡Listos o no, disparen a las piernas, luego déjenlo en nuestras manos, no deben pasar de este punto! Panthro dijo en voz baja a los defensores que le seguían.

– ¡POR AVISTA! Gritaron al unísono.

Los muros de piedra y madera cedieron ante la mole de ambos rinocerontes que eran tan grandes que nada podía resistir su paso, incluso las flechas y lanzas no atravesaban sus gruesas armaduras salvo en unos pocos puntos, los tres anteriores ataques fueron realizados con un rinoceronte a la vez, el último de ellos destruyó uno de los cuatro fuertes que protegían Avista, los otros dos eran presas de las llamas en ataques con flechas incendiarias.

Wily Kat quedó colgado de una lanza que Aburn se vio en la necesidad de sacar de su sitio, pero un segundo pensamiento le hizo volver a enterrarla para evitar al desobediente chiquillo moverse y escapar.

Las catapultas hicieron blanco en la cabeza del primer Rino, las flechas dieron en las piernas, Cheetara se limitó a usar su báculo para hacer que las piernas del enorme atacante se separasen y cayera hacia adelante, para que Tygra le rematase de un disparo en el ojo y otro en el oído, el segundo guiado por el fuego que parecía tener un efecto en su naturaleza, acelero pasando el último obstáculo, alzó su hacha y de un golpe destruyó la catapulta y dio un duro empuje contra la estructura del fuerte. Fue cuando apareció un tercero y las cosas se volvieron caóticas.

– Lo ha logrado. Panthro dijo con desánimo. El fuerte se colapsó y sin piedad, el segundo Rino danzaba sobre sus restos intentando matar a los pobres diablos que estuvieran en su trayecto, quienes corrían impedidos por la lluvia.

– ¡Continuemos! Tenemos que detener al tercero. Pero eso fue imposible cuando se desvió lo suficiente para que las flechas no le alcanzaran, sin que Cheetara, que estaba agotada, pudiera atravesar el lodo que parecía haberse licuado por el paso de esa mole, Tygra solo atinaba a dar en su caparazón de hierro hasta que el Rino que no podía detener su marcha, le lanzó su hacha casi al punto para matarle.

Había sido completamente inútil, Cheetara pensó. Sin embargo, un milagro sucedió pues el Rino que casi alcanzaba Avista se derrumbó por un bólido que rugía recorriendo el lodo, cortando de tajo la arteria femoral de su pierna, pues la sangre salía a borbotones, otro bólido que Tygra, Panthro y Cheetara reconocieron perfectamente, se dirigió al tercer Rino, un hilo de luz salió de uno de sus costados, hizo un movimiento de giro que atravesó a todo lo largo el inmenso animal cuyas mitades se separaron.

Un tercer bólido más grande que los otros dos, se acercó desde el noroeste y disparó en dirección hacia donde dos monstruosos animales con simios en sus lomos intentaban alcanzar la trinchera para inciar el combate en tierra, el segundo bólido, que no era más que la moto del tanque que llevaban a Lion-O, disparó un chorro de luz roja que tiró al suelo al primero, Mandora pasó a una gran velocidad volando con su espada desenfundada, los simios les disparaban flechas, ella en un vuelo rasante descabezó al segundo monstruo para alejarse volando.

El tanque reventó la pared con sus garras cohete y tres pequeñas arañas surgieron para empezar un metódico ataque contra los que les siguieron.

– ¡¿Mandora?! Fedora apareció en el cielo con las demás guardianas que parecían alegres de verle, no respondió, se limitó a descender y atacar a una torre de arqueros, tenía muchas cosas que decirles a esas mujeres, pero en ese momento solo había un objetivo y trabajaron juntas en ese pacto sin palabras, descabezó a varios simios junto a las guardianas que atacaron al grueso del convoy, se miraban muy lastimadas, por lo que supuso que debía ser un ataque que duró varios días para hacerlas tomar la ofensiva.

– Parece que por fin se decidieron a mover el culo. Dijo conteniendo el aliento.

– ¡Boba, estaba muy preocupada por ti y es lo primero que dices! Ella enterró su espada en el grueso cráneo de otro de esos monstruos mientras el rey Lion-O saltaba de su moto para luchar sin contenerse contra los invasores, estaba mucho más enojado que ella, tanto como para no inquietarse por los disparos del tanque que pasaban de cerca.

– Más cabezas, menos charla señoritas. El felino les habló con mucha seguridad, disparó sus garras y se balanceó para atacar furiosamente, no tenía protección alguna fuera de la camisola que Mandora le devolvió, aún así, los girones del su ropa sobresalían.

– Te dije que te quedaras con los pantalones niño ¿no tienes más ropa a demás de esa piltrafa?

– El dinero no saldrá de los árboles y esa ropa te queda mejor a ti que a mí. Las guardianas se miraban entre ellas, Fedora tenía una expresión ligeramente alterada.

– Han tenido mucho tiempo libre ¿no?

– No digas idioteces.

– ¡Atentas! Mandora, encárgate de inutilizar con las guardianas a los que van a liderando el convoy, ganaremos si logramos obstruir su avance por este lado del rio.

Los ataques debían ser muy precisos, ascender con el riesgo de las flechas y descender para centrarse en la cabeza de los animales, al venirse abajo sus monturas, ella apreció sus escudos de armas.

– ¿Has visto esos escudos? Mandora señaló al felino que se detuvo en una de las ramas, antes de saltar a la siguiente con las andanadas de flechas que desviaba con su garra y espada.

– Un rinoceronte no andaría con simios, debe ser una alianza de tribus.

– Parece que hemos hecho demasiado ruido.

Era verdad, los ejércitos combinados de los señores feudales, terratenientes y señoríos, decidieron reclamar esa tierra que por años mantuvieron abandonada, aprovecharon la salida del rey para iniciar su ataque, era muy cobarde y merecían un castigo, evidentemente no llegaron por su propia iniciativa, alguien les había indicado el momento preciso para hacerlo, aunque la resistencia de los habitantes de Avista los mantuvo a raya para decidirse a usar las joyas de la corona; pesados rinocerontes.

Los necromecas avanzaron, eran muy veloces, tanto para asustar a un par de Rinos que regresaron sobre sus pasos, hasta que fueron derribados por las largas lanzas de sus propios compañeros que no permitían la cobardía.

Cuando la línea de ataque se rompió luego de dos poderosos ataques con la espada de los augurios y los chorros de plasma de la boca del tanque, su derrota parecía ser inevitable, Lion-O no dejó de atacar para sorpresa de la guardiana que voló hasta él.

– Si quieres volver a ser poseído por la espada te sugiero que continúes, si no, creo que ya es suficiente castigo. Lion-O continuo con su ataque inmisericorde.

– Te aseguro que eso no pasará, pero no podemos parar.

– ¿Ahora te has vuelto un vengador convencido?

– Esto no es venganza Mandora, es lo que se supone debemos hacer con aquellos que nos retan estando en el suelo, deben saber que no será fácil nunca más, tal vez los lagartos tengan derecho después de tanto sometimiento a sublevarse, pero nosotros también tenemos derecho a vivir y si nos pisan una y otra vez, que sepan que se van a espinar.

– Creí que no estabas de acuerdo con las maneras de Thundera.

– Estoy en contra de muchas cosas que reniego de Thundera, pero si sigo temiendo lastimar a alguien o me preocupo por sus sentimientos, no podré obtener su respeto y será mucho peor.

– ¿Y qué planeas hacer?

– No podemos desperdiciar la ocasión con tanta comida corriendo hasta nosotros.

– ¿Debes estar bromeando?

– “…” Él continúo mirando hacia el frente.

– ¡Eww! Eso es desagradable. Lion-O sonrió, el invierno se acercaba y esos animales tenían una carne muy tersa.

– Tengo que aprovechar cualquier oportunidad.

– Pues algo me dice que no eres el único. Mandora y las guardianas miraron al horizonte, ella le alcanzó la mano y le elevó, lo hizo con su brazo lastimado, como fuese, era una persona demasiado fuerte para tomarlo en cuenta.

– ¡Rayos! Mandora volvió a bajar, las guardianas se posaron en los árboles dejando que el enemigo retrocediera.

– Es su carga final, atacarán con todo, nos han atacado por ambos flancos durante días, pero el ataque por el Este falló y con la lluvia ha preferido atacar directamente desde el bosque oscuro.

– ¿Cuantos días?

– Desde que te fuiste a buscar a la niña.

– Doce días… ¿y la comida, han recolectado las provisiones que acordamos con los wolos? Fedora negó.

– Me temo que ni siquiera el quince por ciento, estamos escasos de todo.

– ¿Tienes idea de lo que significa? El invierno será muy crudo, es de lo que se habla en los valles interiores.

– Creímos que podíamos hacerlo sin usted, pero hay tantas peleas internas, que solo nos hemos concentrado en sobrevivir, no debió irse.

– ¿Qué defensas tenemos? Preguntó Mandora.

– Construimos barricadas a los largo de una trinchera que cruza toda la ciudad con fuertes de piedra y madera protegidos por catapultas, no tenemos mucha energía para nada más, dejamos un cañón de energía activo por si se acercaban, pero hace varios días dejó de funcionar, atacaron los caminos de transporte y han penetrado todas las líneas, si alcanzan el valle pueden ir directamente sobre la ciudad y yo, yo... estoy exhausta, lo siento… pero la madre superior fue herida y no supe que hacer… no sé.

– Está bien… has hecho lo suficiente, como sea, esto lo cambia todo.

– ¿Por qué lo dices?

– Es un ataque desesperado, seguramente los generales del ataque están muy presionados para obtener una victoria.

– Debemos detener con urgencia a los rinos o esto no servirá de nada. Mandora veía los estandartes de cada grupo de atacantes aproximarse.

La apreciación de Lion-O estaba en lo cierto, los generales, llenos de frustración enviaron a todo lo que tenían en un intento por hacer una cuña hasta entrar en la ciudad, era gente en extremo temeraria y eso los hacía peligrosos, pues la batalla era de vida o muerte.

Las flechas no afectaban a las bestias que cargaban enormes monturas con torres arqueras y almenas de lanceros, los necromecas desarrollaron una rápida estrategia atrayendo su atención, intentaban pisarles, pero estos subían por sus patas, elevándose para caer pesadamente, eso desestabilizaba a sus monturas, los simios escalaban en las ramas de los árboles para regresar por donde habían venido, abandonando su transporte a su suerte, no huían, en cambio se sumaban a las tropas de retaguardia donde seis rinos les abrían camino entre los árboles, mismos que se rezagaron cuando dos gigantescas moles aparecieron de entre el bosque.

Sus generales adelantaron sus posiciones, montados sobre los dos rinocerontes más grandes que nunca había visto, poseían una armadura colosal y pesada, chorros de vapor salían de sus narices por el enorme esfuerzo, aún así su velocidad era temible, atravesando los caudales de agua de un paso, en su cabeza sobresalía un cuerno de guerra, tocado para dirigir las andanadas de flechas incendiarias se desplazaban por las copas de los árboles y el valle, alejando a los que se les opusieran entre ellos y su meta.

Lion-O sabía que no tenía manera de detener ese ataque, incluso con la espada, pero sí en cambio usaba su guante... Mandora, como sea, se lo impidió.

– Escúchame, no puedes usar la armadura sin una invocación, no es solo temerario, es un disparate.

– Quieres decir como con la espada.

– Las piedras permiten que el guante escudo se transforme, pero no tienes la piedra adecuada para el trabajo, la única forma es con una invocación.

– Pero ya lo he hecho una vez.

– Y recuerda lo que pasó, no soportarás una segunda vez, tu alma se partirá en dos. Mandora hizo una seña para que evitara hablar de más, al tiempo que le hizo notar que traía esos lentes rotos en el rostro que aparentaban proteger su vista de la luz del Sol para que las demás Guardianas no sospecharan.

– ¿Se te ocurre una mejor manera?

– La acumulación es un peligro, Mandora tiene razón, sin una invocación usar cualquier poder oculto dentro de una reliquia mágica es peligroso.

– No podemos quedarnos de brazos cruzados, si hay una persona que tenga una sugerencia, es el momento de decirla.

– Ataquemos a los ojos. Fedora le dio sus binoculares, los masivos rinocerontes tenían cubiertos sus ojos con gruesas armaduras, lo que significaba que eran controlados por los que estuvieran dentro de una montura soldada al resto de la armadura.

– ¿Tengo que decir las mismas palabras que con la espada? Preguntó el felino.

– No “so tonto”, la espada es diferente, por no decir que la garra es una especie de candado, representa un elemento neutro para regular el poder de la espada, así que debe tener una invocación diferente.

– No entiendo la mitad de lo que dices, pero si no la uso nadie va a poder detenerlos ¿es lo que quieres?

– Si perdemos Avista todavía podríamos ir a algún otro sitio, si tu caes, nuestro futuro será aún más oscuro.

– Es invierno, no tenemos provisiones y un lugar a donde ir, no hay otra opción. Mandora intentó alcanzarle cuando este dio un paso hacia la siguiente rama y eso le hacía difícil planear, sin olvidar que sus alas no se habían recuperado del todo.

– ¡Lion-O! No seas estúpido.

– ¿Qué más nos queda?

– Encontraremos otro modo.

– “No vas a confiar en ella ¿o sí?” Lion-O pasó una rama donde se encontraba erguida Panthera, pero al tratar de regresar a verle, esta desapareció.

– ¿Pero qué rayos?

– ¿Qué ocurre? Preguntó Mandora.

– “Es obvio que oculta algo.” Ella seguía apareciendo intempestivamente.

– No nada… es solo que.

– “Estas harto…”

– No sabes nada.

– ¿Cómo dices?

– “Si no puedes creer en nada, mira por ti mismo, tanta palabrería y al final tienes miedo de la verdad.”

– ¡Si vas a ayudarme hazlo o desaparece de mi vista de una buena vez maldita arpía! Gritó en dirección contraria a Mandora que se encendió como una mecha.

– ¿Cómo te atreves…? Fedora señaló el punto a donde ella consideraba estaba su invisible interlocutor.

– “Perfecto, esperaba a que me dijeras eso. Lion-O tengo fé en ti.” Dijo mordazmente con una sonrisa de su hermoso rostro de amazona.


####


Momentos antes

El tanque con un color blanco y azulado atravesó el cielo para caer nuevamente en el terreno lodoso e internarse en el bosques negro, donde las motos y las guardianas de Avista volaron, desde ese sitio no era posible ver demasiado al fondo de los altos y frondosos árboles, aún con tantos de estos derribados, pero los chorros rojos de luz y los gritos de los atacantes podía dar una idea de la magnitud del combate.

Un rinoceronte estaba partido por la mitad y un segundo corría sin su cabeza hasta caer en el suelo, las bestias que aparecieron después iban sin sus jinetes, cayendo en una zanja.

– ¿Qué en cielo está pasando? Cheetara y Tygra ayudaron al general cuyo brazo derecho se había prácticamente desintegrado. La clérigo cojeaba del pie izquierdo y el príncipe Tygra tenía abierto el labio, sangrando levemente.

– Parece que llegaron los refuerzos General.

– Es, es…

– Eso parecía, pero se metieron al bosque.

– Oh, espero que no lo dañen o se las verán conmigo.

– ¿Estás hablando del maldito tanque? El general se puso un dedo sobre su labio como un niño esperando por un regalo. Cheetara con su cabellera desaliñada intentaba no golpearlo, pero no le faltaban ganas.

Los simios y armadillos corrieron cuando lograron liberarse de los restos de su montura, uno de ellos disparó su flecha sobre ellos, una herrera de larga cabellera le dio con la suya propia, lo que les asombró, la segunda flecha lanzada por un simio, se enterró en el lodo desviada por un mazo salido de las manos uno de los constructores de las catapultas para darle de lleno en el pecho, tirándole al suelo, eso hizo que el resto huyera sin presentar batalla.

– Tenemos que reagruparnos y seguir al bosque.

– El lodo no nos dejará llegar lejos Cheetara, sin un vehículo nos pasará lo mismo y todos estamos muy cansados. Tygra apuntó.

– Él tiene razón, cargar piedras tienen sus efectos adversos, y si vamos, las pocas fuerzas que nos quedan no podrían recuperarse de un contraataque.

– ¡Mira! Tygra señaló a esa misma chica que apuntaba hacia el bosque saltando con una expresión preocupada.

– No creo que podamos hacer nada, ni con un tanque, ni con cien. Panthro dijo desanimado al ver las moles de rinocerontes aparecer entre los bosques, había entre ocho o diez de ellos, se confundían entre las ramas más altas de los árboles, dos de ellos por el contrario, eran muy visibles, enormes, partieron grandes abetos en dos que se venían abajo tal si fuesen palillos de madera, los cuernos de guerra resonaron y los que estaban en las trincheras comenzaron a correr hacia la ciudad.

Los herreros que en todo ese tiempo no cruzaron palabras con ellos, sacaron sus mazos manteniendo su posición con los perros.

– ¡Si vamos a caer este día, que sea con honor! Alzó la voz el General llamando la atención de los voluntarios.

Los fuertes abandonados construidos a lo largo del rio habían caído dos días antes, crujieron con el paso de eso dos colosales monstruos para deshacerse literalmente en un amasijo de piedra y madera. Cheetara alertó a la enfermera Zira que se llevara a su gente al centro de la ciudad, pero ella no iba a dejar a los heridos.

Las flechas cruzaron el cielo y se apagaron en el lodo fresco.

– Es totalmente insano, es un ataque desesperado. Dijo el General.

– No tenemos nada con que pararlos espero su “majestad” tenga una mejor idea.

– No lo dudes. Tygra se hubiera molestado por la seguridad de la clérigo que no se cubrió y parada con su bastón de combate esperaba bajo la tenue llovizna, él se cruzó de hombros y esperó, no tenía nada fuera de su látigo, ni su rifle o sus armas tenían ya carga.

– ¡Muy bien, si desean guerra será guerra! Ustedes ¡Carguen la ballesta doble! Herreros ¡Corrijan la posición de la catapulta! ¡Vamos señoritas! No tenemos todo el día.

– ¡Sí General! Gritaron al unísono.

– Chico, si tienes un plan, es mejor que lo muestres en este instante. Dijo esperando que sus palabras llegasen a al rey.

La lluvia cesó de repente y un leve temblor se sintió conforme la luz del Sol atravesaba las nubes que fueron separándose donde dos columnas de rayos aparecieron para desaparecer rasgando el cielo. Las nubes se volvieron a cerrar tornándose más oscuras que el carbón y el bosque se fue llenando de un color rojizo.

– Al menos se está haciendo bueno en hacer entradas. Dijo el príncipe. Nadie le tomó en cuenta sus palabras, era como hablar al vacío, una sensación de sordera que invadió el valle.

Los defensores de la ciudad y la gente que se refugiaba bajo su panza, supo que afuera sucedía un evento extraordinario conforme los que estaba en la cima de la ciudad descendieron para señalar el bosque, podían ver una figura que no los espantó, en cambio les atrajo.

Los rinocerontes seguían su marcha, sus conductores se debieron sorprender que los defensores estaban afuera de sus posiciones, les ignoraban… los soldados que se parapetaron en uno de los animales derribados también lo vieron.

Un enorme brazo dorando impacto en los rinocerontes que seguían a los dos más grandes. Uno de ellos apareció volando para adelantar a estos, cuyos conductores regresaron a ver lo que sus bestias no podían, al tener su visión impedida para que solamente vieran hacia el frente.

– ¡GRGRGRR! Un estruendoso rugido resonó y cuando esas moles quisieron girarse un pesado golpe les cernió con violencia, los rinocerontes vieron unas garras negras cubiertas en oro aplastar a los tripulantes en su lomo, ellos fueron agarrados del cráneo y derribados hacia atrás, para que al caer un par de puños les aplastara sus trompas con todo y sus gruesas armaduras. Su cola era larguísima con una punta negra y bifurcada, que sonó como un látigo cuando agarró impulso para correr al bosque, donde los otros atacantes todavía seguían las horadaciones dejadas por estos.

Cheetara vio ese espectáculo que crujía su corazón, no había contemplado nada así en su vida, las guardianas fueron cayendo sobre los soldados que quedaron en el campo abierto y comenzaron el combate, es cuando la lluvia y el sonido regresaron.

– ¡Fuego! Gritó el general, flechas lanzas y piedras de todas clases fueron disparadas y así, entre los sonidos de explosiones, gritos y rugidos de batalla el fuego y el silencio se apoderó del bosque.

– Esto no puede ser bueno. Habló al fin la clérigo. El tanque surgió para caer en el lodo y seguir hasta derrapar a no muchos metros de ellos para frenar completamente su marcha con las motos enganchadas a sus lanzaderas sin ningún piloto dentro, pero una cabeza surgió de la escotilla, pequeña y con su cabellera bicolor recogida por una cinta, ellos sonrieron intensamente al verla que hacía una V de victoria con sus dedos.

– Wily…

¡Thump! La herrera tropezó con la clérigo que corría en dirección a donde la pequeña señalaba, acabó cubierta de lodo maldiciendo.

– ¿Pero se puede saber que le pasa a esa loca? Dijo Tygra que trataba de levantar a la enlodada clérigo.

