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miércoles, 4 de marzo de 2015

Capítulo 3 Episodio 29 "La caida del rey de Thundera" Prólogo

Luego de una larguísima pausa y problemas de salud de tiempo, el hackeo de mi cuenta y bloqueo de algunos de mis blogs, regresamos para continuar con esta historia.



Prologo

Calderón de la estrella negra


– Está muriendo Lord Mumm-Ra, deberíamos actuar o será demasiado tarde, es evidente que no se hará más fuerte. Dijo por una especie de interfono Vultaire al oscuro señor de esa nave rodeado de una muralla acristalada, donde de la gigantesca estela de su armadura se miraba una gran cabeza.

– He estado muriendo desde hace eones, no he llegado hasta aquí siendo impaciente, esperaré hasta que ese chico despierte y solamente cuando vea la desesperación reflejada en sus ojos reclamaré lo que es mío por derecho propio.

– Ah… podemos usar a cualquiera, funcionaría a esta distancia, tengo a todas las manos disponibles en recolectar las rocas de fuego, podemos obtener aún más poder si las refinamos… por supuesto no está interesado. Vultaire cruzado de brazos parecía molesto.

– Será como yo he dicho o no será.

– Comprendo su señoría, sin embargo si muere nuestro acuerdo no tendrá ningún valor, así que entenderá si tomo mis precauciones.

– Las cosas caerán por su propio peso a su debido tiempo, tu preocupaciones no tienen el menor sentido.

– Llevo escuchando eso hace tanto su señoría, pero Xixor no parece haberlo entendido claramente, podríamos haber conquistado medio planeta con las fuerzas que hemos desperdiciado con ese primitivo y su salud no es la mejor para someterle a ese proceso, no está garantizado que gane el control, la primera vez fue un desastre.

– Tu única tarea es construirme lo que pido, así que te sugiero que pongas todos tus esfuerzos en ello o tendrás el mismo destino de aquellos que me incomodan con sus continuos fallos.

– Si vamos a discutir sobre decepciones, no le parece mi señor que los Antiguos estén satisfechos con su trabajo o ya le hubieran liberado de su...

Al darse cuenta que ese monstruo no respondería, colmó la paciencia del buitre.

– Excelente, excelente… a este paso habrá sido una apuesta perdedora. Aceleren los preparativos, necesito otro par de sujetos de prueba. Ordenó a las aves cubierto por trajes gruesos y plastificados que esperaban sus instrucciones, un lagarto de ojos apagados siguió esperando órdenes, prefiriendo hablar primero.
– ¿Traemos a los gatos? Los simios que capturamos han muerto todos.

– No más gatos, son un desperdicio de tiempo y esos simios son demasiado frágiles, es evidente que no tenemos al sujeto de prueba indicado.

– Los wolos o esos bolkins serían más fáciles de transportar, son gente muy dura.

– Los nativos no sirven, deben ser de las tribus ¿Qué me dice de esa pantera? ¿Has averiguado algo?

– El General Panthro fue abandonado y adoptado por una pareja de perros, al parecer vivía en los barrios bajos de Thundera hasta que se hizo amigo rey, fuera de eso no sabemos mucho, no es oriundo del reino de los gatos, para muchos de los prisioneros que capturamos fue una sorpresa ver a una pantera viva.

– Así que no procede de Thundera.

– En los otros feudos parece que las panteras no existen desde hace siglos, se les considera ciudadanos de segunda, una paso más arriba que el valor que nos daban a los lagartos y los salvajes de las praderas, lo que es ridículo cuando su escudo es una pantera.

– En absoluto, la pantera-estandarte es un recuerdo sobre la victoria de sus más poderosos enemigos que permitió la creación de su reino y... supongo que tendremos que hacer mano de otra tanda de voluntarios ¿Hay un problema con eso?

– No… no lo hay, encontraré un grupo nuevo de “voluntarios”, no importa si hay quejas por el “exceso” de fervor.

– Kask, con dedicación podrías reemplazar al inepto de tu jefe, lo que no parece una gran tarea, únicamente necesitas de comprender las reglas.

– Sirvo únicamente a los intereses de mi amo.

