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domingo, 18 de mayo de 2014

Capitulo 2, Episodio 28: El gigante de piedra (5 de 5) "El lugar del destino"


Esa pesadilla terminó amargamente en una total confusión, uno tras otro, los golpes que lanzaba eran repelidos por las guardianas que veían a un combatiente lejos de las asombrosas historias que de él se contaban, era real, fue su primera reacción, no se sentía vagando en un limbo de luces atenuadas y pese al dolor, sintió dicha.

Usar la espada para desviar una estocada no tan poderosa como la lograda por Mandora casi desprendían los ligamentos de su brazo derecho y la muñeca. Dos saltos hacia atrás y la desesperación se apoderó de su cuerpo, estaba perdiendo, no parecía ser capaz de evitar los lances más simples.

– ¿Esto es todo? Se supone que puedes con ejércitos enteros ¿Acaso era una mentira? Se burlaba Ikarus, que nuevamente contaba con una cabeza sobre sus hombros en ese ciclo de realidades alternativas, resultados diferentes a cada una de sus decisiones, estaba encerrado y no sabía como o quizás...

Otra patada en el estómago lo redujo, agarrándole del cuello y le estampó contra un árbol, para alzarle en el aire y tirarle al suelo, sus acolitas se mantuvieron expectantes.

Él se agarró del cuello, ella le arrastró del tobillo para darle el golpe de gracia, era que no se decidía y las otras guardianas no se movieron, esperando.

Su cuerpo no respondía o era que había perdido el deseo de luchar, sabía que Mumm-Ra necesitaba su cuerpo para un propósito maligno y sin saber cómo, su fuerza espiritual, su deseo por responder era contenido al punto de aterrarle, tenía que ir por encima de su desesperación, de su rabia y enojo, era el momento de ver el tablero de juego y hacer lo mismo que hicieron las personas que conoció en la corte, lo mismo que hacía su padre y aquellos que decían ser sus amigos para darle la espalda a la primera de cambio, debía fingir y manipular para sobrevivir, la única cosa que en todas esas visiones o posibles realidades, se había negado a hacer.

– ¿Qué sucede? ¿Por qué no das el golpe de gracia? Le inquirió sin atisbo de asombro.

– Tus órdenes son mis deseos. Dijo alzando la espada, pero él más que mirarle a los ojos observó a las demás guardianas.

– Ja, ja. Se rió en voz baja para luego ir subiendo el tono de su voz, la guardiana, obcecada, lo alzó para nuevamente apachurrarlo contra un árbol, sacándole el aire, él solo la empujó mientras hacía el gesto de estar riéndose, pegando sus manos a la superficie, dos de sus dedos se doblaron hacia atrás y sin la adrenalina recorriendo su cuerpo, lloraba en su interior.

– ¿Es que has perdido la razón de miedo?

– Je… nhg, para nada, es que me preguntaba hasta cuando te ibas a dar cuenta.

– ¿De qué? ¿Vas a suplicar por tu vida?

– No, sino de la razón por la cual te han enviado a este lugar, esa enorme guardiana que les lidera no está, así que debo suponer que prefirió sacrificarles a ustedes, yo nunca hubiera hecho una cosa así de ruin. Lion-O recordó a ese extraordinario piloto que le había llevado con los lagartos, el mismo que lanzó ese polvo blanco, no era común su constitución y dado que él había visto personalmente a las guardianas que acompañaban a Mandora, pudo entender que este era un grupo antagónico.

– Son locuras tuyas… eso sorprendió al ave que miró a sus compañeras con desconcierto.

– Sí, por eso esperan a que tú des el golpe inicial y los sucesivos, no son estúpidas. Sacando su espada larga las confrontó.

– ¡¿Es eso cierto?! ¡Me traicionan! Ninguna respondió, Lion-O que no podía dar un paso siguió con su actuación de la mejor manera que pudo.

– Mientras tu veías esto como el gran ascenso de tu vida, ellas pensaban en las consecuencias.

– ¿Cu-cuales consecuencias?

– Saben que si me matan, el siguiente enemigo a enfrentar será Mandora, tus líderes se lavarán las manos y solo te quedará huir a la Nación de las Aves, su peor castigo serán unos días de prisión, porque no hay suficientes manos para defender Avista.

– Si es así no veo la gran pérdida, de cualquier manera nos habremos deshecho de la principal amenaza a nuestra democracia.

– Error, porque aunque no te lo han dicho aún, la Nación de las Aves ha sido severamente agredida por las fuerzas de uno de los generales de Mumm-Ra y sus enemigos territoriales más cercanos, por ello, lo que queda del mundo de las aves no aceptará refugiados de Avista, menos a traidores que amenacen su neutralidad, todas nuestras súplicas de ayuda han sido desoídas.

– ¡Mentira, yo he visto las caravanas con mis ojos!

– Tonta, esa gente ha sido acomodada en pueblos de los wolos bajo la promesa de que irán a la Nación de las Aves o regresarán a Avista cuando las condiciones mejoren, pero la mayoría son familiares de los consejeros que actúan y regresan días después en secreto, no podemos decirles a las personas que no hay un lugar al cual huir, que estamos en el mismo cajón hasta el final.

– No, no, mientes, ustedes los felinos son unos hipócritas.

– Yo no intento convencerte de nada, puedo verlo en sus caras, lo peor es que no intuyes que la razón principal de mandarles a todas aquí, es mucho más tétrica. Él se recargó sobre un árbol hablando todo lo pacientemente que podía, de otra manera se desmayaría del dolor.

– ¿Qué quieres decir?

– Se les ha enviado como una ofrenda de paz, un sacrificio para mi diversión personal, una manera de mis enemigos en el Concejo, de lavarse las manos por las trampas y repetidos intentos de asesinato en mí contra, son sus chivos expiatorios. La calma del felino contrastaba con el daño de su mano torcida, que movía como si no le importase en absoluto, las otras guardianas sacaron sus armas cuando cambió de postura, que pensaron era el inicio de su verdadero ataque.

– Y si no lo has hecho, presumo que es porque nos quieres hacer una oferta o algo mejor.

– ¿Esperas acaso una emboscada? Hm, mira mujer, no me costaría nada marcharme de Avista, dejarles a su suerte, como lo veo, se están convirtiendo intencionalmente en una pesada carga para mí y como guardiana lo deberías entender.

Con su mano en buen estado reacomodó sus dedos sin ningún miramiento, asombrando a las guardianas.

– Tú eres una pesada carga para nosotros... Petrificada, el felino se acercó hasta ella y le aferró del brazo con firmeza para que escuchase lo que nadie parecía querer oír.

– Pon atención, son como un susurro entre los matorrales, pero su respiración es abultada, nos han seguido desde hace semanas, vigilan nuestros movimientos y han rodeado lentamente Avista.

– ¿De qué demonios hablas? No escucho nada. Pero un gruñido casi imperceptible llegó hasta el tímpano de su fino oído, gruñido que se alejó súbitamente.

–Pronto seremos atacados por un gran ejército de lobos. Es tiempo de que entiendas lo grave de nuestra situación, así que te sugiero medir tus siguientes acciones. Aunque no sabía que intenciones seguían esos animales, recordó una de esas visiones, los vigilantes ojos brillantes de un lobo, así que supuso que debía estar allí todavía, eso pareció frustrarle, posiblemente le harían una visita muy pronto.

– ¿No le has dicho nada al Concejo…? ¡Espera! ¿Es esta la razón…?

– ¿Quien podría saberlo? Y no puedo hacer tratos con aliados que me atacan por la espalda, y dado que Mandora está a mi lado, no veo necesidad de gastar mi tiempo en una alianza.

– Como si esa “vieja” guardiana fuera a cambiar su manera de ser de la noche a la mañana por un desconocido. La palabra “vieja” no parecía ser ofensiva, sino lo hacía calificándole como tal y eso le dio mucho que pensar, ¿fue Mandora la persona que le salvó de morir aquella noche de su juventud?

– ¿Y quién te ha dicho que este no fue su objetivo desde un principio? Márchate ya, me ocuparé de tu maestra personalmente, Mandora está por llegar y no quiero una pelea innecesaria.

– Te arrepentirás por esto.

– Guardiana, tal vez es momento de bajar la mirada y observar todo lo que está por debajo de tus pies, puede que Thundera haya hecho mucho daño a sus antiguos aliados, pero ustedes no se quedan atrás, separándose del resto de las aves por siglos en su castillo volador de la pureza, tenlo en cuenta al hacer alianzas la siguiente vez.

Así terminó ese bucle que parecía no tener fin. Sin fuerza, caminó para atravesar el trecho que le separaba del campamento, dejó atrás a las guardianas que quedaron en un total desconcierto.

Su mano no se curó mágicamente, estaba hinchada de un color negro desagradable desde la base de sus dedos meñique y anular, cruzando los brazos miró fijamente el fuego, sintiendo las vibraciones del pesado tanque acercarse.

– Él no quería que Viragor lo supiera. Fue lo único que dijo antes de sentarse temblando.

De necesitar de una fuerza comparable a la espada de los augurios, tendría que invocar a alguien para que se la brindase, la pregunta era ¿a quién?

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Paso secundario a las tierras del Este, Feudo Shogun

Las cosas no fueron mejor cuando llegaron ellos, no hubo tiempo para enojos y explicaciones, su manera errática solo le trajo más problemas, Cheetara ya no le molestaba intentando llenar su mente con explicaciones, la idea de que ya no era una clérigo tomó forma cuando sus mancuernas se evaporaron dolorosamente intentando alcanzarle, pero él no lo sabía, así que su corazón seguía endurecido.

Recordó que había tomado un par de mancuernas de los restos de un clérigo muerto, que seguían en su bolsa misteriosamente, raro, porque no se había reunido con Viragor, aunque no era capaz de decirlo con seguridad, eran demasiado pesadas y al verle hablando con Tygra tan compenetradamente, se molestó aún más, prefirió guardarlas para tirarlas en un momento oportuno, él tampoco la atosigaría más por todas las cosas que Pumyra movió en su interior o las que ella había hecho en el pasado.

El tema se le olvidó cuando todos se concentraron en regresar a Avista, pues Viragor no respondió al silbato de Mandora y Cheetara estaba deprimida por esa razón.

Fedora, en cambio, intentaba llamar por radio, pero siendo una zona de colinas, la recepción era terrible y tenía que esperar pacientemente las respuestas, la nieve ya invadía enormes porciones de la cordillera, presionaría su viaje a una urgente necesidad de regresar a toda prisa o morirían de hambre y de frío.

Lion-O no respondió a las preguntas de Tygra sobre el destino de las guardianas prófugas, así que este se negó a regresar la espada y él se negaba a pedirla, se quedó en el campamento dando de comer a Snarf, que estaba hecho pelota en una de las tiendas que montaron entorno a gruesos árboles secos cerca de un riachuelo convertido en una sólida membrana de hielo, el viento gélido era inmisericorde y tendrían que pasar la noche en ese lugar, lo que no parecía apresurarle, tensando el ambiente.

No sabía qué hacer, ni a quien pedir consejo, estaba solo en esos momentos, ser rey ya no se trataba de mover una espada o quejarse de que la gente no le siguiera, debía pensar lo que nadie había hecho aún y no era sencillo con tantas aristas sueltas.

Entendió porqué a Mandora le gustaba Panthro, él era una persona paciente y estable que no le exigía nada, escuchaba, podía abrirse de esa manera a su ritmo y sin querer entenderlo, apreció el lento migrar del corazón de la guardiana con tímidas miradas, que contrastaban con ese aspecto duro que en cambio le mostraba, entre gestos amables y sonrisas falsas, su edad por otro lado era un misterio, si Mandora tenía una vida muy larga, era evidente que no le gustaría alguien inmaduro y así fueron muriendo sus celos y expectativas.

Esa pantera estaba allí de pie, atraída por su mero pensamiento, en el centro de un claro, una solución a la mitad de todo, tentadora e irresistible.

A los ojos de Mandora, que le vigilaba, él tenía un aspecto peligrosamente distraído, sin preocuparse de los posibles enemigos, le encontró medio kilómetro alejado del campamento, en un descuido había desaparecido mientras esperaban el regreso del tanque con el que atravesarían los valles superiores.

Era tarde y encontrar un camino más directo a Avista no parecía una tarea sencilla, ya que una de las aldeas que se dijeron neutrales por las que habían pasado previamente, les negaron el paso de regreso, una aldea sospechosamente con sus escudos feudales ocultos, posiblemente una de las aldeas que dieron soldados a los invasores de Avista.

– Esclavizaron a los leones, la pantera se rascaba las piernas.

– “¿Crees que hicimos esa revuelta para que se convirtieran en nuestros nuevos amos?” Él le jaló del brazo para apretarle con fuerza ambos brazos, ella evitaba verle a la cara justificándose, fuera de eso, no hizo ningún movimiento para quitárselo de encima, eso delataba que no todo lo que decía resistía su propio análisis.

– “Ustedes los leones eran la élite, usaban la tecnología para someternos, por centenares de años nosotros fuimos los esclavos que reparábamos sus máquinas, fuimos la sangre y el sudor que nutría la fastuosa vida que llevaban al lado de su amo, no íbamos a dejar esta afrenta en una cosa del pasado ¿o sí?”

– Eso en nada borra el hecho de que una vez tuvieron la oportunidad, traicionaron la alianza y usaron la tecnología en nuestra contra para lo mismo, para esclavizarnos, ¿por qué entonces luchamos? ¿Para esto? No hay ningún futuro posible para nadie a este paso. Dando dos pasos hacia atrás, contuvo sus lágrimas.

– “Cuando ganaron finalmente, ustedes no perdonaron, quedamos a su merced y nos mandaron lejos a morir en tierras insalubres, desprovistos de la ciencia o la tecnología para cambiar nuestra situación, aquellos que tanto confiaron en los leones acabaron expulsados, los herreros crearon la espada, pero cuando se dieron cuenta que ese hecho ponía en duda su liderazgo, corrieron el mismo destino que nosotros.”

– Dices cosas muy lógicas, pero ni viniendo de la boca de Hammer-Sung cuya hija pretendió entregarme a Mumm-Ra, puedo creer en su sinceridad, si los expulsaron fue por algo malo que hicieron.

– “Eso podría ser, al mismo tiempo los futuros clérigos que se hicieron convenientemente con ese vacío de poder, les convirtieron en sus títeres, hacían que pelearan entre ustedes hasta que no quedase más que un puño, quizás perdimos, pero fuimos libres.”

– Siguiendo a una traidora como esa, no veo que hayan disfrutado mucho de su libertad.

– “No te atrevas a hablar mal de Panthera, ella fue leal, lidió con sus deberes hacia su pueblo sacrificándolo todo, pero fue débil y eso le perdió, así que yo me hice cargo de corregir ese error.”

– Y te convertiste en una esclava de ese ser a cambio.

– “Valió la pena la espera por ver la cara de esa momia y ver la tuya mientras te digo como Pumyra se le entregaba, la manera en que la tomó, incomparable…” Los ojos deprimidos del felino cambiaron ligeramente el aspecto divertido de la pantera, que momentáneamente le dio la espalda.

– “De cualquier manera muchacho ¿para qué necesitas a alguien así? No es que sea una cosa que puedas cambiar, su rabia está envuelta por un fuerte deseo por ti, pero es un deseo artificial creado por ese ser para potenciar su determinación, no es lo que verdaderamente siente, si quieres hacer algo por ella, hay una manera…”

– ¿Una manera de salvarla? ¿Es eso posible? Ella le rodeó con sus brazos, alzó su cara con su larga mano.

– “No, salvarle está más allá de tu alcance mientras no deje atrás su rencor y tú no serás capaz de obtener su perdón, mátale y que acabe, es maleza, se arranca y ya está.”

– Eso no.

– “Hm, imprudente, igual pasará con esa tal Mandora, pronto comenzará a recordar la razón de su “visita” a este mundo y tú bien sabes cuál es.”

– ¡Leo apretó el botón! Fue la visión de un instante, el momento en que Leo ejecutó la sentencia de Mumm-Ra que liberaría el desastre del sistema solar de Plun-Darr.

Sin burlarse, ella le soltó al escuchar el nombre.

– “Sí… eso hizo.”

– ¿Entonces sabes que es esa sangre?

– “Trajo la sangre como una prueba, una sangre capaz de reconocer a su victimario o uno de sus descendientes, siendo tu tan parecido a él, hasta un nivel que asusta, la sangre de ambos se tocaron y esa sangre te ha seguido, se ha vuelto parte de ti, como la prueba irrefutable.”

– ¿Ella provino de Plun-Darr? Una habitante de ese lugar.

– “¿Eso realmente importa?”

– ¿Y qué te preocupa entonces? ¿Acaso no ganarás cuando me haga a un lado?

– “No seas tan fanfarrón, no todo se trata acerca de ti ¿has pensado en el resto de las personas que te rodean? Sin conocer los motivos de Mandora, sé que ella, como yo, es una vengadora, no, peor aún, es la encarnación de la justicia, una justicia terrible y sedienta de sentencia.”

– ¿Cómo puede ser justicia la venganza? He visto lo que hace una persona llena de odio, terminan muy mal, se consumen a sí mismos y a los que les rodean, pero Mandora no es esa clase de persona, desea ayudar.

– “Y es verdad, de otra manera no hubiera traído un medio para reconocerte, solamente habría volado este planeta. Oh, espera, eso ya ha pasado.”

– ¿De qué estás hablando?

– “La ciudad muerta de Lemuria.”

– ¿Qué tiene eso que ver?

– “No era la última ciudad como cuentan las crónicas de los wolos y los bolkins, cuando sucedió, esa cosa les buscaba, viajando en el tiempo y el espacio, construyeron una ciudad para encerrarle y se sacrificaron así mismos porque sabían que de otra forma el mundo sería destruido, no, su razonamiento traspasó al mundo, se preocuparon por el mismo universo.”

– ¿Y qué hicieron ellos para merecer ese destino? Si somos los descendientes de ese monstruo, los únicos culpables ¿qué tenían ellos que ver?

– “Ja, ja, esa es una gran cuestión, sino fuese por el hecho de que su ciudad era una estrella romboidal.”

– ¡¿Qué?!

– “Los constructores originales de las naves de Mumm-Ra, los creadores de los berbils.” Eso fue un impacto terrible para él.

– Así que buscan a los culpables.

– “Sí, por todo el universo, una vez que acabe contigo, esa sangre no desaparecerá, consumirá cada ser vivo en la tierra y en el cielo, como una enfermedad que lo pudre todo, implacable justicia.”

– ¿Eso significa que vas a ayudarme?

– “No es por ti, ya lo dije.”

– ¿Le has dicho a tu amo? La pantera negó.

– ¿Y qué debo hacer?

– “Sigue mi consejo Señor de los Thundercats, si tienes el poder de ver más allá de lo evidente puedes darte cuenta de lo más obvio de este problema.”

– ¿Cual?

– “Tú yo actual no es el indicado para esta tarea, eres demasiado joven y voluntarioso, como él ha dicho, a la vez endeble e influenciable, las visiones que has tenido son el futuro que te depara a ti y a los tuyos si sigues por ese camino.”

– ¿Piensas que mi hermano sería más adecuado como rey?

– “Creo que lo sería a futuro, cuando madure, aunque no, no pienso que pueda hacer demasiado en este momento, sólo es alguien común y corriente, deseoso de demostrar a otros que es mejor que su hermano y ser reconocido por ello, es patético, un rey no tiene por qué ser amado o admirado, es su poder lo que importa, si no hubiese sido cegado por su ira hacia ti, su educación sería la adecuada, como está actualmente, apenas serviría para el mando militar, menos un reino.”

– Así que quieres que me entregue para que ese sujeto resuelva las cosas, qué conveniente.

– “Únicamente tu cuerpo, piénsalo, si estuviste dispuesto a dar tu alma por tu gente una vez, tu cuerpo es un precio muy pequeño a pagar en comparación, trayendo de vuelta a uno de los más grandes estrategas de todos los tiempos, uno capaz de desatar todo tu potencial.”