La trompeta de retirada se escuchó a lo lejos, la misma que sonaba cada noche que los ataques cesaban.

– Se ha terminado. Ella dijo y miró el tanque, pero la pequeña corría a donde la herrera.

El rey estaba desnudo con el guante en su brazo antes de caerse, Cougara lo alcanzó para envolverle en su manto. Su cara tenía una mancha negra que fue evaporándose mientras el Sol por fin aparecía. Mandora emergió de los árboles majestuosamente y descendió para tomarle entre sus brazos sin importarle a quien tendría que quitárselo, Wily Kit conversó con la herrera para darle la mala nueva.

– Los siento, pero creo que el leoncito está apartado. Cougara abrió los ojos en forma por demás graciosa por la sorpresa, ante la celosa guardiana que lo elevó en brazos.

Hizo gestos con sus manos, la gatita ladeo la cabeza de un lado a otro.

– Es que los chicos de ahora tienen gustos muy extraños, yo conozco un elefante muy guapo y toda la cosa. Ella infló sus pómulos, decepcionada. Mandora aterrizó donde Zira se encontraba dirigiendo frenética a los cobardes doctores que tenían que ser amenazados para hacer su trabajo.

– ¡Enfermera! ¿Dónde está la madre superiora?

– ¡Lion-O! ¿Estás bien? Gritó la clérigo que veía al chico desvanecido con una parte de su cabellera de un color negro intenso, la guardiana cubrió su cara con el manto.

– ¿Superiora? ¿Oh? Esa ave cobarde y prepotente.

– ¡¿Cobarde y prepotente?! ¿Cómo te atreves pedazo de imbécil? Gritó Fedora de manera tragicómica, pero Mandora le dio una fuerte patada en trasero para que no le quitase su valioso tiempo cayendo encima de la clérigo.

– ¡Que rayos te…! Con su mano libre, Mandora le puso la punta de la espada en el cuello del príncipe que sin que pudiera hacer nada.

– Enfermera, ¡pronto! Gritó con su voz autoritaria.

– Todos los heridos “especiales” están en el ala central, no es como si lo merecieran, pero ya sabe, las “influencias” ¿puedo asistirte? Él si es una prioridad. Mandora negó con la cabeza, empujó a la clérigo y a su propia compañera de una manera ruda, retomando el vuelo.

– Ay… tienen que disculparla, esto es el promedio de la manera en que se comporta a diario, dijo Fedora que desanimada fue levantada por Zira y otra guardiana.

– No quise ofenderle, usted es un aguerrido combatiente.

– No, no, está bien, yo me saco esto por buscar pleito ajeno, de cualquier manera no pareces preocupada por su majestad siendo su enfermera de cabecera.

– Cosa de nada, nuestro rey es muy fuerte, si ha podido llegar hasta aquí, estoy segura sin temor a equivocarme que estará bien.

– Lion-O es nuestro rey, no el suyo. Dijo el tigre realmente ofendido por el desaire de Mandora.

– Tecnicismo, un día es así, otro asá. Fedora no entendía la razón de que se pelearan por una persona que no era en realidad nada de Avista, hasta que entendió que no era la única persona que lo hacía, a nadie le gustaba estar en el equipo perdedor y sus lealtades se tambaleaban.

Cheetara miró a la Herrera no de muy buena manera, esta última le vio de reojo, aunque seguía siendo acosada por la pequeña que le sugería mejores alternativas al rey de Thundera, aunque desvió la cara indignada. No podía más con su cuerpo, la falta de una de sus mancuernas le había vuelto alguien incapaz de dar un paso y caer sin la menor oposición, pero eso pareció en ese momento una ventaja.

– ¡Cheetara! Tygra gritó afligido, llamando la atención de los demás.

– ¡¿Se encuentra usted bien señorita?! Zira inmediatamente midió el pulso de la felina que era irregular.

– Ha peleado toda la semana, claro que no está bien. Zira, tu sabes que el rey no te lo perdonará si le pasase algo.

– Muy bien príncipe, no es necesario alzar la voz, le atenderemos lo mejor que podamos, para nosotros los amigos del rey son nuestros amigos.
– ¿Pero qué tontería estás…? Tygra se calló cuando sintió un leve pellizco en su brazo derecho.

El jefe médico aceptó la petición de la enfermera, nadie se opondría en ese momento, la gente solo vitoreaba a los líderes de la resistencia, pero estaban más enfocados en el rey, que en prestar atención en un trato preferencial, Cheetara le hizo un guiño divertida.

– ¿Huh? Murmuró el felino con desconcierto.

– ¿Decías algo?

– No, nada, nada. Se agarró de la barbilla estirando su mandíbula, la cansada enfermera siguió a los demás médicos que llevaban a la felina aparentemente inconsciente.

No tenía ganas de discutir, habían ganado y eso no sería olvidado, así que se sentó observando la anodina tranquilidad que apareció de súbito para hacerse omnipresente, incluso él se sentía diferente, Panthro agarró a Wily Kit con mucha felicidad sonreía, quitándose todas su preocupaciones del cuerpo, tenían la misma seguridad que Zira en el rey.

Aburn que miraba la escena, felizmente agarró la lanza en la que llevaba al pequeño felino que no dejaba de hacer pucheros desagradables, pues le había olvidado y eso no parecía ser una novedad.

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Levantar el campamento fue la prioridad de Fedora que estaba detrás de la administración, conforme regresaba el Concejo que parecía haber dañado su imagen. En los días iníciales, las guardianas fueron las que se hicieron cargo, aunque la madre superiora cayó herida en el primer ataque y se la pasó atendida en la cómoda enfermería central.

Fedora fue puesta al mando sola, aunque los felinos se hicieron cargo de la defensa y conforme los caninos arribanam, apoyaron a estos y finalmente los elefantes que trajeron malas nuevas al revelar la terrible situación de la inundación que había cortado los caminos hacia los valles interiores. Anet se dirigía con un segundo grupo de elefantes, así que las bocas se multiplicarían exponencialmente para sus pocos alimentos.

Sabía que el rey estaría a disgusto, había sugerido priorizar la comida y las provisiones, pero no tenían nada, temerariamente, envalentonados por la aparente victoria, los trabajadores aceptaron hacer un camino para las carretas y los wolos que quedaron en la revuelta, pudieron marcharse con las noticias.

Mandora se tomó a pecho lo dicho por el rey y ordenó destazar a los animales y grandes rinocerontes, usar todo lo que pudieran aprovechar, aceite, grasa, huesos, piel y la carne, aunque no todas las aves gustaban de esta última, necesitaban insectos, así que se obligó a las más grandes a alimentarse de la carne y balancear la dieta de cada tribu para economizar sus reservas.

Todo servía y los que recolectaron en el bosque negro lo hacían después de verificar que no hubiera rastro de enemigos, aunque muchos se internaron en grupos para cazar a los que quedaban rezagados escondidos, con los que no fueron nada amables.

Las avanzadas aves, pináculo de lo civilizado, parecían haber cambiado mucho en esos días, pues hacían malabares para obtener cosas que ya no podían producir, como la ropa, las flechas eran recogidas para recuperar los hilos y los pedernales que servían para cortar el cuero. Vestir la peluda melena de un simio no fue problema y aunque a Panthro no le parecía correcto, lo cierto era que el invierno se aproximaba y ellos necesitaban nuevas ropas.

Cheetara se levantó de su camastro en ese lujoso hospital del que Mandora había obligado a despertar con la líder de las Guardiana, con quien discutía.

– Te dije que nada bueno saldría de esto, tu apego a este chico será tu perdición. Ella le agarró del cuello de su bata, pero no se atrevió mientras tuviera sus manos sobre la frente del felino.

– ¿Me dirás que no has sido culpable de esto? No es coincidencia que nos atacaran una vez me fui, por eso me diste la espada de vuelta. La superiora no parecía enferma en absoluto y su porte era completamente diferente al de la persona que aparentaba en público.

– Si esperas una explicación vas a esperarla sentada, si quieres respuestas debes preguntar a la Segunda.

– ¿Qué hay con ella?

– Esos años de aislamiento por fin rindieron frutos, enloqueció, todo lo que ha pasado aquí es su culpa.

– Culparle es de cobardes.

– Hasta donde sé, la experta en espiar es ella y la única con acceso a las salas de monitoreo.

– ¿Y por qué te escondías entonces?

– No soy militar, esa bruja tenía por intención capturarme sabiendo que no estabas para usar tu prodigiosa vista.

– Pues si él no se cura voy a meterte cada rastreador disponible en el culo y me encargaré de que esa maldita lo sepa.

– ¿Todo contigo es violencia y amenazas? Esta vez ha sido muy difícil balancear su fuerza espiritual, me asombra que haya podido invocar un cuerpo entero sin ser devorado, la primera vez que escucho de un caso tan exitoso.

– Él va a estar deprimido, no quiero que le digas nada.

– ¿Y de qué serviría hacerlo? No es como si yo pudiera entender cómo es que sabe invocar.

– Él ha estado en contacto con esa maldita momia, claro que lo ha visto.

– El oscuro no usó la invocación para usar la armadura de Plun-Darr, hizo un intercambio, no creo que pueda de todas maneras invocar un cuerpo entero de otra forma.

– ¿Qué va a pasar con él?

– El tratamiento es el mismo que para un principiante en hechicería, aunque es lo único que no lo comprendo, alguien no iniciado no debería tener capacidad para invocar, es como si su alma hubiera resultado lastimada, su corriente vital es normal, pero la espiritual apenas es perceptible ¿qué ha pasado?

– Yo ya no soy una guardiana ¿recuerdas?

– Por tu propio bien espero que puedas manejarlo.

– No es como si te preocupara de todas maneras.

– Solo quiero que abandonen mi ciudad, no tengo pensado que ni yo o Avista compartamos el mismo destino de este planeta.

– Siempre escapando, siempre huyendo.

– Me pregunto lo que opinarás de ti cuando descubras la verdad de tu propio pasado, vivir de la promesa a una persona no te resultará tan entretenido como ahora ¿o es que acaso esperas que te vea como a una madre?

– ¿Y supongo que tú no me lo dices para protegerme?

– Desde luego que sé cosas, pero si es tan importante para ser protegido por un sello de restricción de alto nivel, entenderás que no tengo control sobre esa información, aunque hay alguien que seguramente lo sabe, pero está fuera de mi alcance.

– ¿Orla? Creí que una sexy y valerosa guardiana la había asado viva.

– Oh querida, no creas esos feos rumores, dicen que la hierba mala nunca muere. Dijo en un tono suave como irónico.

El color de la cabellera del felino se tornó café, luego roja y su rostro fue adquiriendo su usual color pardo claro.

– Por ahora me conformo con lo que pido, luego probaremos si esos hornos funcionan como deben. Antes de que ella realizara una marca elemental la frente del felino, Mandora le tomo con fuerza del antebrazo.

– La invocación fue muy poderosa, aún así no recibió mayor daño, puedo imaginarme el poder de aquellos a quienes invocó.

– ¿Por qué le prestarían su poder?

– Ellos no tienen compromiso con nadie, por eso no puedes confiar en nada de lo que digan, mira por ejemplo lo que hicieron con todos esos tontos a los dejaron que se llevaran sus reliquias mágicas más poderosas… ¿Qué? Mandora se quedó pensativa como si hubiese descubierto un detalle que había pasado por alto la primera vez.

– No lo sé, no me parecía que les invocase… la sensación de su poder elemental era similar, pero no igual.

– ¿Desde cuándo puedes sentir tú algo tan complejo como la naturaleza de un elemental supremo? Dices cosas sin sentido, tu vista te da un asombroso poder de enfoque, eso te haría imposible armonizar con nada espiritual, es por eso que no se te enseñó a hacer tantras ¿Cómo puedes olvidar una cosa tan básica?

– Tenía la impresión de que ese era el caso. Habló monótonamente con un dedo apachurrando su labio inferior.

– ¿Tenías la impresión? ¿Así que esa clérigo que nos espía haciéndose la enferma no es cosa tuya?

Mandora puso atención a la cortina del cuarto contiguo, con su antigua visión hubiera sabido perfectamente lo que ocurría, pero la madre Scandiacus supo que había algo malo en su habilidad cuando no pudo hacerlo.

Cheetara no huyó cuando se abrió la cortina, en cambio avanzó.

– Yo también tengo preguntas que hacerle, así que lo sepan bien, no pienso irme hasta que sean resueltas.

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Avista días después

Tuvo nuevamente un sueño con Pumyra que le dio mal sabor de boca y se despertó para ver a Zira dormida con sus asistentes en uno de los apartados donde improvisaron sus camastros rodeaba a un grupo numeroso de heridos, él como sea estaba apartado, nadie se quejó del amplio espacio o de los numerosos aparatos que le verificaban segundo a segundo, lo contrario que los mismos miembros de Concejo que fueron obligados a permitir sus espacios privados para alojar heridos.

Estaba drogado con alguna sustancia que adormecía sus reflejos, pero fuera de una leve sensibilidad que le duró todo el día a la luz, se encontraba en perfecto estado. Tenía una bata abierta por la parte de atrás, mostrando su cuerpo desnudo, no había más ropa, así que se quitó dolorosamente el catéter clavado a su brazo y otros cables pegados a su piel para tomar la manta usada para cubrir un instrumental dañado de alguna clase que se encontraba descompuesto.

El campamento estaba en calma, con carretas de vendedores y compradores sobre un largo foso que servía para conectar los caminos con el interior de los restos de Avista. El clima en la ciudad y debajo de estas era insoportable al estar en contacto directo con el aire gélido del Este o alejado de la luz del Sol, así que el pueblo fue armado con los restos de la ciudad y madera de los bosques sobre la periferia.

Cuando se aproximó a la bahía exterior al norte de la ciudad, lo perros hacía sus propias casas con ayuda de los elefantes, que cargaban gruesos troncos que eran rebanados con sierras eléctricas de las aves, quienes habían hecho las guías para dividir casas y caminos, por primera vez se apreciaban más emigrantes que aves, estas eran reluctantes a ello, aunque si había otro ataque seguramente la ayuda no estaría de más.

Pequeñas fundiciones improvisadas eran dirigidas por su sano juicio y conocimiento, así que las aves compensaban su falta de quehacer como guerreros con su ciencia y tecnología, una palabra que le estremecía más de lo habitual, los focos de luz eléctrica estaba hechos para no ser vistos, cubiertos por las trincheras que en promedio medían entre tres a cinco metros.

Él quería anunciar al mundo que estaba allí resistiendo, no esconderse, sería una de las cosas que tendría que cambiar o nadie les respetaría.

El griterío más intenso que el mismo mercado delimitado cerca de la entrada oeste, provenía de los niños que orbitaban ese tanque de combate, la doble serpiente que Wily Kit había cubierto con tiza roja y negra, había sido removida.

Los necromecas ni Soul Server estaban a la vista, él había expresamente pedido a Mandora que se encargase de que no fuesen vistos, especialmente por los que llegaban, entre los que podrían haber espías.

Los sobrevivientes a la guardia del edificio central de gobierno, generalmente aves de plumaje oscuro que se recuperaban luego de semanas bajo cuidados médicos, estaban muy familiarizados con las tareas de vigilancia y usaban máscaras con catalejos especiales que detectaban el calor, trataban de descubrir a visitantes indeseables, se decía de una unidad de lagartos capaces de hacerse completamente invisibles, mataban a los mercaderes llegados del Este y eso puso en alerta al Concejo que le dio prioridad al tema.

Panthro que con Ro-Bear-Bill parecían niños con un juguete nuevo, montaban de nuevo el motor derecho del tanque y junto a Jorma, parecían buscar las piezas faltantes de una de las motos cuyo frente estaba doblando, no habían reparado en las cajas de herramientas o era que preferían el reto de hacer las cosas por su cuenta.

Tygra estaba montado en la cabina moviendo la palanca de arranque lo que hacía resonar el motor, Wily Wily Kat estaba a su lado, tenía una escafandra cubriéndole el cuyo estornudando sin parar frotándose su nariz constipada, Cheetara tenía un mal semblante, de todos los presentes parecía la que más había sufrido, su brazo estaba vendado y sujeto a un cabestrillo, su cabeza tenía el mismo tratamiento, usando una ropa que parecía indigna de su estilizada figura.

De Mandora no había rastro alguno, pese a que pudo ver a las guardianas montar guardia en el mercado, aunque vagamente recordaba haberla visto sentada en la tienda médica.

Cougara se encontraba recargada en un poste que sostenía una carpa circular que cubría todo el lugar alrededor de chimeneas que sacaban el humo que se acumulaba por el trabajo de forja, le descubrió un mechón rojo que sobresalía de su capa y sin hacer ningún sonido se acercó con una cálida sonrisa, aunque no era como si eso fuese un gran logro.

Los herreros martillaban el grueso toldo del tanque y con sus manos hacían que se pusiera al rojo vivo la superficie. En otro lado estaban haciendo moldes de partes de la cadena de las orugas, severamente doblada por el cuerno de una de las bestias, esto era supervisado por las aves que estaban haciendo dibujos y conversando sobre las armas de ese armatoste y las maneras más adecuadas de repararlo.

– Descuida, ya me siento mejor. Cougara le tocó la frente con sus frías manos.

Cabeceó haciendo señas, se veía asombrosamente lúcida, aunque parecía que al costo de no soltar una sola palabra.

– No, no estoy enojado, dejemos eso en el pasado. Ella seguía agitando las manos. – No, no pienso castigar a nadie… ¿Gigante? Ah…no sé de lo que estás hablando. Hizo una mueca sin aparentemente creerse nada.

– No lo recuerdo, te lo juro.

Al hablar, alguien alzó sus orejas y llegó corriendo para rascar sus piernas desnudas, era el pequeño Snarf que llevaba un pedazo de carne, del mismo olor que estaba sutilmente impregnado todo el campamento, lo que no había pensado antes, cuando pasó por el mercado, era que había demasiados compradores, una fila larga que daba la vuelta al camino y no era como si tuviesen nada grande que ofrecer a cambio.

– ¡Niff, niff!

– ¿Snarf? ¿De dónde han sacado esta carne? Cougara hizo la seña de una varilla afilando un cuchillo… era carne de rinoceronte.

– ¡Eww! Con más señas la chica paso sus manos sobre su estómago semicircularmente, mencionando que era deliciosa.

– ¡Eww! Repitió, imaginando lo malo que para su fama eso sería, el lugar donde se comen a los ejércitos enemigos, los compradores hacia trueques con carne, sin olvidar las fechas, arcos, lanzas y armaduras dejadas atrás por el enemigo, los huesos de marfil de rinoceronte que hacían dagas hermosas y las cantidades ingentes de metal de las corazas de los rinocerontes adornados con piedras de fuego.

El resultado de estos esfuerzos era amasar una inmensa cantidad de productos y materias primas para mantener la ciudad al flote. Antes de que Panthro se diera cuenta u otro miembro de sus compañeros, un ave que le tenía el ojo bien puesto, indicó a los guardias su ubicación, no sacaron sus navajas de puro milagro, pero antes de que el chico se diese cuenta lo jalaron hacia una de las calles mientras Cougara estaba distraída.

La capa salió junto a su bata volando, quedándose solo de sus sandalias.

– ¡Ahora veremos quién eres intruso! Dijo mientras llegaba corriendo Cougara y abría los ojos con sorpresa.

– ¡Oiii! Lion-O actuó instintivamente cubriendo sus partes, pero era demasiado tarde para evitar un ahogado grito con esa mirada milimétrica de Cougara.

– ¿Majestad? Lion-O les miró de una manera terrible, ambos entonces se echaron a correr, esperaban que con la confusión no reconociera sus rostros, así que no iban a devolverle la capa con que se cubría, como si la vida les fuera en ello.

– ¿A dónde demonios van? ¡Devuélvanme mi capa!

– ¡Cougara! La chica estaba difícilmente decidida a darle la suya, que tuvo que quitarle con las manos en la más absoluta vergüenza, ella podía morir en paz.

– Ha-gá-mos co-co-mo que es-se-te, dí-dí-a, nu-nu-nun-ca pa-pa-só, a ca-cam-bio no te a-se-se-sina-re en res-pues-ta-ta. Ella hizo una mueca estúpida negando, como si no se arrepintiese en absoluto.

– Al menos tienes unas nalgas más redondas que las mías, acepto mi derrota, ja, ja. Dijo Tygra que apareció de algún lugar, mientras su hermano buscaba su espada que no tenía por ningún lado, el príncipe la alzó para que él saltase a alcanzarla, desistiendo cuando la capa amenazaba con caérsele de nuevo.

– Demonio de tigre, dame la espada de una buena vez.

– No veo porqué hacerlo, habías dicho que decidiera que hacer con ella.

– Oh, no uses eso ahora contra mí. Cada manotazo Tygra aprovechaba para lograr que se le cayera la capa, a Cougara no parecía molestarle la escena, pues se quedó contemplándola.

– Ah… Al ver que jugaba con él, se alejó indignado, pero se tropezó con Snarf que pasó entre sus piernas para caerse haciendo un ruido espantoso que atrajo la atención de los presentes que se rieron al verle, hasta que descubrieron su característica cabellera pelirroja.