– Daré cuenta de tu éxito en base a los resultados y si sabes lo que te conviene sabrás cual es el lado ganador sin que lo diga. El lagarto de ojos blanquecinos no se movió a pesar de que hizo un gesto para que se fuera.

– ¿Qué?

– Tal vez no sea importante.

– Si no lo fuera no lo mencionarías ¡Habla!

– Pues verá, Sauro escuchó a un par de viajeros thunderianos que hablaban sobre cierta felina.

– ¿Y eso qué tiene de particular?

– Especulaban que sería la mejor candidata a ser la próxima reina de Thundera, afirmaron que era una leona.

– Imposible, los leones están extintos, salvo por ese incordio en Avista.

– Contaron que había sido expulsada de Thundera años antes por un incidente no especificado en palacio, uno de ellos aseguró haberla conocido en persona ¿Debería investigarlo? Vulture se rascaba el pico con una expresión seria en extremo.

– No me importaría si ese “rumor” quedase olvidado, asegúrate de que se mantenga como lo que es, de la pantera hablaremos luego.

– Así se hará.

El lagarto recorrió el largo pasillo acristalado sin mirar esa enorme mole de aceros con una expresión inerte y dormida, cerrándose sus puertas neumáticas acristaladas a su paso. Esa ave negra se paró en su hombro derecho e hizo un corto graznido para saltar de pilar en pilar, él no mostró el menor reparo en continuar con su tarea haciendo de su sangre fría una arma para ocultar el pánico, las ratas pasaban a su lado levantando la basura y desaparecieron entre las puertas más pequeñas.

Una puerta de acero se cerró y antes de que se desmayara por contener su aliento, el ave perdió interés y dio vuelta tomando otro camino o quizás metiéndose entre los conductos de aire.

Era afortunado de que la zona donde los lagartos vivían estuviese diseñada con pésimas condiciones y sus pasillos comúnmente tenían el aire enrarecido encerrado que se expandía como un chorro desagradable de aire caliente.
– ¿Y bien? El tenue rostro semitransparente de Khamai apareció en uno de los rincones más oscuros.

– Lo hice como has pedido.

– Perfecto, únicamente falta elegir la tripulación y poner una fecha favorable.

– Saldré a buscar a esa leona y en el viaje haremos el desvió hacia los pantanos.

– ¿Cual leona?

– Fue lo único que se me ocurrió para que me dejase salir, quiere más voluntarios, no creo que tengamos más tiempo Khamai.

– Maldito pajarraco, empieza a experimentar con nuestra gente sin impunidad alguna ¿Y qué hay de los demás felinos de las barracas?

– Creo que intencionalmente los mantiene a salvo con muchos pretextos.

– Supones que esté esperando a que fallemos.

– Escuché que su relación con Lord Mumm-Ra no es muy buena, probablemente quiera negociar con el rey… quiero decir, ese chico. No es lo único sospechoso, últimamente, lo he visto con unos herreros felinos.

– ¿Y eso qué importa? Tenemos herreros por montones.

– Estos llegaron por su cuenta, comprendo un poco su lengua porque los he visto en mi aldea vendiendo baratijas de hierro, han creado para él una copia de la daga que arrebatamos al gran Khan.

– ¿Una copia?

– Hm… me pregunto si no estará intentando obtener el poder de Lord Mumm-Ra.

– Piensas demasiado, ese pajarraco no cree en nada más que en su ciencia y lo sé porque no para de hablar de ella.

– Pero además están esos movimientos raros que ambos hacen Khamai, más que acercarnos a Lizarnia nos estamos alejando, con Xixor solamente podemos llegar con aeronaves cuando decide salir de la Brumas de los Nibelungos y eso nos ha costado muchas tropas, si no conociera lo retorcido que es Lord Mumm-Ra diría que tiene miedo de esos lobos.

– Es cierto, piensas demasiado ¡Déjate de tantas tonterías! Tenemos mucho que hacer.

– ¿Pero y qué si Lord Mumm-Ra no teme a los lobos? ¿Y qué pasaría si hay algo más?

– ¿Crees que alguien controla a esas bestias? Tal vez tanto trabajo no ayude a esa pequeña mente tuya, los Antiguos Ancestros son “casi” omnipotentes.