– Primero tendría que saber por qué Mumm-Ra le encerró y no creo que sea tan fácil como decir que era una víctima de su maldad.

– “Confiaste en ese clérigo mentiroso que te manipuló por años, alejó de ti a toda persona que amenazara su visión, estaba allí para recordarte tus errores y nunca tus logros, minando tus sueños para mostrarte un horror que él mismo echó a andar, ya tiene el control de Libro sagrado de los Augurios, lo que veas allí lo harás desde su perspectiva. No es un aliado... mi maestro te ofrece resolver el problema, el costo es pequeño en comparación.”

– ¿Por qué yo? Si Tygra es tan perfecto, pídeselo a él.

– “Tonto, ya en el pasado se sabía que Leo era bastante peculiar, la manera en que podía soportar inmensas cantidades de esa energía anómala que las piedras de fuego generaban, fue lo que disparó el interés de la resistencia en él, por eso convencieron a Panthera, quien le conoció en un accidente que mató cientos de miembros de su tribu.”

– Eso no tiene nada que ver conmigo, no soy él.

– “De una manera u otra tendrás que decidirlo, jugando al héroe en desgracia no lograrás nada, un gobernante toma decisiones difíciles, tú te comportas como alguien que no sabe su papel, deberías aprender a Mandora, dejando de lado a las personas que amaba para realizar sus objetivos, incluso si eso significara que la odiasen de por vida.”

– ¿Quién es ese tal sujeto que le sirves con tanto ahincó? ¿Quién rayos eres tú?

– “No eres tú para empezar, lleno de inseguridades y miedos, sobre quien soy yo… posiblemente tu propia consciencia que has vestido de una forma cómoda, una manera de negar lo evidente… es irrelevante en el fondo, tu verdadero dilema es eso que tienes por delante y no importa lo que hagas, él reclamará lo que por derecho cree que es suyo.

– ¿A quién te refieres?

– “En estos momentos ellos atacan al rey Xixor, obtendrán el arma de la estrella negra y harán que Avista desaparezca, no dejarán nada de esa ratonera, ese sueño que tuviste de niño no es más que una ilusión, las aves nunca lo aceptarán, menos tus súbditos que no se acostumbrarán a ser meros arrimados y las cosas no cambiarán al final.”

– Si al menos me dijeras la razón del porqué haces esto.

Sin nada más que decir, se desvaneció con un movimiento de su brazo, dejándole sumido en un mar de dudas, mientras la nieve caía convirtiéndolo todo en un color gris monótono, conforme los últimos vestigios de la luz del Sol menguaban.

– ¿Estás bien pelirrojo? En el campamento están inquietos. Lion-O miraba a los ojos de ese lobo escondido entre las sombras de los árboles, descansando con su lengua de fuera, que ella ya no era capaz de percibir, pronto Mandora ya no estaría enfocada en cosas así de triviales y su mente lentamente iría al pasado, lo sabía perfectamente.

– No te preocupes, pensaba un poco… ¿no deberías ponerte algo más grueso con este tiempo? ¿Qué ocurrió con la capa que me birlaste? Él tocó sus pómulos en extremo fríos.

– Si te metes al rio puede que la rescates por mí.

– ¿Sabes lo difícil que es conseguir ropa en esta época? Estas capas no sirven demasiado bien, por fortuna tengo pelaje, tú en cambio eres lampiña.

– Descuida mamá, en ocasiones como esta me alegra de tener a Fedora a mi lado, es como llevar una almohada que te sigue a todas partes. Lion-O se rió en voz alta inesperadamente que se sorprendió a sí mismo, no era muy común escucharse reír, siendo cada vez más flemático y apagado.

Decidió que cualquier cosa que fuera a suceder entre ellos, debía ser parte de su propia manera de ver las cosas, había cometido el error de invocar a los antiguos espíritus a los que Mumm-Ra y los tigres rezaban, a eso le conduciría la desesperación e impaciencia.

Al regresar al campamento, Mandora saludó a Wily Kit, quien sonreía estúpidamente, Wily Kat en cambio, tenía el cuerpo lleno de una espuma rosada, murmuraba por ayuda, pero su hermana le lanzó una cuerda para arrastrarle lejos.

Fedora había abandonado su tarea de monitorear los mensajes de radio y se preocupó, Wily Kit le dijo que estaba por allí ayudando, sin dar más detalles. Las guardianas rebeldes no aparecían por ningún lado y como el rey no se interesó en el tema, lo dejó por la paz. Fedora se quedó sola con los niños atrapada en el plan de la pequeña.

– Eres una alcahueta niña.

– Cierra el pico y has un esfuerzo.

– Oh, está bien, pero ella no es esa clase de persona, creo que le gustan más maduritos.

– Hmmhm.

– ¿Por qué no cooperas un poco cabeza de chorlito?

– Hm. Se quejó Wily Kat cubierto de pegamento rosado.

La tarde pasó lentamente, pero la oscuridad se alzaba por todo el firmamento, Lion-O en especial estaba nervioso, caminando de un lado a otro.

– A este paso cavarás un hoyo con los pies pelirrojo. Sentándose a la luz de la fogata mientras el resto de su grupo cuchicheaba.

– Ya han pasado muchas horas.

– No podemos hacer mucho hasta mañana, los vientos son muy fuertes, así que dudo que alguien quiera atacarlos con este clima.

– No estoy pidiendo que vayas, sé que es peligroso, pero un poco de apoyo serviría. Ella le pasó de su vaso, a la vez que Fedora se sorprendía.

– A mí nunca me dio de su vaso… Wily Kit le cerró el pico, mientras Wily Kat contenía su risa, aunque la pena de recibir otra cápsula en pleno rostro le mantuvo una expresión digna.

– ¿Sigues enojado con esa clérigo? Atajó al rey que se sentía culpable.

– No es así es solo que...

– Está bien, no es como si me importase, de todas maneras, ella tiene a alguien que le consuele, no deberías ser tan atento.

– Mandora…

– ¿Sí? La guardiana miraba a Fedora que estaba a punto de decir cosas innecesariamente incómodas, pero Wily Kat y Wily Kit forcejearon con ella.

– ¿Qué harías sí… supieras que todo está perdido?

– ¿Cómo dices? Su expresión se endureció y Lion-O tuvo que corregirse.

– No es para que te preocupes, quiero decir, ¿qué harías si supieras que un barco se fuera a hundir irremediablemente y no fueses capaz de hacer nada para evitarlo?

– No comprendo que quieres… te refieres a esa clérigo.

Lion-O no respondió, eso pareció animar a la chica que con un gesto despreocupado giraba su mano indicándole que siguiera adelante.

– Eso es sencillo pelirrojo.

– ¿Lo es?

– Es evidente, si conoces un barco que se va a hundir irremediablemente, únicamente no te subas en él.

– ¿Y qué pasa con el resto del pasaje?

– Si eres quien gobierna la nave, puedes ordenarles a todos no abordarla, por tu autoridad te escucharán, pero si eres un simple pasajero… eso no es tu problema.

– ¿Eso piensas? Me parece un poco cruel y cobarde.

– A mi no me lo parece, pues dudo mucho que logres hacer nada por nadie si no se te escucha con una posición de autoridad, pensarán que eres un loco, no puedes salvar a todo el mundo.

– Hm.

– ¿Por qué esa cara? No puedes cargar con los problemas de la gente tu solo, por eso, si te tienes que desprender de un gran peso de encima, como esa chica, únicamente hazlo y no mires atrás, se te puede acusar de mal amigo, pero no de desleal, cada quien elige su camino y es responsable de su propio destino.

El felino se levantó.

– Gracias, guardiana Mandora. Tal vez esa sea la respuesta.

– ¿A dónde vas?

– No me siento muy bien, si me disculpas, quisiera descansar un poco, avísame cuando lleguen.
Mandora no lo sabía, pero había alentado a Lion-O a que abandonase la ciudad de Avista a su suerte y esa era la idea más lógica, hacer que todos regresasen a sus lugares de origen, continuar su viaje con la esperanza de que Mumm-Ra le siguiese sólo a él, era tanta la presión, no deseaba pelear con Cheetara o ser lastimado constantemente por defender ese sitio, había llegado a tener un gran miedo por esa espada y ese guante que era capaz de chupar su alma.

Deseaba abandonar, posiblemente esa impresión tuvieron esas guardianas, él no deseaba gobernar Avista, sólo quería irse a casa, era una persona cansada, llena de frustraciones, que estaba en su límite.

– He allí mi amada “amiga” Mandora, romántica como una roca.

– ¿A quién llamas roca? Plumero con patas?

– Nada, olvídalo, hablar contigo es como hablarle a una pared, si eso era todo chiquillos, la primera guardia la harán ustedes.

Fedora le desvió la cara, mientras Wily Kit y Wily Kat habían perdido un poco de respeto por ella.

– ¡Insensible! Ambos le gritaron.
– ¿Pero qué mosca les ha picado? Se preguntó la guardiana, que a veces exageraba con su manera directa de ser.

####

Tiempo después

El sonido del tanque se podía escuchar a kilómetros de distancia, la noche ya estaba por entrar en su fase más profunda, no caía nieve, así que ese sonido calmó al joven rey, que podría continuar con su disgusto por la pelea con su hermano, quien se negaba a regresarle la espada.

Mandora tenía frío, así que prefirió tomar la capa del chico, quien no se incomodó, los cachorros y la misma Fedora deseaban hacer lo mismo, pero le dieron otra oportunidad y eso parecía ser un gran salto.

– Oh. Te lo he dicho… es como… hablar… con una piedra... cabeza… de coliflor… – Ji, ji. Los chicos y el ave se reían a lo lejos murmurando. Mandora crujió sus puños.

– ¿Pasa algo?

– No, es que tengo frio y se me entumen las manos.

– Creí que esto era lo suficientemente caliente.

– Sí, desde luego, lo es. Aunque él se refería a la cubierta blanca de un material plástico que aislaba el frío, ella parecía pasarla mal, pero no únicamente por eso.

– ¿Quieres continuar o deseas “descansar” un poco Mandora?

– Por su puesto, descansar… me refiero, continuemos.

Lion-O se limitó a mirar la pantalla, mientras los datos en idioma de las aves era leído con fluidez por la guardiana, esa pantalla era una fabulosa base de datos, la luz verde indicaba que había señal, aunque Fedora no era capaz de comunicarse con Avista, lo que le pareció extraño, pero no reparó demasiado en ello, Mandora en cambio, que ahora vivía sin su casco, no podía distinguir entre la luz de encendido con la luz de transmisión.

– Esto es lo que queda de la escritura demótica usada por los esclavos y los sirvientes del oscuro Rah, es la única que conocemos, la herética, que era el lenguaje ritualista de los antiguos espíritus, de poco o nada sabemos.

– Así que es un lenguaje que únicamente Mumm-Ra conoce.

– Generalmente era destinado a ceremonias, pero también a los controles principales de la nave y los libros de registro histórico.

– Los lagartos que vimos en la pirámide, decían cosas en esa extraña lengua, recuerdo que Jaga me prohibió entrar a la biblioteca del clero en palacio y vi esta clase de escritura.

– Los clérigos prohibieron el lenguaje antiguo del señor oscuro, ellos tampoco conocían bien el herético, así que quemaron los libros, lo que dejaron no eran más que fragmentos de las crónicas demóticas, casi todas están traducidas al lenguaje de las aves, pero contienen ciertas diferencias.

– No me digas; las aves fueron las que derrotaron a Mumm-Ra.

– Eso mismo, si escribes los libros suele pasar.

– Tomar prisionero a un lagarto de ese tipo no creo que sea sencillo.

– Pensé que los leones leerían con naturalidad ambos modos de escritura, que estaría injertado en sus mentes, la otra opción son los tigres.

– Si ese saco de huesos no creía en los leones es probable, los tigres nunca aceptaron aliarse con Thundera.

– Por mucho que lo digan, esos herreros no lo saben todo.

– No creo que nadie sepa demasiado de nuestro pasado, pero esa historia me la contó Javan, el padre verdadero de Tygra. Mandora recostó su cabeza sobre una de sus manos, frotando sus pies desnudos debajo de la colcha bajo la que ella y Lion-O estaban retozando.

– Los tigres pelearon por el control del gobierno formado por los supervivientes, un conflicto a gran escala sucedió y las tribus se separaron, se dieron cuenta que la tecnología tenía un efecto negativo, al menos la tecnología de ese ser y la negaron.

– Fue una cosa parecida, creo que las panteras iniciaron una guerra, traicionaron y luego esclavizaron a los leones, fue su plan desde un principio, crearon la resistencia y engañaron al segundo de abordo, que era por supuesto, un león. A ese pobre diablo una pantera lo engatusó para que traicionase a Mumm-Ra, una vez ganaron, intentaron deshacerse de él, de alguna manera sobrevivió y les derrotó con un ejército de esclavos para desterrarles del continente.

– ¿Cómo sabes eso? Él bajó la mirada y se recogió de brazos.

– La primera Thundera fue erigida originalmente por las panteras, sus restos yacen bajo Magi Oar, es lógico si lo piensas, porque está más cerca del desierto que el valle de los reyes, construyeron una efigie con una cabeza de la tribu y le dieron esa forma al ojo… a la piedra de guerra, así que cuando los leones comenzaron su venganza, la arrancaron y se la llevaron como trofeo.

– ¿La efigie de palacio? Ya veo, nunca entendí el porqué esa cabeza era el símbolo de tu nación siendo tu reino tan racista, es casi tan raro como soldarla a ese cuerpo cuadrúpedo.

– No puedo negar eso en absoluto, como sea, la cabeza tiene del lado opuesto daños sobre su acabado, como disparos de armas de plasma, nunca me dijeron como había ocurrido, así que supongo que fuera de los clérigos, no muchos conocían el origen de esa cabeza.

– Hmm… la historia de las aves abarca cerca de mil años, pero antes de eso no demasiado, el reino que establecieron una vez en las costas del Norte desapareció, la nación de las aves emigró al Este del continente y muy al norte, donde hay espesos y altos bosques, pero ellos, como el resto de las tribus, renunciaron a su tecnología cuando Avista despegó, eso igual es un misterio.

– Avista pudo ser construida con un propósito que no entendemos Mandora, su caída no se debió únicamente a nuestra visita.

– He investigado Lion-O y me he movido mucho tiempo por el continente, pero ni yo sé todas las respuestas, únicamente te puedo decir, que cuando naciste, hubo un gran alboroto, esos grupos que estaban en decadencia resurgieron. Tu nacimiento…

– Así que se unieron por mí.

– No lo sé bien, pasó una cosa con tu madre, lo que fuese que fuera, era hecho por los clérigos sin el consentimiento de los demás, esa profunda compatibilidad que posees con la espada, no la obtuviste por azar.

– ¿Crees que esperaban a que Mumm-Ra regresase debido a mi nacimiento?

– Si es una apuesta, podría apostarlo sin rechistar.

Él no dijo más durante un buen rato, lo que siguió incomodando a la Guardiana, quien tragaba saliva.

– Lion-O… hay una cosa que debes conocer.

– Dime.

– Ese sujeto que lideraba a los clérigos te sometió a muchas clases de experimentos.

– ¿Jaga? ¿Qué clase de experimentos?

– No sé su naturaleza, pero casi destruye Thundera en el proceso, te llenó de una energía muy poderosa que luego selló en ti, una facción de las guardianas contrarias a la mía decidió por su cuenta lanzar un ataque con la intención de matarte.

– Pero no lo logró. Mandora pareció meditar sus palabras y no decía todo lo que pensaba.

– Las guardianas tuvieron lazos con los clérigos, sospechaban de lo que pasaba con el embarazo de la reina, les culparon de mentirles, primero fue una parte minoritaria, al final, la mayoría creyó que el clero intervino de manera directa en tu nacimiento.

– Así que yo… Hizo una mueca con esa expresión depresiva suya.

– No he insinuado que seas responsable… tu madre era una persona de una complexión débil, yo… no quise ser ruda, lo siento.

Ella esperó con su vista hacia el frente con agitación, pues él no se movió en absoluto, no era muy buena en comunicarse en nada que no estuviese relacionado a su trabajo e incluso un muchacho como ese podía intimidarle, así que pensó en pretextar cualquier cosa e irse, giró su cabeza cerrando los ojos en una mueca amable, pero él se puso encima, lo que le dejó petrificada, besándole en la boca.

– ¿Por qué hiciste… eso?

– Es solo que no quiero tener un mal recuerdo de ti y pensé que estarías preocupada por lo que ocurrió aquella vez.

– ¡Ah! Por aquel beso… perdona, debiste querer guardarlo para alguien especial, no debía hacerlo, intentaba acercarme y no sabía cómo, soy muy mala en estas cosas, quería que supieras la verdad y en cambio lo enredé más. Al escuchar eso, él se recostó dándole la espalda, el ruido del pesado vehículo se hacía más claro.

– Parece que ya están por llegar, deberíamos ir.

– No fue mi primer beso, si eso te preocupa, aunque no importa, esa tampoco fue una experiencia agradable. Lo dijo desanimado.

Ambos se quedaron en silencio un largo rato.

– Por cierto Mandora…

– ¿Qué pasa?

– Está bien si te gusta el General, es una buena persona, no voy a molestarme por eso.

– ¡¿Ahh?! ¿De qué estás hablando?

– ¡Espera! No he pensado en nada así que yo recuerde. Ella protestó, sin esperarle, salió al exterior de la tienda donde el tanque se estacionó al lado del camino, eso descubrió las mancuernas que estaba buscando la clérigo.

– ¿Pero qué…? Miró al felino que a pesar de decir que no estaba molesto, lo estaba, por su actitud al caminar, pues suponía que ella mentía.

Se puso sus botas y corrió hasta él para detenerle, aferrándole de los brazos.

– ¡Hemos llegado al fin! Creí que moriría en ese lugar, dijo en voz alta Tygra, que a pesar de lo grave de su entonación, se veía contento, tenía el guante en su brazo y parecía haberlo usado, pues su aspecto era sucio, pero eso en nada sorprendió a los cachorros y la guardiana que estaban atentos a una escena, manteniendo la distancia.

– ¿Qué emoción? ¿Estás loca pequeña? Es absurdo, se lamentó Fedora. Pero Wily Kit tenía una sonrisa indescriptible.

– ¡Qué romántico!

– Te lo estas tomando muy a pecho hermana.

– Esta vez no me darán calabazas.

– ¿De qué están hablando? ¿Dónde está Lion-O? Preguntó Cheetara... hm.

– ¡Shh! Los profesionales estamos trabajando, le respondió.

– ¿Qué ocurre? Panthro parecía estar cautivado por el chismorreo, dejando a Tygra solo.

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Sin duda era alta, más de lo que aparentaba cuando caminaba a su lado, la altura parecía ser un obstáculo demasiado importante para las mujeres, mirar hacia arriba para ver a una mujer que le gustaba era horrendo, siendo ella la que le cubría con sus brazos, pero eso no era lo que en verdad le molestaba, sino su falta de franqueza.

– Debo parecerte un chiste, alguien a quien puedes decirle una mentira una y otra vez.

– A mi esa clase de cosas no me importan.

– Tampoco eres una felina.

– ¿Y eso importa?

– No, pero hará las cosas aún más difíciles.

– No es como si fuésemos a hacer nada malo… te aseguro que te protegería con mi vida antes de dejar que nadie te hiciese algún daño.

– Ya he escuchado eso antes, frases muy cómodas cuando no puedes responder una simple pregunta.

– ¿Qué quieres de mi? He decidido ayudarte, dar mi vida por tu causa ¿no es suficiente?

– No sé, dímelo tú ¿Realmente piensas que soy apto para dirigirles? ¿Me seguirías aún si abandonase esa maldita espada, si solo fuera yo quien tomase las decisiones, sin usar ese poder?

– ¿Pero qué intentas…? ¡El barco!