Sumido en la pena caminó para ocultarse, pero la gente se quedó de pie atrayendo a más y más gente.

Panthro, Dobo aparecieron atraídos por la muchedumbre pensando que había problemas, Wily Kit y Wily Kat ayudaban a Cheetara, él no sabía por qué le miraban así, pero no se sentía bien.

Involuntariamente comenzó a gruñir lastimeramente con los ojos muy abiertos y en una actitud aterrorizada sin levantarse del suelo, miraba como si la muchedumbre se le fuese ir encima alzando su quijada y pegando la parte trasera de la cabeza a la base del cuello temblando.

– ¿Lion-O? Cheetara y los cachorros avanzaron para tratar de alcanzarle, pero su mirada se hizo agresiva cuando lo intentaron, mostrándole los dientes, Zira les agarró del brazo entendiendo que él se sentía acorralado. La gente empezó a aplaudir sin percatarse de lo que sucedía cuando descubrieron que su salvador estaba en su delante. Al otro lado de la calle, Tygra sintió que la espada cambiaba, vibrando violentamente, tal era el calor que la soltó al suelo, energía que fue sentida por Cheetara.

– ¡¡Es que acaso han perdido el juicio?! Su potente voz se alzó sobre la multitud allí reunida. – Les recuerdo panda de bobos que el chico está medicado, a este paso van a matarlo de miedo. Y haciendo a un lado a los curiosos, caminó segura hacia el felino que estaba semidesnudo, cubriéndole sin que este opusiera resistencia.

– Vamos, no te quedes aquí, te había dicho que no salieras. Le cubrió los ojos con un paliacate y le levantó, inyectándole una sustancia relajante con una jeringa en el brazo.

– ¿Qué ocurre? Siento como si el mundo se hiciera demasiado pequeño.

– El medicamente para tratarte tiene un desagradable efecto secundario, es únicamente ansiedad, se te pasará en la enfermería.

– ¿Dónde está esa mujer? Dijo que estaría vigilándole. Cheetara preguntó visiblemente molesta.

– Lo único que dijo es que debía atender unos asuntos muy importantes para el rey, regresó hace unas horas, pero volvió a salir, volvió a decir que era muy urgente.

– ¿Qué es más importante que cuidarle a él?

– No lo sé, solo espero que sea bueno o se las verá conmigo, cambié mi turno varias veces porque dijo que estaría aquí.

Zira no se sentía bien por la falta de sueño, aunque acostumbrada no disminuyó su andar siendo un ave muy dedicada y energética.

– Voy contigo, debo estar allí.

– Si tienes tiempo libre te sugiero que lo uses para descansar, por tu estado deberías hacerlo, salen de una pelea para inmediatamente entrar en otra, así que deja que las enfermeras cuidemos a nuestros pacientes.

– Pero… Zira no parecía demasiado tolerante con los que desobedecían sus indicaciones, en parte por el gran número de personas que atendía, en parte porque los que estaban lastimados no la obedecían y se iban sin terminar el tratamiento.

– Cielos, hay tanta gente que no puedo ni caminar dos pasos. Tygra empujaba hasta llegar a donde la clérigo estaba para agarrarle de la mano.

– Esto se está poniendo bastante rudo. Panthro y Dobo que eran altos, agarraron a los cachorros para elevarlos sobre sus cabezas, veían a los grandes elefantes llevar pacas de forraje y frutas que eran a los únicos a los que parecían respetar.

– ¿Por qué no estás preocupada hermana? Wily Kit escuchó a su hermano y se recogió de brazos.

– No tengo que intervenir cada vez que el chico se encuentre en problemas, debo dejar que madure un poco, por otro lado, esta repentina fragilidad es un buen preámbulo.

– ¿Huh? Parece que alguien aquí ha madurado de más señorita. Cheetara le jaló de una oreja, la pequeña únicamente hizo una sonrisa de oreja a oreja.

– Je, todavía tengo que hacer que la muda no se le acerque o las cosas se echaran a perder.

– ¿Te refieres a la herrera? Oh, eso es muy grosero de tu parte. Cheetara hizo una mueca molesta cuando descubrió a la altísima herrera que sobresalía entre la muchedumbre esperando a Zira, que salió de la gran carpa médica donde cuatro guardias se apostaron y varios más cubrieron las salidas, se agazapó a un lado de la tienta de entrada buscando una oportunidad para meterse dentro, aunque las personas se arremolinaban dejando regalos, lo que ponía los pelos de punta al príncipe Tygra.

– Si me disculpan muchachos ¡Aburn! Guapo y hermoso amigo mío ¿puedes darme un empujoncito? Escalando sobre la cabeza del elefante que no les había notado entre tanto gentío, vio que esta se agarró a su cuerno y de un impulso se posó sobre su cabeza.

– ¿Tienes algún apuro pequeña amiga? Wily Kit apuntó a su derecha.

– ¡A la carga! ¡Por “Liodora”!

– ¿Liodora? Panthro y los demás no sabía a qué se refería, aunque Cougara corrió al ver el elefante aproximarse, Wily Kat se limpiaba la nariz que escurría sus moquillos sin comprender los propósitos altruistas de su hermana.

– Hemos creado a una alcahueta, dijo Panthro con una de sus abultadas cejas alzada.

– ¿Te refieres a esa cotorra salvaje de la otra vez? ¿Cómo dijo que se llama?

– Mandora, se llama Mandora y si fuese tú no me pondría a decirle cosas de esa clase después de cómo quedaron ambos. Tygra miró a la clérigo que rechinó sus dientes al solo oír su nombre.

– Eso sería mucho peor que la rabiosa de Pumyra. A la distancia Panthro escuchó un sonido agudo parecido a un gruñido, sin que pudiera ubicar la fuente.

– Si esa herrera gigantona le gusta, quizás deberíamos ayudarla en sus objetivos, además, no parece como si Lion-O estuviese arrepentido de lo que dijo y lo que menos quiero es una reina con plumas y cara de asesina, si esas son sus ideas revolucionarias, mejor pasar de ellas.

– Dejemos de hablar de esa mujer, tú podrías estar a su lado en vez de mantenerte al margen, nos alejamos más de él cuando otros llegan a meterle un montón de tonterías en su cabeza.

– Mi padre no le crió para que renegar de la corona, si empezamos por cambiar cosas, hagámoslo con los leones, que sea el mejor y no solo la sangre lo que valga.

–Y por "mejor" hablas exclusivamente de ti ¿no?

– ¿Qué dice usted general, cree que el enano esté listo?

– No voy a decir si está bien o mal, lo que dijo me ofendió, a todos nos ofendió, pero este es un momento crucial donde sus propios valores se están poniendo a prueba y no le gusta lo que ve, sé que hay muchas piedras en su camino, será malo si las levanta solo.

– ¿Eso responde a tus dudas?

– Querer una disculpa no es mucho pedir, necesita aprender a ser un rey antes de pedir a otros a que mueran por él por el mero capricho de no tener a la mujer de otro. Cheetara alzó la vista y Panthro bufo hastiado.

– Oh chicos, podrían dejar sus pleitos maritales y regresar al trabajo, Cheetara, pienso que nos ayudarías más si vas al hospital o descansas como te dijo Zira, solo trata de que no te maten esta vez.

– Hmm… no me iba a matar, yo también le di unos cuantos golpes. Murmuró en voz baja.

El encapuchado, que logró escapar de los vigilantes gracias a la confusión con el rey, miraba la escena, guardó un perfil bajo y se retiró lentamente sin dejar trazo alguno de su presencia, pero se notaba muy alterado.

Llegó a su habitación a desgana y se sentó en la rústica cama entrelazando los dedos de sus manos meditabundo.

Era Pumyra, quien pasó a los guardias protegida con el resto de los thunderianos que arribaron al recibir una misteriosa información que hablaba de una ciudad segura para ellos gobernada por el defenestrado rey de Thundera.

– ¿Qué han encontrado? Dos tigres aparecieron, salieron de su escondite cuando escucharon su voz, uno de ellos era un tigre albino, el otro era un tigre alto y fuerte vestido como un cazador.

– Al parecer intentó robarle al cachorro de los thunderianos, este alertó a la guardia y huyó, debe estar buscando un lugar donde esconderse, un grupo de wolos partió al bosque negro en la mañana, así que no sería raro.

– ¿Así que el bosque? Hm… eso significa que la lleva consigo.

– Eso lo más probable.

– Partan de inmediato, lleva a tus mejores guerreros.

– Como ordenes.

– No lo entiendo Pumyra, ¿dejarás que ese león siga con vida? Interrumpió el tigre albino.

– Nada me brindaría más placer que acabar con su miserable existencia, pero de hacerlo por mi cuenta tendría que enfrentar la ira de nuestro maestro ¿serías capaz de hacerlo en mi lugar y enfrentar las consecuencias? No lo creo.

– “Eso no te impide verle a escondidas ¿no es verdad?” Musitó

– ¿Insinúas que soy desleal? Ella le empujó hasta que su cabeza chocó con su frente, llevándole hasta la pared de madera, él solamente acertó a alzar las manos, aunque no faltaba a la verdad, menos cuando ella no quiso mostrar su rostro.

– N-No, desde luego que ngh...

– ¡Lady Pumyra! Es suficiente.

– Te sugiero imbécil que te preocupes más por darme resultados que en hacer al tonto, no estaríamos aquí si no fuera por tu culpa, quiero a ese estúpido mapache, no aceptaré más excusas. El tigre agarró a su compañero y lo sacó por la puerta mientras la felina cerraba enojada.

– Maldita sea, deberías aprender a mantener la boca cerrada, parece que buscas que te maten.

– No es mi culpa, yo únicamente he dicho lo que todos pensamos.

– Tienes una boca muy larga Bengali, incluso has sido castigado por ello, no deshonres más el nombre de tu pueblo por tu falta de control.

– No tengo que responder ante ti o tu pueblo por nada. Gruñó enojado.

– A este paso te quedarás solo, ya es difícil defenderte de nuestra gente que te ve como un extraño incapaz de seguir órdenes.

– Ella lo tenía al alcance de la mano y lo dejó ir Taiga, no soy yo el que tiene su corazón en otro lado.

– Tomar su vida será un placer de Lord Mumm-Ra exclusivamente, además, tu urgencia no es deber o venganza, son celos, no pasa oculto ante nadie lo mucho que acosas a esa mujer.

– ¿Es que no te sientes humillado siendo meros mensajeros?

– Nuestro momento ya llegará, a Lord Mumm-Ra no le importa sacrificar a esos lagartos, nosotros tenemos nuestro propio camino y una vez llegue, estaremos por encima de todos ellos.

– Pues claramente estas ciego.

– ¿De qué hablas?

– Echa un vistazo afuera, no son los lagartos quienes deben preocuparte, sino ellos.

Bengalía abrió la puerta de uno de los costados que daba a un callejón y de allí salía a una amplia avenida con miles de almas recorriéndola, Bengalí veía que esa sería la cantera de la que sus futuros enemigos se nutrirían y eso solamente representaba malos augurios para todos ellos.

Fin de parte 3


viernes, 7 de marzo de 2014

Capitulo 2, Episodio 28: El gigante de piedra (2 de 5) "Malos augurios del pasado parte 2"


Caldero de los sacrificios
Varias semanas atrás

– No importa si la totalidad de la energía de esta nave es suficiente para romper la armadura, igual no será capaz de procesarlo mi Lord, sin esa arma no podremos siquiera hacerle un rasguño y Xixor no parece temer a ser asesinado, sabe que una vez muera, nadie más será capaz de utilizarla, esto es una actitud barbará, por no decir… estúpida.

Vultaire miraba atentamente el Caldero de los sacrificios, donde parte de sus científicos habían sido arrojados para alimentar al moribundo líder de los lagartos.

– ¡Guarda tu lengua asqueroso pajarraco!, es a tu señor a quien le estás hablando en ese tono, dijo Pumyra sin mucha paciencia, aunque Mumm-Ra no se inmutó.

– Típica actitud de los bárbaros thunderianos, estos sacrificios no son necesarios, por no decir que han sido las aves y no los gatos quienes le han mantenido con vida Lord Mumm-Ra, debería considerar otras alternativas menos agresivas.

– Lo intentamos una vez y fallamos, necesitamos apoderarnos de las piedras, no depender de dudosos aliados nuevamente, mi Señor, tenemos a todos esos seguidores del rey reunidos en un punto, debemos lanzar otra ofensiva masiva y recuperarlas de sus restos humeantes… Habló con mucha convicción, pero ni siquiera le prestó atención, su mirada estaba fija en el buitre, Pumyra juntó el centro de sus labios mostrando sus dientes y se giró ofendida.

– Tener las piedras no cambia el resultado, demasiado poder no le servirá de nada si no puede soportarlo, mi sugerencia es mucho más simple.

– Y supongo que no será gratis, viniendo de una raza de mezquina como la tuya.

– Nada lo es en esta vida querida, aunque claro, tu precio no debió ser más alto que el de una puta de cantina ¿o fue gratis?

– ¡Maldito hijo de…! Pumyra se lanzó para atacarle, cuando sintió una fuerza recorriendo su cuerpo que le hizo detenerse y caer al suelo, no pudo gritar, los rayos de su amo le dieron de lleno, no tenía el suficiente poder para controlarle, aún así, tenía poder.

– Si fallas, esto que ha sentido Pumyra será una chispa comparado a lo que sentirás en tus propias carnes.

– Y esa mi Lord es la solución a su dilema, una persona no puede lidiar con este poder solo.

– ¿Qué sugieres “general”?

– Tal vez uno no ¿Pero y qué tal cuatro? Vultaire sacó de debajo de su capa lo que parecían ser cuatro dagas largas envueltas en una tela blanca, en su costado se apreciaba la figura de un ojo en bordado rojo sanguíneo.

– Dagas de Seth, sin duda tienes un gran pedazo de historia en tus manos.

– Si sabe lo que son me ahorraré las explicaciones.

– ¿Donde? El buitre inclinó su cabeza en actitud complaciente.

– Le aseguro que sólo verá beneficios de este trato, tener una ciudad completa de hábiles aves es mejor que un grupo de gatos salvajes y sus atrasados enemigos. Juntando las palmas de sus manos, el rostro del buitre no podía ser más difícil de leer, por eso al Señor de las sombras le desagradaba.

– Más vale que valga la pena.

– ¿No podrá hablar en serio mi señor?

– ¡Silencio! A Pumyra le costó reincorporarse, un hilillo de sangre salió de su labio mordido por su propio colmillo sintiéndose humillada por aquel pajarraco horrendo.

– Le aseguro que lo vale, de cualquier manera, ya que no hay clérigos o guardianes que la protejan, será relativamente sencillo llegar a la cámara acorazada usando ese enorme taladro robótico… la ubicación exacta de su origen no será un problema.

– Sabes demasiado para tu propia conveniencia.

– Conocimiento y poder mi Lord, por fortuna mis planes no se oponen a los suyos en absoluto, al menos… no por ahora.

– ¿Y la última daga? Vultaire pulsaba los controles de un panel de luz en el centro de la habitación.

– Tengo una idea clara de donde se encuentra, si recordamos la historia; un perro salvaje y maloliente venido del oeste reunió a los líderes de cuatro de las tribus más poderosas en su guerra contra Thunera, desde luego que hacerse el control no le garantizó la victoria cuando murió ahogado en alcohol... irónico ¿no le parece?

En la imagen de la holopantalla se mostraba un gran féretro, con la imagen de un guerrero tallado en la superficie, sosteniendo una pequeña daga herrumbrosa entre sus manos.

– Por su puesto, Khan, tan pretencioso y desmedido. General Vultaire, sin duda haces honor a tu nombre, has sobrepasado mis expectativas con creces.

– No podía ser de otra forma Lord Mumm-Ra. Hizo una reverencia ante el disgusto de Pumyra, quien  con todas las ganas de su ser, deseaba quebrarle el cuello, pero ese un lujo que no podía darse.

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Pirámide Negra
Semanas después

Pumyra abrió los ojos, recordar a ese estúpido buitre sacó a flote ese mal humor tan típico de ella últimamente, se hallaba bastante inquieta e intentaba mantener la cordura, siguió tallando durante horas hasta que estuvo satisfecha.

La pequeña figura la talló en su tiempo libre, mientras su señor estaba ocupado en lo que fuera que estuviese haciendo con esa enorme mole de granito que sacaron de los restos de una vieja ciudad perdida en la historia, se había vuelto uña y mugre con el buitre y dada su abierta hostilidad, prefería entretenerse paseando por las áreas a las que incluso los generales tenían prohibido el paso, protegidos por una barrera de percepción que les hacía ver mobiliario ocupando los corredores o paredes inexistentes en una entrada franca.

Había cruzado por una sala donde un tigre albino era objeto de inusual golpiza, acompañado de otro tigre común y corriente, quien yacía desde hace días colgado de un par de grilletes, ambos pasarían sus siguientes días reflexionando sobre su falta al tratar de hacer algo prohibido.

Mumm-Ra como fuese, negó medidas más radicales contra el primero. Su falta era grave y la débil pena molestó a los otros tigres, pues debido a su estupidez habían perdido un objeto muy valioso para su señor y aunque los planes no se pararon, los tigres tenían que dar inmensos paseos por el continente buscando al responsable.

Sin detener su empeño en obtener la mejor forma en el tallado hasta una precisión milimétrica, se preguntaba lo que estaría haciendo en ese preciso instante, una odiosa desesperación se apoderó de su ser cuando esa mujer apareció como un relámpago y tomando al rey entre sus brazos se lo llevó lejos.

Dejó caer la lima y envuelta en una furiosa reacción, se levantó para destrozar lo que estuviera a su alcance en esa habitación.

– ¡¿Quién demonios eres?! ¿Quién? ¡Ahhh! En su furia celosa, esa figurilla de madera se vino abajo, rompiéndose el brazo derecho para su desconsuelo, agarrándose con las manos la cabeza dejándose caer en el piso. Pasaron varios minutos antes de que decidiera reincorporarse, recuperando con extrema paciencia una reproducción sin la cara definida del príncipe Lion-O.

Sentía tanta confusión, tan llena de un creciente vacío emocional que su amo no llenaba, tan ocupado con sus nuevos juguetes, eso le hizo recordar esos desagradables momentos con Claudus.

– Una puta de cantina… Era como su señor le trataba.

Buscando llenar ese espacio, jugó al tonto con un tigre por un tiempo, uno musculoso y alto que no pensara demasiado… tarde descubrió que era estúpidamente celoso y demandante, comenzó a golpearle no pasado un par de días, no sabía su lugar y Pumyra, que le reventó una botella en plena cara, hizo que los tigres a los que mandaba, le mostraran lo frágil que un cuerpo vivo podía llegar a ser.

Su señor decía que podía saber lo que sentía y pensaba, era que no parecía importarle una mierda y en ese momento no tenía una relevancia estratégica para sus planes, su temor más latente repasaba la idea de lentamente evaporarse en la memoria del rey y sin esa ventaja, no sería capaz de vengarse jamás... o eso se decía.

Talló la madera y quitó las astillas soplando, colocó el brazo en su sitio y pegando nuevos trozos de madera, le fue dando la forma que había tenido originalmente, intentó nuevamente tallar el rostro, pero no podía con esos ojos, le desnudaban el alma volviéndole loca, hizo un esfuerzo y no parecía ser fiel al original, lo que hizo que recostara su cabeza sobre la mesa hasta que una nueva imagen surgía de sus memorias.

Cuando regresó a su pequeña villa, fue grande su sorpresa al descubrir a su padre vivo. Su primera reacción fue la cólera, pero una cosa era diferente y eso le dio mucho en que pensar.

Le contempló caminando entre un tumulto de thunderianos que regresaban a sus aldeas evitando la capital, construían sus chozas a orillas de los ríos, cuyo caudal había mermado por las presas destruidas por los lagartos, mismas que inundaron medio valle para gradualmente secarse y dejar una estela de tierra, pronto invadida por matorrales y árboles de hojas rojas y moradas adornadas de flores rosáceas venenosa consideradas una plaga.

Su familia, que hacía muerta en las minas de Plun-Darr, había sobrevivido contra todo pronóstico lejos de las garras de los esclavistas, recorrieron la vereda hacia el panteón donde los que podían encontrar a sus familiares reconociendo las ropas y el olor que estos poseían en vida, les enterraban con terrible pesar en un rincón triste y solitario de esos bosques o un digno memorial en las tumbas familiares o militares, pese a ser mujer, ella también poseía una pequeña tumba que su padre parecía haber preparado sin importar lo raro que le sonaba al viejo guardia que cuidaba la entrada.

Él estaba sobrio, lo que ya era raro, sosteniendo una pintura que años atrás su hermana le hiciera, con su traje militar perfectamente cuidado, saludó temblando, lo que hizo que su corazón se apretujara nuevamente, sus hermanas mayores acomodaban las flores, una de ellas había perdido a su esposo en la invasión, pero sus demás familiares escaparon a tiempo evitando el caos.