– Puedo asegurarte que esos lobos no llegaron por órdenes de Lord Mumm-Ra, si puedo apostar, diría que son la razón de que tema acercarse. Todo comenzó con ese monolito que sacaron de la ciudad maldita, algo escapó de su interior y lo que sea que fuese ha traído a esos nuevos lobos, esos licántropos.

– Ciertamente tienes una mente muy imaginativa.

– ¿Qué haremos?

– Averiguaremos después, lo importante es tirar a Slithe, si convencemos a los líderes de que no es el líder adecuado, podremos por fin largarnos de esta cloaca.

– ¿Harás una revuelta?

– Lord Mumm-Ra nos aplastaría, así que haremos lo menos costoso, dejaremos que ese chico y las fuerzas más fieles a Slithe se enfrenten entre sí, nos aseguraremos de que pierdan y nosotros les veremos sin meter las manos, no más sucios felinos, ni mandriles, ni aves, ocuparemos nuestro lugar en la cima de la cadena.

– No sé hermano ¿Estaremos haciendo lo correcto pelando al lado de Lord Mumm-Ra? Dudo que él nos vaya a sacar de la pobreza en la que estamos, acabaremos como el resto: En los laboratorios de Vultaire o como aperitivos para el loco de Kaynar y Slithe hace como si nada.

– Descuida, esto no será eterno, si ese buitre tiene un plan con esas dagas nos aprovecharemos de la situación, al final acabaremos con todos, incluso con Mumm-Ra, los Antiguos no intervendrán, ellos solo reconocen la victoria y nosotros los lagartos nos haremos con su favor, seremos los únicos que nos hagamos con el poder.

– Está bien, solo espero que no te equivoques Khamai o nos costará más que ser enviados a las prisiones de esta nave.

– Averigua lo que puedas y te aseguro que una vez tengamos lo cabos amarrados, las cosas estarán en su correcto orden y ese traidor morirá junto a esos malditos felinos, de Mumm-Ra yo me encargo.

Kask no confiaba en las palabras de Khamai, obsesionado ya no con el odio de antaño por un líder que intentó quemarlo vivo, pensaba en el poder que podría ganar como si se tratase de un juego.

Se estaban haciendo malvados, se volvían criaturas retorcidas y nadie parecía ser capaz de detenerles y por primera vez se cuestionaba abiertamente mantenerse en el ojo de esa locura. Su propio deseo era llevar a su familia lejos, la pregunta era ¿Adónde?

“¿Por qué no dispara?” Le preguntó al general y comandante de los ejércitos de Lord Mumm-Ra cuando le descubrió días atrás en un intento de fuga.

“Lo que menos debería preocuparte es un disparo, sino estar unos segundos frente al él.” Slithe respondió con el dedo en el gatillo.

“No regresaré, no tengo motivo para servirte después de lo que hiciste.”

“¿A dónde piensas ir? No hay ningún lugar para un lagarto solitario y su familia en ese lugar, no sobrevivirás a sus guardianes y al ser tan estúpido como para registrar la salida de esta nave, él sabrá que no hay una orden y no lo pasará por alto.” Bajando el arma se comenzó a alejar.

“¡Has condenado a nuestro pueblo General. Nunca seremos libres gracias a este tirano al cual nos has llevado!” El general le regresó a ver con una actitud desinteresada.

“Nunca nadie se quejó, vinieron por su cuenta pidiendo gloria, yo solo les dije sí. Hazte un favor a ti mismo, regresa a tu puesto y devuelve tu familia a las zonas comunes, este es el único lugar seguro para ellos, me aseguraré de que sean enviadas a Lizarnia, no será mejor, pero algo será distinto.”
No se esperaba que una cosa como esa pasara, y se sintió fuera de foco, recordó, así que siguió su consejo, la inquietud y preocupación le fueron reduciendo lentamente, hasta definitivamente decidirse a sacar a su familia de Lizarnia, que más que una ciudad y centro del poder de los lagartos, se convertiría en el punto de reunión donde la carne fresca llegaba al matadero guiados por las palabras vacías de sus líderes.