– Sin esa maldita espada, soy como ese pasajero ¿no es cierto? No tengo poder real, ni valía ¡¿No es así?! Le gritó.

Ella no le respondió, aún así, su expresión lo dijo todo. Le consideraba como una mera base para que esa espada hiciera su trabajo.

– ¡Hmp! Alguien carraspeo muy cerca para interrumpirles.

Los pulgares de Wily Kit se fueron alzando y su hermano se rascaba la barbilla, sin atinar a decir que eso era una escena de amor, Wily Kit veía conflicto y pasión, señalando con ambas manos, su hermano y Fedora no estaban seguros, el gesto de Cheetara era de desaprobación, Lion-O agitó su cuerpo y ambos se separaron.

– No pierde el tiempo ¿verdad majestad? Le dijo la clérigo, aunque él no prestó atención en el tono.

– ¿Qué ocurre?

– Bueno, si ya terminaste de tontear con tu novia tenemos cosas importantes que tratar.

– N-No es mi novia, ella solamente…. y lo que hago también es importante.

– Claro, mantener la especie es tan importante ahora, será genial ver leones voladores, serán grandes atracciones de circo, bien pensado galán, dijo con ironía.

– ¡Cállate! No estoy de humor para esas tonterías.

– Pues qué bien, porque tenemos un problema.

####

Todos escucharon lo que había pasado y Mandora que no dejaba su agitación, se mantuvo enfocada en las palabras del felino, que les narró lo que había pasado ese día, mientras buscaba un camino abierto por el cual regresar a los valles superiores.

– ¿Les atacaron con flechas? Pero… no parecían agresivos.

– No solo eso, usaron explosivos y destruyeron medio puente para atraparnos, tuvimos mucha suerte en salir con vida, nos colgamos de los cables del tanque para salir del foso.

– Si no tenían escudos como dices, me parece demasiado raro, habían dicho que eran neutrales. Mandora dijo sorprendida.

– Ese es el problema, cuando subían el puente de una de sus entradas, vi uno de los escudos de guerra de los rinocerontes estampadas en grandes cajas de madera y no tuvieron otra opción, todos los pueblos de esta región seguramente participaron, llevaban torres de arqueros para las espaldas de esas bestias y cabezas de empuje para armas de asedio.

– ¿Estarán preparándose para otro ataque? Fedora compartió miradas con Mandora.

– Si esconden sus escudos puede que tengan miedo de una reprimenda. Mandora pensó que dadas sus pérdidas, lo más seguro era que no avanzarían imprudentemente en invierno.

– Esos malditos, no quieren comerciar con nosotros alegando ser neutrales, mientras nos atacan impunemente.

– No podemos pasar por la ruta del valle. Cheetara, mostró un mapa con las rutas tachadas, la más larga era la única que quedaba.

– Cinco días si tenemos suerte, hay bandoleros en todo el Este, así que no podremos acampar.

– ¿Qué hay de Avista, has podido contactarlos? Fedora negó con la cabeza.

– La trasmisión es muy mala, no lo entiendo, debería poder comunicarme a esta distancia, pero la señal está llena de ruido e interferencias, estaba pensando en la posibilidad de una montaña con un elevado nivel de hierro, de otra manera...

– ¿Qué? Preguntó Cheetara.

– Podríamos estar siendo interferidos, aunque las balizas de posición funcionan perfectamente.

– ¿Balizas de posición?

– Son dispositivos de rastreo para saber dónde están nuestras naves, para casos de accidentes, es difícil, pero si sabemos en qué ruta se fueron, podremos localizarles si logramos acercarnos a menos de diez kilómetros, si hubiese una interferencia sobre nosotros no podríamos recibir esa señal.

– ¿Así es como nos encontraron? Cheetara no confiaba en las intenciones de esa guardiana, pero ella no lo veía mal y eso lo demostraba con una actitud segura.

– No es vigilancia, si eso te preguntas, el alcance de las balizas es muy limitado y se ponen en todos los vehículos obligatoriamente, sabíamos que estaban aquí, así les encontramos siguiendo la ruta, si se hubieran internado en el bosque habría sido imposible.

– No tenemos comida para tantos días, ni creo que con el nivel actual de piedras de fuego podamos llegar demasiado lejos, la carga de corriente no dura tanto como antes, sin olvidar que al subir por el risco, el tanque sufrió muchos daños de lado derecho de las cadenas. Panthro estaba triste por esa razón, lo peor era que su rey no participaba y eso sacaba de sus casillas a su hermano.

Se quedó pensativo, sin moverse, daba la impresión en estar en su actitud desinteresada, Cheetara le miró de una manera terrible, contenía sus emociones como podía, deseaba abofetearle, no se portaba como un rey y eso le avergonzaba, incluso su “adorada” Mandora miraba al rey de reojo preocupada.

– ¿Qué, no vas a decir nada? Tygra con el guante en su brazo, lo agitó melodramáticamente.

– ¿Y qué quieres que diga, no eres ya el rey?

– Si fueras humilde para reconocer tus errores no estaríamos en esta situación, no tendría que tomar tu papel.

– Cómo si eso fuera a molestarte, es lo que has querido siempre.

– ¿Pero qué demonios te pasa imbécil?

– ¡Tygra! Cheetara gritó, cuando el tigre se le abalanzó para ponerlo a espaldas del mismo árbol en que esa ave de nombre Ikarus lo había hecho para que se fueran de Avista.

– ¿Qué es lo que realmente deseas hacer Lion-O? Mandora, con su expresión, parecía evidenciar una mezcla de resignación y culpa que se hizo sospechosa a ojos de Cheetara, quien soportaba el dolor de su cuerpo y el frio intenso con una capa que le envolvía hasta la base de los tobillos, deseaba descansar, pero se obligaba a mantenerse despierta a base de pura voluntad.

– ¿Por qué no nos vamos al Este y continuamos nuestra búsqueda? Todos nosotros, allí hay pueblos donde podríamos repostar y recuperarnos.

– ¿Y qué pasa con Avista?

– Eso no es nuestro problema, ellos quieren esto o aquello, pero no son fieles a nuestra causa.

– ¿Qué pasará con el resto, con Dobo y Aburn?

– Ellos pueden hacerlo bien sin nosotros, las aves les necesitan.

– ¿Y nuestros compatriotas?

– Esos no son thunderianos, son esa basura separatista de la periferia, por qué no irnos y continuar nuestra tarea, viajemos a Thundera y veamos a nuestra gente.

– ¿Y nosotras?

– Ustedes pueden volar a Avista, pero no me negaré a que vengan conmigo, si quieren.

– ¿Has perdido la razón?

– Tú dijiste que esto era razonable, que…

“¡Thumb!” El puñetazo que Mandora le dio en el estómago para caer en el suelo.

– Niños creo que debemos esperar afuera, esto no es una conversación que deban escuchar. Fedora arrastró a los cachorros.

– Lion-O… Wily Kit fue arrastrada por Panthro al interior del tanque.

– Esto es indigno de un rey ¿Qué te ha pasado? Cheetara le preguntó.

– Yo no soy juguete de sus intereses, estoy harto y cansado ¿qué hay de malo en abandonar? Ustedes querían irse y ahora es malo porque Tygra se siente satisfecho usando la espada del rey.

– Me avergüenzas… no voy a seguirte nunca más, es suficiente para mí. Dijo ella en voz baja y sintió alivio como resignación.

– ¿Seguirme dices? Pff, tu nunca me seguiste a mí, así que deja de mentirte a ti misma, ninguno de ustedes ha sido leal a mí en absoluto, es a esa maldita espada, así que no te vistas con un halo de frustración “clérigo”. Ironizó.

– Si quieres quedarte solo, entonces hazlo, pero yo voy a regresar, esa gente nos necesita, no tienes que hacer nada si no quieres, hoy la espada me ha mostrado su poder, no quería decírtelo, pero comprendo por qué ha pasado esto, Cheetara tiene razón, eres una vergüenza, si no te gusta dar órdenes, entonces acepta las mías, no tienes que cargar mas con esta responsabilidad si no quieres ¿qué serias tú sin esta espada? Solo el mismo lunático de siempre.

– No le escuches, no tiene idea de lo que habla. Mandora, que paso de un momento absurdo de violencia a reflexionar su propia situación, no le gustaba a donde iba ese tigre, o lo que el mismo sentía.

– Esto no es un asunto tuyo, no te entrometas. Ignorándole ella se recargó en una de sus rodillas para volver sobre sus pasos.

– ¿Por qué peleas Lion-O? Creí que te interesaban estas personas, mi consejo puede estar mal, porque no entendí la razón de tu pregunta, pero definitivamente, tú eres el capitán de un barco muy grande y los capitanes se hunden con su tripulación. Fedora, quien regresó completamente arañada de la cara como el mismo Panthro, luego de encerrar a los chicos en el interior del tanque, se cubrió del rostro, había presenciado el consejo más estúpido que nadie había dicho en su entera vida.

Él temblaba de pies y manos, gruñendo, tal era su enojo y confusión, que una invisible aura de negatividad se formó a su alrededor, Mandora se alejó un poco y entonces, fue cuando él pudo verle titilar en su cinto.

Podía incluso escucharle latir asíncronamente con su corazón, se quitó el cinturón con un gran cristal rojo hecho de piedras de fuego agotadas por su color opaco, menos intenso que las sacadas de una mina.

Había sido horadado en el centro, parecía una pequeña imperfección, pero de esta, una luz era emitida con un sonido de clic cortos y largos que emitía cuando las personas frente a él hablaban y preguntaban cosas a las que no puso atención.

– ¡¿Qué?! Al hacerse esa inaudible pregunta, aquel dispositivo emitió una luz y el correspondiente clic, se alimentaba de la poca energía de su cinturón, trasmitía sus palabras y lo más probable, su posición, así fue como las guardianas rebeldes le encontraron cuando estaba en una zona oscura y lejana a su campamento.

Abrió los ojos para comprender el enorme error que había cometido. Mandora hizo una pregunta, pero no respondió para apreciar el mismo efecto.

Los cachorros salieron por una pequeña abertura de refrigeración, pero los chorros de viento gélido les hizo arrepentirse, no podían regresar por el mismo lugar, dejando la bolsa del rey de los ladrones, donde habían puesto a Snarf para que no molestase a Mandora y Lion-O, pero las cosas se habían echado a perder.

Lion-O caminó hacia el tanque con una mirada seria en su rostro.

– ¡Wily Kit! ¿Dónde está Snarf?

– En el tanque ¿estás bien?

– ¡Cuida de él!

– ¿A dónde vas leoncito? Le preguntaron los cachorros, él no respondió, subiéndose al frente del tanque y abriendo la escotilla, tecleó los botones que liberaron el ciclón de la garra.

Ni Mandora o Fedora podían volar en ese clima y siguieron al rey sin saber que decir o hacer, Cheetara se cayó en la nieve cuando intentó seguir su ritmo, así que Tygra la intentaba ayudar, pero con sus ojos rojos abiertos intensamente, le empujó.

Panthro estaba cruzado de brazos ante esa escena, Cheetara le agarraba de los brazos, pero soltándose, desatascó el vehículo para meterse en él. Mandora fue empujada por Fedora, que no tenía la menor idea de cómo acercarse a un chico y sus errores eran tan grandes que estaba temblando espasmódicamente, Tygra en cambio mantuvo su mueca.

El ciclón arrancó con el león a toda velocidad, ante la impotencia de su gente a la que daba la espalda, para que no se forjase un eslabón al que estuviese atado irremediablemente.

– ¿Qué hacemos? Dijo Panthro. Cheetara miró a esa guardiana con odio, no porque le estuviese alejando de ellos, sino por ese aire superior que quería mostrar y sus completos celos, los celos de que alguien estuviese arrebatándole un puesto por el que había luchado toda su vida.

– Agarren sus cosas, iremos tras él.

– Pero… Tygra replicó.

– Pero nada, tú no eres el rey y yo soy una idiota por dejar que esto siguiera, es mi culpa que se sienta así, por no poder aconsejarle, por no cumplir con mi deber.

– ¡Cheetara! Ella no escuchó, molesta, abrió a disgusto la rampa del tanque y metió la primera caja que pudo, aunque se dobló de dolor, Tygra le agarró entre sus brazos.

– ¿Al menos sabes cómo seguirle en este clima?

– Podemos hacerlo, ese ciclón también cuenta con un transmisor. Fedora dijo mostrando una especie de receptor.

– Muy bien, si eso es lo que quieres iremos.

– No lo digas como si lo hicieses por mí, es a él a quien debes seguir. Pero él no cedía y ella se levantó molesta para sentarse en uno de los asientos, los cachorros se sentaron a su lado.
Mandora, como el resto, recogió el campamento sin saber que decir.

– A veces las palabras correctas no salen de nosotras amiga mía. Fedora era más sabia y prudente en las cosas importantes, pero ella era definitivamente estúpida, le besó para no tener un mal recuerdo, pero tenía que arruinarlo con un mal consejo a una pregunta tan importante.

– Básicamente le he dicho que sólo es una herramienta.

– Si le aprecias de verdad y es recíproco, encontrarás el camino a su corazón, así que no te des por vencida tan rápido. Fedora le abrazó afectuosamente y esa vez Mandora no se quejó, reconocía lo pequeña que era ante esa ave que calificaba de laxa y poco eficiente, pero lo cierto, era que Fedora podía calificarse como lo mejor del mundo de las guardianas.

Mandora recogió esa bolsa de tela que usualmente Lion-O se ataba atrás de su cadera, imitando a la clérigo, luego pensó si debía entregárselo, seguramente había estado buscando esas mancuernas sin Viragor durante horas, se sintió humillada de seguir sus órdenes.

– ¿Qué es esto?

– Una cosa que te hará sentir muy mal. Eso me dará una satisfacción. Descubriendo en su interior un par de pesadas mancuernas elementales.

####

Villa-Feudo de la entrada a los valles superiores.
100 kilómetros al Oeste de Avista.

No llevaba ningún arma fuera de esa espada de entrenamiento rota, pero eso no le importaba, debía llegar, atravesó la densa nieve, amenazando con caerse por uno de los precipicios cercanos al bosque oscuro, sabía su objetivo. Los dientes le crujían por el estrés y el nerviosismo que se veía incapaz de ocultar, había pasado dos horas a máxima potencia escalando pendientes, bajando riscos, saltando colinas, si no fuera por el frio extremo que tragaban los motores de su vehículo, el radiador hubiera volado con gran parte de esa máquina por el cielo.

El fuego se extendía a lo largo del valle, donde los aparatosos feudos que estaban apartados de la guerra, alentaban a los nuevos contendientes a llenar un vacío de poder que los lagartos no querían.

Nadie vigilaba el paso principal y entró sin problemas derribando la entrada, la sangre de sus habitantes indicaba que habían muerto muy recientemente, la gran puerta del fuerte que protegía al señor de la villa, se desprendió, como buena parte de la pared sostenida por largas hileras de troncos y piedras invadidas por ese virulento fuego.

Los cuerpos de gente inocente yacían esparcidas en las calles de esa rica villa enclavada en los límites bajos del bosque oscuro o devoradas por el fuego que traía cargado un fuerte olor a carne chamuscada, una escena dantesca de cuerpos apilados de guardias y sus jefes, mismos que trataban de salir del interior de sus incendiados carruajes de madera. Al ver a la suboficial Ikarus arrojando el cuerpo de un pobre diablo al foso del fuerte donde entre gritos murió, le rugió, alzando su espada para estamparla contra el muro, deteniéndose justo en su cuello.

– ¿Por qué has hecho esto? Era completamente innecesario.

– Me parece que no es así, ahora estas obligado a ser nuestro capitán, te guste o no.

– ¿Pero eso…? No es lo que quise decir.

– Tenías razón, sin ti estamos perdidos y si no tienes una motivación para quedarte, esta es una.

Él retrocedió negando con una mirada perdida, inmisericorde, el ave apenas cambió de expresión, emprendió el vuelo reuniéndose en el aire con las otras asesinas. Era su culpa, ese momento de debilidad y duda provocó esa tragedia.

Todo se movía como si flotase y levemente se asentó sobre el ardiente piso de roca, el fuego se fue apoderando de todo, los pocos sobrevivientes que no fueron alcanzados por esa masacre, huyeron despavoridos al verle manchado de la sangre de las personas que consideraron las víctimas de su ira.

Así que cuando apareció ese lobo que le había estado siguiendo desde Avista, el mismo que vio cuando estaba en esas grutas, saltando sin ninguna precaución en un ataque directo, su enorme cabeza se partió en dos de una estocada, misma que acabó por bañarle en su sangre negra que ardía como el hierro fundido, gritando de dolor, un potente rugido que recorrió el valle.

Los lobos que le seguían, se detuvieron enseñando sus dientes, chillando y gruñendo amenazadoramente.

Había sido un reflejo, Lion-O sabía que ese lobo no era malo en esencia, así que no justificaba su acción violenta, pese a ello, un aspecto peculiar dentro de este, despertó una respuesta contundente que le hizo una herida que partió su hocico y se abrió paso directo a la base de su cuello inverosímilmente, ese sujeto tenía razón, su poder era ese.

Había iniciado una guerra por su propia mano.

####

Al tomar esa daga, sintió que su cuerpo se partía en dos, tal si un hilo invisible se enterrase en cada extremidad y le controlase como a una marioneta, sus dedos se negaban a soltarla, su mano hinchada supuraba sangre donde se había luxados sus dedos y el dolor emergió nuevamente.

Estaba enterrada en la base del cuello de ese animal, la nieve se detuvo y se transformó en agua para evaporarse y convertirse lentamente en hielo. Gritó, rugió intentando zafarse, golpeando su punta contra el suelo, pero solo veía su malévola figura reflejada, esos ojos rojos fulgurantes, mientras todo el cielo giraba en un remolino, que fue alzando el fuego para formar un tornado de llamas que migró de un lado a otro de esa villa.

Pumyra apareció junto a esos tigres saliendo del bosque y su impresión fue mayúscula.

Supuso que esa daga no había llegado mágicamente al cuerpo de ese pobre ser, alguien la había clavado allí y esa persona le miraba primero con sorpresa, luego expresando su odio.

No quería pensar en lo que esa demente quería con ese lobo, pero esa pobre bestia peleó, estaba escapando, buscando alejarse de la influencia de quien le clavase a traición en su espalda aquella daga maldita, su espíritu indomable era una cosa que su atacante no había considerado.

Conforme se acercaba, un chillido se produjo, como si ellos dos resonaran, Pumyra cayó al suelo, para ser recogida por su acompañante de un pelaje blanco, dispararon, pero los rayos se desviaban.

– “Sólo haces las cosas más fáciles para nosotras. Es lo que esa ave piensa en estos momentos, Mumm-Ra ha querido hacer una prueba controlando al patriarca de los lobos, ha sido un insensato, sin la sangre negra forjada en la hoja de su acero, el flujo vital corre en ambas direcciones, ha de estar revolcándose de dolor en estos momentos, es inevitable, ustedes dos aprenden por el camino difícil.” Agregó la pantera que se desvaneció cuando pareció satisfecha de atestiguar uno de los peores momentos de una persona agotada por la realidad.

El tanque despedazó de un disparo un par de árboles por la mitad, para caer en la tierra con fuerza a toda velocidad, sus disparos se cebaron en los vehículos enemigos, estos no se movieron de su sitio, probando su disciplina y en un rápido movimiento, dieron al centro del tanque inutilizando el arma de plasma.

Tygra disparaba sobre los pilotos que retrocedieron para colocarse en un ángulo incómodo, mientras el resto de los enemigos se refugiaban tras estos.

– ¡Dispara los misiles!

– No puedo, el fijador de tiro está atascado.

– Maldita chatarra.

– Concéntrate en evitar su avance recojamos a esos dos y vamos sobre el puente.

– ¡General, abra la rampa! Cheetara ordenó, Fedora y los cachorros cayeron al piso del vehículo.