Nunca encontraron sus restos y los que regresaron de las minas no le recordaban, su padre no necesitó preguntar demasiado, su instinto le decía que su hija pequeña había muerto, su cuartel estaba en la muralla norte, en la línea principal que trazó el enemigo.

No pudo reunir el coraje de levantarse a llamar a sus compatriotas contra el rey mentiroso o su hijo el ingenuo, menos para acercarse a su familia.

El estandarte de la cuadrilla personal del rey era encabezado por ese sujeto que le hizo la vida miserable, penaba por la hija que un día rechazó, no bebía ni fumaba, había rehecho su vida a partir de su muerte y eso era lo que más le dolía, la facilidad con la que su vida cambio para bien una vez ella no estuvo, aunque el calor que rodeo su corazón, el orgullo que ahora parecía desbordar era genuino y se vio incapaz de lidiar con esa emoción.

Temió por primera vez en su vida la ira del rey, que en vez de un rostro de su adolescencia, fuera en su lugar un cartel que la anunciaba con la leyenda: Traidora.

Ese amigo de infancia que hacía las veces de pretendiente fallido, se había casado y su padre, quien estaba trabajando duro para arreglar su finca, se preparaba para recibir a un nuevo miembro en su familia ¿qué sentirían si conocieran sus nuevas lealtades? Huyo de ese lugar humillantemente acobardada.

No lo había pensado en absoluto y eso parecía mermar su deseo de venganza, no podría decirles que estaba tratando de crear un reino digno, lejos de la influencia de los leones, nadie le creería, tenía que explotar sus puntos débiles y eso tomaría tiempo.

Una vez la figura estaba reparada, la miró sin poder atinar lo que le faltaba y abrió el cajón donde tenía otros tallados de madera con el mismo tema, al descubrir el número, se les quedó mirando durante largo rato, para súbitamente en un nuevo ataque de furia, empezar a destruir las figuras que se aplastaban bajo sus pies o desfiguradas con sus manos que sangraban astilladas.

Se llevó las manos al rostro, sin ser capaz de contener sus lágrimas, gritando y maldiciendo su mala fortuna, prometiéndose a sí misma acabar con cada emoción, cada rastro de su vida pasada, aún sí tuviese que matar a su propio padre con sus manos desnudas.

– “Toc, toc” Alguien tocó la puerta.

– ¡¿Qué demonios quieren?! ¿No les he dicho que quiero estar sola?

– Lo-lo siento Lady Pumyra… yo… Pumyra se levantó luego de unos momentos de duda, empujó las pequeñas tallas debajo de su cama y pulsó el interruptor de apertura, era un chico albino de apariencia juvenil, demasiado delgado para el promedio de los tigres, el lado derecho de su cara tenía un gran hematoma. Pumyra no pudo reconocer el rostro de ese soberbio felino que tenía el gusto endémico de desobedecer las órdenes.

– Vaya que han dado duro esta vez Bengali.

– Lo mismo podría decir de este sitio mi Lady… Sin importarle el desastre que ella sola creó, Pumyra suspiró hastiada y le tomó de la mano para sentarle en la cama y con los vendajes del botiquín de emergencia, se encargó de curar sus heridas.

 – Lord Mumm-Ra ha sido compasivo, en otras circunstancias te habría costado más que la vida, debes ser agradecido. Bengali miró sobre el escote de la felina con su ojo sano, pasados los minutos su incomodidad creció hasta que en su rostro solo se observaba impaciencia.

– ¡¿Qué?!

– ¿Es cierto? De subido lanzó una pregunta demasiado incómoda.

– ¿Qué cosa?

– ¿Estabas embarazada del rey Claudus?

– Eso no es algo que te concierna.

– No quería ofenderte.

– Si no quieres hacerlo deberías cerrar la boca.

– Lo sé, es que me pareció que querrías hablar.

– ¿Qué tendría yo que hablar contigo?

– Bu-bueno, la otra vez estabas llorando por lo que te hizo ese sujeto desagradable y quería ver si te encontrabas mejor, pero veo que no es así.

– ¡Bah! Ese tonto tigre no significa nada para mí, que se pudra en esa prisión por lo que a mí respecta. El chico tomo su muñeca entre ambas manos y le miró fijamente, tomándole con la guardia baja.

– No me refería a él, observando de reojo una de las estatuillas ella hizo una mueca de vergüenza.

– Yo me preocupo por ti verdaderamente.

– ¿Y eso que se supone significa…? Hm… en un intempestivo movimiento Bengali le besó por la fuerza buscando encender su pasión, intentaba en su ingenuidad infantil arrastrarle a la cama, pero eso ella no lo permitió conteniendo sus ganas por matarle.

– Si te sientes bien para hacer el idiota, estas mejor de lo que pensaba, así que largo de aquí o vas a saber qué tanto puede divertirme tu sufrimiento. Y dicho eso lo empujó hasta sacarlo del cuarto y cerrar ofuscada, aunque sin ser especialmente severa, lo que para Bengali tuvo muchas interpretaciones, quería decirle cosas hermosas, en cambio hizo una absoluta tontería, alejándose con tristeza.

Pumyra se limpió los labios con el brazo en actitud de repulsión.

Decidió entonces salir de aquel lugar, pero se detuvo cuando pisó la pequeña talla de madera en que había trabajado, separada completamente de la base, descubrió que no estaba destrozada como las demás y eso le hizo disminuir su frustración, tomándola entre sus manos se sentó en el que fuera alguna vez el importante escritorio de un comandante de campo, actualmente en un estado deplorable y ella no mejoró en nada su aspecto, aunque le gustaba por una razón que no comprendía.

Acercó la talla a su frente y se cruzó de brazos, su furia se parecía a la espuma de cerveza, nuevamente comenzó desde un principio, pegado, tallando, llena de celos e inseguridades, una cosa que no esperaba le sucediera nuevamente, no era amor, no podía ser, definitivamente no podía estar enamorada, había cruzado la tenue brecha entre amor y odio.

Se preguntaba si era lo que realmente deseaba que sucediera su amo, nunca le importó apoderarse de las piedras, salvo para conservar una ventaja estratégica, deseaba que le viera en su forma final para urgirle a continuar su búsqueda, se había preocupado por descubrir a su arfil, sacrificando su valiosa secrecía.

Había pensado la razón de permitirle quedarse en aquel sitio, creyó que era para debilitarle, en cambio ese espacio le permitía superar lentamente sus heridas y ella mientras tanto abría más las propias.

Tal vez no era al rey a quien deseaba romper, sino a ella misma, con que oscuras intenciones, no lo sabía, pero temía que pronto iba a averiguarlo.

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Aldea Bolkin, Picos de los Nenúfares, 80 Kilómetros de Avista

El joven rey mantuvo la respiración al observar detenidamente ese precioso rostro descubierto, la intimidad de la escena le hizo sentirse incómodo, tenía frío, así que se giró para recostar su cabeza sobre la parte más caliente de su pecho.

Sus ojos estaban cubiertos por una especie de gafas rojas que apenas permitían ver sus ojos, bostezó, al darse cuenta de lo que hacía se apartó, el corazón de Lion-O casi se le salía de la boca, fingió lo más que pudo estar dormido, la Guardiana Mandora, como se describió, se rascó sus blancas y largas piernas, que contrastaban con el tono más oscuro de sus manos y espalda.

Revisó el vendaje de su brazo y sobre sus delgadas ropas blancas, se cubrió sin gracia con un traje negro que aceptó usar luego de que el suyo apestara lo suficiente para que decidiera dejarlo de lado, lo que pareció dolerle.

“¿Dónde están sus alas?” Se preguntó una y otra vez el felino, en la base del cuello tenía tres puntos color marrón metálico, fuera de eso su espalda estaba limpia. Se acercó al pantaloncillo colgado a un lado de la ventana e hizo un gesto de asco al olerlo, parada se notaba su aspecto marcial y sus caderas se adornaban con sus torneadas piernas, tenía tal seguridad, que daba la impresión de estar calculado milímetro a milímetro la posición de cada pie.

Podía engañar fácilmente a los demás con ese aspecto de muñeca de porcelana que emanaba por sus poros, su cabellera era tan larga y lacia, que se maravilló de conocer una especie tan peculiar como atípica, sus orejas eran pequeñas, sin pelo y ovaladas como las de un simio, pero mucho más pequeñas, el resto de su cuerpo, en cambio, tenía características presentes en muchas especies. Lo que le fascinaba era su falta casi total de pelo, sus manos y pies pequeños adornados de uñas redondas, tan perfecta que parecía salida de un cuento

Pese a aparentemente tener buenas intenciones, el hecho de que salvase a Wily Kit no eliminaba la manipulación de la que fue objeto por su intervención directa, tampoco parecía importarle demasiado, siguiéndole para acabar bajo la misma frazada sin el menor recato, aludiendo que era su trabajo y posteriormente que debido a su falta de pelaje, no podía regular bien la temperatura de su cuerpo, lo que en parte parecía estar de acuerdo, pues era demasiado fría para el estándar de los felinos y seres del Tercer Planeta.

Sus experiencias previas distaban de lo óptimo para dejarse llevar por la primera impresión, estaba cansado de esperar cosas de las personas, por lo que al suprimir esas emociones propias de un adolescente, se empezó a dormir y sus ronquidos inundaron el ambiente de la habitación, lo que fuera que pretendiera no sería suficiente para tomarle con la guardia baja.

La gente continuaba la celebración de una boda bolkin y aunque trataban de no atraer la atención a su aldea, se escuchaban las risas y los cánticos de los invitados, Wily Kit estaba muy animada al lado de Snarf y Ponzi, este último charlaba con los wolos que pasaban por la región, luego supieron que vendía botellas con sus tónicos medicinales, que por su puesto, le salían horriblemente mal, aunque con el dinero que ganaba no se molestaba, para cuando se dieran cuenta, él ya se habría dado a la fuga

El viejo Jorma estaba en cambio ebrio y se reía estúpidamente alzando su copa con otros perros que pasaban de camino a los fuertes del oeste o buscaban un lugar barato en el que pudieran pasar la noche.

– Debemos continuar. Dijo en un tono seco y resoluto la guardiana, obteniendo un ronquido por respuesta. Ella sabía que no estaba dormido, así que le agarró del vestido y alzó el puño, pero se detuvo.

Finalmente no era así; él tenía un apacible sueño, así que pensó que sería un crimen despertarle y se rascó el pómulo, sus piernas estaban machacadas y su espalda se sentía pesada, era un estado cansado en extremo y obligándose a mantenerse despierta nunca obtendría un buen rendimiento si un enemigo fuerte se presentase.

– Ah… supongo que no me hará mal dormir un poco más, dijo pesadamente, así se recostó nuevamente al lado del chico bostezando, cruzó sus brazos, para luego voltear su cuerpo del lado izquierdo, contempló su rostro y con esa paz se durmió también al tono de la triste melodía de la pequeña cachorrita que luego de sentir el mismo cansancio, al comenzar los wolos a apagar sus linternas e irse a dormir, regresó al cuarto donde igual se acurrucó con Snarf al lado de su joven señor.

No era típico encontrar pueblos que no estuviesen preocupados por la guerra creciente entre los reinos y terratenientes que buscaban llenar el vacío de poder existente, por lo que esa aldea era un sitio especial, nadie cuestionaba si eran felinos u otra especie, se respiraba tranquilidad, los wolos que no estaban en cofradías, por lo general vivían en las regiones apartadas y desérticas que no eran reclamadas por los señoríos, los demás vivían en sitios donde se asociaban a los bolkins en una relación de mecenazgo, que eran muy diferentes en aspecto, con orejas largas y ovaladas que sobresalían sobre sus sombreros, por no hablar de su pelaje gris y ojos negros.

Los fuertes por lo general eran muy comunes en los bosques interiores, formados por los más curiosos habitantes del continente Thuriano, que de otra manera no encontrarían refugio. Constaban de entre una a tres posadas donde la gente pasaba la noche, si era demasiado caro, tenían que pasar la noche en los establos, cuyo costo era más asequible.

En cualquier otra parte del continente, un thunderiano sería mal recibido, pero allí, no había el menor problema y fuera de sus largas capuchas y el hecho de tener que estacionar su vehículo en un sitio apartado, pasaron los sellos elementales que mantenían alejados a los indeseables y pagaron por un par de cuartos en los cuales pasarían la noche, aunque salvo por Lion-O y la Guardiana que estaban en extremo cansados, el resto se divertía a sus anchas.

Ya en el amanecer, el joven rey se levantó para visitar al lagarto que trajeron con ellos, quien no reaccionó de manera agresiva que la primera vez que había recuperado la consciencia. Los perros podrían intentar colgarle si le descubrían para tomar revancha de los continuos ataques de los saqueadores, así que extremaron las precauciones, compraría una montura con la cual pudiese ir de regreso con los suyos.

Las nubes eran menos abundantes y el frio dio respiro con el regreso de masas de aire caliente provenientes del desierto, los wolos y bolkins de esas regiones, aprovechaban vendiendo a los que se detenían a comprar provisiones y aunque el silencio dominó la mayor parte de la mañana, las carretas seguían imparables, revisadas por perros con sus rifles que resguardaban a su gente a lo largo del camino.

Mandora bajó de las escaleras dando un gran bostezo, el sonido de los pájaros de granja era un contraste por demás pintoresco, la chimenea calentaba el interior dejando entrar los tenues rayos del Sol, Lion-O comió un pan duro que luego escupió escribiendo en una bitácora de papiro que sacó de algún lado. Pagó de mala gana al somnoliento cocinero que se negó a preparar nada, dado que esos días tenían por costumbre levantarse tarde.

El chico caminó mirando a la guardiana con cara ofuscada y salió a buscar en una de las casas donde una amable señora le vendió comida caliente, el precio no le vino nada bien.

– Estas monedas cambian de valor de un día para otro, hoy difícilmente he comprado para una merienda. Lástima que no haya un concurso de espadas por estos lares, me hace falte el dinero. El joven rey se metió las monedas en su cinturón con sumo cuidado. La guardiana que le esperaba en el pórtico, le quitó uno de sus panes a disgusto del felino, que no pudo hacer nada para evitarlo.

– ¿Por qué no usas monedas de oro?

– Tsk, las monedas de las cofradías son las únicas monedas de oro válidas, es una de las razones de que los lagartos no se llevaran el oro de Avista, mientras no estén marcadas por un reino o señor feudal de la región, prácticamente no tiene un valor.

– ¿El Concejo nos paga con monedas sin valor? La guardiana sacó una de sus monedas de oro con el símbolo de Avista de un lado y la cara de Thundera del otro.

– Eso es diferente, es la moneda local, pero en los demás reinos saben que no existe más Thundera y Avista es relativamente desconocida, así que antes de que se acepte nuestro dinero debe marcarse con la Venia de los Reinos.

– ¿Venia de los reinos?

– Son marcas hechas por elementales con un cristal muy fino que se injerta en metales como el cobre, latón o níquel, antes Thundera usaba cristales rojos y valía para todos los reinos, no había necesidad de otras venias, ahora tenemos que negociar con los demás reinos para que nos agreguen el suyo, el oro especialmente tiene muchos problemas para ser marcado y pocas personas son capaces de hacerlo, por eso su valor es tan bajo.

– ¿Así que sin esas marcas este dinero no vale nada? No nos sirve de mucho tu divina autoridad y fama legendaria, dijo con ironía, Lion-O le quitó su moneda con una mueca en su boca.

– Sin un gran mercado como Thundera el valor de los metales por sí mismo no es suficiente para equiparar la oferta a la demanda, para empeorar las cosas, la mayoría de los reinos no tienen más de mil habitantes.

– Si lo que dices es cierto, el oro lo encontraríamos hasta en la basura.

– Evidentemente los reinos lo acaparan, tal vez no tenga mucho valor, pero entre menos esté disponible su valor sube y eso puede ser una medida de presión para negociar, porque con que uno lo reconozca todo este sistema de especulación se vendría abajo ¡Ey…! Mandora sacó su pistola y se llevó a Lion-O a una esquina entre las sombras.

– ¿Ahora qué? Lion-O completamente rojo, se le salía el corazón de la impresión, cuando vio unas orejas esconderse.

– Es ese maldito mapache.

– ¿No vas a dispararle a un niño? Te lo aseguro, no llevo nada de valor, la espada la he dejado en el tanque y estas monedas no valen el esfuerzo.

– Eres demasiado confiado, la última vez que me encontré con uno perdí todo lo que llevaba en un instante, tienen una mano prodigiosamente larga. Diciéndolo mientras mordía el boyo de pan que le quitó.

– Te aseguro que he aprendido mi lección en no confiar en los “extraños”, su me disculpas. Lion-O hizo un gesto para que le soltara, con su paso marcial se separó, el pequeño entonces corrió en sentido contrario.

– La siguiente vez le volaré la cola.

– ¿No crees que llevas esto demasiado lejos? Creí que las aves eran más racionales.

– Ya te lo dije, no soy un ave. La guardiana jaló el cargador hacia atrás para apagar su arma, Lion-O hizo una mueca.

– ¿Qué? Lion-O no sabía quien parecía más una máquina, si Soul Sever o ella. Negando con la cabeza continuó su camino sin que ella se le despegara, compró una paca de heno y una bolsa de viaje preparada para cruzar los desiertos, con cantimploras, cuchillos y otras herramientas asidas a un largo cinto de cuero con varias bolsas.

– ¿Vas a dejar ir a ese lagarto apestoso? Por cómo te miraba no creí...

– Si el Concejo te ordenó que fueras mi Sol y sombra se equivocó, no necesito a otro racista más en mi grupo, suficiente tengo con que nadie de los míos crea en mis principios.

– ¿Principio? Pff… Mandora juntó sus labios y bufó.

– ¿Y eso qué se supone significa? Dijo el felino dispuesto a tirarle la paca de heno en la cabeza.

– ¿Seguro que ellos conocen de los grandes principios de los que hablas? Mejor aún ¿sabes tú cuáles son esos principios exactamente? Como lo veo, tú mismo das la impresión de no saberlo. Definitivamente era una mujer horrenda sin el menor tacto, Lion-O apresuró el paso.

– ¿Eso haces cuando la gente no está de acuerdo con tu visión de las cosas? ¿Te vas y ya?

– ¿Qué caso tiene explicarle eso a alguien como tú o como ellos?

– Seguro su pelirroja majestad, los lagartos deben tenerlo aún más claro ¿no? ¿Se harán tus amigos por uno o dos gestos amables o pensarán que eres un idiota sin remedio?

– No quiero continuar con esta conversación desagradable. Ella le agarró del brazo bruscamente, él tuvo que jalarla para llegar a la montura amarrada con muchas otras en un abrevadero.

– Quizás no tengo fama de sabia o reflexiva, pero si quieres estar al frente de Avista y reconstruir Thundera, debes tener más que buenas intenciones y un buen corazón. La guardiana no dejó de presionar, Lion-O miraba de un lado a otro sin atinar a decir nada convincente.

– De todas maneras no quiere nuestra ayuda, le he dicho que tome lo que necesite.

– Tiene un campamento a dos días de aquí, podría delatar nuestra posición.

– No hay necesidad de eso, estoy seguro de que los lagartos saben perfectamente donde nos encontramos, Mumm-Ra tiene sus planes, esto parece gustarle.

– Nosotros no somos el problema, si no ésta aldea, ayudarnos puede costarles más que una pintoresca visita. Lion-O se detuvo y abrió los ojos, era una cosa que no había considerado, luego de un espacio de tiempo continuó su camino.

– “…”

– ¿Y bien? Le habló en un tono terriblemente serio.

– Si me preocupo de cada cosa que me sale al paso no haré nada, lo mismo pasa contigo, no hay ninguna garantía de que tú o ese Concejo esté de mi parte en el futuro.

– Lo dices como si ser thunderiano fuese garantía de fidelidad como has podido comprobar por tu cuenta, has tenido mejor suerte con otras especies, yo no soy una felina, deberías considerar que si me salvaste fue porque la espada me cree digna.

– Eso no me explicas el porqué me enviaste a donde estaba Pumyra, ni la manera en que manipulaste mi percepción para que pensara que las heridas de mi abdomen eran menos graves o lo que ocurrió en aquella batalla, no soy capaz de recordar nada, tú me besas y logras que vea todo mi pasado frente a mis ojos, eso no es normal.

– Quieres conocer la verdad o es lo que siempre dices ¿no es así? Te he mostrado una parte, si bien es cierto que fuiste manipulado, no fue por mi mano, yo deseo ayudarte, pero no te estoy dando un cheque en blanco, tienes que merecerlo.

– ¿Mostrar una dignidad y confianza obtenida de manipular a la gente para qué me hagan su líder?

– Para empezar yo no deseaba que fueras nuestro líder, sabía que si eras elegido, con tu corta visión de las cosas serías llevado fácilmente a las conclusiones erróneas, estoy segura de que te convertirás en un gran líder, pero en este instante no eres capaz de ver más allá de tu nariz.

– Un momento, si lo he entiendo bien, quiere decir que tú deseabas ser Prefecto, hiciste esto… sí, pero alguien te la ha jugado ¿no es verdad? Peor, seguramente te usaron, no deseaban que estuvieras en esa batalla… un rival tuyo. Mandora dio un paso hacia atrás y supo que ese chico era tremendo haciendo deducciones cuando no estaba tonteando por una chica y eso le apabulló más que la misma Superiora.