Los lagartos se formaron para abordad las aeronaves y supo que Khamai estaba incluido oculto entre ellos, Sauro estaba cubierto por sus gruesos ropajes que le daban un aspecto aún más imponente sosteniendo un cañón de plasma enorme que llevaba como si fuese una carga insignificante.

La nave partió rayando las densas y oscuras nubes que cubrían la estrella negra de Lord Mumm-Ra hasta apreciarse el firmamento y la luz inundó el pequeño tragaluz al descender casi al ras del océano para remontar nuevamente las alturas.

Aquella hermosa isla estaba guardada por un coloso traslúcido e inerte, tan masivo, que podría pasarse por alto hasta que la bruma y la luz lo hicieron visible con una llamarada multicolor, aguardaba inmóvil hacía eones. Esas eran tierras inhóspitas de los Berserkers, el lado oscuro del Tercer Planeta tras las Brumas de los Nibelungos, guardando la entrada al continente prohibido devorado por el viento eterno del dios de los lobos, Fenris el licántropo.
Distaba de ser un lugar para vivir y tras de ese resplandor se respiraba un silencio insondable.

La pequeña nave pasó sobre la cabeza de esa colosal estatua y la gran isla a sus pies llena de construcciones abandonadas -o en apariencia, un lugar carente de toda vida que esperaba pacientemente por consumir aquel desgraciado que osara posar sus pies en la tierra.

Kask odiaba ese sitio, odiaba a sus amos y sus intereses intensamente, quería regresar a casa y para infortunio de Khamai, él no seguiría su mismo rumbo, al pasar la gran bruma, los lagartos ya estaban en el suelo abatidos por los disparos de Sauro.

El piloto no podía creerlo, no le dio tiempo de nada cuando un disparo le dio en pleno rostro quedándose en su asiento perpetuamente.

– Gracias, de aquí en adelante nos encargaremos nosotros.

– No tenías que matarles, bastaba con aturdirlos. Khamai hizo el ademán con su arma para que comenzara a sacar los cuerpos para tirarlos por la borda.

– Si vamos a desaparecer debemos hacerlo completamente, una vez lleguemos estrellaremos esta nave y nos haremos con una nueva, así no quedarán pruebas, dirán que fueron los felinos rebeldes.

La resolución para dar ese paso se hizo clara como esa escena de horror sin que a ninguno de sus compañeros de armas le preocupase matar a sus propios compatriotas, no había honor allí, únicamente maldad, tenía que ir a encontrarse al "ingenuo león", título despectivo dado por los lagartos que se burlaban de uno de los actos que condujo a la orden de ataque sobre Thundera y que llevaría a Mumm-Ra a conocer si ese nuevo rey era lo que había estado esperando y parecía que así era.

Cuando el rey ayudó a los desertores desató la burla de los jefes tribales y la furia de Slithe quien sufrió del desencanto de su propio liderazgo, en cuanto Mumm-Ra los tuvo en sus manos, ordenó hacer ejemplo de los traidores, Slithe les colgó tan rápidamente que no se detuvo a pensar que la opinión de los lagartos sufriría un drástico cambio.

Pero se sentían invencibles con las nuevas armas que aceptaron una guerra corta, presionaron demasiado a su suerte y el rey estaba convirtiéndose en un asesino, comenzaron a temerlo y su nombre ya no despertaba risas "¿Por qué el gran señor de las sombras no le enfrentaba?" Se preguntaban y ya no iban con tanta algarabía a una batalla en su contra.

Kask apretó la empuñadura de la daga y se aferró a ella lo mejor que pudo, lejos de la mirada de Khamai y Sauro, Vultaire sabría que le habrían robando la copia, lo que no sería fácil era hallar al culpable sin delatarse, cuando notase que la daga que tenía era de hecho la falsa, se vería obligado a callar y Kask se preguntaba para sus adentros la clase de confusión que le produciría a una persona tan orgullosa y segura de no dejar nunca cabos suelto, pero era un placer en la que se veía en la ominosa necesidad de perderse.

Fin del prólogo


Ant., Cap. 2 "Epílogo" | Sig., Cap. 3 "Outlanders" (Por anunciar)