Cheetara, portando nuevas mancuernas en sus tobillos y antebrazos, trató de ganar la salida, pero Mandora la rebasó y con el poder de sus aleteos, se dirigió hacia donde el rey estaba parado.

Recorrió por encima de uno de los fosos, pero ella tenía que tomar impulso y extender su báculo, para hacer pasar el tanque, el puente mostraba los daños en uno de sus costados, así que de no levantar el pedazo de roca que se desprendió, seguramente el tanque no lograría pasar sin voltearse, así que únicamente mordió su lengua evitando maldecir.

– Te cubriré. Dijo el príncipe Tygra que se protegió con el escudo-guante de los dardos, usando la piedra espiritual, de la que emanó un haz rojo de energía.

– ¡No! Atraviesen por aquí, yo les seguiré.

– Es muy peligroso.

– Lo es más si nos quedamos, General, hágalo. Panthro asintió, cerrando la rampa y las escotillas para evitar la salida de los cachorros.

Mandora sacó su larga espada plateada y desvió varios dardos, para que de un aleteo, lanzara sus plumas endurecidas de sus alas, los tigres protegieron a su líder que estaba desvanecida, hasta que agitando su rostro, recobrara control sobre su conciencia. Cheetara pudo apreciarle perfectamente y esa mirada de odio intensa que únicamente tenía ojos para el rey que gruñía furiosamente, haciendo retumbar la tierra.

– ¡Lion-O, detente! Él no le respondió a su llamada, el puente se comenzó a colapsar, tuvo que saltar.

Estaba dispuesta a derribarlo, necesitaba alcanzarle, decirle que lo sentía, sus manos tocaron el extremo de la orilla de lo que sobrevivía del puente, Tygra corrió a ayudarle, pero ella estaba enfocada en Mandora, que luchaba para acercarse a él, poseído por un invisible muro de energía que la frenaba, supo inmediatamente lo que era, Pumyra emitió un chillido, un alarido terrible que helaba el alma.

– ¿Qué pasa?

– Está acumulando, Lion-O, está… oh, no… ¡Espera! ¡Detente Mandora! ¡NO LO TOQUES!

Se sintió como una chispa de electricidad estática, ella le dijo algo al felino, pero el sonido no llegó a sus oídos. Ambos fueron lanzados en direcciones opuestas el uno del otro violentamente.

Por un momento Mandora recordó algo importante, parada allí en una posición marcial ante ese chico de cabellera plateada y un cuerpo casi en su totalidad cromado, ella aceptaba esa misión y cuando se detuvo, pudo recordar su nombre verdadero.

####

Uno de esos enemigos, protegido por su capa, cargó a la desvanecida líder, la traidora Pumyra, el segundo, que estaba en el suelo por una de esas plumas, fue levantado de la misma manera, Tygra abrió la boca al descubrir de quien se trataba.

– ¿Un tigre?

– ¡Rápido, están avanzando! Panthro advirtió las naves que llegaban.

– Mierda. Dijo el príncipe. Wily Kit y Wily Kat salieron, dejando a Fedora con el golpe en la cabeza a su suerte.

– No se acerquen, si lo tocan será peligroso. Advirtió Cheetara.

– General, cárguelos usted.

– No, es imposible, debemos intentar transportarles de otra manera, necesitamos eliminar su acumulación.

– No comprendo ¿cómo lo haremos?

– Con un ritual, pero es complicado… si tan solo pudiéramos transportarlos sin tocarles.

– Eso es fácil. Wily Kit corrió al rey.

– ¡Rankinbass! Y Lion-O fue succionado hacia adentro, Mandora llegó segundos después.

– Snarf, que estaba dormido en ese espacio, donde una vez estaba lleno de tesoros, sufrió la descarga cuando el rey cayó sobre él, prendiendo en fuego por entero aullando de dolor, parecía muerto, no supo cuanto pasó, pero despertó de las lamidas del pequeño en su cara, quien retozaba a su lado, Fedora estaba con una venda en la cabeza y Mandora justo en la colcha de al lado, los cachorros dormían profundamente.

– ¿Qué le pasó a su cabello? Abrió intensamente los ojos al descubrir con horror su tono plateado, alguien en las sombras le respondió.

– Sucedió cuando te tocó, respondió Cheetara. Al intentar alzar su brazo, este le dio un intenso dolor.

– ¡Arghh! Cheetara le tomó entre sus brazos.

– Te inmovilicé el brazo, tienes luxados los dedos de la mano y sin medicina puede ser un poco difícil. Le latía dolorosamente el corazón.

– ¿Qué ha pasado? Ella dio a entender que seguían en el tanque.

– Logramos escapar, sus naves no pueden ir por las veredas, nos persiguieron un tiempo, luego repentinamente retrocedieron, si no fuera por esta bolsa no hubiéramos sido capaces de descansar de ese brutal frio.

– ¿Cómo está ella?

– No te preocupes, fuera del cambio de tinte de pelo, yo diría que está de maravilla, dijo Fedora que le saludó.

– Lo siento, debí intervenir antes, pero Mandora llegó demasiado aprisa, dijo en un tono que recriminaba su falta de determinación.

– ¿Qué? Cheetara tenía una cara solemne.

– ¿Cómo las encontraste?

– Buscando, creí que no te servirían, pero como siempre, veo que me he equivocado.

– Pero estas mancuernas no deberían existir.

– ¿Por qué no?

– Mi maestro decía que los clérigos originales las hacían de árboles sagrados con un enorme poder espiritual, prácticamente eliminaron el efecto residual de la magia elemental en mi cuerpo, dijo que eran imposibles de fabricar y su vida era muy corta, estas en cambio, son casi nuevas.

– Si alimentas un bosque con un montón de infelices, entiendo la razón.

Decirle a esa clérigo que esas mancuernas estaban hechas de árboles que alguna vez se alimentaron de sangre de personas para crecer, era una mala idea, así que se arrepintió de decirlo, era frustrante que esa chica fuese tan ignorante de la propia historia de su gente, no le sorprendía su falta de disciplina para equiparar sus palabras con sus acciones.

– ¿Eso qué quiere decir?

– Nada, no me hagas caso, como quiera que fuera, es bueno que te hayan ayudado, se comenzó a recostar, pero ella lo impidió, susurrándole al oído.

– Sobre tu idea…

– ¿Sí?

– Te seguiré, quiero decir, te seguiremos si es lo que deseas, sí quieres irte a buscar la última piedra, iremos juntos, lo hemos discutido y… Pero con tristeza, el rey negó una y otra vez.

– No Cheetara, yo ya no me puedo ir, ya no.

Recostándose sumido en una severa depresión, mientras veía cumplida una profecía frente a sus ojos, clara, como esa cabellera plateada, que la una vez rubia guardiana, llegó a poseer, temía de aquello en lo que se convirtiese cuando se despertara, pero así eran las cosas.


Fin de parte 5 de 5



sábado, 17 de mayo de 2014

Capitulo 2, Episodio 28: El gigante de piedra (4 de 5) "El gigante de piedra en aquella ciudad olvidada"

Tuve un larguísimo parón primero por las vacaciones, luego por la revisión y para desgracia miá, tuve unos días por un problema con mi cuenta relacionada con la DMCA que hoy he tenido acceso al sitio, espero que este capítulo, que es lo más complicado que escrito, valga la pena la espera. No he podido dibujar porque no tengo el lápiz de la tablet, así que esperaremos un poco antes de inicia con eso.

Las otras dos partes del capitulo cuatro saldrán el mismo día, porque están terminadas, solo faltan convertirlas a formato Blogger.



Avista, entrada oeste

Las ocho guardianas de aspecto curtido, de largos penachos blancos y vestidos negros militar, se dieron cuenta antes que otros vigilantes y llamaron a su superior inmediato, para ese entonces ya era demasiado tarde.

Fedora, bastante molesta, frotó su pico moviendo su cuerpo de un lado a otro con una larga toga blanca, muy a tono con el color invernal que cubrió de blanco y tonos azulados la tierra, misma que rodeaba las colinas de esa región.

Seis alabardas enterradas en el suelo formaban un hexágono rodeando su circunferencia, una de las guardianas recitaba un largo tantra concentrada en su tarea.

– El cristal daba la apariencia de oro Comandante, fue requisado a un wolo que trataba de robarlo, parece ser de uno de los inquilinos de las posadas, no sabemos mucho de contención, así que usamos tantras de segunda clase, se puede relacionar al incidente con ese cachorro, debería reconsiderar y pedirles que dejen en custodia su bolsa.

– ¿Comandante? Maldita sea, de Consejera a una miserable coman... hm.

– ¿Mi Señora?

– Huh… no me hagan caso, verifico que tan hondo he enterrado mi cabeza esta vez, por cierto, ¿han avisado al Concejo? Hablar de esto sería de lo más imprudente.

– No, hicimos lo que la superiora dijo, es solo que…

– ¿Qué? Siguen sin confiar en la madre Superiora que les abrió los brazos pese a su “cambio de bando”. La chica que habla por esas curtidas guardianas, no negó nada, pero era la opinión general de todos los que se opusieron al Concejo y la permanencia de los thunderianos en su ciudad.

– Por eso queríamos la opinión de la capitana Mandora... Fedora, molesta por la falta de confianza en su liderazgo, apretó la empuñadura de su espada, sin que eso les amedrentase, era grave, muy grave, porque a los ojos del Concejo su propia posición era contraria al rey y la nueva mayoría del Concejo, que estaban hartos de las guardianas y su secrecía, obligó a las dos facciones a una alianza.

– ¿Es el único?

– Según nuestros datos un segundo artefacto iba de mercancía sin pasar por Avista, tenía por destino… el bosque negro, ha sido movido en carretas entre varios pueblos con los que comerciamos, los perros han tratado de ubicar el cargamento nuevamente, desde luego que en la Cofradía Bolkin no saben nada, como siempre.

– ¿Cómo es que no se habían dado cuenta hasta ahora? Ustedes presumen ser los ojos y oídos de Avista.

– Las novicias de la madre Superiora han estado a cargo de la seguridad de la ciudad este tiempo si no mal recuerdo.

– Ustedes abandonaron sus puestos y se levantaron en nuestra contra, que no se te olvide… es una desgracia que nuestras mejores guardianas siguieran a un extremista sin escrúpulos que nos puso en grave peligro, por lo que puedo deducir, no sería muy difícil tener a un montón de infiltrados en nuestras filas en estos momentos.

– Hemos verificado los cuartos y salvo por un par, el resto sigue con sus inquilinos originales, no han habido demasiados cambios a lo largo de las semanas, además, descubrimos que usan una hechicería muy burda que puede ser rastreada si se emplea en grandes números, podemos estar hablando de dos a cuatro personas.

– Tenemos que saber exactamente cuántos entraron y que áreas visitaron o tendremos un problema muy gordo, parar las reparaciones en busca de explosivos o señuelos sería un verdadero desastre.

– Cada piedra soporta una o dos personas, en eso son parecidas a las empleadas  en la invasión del reino de los gatos, así que seguramente esa es la cantidad.

– Eso si realmente son troyanas.

– ¿Por qué no lo serían?

– La razón de ensuciar el karma del hechizo podría ser intencionado, aunque igual puede tratarse de una magia burda para controlar uno de los objetos no clasificados.

– ¿Como una de las reliquias?

Sin responderle, Fedora sacó un par de cápsulas y quitó una de las lanzas haciendo que la guardiana que rezaba se desmayase, las cápsulas atravesaron la superficie dorada de la piedra.

– ¡Busquen las estelas! Si este es un Pasaje eclipse deben aparecer.

– ¿Qué es un pasaje eclipse? Fedora siguió sin responder en una actitud fresca y segura de sí misma, evidentemente las guardianas de la Segunda no eran tan buenas en magia elemental de tierra como no lo eran en hechicería, uno de los puntos flacos de trabajar para una persona recelosa en compartir su conocimiento, era la carencia de un conocimiento amplio de las cosas.

El sonido a lo lejos tardó en llegar doce segundos después y cuando lo hizo, con un conteo mental, Fedora averiguó la distancia.

– ¡Allí! Una estela roja. El humo rojo fue visto por la guardiana que les lideraba, luego de escuchar el lejano sonido apenas imperceptible. Fedora frunció el ceño, trataba de mostrar que no era únicamente un adorno, pero esa misma guardiana le dio la vuelta completamente.

– ¡Prepárense para el combate, vamos a ir tras ellos! Dos de ustedes vengan conmigo, el resto vaya volando hasta la posición de la estela.

– ¡¿Has perdido el juicio?! Yo soy la encargada aquí, gritó Fedora, la guardiana no le hizo caso.

– ¡Espera! Una sombra alada descendió sobre las guardianas a contra luz. Fedora al reconocerla abrió su pico.

– Es su oportunidad, hagan lo que les digo. Fedora habló, como si ella hubiera dado la orden retando a su vieja compañera de armas.

¡Clank! La espada que Mandora dejó ir de sus manos, dio contra la piedra de oro falso quebrándola por la mitad.

– ¡He dicho que esperes!

– Ignórenla, ella no es una guardiana, si saben a qué atenerse le ignorarán. Un largo búmeran se enterró delante de la guardiana que antes retó a Fedora, tragando saliva.

– Uy.

Mandora se plantó delante de Fedora, llena de indignación dio la vuelta despacio caminando tras las demás guardianas, sacando la cabeza a momentos para mirarle retadoramente.

– ¿A dónde se supone qué vas?

– ¡Eso no te interesa, no eres una guardiana!

– ¿Quien rayos dice que no lo soy?

– Tú únicamente quieres intimidarnos, ah, pero eso no funcionará ¿me escuchas? Juntas somos “fuertes”. Sin embargo las demás guardianas se separaron cuando la mujer rubia con un casco metálico en la cabeza avanzó un par de pasos recogiendo la espada que quedó enterrada en la tierra, empujando a la líder de las guardianas que dio un paso hacia atrás.

– Escucha cabeza de plumero, una puerta eclipse solo se abre a determinada hora del día, de otra manera llegarás como esas dos cápsulas; en pedazos…

– ¿Tú que vas a saber de hechicería párvula? Mandora alzó el puño al descubrir las intenciones de su amiga, Fedora, que lanzaba pompas de baba, de una profunda aspiración metió el moquillo que le salía por los agujeros de su pico, cambiando de estrategia.

– ¿No vas a llorar ahora? Mandora alzó su mano rascándose la mandíbula, mientras una enorme gota de moco salía finalmente del pico de su amiga.

– ¡Me pateaste… me dolió muchísimo! ¡Snif! Yo solo estaba preocupada y mira como me dejaste, malherida en el orgullo.

– Por favor… mujer, no estaba pensando en ese momento, Mandora puso su mano sobre la cabeza de la guardiana ante la extrañeza de las demás, que no consideraron que ambas fuesen amigas tan cercanas.

– La Superiora me va a expulsar y seré una delincuente como tú ¡Snif!

– No seas idiota, no estamos en la época en que somos guardianas por el mero deseo de una persona, eso tiene que cambiar. Lo que dijo hizo que las guardianas se mirasen entre ellas.

– ¿Qué haremos capitán? Finalmente preguntó la suboficial a Mandora, que daba de palmas en la espalda de Fedora, quien hacía chillidos graciosos.

–  Lo que sea que vinieran a hacer ya lo han hecho y no creo que tenga que ver con Avista, sino con alguien en específico que dejó la ciudad recientemente.

–  ¿Te refieres al muchacho? Fedora pareció recordar algo importante que no era muy bueno mencionar.

– ¿Qué tendría que ver él con esto?

– Bu-bueno… como salió hacia Magi Oar hace unos días... aunque se suponía que no debía decirlo a nadie.

– ¡¿Quéee?! ¡¿Y ustedes… tú le dejaste ir?! Mandora agarró del pescuezo a Fedora.

– Quería ir a ver al patrono del bosque, no me dijo porqué, le di el silbato que nos... que te dio aquella vez.

– ¡Tonta, él no está en condiciones de ir a ningún sitio y si no mal recuerdo, ese pajarraco nos prohibió la entrada so pena de muerte!

– No es como si me hubiera pedido permiso… ¡Ugh!

– Si algo le pasa pedazo de atolondrada, voy a arrancarte hasta la última pluma en ese plumero que tienes por cabeza ¡Vamos todas! ¡Quiero saber las intenciones de esos intrusos! Y dicha su amenaza, voló a toda prisa con las guardianas que cedieron, dejando a Fedora sola.

– Ay demonios mujer, eres insufrible. Por mí puedes irte al… ay, está bien, está bien, ya voy. Dijo mientras Mandora planeaba de regreso para obligarle a ir con ella. La suboficial intercambió gestos con el resto de sus compañeras, algo que a Mandora no se le pasó por alto, pero no hizo hincapié en ello.


####

En algún lugar cerca de Magi Oar

El tanque derrapó por la colina, disparando sus ganchos que se enterraron en un árbol, para quedar de lado sobre la orilla de un peñasco que se fue partiendo hasta asentarse en una cama de rocas aplastadas, Panthro aceleró, la estructura del vehículo vibró con fuerza extrema, al punto que las ruedas amenazaron con salirse de sus ejes.

– Te lo dije, ese puente no iba a resistir. Tygra alzó el puño sobre el tablero cuyas luces se apagaban y prendían intermitentemente.

– Creo que debemos ir por el camino largo General. La clérigo con su brazo vendado se agarró lo mejor que pudo para no salir disparada del asiento.

– No es como si tuviésemos opción, todo está cubierto de nieve por los caminos bajo y hay tantos derrumbes que es imposible saber cual está bloqueado.

– A este paso, este pedazo de chatarra se partirá primero. La razón del súbito odio del tigre a ese nuevo tanque, pasaba por el origen de este y su enojo con su propio hermano.

– Cuidado con lo que dices tigrito, o te lanzaré por la borda sin pensármelo dos veces, este pequeño cruzaría medio continente con una llanta si fuera necesario. Lo dijo mientras jalaba las palancas para corregir la dirección, el aire se filtraba porque en realidad la soldadura no era muy buena y con las continuas vibraciones, el frente se estaba separando lentamente del resto del armazón.

– Podemos poner atención al camino, sería de mucha ayuda si pudiera llegar con los brazos completos, de otra manera no me servirían las mancuernas.

– Pasar por el bosque es una mala idea, el tanque también necesita refacciones, espero que Jorma encuentre un par de llantas.

– Dijo que tenía repuestos, así que no veo el apuro.

– Para ti es sencillo decirlo señor perfecto, tienes una suerte endemoniada encontrando un nuevo rifle tropezándote con él. Panthro tenía un amuleto preparado en caso de que el tigre le estuviese chupando la poca fortuna a su alrededor.

– Eso no tiene nada que ver, soy como soy. Con un gesto pomposo se adornó acariciando el rifle del que no se apartaba un milímetro, Cheetara suspiró pesadamente frotándose el rostro, pulsó el botón de video en el interior del tanque, Wily Kit y Wily Kat estaban al lado del rey, quien tenía un paño negro sobre la cabeza, Tygra alzó la mano y la pantalla se apagó.
– Acordamos que él tenía que dar el primer paso. La clérigo hizo una mueca, aunque fue el General quien retomó la iniciativa.

– ¡Majestad, nos desviaremos del camino, iremos por el bosque negro! Panthro apretó el botón del micrófono que luego soltó sin dar a oportunidad a que el chico le objetase. Eso era a su parecer su sentido  de propia rebeldía ante las palabras ofensivas de su rey, pero para Tygra no era más que un perro faldero contento por su hueso.

De todas maneras, el general no tenía mucho de qué quejarse, tenía su tanque de regreso y no iba a ser descortés, a pesar de que quería escuchar al rey dar sus razones, no dejaría nunca la puerta cerrada, ellos sólo necesitaban de un gesto, él en cambio, conociendo la naturaleza de la realeza, podía vivir perfectamente sin exasperarse tanto.