– Tú no sabes nada… el felino le quitó la brida de la montura con rudeza y se enfiló al tanque para empezar a reírse.

– ¡Oh, he adivinado! Ja, ja. Así que le vieron la cara a la sabia Mandora, descuida, por lo menos tus rivales debieron morirse del coraje de que a pesar de verte la cara, ellos terminaron favoreciéndome a...

–¡Oahhhh! Mandora apretó los dientes, para en un arrebato de furia alzara al muchacho que un alarido de horror voló para caer aparatosamente en unas cajas de legumbres.

– Voy a ponerte una correa y luego te meteré en una jaula para que aprendas a respetar a tus mayores… una enorme legumbre morada se deshizo en su cara tirándola al piso lodoso en respuesta.

– ¡Soy un rey! Debes respetar al menos eso.

– Tú no eres más que un tonto enamoradizo que se deja… ¿Qué? El chico puso una cara de verdadera alarma y la guardiana volteó a ver, el sonido del tremor de la tierra, el enorme gusano emergió decenas de metros adelante abriéndose en flor, como si quisiera oler algo, la furibunda guardiana y el ingenuo rey se miraron.

– ¿No es ese el gusano que te seguía?

–  ¿Quién dice que a mí me seguía?

– ¡El tanque! Ambos dijeron al unísono.

 Y corrieron siguiendo los sonidos de confusión, caos y destrucción, conforme el enorme ser metálico se volvía a sumergir en el lodo que atravesó como mantequilla.


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A 150 kilómetros de Avista, cercanías desérticas de ciudad Khan
Dos días antes

Había tardado varias horas en encontrar el rastro de la pequeña fugitiva, su deslizador se reventó en el aire y solo quedaron los restos esparcidos por la superficie, estaba sobre una plancha metálica que giraba con el compás de un anormal remolino, el viento hizo que se viniera abajo y cuando supo, se había golpeado una de sus alas, con tal mala suerte, que sintió como si sus hombros se separaban del resto de su cuerpo.

Al tomar su frio cuerpo entre sus brazos, le quitó la ropa húmeda y la envió con una manta, inyectándole una sustancia par que reaccionara, siguió la corriente donde los cuerpos de decenas de lagartos eran arrastrados por el afluente, desapareciendo misteriosamente uno a uno conforme se alejaba a lo que era el centro de esa interminable laguna producto de la lluvia, corrió durante horas, hasta que esa sensación de ser perseguida se incrementó.

La bestia estaba compuesta de cientos de miles de carroñeros, organismos cibernéticos usados para limpiar la chatarra de Avista, que creaban la ilusión de un gusano inmenso con una boca tubular, tragando el metal a su paso completamente descontrolados… o mucho peor, alguien les dirigía, incrementando su apetito hasta el último pedazo de chatarra a su alcance. Mandora giró sobre su propio eje con la pequeña bajo su manto, lanzando una docena de cápsulas que se pegaron a los carroñeros con los que hicieron contacto.

Una explosión enorme como resultado, cimbró la superficie que hizo que cayera dando de vueltas, golpeándose el ala izquierda que ya no se movía en absoluto.

– ¡Maldita sea, seré imbécil! Dijo incorporándose pesadamente, lanzó su búmeran y en el monitor de su casco miraba lo que había más adelante y saber así cual era el mejor camino a seguir.

– ¿Me enseñarás a hacer eso?

– ¿Caer como tonta? Eso no se enseña, naces con el talento, hizo que la gatita se riese débilmente, pero pasado unos instantes su expresión cambió.

– Chispas, pues parece que no funcionó… ¡ohhh! Exclamó, Mandora miró atrás con su visor térmico y descubrió el enjambre de insectos artificiales reunirse nuevamente para emerger en torno a ella.

– Aguanta, te sacaré de esto antes de que puedas decir ¡feliz cumpleaños solterona! Pero la gatita no respondió.

Saltando entre tanto escombro sus opciones eran limitadas, se había lastimado el ala y luchaba por mantenerse consciente luego del golpe, debía estar sangrando, intentó retraer sus alas, pero no era posible.

La espada era lo único que le quedaba para defenderse, separarse de su espada significaba separarse del deber que le había sido encomendada como Guardiana y eso era peor que la muerte, aunque tenía muchas opciones, a pesar de que no se daba por vencida.

El sable de platino describió una curva que ese monstruo miró con atención.

– Esto es todo lo que queda, ¡trágate eso desgraciado! El búmeran despegó de sus manos y con sus últimas municiones crearon una explosión aún mayor, antes de que esa maraña de carroñeros tomara su espada que regresó a sus manos.

Cogió la espada de la empuñadura y la meció para pegársela en la espalda, uno de los carroñeros le mordió el brazo que pronto se cubrió de sangre hasta que sin ningún temor, lo arrancó y arrojó al agua.

– ¿Puedes volar no es así?

– ¿Por qué la pregunta? La pequeña que ardía en fiebre le señaló al frente agarrándose con fuerza de su cintura. – ¡Maldita sea! Maldijo la guardiana, la orilla estaba más lejos de lo que pensaba, ante ella se abrían largas cataratas que irremediablemente le atraparían si no se daba prisa.

– No te preocupes, lo conseguiremos, únicamente tenemos que llegar a la orilla. ¡Ahhh…!

Mandora gritó cuando la superficie metálica se recorrió hacia arriba, haciendo que cayese y luego se deslizara hacia adelante, saltó en el último momento para ser castigada con una ingente cantidad de restos metálicos.

– Parece que se ha enojado… la gatita dijo cuando ese monstruo salió de debajo del agua, de un salto pasó  por encima de la Guardiana, para volver a caer y de un potente chapuzón, deshacer el camino de restos metálicos, cortándole la ruta de escapa.

Intencionalmente le dirigía a la otra orilla, donde no existía ningún lugar al cual correr u ocultarse, si dejaba a la niña tendría más posibilidades de sobrevivir...

El pensamiento pasó por la mente de Mandora y la gatita pareció intuirlo, pero negó con todas sus fuerzas apretándose a la niña con sus brazos.

– Descuida, no estoy en ese punto de la locura... aún, bromeó. El dolor de abrir las alas le hizo trastabillar, igualmente recobró el paso. No podía aletear, así que tendría que arriesgarse planeando estirando todo lo posible sus alas.

– Cierra los ojos, el resto que lo decida la suerte.

– Podrías lograrlo tu sola. Dijo Wily Kit.

– Pero no tendría ningún lugar al cual regresar, así que me jugaré esta mano. La gatita apretó su cabeza que ardía en fiebre, el haber estado tanto tiempo bajo esas condiciones hicieron mella en su salud y si no la mataba la caída o ese monstruo, esa fiebre podría hacerlo perfectamente.

El salto fue largo y esa mole se precipitó al vacío siguiendo su espada de platino que sonaba entre las rocas.

¡Crack! Su ala izquierda se quebró y en un alarido, se precipitó a ese mismo abismo del que seguramente no saldría nunca.


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Senderos de las caravanas del este de los wolos
Tiempo después

– ¡Funciona! Lo ves Soul, te dije que Ponzi lo arreglaría. Le dio una palmada en la espalda, él le respondió con una mueca

Ponzi sonrió mostrando sus largos y gruesos dientes acicalando sus bigotes, mostrando una cara llena de grasa y aceite, Lion-O desarmó entusiasmado la carreta del vendedor de pociones metiéndola dentro del tanque, el ser cibernético cuyo enojo iba en aumento, tuvo que aceptar que cada afirmación que lanzara, sería rebatida por ese tonto león y su amigo canino que roncaba profundamente cerca de donde el lagarto yacía.

-Hmm, no sé bien cómo lo logré… quiero decir, desde luego, la química de esta sustancia, pff…

– Mentiroso, sabía que no tenías idea de cómo hacerlo desde un principio. Dijo disgustado.

Ponzi no sabía como lo había logrado, con los menjunjes que quedaron en la carreta logró preparar una sustancia parecida al aceite hidráulico únicamente viendo y probando el líquido que había pasado siglos en esos tubos metalizados, no tuvo que ingeniarse como inyectarla en el tanque, todas las herramientas estaban en una caja perfectamente empaquetadas con cientos de cosas curiosas como tornillos, desarmadores y herramientas.

– ¡Bah! Fue pura suerte.

– La… grasa para máquinas no es muy difícil querido compañero, se hace con el combustible quemado de una lámpara, si debo ser franco… un poco de suerte hubo, je, aunque nunca debe desestimarse la importancia de tener una buena estrella.

– Lo ves, él sabe su trabajo y tiene más suerte que nosotros. Soul Sever les dio la espalda murmurando, los mismos necromecas se pusieron un poco de grasa en sus junturas que rechinaban con cada revolución, hasta que la sustancia lubricó perfectamente sus mecanismos.

– Sobre el caso particular de estas ruedas, imagino que esta herramienta es para inflarlas, me recuerdan a esos raros globos de tripa que usan los bolkins del sur en sus fiestas. Ponzi pateó una de las llantas desinfladas que se salieron de su lugar en un bache y una de las causas de la pobre tracción del motor.

Lion-O nunca había reparado por sí mismo el tanque, así que la ayuda no estaba de más, no tuvo que trabajar demasiado, pues los mismos necromecas le imitaron colocando el resto de las llantas en su sitio, la máquina era una bomba de aire accionada por un pedal fue llenando la llanta lentamente.

– No es que sean muy útiles, pero la experiencia de montarlas es única, imagino que te gustaría probarlas. Lion-O apretó las tuercas que mantenían cada llanta unida a su eje, liberando la presión de aire, el tanque se fue asentando lentamente en el suelo, lanzando un lago silbido hasta que la suspensión estaba balanceada.

– Imaginas mal joven amigo, me temo que ya tengo suficiente con caerme del camino cada vez que nos encontramos, je, la velocidad no es lo mío.

– Por fortuna, quien quiera que haya transportado este tanque no sabía que lo llevaba, todo está empaquetado, como recién fabricado, con esa carreta no habrías pasado por ese derrumbe.

– ¡Bah! Eso no es una ventaja, la suspensión está fallando, la munición costará mucho trabajo volverla a reactivar y la computadora de abordo no está calibrada, por otro lado, si no se hubiese dañado la antena de comunicaciones, te hubiera delatado ante su amo, usar un arma de tus enemigos tiene sus desventajas. Soul Server murmuró quitándose el lodo de su reluciente cuerpo.

Los necromecas como retados por las palabras de su creador, dedujeron por sí mismos que parte de su tarea era llevarle la contraria, apartando a Lion-O y reparando las partes sensibles del tanque a una velocidad impresionante.

– ¡Insolentes! Me agradaban más cuando no pensaban. A Lion-O le pareció ver a su padre regañándole por cada cosa absurda que se le venía a la mente, aunque su padre era un ser horrible, no podía compararse en absoluto, al menos Soul Sever apreciaba con orgullo a sus creaciones pese a los dolores de cabeza que parecían ocasionarle.

Se había quitado la armadura que una vez perteneciera a un joven rey Claudus, al verla en el fuego convirtiéndose en cenizas, no estaba arrepentido en absoluto, se sentía en cambio liberado del peso de usarle de guía, intentar imitar su arrojo y valor, mostrar a su hermano aquella valía que se negaba a reconocer en él, no podía llenar esa armadura y la idea misma de ser rey ya no era dictada por el deseo a honrar a esa persona horrible.

Visto desde su propio ángulo, su padre estaba lejos de ser ese modelo que le permitiría romper la maldición de odio que rodeaba a su reino, fue su padre el que prefirió la espada a las maneras pacíficas de su abuelo, cerrando embajadas y expulsando a los emisarios de los reinos siervos, derivando en tres guerras consecutivas y una invasión, perdiendo gran parte del imperio en diferentes conspiraciones secesionistas, lo que le obligó a acelerar la ceremonia de traspaso, su padre estaba desesperado por la alienación de sus aliados, quienes buscaban una alternativa entre los leones con vida y mientras que un nuevo rey estaba considerado una manera de distenderse, su único camino antes de esa decisión provocó la enemistad de los lagartos, pues al invadir sus tierras para obtener los suministros que no obtenía de los reinos en rebeldía, estos marcharon arrasando todo el norte del imperio.

La cruenta guerra terminó con la derrota de los sublevados y el sacrificio del aliado reino de Estigia y la posterior formación de una coalición de tribus que llevaron a los lagartos a aceptar el liderazgo del responsable de la destrucción final de su reino.

El secesionismo no era una palabra que se escuchara en Thundera muy a menudo, la gente desconocía la situación que podría por dentro su ciudad, le sorprendió por eso mismo el contraste con Avista, donde estaba detallados hasta los últimos momentos del rey Claudus.

Cuando el tanque estuvo reparado, el mejor lugar que encontraron para descansar se situaba por debajo de donde una gran piedra descansaba diagonalmente, refugiándoles de la lluvia, se formaron grandes cataratas en dirección a lo que quedó del hogar de Soul Sever, el rió inundó lo que era un pacífico y caluroso camino de terracería al fondo del cañón, que con el tanque apenas lograron vadear disparando las garras retráctiles de las que enormes cadenas jalaban el pesado vehículo, pasando entre montículos de lodo y fango.

El gélido viento era atroz, con la fogata que hicieron de los restos del techo de la carreta de Ponzi, pasaban la noche cubiertos con mantas traídas por Ponzi entre sus pertenencias, aunque el viejo Jorma no tenía problemas en dormir al interior del frio tanque, con un ojo puesto en el lagarto que rescataron lleno de vendajes y una fuerte contusión en la cabeza. La comida bolking era desagradable para el gusto de un felino, pero platicando con el vendedor de pociones, Lion-O sentía mucha paz, aún así, su amigo se veía triste y taciturno, al notar que le miraba, el vendedor de pociones cambio su expresión.

– ¿Y bien mi buen amigo?, no me has dicho que pasó entre tu amiga y tú.

Lion-O no le contó a Ponzi lo que ocurrió a detalle porque le era doloroso, salvo la parte más terrible, que ella trabaja para su enemigo.

– ¿Una espía? Ya entiendo, así que la poción no funcionó en absoluto con ese monstruo… es una verdadera pena, me parecía una buena chica, debes sentirte muy afligido.

– Intento superarlo, me digo a mi mismo, "ella en el fondo es buena", aunque cada día me es más difícil creerlo.

– No dejes que eso te desanime, a veces cosas malas le pasan a la gente buena, un día lo dejarás atrás, ya lo verás, solo no dejes que eso agrié ese gran corazón de león que tienes.

Lion-O veía a Ponzi como a un buen amigo que estaba dispuesto a escucharle, no era como Cheetara y Pumyra que habían fingido ser uno por una orden o Jaga, quien sólo le dedicaba un consejo para señalarle sus errores, así que sus palabras salieron de su corazón sin dejarse nada, a lo que no estaba acostumbrado en absoluto.

– Ya que lo pienso Ponzi, no me has dicho lo que pasó con Lucy. Lion-O recordó a esa monstruosa oruga usada por lo general para arrear grandes carretas.

– Bueno, no es algo así de grave, aunque por desgracia también fue doloroso, verás, a mi querida Lucy le llegó la hora de “seguir sus instintos” sabes a lo que me refiero, je, je, “la edad de las mariposas”, a pesar de que no se separaba de mí, pude notarlo en sus ojos, vio con tristeza la migración de sus compañeras.

– ¿Y qué pasó?

– La dejé ir por supuesto, tenía que seguir su camino y yo continuar con mi vida, regresé a vender nuevamente mis pociones… pero con esos molestos forajidos merodeando los pueblos, no hay mucho negocio en ese lugar. Lion-O le pasó un vaso metálico que se calentaba sobre la fogata, mientras tomaba el propio. Sus provisiones eran pocas, con gusto las compartió con tan buena compañía.

– Puedes venir con nosotros si lo deseas, personalmente me gustaría que lo hicieras.

– Gracias joven amigo, aceptaré tu oferta una parte del camino, ya que me he quedado sin animales. Thundera es una hermosa ciudad sin duda, pero queda lejos de a donde quiero ir.

– No iremos a Thundera, sino a una ciudad de las tierras baldías llamada Avista.

– ¿Avista? Nunca antes había escuchado de ella.

– Es relativamente nueva, tampoco está en muy buenas condiciones, el alimento escasea y casi muero buscando esta chatarra. Lion-O golpeó la base metálica del tanque felino. – De cualquier manera… es lo que hay.

– Hm, bueno, no estoy para elegir, como ya te he dicho muchacho, de un tiempo para acá los caminos se han vuelto peligrosos, incluso para los wolos. Ponzi le mostró un agujero en el frente de su sombrero con una marca oscura en todo el diámetro.

– Creía que los wolos siempre eran respetados en los conflictos.

– Antes los lagartos no atacaban nuestras caravanas, pues temían que les dejasen de vender comida, sin embargo esos sujetos no son tropas de los lagartos, son maleantes y mercenarios que asalta a plena luz de día, queman pueblos y cosechas, luego están esos lobos malditos, es por eso que estaba inquieto, al no pertenecer a ninguna cofradía estoy indefenso.

– Tú no estás indefenso en cuando esté yo para defenderte amigo mio.

– Y yo solo puedo estar humildemente agradecido joven rey.

– Si ya acabaron de piropearse, sería buen momento que pusieran atención abajo en el camino, Soul Sever tiró tierra a la fogata y sus necromecas se escondieron en el tanque sin apenas hacer ruido obligados por el cibernético ser.

– ¿Qué es? Lion-O le preguntó al cibernético ser. Una larga columna de vehículos llevados por motor se escuchaba en el fondo.

– Oh no. Ponzi pareció recordar de lo que huía.

– ¿Les conoces?

– Me temo que esos son los mercenarios que han quemado las aldeas, al menos un ejército de ellos, parece que también merodean los valles del sur. No son únicamente lagartos desertores, hay mandriles y chacales de las tierras bárbaras, desembarcaron hace algunas semanas y se han estado juntando.

– No podemos iniciar un combate en este sitio, si es lo que estas pensando, un mal disparo y acabaremos enterrados bajo toneladas de escombros. Soul Server arrastró a los dos.

– Espera, necesito saber a dónde se dirigen. Lion-O ajustó la visión térmica de eso lentes.

– No seas imprudente querido muchacho, tal vez tenga razón.

El consejo de Soul Server era prudente para que todos le obedecieran, incluso Lion-O. Pero unas cuantas palabras lo cambiarían todo…

– ¡Mueran los lagartos opresores! ¡Viva el reino de Triana! ¡Viva la princesa Lynxana!

– ¿Lynxana? Lion-O se quedó con una cara boquiabierta mirando por sus binoculares.

Enormes piedras empezaron a caer sobre los atacantes, las flechas iluminadas que les siguieron encendieron el camino lleno de algún líquido inflamable, porque prendió lanzando una enorme columna de un humo negro y denso, mismo que ardía incluso bajo la abundante agua de lluvia.

Se lanzaron al ataque sobre los mercenarios que confundidos por el humo fueron presa de la carga con lanzas y hachas de caballeria.

– Parece que alguien es tan estúpido para atacar tanques con piedras y fuego. Soul Sever apuntó.

– Vaya… si no les molesta debo ir al aseo, Ponzi se metió al tanque lleno de miedo pisando la cola de Snarf y la panza de un ebrio Jorma que abrió un ojo para inmediatamente volverse a dormir.

– ¿Piensas que no serán capaces de defenderse?

– Desde luego que no, puedo ver con absoluta precisión cuántos son y la sorpresa inicial se va a voltear en su contra.

Era verdad, con la confusión inicial los lagartos y sus aliados que no quedaron envueltos en el incendio retrocedieron, pero los disparos comenzaron a correr hacia arriba y al frente haciendo mella en las armaduras de cuero, metal y cerámica, al tiempo que los vehículos artillados abrieron el camino apagando las flamas, los combatientes con el símbolo de las dos flores del principado de Triana, se vieron en la necesidad de replegarse en desbandada cuando un par de Warbots salieron de sus vehículos transportadores, aplastando sus catapultas.

– ¡Tenemos que ayudarles!

– Ya te lo dije, estamos sobre un terreno muy inestable, si disparan caeremos. Soul Sever lo agarró del brazo.

– Únicamente deberemos huir en el tanque, si disparo en medio de esas rocas obstruiré a los atacantes, tu prepara el tanque, yo usaré la espada. Los necromecas a regañadientes de Soul Sever recolocaron las motocicletas en completo silencio.

– Ustedes los orgánicos no tienen concepto de miedo, por eso son destruido tan fácilmente.

Soul Sever se subió a la cabina del monstruoso vehículo, Lion-O sonrió, esperó hasta que el tanque rugiera, despertando a Jorma, que con una enorme resaca subió a una de las escotillas, mirando al rey alzar su espada, el estruendoso sonido del tanque que parecía despertar de un largo letargo de mal humor, llamó la atención de ambos bandos, encendiéndose las potentes luces del frente.

Los atacantes retrocedieron asustados de desconcierto. Un chorro de luz intensamente roja apareció, como las llamas de un demonio.