Cuando el tanque finalmente se detuvo, se encontraban a la entrada de Magi Oar, a orillas de un rio que recorría todo el oeste thuriano, a donde Cheetara esperaba encontrar a los Forjadores de madera, quienes usaban cintas de restricción para hacer magia elemental y al conocer sobre árboles sagrados, bien podrían ayudarle a hacer una nueva mancuerna de clérigo.

– No hay rastros de nieve en la profundidad del bosque... huh, extrañamente el ambiente es muy tibio. 
Tygra sintió el suave aire caliente entrando al abrirse la pesada puerta trasera.
– ¡Achis! Wily Kat estornudó como si eso no fuese suficiente.

– Levantaremos aquí el campamento, con suerte podré encontrar a Viragor en esta parte del bosque. Cheetara, que no se acostumbraba a la mancuerna de Tygra, tenía un molesto dolor en la base de la muñeca, así que evitaba usar su magia elemental, lo que era un lujo, pues en caso de que fuesen atacados tendría problemas para defenderse.

– No te preocupes linda, voy a cubrirte las espaldas, como siempre.

– Mi héroe, galantemente oportuno, respondió Panthro atajando el cumplido, dándole una gran caja de herramientas para que la bajara, Cheetara se rió en silencio, cosa que mantuvo cuando el joven rey la pasó de lado sin mirarle.

Dado que nadie le preguntó su opinión, esperando a que continuaran con su conversación inconclusa, Lion-O no se quejó ni replicó, tenía su capa puesta con su bolsa de viaje lista, Snarf le rascaba la pantorrilla, pero una vez abajo se limitó a buscar la orilla del río que tenían que vadear.
– ¡Recoge una pira de madera! Esto no es un paseo recreativo majestad, los demás tenemos que hacer el trabajo duro mientras tú te llevas el crédito, por una vez deberías ensuciarte las manos. Alzó la voz Tygra, recordando que en esos días de batallas contra una coalición de feudos, él, Panthro y Dobo, planearon la defensa y cuando la conclusión de la misma llegó, era Lion-O quien fue recompensado con las atenciones de la gente de Avista y el Concejo. Para Tygra, el hecho de no ser reconocido por su esfuerzo era lo más frustrante.

– ¿No estás pasándote de la raya? Cheetara hizo una mueca, Wily Kit y Wily Kat miraban al tigre.

– Lo haré. Respondió en un tono monótono el rey, siguiendo su camino hasta perderse de la vista.

– No me quiero meter en problemas con Lion-O. Wily Kat murmuró preocupado al no decirle lo que había ocurrido días atrás con un visitante indeseable con el que él y su hermana compartieron fechorías en ciudad Khan. No sabía cómo reaccionaría el león si se enterase de que eran delincuentes fugados de casa, incluso si se justificaban en la necesidad, estaba el hecho de que no todas las cosas funcionaban bien en la cabeza de Lion-O respecto a la vida real y su propio sentido de lo correcto, en más de una ocasión había expulsado caravanas de bolkins que ofrecían por encima de la cofradía una manera de evitar las tasas de impuestos que estos imponían en el comercio con Avista, o recientemente, la manufactura de monedas apócrifas para usar en los feudos sin una Venia de reinos.

Esto hubiera beneficiado a Avista, pues usando a los wolos y bolkins de intermediarios, saltaría la fuerte negativa impuesta por los feudos a comerciar con Avista, se les acusaba además de ser los responsables de intentar asaltar la ciudad, aunque estos se justificaban en que no tenían escudos de armas y por tanto eran feudos libres.

Lion-O era una persona de blancos y negros, mientras los cachorros conocían los grises que él se negaba a ver, por ello hacía más duras las cosas para todos, superponiendo su sentido de lo justo, sobre las necesidades de la gente.

Peor aún, la Cofradía de Bolkins estaba robándole a Avista e incumplían sus promesas constantemente, aumentando los costos de un cargamento pagado con antelación, Lion-O inventaba cualquier pretexto  que evitase sanciones y muchos veían que el rey era muy poco dado a la economía, Cheetara en especial miraba con recelo que él diera a Ponzi una posición tan sensible en el comercio, no le molestaba su presencia, pero fue la primera en reflexionar que Ponzi era una persona de manos ligeras y que lejos de ser un sujeto de pócimas milagrosas, era un cazador de ingenuos, pese a que no veía una malicia inmediata, entendía que tanto poder acabaría por imponerse a su amistad con el rey, quien le tenía en alta estima, se negaba a ver mal alguno en el wolo, superando todo sentido común.

– Yo tampoco, prefiero olvidar el pasado. Wily Kit era la que menos enojada estaba, tenía una expresión en los labios de una línea extendida que Tygra estiró.

– Una palabra es lo único que pido Kitty, ustedes saben, yo lo sé, si no cree en Thundera debe aclararlo.

– Príncipe, deberías darte una vuelta por las planicies de los vientos grises y decirle a la gente de allí eso que... Wily Kit le dio un puñetazo a su hermano para que no hablase de más.

– Una palabra, tomar el trago amargo; Tygra, siento que no nos estamos entendiendo... “tú” mereces ser el rey. Tygra se rió a carcajadas, aunque todos tenían caras serias, empujó a los pequeños para que recogieran piedras y ramas mientras ellos revisaban el tanque.

– Chico, espero que no orilles a tu hermano a hacer otra cosa imprudente o se te puede salir de las manos, él no es alguien demasiado paciente. Cheetara dobló sus labios ante las palabras del General, Tygra le puso el brazo rodeando su cuello, atajando sus pensamientos.

– No he dicho nada en absoluto. Ella respondió cortante.

– Esa es mi nena. Dándole un beso en la mejilla que ella rascó. No estaba convencida de la manera en que se manejaba decidiendo por todos, aunque su paciencia y decepción para con su rey estaban en un punto donde un gramo más inclinaría la balanza, tantos desaires tenían su límite, era que no sabía qué pasaría si eso ocurría, ya era muy mala esa distancia para que hubiera nada que ganar.

Pasadas las horas, la fogata y la comida estuvieron listas, supieron que no estaban en el bosque mágico cuando ningún espíritu apareció para apagarla, Cheetara de todas maneras hizo rezos en los árboles cercanos amarrando cordones, era inusual verle hacer esos mantras, aunque la razón pasaba por vigilar al rey.

Lion-O volvió para poner la madera que recolectó, se notaba bastante distraído, en un punto no determinado de la joven noche, nuevamente se internó en el bosque donde remojaba un paño que se ponía sobre la cabeza sentándose sin probar bocado al lado del rio.

– ¿Te sientes bien? Preguntó la clérigo en un tono poco seguro.

– Es solo fatiga. Dijo sin explicar nada más a la clérigo que le ofreció una tela de algodón que él no aceptó con un gesto de la mano.

– Sabes que sería bueno si nos hablaras…

– Hm ¿Sobre qué?

– Ya sabes… solamente unas palabras.

– ¿Huh? No estoy de humor, si me permites, quisiera estar solo unos momentos. Su tono desinteresado le molestó e hizo una mueca, se contuvo apretando sus puños.
– Está bien, hay sopa caliente y carne de estofado. Ella apuntó al cazo de olorosas especias mal cocinadas que la clérigo tenia a mal de sazonar.

– Gracias... no tengo demasiado apetito últimamente y Zira no quiere que me salga de su dieta.

Ella dio un par de pasos adelante, se detuvo apretando sus puños, regresó para aproximarse nuevamente con una cara forzadamente amable.

– ¡Por favor, ven con nosotros! No lo hagas más difícil para ti, no lo hagas difícil para nosotros, Jaga decía que la paciencia es la más grande de las virtudes de un rey, pero ser humilde y dispuesto al diálogo, son dones de un verdadero sabio y un gran rey, a pesar de todo lo que ha pasado entre nosotros, de los “malentendidos”... yo sigo creyendo en ti.

Cheetara avanzó aún más, despertando malos recuerdos en él, envolviendo su mano derecha con las suyas de una manera parecida a como hacía en el pasado, intentando mostrarse cercana para completar una rutina dictada por su maestro, su vista no podía ser descrita debajo de esa oscura capa, pero al ver la cara afable de la clérigo, quien ocultaba su enojo real, sintió repugnancia hacia las mujeres.

No podía dejar de pensar en Pumyra al ver sus falsos matices y cambios de humor, lidiando entre su furia asesina, conteniéndose para presentar una cara amable e interesada, llamándole el “tonto enamoradizo” que no podía ver la verdad aunque la tuviese delante.

“Un encargo” fue lo que había dicho la clérigo cuando le reveló la verdad, fingiendo una cara afable que se valía de su sensualidad y encanto para abrirse camino hacia su corazón, lo que le pareció cruel.

Cuando le presionó mostró su verdadera cara, dándole la espalda como Pumyra hizo, pensaba que ella había elegido un bando, uno en el que no tenía cabida, ella al contrario, creía que podía estar en ambos o no pensaba que existiera uno, eso se había acabado.
La respuesta fue consecuente.

– ¡He dicho que no! ¿Acaso eres sorda?

– Lion-O, no tienes por qué enojarte, trato de ayudarte.

– No recuerdo haber pedido tu ayuda, métete en tus propios asuntos. Y enojado se alejó sin mirar atrás.

– Te lo dije. Tygra estaba esperándole para decirle.

El príncipe intentó comenzar una charla, ella siguió con ese aspaviento inmisericorde, Panthro sin preocuparse demasiado, les contaba a los chicos una historia, pero igual no se veían muy contentos.

Para romper ese halo de malas vibraciones, comenzaron a comer y platicar de la vieja Thundera, sobre sus aventuras, recordando lo mucho que habían estado juntos durante ese tiempo, despertando el frío corazón de su líder que parecía más taciturno de lo habitual cuando escuchaba las historias del general.
Snarf hacía pucheros para que le prestasen atención y elevaba sus patas dejando que le acariciasen la panza, lo que desató las risas del grupo que se fue relajando.

Lion-O parecía más tranquilo escuchándolos platicar de algo que no fuese él. Se sentó a la orilla del rio nuevamente e inyectó la medicina que Zira le dio, retozando en la oscuridad, soplando por la boquilla de aquel silbato nuevamente.

Se preguntaba dónde estaría Mandora en ese mismo instante, Cougara se había ofrecido acompañarle, no se hubiera opuesto, salvo porque su padre, Hammer-Sung, no estaría de acuerdo con las constantes escapadas de su hija que se negaba a tomar a ningún otro pretendiente y buscaba su apoyo para evitar repetir la experiencia. Lion-O le dijo a su padre que no insistiera con el tema, que le diera un tiempo para reflexionar, pero de la misma forma que pasó con Cheetara, le dijo que se metiera en sus propios asuntos.

Unrick, por otro lado, no parecía nada contento cuando contrajo toda la culpa, se resignó a su pena, aunque poco o nada sufrió, pues lo cierto era que le necesitaban, al ser un herrero muy competente y su falta fue olvidada al unirse a los herreros que se molestaron bastante cuando un extraño de aspecto lánguido y enjuto, se encargó de dirigirles para corregir el desgaste de las aleaciones de Avista, quien decidió desmontar la inmensa torre central de la ciudad, para liberar la tensión que sufría la estructura, el plan del rey de construir una ciudad dentro de la ciudad para dar refugio a los thunderianos, parecía un plan irreal y que despertaría la férrea oposición del Concejo.

Soul, como le llamaba el rey, ayudó a los berbils a comprender el daño que lentamente corroía sus cuerpos y toda la tecnología, el Concejo quería reunirse con él, Horus, que se recuperaba milagrosamente junto a otros consejeros de pequeñas contusiones que “ponían en peligro sus vidas”, persiguió con ahincó ese objetivo, Zira lo corrió del hospital cuando este se aprovechaba de las enfermeras y médicos con tal de entrar a ver al rey.

Como fuera, reparar los generadores de energía de la ciudad, justificó el capricho del rey por no mostrar al líder de la reconstrucción, que parecía un activo muy importante para las futuras negociaciones con las aves, por eso fueron muy laxos en dejarle ir, fingiendo al mismo tiempo una extrema preocupación, querían buscar a ese genio, pero Soul Sever no necesitaba de caminar, comer o dormir para controlar lo que pasaba y se mimetizaba perfectamente con el entorno de esa ciudad de metal y hierro.

Las luces prenderían ininterrumpidamente toda la noche desde entonces, sin preocuparse de lo que acechara en la oscuridad.

“Somos la luz en la oscuridad, nos portaremos como tales.” Fue lo único que explicó a los consejeros que le vieron, debían aceptar que esa era la posición que habían adquirido, muy idealista para el gusto de muchos, otros en cambio, la mayoría de los concejales de bajo rango, más cercanos al pueblo, parecían comprenderlo perfectamente o era su falta de experiencia y exceso de idealismo.

Lion-O sabía que la brecha entre la élite y las clases bajas crecía, los primeros le veían como una amenaza a su neutralidad y los segundos como una manera de llevar a pleno sus demandas. De todas maneras, debía hacerles entender que sus deseos eran morales, no ambición o poder, sin olvidad que nadie en el continente Thuriano les tomaría en serio si no mostraban la cara, era imposible que regresaran a un plano neutral, no era el único ajeno a la realidad, ignorando el peligro actuaban como si el mundo estuviera hecho de Avista exclusivamente, como los felinos con Thundera.

Sin conocer a nadie experto en magia o hechicería, supuso que sería idóneo hablar con Viragor cuando Cheetara mencionó que deseaba ver a la mítica ave.

Él buscó a Mandora, en su lugar, encontró a una risueña guardiana de facciones encantadoras y gráciles llamada Fedora, le orientó de una manera más directa y detallada, al punto de parecer extrañamente deseosa de complacerle en todo lo que pidiese y eso no le agradó, le dio un artilugio mágico con el cual afirmó que se podía encontrar al guardián del bosque encantado de Magi Oar.

Lo que hacía era egoísta, pero también cauto, no le comentó nada a los demás, quería verle a solas porque su tema de conversación explicaría lo delicado de su situación.

La cabeza le ardía en la noche más de lo que hacía de día, no estaba enfermo del cuerpo, Mandora le dijo que su fuerza vital estaba desbalanceada, necesitaban de alguien para ayudarle a estabilizar sus emociones, aunque claramente no entendía tampoco la manera de manejarlo y su resistencia a su mal, lo atribuyó más a su control y disciplina militar de guardiana, que al poder espiritual que pudiese poseer, por lo que la persona que ella necesitaba era un militar o guerrero muy disciplinado y él no era muy bueno con esa clase de figuras, prefería a una persona más espiritual.

Dado que Viragor era uno de los más antiguos seres del Tercer Planeta, estaba hasta arriba de su lista, pues seguía siendo incapaz de confiar en la rubia guardiana o cualquier cosa proveniente de la misma, aunque había sus excepciones.

El susodicho artefacto mágico resultó ser un silbato que no emitía ningún sonido, eso le decepcionó, cuando ya se rendía para continuar el viaje con el resto de su grupo, una voz profunda le habló susurrando.

– Parece que esta vez nos vemos en un momento poco afortunado joven rey. El ave apareció mostrando su gran cabeza y pico ancho, Lion-O se levantó con una sonrisa.

– ¡Viragor! Gracias a los Ancestros, temía que esto sería un desperdicio de tiempo.

– Por cómo te apartas de tu gente, no debe ser un tema de interés general ¿me equivoco?
Viragor lo había notado desde la altura, por eso llegó en un vuelo sigiloso.

– Eso me temo.

–Siendo así, espero que sea bueno, has despertado a medio bosque con ese silbato del infierno, por no decir que mi apetito...

– ¿Es que vas a comerme?

– No te apresures… lo estoy pensando, lo dijo rascándose el pico con una de sus patas graciosamente.

####

Sobre el bosque de Magi Oar tiempo después

Las alas de Viragor, preciosas y amplias, cabalgaban en el cielo majestuosamente bajo la luz de la segunda luna atenuada por las nubes, sin revelarle nada, el guardián de los bosques mágicos volaba a baja altura pasando entre los grandes árboles que le ocultaban.

– ¿Así que están enojados?

– Sé que es injusto, aunque la verdad siento que no importa que haga, llego al mismo punto porque sé que ellos tienen lealtades, pero no hacia mí, sino al pasado, a personas y principios que no son los míos, por eso no me dicen la verdad, por eso me engañan.

– La espada no es muy distinta a una corona, te da legitimidad, sin ella sería como iniciar desde cero.

– No puedo vivir en base a lo que un objeto inanimado me dicte.

– Pues no es un problema de fácil solución, a menos que uses a los pequeños y les adoctrines bajo tus principios, una cosa que sería verdaderamente horrible, origen de grandes maldades y villanías. Si ellos no te dicen la verdad, antes que culparlos deberías preguntarte si eres digno de su confianza, si quieres ser un líder tienes que ir por encima de sus propias convicciones, ser una fuente de certidumbre, la duda y la falta de decisión es tu enemiga.

–Si soy un líder y no confían en mi juicio, si tengo que explicar cada cosa ¿qué objetivo tiene?, no parezco un rey, sino un mal amigo al que pueden decidir obedecer o hacer a un lado.

– Un líder se mide por sus resultados al igual que su fuerza y convicciones, la gente seguirá eso eventualmente, como sea, ser un líder es un trabajo solitario, una responsabilidad que requiere mucha entereza y determinación, eso te lo puedo asegurar y no es como si hubiera alguien más con quien quejarte arriba de ti.

– Pensé que tendría un poco de apoyo de tu parte.

– Es una cosa que tienes que reflexionar con detenimiento tu solo, el precio de ser un líder ¿Y bien pequeño rey? ¿Me dirás el motivo principal de tu visita?

– Sobre eso, no es muy difícil, necesito ayuda y es imperativo que nadie lo sepa, la única persona… ave en que puedo confiar eres tú.

– ¿Así que te has encontrado con esa molesta guardiana? Debió impresionarte bastante.

– ¿Conoces a Mandora?

– Mucho tiempo atrás, una pequeña fue traída por las aves, estaba bastante enferma, como tú lo estas ahora, fue llamada la pequeña Nube Plateada, era extraordinaria en muchos aspectos y de una manera primitiva, despertaba fascinación y miedo, muchos decían que era de origen divino, fue considerada una promesa de su tiempo, el cambio de Era que traería una segunda época dorada a las adormecidas aves.

– Parece como si estuvieras decepcionado ¿Qué pasó?

– Cierto día regresó, había adquirido el nombre de Mandora, un nombre horrible como ambiguo, fue una decepción, había sido manipulada para volverse una pieza más de un sistema corrupto.

– Así que la conociste bien.

– No tanto como hubiera querido, no era muy buena en la magia, así que las Guardianas la llevaron con otros maestros, cuando regresó, dijo que necesitaba el apoyo para un tal Vultaire, un sujeto desagradable, estaba tan cegada por su devoción a ese pajarraco, que finalmente accedí.

– Creí que tú no te relacionabas con otras aves.

– No toda la vida fui un protector de estos bosques, como sea, cuando ella intentó convencerme de interceder ante la Nación de las Aves, me negué al presenciar la manera en que las guardianas trataban a los enemigos de Avista, luego el tal Vultaire vino a amenazarme, desde entonces tienen prohibido entrar a mis dominios.

– ¿Eso quiere decir que las guardianas te atacaron?

– No directamente, fueron muy cobardes, conocían donde encontrarme, prepararon la trampa, no piqué.

– ¿Qué hizo Mandora?

– Me avisó, creo que despertó o fue un momento de lucidez, qué desperdicio, me parecía prometedora, le di el silbato por si alguna vez requería de ayuda y mira quien apareció en su lugar.
 Lion-O abrió los ojos mientras el frío aire le azotaba el rostro, acercándose al plumaje de la enorme ave. Viragor descendió al pasar las colinas que delimitaban con Magi Oar.

– Dijiste que fue traída hace muchos años ¿fue cuando se enfermó del Miasma?

– ¿Miasma? Hm… bueno, eso es una palabra únicamente para cubrir mi propia ignorancia y la de las propias aves, no puedo creer que siga pensando que es eso.

– ¿Por qué?

– Mi primera idea era clasificarlo como de naturaleza maligna, aunque no se parecía a nada conocido, probé encantamientos, hechicería oscura, siendo un ser de origen sobrenatural puedo soportar un gran golpe de acumulación, esperaba una reacción similar en ella, pero nada, no hubo reacción alguna.

– ¿No reaccionó? El ave cabeceó.

– La naturaleza verdadera de algo elemental o espiritual debería surgir con la acumulación mágica, se portaba como si no fuese nada en absoluto, tal si no estuviese allí, le llamé miasma por esa razón, era hasta cierto punto desagradable saber que se comportase como algo maligno, pero no lo era, tenía beneficios de algo elemental, pero tampoco podría describirse de esa forma, un peso muerto en el fondo de tu alma, la mejor manera de describirlo.

– Pero este dolor debe ser de naturaleza maligna, lo sé. Viragor negó con su cabeza.

– Sea lo que sea, no sabemos cuál es su origen o como llegó a Mandora, es la sangre sin el cuerpo y la cabeza, difícilmente podremos descubrir su naturaleza de esa manera, únicamente especular, es la decisión que rige a un cuerpo lo que vuelve a una persona mala o buena y eso debe aplicar con esta cosa.

– ¿Nadie además de Mandora ha tenido algo parecido?
–  No que yo sepa, Mandora tenía leves dolores de cabeza ocasionalmente con la luz del Sol, le hicieron un casco especial, pues con los años la fuerza que le contenía se hacía más débil, la última vez que me visitó estaba muy preocupada.

– ¿Aún así nadie resultó infectado? Lion-O lo dijo mientras se masajeaba las sienes.

–  No podemos decir que era una infección para empezar, posiblemente el dolor que tenía era motivado porque su cuerpo o su mente no era compatible con la naturaleza del mismo, aunque creo que la razón de que ese “miasma” no le abandonase era debido a que no existía otro ser más compatible donde encajase, lo que es una contradicción, pues eso significaría que comparten un mismo origen, eso entonces nos lleva a ti.

– ¿Por qué a mí?

– Viéndote bien, parece que te ha afectado de una manera distinta, puedo sentir el enorme poder espiritual de tu cuerpo, si fuese una posesión lo sabría, aunque el mundo de los espíritus es muy complejo, este obedece a reglas precisas, por eso sé que esto no pertenece a nada conocido, simplemente es lo que es, miasma.

– Gracias, pensé que sabrías más del tema si te soy franco. El parecía más relajado, hasta que Viragor pudo leer más a detalle sus intenciones.
Te gusta.

– No es eso, es que me cuesta trabajo creerle.

– Me parece que eres demasiado joven para ella, deberías ser tan guapo y en plena forma cono yo para invitarla.

– No digas tonterías, no se trata de eso. Decía nervioso. La inmensa ave no le creyó aunque no le atosigó más.

Viragor fue descendiendo cerca de la escuela de los Forjadores de madera que se hallaba a oscuras.

– Descuida, no me los he comido si es lo que piensas, pero es invierno y las familias de los nuevos alumnos parten a los bosques del Este.

La inmensa ave troceó pedazos de madera de un tronco al parecer seco, eran demasiado gruesos para encender una fogata, lo que era muy raro, Lion-O puso las piedras siguiendo sus instrucciones.

– Te dejo el honor. Vitagor giró la cabeza agarrando un madero que esperaba que Lion-o cortara a la mitad, era extraña la petición, pero él lo hizo. Sacando un espada de entrenamiento, la alzó para ser preciso con el golpe.

Desde su punto de vista, Gami, una chica forjadora de madera de ojos verdes, le pareció que el felino cortaría la cabeza de su maestro, era muy raro que fuese el mismo felino que una vez le ayudó a desterrar al malvado Zig.

Su reacción fue automática y convocó a unas pequeñas hojas que se tornaron en puntas romboidales que arrojó con magistral poder.

Lion-O dejó caer la espada, Viragor alzó la cabeza para regresar a ver a Gami con el madero en su pico, ella puso una expresión dramática y luego regresó a observar a Lion-O, cuya capa se fue haciendo negra en el punto donde le había atravesado, viniéndose al suelo.

– Eso sí que es una sorpresa. Dijo Viragor, que le miraba como si no le afectase en absoluto mientras esa chica corría hacia él alarmada.

– ¡Maestro Viragor, lo siento! El gran ave alzó la cabeza mirando hacia el cielo para ver a su asustadiza pupila.

– Por los espíritus del bosque, Gami, para ser discípula de un sujeto que te enseñó sobre ver la imagen completa, eres decididamente miope, no es como si me estuviese quejando, pero eso pasa. Dejándola con una expresión confusa.

####

Al otro lado del bosque, tiempo después

Mandora saltó, girándose sobre el primer atacante, pero de repente, este cambió de dirección magistralmente, más allá de lo dictado por la física. Recibió un segundo golpe, Fedora no se apartó de ella, pero poco o nada pudo hacer cuando los disparos precisos daban contra el filo de su espada que amenazaba con quebrarse.

– ¡Mandora! Gritó Fedora al ver caer a la guardiana.

– ¡Te tengo! Tygra que viró sobre la rama de un frondoso árbol y luego de golpear de lleno con una patada a otro atacante, con su látigo alcanzó a la guardiana. Se posó con gracia ante la mueca en la boca de Cheetara.

– “…”

– No te ocupes en dar las gracias, salvar chicas en apuros se está haciendo mi segunda profesión ¡Cheetara espera aquí! Voy a dar una vuelta por si veo su guarida, traten de mantenerlos sobre los árboles grandes, lo dijo pomposamente cerrándole el ojo, para retomar altura una vez se tensó el látigo.

– ¿Es así siempre? Preguntó la guardiana a la clérigo, quien no podía seguir el ritmo al grupo de mujeres guerreras.

– Pienso que se está acostumbrando a su propia estupidez. Sonriendo al unísono, al reflexionar el poco aprecio que sentía la una por la otra y la manera en que compaginaron, ambas giraron sus caras al lado contrario con vergüenza, Fedora que falló en su intento por cachar a su compañera de armas, llevaba su espada sin recibir gratitud alguna de por medio.

– ¿Estás bien Mandora? Es extraño en ti fallar así…

– Concéntrate en buscar el maldito portal cabeza de lechuga, no debemos dejar que lo alcancen.

– Un “gracias” hubiera sido suficiente. Pero la guardiana no le escuchó regresando al combate.
Cheetara se veía exhausta cuando el tanque se abrió camino entre los frondosos árboles, atajaron la marcha de los vehículos enemigos que acabaron sus días en el suelo arcilloso de ese lugar, las guardianas se apostaron a los lados del tanque y le usaron de cuña para iniciar su segundo ataque.

– Sé que esto no es de mi incumbencia, pero creo que deberías detenerte un momento a descansar, la magia elemental que usas es muy sucia… Cheetara la miró detenidamente un momento y se preparó.

– Tienes razón, no es de tu incumbencia. Dejando a la guardiana con el pico abierto.

####

El tigre más afilado, tenía tal fuerza que dio dos giros antes de volverse completamente invisible y que otro apareciera en sentido contrario haciendo imposible reaccionar a los atacantes, ni siquiera la guepardo que fue dos veces confundida con un truco tan simple.

Cambiar de dirección era difícil pensando que era la misma persona, pero Bengalí lo había arruinado nuevamente.

– Te dije que traer a este estúpido fue una mala idea, no puede camuflarse adecuadamente, debes hacer algo Taiga.

– Tú no vas a hacer una mierda. La voz de una chica de expresión dura, se escuchó siendo ocultada por el líder del grupo que además llevaba de cerca al felino albino.

– Si quieres a ese maldito mapache, necesitas usar gente útil, no a imbéciles, mujerzuela. Taiga pasó su brazo sobre el tronco de Pumyra para contenerla, Bengalí estaba en silencio.

– No te expreses así de Lady Pumyra, no podemos hacer nada salvo tratar de mantenerlos a raya.

– Deja que acabe con ellos, puedo eliminar a la guepardo, está muy debilitada.

– No.

– ¿Acaso defiendes a esos miserables thunderianos? Si tú no eres capaz de tomar tales decisiones, yo lo haré. Pumyra se erizó de los vellos de su cuerpo, no debía hablar o que se sintiese su presencia, pero esas palabras le recordaron cosas que deseaba olvidar.

– Lo dices como si fuera tan sencillo. Bengali interrumpió y cambió de dirección súbitamente agarrando del antebrazo a la felina, a quien ocultó con la misma magia que usaban el resto para camuflarse, cuando Cheetara, Tygra y Mandora bloquearon su camino, no podían verles perfectamente, fuera de sus capuchas pardas, eso no parecía un problema conforme aprendieron sobre la marcha a reconocer la manera en que se movían y en que Bengali se iluminaba con un patrón blanco por un instante, exponiendo a sus compañeros, esa última vez pareció intencional.

El tanque de sus perseguidores disparaba hacia el frente, abriéndose camino entre las moles de rocas y árboles, dañando otro de los vehículos en fuga, las cápsulas lanzadas desde la cabina, pusieron en aprietos a los que se movían como señuelos, masas viscosas y rosadas se pegaban en las ramas y hacían imposible moverse, salvo hacia las copas, donde las ramas eran más frágiles, soportar el ataque parecía lo común de su entrenamiento, pero las guardianas los ponían en tal peligro, que comenzaron a disparar sin orden aparente.

– ¡Eso no les servirá! Gritó la clérigo que extendió su báculo, rompiendo largas porciones de árboles que bloqueaban la vista y hacían difícil apuntar con precisión. Mandora usaba en cambio sus alas para abrirse paso con andanadas de filosas plumas. Tygra apareció saltando encima de ella, para que con su látigo tirara una a una las armas de los fugados.

– ¡Allí! Apuntó Mandora, la bolsa se movía cargada por una de las sombras, incapaz de ocultarla totalmente, no pudieron descubrir si se trataba del rey, no había tiempo para ello, avanzaron hacia ese sitio.

– ¿No dispares, puedes darle? Le advirtió al príncipe.

– Nunca he perdido la marca, no voy a empezar ahora. Le respondió a la clérigo que aumentó su velocidad, hasta que las otras tres mancuernas explotaran en sus piernas y antebrazos, cayendo de la rama por la cual se desplazaba.

– ¡Cheetara! Tygra tiró su arma, lanzando el látigo, se dejó caer, pero ella iba demasiado rápido, Mandora apretó los dientes y se precipitó a toda velocidad en picada.

– ¡Maldita sea, no debiste venir! Gritó cuando sus alas se doblaron con la fuerza, atenuando la caída lo suficiente para que Tygra la agarrara del pie, pasando la maleza para impactarse en el suelo.

Mandora se levantó aturdida, Fedora señaló en una dirección y el tanque accedió a donde el vehículo más grande de los fugados se había volteado.

– ¡Se han metido en la cueva, los tenemos!

– No idiota, no los tenemos. Mandora se lamentó, Tygra en cambio ayudó a Cheetara que siguió adelante con el fuerte dolor de sus extremidades.

– ¿Qué ocurre? Preguntó Panthro desde la cabina del tanque, Wily Kit y Wily Kat que tenían visores térmicos grandes y abultados, asomaron la cabeza con las cápsulas en sus manos.

– Ella tiene razón, están atrapados en la cueva. Dijo la cachorrita con las luces del tanque, miraba el paso de las sombras, Mandora tiró su casco de metal al suelo rompiéndose en dos, sin preocuparse más, de todas maneras, Fedora ya se había dado cuenta y si no fuese por su empeño en ocultar la nueva condición de sus ojos, habría tenido valiosos segundos para actuar.

Con su espada desactivó de un golpe los explosivos y tomando una roca corrió por el tiro de la cueva hasta encontrar lo que buscaban, lanzó la misma contra la superficie dorada de una enorme pepita de oro falso, rebotando para caer al suelo.

– Le hemos perdido.

– ¿Y eso qué significa? Cheetara apretó su puño hinchado sobre el cuello de la camisa negra de Mandora, estaba en mal estado.

– Si no fuera por tu estúpida caída les hubiéramos atrapado. Ella le miró desafiante. Fedora se quedó petrificada cuando la Clérigo le dio un puñetazo en plena cara, siendo separadas por los presentes.

– ¿Qué sucede? ¿A dónde se han ido? Wily Kit preguntó alarmada del abatimiento de Mandora.
– Esto es un portal eclipse, un puente mágico entre dos entradas, esta es una de las entradas, la otra podría estar en cualquier lado del mundo, ha sido bloqueada. Dijo Fedora en un tono sepulcral.

– ¿Se han llevado a Lion-O?

– Eso me temo pequeña. No podemos hacer nada Mandora, regresemos a Avista e informemos a Scandiacus.

– Si esa momia se ha llevado a Lion-O, sólo hay un lugar al cual pudieron ir, sabemos dónde está. Tygra dijo en un tono muy serio y decidido.

– No es tan simple gato, acceder a la pirámide negra no fue suerte, ese monstruo quería que le encontrasen, les permitió entrar porque quería atraer al rey… ¿es que no sabes nada?

– ¿De qué demonios hablas?

– Ya que mencionas sobre no saber nada Mandora… Fedora observaba indistintamente hacia la entrada donde el tanque se había quedado estacionado.

– ¿Qué?

– ¿A dónde han ido esas tipas? Mandora y los otros presentes le imitaron, pero ninguna de las guardianas que le habían seguido estaban presentes, habían desaparecido. Mandora buscó en el suelo, pero fue Wily Kit quien alcanzó una bolsa abandonada que olió detenidamente, era claro para todos que no podía ser la bolsa donde llevasen a un león, por muy pequeño que este fuera.

– No es él.

– ¿Estás segura? Mandora agarró de los hombros a la pequeña.

– No es su olor, este olor… lo recuerdo, pero no es de él.

– ¿Qué es lo que está pasando? Cheetara preguntó, la guardiana parecía rápidamente repasar sus memorias, intentando preparar una estrategia clara.

– Regresen al campamento, seguro que la mayoría de ellas no andarán muy lejos buscándole, Fedora y yo buscaremos a Viragor, la líder debió ir allí.

– Estas loca si piensas que te dejaremos ir ¿acaso esas guardianas no son tus aliadas? Mandora preparaba una llave contra el príncipe, Cheetara ante la mirada atónita de Panthro y los cachorros, sacó su bastón que se alargó demasiado y deformó de una manera violenta, fue Fedora finalmente la que evitó que Mandora y Tygra siguieran adelante, agarrando a ambos de sus brazos y separándoles con una fuerza que su pequeño cuerpo no parecía poseer.

– Me parece que no es necesaria la violencia, Mandora, si quieres que estas personas crean en ti, esta no es la manera, por desgracia príncipe Tygra, hay intereses en todas partes y esas guardianas tienen los propios, si no se han llevado a su majestad es mejor para nosotros, significa que hay esperanzas.

– Tiene razón muchacho, nosotros no podremos más que confiar, con el tanque no llegaríamos a Magi Oar a tiempo y Cheetara está en su límite, debemos decidir, tú debes hacerlo, ya que llevas la espada.

Tygra no quería repetir sus indecisiones una y otra vez, tragándose su enfado se decidió por lo más lógico.

– Muy bien, sólo espero que no le pase nada o te aseguro que Avista será la menor de tus preocupaciones.

####

Lugar desconocido

Se despertó de un súbito alarido, era un claro muy amplio, cuya luna menguante apenas iluminaba, el olor era fétido, avanzó a lo que parecía ser un pequeño lago con un islote en el centro, cuyas construcciones derruidas estaban cubiertas de barro, humeantes, con largos maderos al rojo vivo, como veredas de piedra abiertas por los árboles.

El lugar de una batalla... Creyó ver los cuerpos de cientos de personas amontonadas en las bardas y torres de arqueros, ladeadas por el peso de grandes escalinatas de madera, protegidas por faldones de plomo, alguna clase de arma de asedio, aunque al acercarse eran los restos  oxidados de armaduras, vestidos de cota de malla y capas derruidas, las armaduras de cerámica negra le resultaban desconocidas, restos de catapultas, ballestas dobles y carruajes de guerra, cubiertos por un lodo verdoso, era muy antiguo, perdido en el tiempo ¿Pero por qué parecía entonces como si hubiera pasado hace un par de horas?

– ¿Donde rayos se supone que estoy?

– Me parece que son restos de cuando los thunderianos pelearon contra los reinos nativos, reconozco esos estandartes, son muy viejos, tanto que me sorprende verles aún en su asta. Viragor habló en una voz apenas audible.

– ¿Me has traído aquí intencionalmente?

– Mucho me temo que no estamos en el lugar al que he querido traerte, es una especie de oclusión elemental.

– ¿Oclusión…?

“Una elegante manera de referirse a una ilusión del pasado… o de decir que no lo sabe. Tendrías que agradecerme, contemplar el precioso momento en que las semillas de lo que luego sería un legendario bosque mágico, no es una cosa de todos los días.”

La voz era inconfundible, más suave y vital, en cierto modo, más adulta, era imposible, si era Mumm-Ra transformado, estaba indefenso, su larga y delgada pipa dejó escapar un anillo de humo conforme se fue haciendo visible para levantarse de su sitio.

– ¿Quién eres tú?

Viragor se desplazaba sobre los árboles con sus grandes patas, agitó su cuerpo sorprendido al reconocer al interlocutor. Lion-O cayó en cuenta de que había sido herido, pero no tenía molestia alguna, aunque una fea mancha de sangre cubría el blanco de su manto.

“No soy Mumm-Ra, si eso te preocupa.” Habló en un tono bastante despreocupado, lo que le hizo sentirse nervioso, sus facciones, fuera del parecido inicial, contenían dramáticas diferencias, su cabellera larga y abultada era negra, sin rastro de vellos en su cara y manos, blanco como la cal, de unos ojos anaranjados bizarros brillantes, podría pasar por la imagen viva de un príncipe extravagante, al mismo tiempo recatado y digno, en cierto aspecto, daba la impresión de pertenecer a un antigüedad muy remota, como su propia dicción y postura, vestido con una larga ropa gris que le cubría hasta las piernas con adornos dorados y se extendía con una cola cónica por el suelo y el agua que no tocaba con sus pies, se parecía en aspecto a Mandora, especialmente al comparar sus orejas ovaladas.

Caminó por el campo sin hacer ruido y atravesó el agua sin empapar sus pies, nunca despegaba las manos de su regazo y cuando llegó hasta él, lo hizo de lado, sentándose sobre una roca, mirándole con una expresión difícil de leer, era en extremo delgado y metiendo su mano entre sus largos cabellos, despuntó un mechón juguetonamente.

“Hace mucho tiempo que no me visitas Viragor, creía que te habías olvidado de mí.”
Viragor se echó a un lado del felino ocultándose de esa presencia.

– El pasado es el pasado, no vale la pena detenerse en él.

“Ah, pero de ser eso cierto no estaríamos aquí nuevamente, ante el nacimiento de otro bosque, repitiéndose la misma historia.”

– Demándame, por lo demás, no soy responsable de las decisiones de las personas, no funcionará ahora, como no funcionó en ese entonces.

“Pero qué conveniente de tu parte.”

– ¿Quién es este sujeto Viragor? Lion-O preguntó.

– Lo que “tú” quieres que sea, respondió sin verle a la cara. Al regresar la mirada, el sujeto ya estaba sobre la suya rodeándole con sus manos curioso, observando a detalle su rostro felino.

"¡Maravilloso, verdaderamente maravilloso, me encantan los leones! Nunca pude hacer nada parecido, pero él ha logrado una cosa loable y pensar que consideraba que era un desperdicio sin remedio, ha resuelto el problema de una manera por demás elegante.” Palpando la musculatura de sus brazos, las venas y el pelaje que la rodeaba, frotó su cara tersa con la suya.

– Amigo, creo que deberías mantener tus manos quietas.