– ¡Ohhhhhh! La fuerza de rayo que avanzó por en medio de los dos ejércitos destruyó lo que encontró a su paso y como aliento de dragón, el chorro se fue desplazando reventando un enorme trozo de montaña.

– ¡No es momento de arriesgar sus vidas en un ataque suicida! ¡Sálvense hoy para que puedan pelear mañana¡ ¡El Señor de Thundera sigue vivo! ¡Avista y Thundera resiste! Lion-O gritó, aunque sus palabras se escuchaban atenuadas como un chillido por la lluvia, las turbinas demoraron en alcanzar su plena capacidad, dando a Soul Sever el tiempo casi exacto para arrancar a toda velocidad mientras el camino se colapsaba presa de los disparos enemigos.

– Quien es ese, uno de los oficiales señaló a su comandante.

– No lo sé, pero sigamos su consejo, aprovechemos para escapar. Respondió.

– ¡Retirada! Otro oficial gritó alzando su banderín.

– ¡Maldita sea! Creí que con esta fuerza bastaría.

– Por lo menos ya sabemos que no es así, aunque no es un total desperdicio.

– ¿Ah?

– No somos los únicos que combatimos a estos desalmados. El comandante apretó el paso mientras alcanzaba su montura al otro lado de una colina llena de veredas, si querían seguirles, tendrían que hacerlo a pie o buscarse muchas monturas.

– ¿Crees que lo que dijo es cierto?

– Esperemos que así sea, he visto el poder de la espada del rey Claudus, si sigue con vida las cosas pueden cambiar.

– No me pareció la voz del rey.

– A mi tampoco, como sea, la princesa Lyxiana seguramente querrá escucharlo, quiero decir, deberá escucharlo, si estuviera el Conde en sus cabales te aseguro que no nos enviaría a estas misiones suicidas, no hacemos nada más que demostrar que somos un hazmerreir, si el rey sigue vivo podremos hacer algo más que esperar lo inevitable.

– Espero que tengas razón.

– En estos tiempos de oscuridad quien podría tenerla. El comandante apretó las bridas desanimado, conforme el fuego de los rabiosos mercenarios se apoderaba del horizonte, recorrieron un largo sendero pantanosos hasta bifurcar en un camino que se protegía por las sombras de las cavernas por las que el menguado ejército de Triana compuesto de apenas doscientas monturas se fue reuniendo, muchos no tuvieron suerte, habían perdido bastantes soldados en esa escaramuza.

– ¡¿Es que son todos?! Un cabo se preguntó.

– Perdimos un flanco, el otro rodeó por el valle.

– Casi cincuenta menos. Los oficiales agacharon la cabeza, no eran ni la sexta parte de su número original, cuando soldados de Thundera y otras comarcas llegaron a Triana buscando refugio, creando una división compuesta de varios comandantes y oficiales. El desánimo se apoderaba de la compañía que había perdido sus últimas catapultas.

– Incuso si solo queda uno, eso no cambia en nada nuestro deber, son oficiales, deben dar el ejemplo. Dijo severamente su Comandante.

– ¿Pero qué tan lejos iremos con esto Comandante? En tres cargas perdimos a la mayoría de nuestros soldados, ya no podemos siquiera crear un flanco efectivo y sin catapultas no hay manera… El comandante empuñó su espada y se formó un peligroso silencio fuera del sonido de las monturas que se desplazaban sigilosamente hasta que un las voces juveniles rompieron el opresivo ambiente, uno de los túneles más cercanos se fue iluminando por la luz de una antorcha.

– ¡Eso fue fenomenal! Me muero de ganas de contarles a los demás, te lo aseguro, voy a tomar mi montura y enrolarme en Avista. Un soldado en su montura lideraba el ala derecha de unos veinte soldados, su oficial al mando no había tenido suerte, ellos escaparon ilesos.

– No puedes creerte ese cuento wolo. Les respondió otro.

– Has escuchado tú mismo esta noche ese nombre, los wolos llevan sus carretas al noroeste, esas monedas raras son de ese lugar, dicen que pararon el avance de los lagartos y los expulsaron al norte, solo imagina usar uno de esos monstruos metálicos, sería un cambio para variar.

– No sería mala idea, aquí nos morimos de hambre, si su ejército es tan grande podrían necesitar más ayuda. Otro soldado dijo con emoción sin detenerse a pensar que se movían con imprudencia.

– Ya te lo he dicho, ellos aceptan incluso a los canes, es mejor eso a seguir comiendo raíces e insectos de esa loca princesa, solo no se lo digan al Comandante, es su admirador número uno, dijo presuntuosamente al momento de mostrar una sonrisa de oreja a oreja, cuando los otros soldados con horror descubrieron al resto de la compañía rodeándoles con sus lanzas en alto.

– Por lo menos no te equivocas en algo soldado, seguramente visitaras esa ciudad en un muy corto plazo de tiempo, aunque no estoy seguro si podrás hacerlo de pie, alzándole con su musculoso brazo por el aire.

####

En algún lugar de las tierras altas del norte

Mandora cerró los ojos, su ala lastimada se dobló con la fuerza de aire, no sin antes despegarse unos metros de la cascada, no lo suficiente. Había un trecho entre ella y esa ladera demasiado grande, no había nada que hacer, fue entonces cuando él apareció.

– ¡Te tengo! La mano musculosa y peluda de un chico la alcanzaron, dejando que el gusano se desbarrancara, le miraba con sus ojos completamente abiertos de la sorpresa, él también pareció ligeramente sorprendido al apreciar tan de cerca su rostro descubierto, el casco estaba abierto de un golpe, por lo que ella volteó la cara.

Se balanceó con sus garras de regreso para intentar posarse en una porción de la ladera donde unas luces potentes la enfocaron, Mandora estaba exhausta y él tuvo que cargarla recorriendo el trecho a pie.

– ¿Cómo? Mandora gritó en su sorpresa, tomada por la lluvia que inmisericorde le bañaba.

– No lo sé, de pronto la espada brillo y al ver por el ojo supe que estabas en problemas, aunque no eres la única.

– ¿Eso qué quiere decir? Lion-O le dirigió con la mirada en dirección al fondo del barranco, esa enorme masa de carroñeros se lanzó sobre lo que parecía una nutrido grupo de vehículos metálicos de todas clases que fueron cubiertos por una marea negra.

– Viéndote de cerca no pareces tan temible ¿Y bien? ¿Qué te trae por estos lados mujer misteriosa?

– Mandora, guardiana Mandora si no te molesta, abrió su capa para mostrarle a su pequeña polizonte.

– ¡¿Wily Kit?!

– Esta pequeña ha hecho algo muy temerario y estúpido para encontrarte, necesita dormir y un lugar seco donde descansar, ambas lo necesitamos.

– Dalo por hecho. Con ese amable semblante del felino que no parecía especialmente interesado en reprocharle nada, Mandora se contagió de la emoción involuntariamente hasta lentamente dejó que el cansancio en su cuerpo se apoderara de ella, cayendo dormida.

####
Tiempo despues

Mandora se despertó con el olor de la comida recién hecha, Lion-O hablaba con la gatita en sus brazos, mientras merendaban un pan y diversos aperitivos que solamente se adquirían frescos en los pueblos de  los wolos, no sabía cuánto tiempo había pasado, pero ya era de día, habían escalado en un enorme tanque de guerra hasta los valles superiores donde iniciaban las tierras baldías que los wolos habitaban.

Ella no estaba sobre el frio piso del tanque, sino sobre una acolchada piel de alguna clase de animal.

– ¿Me has cargado?

– Te desmayaste nuevamente, esta vez los cristales de tus lentes no se saldrán de su sitio. Mandora se tocó la cabeza y comprobó que los lentes ligeramente deformados por el golpe de aquel monstruoso ser hecho de carroñeros, con una leve protuberancia parecida a la causada por la soldadura.

– Hice lo que puede recolocándote el hueso del ala, espero que Zira pueda hacer el resto. Mandora miró su ala con una larga madera asida con vendajes a ella.

– Eso no será necesario, sólo tengo que contraerlas y... bueno, es una cosa muy complicada de explicar. A todo esto ¿Dónde estamos?

– Nos hemos detenido en las cercanías de un pueblo bolkin para comprar piedras de fuego y provisiones, pero fuera de nueva ropa para Wily Kit, no hemos tenido mucha suerte.

– ¿Has encontrado el camino de regreso? Mandora observó a través del monitor y las nubes parecían haberse vueltos más tenues y dispersas.

– Dimos un rodeo para orientarnos, por cierto, hay alguien que tiene algo que decirte. Lion-O miró con reprobación a Wily Kit, quien avergonzada miró al ángel.

– Gracias coleguita, por salvarme, ya sabes.

– La siguiente vez no te lances a una aventura tan peligrosa sin los otros Kit. Lion-O le jaló la oreja con paciencia, ella continúo tímidamente mirando a la chica que restiró su cuerpo para levantar su tronco flexionando sus piernas sin preocuparse demasiado.

– Pero Lion-O, escuché en el campamento que había un peligro inminente sobre ti, tome el deslizador y lo siguiente que supe es que estaba cayendo al agua.

– Cuando regresemos espero que me digas quien fue el que dijo semejante cosa, no había manera de que nadie supiera donde estaba. Lion-O miró suspicazmente a la guardiana que se agarró la nuca.

– La próxima vez hazle caso a tus mayores, hacer las cosas por impulso sólo hace que te lastimes a ti misma ya los demás. Mandora respondió la indirecta del felino que apretó sus dientes visiblemente molesto, adolorida, se recostó nuevamente en la cómoda manta, Lion-O le alcanzó un plato que ella saboreó hambrienta, hasta que se levantó de súbito tirando la comida, al ver a ese cadavérico ser, quien la regresó a ver con sus ojos verdosos luminiscentes, estaba aterrorizada.

– ¡Estas bien! Tomándola entre sus brazos, Lion-O intentó sacarla de su estupor.

Ponzi le sonrió amablemente quitándose el sombrero, Jorma con una poderosa jaqueca se hundió en su asiento sin interesarse mucho en la escena y Snarf bufó volviéndose a dormir oculto bajo la misma manta.

– ¿Qué rayos eres tú? Soul Sever le volteó la cara con una muestra de indignación, los necromecas eran más terroríficos con sus patas que ondulaban lentamente saludando se acercaron para su horror.

– Él es Soul Sever, el famoso constructor que quería traer el Concejo ¿Recuerdas?

– Cr-Creí que era una persona, no una… cosa. Por una razón u otra, ella tenía repulsión a los seres artificiales, eso pareció relajar el carácter hostil de Lion-O, que lentamente le recostó, Wily Kit le miraba con extrañeza.

– Lo mismo digo, por lo menos no eres una fría y calculadora mujer. Juntando sus labios, Mandora le empujó para envolverse entre la gruesa manta, al tiempo que Snarf se hundía entre sus ropajes, de alguna manera se sentía muy feliz en su presencia.

Pasado el tiempo se detuvieron para descansar y él le sirvió nuevamente un plato caliente de sopa, se dedicó a reparar sus lentes y le puso una especie de filtro plateado con el que pudo relajarse, ya que evidentemente sufría de fuertes dolores de cabeza que le hacían evitar la luz directa del Sol, lo que no era un inconveniente, porque la mayoría del tiempo estaba nublado.

Lion-O le presentó al wolo Ponzi, un vendedor de pociones de la región desértica, Jorma, un chatarrero de ciudad Khan, Wily Kit, una cachorrita que parecía más interesada en hacer el tonto y Soul Sever, a quien llamó Soul, mostrándole a los seis necromecas que más parecía una clase de mascotas, ella prefería no decir nada, limitándose a una actitud hostil, Lion-O se sumió en la frenética tarea de pedirle disculpas a Soul Sever en su nombre, pero a este no parecía importarle, aunque para sus necromecas la historia era diferente, pues gritó cuando uno de los robots puso su largo brazo tubular cerca de ella, lo que les atemorizó bastante y eso llamó poderosamente la atención de Soul Sever que veía que sus creaciones eran muy sensibles a estas emociones y no sabía cómo describir ese fenómeno.

El efecto en Lion-O fue recordar momentáneamente algunas expresiones propias de Pumyra, su irritabilidad, los gestos le molestaron porque su primera reacción fue intentar protegerle.

Mandora tenía un miedo arraigado a los robots o era la experiencia sufrida con ese monstruo que le persiguió, a pesar de que pasó acostumbrándose a su presencia, era dramático ver a una mujer de carácter tan fuerte, orinarse literalmente en sus pantalones de miedo, lo que hizo que él se conmiserase aún más de ella, limitando la estancia de los necromecas en las cercanías o que hicieran movimientos que le intimidaran, lo que parecían entender.

Soul Sever conducía atravesando un largo bosque de pinos y abedules rojos sobre el terreno irregular para internarse en dirección a Avista, pero no era un camino sencillo y el tanque se balanceaba de un lado a otro, Ponzi con Snarf en su piernas, estaba sentado en el asiento del copiloto y Jorma verificaba que la presión del aceite fuera la adecuada, pues necesitaba de ser reemplazada constantemente, Soul Sever se burlaba de los alcances del genio de Ponzi, que se ajustaba el sombrero sin mucha pena, irritando al cibernético ser.

Cada que llegaban a un claro, le daban mantenimiento al motor del tanque y Mandora, que era la más lastimada junto a un lagarto, que por su mal humor y agresividad era mantenido en uno de los compartimientos del tanque, aprovechaba para dormir, Lion-O y Wily Kit estaban ojerosos por el ajetreado viaje y dado que eran poco útiles, aprovechaban lo máximo que podían para dormir protegidos por las ramas de un frondoso árbol lleno de frutas luciérnaga, cuyas largas hojas tenían un color ocre intenso.

Lion-O no sabía la manera de manejar a Mandora, como fuera, no podía dejarla a su suerte, así que decidió quedarse cerca mientras pasaba el rato con Wily Kit y Snarf que esperaban a que la comida estuviera lista, Ponzi no era mal cocinero, pero Snarf prefería la comida de Lion-O y le molestaba cuando este únicamente le daba un par de pescados secos.

Escribía por largas horas en una especie de libro hecho con pergaminos cocidos, Mandora se frotó los ojos y por primera vez desde que se encontraron, se sentó a su lado en completa calma, restirando sus alas, quitándose el entablado lentamente.

– ¿No deberías esperar un poco más?

– Para nada. Estas alas son más de lo aparentan. Por cómo puso su cuerpo, sus alas comenzaron a empequeñecer hasta desaparecer en su espalda, quedando tres puntos brillantes donde antes un rombo enorme cubría su espalda.

– ¿Magia?

Mandora no le respondió, se limitó a oler su ropa y el fuerte olor era cada vez más intenso conforme levantaba la tela que estaba diseñada para eliminar el sudor, por un motivo desconocido no lo hacía, su piel estaba llena de ámpulas y se secó con una tela sucia que despertó su asco.

– Ah… deberías usar mi ropa, estarás seca. El chico le alcanzó la bolsa con una bordado thunderiano con diversos adornos dentados bastante desgastada.

– ¿Este es aceite para acicalar? ¡Ew! Lion-O alzó la mirada cansado y metió la mano para sacar un envase de jabón líquido que las aves le dieron, fue lo único que alcanzó a salvar. A pesar de la manera en que se comportaba, él apreció una tenue sonrisa cuando se aproximó, al no poder ver sus ojos, podría ser cualquier cosa.

El mecha numero 1 se aproximó cuando terminó de soldar una gran tina cilíndrica con restos de metal sobrantes del tanque que Soul Sever tenía por obsesión mejorar y evitar la corrosión anómala que se formaba lentamente como ocurría en Avista.

Mandora puso su mano sobre el esférico ser que dio varios pasos para regresar con sus compañeros que parecían partícipes de cierta conversación silenciosa. El agua caía lejos de la protección de las ramas del árbol, así que llenar la tina fue la tarea menos difícil, sino calentar el agua, poner maderos y un banco donde ella se sentase, cosa que tuvo que hacer Lion-O solo.

El carboncillo lo llevaban en el tanque, pues no había manera de obtener madera seca en ninguna parte, Mandora se desvistió dentro de la tina lanzando afuera su traje, mostrando su piel blanca y aún más larga cabellera.

– ¿Es que no tienes pelo en todo el cuerpo? Me pregunto a que tribu perteneces, deben ser bastante curiosos. Ella se rascaba la cabellera conforme el espumoso jabón tomaba efecto, recargándose en la orilla.

– Pues si los encuentras me avisas porque no tengo idea de quienes se traten.

– ¿Qué quiere decir eso?

– Las aves me rescataron muchos años atrás, desde entonces he estado viviendo con ellos, tal vez no soy un ave, pero aún así tengo alas.

– ¿Y cuál es la diferencia? Si no mal recuerdo, lo ángeles son seres divinizados.

– No entre las aves, ellas le llaman ángel a cualquiera que tenga alas pero no pico o plumas, es un término un tanto despectivo.

– La sociedad de la igualdad y el progreso, bah, otro mito de la tecnología que ha caído. Lion-O regresó a escribir con un bolígrafo fabricado en Avista.

– ¿Estás redactando tu informe?

– ¿Informe?

– Como ese que enviaste al Concejo. Lion-O hizo una expresión molesta. – ¿Qué?

– No era un informe, ellos espiaron en mi dia… mi bitácora. Dijo en voz baja.

– ¿Un diario? ¿Acaso eres una clase de princesita?

– He dicho “bitácora” y no, es una actividad completamente masculina, como lo que hacen los historiadores.

– Hmm, así que lo que dijeron era sacado de tu diario, vaya, escuchar eso realmente me tranquiliza.

– ¿Estás burlándote de mi? Dijo indignado.

– Me refiero a que no fue algo planeado, muchos creían que hacías esto intencionalmente, que eras un Vultaire en potencia.

– ¡¿Qué?!

– Sí, eso de que deseabas hacerte con el control de Avista, no pensarás que eligieron seguirte por tus lindos ojos azules. Lion-O junto sus labios e hizo una mueca.

– Yo no le he pedido a nadie que me siga, yo soy el que termino en estos aprietos sin necesitarlo. Se exasperó más cuando la chica estiró el brazo para que le diera algo con qué secarse y le alcanzara la bolsa que dejó apartada en una esquina, con pena le dio su manto y secándose con Lion-O dándole la espada fue vistiéndose sin pena alguna.

– Desafortunadamente no podré volar hasta Avista, deberíamos comprar provisiones.

– Estamos cerca de un pueblo que Ponzi conoce, iremos sin el tanque cuando la lluvia amaine. Alzando la tina dejó caer lentamente el agua al fondo de la leve colina hasta que esta estuvo vacía, el mecha número 2 apareció esperando a Mandora para que hiciera lo mismo que con el primero, una actitud aún más rara, se llevó entonces la improvisada tina e inmediatamente la comenzó a desoldar para regresarla de donde la había tomado.

– Creo que les has caído bien. Mandora ayudando al felino colocó el carbón en la caja donde había estado guardada, hasta que de ese baño no quedó ni una sola señal. Cuando la tetera sonó, Lion-O la retiró del fuego y le sirvió una infusión amarga.

– ¿Qué demonios es esto?

– Te ayudará a relajarte, no es muy buena para el paladar… mira, si no la quieres puedes tirarla. El felino había pasado mucho tiempo buscando las plantas indicadas, sus manos sufrieron por ello, así que ella se sentó a su lado tomando lentamente el contenido de la taza, él continuo escribiendo.
Se fue quedando dormida hasta recostar su cabeza sobre su hombro, Lion-O temió haber sobrepasado la dosis, pero lo cierto es que estaba cansada.

Jorma, que parecía adaptarse a todo, se dedicó a ajustar el motor riéndose cuando descendió de la cabina, atrayendo la atención de Ponzi y luego señalándole con la cabeza a la pareja.

– Le envidio, a esa edad se consigue un reemplazo con demasiada facilidad, así son los jóvenes. Dijo burlonamente, Lion-O negó con la cabeza, pero Ponzi no le creyó riéndose pacientemente, así que avergonzados, se separaron, pero no demasiado, pues el frio no menguaba y no llevaban mucha ropa para variar.

El cibernético ser miró de reojo, pero no les puso demasiada atención, sus necromecas se conectaron a nuevos cables gracias a los cuales estaban hibernando para recargar sus baterías, en Avista habría un generador para recargarse sin preocuparse de quedarse si energía, mientras tanto debían mantenerse activos con lo que tenían a la mano.

Soul Sever se había quedado sin hogar y al recorrer nuevamente esos lugares, le hizo pensar en su familia y el viejo pueblo de olvidada memoria, donde pasó sus días más felices hasta que la peste lo arrasó todo, tendría que arriesgarse a lo desconocido nuevamente y no sabía si confiar en ese león y sus amigos, como fuese, tenía una nueva familia que cuidar. Uno de sus necromecas se inquietó saliendo de su hibernación unos instantes, había observado algo entre las sombras, un brillo momentáneo, que luego de unos instantes pareció cambiar de opinión y alejarse, aunque Soul Server no pudo detectar nada, ni siquiera con sus medidores de calor.