"¡Qué miedo! Todavía noto esos genes salvajes en tu sangre ¿Lo has visto ya? No he podido salir mucho al mundo hasta muy recientemente, debió ser una terrible impresión, por eso has venido ¿no?"

– ¿De qué hablas?

“¿De qué más? Ver más allá de lo evidente, ella te lo habrá dicho cientos de veces, seguramente estarás tan harto como él, pobrecito, tanta manipulación, aunque esta vez no se repetirán esos errores, me gustaría que empezáramos con una prueba sencilla, de esa manera acortaremos mucho trecho, va a ser fantástico.” Se rió como un niño tomando afectuosamente sus manos.

– ¿Te refieres a la espada? ¿Vas a ayudarme a aprender a usar la visión? Eso sería fenomenal, aunque no en este momento, tengo mucha prisa. La cara del sujeto cambió y se detuvo a verle detenidamente los ojos y luego hizo un puchero lleno de indignación.

"No tonto, me refiero a esto", agitó sus brazos que pegaban a los lados de su vestido, para señalar el campo de batalla, rodeando un castillo de extraña forma.

– No comprendo… ¿Dónde estamos? ¿Acaso es Magi Oar?

– En cierta manera… lo será. Viragor habló suavemente, el sujeto relampagueante, ya estaba sobre él, la enorme ave no parecía capaz de hacer nada en su contra salvo derrumbarse boca arriba.

“Si quisiera que explicaras las cosas pajarraco, te lo pediría.”

– ¿Es una ciudad? Lion-O pareció advertirlo, el sujeto parecía decepcionado.

“No eres demasiado inteligente ¿Verdad? Bueno, no es como si me importase esa parte de ti.”

– Cuida tu boca.

“¿Es que no lo vez? Las semillas, no creerás que un bosque con tal poder espiritual fue creado con magia.”

– Pero estas son armaduras de guerra felinas, ¿dices que los cuerpos son las semillas? Eso es horrible ¿Es cierto eso Viragor?

– Pensé que te habías dado cuenta la primera vez...

– ¿Thunderiano? Pero nunca hubo un fuerte tan al norte.

– No me parece que esto haya sido un fuerte o un pueblo… Viragor se quedó en silencio al mirar una gran cabeza felina semi-hundida en el fango de una pantera que se iluminó por el movimiento de una de las lunas.

– ¡No! Las palabras huecas de Lion-O resonaron al apreciar con la luz de las lunas, las grandes dimensiones de aquella ciudad, un reino entero clavado en el centro de lo que un día sería conocido como Magi Oar.

“Bienvenido a la vieja Thundera, la original.”

####

Las espadas de esas guardianas le atacaban de diferentes ángulos, él solo esquivaba y regresaba los golpes con sus puños, era una pelea desigual y estaba perdiendo, pero la sangre recorría tan intensamente sus venas, que de un golpe preciso arrancó la cabeza de una de las aves, quien siguió su ataque hasta darse de lleno contra un árbol, a pesar de su tino, una espada fría le cortó por la espalda, de pronto se despertó sobre un suave plumaje.

– ¿Invocaste a los antiguos espíritus? ¿Eres alguna clase de estúpido? Viragor de reojo miró al felino hundir su cara en su nutrido plumaje, con las alas extendidas a contra viento, el gélido aire no permitía que estuviera demasiado tiempo con la vista al frente.

– ¿Qué has dicho?

– Nos estabas contando que habías invocado a los antiguos espíritus. Gami acompaño a su maestro.

– ¿Eso…? Ah sí, parecía ser la mejor idea, aunque me arrepiento.

– ¿No será a causa de ello? Estaba segura que te había dado, vi la sangre, pero ahora estas como nada, como si nunca hubiera pasado. Gami dijo con su suave voz, él miraba sus manos apretar el cuello de una guardiana antes de que otra le atacara con una patada por la espalda. ¿Una visión? No lo parecía, continuamente regresaba a un momento anterior.

– Tal vez, no sé que estaba pensando, fue muy estúpido.

– El poder de los espíritus no obedece a un único amo, puede que sean malignos, pero también son fuerzas espirituales y naturales, lo que me preocupa es la razón de que puedas invocarles, ese poder solo debería lograrse mediante las piedras, no importa si es la invocación correcta, deber requerir de una energía colosal, tendrías que estar muerto o convertido en un monstruo horrible, deformado en una cosa de indigna memoria… pero no lo estás.

– Las guardianas dijeron que la invocación era necesaria, que no tendría suerte como la primera vez.

– ¿Primera vez? Más extraordinario aún dos veces.

– Sufrí un gran daño, mi cuerpo fue prácticamente destazado, me desperté como si nada hubiese pasado, no lo supe explicar, por eso creo que es el Miasma.

– No lo sé, cuando Mandora sufría un daño tardaba horas en curarse y siempre dejaba rastros en su piel, tú no tienes ni las heridas, observa, incluso las manchas de sangre de tu traje han desaparecido, más pareciera que nunca sufriste daño alguno, salvo por este agujero en la tela.

– Debo suponer que es esta cosa entonces, pues no tengo la espada en este momento, ni otro poder que valga la pena, como cuando caía al rio de los valles interiores y la piedra espiritual me protegió.

– Aún así, hubo un aura en ese momento, como cuando te vi usar el guante ¿Cuál es el motivo tras un escudo que se transforma en una armadura? Si la espada no se transforma en un martillo o en una lanza ¿no te parece extraño? es la primera vez que escucho que un objeto cambie su naturaleza tan radicalmente.

– Mandora dijo que posiblemente era para que Mumm-Ra liberase el poder que de otra manera no podría soportar su propio cuerpo.

– ¿Y por qué razón necesita ser más poderoso? ¿Acaso no es suficiente con su ejército?

“Esa es una magnífica pregunta Lion-O, pero necesitas regresar atrás, al momento inicial del problema ¿Por qué el escudo se transforma en una armadura?” Ese sujeto, que le miraba luchar sentado en una roca sin intervenir en el combate, estaba fumando de una larga pipa de lo que parecía ser opio.

La guardiana le arrinconó en el tronco de un árbol, con sus garras que clavó horizontalmente, hizo que esta casi perdiera la conciencia, otra tomó su lugar.

– ¡Es… una copia de la espada de Plun-Darr! Lion-O gritó con emoción, Viragor y Gami comprendieron que él había tenido un momento de reflexión importante y la enorme ave sagrada descendió lentamente.

– ¿Una copia?

– Sí, fue creada por los herreros con los restos del metal que usaron para la forja de la espada de ese montón de huesos.

– Eso explicaría muchas cosas, si es una copia, los herreros debieron también reproducir el propósito seguido por el oscuro sin darse cuenta.

– ¿Así que la espada es maligna después de todo? Gami musitó.

– Pero es capaz de reconocer el bien dentro de las personas, cuando intenté usarla contra ti, no funcionó.

– Si es así ¿por qué no te advirtió de la villanía de esa chica que mencionaste que te traicionó?

– Nunca la usé contra ella, ni ella tocó la espada, aunque hubo algo extraño cuando tenía la espada de Plun-Darr.

– ¿Tuviste una visión del pasado?

– Creí que una de las compañeras de Leo… del primer señor de los Thundercats, era una usuaria de la espada.

“No seas ridículo, nunca se trató de eso, una espada no puede reconocer la maldad y nunca lo ha hecho...” Desvió otro golpe y se dobló como si fuese una rama al viento, aunque esa guardiana era una gran esgrimista… Gami le dio la cantimplora atrayendo su atención, bebió el líquido caliente al aterrizar Víragor en una región de árboles negros.

– Se trata de ver… más allá de lo evidente. Viragor que escuchó con detenimiento, pareció comprender inmediatamente su intención, pero también, como si hubiese recordado algo que había escuchado momentos atrás y que había olvidado.

– Las espadas mantienen su conexión, pero el usuario tiene que ver con el proceso, tal vez nunca se ha tratado de la espada, sino de ti. Al bajar Gami y Lion-O de Viragor, estaban ante un discreto camposanto.

La líder de las guardianas alzó su espada e intentó enterrarle la punta, se giró en el momento preciso, recargó su espalda y le quitó la espada de igual forma que con Mandora en su primer encuentro, dándole una patada en plena ingle.

Lion-O tocó los discos de mancuerna para Cheetara que traía en su cintillo, mismos que había tomado de los restos de un campo de batalla muy antiguo, estaban nuevamente volando de regreso a su campamento, la sensación de asco era más fuerte, deseaba vomitar.

– Deberías tomar más sabia, en una o dos horas recuperarás lo que has perdido por la herida, me parece que aunque esta haya desaparecido como si nunca hubiese estado allí, tu sangre no sigue el mismo patrón. Gami dijo alarmada, aunque no recordaba tener esa mancha un momento antes.

“Debí saber que no estabas listo, era demasiado bueno para ser cierto.”

– No lo comprendo. ¿Esto es alguna clase de alucinación? Al regresar a ver hacia atrás, Gami no estaba más con ellos.

– Es alguna clase de poderosa fluctuación en el tiempo de este sitio, pero tú eres el causante, escúchame Lion-O, creo que pronto olvidaré que estuve siquiera contigo.

– ¿Yo?

– Hoy hemos topado con alguien del pasado de este mundo, no sé la razón de que lo haya olvidado, pero la razón de que no haya confiado en él es que descubrí que había venido en la misma nave que…

La voz de Viragor cesó en ese momento.

“¿Ya se ha acabado este drama? De cualquier manera esto nunca se trató de las piedras para empezar, debiste darte cuenta, necesitas elegir muchacho y yo soy tu mejor opción. Aquellos que han decidido servir a la espada de los augurios no lo sabían y eso será un fatal error para ti.”

– ¡Ridículo! Las guardianas le estaban doblegando intentando acabar con su vida. Ese sujeto con su misma cara recargó su cabeza con una mirada cansada sobre ambas manos.

“¿Cómo podría saber una espada, por muy poderosa que esta fuera, que tu eres bueno o malo? Eso es imposible, eres tú ¿no te has dado cuenta? La espada te inyecta el poder del ojo de Thundera, pero esa habilidad es exclusivamente tuya.”

– No tiene sentido, Viragor dijo que no confiara en ti, tú estás con Mumm-Ra, trabajas para él.

“Ah ¿No te lo había dicho ya? Si no estuvieses tratando de evitarme esto no pasaría.”

– No estoy tratando de evitar nada, salvo a estas locas. Parecía aburrido, las guardianas no sabían de qué hablaba, pero atacaban igual.

“Por centésima vez, yo no estaba en esa nave como invitado, era un prisionero, no puedes culparme de nada, fui un mero espectador, no intervine en nada de lo que pasó, ellos usaron mi fuerza cuando les convino por sí mismos.”

– ¿Quién eres?

“Soy lo que queda de ese al que tu llamas gigante de piedra, el golem de la ciudad muerta.”

– ¿Qué? Cayó de rodillas, mientras las guardianas, satisfechas hablaban en el idioma de las aves sacando sus navajas.

“¿No me digas que tengo que volver a repetirlo nuevamente? Si esto se trata de ver más allá de lo evidente, tu eres veladamente ciego.”

– Nos has dado muchos problemas maldito gato, la Segunda solamente quiere que estemos seguras de que no irás a ningún sitio o te recuperarás mágicamente, voy a cortar esa asquerosa cabeza tuya y separaré cada parte de tu miserable cuerpo a kilómetros de distancia entre sí y por fin, estaremos en paz.

“Culparles no serviría, no son tus súbditas de cualquier manera.”

– ¿Si esto era para lo que me querías, que objeto tuvo?

– ¿De qué tanto hablas pedazo de mierda? Nunca hemos trabajado para ti. Una vez estés muerto sacaremos a Avista de este atolladero y los demás felinos con toda su chusma, se largarán de nuestra sagrada ciudad.

“Ha tomado mucho tiempo, tanto que me estoy aburriendo de esto, pero mi trato sigue en pie y no tienes que invocar a esos miserables viejos, te ayudaré de igual forma sin arrebatarte la esencia en el proceso, únicamente tienes que aceptarme, tu cuerpo puede tener éxito donde esa momia desleal falló.” Extendió la mano hacia el felino.

– No voy a entregarme a ti.

– Hm, como si me importara, como si a este cuchillo le importase. Las aves hicieron chillidos burlones, la punta del cuchillo le abriría en canal el cuello.

“¿Es que tienes otra opción? Puedes seguir ciego a la realidad, esa nave que viste dejando esos warbots en el bosque negro, no son una casualidad, ellos trabajaban para él desde un principio, él te los cedió, no hubieses llegado tan lejos sin su intervención.”

– ¡No! Es mentira.

“Leíste las crónicas de las aves, bien lo sabes, hasta hace nueve años nadie conocía de la existencia de los berbils, ese tanque lo repararon magistralmente, sabían cómo hacerlo porque los planos estaban en sus mentes, esa enfermedad del metal les atacó por esa razón, es parte de un sistema de defensa implantado en Avista contra las máquinas de Mumm-Ra y su tecnología ¿Por qué otra razón si no?”

– ¿Cómo podría saberlo? Es demasiado confuso. Las guardianas parecían comprender que él se había vuelto loco, aunque la líder que las guiaba luchaba contra una mano invisible que no le dejaba cortar su cuello.

“¿Entonces cómo obtuvo el tanque ese general tuyo? No es casualidad que encontraran a los berbils tan fácilmente, como no es casualidad que obtuvieran un tanque con un sistema que pudo ser bloqueado con el mero deseo de su amo, les dejó tener el tanque para que hicieran el trabajo sucio que él no podía, mandó a los esclavistas de la arena a capturar al general para evitar que este regresara a Thundera y le llevasen a la arena, debió sospechar algo cuando volvió para encontrarlo en óptimas condiciones, aunque el secreto de ese mentiroso es que no estaba muy urgido por irles a avisar del inminente ataque.”

– ¿Cómo sabes todo esto? Ese sujeto de facciones pacientes alzó la vista en un gesto sumamente cansado, su cara ya no tenía la risa y frescura que le mostró al inicio.

“Tú me lo has dicho un millar de veces pero no quieres aceptarlo, eras un niño que tuvo contacto con la tecnología y por eso los clérigos intentaron alejarla de ti, porque no solo implantaban conocimientos en ti, sino que podía hacer cambios inesperados en tus ideas, cuando los generales fueron mandados al exilio por tu padre, la tecnología apareció en los años sucesivos en gran cantidad y Avista, que reciclaba su basura, terminó por tirarla abiertamente en un valle que un curioso perro comerciante de Thundera, pudiese encontrar.”

– No, Jorma no tiene nada que ver con esto.

– “¿Cuántas veces más tengo que repetirlo? No importa quién ha manipulado a quién, finalmente el eslabón principal al que se atan todas las cadenas es únicamente uno. Me estas dejando seco niño, al menos ya no saltamos tan seguido.”

– ¿Y qué quieres? Cuando dijo esas palabras en ese preciso orden pareció renacer.

“Finalmente, estaría llorando, sino es porque ya pasé esa etapa varios años atrás.”

– ¿Qué quieres?

“Que veas más allá de lo evidente, tú decides si creerme o no.”
De pronto apareció en un pasillo largo y cálido, era de día, la inconfundible espalda de Mandora se movía de extraña manera, como su contorno y su larga cabellera que era de un color plateado, se reía a pleno pulmón y sus brazos se balanceaban de un lado a otro con coquetería tocando con sus manos los gruesos brazos del general Panthro que no eran robóticas extensiones, sino hechas de carne y un pelaje gris claro.

– ¿Así que tú abriste la reja?

– He estado viajando mucho, sabía que no sería bueno, los elefantes fueron más complicados y convenientes, no recordaban mucho, pero mi mensaje se transmitió.

– Si eso pasaría ¿Por qué no fuiste a avisarles?

– ¿Por qué no fuiste a avisarles tú? Tuviste más de un mes, aunque a mí nunca me importó ese reino, tú por el contrario...

– Fue un error.

– No tienes que idear pretextos conmigo, sé bien lo difícil que fue para ti destacar en ese mundo de racistas, eras tan bueno comandando como Grune, pero era a ese despreciable sujeto a quien le daban las recompensas, debió ser una frustración cuando te exiliaron.

– Lo fue, pero no me motivó la venganza, lo juro.

– Me extrañó cuando te enviaron a ti, el rey te sacrificó sin pensárselo dos veces, eso hubiera puesto a prueba cualquier lealtad, incluso la mía, por eso no debes justificarte ante mí, ni ante nadie, ni siquiera ante Lion-O.

– No es lo que quería decir.

– Supe que después de lo que Lynx-O hizo con los lagartos en los pantanos, la guerra vendría, el rey fue un estúpido al dejarse influenciar por el clero, no había futuro en un pueblo gobernado por esos villanos, sellaron su propio destino.

– No debí hacerlo, de haber hecho el esfuerzo, el rey estaría vivo… Mandora le dio lo que parecía ser un beso en la boca que fue largo, colgándose por los brazos de su cuello.

– Olvidemos esto, será nuestro secreto.

– Huh… ¿El beso?

– Eso y otras cosas más, sonriendo, señalando al general una de las habitaciones.

– ¿Siempre eres tan directa?

– ¿Esperabas a que fuese de otra forma?

El corazón de Lion-O se hizo pequeño, lleno de rabia, dejó caer una bandeja sobre una de las mesas que atrajo la atención de la pareja, aunque en ese pasillo no había nadie más, Lion-O corrió sin saber qué hacía allí, tenía una venda en el abdomen y le escocía, como si hubiera sido suturado.

“¿Es lo suficientemente evidente para ti?” Le dijo alejándose lentamente.

– ¿Qué ocurre Ikarus? ¿Por qué no le matas? La líder de las guardianas pareció reaccionar, pero no fue lo suficientemente rápido, él se abalanzó agarrándole la cara.

– ¡Es mentira!

“No podías soportarlo y te preguntabas ¿Por qué no a mi? Tan débil, tan solitario.” Él se hizo hacia atrás y ocultó tras la siguiente guardiana que junto a otras tres intentaron detenerle, pero su fuerza no conocía sosiego y entre puñetazos y patadas se abrió paso.

– ¡Tú no sabes nada acerca de mí! Viragor no confía en ti.

“Te pareces tanto a “él”, buscando los brazos de su madre en cada mujer, vengándose por un pasado que ya no existe, aunque su futuro ya fue decidido hace tanto, incapaz de perdonar o perdonarse a sí mismo, pero en eso eres diferente a ese monstruo, tu futuro no está escrito aún.”

– ¿Y tú quieres ayudarme a lograrlo? Eres todo un altruista, permíteme recompensarte.

“Si no puedes ver a través de esa confusión seguirás siendo el mismo ciego de siempre, debes dejar atrás esos sentimentalismos y templar tu espíritu, por eso es tan fácil engañarte, porque ven esos puntos flacos en ti, yo puedo ayudarte, puedo mostrarte un propósito superior.” A pesar de su tamaño se manejaba muy bien y de un par de pasos subió por un tronco al que Lion-O no pudo fácilmente.

– No voy a aprender nada de ti, no me convertiré en un monstruo, he hecho mal en escucharte…
¡Thump! Él se dejó caer contra el joven rey, tirándole del tronco y aterrizando en una cama de flores violáceas.

“El pasado te da perspectiva de las cosas, el futuro aún más Señor de los Thundercats, mira a tu alrededor, este es el lugar donde la Thundera original cayó mucho tiempo atrás, tanto que no formó parte de la historia conocida, la ambición fue la responsable, pero también la ingenuidad, esperar a que otros cambien por ti te llevará a esto, la gente no cambia a menos que se vea forzada a ello.”

– Y me imagino que me dirás la manera. Le dio un puñetazo en pleno pecho y alzándolo en el aire lo dejó caer sacándole el aire.

Le agarró del pie y le hizo ver un árbol muy grande, el mismo árbol que momentos atrás era apenas un arbusto, el bosque en cambio había desaparecido, el terreno en su mayoría era cenizo, con poca vegetación.

“Mumm-Ra te lleva ventaja, él no necesita que la gente cambie, no es leal ni aprecia el honor, es miedo y represión pura, aún así la gente le sigue, incluso aquella a la que amas moriría por él sin dudarlo con el gesto de un dedo y te preguntas ¿por qué?”

– Yo no lo sé.

“Si es así, has descubierto que no soy el único embustero aquí, más cuando te has dado cuenta que la mayoría de las cosas que te digo se basan en tus propias deducciones.”

– ¿Cómo podrías saberlo?
“Ya te lo he dicho, hemos estado en este bucle temporal durante años, son cosas que me has dicho repetidas una y otra vez hasta el aburrimiento, si no fuese un espíritu me habría suicidado largo tiempo atrás.”

– Nunca he tenido la habilidad de viajar en el tiempo, así que perdona si no te creo. Sus gestos dramatizaban un horror en el que parecía estar sumido.

“Eres exasperante, escucha, ya lo discutimos antes, a pesar de que para mí esto es un infierno continuo, tú eres un ser vivo y tu apreciación del transcurrir de los eventos se modifica con los años, pedazos de recuerdos desordenados, hechos que sucedieron de otra manera.”

– ¿Qué es esta sensación desagradable…? Se miraba a sí mismo combatiendo sin parar a un infinito número de guardianas, una imagen que se repetía nuevamente, al regresar la mirada, era de día.

El amasijo de hierro adornaba el único páramo de sombra en una planicie cubierta de la arena del desierto, visto desde la distancia, una línea recta tan negra como el carbón, atravesaba sus restos por la mitad, dejando un profundo surco en la tierra del valle, todo a su paso fue achicharrado al punto de formarse virutas de cristal.

Las naves enemigas se apilaban por montones alrededor del lado norte de la ciudad, de donde parecieron venir en una oleada tras otra, solamente sobrevivía la parte sur y lo hacía panza arriba, separada por casi un centenar de metros precipitándose sobre el valle interior.
– Imposible.

Era Avista o de lo que quedó de los restos de esa ciudad, que oculta tras nubes navegó un día por los cielos thurianos continentales.

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Ciudad de los perros (A.K.A Ciudad Khan)

– ¡Hazte a un lado maldito!, el mapache fue empujado por un tendero canino que cargaba una gruesa pierna de carne a su carreta donde ya le esperaba su familia y compañeros que evacuaban los barrios del centro de la ciudad para escapar por la ruta del sur hacia los refugios y fuertes del oeste, en el fondo una larga aura anaranjada se levantaba en plena noche.

– Usted perdone su ilustrísima, dijo con una fingida disculpa el mapache Tookit que al darse la espalda jugueteó con un saquito de monedas de plata. – Con esta suerte nadie podría quejarse.

– ¡He alto! Ladrón.

– Por todos los ancestros mapaches, creo que me estan llamando en otro reino.

– ¡Te tengo…! ¿Ah? ¿Pero a donde ha ido ese mequetrefe? Dijo el perro balanceando sus cachetes que colgaban sacando la espuma de su saliva. Tookit se balanceó por los techos con su pequeño cuerpo, las cosas se habían vuelto más difíciles, después de todo, eran perros y sus olfatos no mentían, pero nadie podía ganarle a escalar y entre los techos de las casas se fue moviendo cuando los guardias fueron alertados del embustero.

– Malditos mocosos, cuando les encuentra voy a dejarles unos días en la bolsa a sal y agua.

– ¡Allí!

– Esto no es digno del rey de los ladrones, bueno, se acepta lo malo con lo bueno y tirándose desde el techo, aterrizó en un barril de agua donde esperaba perder su rastro y así lo hizo.
No había más explosiones, en cambio el fuego se apoderaba de largas filas de edificios, donde enormes warbots descansaban sus cuerpos desactivados, los perros llevaban el agua que podían, aunque la ciudad estaba severamente dañada, la mayoría de las viviendas era de argamasa y materiales que difícilmente hacían fuego.

Tookit llevaba una espada de plata e incrustaciones de diamante que un hosco felino albino llevaba en la mano jugando, no fue difícil quitársela, mientras con su mano en un rápido movimiento la tomaba, los que observaban al tigre esperaron para comenzar a reírse cuando el mapache ya cruzaba la puerta.

– ¡Bengali, idiota! Alarmado, uno de los tigres trató de alcanzarle sin lograrlo, no supo del gran alboroto posterior, pero tan pronto como esperó para que se fueran, él tuvo que esconderse antes de poder escapar en una carreta, no podía llevar demasiado, como sea, tenía lo suficiente para un par de semanas y no se preocupaba demasiado, la vida de alguien así fluctuaba de bueno a malo de la noche a la mañana.

Deseaba vender sus cosas recolectadas en la cofradía de los mapaches, pero esos sujetos estaban rondando y prefirió no tentar al destino.

– Últimamente esto huele a gato a reventar, vio a un león bajando de una carreta de uno de los perros que esperaba por llevar a los refugiados a salvo, había dos cajas grandes que pidió bajaran al suelo, reconoció al patriarca de los perros y supo que era alguien importante, quiso ir a ver lo que contenían esas cajas pero ese tigre albino apareció no muy lejos de donde estaba, el cual desapareció asombrosamente momentos después, cuando notó un grupo de guerreros.

La carreta continuó su marcha integrándose a una caravana.

Lion-O no sabía cómo había llegado hasta allí, ese sujeto estaba sentado sobre las cajas, para bajarse mientras los canes se dispusieron a abrirlas.

“No pongas esa expresión, te he traído aquí para que veas lo fácil que sería ayudarte si me dejases hacerlo.”

– Gracias Majestad, pero no veo como estas cosas insignificantes podrían servirnos. Le respondió con desidia al felino, que tomó una de ellas y le colocó una piedra roja en el cargador, esas cajas contenían armas recolectadas de su último encuentro contra los lagartos, simples pistolas y algunos rifles de plasma.

– Cada una puede atravesar la armadura de los warbots si apuntan el suficiente tiempo al recolector de combustible o el radiador. Apuntó a un trozo de metal que se fue poniendo rojo en el punto donde dirigió su rayo.

– ¡Son armas de los lagartos! ¿Cómo las consiguió, en verdad se ha enfrentado a ellos usted solo?

– Eso no es lo importante, pueden dar disparos cortos, pero eso se llevará la energía de una piedra de fuego cada vez y no he podido recolectar muchas, así que deben cuidarlas, si bajan el percutor, la carga desperdiciada será menor y podrán hacer treinta disparos capaces de aturdir a un lagarto.

– “Es genial”

– ¿Cómo?
– “En realidad… viniste por cuenta propia, de esta manera puedo demostrarte que lo que digo es cierto, ahora debes aprender un poco sobre los berbils y su enfermedad, esta experiencia del pasado afecta inmediatamente tu presente, por eso lo recuerdas dentro de tu propia línea temporal, pero hemos cambiado la historia y de ser barrida y mil de estos perros ejecutados, la ciudad de los canes se ha salvado.”

– ¿Obra mía? Lion-O lo dudaba.

– “Sólo te ayudo a completar los huecos, lo hago más sencillo para ti, pero hay un plazo para que aceptes que.”

Lion-O recorrió el oscuro pasillo donde los necromecas mostraron sus patas, jalando de sus ropajes, sorprendidos por sus cabellos rojos y ojos azulados.

– Te pedí que te fueses ¿Qué haces aquí?

– He venido porque necesito de tu consejo. Lion-O dijo sin que hubiera pensado en esas palabras, él sacó un envase con dos piezas corroídas de metal.

– ¿Qué es eso?

– Lo que sea, no debes tocarlo con las manos desnudas, es muy peligroso, ya que estás hecho de metal, deseo saber si son iguales. Con sus largos dedos, Soul Sever tomó el frasco pidiendo a sus necromecas que le dejasen solo, aunque la luz se hizo cuando un muy modificado Flicker apareció, revoloteando a su lado.

– ¡Le has reparado!

– Desde luego, no ha representado un reto muy difícil, he desarrollado una teoría radical basándome en su diseño.

– ¿Esos bichos gigantes? Soul Sever no respondió, pero era evidente.

– Son mis nuevos modelos, tan avanzados, al punto de que no he tenido que programarlos para aprender.

– Una lástima que no puedas darles otros usos, parecen aburridos. Dijo extrañamente el felino, pues era la misma impresión que le daba al cibernético ser.

– Deben ser retados para lograr desarrollar sus capacidades intelectuales, pero salir al mundo exterior es un peligro constante para ellos, no puedo permitir que les pase nada ahora que estoy tan cerca de lograr mi objetivo.

– Me doy cuenta y obligarte a salir de tu cueva no será una cuestión cualquiera, a veces es el destino.

– No discutiré eso contigo, como sea, sobre tu duda… Soul Sever tomó ambas piedras con sus manos desnudas con mucha seguridad, para seguidamente colocarlas en un vaso de cristal, que sometió a un chorro eléctrico verdoso.

– ¿Sí?

– En mi opinión, salvo por pequeños cambios en la densidad producto de un óxido pesado y residuos de carbono, es el mismo material, este es ligeramente más antiguo, pero aunque te parezca sorprendente, no es una aleación de metal, en cambio es orgánico.

– ¿Orgánico? ¿Estás seguro? A mí me parece metal.

– Es una especie de gel, se ordena de tal manera, que es como billones de pequeñas hebras, lo que le da una fuerza inusitada, en cuanto se oxida un parte o cambia su composición química, expulsa el residuo y así mantiene su firmeza, pero ambos materiales parecen haber perdido consistencia y por la profundidad del daño, ha debido ser muy recientemente.

Los trozos de una nave de transporte de warbots y el pedazo de un Berbil contaminado por la enfermedad que carcomía el acero de Avista, yacían en sus manos, se recostó en el transporte que lo llevó de regreso a Avista, ese sujeto tenía razón, los Berbils habían sido usados para la estratagema de ese oscuro ser, que se movía antes que nadie, prediciendo cada movimiento a detalle, no podía hacer nada contra eso, era demasiado joven y su adversario había planeado esto con todo el tiempo del mundo a su disposición.

“¿Ya lo has entendido?” Dijo ese sujeto de pie frente a esa escena de guerra en que se había convertido Avista.

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– No, esto es una ilusión, nada más. Panthro tiene unos brazos mecánicos y Mandora tiene una cabellera gris y yo no tengo rastro de herida alguna.

– “Nunca siquiera has tenido una posibilidad de ganar, aquí morirá tu obstinación, les harás pelear bajo tu bandera, pelearan unidos bajo tus deseos como has querido y perderán la vida, Mumm-Ra sacará ventaja y obtendrá lo que siempre ha querido.” Parado de frente tomó una andrajosa bandera con el símbolo de Thundera y la puso a sus pies.

– Es una ilusión. Él le alzó la cabeza con sus finos y fríos dedos.

“¿Eso planeas hacer? Usar la bandera de Thundera, obligar a tus aliados a pelear bajo tu escudo y así no dejarles otra opción más que pelear por sus vidas o morir en la clandestinidad de los desolados páramos, de esa manera pondrás a los indecisos a tus pies, por eso esas guardianas han venido a matarte.

– De no hacerlo así, seguirán con sus traiciones, me darán la espalda nuevamente, como todos hacen.

– “¿Cómo esa clérigo? Ambos sabemos lo que ocurrió cuando le presionaste, así las demás personas, no importa cuánto te prometan lealtad, cuando pones en riesgo a la gente que aman, muestran su verdadero temple.”

– Pero yo soy el rey ¿Por qué no me siguen? ¿Por qué no confían en mí?

“¿Por qué? Debido a que siguen a la espada, su autoridad, no a ti, es su tradición. Siendo tan joven y voluntarioso, sin fama, ni gloria ¿esperabas a que fuese de otra manera? Si tuvieses tiempo, podrías mostrarles esa valía que llevas dentro, el fuego en tu corazón, lo sincero de tus ideales, pero no hay tiempo.”

– ¿Entonces no hay nada que hacer? Todo es en vano.

“Si te unes a mí, yo podré hacer eso que tú no eres capaz, te mostraré poderes más allá de tu comprensión y nunca más necesitarás de esa espada, no te voy a obligar, pues debe venir de ti, pero te lo advierto, Mumm-Ra se mueve rápido y buscará romper tu voluntad.”

– No lo entiendo ¿Por qué me necesita? ¿Qué quiere de mí?

“Lo que Mumm-Ra quiere, puede que no sea malo y quizás tenga derecho después de todo, sin embargo, no está dispuesto a renunciar al poder para lograr sus metas y nadie gana nada sin un sacrificio propio.”

– Mumm-Ra es un ser salido del inframundo, nada que provenga de él puede ser bueno, por eso jamás aceptaré nada que provenga de él, ni siquiera a ti.

“Ah… pero en eso te equivocas muchacho, los grandes monstruos de la historia una vez fueron un saco lleno de buenas intenciones, es por eso que tu situación es tan delicada.”

– ¿Qué insinúas?

“Nada que no sea verdad, él quiere verte deformado como a veces se ve a sí mismo, le teme a su propio reflejo porque le recuerda la verdad dentro de su alma y las cosas malas e incorrectas que ha hecho por su ira.”

– ¿Le teme a su propio reflejo…? ¡Sí! Es verdad, en las minas de Plun-Darr... por eso teme a la luz del día.

“Eso es un tema aparte muchacho, lo que te debe interesar es tu propio rencor.”

– ¿Mi rencor? El sujeto le sonrió cerrando los ojos con un suspiro.

“Como yo, ese monstro impío reconoce tu valía y lo especial que hay en ti, quiere tomar todo eso, por su estupidez e impaciencia ha acelerado lo inevitable y tiene miedo, porque en esta extraña era, incluso aquello que es inmortal e imperecedero, podría morir y convertirse en polvo.”

– Eso no me dice nada.

“Viendo tu obstinación, creo que será cauto esperar, puede que mis intenciones sean buenas, pero me ocurriría lo mismo que le pasará a esa guardiana sin un compromiso total que vaya más allá de ese odio que oculta, pronto entenderás que yo tenía la razón, sin esa maldición que la mantenía en la senda, perderá su rumbo y veras como esas ilusiones se tornan en realidad.”

– Tú sabes de donde viene ¿verdad?

– “Oh Lion-O, ese es el menor de los misterios, proviene del mismo lugar que tú, el mismo Mumm-Ra y gran parte de los habitantes del Tercer planeta, por eso son tan parecidos, aunque si es por la razón precisa de su llegada o cómo obtuvo su maldición, no la sé, parece escapar a mi entendimiento.

Sentándose sobre el pasto que rodeaba ese gran valle vacío, le hizo notar la fecha en que sucedería por el aspecto de las plantas que no se quemaron por la humedad y los nuevos brotes de hojas.

– ¡Será antes de la primavera!

– “Va a usarme, más bien… usará mi sangre, quiere el camino más corto a sus deseos, la razón de que no te haya atacado este tiempo es que necesita a más de uno para su plan, se debilita poco a poco, usar mi sangre le garantizará una manera de liberarse de las cadenas que arrastra y si no puede obtener un sacrificio voluntario, lo hará por la fuerza, tú serás el sacrificio que adorne su victoria.

– Si tú me ayudases… pero no lo harás.

– “No aceptarás mi oferta, así que dejaré que seas tú quien venga a mi, no parece tan malo por ahora, pero hay cosas plantadas a la vista de todos, que cuando las descubras, pondrán a prueba tus creencias y deberás igualmente decidir, él lleva tanto tiempo planeándolo, que incluso perdiendo puede ganar.” Se levantó para lentamente caminar a la oscuridad del bosque, a donde su campamento estaba originalmente.

– ¿A dónde vas?

– “Cuando estés listo, invócame en vez de a esos viejos y te mostraré un poder más allá de cualquier fantasía, ante todo recuerda esto, el don de ver más allá de lo evidente no significa nada, si no haces nada para cambiar lo que ya está escrito, ese es el verdadero poder de tu don; tú mismo.

– Eso es algo que ya alguien me dijo una vez.

– “Si te refieres a ese viejo clérigo, no deberías poner tus esperanzas en sus palabras, él te vio como ha visto su clero a todos y cada uno de los leones, como una herramienta más, los clérigos nunca servirán al rey tanto como a su espada y eso intentan hacerte ver, que eres la parte menos importante, yo pretendo enseñarte lo contrario, pero para eso necesito que veas por ti mismo, yo también seré paciente, te darás cuenta que me necesitas y al final nuestros caminos coincidirán, lo quieras o no, estés o no preparado para ello, es nuestro destino.

####

Abrió los ojos y estaba sumamente cansado, recostado dolorosamente en el suelo yermo, se escuchaban gritos, las luces del cielo brillaban intermitentemente de manera acelerada, la misma luna atravesó el firmamento en un abrir y cerrar de ojos, hasta que el silencio fue cubierto por golpes secos, alguien le acercó agua a la boca… era Zira.

Mandora era la que golpeaba a la líder, cada guardiana estaba envuelta en una especie de maderos enroscados sobre los troncos de los árboles periféricos, Cheetara tenía puesta las mancuernas que había recogido en ese viaje al cual Viragor le había llevado, pero todo parecía producto de un sueño que le costaba recordar.

Ikarus ya no era consciente de nada, Tygra trataba de contener a la guardiana, los demás no movían un dedo para evitarlo, mediaban entre su propio dolor y deseos de venganza, Zira estaba aterrada y sus manos temblaban.

– Veamos cuanto tiempo te tardan en crecer un nuevo par de alas, así comprobarás que tan resistente eres antes de meterte con uno de nosotros para comprobarlo.

– Nhh… ueg nhuesg… culpa fue… sol… ordenhg…

– ¡Toma tu orden perra! Mandora le arrancó las alas, Tygra envolvió a Cheetara entre sus brazos y la hizo hacia atrás, ella comenzó a gemir y llorar como el mismo Tygra que se contuvo al final.

No sabía por qué lo hacían, se dio cuenta de otra cosa rara, no respiraba por su propia cuenta, su garganta dolía, como si un tubo estuviera insertado en su cuello, Cougara también estaba y esas otras dos enfermeras amigas de Zira.

– Debemos llevarle a Avista lo antes posible, ha perdido demasiada sangre, no sé si lo logrará.

– Haz lo posible, esa nave debe llegar, nos arriesgaremos a moverle, sus ojos están abiertos ¿está consciente? Mandora tenía heridas en su cuerpo, una vez recobró la compostura regresó a lo verdaderamente importante para ella.

– Le he dado tranquilizantes, también un inhibidor, si se duerme podría morir, es solo que no está consciente realmente, solo está despierto ¿Qué estabas haciendo Mandora, creí que le protegerías?

– Recrimínamelo después, tenemos que irnos.

– ¿Qué sucederá con ellas? Sé que es horrible lo que le hicieron, pero a él no le gustaría.

– Llevaremos a juicio a todos esos malditos que lo ordenaron, te escoltaremos hasta Avista, que los voluntarios se encarguen de las prisioneras, puede que tengan suerte, mientras esperan a que las recojan los voluntarios o se mueren de frío o seguramente podrán escapar hacia la libertad, aunque en estos páramos, no habrá mucha diferencia.

No importaba a donde mirase, ese sujeto ya no estaba a la vista, su cuerpo fue jalado hacia atrás por una fuerza muy poderosa, Zira parecía que trataba de reanimarle, supuso que estaba muriendo o en proceso de hacerlo por la manera en que Mandora le agarró entre sus brazos, negándose a dejarle ir.

Cuando Zira agitó con la cabeza para confirmar la desgracia que todos temían, ella desató su llanto, estaba muerto, aún así, Mandora le aferraba hasta que todo se fue tornando de un blanco intenso.

Súbitamente, volvió a abrir los ojos, despertado de lo que creía era una pesadilla sin fin, pero un golpe, uno demasiado real, le hizo reconsiderar, conforme la sangre salía de su nariz y el dolor de su brazo izquierdo, lo regresaba a la realidad.

Fin de parte 4 de 5