La inundación era tan extensa que la devastación sobrecogió a los presentes, al menos estaban en terreno seco, la tormenta paulatinamente se alejaba, ya era de día cuando los primeros rayos del Sol asomaban entre las nubes.

– Parece que lo ha conseguido. Soul Sever dijo con su metálica y aguda voz.

– ¿Qué cosa? Mandora habló despertando a Wily Kit y Lion-O.

– Ese ser llamado Mumm-Ra. Lion-O se reincorporó y la pequeña que bostezó sin soltarse del felino, frotándose la cara, Snarf en cambio paseaba entre las piernas de la Guardiana.

El tanque se detuvo y el grupo salió para observar el campo, Soul Server sacó a Flicker de una caja donde estuvo guardado, este despegó inmediatamente revoloteando sobre la cabeza de su dueño, mientras Ponzi y Snarf se estiraban en el claro, siendo espantados por el caminar de los necromecas que salieron como ánima que lleva el diablo, extendiendo unos paneles para capturar la luz del Sol y convertirlo en energía.

– Se está moviendo al noroeste. Mandora lo comprendió perfectamente, lo que sorprendió al felino.

Lion-O quien tomaba de la mano a Wily Kit, descubrió que la tormenta no se hacía más chica, sino que se alejaba lentamente conservando su forma y tamaño.

– Su nave sigue dañada, pero el que vuele ya es un gran inconveniente.

– Debemos reparar Avista lo más pronto posible. Sentenció Lion-O.

– Bueno muchacho, no estaría de más estirar las piernas y comer un poco de comida decente, un poco de honrados negocios a nadie afecta, Ponzi sonrió frotando su dedo índice y pulgar.

– Ahora que lo mencionas majestad… Jorma acompañó.

– Bastara con unas quince rocas de fuego, dijo Soul Sever que se quedaría para evitar reacciones parecidas a las de la guardiana. Esta le miró con un rostro severo.

– Trabajo para ti, evidentemente… Dijo la guardiana, el chico sacó y contó las monedas de su cinturón, única parte que conservó de su anterior traje, pues él mismo la había comprado hacía varios años atrás por su cuenta.

– Auch… después de esto la banca estará quebrada.

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Pueblo Bolkin de los bosques interiores, 40 kilómetros al Este de Avista

El pueblo estaba enclavado en un terreno rocoso, donde las caravanas se desviaban del camino principal a uno secundario bien oculto, Ponzi arregló un poco su vestimenta, pasando unos grandes arcos de madera donde unos elementales recitaban sus tantras cercados por arqueros.

Estaba dividido en diversos fuertes con empalizadas de madera y piedra.

– No trates de hacer nada sospechoso lagartija, si tienes pensamientos hostiles, esos perros mercenarios se darán cuenta y antes que eso pase te quedarás sin cabeza. Dijo Mandora que empujó al lagarto que caminaba con dificultad.

– Deja de decir tonterías, no hemos venido desde tan lejos para hacer eso.

– Me importa un bledo lo que hagas maldito felino, sólo no me acerques tu infecto aliento. Mandora le agarró del pescuezo amedrentándolo.

– Por todos los ancestros, que estás llamando la atención. Le agarró de la mano y la forzó a continuar, la sola entrada ya era un precio elevado, los perros se habían apoderado de la administración de la seguridad mientras continuaban a Avista y otras regiones a donde sus tribus se sentían seguras del ataque de los lagartos.

Un guardia de súbito agarró de la mano a Wily Kit.

– ¿Quién demonios son ustedes que no están en las caravanas? ¡Gatos! La entrada les costará el doble… ¿pero qué te pasa estúpido imbécil no vez que somos… ? Lion-O le apretó la mano con mucha fuerza e hizo que soltara a la cachorrita que se puso detrás.

– Yo creo colega que deberías saber cerrar el hocico… si sabes lo que te conviene, a menos claro que puedas con alguien que enfrentó a un ejército de dos mil lagartos y es amigo de Dobo, el regente gladiador y el Lord Can del patriarcado, le dijo Jorma al sabueso, que alzó ligeramente la caperuza de Lion-O que en su cinto traía una espada engarzada en su guante.

– Pero si es verdad ¿qué hace usted en esta pocilga?

– Será mejor que no preguntes amigo mío, no se te vaya a meter una mosca en ese pequeño hocico tuyo y si no es mucha molestia, quisiera que vieras esta magnífica poción capaz de curar hasta la enfermedad más peliaguda. Ponzi le dijo con una sonrisa y un par de frascos con una sustancia azulada y brillante.

– ¿Supongo que no utilizarás esto? Mandora le quitó la espada al guardia que miraba al chico, quien siguió con paso firme hasta que llegó al centro de la aldea con las miradas suspicaces de mucha gente que cuchicheaban a su paso.

Los bolkins eran demasiado dados a cobrar sumas elevadas por un pequeño espacio, pero en la posada de un wolo que parecía conocer a Ponzi, las cosas salieron menos caras de lo que él esperaba, pagando por tres cuartos, Ponzi compraba una suerte de especias y frascos que utilizaría para sus pociones, Jorma en cambio eligió largas tablas de chatarra que fue acumulando para transportar en una pequeña carreta a donde se encontraba el tanque, desapareciendo de la vista.

Snarf devoraba una alacena de bolkins que demandaron una paga, como Mandora tomando un vestido negro que armó con diferentes piezas, colgado su apestoso traje, que ni hirviendo en agua perdió ese desagradable olor a sudor.

El lagarto no podía hacer nada salvo ocultarse en su cuarto, la guardiana por su parte hacía poses con la espada requisada, dejando de vigilar al lagarto que se había dormido con una poción que Ponzi le sirvió en su bebida, probando si realmente funcionaba.

Wily Kit y Lion-O pasaron la tarde comprando provisiones y para el final del día solo le quedaban unas cuantas monedas, aunque el chico se administró lo mejor que pudo. Más y más caravanas llegaban, en la noche, todas las posadas disponibles estaban ocupadas, mientras el resto de los viajeros descansaban en sus carretas a las afueras protegidos por decenas de perros con armas de todas clases,  incluyendo armas arrebatadas a los lagartos.

Al llegar al tanque, Jorma estaba celebrando con una botella de licor, el cielo estaba completamente despejado dejando ver el Segundo Planeta y su Luna.

– Tal vez es tiempo de intentar esto en grande, dijo sacando su espada.

– ¿Qué vas a hacer? Preguntó Mandora.

– Llamar a casa.

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Lion-O desenvainó, sus acompañantes vieron la famosa espada de los Augurios en acción, aunque Soul Sever no comprendía la razón de hacerlo.

– ¡Thunder, thunder, thunder, thundercats, Ohhhhhh!

– ¿Qué estás haciendo? Preguntó Soul Sever.

 – Estoy enviando la señal a mis compañeros, seguramente lo verán y sabrán que estamos bien ya que está el cielo despejado.

– Niña, ¿tienes idea de lo que está hablando? Jorma se refirió a la niña que se rascaba la barbilla.

– No tengo idea coleguita, ni idea.

Ponzi también le miraba contrariado, seguramente a esa distancia la espada no podría verla nadie, aunque de ser pequeña se hizo muy larga, como fuese, no más que una espada normal.

Mandora se echo a reír.

– ¿Qué es tan gracioso? Lion-O no sabía por qué le miraban tan extrañamente, Mandora se tiró al suelo muerta de risa, pero al recargarse sobre su espalda grito, sobándose estúpidamente.

Él veía la fulgurante señal felina en el cielo, ¿entonces por qué parecía que ellos le estaban viendo hacer el tonto?

– No seas idiota, no funciona de esa manera.

– ¿Idiota? No soy ningún idiota, soy el rey.

– Claro que lo eres, pero de los tontos, ¿es que en todo este tiempo no te has dado cuenta?

Lion-O bajó la espada.

– ¿Cuenta de qué?

– Lo que ves solo está en tu mente, es una consecuencia de hacer la invocación de la espada.

– ¿Es que acaso no pueden verla…? Está allí, claramente.

– No digas tonterías, no funciona de esa manera, el hecho de que sigas viendo la invocación de la espada cuando ya la has guardado, revela su naturaleza, es como cuando ves al Sol y cierras los ojos, antes tendrías que entender como invocar o no es más que tú haciendo el ridículo.

– ¿Debes estar bromeando? Genuinamente nadie veía nada.

– Si la señal de la espada la pudiera ver cualquiera, sería como indicar a tus enemigos tu posición ¿no crees? Pero si es tan difícil de entender ¿Alguna vez has visto a tu padre hacer la señal?

– Pero creí que… ¿Wily Kit? Con sus esperanzas puestas en la pequeña, ella alzó los hombros.

– Nunca la he visto leoncito.

– ¿Entonces todas esas veces la señal solamente la pude observar yo? Deben estar tomándome el pelo.

Soul Sever le mostró las grabaciones de su memoria y en el cielo la espada no lanzó nada en ningún momento, fuera del aura que resplandeció en la hoja hasta alcanzar su tamaño máximo.

– Te lo dije, descuida, tal vez no te hayas dado cuenta, pero el hecho de que veas el llamado de la espada significa que eres alguien muy especial.

– Presiento que no en algo muy bueno. Dijo desanimado.

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Dos días después

El enorme gusano golpeó al joven rey de lleno y le lanzó lejos atravesando su cuerpo, como miles de navajas que desgarraron la carne de sus manos y cara, ante el horror de Mandora y Wily Kit que fue arrastrada por Snarf al lado contrario.

Su cuerpo cayó expulsado por la cola de la bestia, lejos de la vista, entre un valle de arbustos, Mandora no fue capaz de sostener la espada y su mano giró hasta que un crujido le arrancó un alarido, disparando contra esa marea de insectos.

– ¡Señorita! Dijo Jorma, que señaló los toneles de brea para engrasar.

– ¿Qué?

– Dispare a los tambos, es nuestra única oportunidad. Ella miró los barriles de brea que trajo el chatarrero.

– Lo que sea que tengan planeado orgánicos, ¡háganlo ahora!, el escudo no resistirá por más tiempo, me estoy quedando sin energía y los carroñeros que cruzan se están organizando por dentro.
Soul Sever apuntó a sus pies con su usual voz melodramática, los carroñeros estaban conectados y controlado por una frecuencia que ese escudo eléctrico anulaba, pero conforme lo atravesaban se estaba recomponiendo en un segundo gusano, Flicker les disparaba con sus cargas de rayos azulados, los necromecas en cambio les pisaban con sus patas, pero estos se subían a las mismas, terminaron aterrados sobre la parte superior del tanque al apreciar el daño que sus extremidades sufrían.

¡KABOOOM! Una poderosa explosión cimbró el suelo.

Fue un error de Jorma que pensó que los toneles solo de partirían dejando escapar su viscoso contenido, en cambio, los gases dentro estallaron con gran potencia arrojándoles lejos, Ponzi regresó corriendo al ver el ajetreo, pero se desvió para meterse entre los arbustos, la brea se pegó al gusano haciéndole difícil moverse, con fiereza comenzó a frotarse con el suelo para quitarse la brea de encima.

El terreno parecía convertirse en arenas movedizas, Mandora intentaba llegar a uno de los árboles jalando a Jorma y Wily Kit, disparó varias veces, eso solo enfurecía más a la bestia que fue hundiendo lentamente el tanque.

– ¡Está buscando algo dentro del tanque Soul, seguramente la ropa de la niña, deshazte ella! Gritó mientras intentaba arrastrarse al lugar donde el joven rey había caído, los disparos de los perros cruzaron el cielo por encima de su cabeza, su brazo tenía un fragmento de metal que tuvo que sacarse sin miramientos para luchar por su propia vida. La luz del Sol empezó a apoderarse del lugar mostrando la magnitud de esa cosa.

Una fuerte punzada recorrió su cabeza cuando la luz le pegó de frente, sus lentes se había quebrado en un área pequeña, pero lo suficiente para que el dolor la inmovilizara, Jorma y Ponzi la jalaron lejos a donde la pequeña cachorrita tiritaba de miedo.

– Se ha luxado el brazo, por eso se ha desmayado, esperen aquí, tengo una pequeña sorpresa para esa cosa. Jorma llevaba un objeto envuelto en una manta, Snarf estaba indeciso a quedarse o ir a donde su amo yacía, decidió quedarse con la pequeña.

– No te preocupes, yo me quedaré contigo, ten un poco de valor. Le dijo Ponzi que miraba la cara de la pequeña llena de la sangre de su rey.


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Momentos antes

El escudo del guante se iluminó momentáneamente, la primer cortada no la sintió por la adrenalina, pero el segundo y tercer corte fueron decisivos, su mano y brazo fueron atravesados completamente, saliendo varios carroñeros de la parte baja de su antebrazo desprendiendo el hueso, esas cosas atravesaban el escudo debido a su pequeño tamaño, absorbiendo su fuerza, lo peor pasaría de un momento a otro, regresó a ver a Wily Kit con alarma.

– ¡Por favor, no veas! Le alcanzó a decir, atraída por el ajetreo y ante los cuerpos de varios perros, wolos y bolkins tirados en el suelo como muertos, la sangre emergió de su rostro que se dividió en dos y su cuerpo se elevó en un instante en un amasijo de girones, tragado por aquel ser que lo succionó y expulsó por la parte de atrás de su cuerpo tubular, quedándose con la espada.

La sangre le baño su pequeño rostro congelada como una estatua, vio el ojo de Lion-O desprenderse de su cuenca perdiendo la consciencia, Mandora intentó pelear, pero no supo más de sí, conforme su vista fue apagada en un parpadeo para caer brutalmente en el suelo lodoso.

– Leo…

– Leo, Leo… escuchó un sonido inaudible que a momentos regresaba como un chillido que le lastimaba los oídos.

– ¡Aghh! Gritó en los brazos de una mujer extraña, no, era aquella felina de ojos esmeralda, de una larga cabellera pelirroja, se encontraba en lo que parecían ser los restos de una enorme masa de hierro que les rodeaba como una cúpula, ella movía la cabeza de un lado a otro como si una poderosa alegría le embargase.

Miró a su alrededor y muchas personas, la mayoría harapientos con cadenas en sus pies y manos acercaban sus brazos, sintió miedo, mucho miedo... eran leones

La marea negra les fue cubriendo, el miasma que recorría a todos esos desgraciados le acechaba, hasta que tocó su piel y subió por sus extremidades.

Gritó, pero ningún sonido salió, sentía que no respiraba, que unas manos largas y frías le apretaban el cuello, convirtiéndose en una asquerosa sustancia negra que cubrió sus ojos, boca y nariz, quitándole el aliento, llenando su corazón con emociones de rabia y sufrimiento.

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– "¡Lion-O, nuestro héroe al fin! Sálvanos ¡Ja!" Dijo una voz ironizando, que pudo reconocer inmediatamente. Abrió los ojos y sus manos estaban en su lugar, una mancha negra desaparecía ante la presencia de la luz del día, ardía, se frotó la piel donde esta se encontraba, desapareciendo en el acto.

Sus manos tenían áreas sin pelaje, su cara seguía en su lugar, pero igualmente lisa, su pecho desnudo con los girones de ropa que un día fueron cubiertos por una coraza de la que no quedaba traza, su espada sagrada, su espada de rey no estaba, ni su guante, había sido arrancado, pero de alguna manera se había salvado.

– “No pensarás que te dejaría morir así como así pequeño, ha sido muy torpe de tu parte dejar que te separaran del guante y la espada, ¿pero volver a confiar en una extraña...? tú no aprendes.” Volteó a ver a su interlocutor, no pudo encontrarlo.

El fragor de la batalla no se calmaba, sintió un piquete en su brazo derecho, era un carroñero que se quitó con sumo dolor, al bajar la vista, una fuerza ante la que era impotente le agarró con sus largar y frías manos y alzó su cara hasta que el rostro de una felina que conocía muy bien apareció frente a él.

– “Te cuidado de ahora en adelante, el Miasma de esa mujer ha entrado en tu cuerpo, bueno, pensándolo bien, la corrupción era inevitable desde un principio, dado su origen… si no tienes cuidado se expandirá rápidamente.

– Panthera... ¿Cómo…? Ella le miró con sus ojos severos.

– “Por esta vez pienso ayudarte, no tendría que hacerlo, aunque no lo hago por ti para empezar. No sé cómo vas a deshacerte del Miasma, pero debe ser pronto o como ese monstruo que han enviado para matarte, dejará entrar a un mal ancestral a este mundo contra el que nadie será capaz de oponerse.

– ¿No entiendo lo que quieres decir?

– “Debes saber que Mumm-Ra usará la reliquia de la ciudad muerta en tu contra, ese pajarraco llamado Vultaire le ha entregado las dagas de Seth y planea completar el ritual que dejó inconcluso.

– ¿Dagas de Seth?

– “Busca el guante, te ayudaré en eso, si no eres capaz de ocultar la maldición de esa mujer ante las guardianas de nada valdrá todo esto.

– Espera, tengo muchas cosas que quiero preguntarte.

– “Yo no soy el Libro de los Augurios niño y no es como si fuera a besarte nuevamente, tal vez te parezcas a Leo, pero entre tú y él hay un gran trecho.

– Espera Panthera...

– “Despierta ya, tienes que encontrar el camino por ti mismo.

Abrió los ojos para encontrarse nuevamente boca arriba, se incorporó para descubrir que estaba totalmente curado, salvo por su ropa, no había rastro de daño alguno, ni siquiera áreas blancas sin pelaje, únicamente ese dolor creciente en sus ojos ante la luz, pero no lo suficiente para que lo tomase en cuenta, corriendo al origen de la vibración del suelo, donde seguramente encontraría a esa monstruosidad esperándole, debía buscar el guante como si la vida le fuese en ello y así era.

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En ese mismo instante

Sus heridas no sanaron en absoluto y Mandora tuvo que acomodarse el brazo sola, Jorma con granadas que sacó de quien sabe dónde, hizo que ese gusano le siguiera, corría con la ropa de Wily Kit en sus brazos y esperó a que se abalanzara sobre ella, Ponzi y Snarf en cambio, protegían a la pequeña que estaba en estado de estupefacción.

Al ver al enorme gusano un chillido salió de su boca, lo que hizo que se desviara de su objetivo, los perros prefirieron huir como los mismos bolkins y wolos que dejaron sus casas apresuradamente.

Sus ojos no sintieron dolor al ser iluminados por el Sol, sus gafas rotas fueron el lugar por el cual esa sangre negra escapó entre los matorrales, no se dirigió a la bestia, en cambio atravesó el campo en otra dirección, una que ella conocía y corrió hacia ese lugar.

Un gigante dorado apareció ante sus ojos, elevándose por encima de la copa de los árboles, dio un salto prodigioso e impactó la tierra con violencia a tal punto, que todos cayeron al piso.

Dio un puñetazo que pareció no afectar a esa criatura que rayó la superficie de su reluciente acabado dorado, separó ambos brazos a gran velocidad, tal vez parecía golpear al aire, aunque miles de carroñeros eran destruidos por el impacto de esas dos grandes moles que eran sus puños.

– ¡Una efigie felina! Jorma dijo lleno de lodo, Wily Kit miró a ese gigante que tenía el aspecto de un león y miró a la guardiana.

– Tú lo has pensado primero pequeña, respondió, quien se lanzó para tomar su espada que después de un tercer golpe de ese gigante, se dispersó junto a miles de pedazos de metal al suelo.

– No es posible ¿Piensas que es el chico…? Jorma corrió para ver más de cerca al gigante.

– Si no es él no me imagino quien más puede ser.

El gigante se limitaba a dar manotazos a diestra y siniestra sobre el gusano que se dispersaba y recomponía para tratar de resarcir sus pérdidas con el metal circundante, al ver un detalle que a ellos se les escapaba, Mandora gritó frenética al gigante, arrojando su espada a un punto determinado del monstruo, resplandeciendo en un rojo intenso con el mero contacto del platino de su punta.

Con pasos cada vez más lentos, este se abalanzó metiendo sus enormes manos que estaban desapareciendo por la labor de esos millones de seres. El centro era negro y se aferraba a no salir de su sitio, pero de un enorme esfuerzo esas poderosas manos la sacaron para luego de un súbito apretón, apachurrarlo.

– ¡Lo hizo! Dijo la pequeña recuperando el color de sus mejillas, Ponzi sin compartir su optimismo, no la dejó marchar.

– Necesitas ser un poco más paciente querida, no es un lugar al que deje ir a una niña sola.

– Pero es él, lo sé.

– Una vez nos diga hola, será hola.

– Nif, nif, dijo Snarf que no pareció estar seguro de que fuese él. El gigante se iluminó con una luz dorada para hacerse más tenue, Mandora como pudo pasó entre el fango para agarrarle, tenía manchas negras por todo el cuerpo que ardían como brazas de carbón que se fueron evaporando con la luz solar hasta no dejar rastro alguno de su presencia.

Ella sintió lo mismo que cuando sus ojos eran expuestos a la luz y quiso tapar los ojos del felino con sus gafas, pero él las apartó molesto, sus ojos rojo fulgurante se fueron tornando azulados.

Mandora le abrazó con fuerza.

– ¡Ouch!

– Necesitas mejorar tu prosa, demonio de niño, me diste un susto de muerte. Él alzó la cabeza.

– ¡Lion-O! Se le abalanzó la cachorrita con lágrimas en los ojos.

– Vaya que eres una caja de sorpresas, Jorma habló con la espada de los augurios en sus manos, intentó entregársela, pero por una razón desconocida su primera reacción fue de rechaza, para Mandora fue como una reacción reflejo, aunque finalmente la guardó en su guante.

– Tal vez quieras una poción. Con una mueca de asco el felino se negó.

Snarf no se acercó, en cambio maulló lastimeramente tras Jorma enseñándole los dientes, algo muy raro estaba pasando, Mandora no entendía qué, pero era diferente.

####

Tiempo después

Sacar el severamente dañado tanque requirió de mucha ayuda, los necromecas soldaron con cuidado a su creador y se arreglaron así mismos, unos habían perdido sus patas, otros grandes porciones de su armazón, gracias a sus habilidades lograron mantenerse funcionando, aunque eran más lentos ante la falta de energía.

Los perros jalaron con largas cuerdas el armatoste, otros rescataban a los que resultaron heridos, milagrosamente los carroñeros que les sacudieron no estaban interesados en hacerles daño, eso era bastante notable e inverosímil, salvo su caso particular, los perros, bolkins y wolos sufrieron heridas menores, perdiendo la ropa y con sus pelajes trasquilados por las millones de bocas diminutas que pasaron por ellos.

Mandora revisó su espada y la ropa Wily Kit buscando por algo anormal.

– ¿Insinúas que Vultaire es el responsable?

– No he dicho eso niño, cualquiera pudo hacerlo, gente dentro del Concejo que no está de acuerdo, sus aliados políticos, mis propias compañeras.

– ¿Por qué querrían matarte?

– ¿Es que sabe demasiado? Dijo coquetamente Wily Kit, pero claramente él no estaba para bromas.

– Te lo he dicho, mucha gente está incómoda con tu búsqueda, te darás cuenta que tu reino encerrado en burbuja no jugaba un plan prioritario y saben un cosa muy importante que tú ignoras o no has pensado.

– ¿De qué estás hablando?

– La espada está atrayendo la mirada de muchos reinos ambiciosos, te retarán por su posesión y aquellos que no han intervenido hasta ahora, comenzarán a moverse y si piensas que Mumm-Ra es el más poderoso de este mundo podrías tener un par de sorpresas.

– ¿Y qué pintas tu en todo eso?

– Al principio creí que no debíamos inmiscuirnos en estos asuntos, deseaba ser Prefecto con tanta intensidad que fui ciega ante lo que la gente veía en ti, ante lo que yo mismo consideraba inverosímil.

Él se quedó escuchando atentamente.

– Vultaire me dijo una vez que ser líder es más que tener las actitudes y aptitudes, a veces el liderazgo surge del lugar menos esperado.

– ¿Y debo estar alagado por eso?

– No quise ser grosera, la razón de que te niegues también a verlo me hace sentir frustrada porque pienso que yo merezco dirigirlos, creí ser la más apta para la tarea y soy incapaz de ver las cualidades de otros, esas cualidades naturales que tu desprecias.

– ¿Crees que me halaga que me siguan solo porque soy un león que puede usar una espada?

– ¿Pero es que debería ser de otra manera? ¿Eres o no un león? Se te ha dado el don de manejar la espada de los Augurios más allá de la imaginación de cualquier león, todo eso no significaría nada si no tuvieras esos deseos ayudar a las personas, necesitas comprenderlo, ese día en el estrado pude ver lo que yo nunca sería capaz de inspirarles, vi esperanza en sus ojos, confianza y yo quiero formar parte de eso, quiero ayudarte a que realices tu potencial.

Sin responder, sostenía la boca de Wily Kit que protestaba, pues tenía muchas cosas que decir a favor de su rey.

– Nunca he tenido buenas experiencias confiando en chicas misteriosas, tampoco puedo ignorar estas señales que me dicen que no eres completamente franca, no me importa si forma parte de una trampa mayor, esto es demasiado para mí.

Dando la vuelto, se alejó con la niña, Mandora tenía mucho por qué estar feliz, de una manera misteriosa sus ojos habían sanado, podía ver claramente la luz del día, era que ya no tenía nada porqué seguir luchando y secándose las lágrimas desarmó la empuñadura de la espada y el cinturón de la niña.

Ponzi y Jorma miraban al rey y la guardiana, cada uno por su lado, Snarf rascaba las piernas de su amo rogando por su atención que le ignoraba en castigo a la manera agresiva en que reaccionó.

El motor arrancó con las piedras de fuego que cada carroñero tenía en la base de su panza, Soul Sever tuvo mucho cuidado en estudiarlos, sus necromecas en cambio los abrían como ostras, sacando las pepitas de piedras rojas y si uno estaba vivo, lo aplastaban en conjunto.

– Creo que piensa quedarse aquí, ¿no deberíamos decir algo? Wily Kit arguyó.

– No te desesperes, deben tener su espacio, deja que las cosas fluyan. Jorma respondió apretando un engrane que a diferencia del general Panthro, descubrió que cada tuerca tenía un número que indicaba las vueltas que debían darse para no romperlas. Mandora trabajaba en una cosa que al parecer de Wily Kit carecía de importancia, eso le molestó, pues no hizo nada por mejorar la situación con el joven rey.

Al moverse las orugas del tanque, se alegraron, Ponzi y Jorma alertaron a perros, wolos y bolkins a subirse al toldo del vehículo que podría llevarles a la mayoría, los más heridos dentro.

– Es tiempo de irnos, una lluvia fuerte nos costaría muchos días de marcha con el motor tan dañado, Soul Sever habló autoritariamente acarreando a sus necromecas, quienes se fueron metiendo por la puerta trasera ante el temor de los wolos y bolkins, pero estos los agarraron con sus patas tubulares y cerraron la puerta, Ponzi con tanto alboroto les gritó para que guardaran la compostura.

Mandora se acercó a Wily Kit.

– Toma, la próxima vez ten cuidado de a quien le dejas tu ropa, ¿ves esto?, lo usaron para rastrearte.

– ¿Y qué pasa con tu espada?

– Hum… supongo que esto demuestra que no debemos aceptar regalos gratis, no importa su origen.

– Una vez que lleguemos me dirás como los haces.

– ¿Qué?

– Esos geniales huevos explosivos.

– Me temo que no podré ayudarte.

– ¿Por qué no?

– No voy a ir.

– ¿Deliras? ¿Acaso vas quedarte en medio de la nada así de lastimada? Le dijo el felino con alarma, mirando que su brazo estaba hinchado en la parte luxada.

– Para venir aquí he desobedecido una orden de las personas que me protegían, si han intentado deshacerse de mí es porque el Concejo ya no me considera relevante, es mejor que partan pronto, yo estaré bien.

– Mm, cada día te entiendo menos, haz lo que quieras. Vamos Kit, tenemos que llegar con los demás.

– No vamos a dejarla, ella me salvó.

– Sí, pero con qué intenciones es lo que me preocupa.

El tanque avanzó unos metros antes de detenerse, todos le miraban, incluso Soul Sever.

– ¡Rayos! Es lo mejor, no puedo confiar en ella.

– Pero es que confiar en alguien siempre ha sido un riesgo ¿verdad leoncito? Wily Kit se apretó a él.

– No lo digas como si yo fuera el villano, estoy cansado de las Pumyras y las Cheetaras, te aseguro que esas no fueron las peores, hubo otra aún peor, me llevó a no desear vivir, cometí el peor error de mi vida, ahora que lo pienso...

– Nadie dijo que ser adolescente o un adulto era sencillo muchacho, creo que es imposible evitarlo, además, nadie pide que sea tu mano derecha o tu novia, eso lo decides tú.

– No puedo decir mucho de las chicas, pero mi querida Lucy valió hasta el último instante.

– Yo no abandonaría a mis creaciones por muy dañadas que estuvieran, no me parece adecuado no reciclar. Soul Sever acarició a Flicker cuyas alas estaban torcidas, quien parecía un poco preocupado por la palabra reciclar.

– Niff. Snarf ladeó cabeza.

La puerta bajó nuevamente y Mandora que estaba sentada bajo la sombra de un árbol se levantó. Wily Kit llegó corriendo con una sonrisa.

– ¿Qué sucede?

– No lo sé, parece que él ha tenido un Déjà vu, se quedó callado, pero básicamente… ¿Mandora? Ella bajó la cara.

– Si no viene él no voy. Lion-O se encogió de hombros y caminó hacia ella.

Wily Kit le agarró de la mano, pero el chico le jaló los pómulos haciendo ruidos gatunos.

– No te di las gracias por salvarme aquella vez… Mandora abrió sus ojos sorprendida.

– ¿Lo has recordado?

– ¿Cómo no podría? Yo no pude bajar solo por ese peñasco, en el pasado un ser alado me salvo de morir, quería agradecerle, he guardado esta pluma por años con la esperanza de volver a encontrarle y cuando te vi supuse… es que no recuerdo bien su aspecto, solo sus majestuosas alas.

Lion-O abrió su libro donde estaba una vieja pluma blanca con bordes amarillentos. Mandora la tomó entre sus dedos y su cara era de absoluta sorpresa.

– “…”

– Ese encuentro me hizo sentirme protegido, tenía ideas locas… quería dar un mal paso tan solo para verle nuevamente, pero pensaba que esa persona estaría decepcionada de mi y no lo hice más.

– Así que era eso. Lion-O no lo comprendió hasta que la misma idea le cruzó por la mente.

– ¡Ellos vieron la pluma!

– Debieron pensar que era yo…

– Ya entiendo, todo esto por una pluma.

– Debes marcharte majestad, no encontraras esas respuestas en mis labios.

– No…

– Has dicho que no puedes confiar en mí.

– Y no puedo…

– Ya has obtenido tu respuesta entonces. Sin amedrentarse le puso una mano en el hombro.

– Eso no es cierto. Aunque no puedo decir que confiaré en ti, cielos, no puedo confiar ni en mi propio juicio sin temer un revés, pero en honor a esa persona no retiraré esta mano a quien quiera tomarla, si eso te basta por ahora... para mí también será suficiente.

Wily Kit hizo ademanes juntando sus labios mandando besos. Lion-O le tapó la boca con más fuerza, pero ella le mordió.

– ¡Wily Kit!

– Wily Kit nada ¡Escuchen par de idiotas, van a darse la mano y nos vamos a ir con una sonrisa y si no… se atendrán a las consecuencias! ¿Lo entienden? El león y la guardiana se quedaron en silencio con una expresión pétrea.

– Bueno… es la sugerencia. Je.

Lion-O atrapó a la pequeña y la puso en su hombro derecho y jaló de la mano izquierda a la guardiana que no se opuso.

– Imagino que no hay más remedio… por cierto, debo comprar un jabón en esa aldea de wolos, alguien necesita lavarse la boca urgentemente.

– ¿Sabes chico? No podría estar más de acuerdo contigo.

– ¡Nooo…! Dijo la gatita que sonrió cuando observó la manera en Lion-O y la guardiana apretaban la mano del otro, esta última le cerró un ojo a la pequeña que estaba encantada.

####

El pueblo estaba desierto, bajando a los heridos en una de las posadas del lado sur del pueblo hasta que un pequeño grupo de wolos y perros se acercaron llamados por sus paisanos, para cuando el tanque entró por un boquete que había dejado ese gusano, los que regresaban para ver lo sucedido, vieron a un chico pelirrojo asomando su cara por el techo de esa bestia de acero que rugía con un ahogado sonido, tenía una espada que balanceaba amenazante de un lado a otro y huyeron presas del pánico.

– ¡Acelera Soul! Creo que no me han visto.

– Entendido.

Mandora tenía la mano en la cara, Jorma se reía con la sorpresiva cara de Wily Kit que observaba a un gentío correr sin ver por donde lo hacían, hasta que de un plumazo, todos sin excepción desaparecieron de su vista.

– ¡Oh muchacho del… deberías dejar de hacer eso de una buena vez! Ponzi con un dejo de molestia exclamó.

– ¿Hm?

Sacaron a los perros y wolos de un foso donde cayeron. Ponzi no sabía si Lion-O lo hacía intencionalmente, muchas veces parecía la persona más ingenua del mundo. Cortar árboles y juntar troncos fueron las tareas que les emplearía gran parte del día.

– Tus mechas podrías ayudarnos Soul.

– Imposible, tienen que hibernar para cargar sus baterías.

– Pensé que solo necesitaban piedras de fuego.

– El Thundrillium sirve para poner en marcha un generador en su interior, de cualquier manera, la batería tiene que absorber la energía y eso tomará su tiempo, este día agotaron su carga para crear un escudo electrostático… Soul comenzó a hablar muchas cosas y detalles a los que Lion-O solo cabeceaba sin entender una palabra por puro compromiso.

Acabaron tan cansados que no podían con el sueño pero se quedaron buscando al jefe de la aldea, quien luego de muchas explicaciones aceptó mostrarse para ayudarles, explicando en parte el enredo de lo que allí había ocurrido.

La gente fue regresando lentamente avisados por mensajeros en monturas que los encontraban corriendo o caminando a pie sin apenas nada encima, tiritando de frio, muchos se escondieron en el bosque, por fortuna estos se agruparon esperando por la oportunidad por regresar, varios se impacientaron y llegaron dispuestos a pelear por su aldea con palos y piedras, tenían caras largar al ver las luces prendidas y la gente que les esperaba como si no pasara nada, enterándose de lo sucedido

Los daños se limitaba a la parte Sur donde una barda se había venido abajo, donde la mayoría de los edificios más viejos se encontraban, como herrerías y establos que años atrás habían tenido una importante actividad en la comarca, aunque los negocios y las rutas empleadas por los comerciantes variaban y eso podía hacer de un prospero pueblo, en un hostal en bancarrota.

Lion-O no estaba para fiestas, con un tanque severamente dañado no tuvo apenas respiro, Wily Kit pintó el escudo de una pantera para que nadie olvidara al lugar al que pertenecía, pese a que su rey permaneció con su capucha puesta todo el tiempo.

Ponzi aprovechó con tanta gente fuera para ofrecer con un gran discurso sus productos y ganar dinero que esperaba poder retirar lo más pronto posible, en caso de que los ojos de alguien se tornarán multicolores o saliera una barba en rechoncho rostro de una niña wolo.

Terminaron muy de noche, Lion-O buscó al lagarto que habían llevado con ellos, pero este había desaparecido con su montura y las provisiones. Los presentes aplaudieron cuando la última tabla de la valla fue colocada y la tranquilidad se fue apoderando del lugar.

Jorma se quedó comiendo con los viajeros que llenaban el hostal, intercambiando historias, los cocineros no daban abasto, pues se había pasado la hora de preparar los alimentos del que dependían sus negocios.

Se acostó pesadamente a lado de Wily Kit y Mandora, aunque la pequeña suspiró y jaló a Snarf para que tuvieran su espacio. Los dos no se miraron, era incómodo, Wily Kit le empujaba y terminaron jalándole las orejas para traerla de regreso en medio de los dos.

– Creo que deberíamos tomarlo con más calma, bromeó Lion-O. La guardiana no pareció interesada, parecía que había notado algo en sus ojos, pues su mirada estaba fija en él, fue muy incómodo, pasaron unos minutos así, hasta que él tuvo un sentimiento anómalo en su mente, como susurros, sus manos temblaron lo suficiente para que Wily Kit se preocupara.

– ¿Lion-O…? ¿Lion-O? Le jaló del brazo asustada, Mandora cabeceó y dubitativa al notar a la pequeña asustada, bajó la vista para buscar un pañuelo con el que secó la sangre que salía de la nariz del felino en un hilillo apenas imperceptible.

– Yo pienso igual, vamos a dormir, tenemos que recuperar fuerzas para el viaje.

– ¿Estás bien Lion-O? Él no respondía hasta que pareció lentamente regresar al mundo de los vivos como si no pasara nada, Mandora se levantó ligeramente ante un leve pero sostenido movimiento en la duela de madera y un chillido a un nivel que una persona normal no podría escuchar.

– ¡Lion-O! Alzo la voz la pequeña.

– ¿Qué?

– Estabas medio ido… Hizo un puchero y le apretó levemente el pómulo.

– Tú señorita deberías aprovechar para dormir y no estar de revoltosa.

– Bueno, es que estaba preocupada…

– Snarf se asusta con facilidad, luego aúlla toda la noche y ni quien pueda silenciarlo, si no podemos estar en optima forma no podremos continuar nuestro viaje y ya son demasiado días.

Wily Kit le vigiló, aunque no pareció haber más incidentes, fue durmiéndose lentamente pasada una hora roncando mientras Snarf le empujaba con las patas para que callara, Lion-O veía al techo, acariciando su cabellera pelirroja.

– Sabes lo que es esto ¿no? Mandora tardó en responder, la lluvia estalló en un sonoro coro que fue dulcemente trayendo calma a ese cuarto, Lion-O se descubrió para lanzar un par de maderos a la chimenea y las fue acomodando con el atizador.

– Pasa a menudo en la educación con los clérigos, tanto poder es muy tentador para no emplearlo, dijo al fin girando su cuerpo. Él desplazó sus dedos sobre los mechones largos y dorados de la guardiana que recargó su cabeza sobre su la almohada.

– Trato de recordar, pero es como si estuviera perdido en un valle completamente vacío, excepto que sé que no estoy solo, sé que mis recuerdos están allí, ocultos a la vista. Mandora se limito a juntar las yemas de sus dedos sobre el brazo del felino, jalando ligeramente el pelo ralo y fino donde vio la carne ser arrancada de tajo.

– También tu padre y madre, no solo ustedes, cada león que ha tenido Thundera como rey ha sido sometido controlado de esta manera, así el Clero ejercía su verdadero poder político, por supuesto que esto no era únicamente beneficios.

– ¿Qué quieres decir?

– Con los años los leones se volvieron más agresivos, se desataron terribles guerras, purgas, de eso no mucho tiempo atrás, así que el Clero dejó de hacerlo salvo en ciertos momentos importantes, por ejemplo; la adolescencia

–¿La adolescencia?

– Es una etapa importante, define en lo que te convertirás, ellos drenaban parte de la fuerza espiritual y la reemplazan por una emoción estable, una emoción que pudieran controlar, a veces esa fuerza que elimina la negatividad natural de un león desaparecía. Eso ha pasado hoy y una vez desapareció, “otra cosa” ha llenado el vacío dejado.

– ¿Qué?

– El miasma te ha contaminado.

– ¿Miasma? ¿Dices que por esa razón me siento diferente? Ella asintió.

– Si dejas un vacío no pasará mucho antes de que otra cosa llene el espacio, eso aplica en lo natural como en lo espiritual. Esa cosa la llevaba conmigo, me atormentaba con un dolor constante y creciente, ahora la tienes tú y no sé si es mi culpa. Mandora se miraba abatida, pero exhalando recuperó la compostura.

– ¿Cómo puedes estar tan segura?

– Las heridas de mi cuerpo no sanan como antes y tú estás indemne de un daño que debió llevarte a la muerte.

– ¿Qué es el miasma? Quiero decir, sé lo que significa, aunque no te refieres a lo mismo.

– El miasma no es solo la corrupción del tejido de los muertos, su hedor, es más sutil que eso, es lo que escapa de un cuerpo inerte, no es maligno, pero tampoco lo contrario, su naturaleza depende de su origen, muchos dicen que es el alma de una persona en pena escapando, yo no lo creo.

– ¿Podría ser peligroso?

– No lo sé.

– ¿Se puede hacer algo?

– No lo sé, además, la forma en que te afecto es completamente opuesta a la mía.

– ¿Debería dejar de usar la espada? Lion-O apuntó al hecho del rechazo que sintió hacia la espada como por un acto reflejo.

– La espada no es el problema, es que no sigas los pasos de las invocaciones, solo puedo describir la sensación de tener el miasma como si fueras alguien que no siente dolor y por tanto no tiene miedo a herirse.

– Por eso fui capaz de invocar esa armadura.

– Es lo que creo… aunque solo puedo especular, pues al contrario de ti, yo soy incapaz de hacer magia elemental o ningún tipo de hechicería.

– ¿Por eso eres tan buena con la espada y esas pistolas?

– Primero debemos hacer algo con tus emociones inestables, si fueras más adulto no sería tan problemático, a tu edad, bastará con pensarlo para hacer una invocación de la forma incorrecta e involuntaria y eso tiene un costo.

– ¿Pretendes entrenarme?

– Si fueras un soldado, por supuesto que lo haría, pero no es la clase de cosas que pueda enseñarte, aun así, hay alguien que tengo en mente para esa tarea.

– Pero no es nadie de Avista ¿Verdad?

– En Avista es peligroso que lo sepan, nadie, además de nosotros, debería saberlo, hay muchas cosas podrídas en ese lugar, pero cuantos más refugiados lleguen será mucho peor, así que mantén la boca cerrada, el resto déjamelo a mí. Y besando su brazo desnudo, la Guardiana se cubrió con la sábana, sin darle tiempo a ninguna replica, quedándose en silencio mientras la lluvia amainaba.

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Fin de Parte 2